Partida Rol por web

Silvania, ajena a lo que habían visto sus compañeros, intenta trepar por el ángulo de la pared para que el hueco la proteja de ataques cuerpo a cuerpo; más atenta a los posibles enemigos que a los asideros, confiando en la habilidad de sus manos para tantear el modo de subir que a sus ojos. La antorcha que porta en el carcaj extiende ahora más luz sobre la estancia superior revelando poco a poco, como en un amanecer, lo que ha acabado con la vida del heroico lobo que el druida había conjurado de un modo un tanto apresurado sólo para morir inútilmente.

La iluminación proporcionada por el virote atrajo la atención de Arthedain, quien abandonó en una fracción de segundo su ensimismamiento para tronar, olvidada ya toda prudencia: "¿QUERÉIS HACER EL PUTO FAVOR DE ESTAROS QUIETOS? Hay necrófagos ahí arriba, y más de uno por el ruido. ¿Que queréis, ir subiendo de a poquito y que nos vayan matando uno por uno? ¡YA ESTÁ BIEN, JODER, PARECÉIS UNOS PUTOS NOVATOS DESEOSOS DE HACEROS MATAR POR LA PUTA PATRIA Y LA PUTA BANDERA!

Y, cogiendo aliento, continuó en el mismo tono cuartelero: "A ver, panda de mongolos, en las CA-SAS hay una cosa que se llama ES-CA-LE-RAS y me resisto a crer que esa de caracol que hay ahí rota sea la única que permite subir al piso de arriba, así que vamos a seguir buscando, y mientras tanto NADIE se va a hacer el héroe y va a querer subir solo, capici?,** dijo mirando fijamente a Mosest.

"Gaius, abre por favor la puerta secreta a ver qué hay dentro, y los demás preparaos para entrar en esa estancia sin pasar por debajo de los hoyos en el techo, no os vaya a saltar encima ningún necrófago."

"Colla de cabrons**", blasfema en voz baja.

El druida trago saliva y optó por callarse ante el exhabrupto del elfo. Probablemente, aunque sus modos no fueran los más amables, tuviera razón en lo que planteaba.

Firmemente montado en su fiel Remo, esperó que realmente existiera otra escalera; no le gustaría tener que combatir lejos de su compañero. Con los ojos abiertos y la atención centrada en el area iluminda espero que puedieran abrir esa puerta que, según Arthedain, había en la pared.

Las palabras lanzadas por el elfo llegaban tarde ya a los oídos de la intrépida arquera, que había desaparecido por la zona superior de las escaleras alcanzando la siguiente planta...

Silvana trepó sin dificultades por los asideros y, en cuanto alcanzó la zona superior, pegó un brinco para situarse en una zona con suficiente espacio como para ponerse de pie preparando su arco.

La planta superior era un hervidero de actividad. La zona donde se encontraba venía a ser una réplica del hall del piso inferior, aunque en esta segunda planta las ventanas de la zona norte - cerradas con contras - eran más pequeñas. Hacia el fondo de la pared, al otro lado de la estancia, se encontraban otras dos puertas de madera cerrada y la pared sur contaba con un pasillo que iba hacia el frontal de la casa. El techo estaba parcialmente desplomado y los cascotes y vigas habían provocado los agujeros del suelo a través de los cuales podía entrever lo que sus compañeros hacían y escuchar los gritos desencajados de furia de Arthedain. Al infierno.

Todo estaba iluminado tanto por su propia antorcha como por el virote que la maga había clavado en el techo como una improvisada lámpara. Lo que veía en el centro de la sala era a un fiero lobo que estaba siendo atacado por cinco figuras que no podían definirse más que como una parodia de humanoides: carne putrefacta, rostros simiescos desencajados y enormes ojos rojos. Todos se abalanzaban sobre el noble animal lanzando dentelladas y mordiscos. Estaban tan preocupados en acabar con el lobo que no se percataban todavía de la presencia de la arquera.

Silvana contempló impotente como los monstruos acababan sin ningún tipo de piedad con la bella criatura del bosque, desgarrando su carne con aquellas ensangrentadas garras. Después los monstruos parecieron darse cuenta, por la luz de la antorcha de la mediana, de que había nuevas presas para saciar su hambre eterna.

Silvania cargó con cuidado y apuntó, dos flechas al más cercano de los necrófagos, aprovechando que estaban despistados, y con suerte otras dos antes de tener que volver a bajar.

Al menos, con suerte, la muerte de uno de aquellos apestosos seres para vengar la muerte del valeroso lobo.

Una de las flechas surcó el aire para clavarse en el torso de una de las criaturas. Aunque herida, el monstruo lanzó un aullido de dolor y se preparó para encararse a la mediana. Silvana, ignorando los latidos apresurados de su corazón, cargó otra flecha en su arco.

Cuando Silvana desapareció por la zona superior todos pudieron escuchar el estertor de muerte del malogrado lobo, seguido por el rugido de dolor de una de las criaturas...

Bhain corrió hacia las escaleras por las que antes había desaparecido trepando su compañera. Se detuvo al borde, estudiando los trozos que quedaban en la pared. Para su amiga había sido fácil trepar al piso superior, pero él con su armadura no lo veía tan claro...