Partida Rol por web

Mientras hablaba con Vincent, Drácula tuvo un presentimiento... no sabía lo que era, pero había algo que parecía que se le escapaba... ¿era un olor? ¿una distorsión en la fuerza?

- Por Inglaterra. - Sentenció la contienda con aquellas dos palabras, recuperando su arma del cuerpo de Boris y clavandole la hoja una vez más en el corazón para asegurar totalmente que había acabado con él. - Y por mi. - Añadió al desclavar la espada, esperandose a que el cuerpo del vampiro se convirtiera en polvo.

Boris había sido un adversario terrible, poderoso, rápido y resistente. Pero le había faltado visión periférica, originalidad y creatividad en el combate. Envainó la hoja de su espada en el bastón mientras saboreaba ese sabor agridulce en sus labios de la meta realizada, pues solo había dos desgracias en esta vida: Desear algo. Y conseguirlo.

Pero quizás aquello no hubiera terminado, no todavía. Pues en la puerta, apareció un hombre armado con una espada. Fue Richelau quien empuñando su bastón, se giró con la clara intención de presentar batalla si las intenciones eran hostiles. - No será necesaria la ayuda, Sir Blackwood. Tampoco las disculpas. Después de todo, ninguno de los dos desea ver a un hombre pedir perdón. - Estaba claro que era un incompetente, no hacia falta radiarlo a los cuatro vientos.

- Ahora si me disculpa, llamaré al Señor Reaver para que traiga mi carroza, es inaceptable que vista así. -

Lord Blackwood enarcó una ceja ante la actitud de sir Alexander, no conseguía terminar de entender su actitud. Blackwood había sido amable con él e incluso se acababa de ofrecer para ayudarlo ya que el enfrentamiento con Boris no se había saldado sin el derramamiento de sangre del duque. Pero si para él era prioritario cambiar de traje... era decisión suya.

- Usted mismo- dijo al fin, si se bastaba él sólo no pensaba mover un músculo- pero lamento informarle que no será posible llamar a su criado, el club está siendo asediado... de cualquier otra manera Boris no habría accedido tan fácilmente... hasta que no resolvamos este problema nadie podrá salir ni entrar.

Aquellas dos palabras fueron el mayor golpe que Tenant me pudo asestar. De repente, pude sentir aquel calor, aquel perfume, aquella agradable sensacion al tener a mi bebe entre mis brazos. Era algo indescriptible, dificil de explicar. Una sensacion unica, que, en mis recuerdos, y en mi corazon, siempre venia acompañada por la angustia. Una angustia de la que no conseguia liberarme.

Sin embargo, no solo fueron aquellas dos palabras las que me removieron por dentro. De repente, durante un instante, mi corazon muerto recibio una descarga de imagenes, de sensaciones, de recuerdos en los que imperaban el dolor, la soledad y la tristeza. Y, sobre todo, el abandono.

¿Que habia hecho? Aquel hombre habia sufrido, habia sufrido mas de lo que estaba dispuesta a permitir a causa de mi desconocimiento. Si lo hubiera sabido antes... Si hubiera conocido la existencia de aquel bebe.... Entonces todo habria sido distinto, muy distinto. Lo habria criado, lo habria cubierto de mimos y lisonjas, le habria profesado todo aquel amor y todo aquel cariño que, sin duda, le habian faltado.

-Mein Klein... komm doch mal mit Mutti... Du wirdst nicht mehr allein sein. Mutter ist hier. Und hier werde ich für immer sein. Sorg dich nicht, mein Schatz. Du sollst dich nicht mehr kümmern. Ich wusste es nicht... Ich wusste es nicht... *- susurre entonces, mirando a aquel hombre, con un deje de.. ¿Que era aquello? ¿Humanidad? - Du bist nicht mehr allein. - repeti aquel ultimo "Ya no estás solo", mientras abria ligeramente mis brazos, esperando a que mi propia sangre volviera al lugar que le pertenecia, al que nunca debia haber abandonado.

No era tarde. Nunca era tarde. Aquella, sin duda, era la ventaja de la eternidad. Y, si el queria... si el lo deseaba... Entonces ambos teniamos un prometedor futuro por delante.

Vincent, lo cierto es que todavía estoy ganándome la confianza de la baronesa y aún no hemos llegado a entrar en detalle en el plan. Pero si mi propuesta te plantea dudas aún estamos a tiempo de ...- En ese momento creí percibir algo extraño a nuestro alrededor, algo que no encajaba, algo que no debía estar allí.

James estaba paralizado, completamete paralizado, el capitán no era capaz de articular palabra movido por toda la tormenta de sentimientos que lo sacudían por dentro. Ansiaba el abrazo de la madre que nunca tuvo, quería creer en lo que Catalina le decía... quería creer en ella... pero al mismo tiempo también la veía como lo que era, una vampira despiadada que había vendido a su hijo para conservar su presencia. El dolor, el odio, el anhelo se entremezclaban haciendo que el frio cazador fuese dominado por un repentino temblor.

 Si Catalina hubiera reaccionado de otra manera él no habría dudado, sabía lo que tenía que hacer, cual era su deber para con la orden, pero la daga de plata que sostenía en la mano temblaba tanto como lo estaba haciendo él, la tensión era tal que le sobrevino otro dolor, el del costado... la herida que recibió cuando se enfrentó con Catalina y Drácula en la iglesia abandonada, le sobrevino una repentina debilidad.

 - Wenn sie wussten, Ihren...- balbuceó- ich verkaufte...- una lágrima furtiva lo traicionó, dio un paso atrás de manera inconsciente.
 

Drácula poseía unos sentidos muy desarrollados, gracias a ello había conseguido sobrevivir tanto tiempo incluso cuando respiraba bajo la luz del sol... estaba pasando algo... tuvo la sensación de que había alguien más en la sala, una presencia... sí, había algo... ¿un latido? sí... ¡El latido de un corazón humano! pero ¿de quien? ¿de donde?

Un vistazo hacia Vincent le hizo caer en la cuenta de que él también se había detenido, como si se estuviera concentrando en algo ¿él también lo habría sentido?
 

Vincent, lo cierto es que todavía estoy ganándome la confianza de la baronesa y aún no hemos llegado a entrar en detalle en el plan. Pero si mi propuesta te plantea dudas aún estamos a tiempo de ...- En ese momento creí percibir algo extraño a nuestro alrededor, algo que no encajaba, algo que no debía estar allí.

Mientras Van Helsing aguardaba con el corazón en un puño a que Vincent tomara su posición, el profesor se percató que el conde paraba en seco su discurso, Van Helsing no pudo evitar que sus pulsaciones se le aceleraran, ¿lo habría descubierto?

Cachorro... me temo que te has delatado, estás demasiado nervioso...

Le dijo la voz de Vincent en su cabeza, quien se había visto obligado a detenerse en su avance.

Fui capaz de percibir que no era la unica que estaba luchando con sus sentimientos en aquel momento, aunque por razones muy diferentes.  Y, lo que percibi en el, termino de desgarrarme aquel alma que, hasta entonces, habia demostrado no tener. Percibi su dolor, y lo senti como mio. Su miedo y su angustia, y su duda, sobre todo su duda en un momento como aquel.

-No, no lo sabia. Pense que mi hijo habia muerto. Y, aunque me arrepenti de aquella decision durante toda la eternidad, vivi durante siglos atormentandome, pensando que jamás podria volver a recuperarlo. - reconoci, esta vez en un idioma en el que quizas el hombre se sintiera mas comodo. - De haberlo sabido... de haber saber que existia... que existías... Habria ido a buscaros, sin dudarlo, hace siglos, cuando todo esto empezo. Jamás os habria abandonado. A ninguno de vosotros. - reconoci, mirando a aquel hombre, dando un par de pasos hacia el, cuando lo vi derramar aquella lagrima.

-Lo siento tanto, mi pequeño... Cometi un error y he vivido pagando por el todos estos años, condenada al vacio de la no-existencia. He intentado redimirlo, intente dar marcha atras... Pero ya fue tarde, muy tarde para mi... - le confese, llevandome una mano a mi pecho, cerrandola ligeramente sobre la tela de mi escote, en un gesto compungido.- Komm mal, mein Süss. Komm mal mit mir... - le volvi a susurrar en aleman entonces, en medio de un tembloroso susurro, como si, a pesar de todo, a pesar de lo que era y de lo que habia representado hasta entonces, tenerlo alli ahora, frente a mi, me hubiera desarmado por completo. Y abri mis brazos entonces, en un gesto maternal, esperando a que aquel Cazador, su pequeño, acabara por fundirse con ella en aquel esperado abrazo.

La fuerza de la sangre que ambos compartían era tan grande que estaba obrando lo que ni vampira ni humano hubieran creido posible jamás. Ella veía en aquel hombre al pequeño que abandonó, él a la madre que nunca tuvo la oportunidad de conocer, Tennant sentía realmente anhelo por fundirse en el abrazo que el destino le negó.

Incapaz de seguir resistiéndose, el capitán abrazó a Catalina, tenía todos los músculos en tensión, con el corazón latiéndole con fuerza y todo la tormenta de sentimientos encontrados resonando con fuerza en su atormentada cabeza, con timidez la rodeó con sus brazos, unos brazos fuertes que habían sido curtidos en mil batallas. Aspiró su aroma y fue entonces cuando la aferró con fuerza mientras un caudal de lágrimas bañaba su rostro y era presa de espasmódicas convulsiones, fruto del llanto que durante tanto tiempo había reprimido. Los corazones de ambos parecieron sonar al unísono msotrándose tal cual eran el uno con el otro, el de una madre que busca el perdón de su hijo y el de un hijo que busca consuelo.

Poco a poco el desconsuelo del humano fue sosegándose... como si fuese encontrando la paz, como si todo empezase a serenarse, como si realmente todo fuera a ir mejor a partir de aquel momento.
 

Ahora aquellas palabras sobre que el club era seguro, que allí no había vampiros, y todas aquellas falacias propias de un plebeyo de baja cuna con creencia de que era más de lo que decía se le antojaban de lo más... interesantes. A pesar de eso, tenían suerte de contar con Richelau allí, porque de ser por ellos, ya estarían todos muertos.

- Entonces necesitaré una camisa nueva. - Solicitó sin demasiados problemas. No, el problema no eran las heridas. Su sangre, la sangre de Dracula le ayudaría a curar aquellas heridas mucho más rápido que cualquier otro ser humano... pero una camisa de pura seda china y tintada con los mejores tintes de la india... eso si era una verdadera pérdida.

- Asediado. - Contestó a su palabra, dibujando una diminuta sonrisa. Inepto. Pensó. - Y supongo que el encargado de organizar una defensa efectiva es... - Lo dejó en el aire, mientras recogía su maletín y envainaba su espada.

Lord Blackwood enarcó una ceja ante la actitud de Sir Alex, realmente no había pronunciado palabras hirientes pero Sean estaba visiblemente molesto con el duque.

- El encargado no sólo soy yo... sino la misma Orden. Y mi deber para con ella está por encima de mi propio orgullo- le dijo mirándolo con intensidad- "Pero bajo mi punto de vista la sangre es siempre más valiosa que la mejor seda china tintada en la India..." resonó claramente la voz del Lord en la mente del duque sin que este hubiera abierto la boca- ¿no cree Sir Richelau?- le dijo en voz alta. El caballero había leido perfectamente la mente del duque y no sólo eso, sino que era capaz de comunicarse mentalmente.

En aquel momento Lord Blackwood permaneció rígido, mirando al infinito. Algo debía de estar percibiendo...

Mientras Van Helsing aguardaba duditativo sobre cuando salir, siendo consciente de que Drácula parecía haberse percatado de algo, observó como Vincent parecía haberse percatado de algo, el vampiro se quedó mirando la puerta de la habitación... estaba en tensión por lo que fuera que estuviese percibiendo. Ignorando todo lo que había a su alrededor.

Mientras Drácula hacía un barrido por la habitación tratando de identificar aquel latido, observó como Vincent se quedó rígido parecía haberse percatado de algo, el vampiro se quedó mirando la puerta de la habitación... estaba en tensión por lo que fuera que estuviese percibiendo. Ignorando todo lo que había a su alrededor.

Al parecer algo decía a Drácula que no todo parecía ser como era. Va Helsing estaba dispuesto a salir de su escondite tan pronto como el conde se acercase al armario, sin embargo de repente Vincent notó algo que también le hizo ponerse en tensión. Desde dónde estaba Van Helsing no podía saber que pasaba, sin embargo algo le decía que debía esperar un poco más. Al menos hasta saber que era lo que Vincent había notado.

Claro, era propio de un inútil lavarse las manos, afirmar que ahora la responsabilidad de la seguridad y el buen hacer del lugar ya no dependía de él, si no de la Orden. Menudo un incompetente escurrebultos. No pudo evitar dibujar una diminuta sonrisa, negando con la cabeza. Aquel era el ejemplo práctico y vivo de que la incompetencia tenía piernas, y sabía caminar.

No contento con eso, le dedicó una mirada... ¿de molestia? ¿Hacia él? Bueno, era normal envidiar a aquellos que hacian las cosas que tu no podías, era normal desear ser como tus heroes. Incluso era normal que sintiera envidia por ver como los demás hacían mientras él solo se dedicaba a llegar tarde a los sitios para disculparse. Solo encontraba una palabra para definir a aquel hombre.

Inútil.

- Lamento su poco amor propio, Blackwood. Mi deber esta por y para la Reina incluso por encima de la Orden. Sobretodo desde que esta ha decidido prescindir de mi, negandome información. - ¿Que le leía la mente? Mejor, así podría saber exactamente el asco que le daba aquel tipo, que tan mierda se creía, y aun estaba detrás de los demás suplicando y lloriqueando por ayuda.

- Siga cazando moscas. - Acabó por decirle, dándole la espalda y marchandose de allí. Total, él tenía mejores cosas que hacer que dedicarse a mirar la pared.

Blackwood que se había mantenido abstraido durante unos segundos volvió a la realidad cuando vio como el duque le estaba dando la espalda. Definitivamente no conseguía entender a aquel hombre que se suponía era uno de los miembros más venerables del club, bajo el punto de vista de Lord Sean no era más que un arrogante con trazas de caballero que le gustaba usar su posición para insultar y mofarse de toda persona que se le pusiera por delante sin importar quien fuera.

 Richelau se había vuelto a equivocar con él... sólo que en esta ocasión iba a pagarlo, el Lord inglés no estaba dispuesto a dejar pasar por alto aquellos insultos sobre su persona y menos con un hombre que por sus venas llevaba la sangre de uno de los seres más despreciados por la Orden. Era un cazador valioso... eso no se podía negar... pero él también estaba sujeto a reglas y sino estaba dispuesto a asumirlas por aquel enorme ego que le hacía creerse el ser más poderoso de la nación, tendría su castigo.

- Me temo que usted no va a ir a ninguna parte- le dijo tranquilamente Blackwood- no sólo ha despreciado mi ayuda, sino que además en vez de permitirme explicarle la situación ha preferido insultarme a mí y a la Orden... Es una lástima, ha perdido usted la oportunidad de conocer a su famoso antepasado.

El duque muy a su pesar tuvo que detenerse, algo no iba bien... se tocó el pecho, no paraba de sangrar y lo que era peor, aquella pérdida de sangre no debía de hacerle sentir tan débil... algo en su flujo sanguíneo no iba bien.

- Las garras de Boris estaban envenenadas, si me hubiera permitido asistirlo cuando entré no habría llegado a más... pero prefirió pedirme una camisa de seda... le recuerdo que usted es humano y que el poder de la sangre de Drácula tiene sus límites.

Las rodillas de Sir Alexander se doblaron, estaba cada vez más mareado. Pero seguía consciente resistiéndose a caer, denuevo era su orgullo lo que lo mantenía en pie.

- Hay que reconocerlo... tiene usted agallas, pero aquí es donde termina su papel en esta historia- se puso a su lado y lo miró a los ojos al tiempo que sacaba una jeringuilla y se la inyectaba en el cuello- cuando despierte tendrá nauseas... pero vivirá, no se preocupe por el conde... ya nos habremos encargado de él.

El duque quiso rechistar, resistirse... volver a hacer uso de su flema británico y darle a aquel Lord su merecido pero todo se volvió negro.

En la mente de Richelau una imagen comenzó a forjarse, la del rail de tren y la silla de madera en la que estaba sentado, el sueño que tuvo hacía unos días. Se vio a sí mismo esperando a que el tren se acercarse, lo escuchó, lo vio venir de cerca y cuando ya estaba a apenas unos metros la dirección del rail cambió hacia otro lado haciendo que la máquina se alejara con la misma celeridad con la que llegó... aquel tren, no era para él.

Catalina dejó que el humano la abrazara, los humanos eran idiotas... era cierto que la sangre de Tennant era la suya y que la descolocó por completo, pero eran muchos los años que llevaba existiendo como vampira y muchas las vidas que había sesgado... adoraba el poder, la eternidad y se complacía del sufrimiento de los demás. Aquel humano era poderoso y podría servirle... podría utilizar su pdoer en su propio beneficio o incluso probar su nectar para hacerse más fuerte. Sonrió dejando que sus colmillos se alargasen... bebería de él hasta saciarse.

 Sin embargo un punzante dolor en el pecho hizo que se frenara en seco, los ojos se quedaron abiertos de la sorpresa, se separó de él, sobreviniéndole una bocanada de sangre...

- ¿Creías que me habías engañado?- le dijo James- te conozco lo suficiente para saber todas tus tretas...- se permitió una sonrisa triste- recuerdo que llevo tu sangre... has pretendido engañarme... pero yo me he adelantado.

El puñal de plata que Tennant le había clavado en el corazón le había provocado una herida mortal, posó sus manos en el mango tratando de quitárselo pero las fuerzas le fallaron, se moría... ella... se moría. NO... NO PODÍA SER, cayó de rodillas sin dejar de manar sangre, su mirada se clavó en sus descendinte quien la observaba con calma, cuando sus rodillas no pudieron sostenerla más terminó por caer de bruces al suelo, incapaz de moverse la vampira sintió como Tennat le daba la vuelta y la sostenía entre sus brazos, le apartó los mechones de pelo del rostro y la sostuvo soportando su peso y el reproche de la mirada de Catalina, estaría con ella hasta el final.

- Tienes mi perdón madre, ve en paz- le dijo mientras notaba como su cuerpo dejaba de pertencerle, como la carne se volvía macilenta hasta convertirse en apenas unos segundos en cenizas... sesgando así su larga existencia en apenas un suspiro.

Rosas... rosas rojas, aquellas flores eran sin duda las más hermosas de toda la creación, el color, su textura... todo en ellas era perfecto, incluso sus espinas...

 La vida de Catalina había estado rodeada de aquel color y de su aroma... sangre y rosas... rosas y sangre. No le había importado renunciar a lo más sagrado con tal de preservar su belleza... aquel niño tan perfecto cuya sonrisa pura y cristalina había conseguido durante un tiempo, purificar su alma... la humanidad la perdió cuando lo perdió a él, pero justo en el momento de su expiración... su hijo a través del mar de los siglos, la había perdonado a pesar de todo lo que ella había hecho, una solitaria lágrima surcó el agrietado rostro de Catalina. Sus ojos se quedaron prendados de aquel rostro que la miraba con pesar " No llores..." pensó " no merezco tus lágrimas..." 

Las cenizas consumieron por completo el cuerpo de la baronesa haciendo que James permaneciese unos segundos mirándose las manos incapaz de reprimir el llanto.

Vincent estaba tan alterado como lo estaba yo. Ambos éramos capaces de detectar el latido del humano y sabíamos que no debería estar allí.

Parece que el plan de Catalina para acabar contigo continua en marcha y no se detiene.- Susurré a mi compañero mientras centraba mi atención en la ventana para comprobar si algún otro humano entrometido andaba por allí.
 

Drácula miró centró su atención en la ventana...

- Ya conoces a Catalina...- susurró Vincent tras unos segundos en los que parecía estar en otro lado- nunca cejará en su empeño, es retorcida y mentirosa... me espero cualquier cosa de ella...

El conde se aproximó un poco... parecía que no había nada significativo procedente del exterior.