Partida Rol por web

La sombra del Norte

Capítulo 4: El Viejo Camino del Norte

Cargando editor
16/08/2017, 21:13
Director

Capítulo 4: El Viejo Camino del Norte

Brazoafilado

Turno 1 - 19 de Noviembre del 1.974 de la Tercera edad

Mientras culminaban los preparativos para continuar con el viaje, su camino les conduciría ahora por el Viejo Camino del Norte. Al saber de ésto, el posadero de la Joya en la Concha indicó a Aeth donde estaban las caballerizas, donde podría obtener un buen caballo a un precio razonable si así lo deseaba y también les informó que una caravana muy numerosa iba a partir ese mismo día de Bree en dirección Norte. El posadero les recomendó que se sumaran a ella si no querían pasar apuros en el camino, pues resultaban más jugosos a ojos de los bandidos y ladrones los grupos pequeños que los grandes. Para ello deberán hablar con Elacar el Manco, también conocido como Brazoafilado.

Dimrod mandó a Eoden a hablar con el tal Brazoafilado y a su regresó les informó que Elacar no ponía objeción alguna a que se sumasen a la caravana siempre y cuando contasen con una carreta propia y hombres fuertes como escolta, cosas con las que ya contaban. El grupo al que se sumarían podría proporcionarles una gran seguridad pero a cambio tendrían que sufrir la lentitud de la caravana, tal y como estaba la situación y los últimos acontecimientos, Dimrod prefería tardar un poco más y llegar a salvo que arriesgarse a ir más rápido y encontrarse con peligros mayores en el camino. La caravana estaba formada por refugiados que huían de la guerra y se dirigían a la protección que ofrecía el último bastión del Norte: Fornost. La mayor parte eran campesinos, mujeres y niños, pero también había soldados, hombres de armas, gente fuerte y comprometida por defender a los más débiles y plantar cara al Enemigo.

Cuando conocieron a Elacar comprendieron cual era el motivo de su curioso apodo. Elacar el Manco, Brazoafilado, era un dúnadan veterano del ejército de Arthedain. Su mano izquierda había sido cercenada por la hoja curva de la cimitarra de algún orco malnacido y en sustitución Elacar había ordenado hacerse una prótesis que la sustituyera, salvo que en lugar de mano ésta tendría una poderosa hoja de doble filo. Elacar era un hombre alto e imponente, su sola presencia intimidaba, tenía una voz grave y muy autoritaria, un reflejo de sus días como líder de los soldados que servían a sus órdenes.

Cargando editor
17/08/2017, 08:31
Gramj Haïa
Sólo para el director

El enano cabizbajo, se acercó al director de la misión. Diarmuid no había demostrado ser un tirano, y esperaba que le comprendiese. - Señor, espero me permita terminar con mi misión, y no faltar así a mi palabra, y cuando nuestro contrato se liquide, por finalizar con éxito el viaje, me embarcaré en el responso de honrar a nuestro compañero perdido. Se mesó la barba preocupado. - ¿Qué me dice?

Cargando editor
19/08/2017, 15:22
Dimrod

Dimrod respondió en el mismo tono confidente a Gramj.

-Cuando nuestro acuerdo termine podréis tomar la ruta que deseéis, mi buen amigo Gramj. Aunque mucho me temo que los elfos resolverán sus asuntos por ellos mismos. -Dijo señalándole al compañero de Yulma, quien parecía dispuesto a encargarse de los restos de Mithdúlin. -Pero como gustéis.

Realmente a Dimrod le preocupaba por encima de todo la seguridad de la dama Melyanna, y ponerla sana y salva en aquellos tiempos de guerra era su prioridad.

Cargando editor
22/08/2017, 02:15
Yulma Tarmaelen

Yulma y Rómendacil permanecían al margen de la compañía. A ambos les importaba poco si la escolta se terminaba juntando o no con una caravana más grande. Todavía tenían asuntos personales que tratar, y que murmuraban en voz baja para no molestar al resto.

Mo bhean, eagla orm nach féidir liom glacadh leis an bhfreagracht a ghabhann leat go Fornost —dijo Rómendacil, preocupado —. Tá mo dhualgas i Lothlorien. Caithfidh mé filleadh abhaile agus an nuacht a thabhairt do ghaolta Mithdúlin. B'fhéidir gur féidir liom bualadh leat níos déanaí, ach ní féidir liom gealltanas a dhéanamh.

Ní mór duit a bheith buartha, cara cara, beidh mé go maith. Feicim dó go gcomhlíontar an ceann deireanach de ár gcara —le respondió la hechicera —. Lig don Valar do bhealach a choinneáil.

Cuando terminaron de hablar, el elfo asintió y se dirigió al grupo. Tras una leve inclinación de cabeza y unas escuetas palabras de despedida, se alejó tomando el camino del este.
Yulma se acercó a Melyanna y a Dimrod para explicarles la situación:

—Rómendacil debe regresar a Lórien para entregar los restos de nuestro amigo. Será un viaje largo, pero confío plenamente en él. Solo podréis contar conmigo en vuestra compañía, me temo, pero juro serviros con honor y lealtad; tal y como habría hecho Mithdúlin.

Notas de juego

En Síndarin.

Cargando editor
22/08/2017, 02:50
Yulma Tarmaelen

Rómendacil: (preocupado) Mi señora, me temo que no podré aceptar la responsabilidad de acompañarles hasta Fornost. Mi deber se halla en Lothlórien. Debo regresar al hogar y comunicarle la noticia a los familiares de Mithdúlin. Quizá pueda reencontrarme más adelante con vosotros, pero no puedo prometéroslo.

Yulma: No debes preocuparte, querido amigo, estaré bien. Me ocuparé de que se cumpla la última voluntad de nuestro amigo. Que los Valar guarden tu camino.

Cargando editor
22/08/2017, 16:30
"Aceroamargo"

Dimrod había decidido viajar con la caravana. Podía ser una buena idea, y dado que ellos no tenían opinión alguna en aquel tema, lo acataron sin rechistar. La caravana estaba repleta de miembros débiles, mujeres, niños, ancianos y heridos. Todos ellos huían de la guerra, del sufrimiento. La primera impresión era que se integrarían en un grupo que no ofrecía seguridad alguna, pero fijándose más había también soldados y hombres de armas capaces. Pudiera ser que Dimrod supiese lo que se hacia, y solo esperaba que la dama Melyanna se sintiese agusto rodeada de tanto dolor.

Conocieron al mandamás de aquella expedición, Elacar. No tuvieron que preguntar respecto al sobrenombre por el que lo conocían. Su afilada... ¿mano? brillaba con la luz, dando un tétrico aspecto a la escena, daba un poco de entera ver como la hoja se unía al muñon. El dunandan se preguntaba si realmente aquel arma era efectiva o tan solo algo que atemorizaba, no quería comprobarlo en sus carnes.

- Mi señor... Si podemos ayudarle en algo no dude en pedírnoslo, gracias por aceptarnos en su grupo - dijo amablemente - Si bien he puesto mis armas al servicio de mi señora, Melyanna, ahora nuestro camino es el mismo - termino ofreciéndose. No miro a Dimrod, supuso que todo aquello era una mera cortesía y además, realmente en aquel caso ayudar al grupo, era ayudar a la dama.

Cargando editor
22/08/2017, 23:30
Aeth Umbradacil

En cuanto recibió las indicaciones del tabernero Aeth salió hacia las caballerizas para negociar por una montura y otras provisiones. La bestia fue lo más fácil, a pesar de los estragos de la guerra aparentemente había suficientes caballos sin dueño vagando por ahí y bestias de carga que los pueblerinos vendían para conseguir un poco de oro fácil. Aunque había obtenido un buen caballo, si bien no se trataba de un ejemplar esbelto, a su vuelta Aeth fruncía el ceño excesivamente por los precios que le habían hecho pagar, incluso cuando su bolsa aún estaba significativamente llena.

Encontró su primera oportunidad de liberar algo de tensión al ver por primera vez al que llamaban "brazoafilado". Algunos lo miraban impresionados, pero Aeth solo pensaba en lo ridículo que veía a ese hombre con una cuchilla permanentemente pegada al brazo. - Encantado, aunque no le pediré que nos demos la mano. - desde aquél momento no se le borró de la cara una sonrisa de suficiencia, pensando en todas las formas que se le presentaban de divertirse a costa de aquél hombre.

Cargando editor
24/08/2017, 02:10
Rossuon Pairaniar

Tras la perdida de un compañero, Rossuon se sintió más identificado con los refugiados que huían de la guerra. Conocía su miedo por convertirse en la próxima victima y su pesar por los allegados caídos. Aunque sospechaba que sus ánimos debían haber soportado mucho más. La perdida del hogar, la desesperanza... 

Se sorprendió recordando el hogar, días felices y libres de preocupaciones que cada vez le parecían más lejanos. Y al verse caer en el desaliento se forzó a buscar un atisbo de alegría al que aferrarse. Su mirada recorrió al conjunto de viajeros con poca esperanza, encontrando cabezas bajas y agotadas. Pero no dudó y se acercó a uno de los niños.

- ¿Qué aventura, eh? - si no conseguía que la sonrisa inocente de un niño animara su espíritu no sabría qué podría conseguirlo. - Pertrechados como héroes. - exageró sus gestos, dando pompa a sus palabras con tono burlón e incluyendo al pequeño consigo mismo, buscando la complicidad. - Lograremos que todos lleguen a salvo ¿no es verdad? -

El noble, que nunca había tenido problema en acercarse a cualquier persona, intentó animar al niño para que eludiera su pena. La distracción podría conseguir que volviera a divertirse. Y arrancar esa sonrisa sería suficiente. Rossuon las echaba de menos, en aquel lugar no eran tan plenas. 

Cargando editor
25/08/2017, 12:36
Elacar Brazoafilado

Elacar Brazoafilado asintió a las palabras de Aceroamargo y agradeció su ofrecimiento, sin embargo las palabras de Aeth le hicieron enfurecer y dio dos largas y rápidas zancadas para situarse junto a él. Era un par de cabezas más alto que el dorwinrim y su presencia era realmente intimidante, pese a su tamaño se movía con bastante soltura. Pronto descubrieron que Elacar no estaba dispuesto a tolerar ni media broma sobre su brazo, además de ser una persona con bastante malhumor. Una ronca voz salió de su garganta

-Si quieres puedo estrecharte mi mano con mucho gusto. -Dijo sujetando la afilada prótesis cerca de la garganta de Aeth.

Las cosas estaban tensas por culpa de la guerra y la Oscuridad se colaba en los corazones de las buenas gentes para llevarlos al desanimo y la desesperanza. Dimrod tuvo que intervenir para que la cosa no fuera a mayores y le aseguró a Elacar que Aeth no pretendía insultarlo y se disculpó en su nombre para evitar males mayores. Elacar se marchó gruñendo y lanzó una mirada criminal hacía alguien que se estaba riendo por todo lo sucedido desde lo alto de una de las carretas de la caravana. No obstante no volvió para decir nada, tenían que partir y la seguridad de aquellas gentes dependía de él.

Entretanto, Rossuon se entretenía de una forma más sana. Haciendo reír a un pequeño muchacho de tez oscura manchada por el polvo del camino y la cara enjuta por la desnutrición. Tras arrancarle una sonrisa imitando a un gran héroe, el muchacho asintió, como si la protección de aquella gran caravana de gente dependiera enteramente de ellos dos. 

Cargando editor
25/08/2017, 12:57
Galastel

Quien se estaba riendo del problema que había ocasionado Aeth no era otro que Galastel, el Tahúr Púrpura. Y seguía riendo alegremente aún a pesar de que la mirada de Elacar bastaría para fulminar a un olifante. Se encontraba encaramado a lo alto de una carreta con las piernas cruzadas y la espalda apoyada en una viga de madera que sobresalía. El joven hombre, alto y delgado, vestía con ropas de color púrpura de buena factura como ya le habían visto en la posada y tenía el pelo rubio correctamente peinado hacía un lateral. Despedía una suave fragancia a lavanda o algún tipo de planta de olor dulce.

-¡Bravo, bravo!. -Dijo aplaudiendo sonoramente a Aeth. -¡Una broma magnifica!. Lástima que ese viejo no tenga sentido del humor. -Saludó alegremente a Aceroamargo mientras descendía de un ágil salto de la carreta. -Veo que compartiremos camino y la alegre compañía de nuestro anfitrión Brazoafilado. -Añadió en tono burlesco.

Cargando editor
27/08/2017, 18:28
Rossuon Pairaniar

Las risas de Galastel llamaron la atención del noble. Sonrió y pensó que debía hacerse con un sitio como aquel para el resto del camino. O al menos para cuando empezara a notar el cansancio en sus piernas, que tras la última noche no tardaría en suceder. También podría intercambiar unas palabras con el Tahúr Púrpura, siempre que no tuviera su baraja cerca. A Rossuon le gustaba jugar, pero no parecía demasiado prudente apostar contra el joven. 

El gondoriano siguió hablando con el niño. Le preguntó por las cosas que le gustaban hacer, por qué quería ser de mayor, por su comida favorita... Quería distraerlo y evitar los temas tristes. Aunque en algún momento quizás intentase ver el mundo a través de sus ojos. Descubrir cuán honda era su perdida, entrar en contacto con un mundo del que se había mantenido alejado...

Cargando editor
27/08/2017, 18:47
Hunkel Saeta de Hierro

-Una lástima- exclamó Hunkel más que nada para si mismo. Y es que, si bien necesitaban a Aeth, su muerte probablemente les habría hecho un bien. El elfo había caído y ahora los Valar permitían que aquel humano desagradable tuviera vida, las cosas no siempre eran como deberían ser.

Viajaban ahora al amparo de un número mayor, lo cual podría ser bueno y malo a la vez según se dieran las circunstancias. El enano buscó a algún otro enano entre la comitiva y no encontró a ningún otro más que a sus dos parlanchines compañeros.

Cargando editor
30/08/2017, 00:16
Aeth Umbradacil

La reacción de Elacar le puso en tensión, preparado para actuar si era necesario enfrentarse a él; sin embargo, gracias a Dimrod no hizo falta. Aeth le dejó hacer, mientras en su cabeza echaba pestes de ese "brazoafilado" hasta que aquél tahúr de la posada se acercó visiblemente alegre por el espectáculo que le habían ofrecido.

[...] -Veo que compartiremos camino y la alegre compañía de nuestro anfitrión Brazoafilado.

- Dejémoslo solo en que compartiremos camino. - respondió devolviendo una media sonrisa de complicidad al tahur, al tiempo que giraba levemente el rostro para tener a Elacar a la vista. No dudaba de que aquél hombre le apuñalaría por la espalda si le daba la oportunidad. Respecto al tahur, aquél aire perfumado que le seguía le causaba desconfianza, pero le había caído en gracia por su respuesta a lo que acababa de ocurrir. Parecía que al menos tendría un compañero de viaje con el que no se aburriría.

Cargando editor
31/08/2017, 14:15
Yulma Tarmaelen

Yulma decidió mantenerse al margen y charlar con la señora y su acompañante, Matha. Apenas había visto hobbits en sus días como mercenaria, pero sabía que su amigo les tenía un gran aprecio. A la hechicera siempre le llamó la atención su carácter hospitalario y alegre. 

¿Qué noticias hay de Fornost, mi señora? ¿Qué asuntos guían nuestros pasos tan al norte? —preguntó con genuino interés.

Había jurado acompañarles sin importar el pago, pero desconocía por completo cuales eran las intenciones de la compañía. Fuera cual fuese la respuesta ella iba a seguir fiel a su palabra, pero no podía evitar sentirse intrigada por la naturaleza del viaje.

Notas de juego

No sé qué pasó, pero el mail ha vuelto ha hacer de las suyas. De momento voy a mantener un rol pasivo porque Yulma no está familiarizada con el resto de la compañía y me parece más plausible que primero quiera informarse sobre el viaje y demás.

Cargando editor
01/09/2017, 16:41
"Aceroamargo"

La broma no le había sentado nada bien a Elacar. Era un hombre serio y no permitiría chaza alguna sobre su mano, o menor dicho, la sustitución de esta por una prótesis. No sabían por que había perdido aquella parte de su cuerpo, la causa o las circunstancias que lo llevaron a quedar así. Lo que estaba claro era que el humor no era el camino para averiguarlo.

Luego hizo aparición Galastel, un rubicundo tipo bien vestido, con las ropas purpúreas que apoyaban su sobrenombre. Era un tipo irónico, parecía alegre y causaba una buena sensación dada su buena presencia. La mirada que Elacar le echó antes de alejarse gruñendo le sugirió a Aceroamargo que aquel tipo quizás no fuese de fiar. Tal vez algo extraño había ocurrido entre ellos, quizás algún malentendido, o simplemente también había bromeado sobre su brazo. Lo que hubiese ocurrido lo sabrían en adelante.

- Si, parece que nuestros caminos discurrirán juntos, al menos un tiempo - dijo el dunadan antes de marcharse.ç

Encamino sus pasos tras Brazoafilado, quería hablar con el.

 

Cargando editor
01/09/2017, 18:36
"Aceroamargo"
Sólo para el director

Cuando llego hasta Elacar, el dunadan no dudo en volver a hablar con el.

- Como Dimrod ya le ha dicho, lamento la actitud de mi amigo - dijo para abordar al capitán. - Me gustaría saber como se organizan, como hacen las guardias, y en que podemos ayudarle con ellas - quiso saber.

Cargando editor
04/09/2017, 19:57
Melyanna Forestel

Melyanna caminaba algo taciturna en aquella mañana, la muerte del bardo y su sentida despedida todavía la mantenían en un estado de extraño aturdimiento. Logró sacudírselo, al menos ligeramente, mientras hablaba con Yulma, la elfa le recordaba mucho a Mithdúlin. Aunque claro, ella no había conocido a muchos más elfos, por lo que a sus ojos inexpertos resultaban tan parecidos como gotas de agua en el cristal de una ventana; pero sin duda ambos eldar,  como equivocadamente se había atrevido a llamar a la elfa en alguna ocasión, eran tan distintos como podrían serlo ella y Matha. De hecho, Melyanna ni siquiera entendía que ni Mithdúlin ni Yulma eran de esa rama de la familia de los elfos que denominaban Eldar. Ella no era capaz de apreciar, y mucho menos comprender o distinguir, la diferencia entre los Eldar y los silvanos, quienes pertenecían a la rama de los Avari, aquellos que rehusaron seguir a los Valar tras el nacimiento de los elfos.

La conversación con Yulma y Matha había servido para despertarla y contestó a la elfa sin revelar mucha información, pues así se le había pedido, y manteniendo el misterio contestó como pudo.

-Aquí mi buen protector, Dimrod, no me permite hablar todavía de ese asunto por mi propia seguridad, según él afirma. -Yulma pudo notar en la voz de Melyanna que sentía un tremendo afecto y respeto por Dimrod y que mantendría el secretismo que el eriadoriano le había impuesto sin pronunciar ni una sola queja. Algo insólito en el carácter y temperamento de la joven. Incluso advirtió que a la muchacha le habían brillado los ojos al pronunciar el nombre de Dimrod.

-Es el deseo de mi padre. -Dijo para revelar lo mínimo de información sin perder la amistad de su recién incorporada amiga. -Es algo así como una vieja promesa. -Es algo así como una vieja promesa. - Yulma se percató que a Melyanna no le hacía mucha gracia aquel viaje al Norte.

Cargando editor
04/09/2017, 20:35
Matha Pieldegamo

Matha asintió con la cabeza a las palabras de su señora. La discreta sonrisa que se dibujaba en la comisura de sus labios revelaba la complicidad de quien conoce un secreto que se ha prometido no contar en voz alta. Era obvio que la dama le había contado a Matha el motivo de todo aquel viaje. La mediana era buena amiga de Melyanna y no sólo una criada más que les acompañaba para satisfacer los caprichos de la noble.

-Y vos, mi señora, -le dijo con mucha cortesía a Yulma, al menos una cortesía al estilo hobbit, cargada de curiosidad, timidez y miedo a comprometer alguna norma social establecida que su pueblo no conocía, -¿qué nos podéis contar de vuestro pueblo?. Mithdúlin cantaba canciones muy bonitas sobre historias antiguas. -Rememoró con cierta nostalgia. 

Cargando editor
04/09/2017, 20:41
Galastel

-Muy bueno! - Galastel palmeó con complicidad el hombro de Aeth y soltó otra carcajada alabando así su ingeniosa respuesta. 

El perfumado muchacho soltó alguna que otra broma más a costa de Brazoafilado y después extrajo de una de sus bolsas la bajara de naipes que tan bien cuidaba y las brillantes cinco monedas de oro que prometía a quien fuera capaz de ganarle a los naipes.

-¿Os apetece una partida? -Sugirió inocentemente, incluso parecía mucho más joven que antes de ofrecer la apuesta. -Sólo te llevará dos monedas de plata intentarlo. - El gancho era tentador, no cabía negarlo. Por dos monedas de plata tenías la oportunidad de ganar 5 de oro.

Cargando editor
04/09/2017, 20:54
Elacar Brazoafilado

Cuando Elacar se giró hacía quien le hablaba su gesto mostraba lo malhumorado de su estado, sin embargo al ver que era Aceroamargo y no Aeth la mayor parte de la tensión se suavizó de inmediato. El veterano soldado estudió de arriba a abajo al espigado hombre y soltó un bufido de aprobación.

-Bien, vos sois un dúnadan. Uno de los míos. Gente de fiar, hombres de honor. Harás bien teniendo un ojo puesto en ese dorwinrim que os acompaña. A excepción de los vinos pocas buenas cosas más se puede sacar de ese pueblo. -Aceroamargo bien sabía que aquello no era del todo cierto, la gente de Dorwinion eran excelentes trabajadores más allá de la vid, pero el enfado de Elacar le hacía soltar víboras por la boca. -Por el momento, -añadió en tono más calmado- cuidad de los vuestros. Necesito que cada pequeño grupo sea capaz de defenderse si es necesario y satisfaga sus necesidades. Así lograremos articular está gran comitiva. -Señaló con un dado los gastados ropajes del hombre. -¿Habéis sido soldado?