Partida Rol por web

La Vida Oculta de Vicente Puig

Capítulo 1: La Señora Puig

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29/09/2018, 23:25
Narrador

 

Los Angeles - Despacho de Tyler Pierce (Detective Privado)

El día había amanecido lluvioso, grisáceo y casi exento de toda luz solar, algo poco habitual en la ciudad de Los Ángeles, aunque mucho más de lo que la mayoría de las personas creía acerca de la ciudad de la fábrica de sueños. Precisamente un sueño es lo que había venido persiguiendo un joven detective y el motivo por el que se había asentado en la metrópolis de la costa oeste. Tardó algo en darse cuenta de que aquella ciudad estaba construida sobre los sueños rasgados de miles de personas que, como él, habían creído poder escapar de su pasado y encontrar allí un futuro mejor. Y, como todos ellos, acabo engullido por aquel sumidero de los más bajos sentimientos humanos, oculto tras un telón de lujo y glamour, una puta disfrazada de oportunidad.

Había pasado la noche en su despacho, con la única compañía de una botella de whisky que había conseguido esconder de su asistente. La bebida era fuerte, dura, de esas que te acaba tumbando si dejas que te domine y no al revés. Y Tyler se había dejado llevar. ¡Oh, si! Se había dejado acariciar por esa amante ardiente y húmeda encerrada en un cuerpo de cristal, se había dejado acunar por el alcohol hasta que sus sentidos empezaron a turbarse y su consciencia lo había abandonado, dándole por perdido.

Las gotas de lluvia no habían parado de golpear contra los cristales de su oficina, cosa que no le molestó en absoluto hasta que el ruido de la sirena de un coche patrulla, cruzando la calle a toda velocidad, le despertó de su sueño ebrio. A partir de entonces no pudo volver a pegar ojo, sintiendo el sonoro y continuo repiqueteo de la lluvia contra la ventana como brutales mazazos en su embotada cabeza.

Poco a poco, como con desgana por saber que tardaría en volver a visitar la ciudad, la lluvia fue apaciguándose y perdiendo intensidad, hasta que el sol por fin la apartó a un lado de manera poco amable y baño con su luminosidad la estancia. Tumbado en el sofá, vistiendo aún la ahora arrugada ropa del día anterior, Tyler abrió un ojo para comprobar la hora que era y un rayo de luz logró abrirse paso hasta su pupila, obligándole a volver a cerrar los ojos, a torcer la boca en un claro gesto de disgusto y a lanzar un parco quejido. Hundió la cabeza en un cojín, buscando refugio temporal, y esperó unos minutos antes de animarse a mirar de nuevo. Comprobó en el reloj de pared que eran ya pasadas las cuatro de la tarde, las cuatro y media para ser más exactos. Eso significaba que su asistenta, Joyce, no tardaría en llegar. Pasarían la tarde hablando y esperando a un cliente que les trajera un caso que investigar, y se despedirían como cada noche para irse cada uno a sus respectivas casas, prometiéndose el uno al otro que al día siguiente su suerte cambiaría.

Como si hubiera estado esperando a que los pensamientos de Tyler la convocaran, una figura conocida se perfiló tras el cristal tintado de la puerta de entrada al despacho de la oficina del detective.

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06/10/2018, 00:04
Tyler Pierce

¡¿Cuántas penurias tiene que pasar este viejo lobo antes de que se muera?!

No puedo evitar autocompadecerme... 

-GRRRRR -aprieto el cojín del sofá ante mi semblante con fuerza y rabia, la luz se filtra por las rendijas que no puedo ocultar pese a mis esfuerzos, indiferentes a mi dolor de cabeza, y mi necesidad de desconectar del todo. Quizás algún día... pero no hoy.

Algún día, pero no hoy.

La historia de mi vida.

Siempre esperando el caso perfecto, la jubilación perfecta, el amor que nunca llegó, la muerte y el reposo... pero nunca llega, no hoy.

Lo único que llega es ésta luz solar, la resaca y una botella tras otra. Como viudas negras de mi existencia, son las únicas amantes que nunca me fallan a la cita y día a día me matan un poquito más... un poquito más muerto, pero no hoy.

La hora, la ropa... el olor a bebida... no me va a dar tiempo a ocultarlo, aunque mastique mucho chicle mentolado... y si lo pienso bien, tampoco sé porqué a veces aún me esfuerzo a fingir que me importa. Supongo que una parte del lobo de antaño, cuando no me empezaban a salir las canas, habría protestado de que una dama le viera en ese estado.

Pero ese lobo murió junto a su inocencia al primer año de dejarme caer en este agujero.

Debo desayunar, o no tendré fuerzas para afrontar el día, así que pego un lingotazo de la botella de anoche, que se derramó brevemente por el suelo, junto al sofá cuando me dejé caer. 

Creo que va a ser un "amanecer" de los duros... Se que Joyce piensa que me hace un favor quitándome este veneno, pero irónicamente es lo único que me permite aguantar un día más antes de tirarme por la ventana, cuando le da por conducir, ante el puente más próximo.

Tiendo una de mis trampas habituales... una botella mal ocultada a la vista, para que se centre en esa, en el bolsillo de mi chaqueta asomando... mientras que la de verdad, la pequeña en la cantimplora, la oculto en mi espalda, sostenida por el cinturón de mis pantalones y bajo la camisa... 

Así cuando sienta que me ha confiscado la botella, ambos nos sentiremos satisfechos con nosotros mismos...

Busco una fregona o algo para el estropicio... pero veo la silueta de Joyce y no me va a dar tiempo... así que paso el pie por el charco que hay junto al sofá esperando dispersarlo rápido para que no sea demasiado evidente. Con suerte ni se fijará...

 

Notas de juego

Pues nada... empezamos bien XD

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06/10/2018, 18:55
Joyce "Joy" Reed

Tardo el doble de lo habitual en llegar al trabajo y es por que esta ciudad está llena de viandantes*

"Si no saben conducir habitualmente ¿para qué demonios cogen el coche un día que llueve? ¡Malditos peatones al volante!"

Me irrita no poder ir conduciendo a una velocidad normal y eso, en esta ciudad es difícil los días de lluvia. Así que no me siendo muy "Joy" cuando llego a la oficina. Y la situación sólo empeora cuando abro la puerta. Por que no está cerrada con llave.

"Ayer no se fue a casa" pienso molesta "Y eso sólo suele significar una cosa"

Hago más ruido del normal al abrir la puerta y cierro con un portazo. Y luego grito, con energía "¡¡Ya estoy aquí!!" como si el despacho fuera la puta Casa Blanca y no un local pequeño. "A ver si le revienta la cabeza por la resaca" pienso resentida

¿Cuántas veces he intentado que no haga esto? ¿Eh? Ya no llevo ni la cuenta.

Y, cuando por fin le veo, ni siquiera puedo intentar fingir que no me entero, por que lo lleva escrito en la cara

-Algún día, cuando te trinquen por algo, vas a ser un sospechoso lamentable- le digo mientras me acerco hasta donde está -Por favor, no te juegues nuestro dinero al poker por que no sabes poner cara indiferente. Estás...-

Paro de hablar cuando estoy a su altura. Arrugo el hocico. El olor es demasiado intenso

-¿Te lo has bebido o te lo has tirado por encima?- niego con la cabeza -Olvídalo. Ya da igual. En cualquier momento puede entrar alguien por esa puerta y me encantaría que nos contrataran para poder seguir comiendo caliente. Así que haznos un favor a los dos, vete y aséate un poco. Voy a abrir las ventanas y a recoger algo, a ver si consigo airear este sitio-

Notas de juego

*Y el tono con el que Joyce pronuncia la palabra es casi despreciativo

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06/10/2018, 22:55
Tyler Pierce

Y así empieza el día, uno más, uno menos en el calendario.

El portazo y el vozarrón de Joyce me repiquetean entre oreja y oreja durante un rato. 

-Soy plenamente consciente de que ya llegaste, ¿hace falta gritar tanto?

Rápidamente me arrepiento de decirle eso, porqué sabrá que me ha molestado y la animará a seguir por ahí. Me suelta lo de siempre, y mi cabeza asiente a sus palabras pero ambos sabemos que estoy respondiendo de forma automática a unos estímulos hartos conocidos y que volveré a las andadas.

Vuelvo a mirar hacia el reloj, llega tarde, y sabiendo que conduce como una loca, sólo puedo pensar que me ha dado tiempo para que me adecente y disimule un poco... aunque en vano. 

¿Te lo has bebido o te lo has tirado por encima?-

-Ambas, no terminaba de decidirme. -suelto con voz cansada, mientras pesco mis zapatos y trato de colocarlos, con movimientos ralentizados. 

Olvídalo. Ya da igual. En cualquier momento puede entrar alguien por esa puerta y me encantaría que nos contrataran para poder seguir comiendo caliente. Así que haznos un favor a los dos, vete y aséate un poco. Voy a abrir las ventanas y a recoger algo, a ver si consigo airear este sitio

 -Está bien... está bien... -me huelo a mi mismo bajo el sobaco, yo no noto nada. Menuda exagerada- iré de paso a ver que nos trae el periódico, vuelvo en un rato.

Tras coger el abrigo, me lo enfundo y la miro unos instantes:

-¿Te traigo algo?- por si necesita algo más, luego salgo, aterrado ante la idea del ruido de la calle en mi pobre cabeza y esos cacharros cargados por el demonio que mi ayudante tanto adora.

Notas de juego

Por necesidad de guión, ya que tiene razón... XD Iré a asearme a casa mientras ella limpia, por si queréis luego de que ella ponga su turno hacer un salto de tiempo ^^ Voy andando, así que hay tiempo para adecentar el sitio (o puede que viva cerca de la oficina, que tendría su lógica).

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08/10/2018, 21:23
Joyce "Joy" Reed

-El día menos pensado me largo, que lo sepas. No tengo por qué quedarme a contemplar tu autodestrucción- digo entre dientes. Pero cuando me pregunta si me trae algo, justo cuando se marcha, sí lo digo en voz alta -¡Un jefe sobrio!-

En el fondo no me gustan las amenazas vacías y sé que no debería decir cosas sobre largarme cuando estoy molesta. Cuando las ha oído creo que no se las ha tomado en serio.

Lo cierto es que ya no me las tomo en serio ni yo "¿Cuál es exactamente tu plan, Joy? ¿Cuándo dices que vas a irte y a hacer qué?"

Resoplo y me pongo a recoger. Limpiar me despeja la mente, me mantiene ocupada y evita que piense sobre lo que no tiene remedio.

-Por favor, por favor, que venga pronto alguien a encargarnos un caso- susurro deseando que acabe esta racha donde la falta de actividad saca lo peor de nosotros.

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10/10/2018, 20:49
Narrador

Lo último que necesitaba Tyler en esos momentos eran la moralina y las quejas de la mapache. La cabeza ya le retumba bastante por si sola sin ayuda de los gritos de Joyce, quien parecía querer hacerle pagar por sus excesos de la noche anterior torturándole con su verborrea.

Y sin embargo el lobo no podía dejar de sentir cierto agradecimiento y, por que no decirlo, cariño hacia su asistente. Joy era, como su nombre decía, alegre, vivaracha y llena de energía positiva. Un soplo de aire fresco capaz de expulsar con su sola presencia el hastío y el mal humor. A veces el detective se trataba de negárselo a si mismo, pero en su interior sabía que haber conocido a la mapache había sido una de las más gratas experiencias que había podido ofrecerle aquella ciudad, y que, de no ser por ella, posiblemente él ahora no sería más que una ruina recorriendo callejones malolientes, buscando un sitio tranquilo donde caerse muerto.

Joy le había dado un nuevo impulso y motivos para continuar.

La hizo caso y, lanzando otro gruñido mientras posaba las manos sobre las sienes para contener algo el dolor de la terrible resaca, arrastró sus pasos hacia el exterior, dejando la puerta abierta para evitar el más mínimo portazo.

Joyce, los brazos en jarras y mirando con los labios apretados y la cara ladeada, observaba como su jefe salía del despacho tambaleándose. Por un instante pareció meditar sobre la posibilidad de volver a darle un grito de despedida, más bien con el animo de torturarle una vez más, pero sabía que en realidad estaba enfadada consigo misma por no haber sabido encontrar esa botella que había pasado la noche con Tyler, convirtiéndole en un muñeco de trapo sin dignidad, ni aprecio.

Cuando ya no hubo rastro de su jefe, sacudió la cabeza y se dio la vuelta, preparándose para comenzar con las tareas de limpieza. De llegar ese cliente tan deseado justo en ese momento, con seguridad que se daría media vuelta y se alejaría todo lo rápido posible sin poner siquiera un pie en el despacho. Y eso era algo que Joyce no le perdonaría jamás.

Las cosas no les iban demasiado boyantes, y necesitaban un cliente como agua de mayo. Perder una ocasión tan valiosa únicamente por haberse dejado llevar una vez más por sus bajos instintos y su debilidad por el alcohol, seria la gota que colma el vaso. Joyce no podría aguantar más.

Centrada en este tipo de pensamientos, la mapache casi no se dio cuenta de que había terminado de recoger todo. La oficina brillaba y, con la ventana abierta, el intenso olor del alcohol que se había acomodado en el sofá y en la alfombra, se había ido buscando nuevos aires. Cuando se acercó para cerrar aquella, vio desde el cuarto piso en el que se encontraba la agencia de detectives la figura de Tyler. Aún se llevaba de vez en cuando la mano a la sien y sus movimientos no eran tan ágiles como acostumbraban cuando estaba sobrio, pero se le veía acicalado y con mucho mejor aspecto. Joyce sonrió.

Pocos minutos después el detective volvía a entrar por la puerta y, sin estar muy seguro de que humor estaría su asistente, decidió saludarla con un simple “hola” antes de sentarse en la silla tras su escritorio.

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11/10/2018, 19:32
Joyce "Joy" Reed

El sitio es un desastre. Aunque no hay cosas tiradas ni suciedad, huele intensamente a alcohol y no acabo de entender por qué. Hasta que descubro el charco en la alfombra.

-¡Joder!- exclamo frustada. "¿Pero qué demonios le pasa a ese lobo? ¿Porqué se hace esto?"

Sé que no debería sentirme culpable. Es él quien decide envenenarse hasta morir.

Pero me siento mal de todas maneras "¿Porqué?" Eso es lo que pienso cada vez que le veo así. Tengo la sensación de que es algo que tiene dentro, que lo hace para no pensar pero ¿en qué no quiere pensar?

"¿En la falta de clientes? ¿Será eso lo que le preocupa?"

No sé si alguna vez llegaré a tener la confianza como para preguntarle directamente, pero hoy no va a ser.

Termino de limpiar frotando el suelo con un paño húmedo y agua con jabón. No era este el tipo de trabajo que buscaba cuando me apunté, pero supongo que las cosas no siempre vienen como las queremos.

Me acerco a cerrar la ventana y veo al jefe que ya vuelve. No puedo evitar sentir algo de pena y me hago la promesa de no seguir gritando hoy más.

-Hola- respondí cuando entró -¿Quieres que baje a buscarte algo de comer? Igual te asienta el estómago- propongo conciliadora

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12/10/2018, 00:29
Tyler Pierce

Durante mi paseo tambaleante hasta casa, para acicalarme un poco con dignidad, mi cabeza no ha parado de darle vueltas a todo.

Bueno, para ser sinceros a todos no; sólo a las cosas malas. A esas dagas de la recriminación lanzadas contra mi pecho una tras otra: Idiota. Inútil. Infeliz. Desgraciado.

Todas verdad, pero ya me dan igual. Esas me dan igual, pero debería pensar en Joy... tiene razón, al final tendremos problemas serios, y ella decidió confiar en mí.

Me meto bajo la ducha, mientras cae el agua por todo mi pelaje... todo por la maldita botella.

Miro hacia la botella, que logré escamotear de su control, y me asalta otro pensamiento: La botella no es culpable, todo es culpa mía. A veces me pregunto porqué me esfuerzo...

El brazo que la sostiene se echa atrás automáticamente a punto de estrellarla contra la pared de mi baño... pero me freno, la abro y doy un último trago. Tengo razón, la botella no es la culpable. Pero no más... hoy no, no quiero sentir el temblor de su voz, preocupada pero sobretodo que siente lástima por mí.

No quiero caer tan bajo. Así que cuando termino la ducha, como si Dios me hubiera ungido para ser una persona nueva... el diablo me obliga a guardar la botella de nuevo, oculta tras mi cintura, y tras vestirme me dirijo a la oficina.

La gente sigue su vida, casi ni me miran, y cuando lo hacen las miradas no suelen gustarme. Soy insignificante para todos, si algún no volviera nadie notaría la diferencia, y no sé si eso me justifica pero me hace sentir, de una forma extraña, bien.

Subo las escaleras, hasta el quinto piso de mi oficina, paso a paso, como una losa, pero ya más despejado (si bien no del todo), y pienso en Joy a punto de proseguir la bronca de antes, así que cojo aire antes de entrar para mantener al Lobo bajo control, y al desgraciado aún más bajo control, mientras murmuro un "hola" tratando de llegar a mi despacho.

-Hola- respondí cuando entró -¿Quieres que baje a buscarte algo de comer? Igual te asienta el estómago- propongo conciliadora

No hay bronca, sólo un sonido conciliador brota de sus labios, pero soy un maldito detectivo y se ver más allá de la vista. Siento la resignación, la preocupación, la decepción.

Me he acostumbrado toda mi vida a ser despreciado, hasta lo llevo bien siempre que haya alcohol, pero a la decepción... necesitaré más bebida para acostumbrarme a esa sensación.

-Te lo agradecería. -Ni unas malditas "gracias", ni un lo siento, ni nada de nada. Soy un gilipollas. ¿Porqué no me sale?-No tardes.

Ahí, encima lo remato. ¿Porqué soy un borde? Creo que es el efecto de la resaca, pero... maldita sea mi lengua.

Cuando está a punto de irse, trato de arreglarlo.

-¡Joy! -se gira, me mira. Me bloqueo, tardo unos segundos en reaccionar- Te has pasado con el jabón.

Magnifico... mejor me callo, bajo la mirada y me pongo a ordenar los ficheros, para mantener la mente ordenada, a ver si para cuando vuelva, me vienen mejores ideas.

Notas de juego

XD... perdón.

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14/10/2018, 22:08
Joyce "Joy" Reed

Le miro intentando parecer imperturbable, recordando los días en que vestía de azul y me tocaba escuchar provocaciones todo el tiempo.

"Sé que hay gente que solo quiere ver el mundo arder pero ¿por qué tú?"

-Te lo agradecería. No tardes.-

-De nada.- Me respondo a mi misma. No caí en el pasado con la gente que le puso más ganas, así que no caeré ahora. Pero respondo por que quiero que lo sepa. Que no soy imbecil, que sé que me provoca pero que lo tolero por que quiero.

Voy camino de la puerta cuando termina de "arreglarlo"

-¡Joy! Te has pasado con el jabón.-

-Bueno, es que la peste a alcohol barato era grande, no he tenido más remedio. Por suerte no has vomitado ni te has meado encima, cuando llegues a ese punto usaré amoniaco y, creeme, ese olor sí te va a molestar-

No le digo "si llegaras a ese punto", no. Le digo "cuando llegues", dando por hecho que ocurrirá. 

"Yo también sé ser miserable, jefe. No me obligues a serlo" pienso mientras doy un portazo sonoro con la puerta.

Cuando salgo a la calle respiro hondo. No quiero comportarme como una cría con un berrinche. No debería seguirle el juego.

Me acerco al bar a por un bocadillo y, de camino, compro un periódico para revisar las ofertas de empleo.

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14/10/2018, 23:29
Tyler Pierce

El portazo que da al salir ya no me duele tanto a un nivel físico, la ducha me ha venido bien.

Sin embargo, a un nivel emocional, mi cuerpo retumba.

He sido un mierdas, y ni tan siquiera lo he querido controlar. No lo suficiente. Tampoco he podido evitar, que al salir ella, haya agarrado la lámpara del escritorio y la haya arrojado al suelo preso de la rabia.

Ni que aporree la mesa, cómo si fuera la culpable de mis desdichas, hasta que mi brazo se agota... apoyo la sien en la dura madera, mientras entro en una sesión de autohumillación.

No se cuanto tiempo pasa, pero incluso la compasión hacia uno mismo puede ser muy agotadora, sobretodo cuando no tienes motivos para sentir lástima. Así que me levanto, recojo la lámpara y la vuelvo a colocar en su sitio. Por suerte no se ha roto.

Joy, lo siento. Es tan fácil decir lo siento cuando no está delante y nadie lo escucha...

¿Por qué me bloqueo cuando hay alguien presente? Parece que sea tozudo. Pero no es eso... no sé, no soy un puto psiquiatra.

Lo que si sé, es que ella no se merece esto... Me he pasado, y si no soy capaz de decirle un triste "lo siento" con palabras, tendré que hacerlo con actos.

Me acerco a su mesilla. Le cojo la carpeta con la orden del día, aunque hace tiempo que está vacía, y escribo una carta.

Mi letra es brusca, aunque legible si te esfuerzas, parece rabiar, de alguien con una mente desestructurada, roto... pero letra al fin y al cabo.

Eh tú

Como vuelvas a dar un porta

Hola

Joy, siento lo del jabón, he sido un imbécil desconsiderado imbécil. Aunque eres muy bruta No creo que merezcas ese trato, la próxima vez , no hace falta que lo limpies trataré de evitarlo.

Para compensarte, tómate mañana el día  la tarde libre, te lo pagaré igualmente.

Tu jefe amigo colega Tyler.

Hay algunos tachones, pero no quiero malgastar más papel.

... dudo, pero también dejo mi botella que logré colar, en su cajón, en señal de paz.

Aunque más vale que no tarde en llegar, no creo que mi voluntad sea tan grande para no recuperarla.

Me vuelvo a ordenar ficheros, mientras hago tiempo, tratando de no pensar en cómo la he cabreado, me siento miserable y culpable. 

Notas de juego

Las partes tachadas són legibles, aunque se nota más esfuerzo a tachar en las partes de "lo siento" XD

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16/10/2018, 22:56
Narrador

Joy bajó a la calle en busca del pedido que le había hecho su jefe. No estaba muy claro si Tyler la había hecho el encargo por necesidad sincera o más bien para recordarla quien era el que daba las ordenes allí. Posiblemente habrían sido ambos motivos. El caso es que su asistente le hizo caso sin rechistar.

Tampoco estaba muy claro si la reacción del detective había herido el orgullo de la mapache o si había agotado su paciencia y logrado reafirmarla en su convicción de abandonar al lobo a su suerte, en su suicidio personal y a plazos. Posiblemente habría experimentado ambas sensaciones. Pero Joy le hizo caso sin rechistar.

El día había amanecido nublado y el lobo había decidido dejar pasar los nubarrones al interior de la oficina y que la tormenta se instalara entre ellos dos, aún después de que el sol empezara a calentar el asfalto.

Cuando regresó de su excursión, con un bocadillo en una mano y un periódico en la otra, Joyce no le tiró el sándwich con desgana a su jefe por orgullo. No quería mostrarle el efecto que habían tenido sus palabras en ella.

Y el silencio, incomodo y molesto, hizo su aparición en el despacho de Tyler.

Ambos investigadores se prepararon para pasar una tarde más sin recibir visitas, una tarde más sin acoger un cliente que con un caso bajo el brazo que les serviría como bombona de oxígeno. Una tarde más que podría ser la última para los dos.

Pero estaban equivocados.

Una oscura silueta se recortó tras el cristal translúcido de la puerta al despacho del detective. Dudó un segundo antes de hacerse notar, como quien tiene miedo de iniciar algo que teme se le pueda escapar de las manos. Entonces, con un movimiento de los hombros que daba a entender que tomaba aire para darse ánimos, levantó el brazo derecho y, formando un puño con la mano, golpeó el cristal hasta tres veces antes de atreverse a abrir la puerta.

El tronco de un cuerpo menudo asomó por el hueco que había dejado la puerta semiabierta. Unos ojitos negros miraron nerviosos a los dos investigadores, pasando de uno a otro, indicando que le asaltaban las dudas. Los ojos brillaban al reflejar las lágrimas que los cubrían los rayos de luz.

Se trataba de una cobaya con un fino pelaje de color ocre. Llevaba un pañuelo rojo cubriéndole la cabeza y un vestido azul oscuro haciendo lo propio con el pequeño cuerpo.

– Disculpen la molestia. ¿El señor Pierce? ¿El detective?

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18/10/2018, 23:37
Tyler Pierce

La tarde prometía ser un drama, pero esta visita inesperada lo cambia todo. 

Un cambio siempre es agradable, sobretodo con esta tensión en el ambiente. Diría que Joy aún no ha leído la carta, aunque ahora me siento estúpido, va a pensar que estoy loco del todo si la lee.

Me fijo en la figura que asoma, tratando de olvidar todo eso por unos instantes.

Está nerviosa, y los lacrimales me indican que tiene motivos para ellos. ¿O quizás es porque sabe que soy un Lobo? Eso suele poner muy nervioso, lo admito. 

– Disculpen la molestia. ¿El señor Pierce? ¿El detective?

-Eso pone en el letrero, ¿no? -asevero con una voz retumbante, que logra hacerle contener la respiración- adelante, pase de una vez. 

Dejo que Joy atienda a la mujer, mientras me fijo en sus movimientos, tratando de detectar más patrones de conducta, nerviosismo, tics, adicciones, cualquier cosa... y también en su indumentaria, manchas que me digan su profesión, o si anduvo en peleas, la calidad de sus tejidos... esa clase de cosas que hace un buen detective, sin pensarlo demasiado, sólo porqué puede y debe hacerlo.

Sin embargo siento que mis ánimos empiezan a aumentar, será porque el trabajo es lo único que de verdad tengo...

- Tiradas (2)

Notas de juego

Dejo una tirada para ver esas pistas antes de arremeter contra la mujer :P

Creo que sería con Notar, como busco pistas, me añado el +2? (sino ignorarlo).

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20/10/2018, 16:04
Joyce "Joy" Reed

Cuando volví de bar me limité a dejar el bocadillo en la mesa. No quería hablar más con el jefe. Me senté en mi silla, cogí un boli y empecé a señalar anuncios de trabajo a los que podría intentar presentarme. Me prometí a mi misma no hacer nada relacionado con este trabajo y no hablar con el jefe en lo que quedaba de día.

Así que, aquí estoy, de espaldas a mi mesa y a la puerta cuando golpean el cristal.

Levanto la cabeza del periódico para fijarme en quien asoma. Una cobaya de pelaje marrón, con pañuelo rojo y vestido azul, que parece que duda en la puerta.

Quiero contestarle, decirle que sí somos los detectives, pero el jefe, con su título en diplomacia, se adelanta. Resoplo

-Hola. Yo soy Joy y él es el señor Pierce- le sonrío al decírselo, intentando generar algo de confianza -¿Quiere sentarse, por favor? ¿Podemos ayudarla?- le pregunto, invitándola a hablar mientras le muestro la silla.

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25/10/2018, 00:20
Narrador

Aún claramente indecisa, la cobaya se animó tras unos momentos de vacilación a entrar, animada por las palabras amables de Joy. Sujetaba en sus manos y a la altura del pecho un bolso del color del pañuelo que llevaba puesto en la cabeza y que parecía querer usar como fatua protección.

Se acercó con pasos inseguros mirando alternativamente a ambos hasta llegar a la silla que se encontraba frente a Tyler y, después de un instante, momento que necesito el lobo para comprender que estaba esperando su confirmación, tomó asiento frente al detective, tras asentir este levemente con la cabeza.

– Gracias. Son ustedes muy amables.

La voz la temblaba y, acompañado este detalle de su lenguaje corporal, no era difícil ver que la mujer no se encontraba para nada a gusto. Tyler estaba acostumbrado a este tipo de comportamiento. Por un lado sabía del miedo instintivo que despertaba en ciertos herbívoros y por otro había vivido ya antes el nerviosismo de algunos clientes al tener que desvelar sus trapos sucios ante un desconocido. Posiblemente se trataba de un caso de infidelidad y la cobaya se avergonzada de la situación por la que su marido la estaba haciendo pasar.

El detective observó detenidamente a la mujer. Debía de tener algo más de treinta años y, por la alianza que llevaba en el dedo anular, estaba evidentemente casada. Su teoría del marido adúltero empezaba a ganar peso. Llevaba un vestido de corte fino, pero no excesivamente caro, por lo que supuso que llevaba una vida sin dificultades económicas, pero sin poder permitirse demasiados lujos.

Lo que quizás llamó más la atención de Tyler, fue un exceso de maquillaje en la mejilla derecha, a la altura del ojo.

Sin levantar apenas la vista, la cobaya continuó.

– Mi nombre es Puig. Amanda Puig. –dijo con un perfecto acento angelino–. Y mi marido ha desaparecido.

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30/10/2018, 23:49
Tyler Pierce

Tras analizar la situación, finalmente la Cobaya se arma de valor y se presenta. Siento el terror que inspira mi mera presencia, y siento que debo refrenar mis deseos de ironizar a la mujer. Creo que bastante debe haber tenido para atreverse a venir.

Mi nombre es Puig. Amanda Puig. –dijo con un perfecto acento angelino–. Y mi marido ha desaparecido.

Me giro hacia el mueble, dónde hay vasos, saco un par... hasta que me fijo de nuevo en Joy, y ¿avergonzado? dejo uno de los vasos dónde estaba, y poniendo el otro frente a la señora. Siento que el cliente debe relajarse si quiero que me confíe todo cuanto necesite saber. A veces por miedo, a veces por vergüenza, u otras causas, no te lo terminan de contar todo, y eso siempre repercute de forma negativa.

Es un gaje del oficio. Además, también necesito que vea que no me la voy a comer. Cuando abro el cajón, para sacar la botella, recuerdo que ya no está ahí. Sintiéndome algo estúpido me dirijo al escritorio de Joy, con un leve gruñido (no tanto de enfado, sino de molestia por que ella me vea débil), abro su cajón, dónde dejé la nota y la botella, y recupero el brebaje para servir un vaso de buen licor a la señora:

-Beba.-más que una petición, de mis labios parece una orden- Le sentará bien.

Antes de que Joy me lance una de sus miradas de desaprobación, le dejo la botella al lado para que haga lo que quiera y me vuelvo a centrar en la señora Puig.

Tras darle un tiempo prudencial para que se tranquilice un poco, cabeceo hacia su rostro:

-¿Usted también se cae a menudo por las escaleras? -Es evidente que debo demostrarle que aunque no sea del agrado de ella, tengo mis capacidades afiladas y que un simple maquillaje no se me pasará por alto- Cuente todo desde el principio, no olvide...-me situo frente a ella, aspiro profundamente mientras el aire se arremolina en las fosas de mi hocico-... ningún detalle -suelto el vaho del aire frente a ella, poderoso y fuerte, haciendo que no olvide mi presencia con facilidad.

Notas de juego

Ya he vuelto, gente. Gracias a los dos por la espera ><

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31/10/2018, 17:44
Joyce "Joy" Reed

Después de mi invitación, la señora parece decidirse y entra. No puedo evitar fijarme en las ganas con las que agarra el bolso, como si llevase algo valioso dentro... o como si fuera lo único que la sujetase a la cordura y la realidad.

Me siento en otra silla cuando ella lo hace y la observo con atención. Me da algo de pena. Hasta aquí sólo llega la gente que ya no tiene más opciones y eso se nota en su nerviosismo.

"Lleva anillo. Mal asunto. Seguro que es algún lío matrimonial y esos nunca acaban bien" pienso para mí mientras espero a que arranque a hablar. Y cuando lo hace, confirma mi sospecha.

Tyler rebusca en los cajones y yo, en un momento de ingenuidad, supongo que quiere papel y boli para tomar nota. ¡Seré lela! Lo que saca es una botella

"¿Por qué hay una botella en mis cajones? ¿Ahora le ha dado por guardarlas ahí pensando que no miraré? Eso tengo que preguntárselo luego" pienso con sorpresa mientras él le sirve un vaso a la mujer. Yo le lanzo una mirada de advertencia. No sé si es que lo capta o qué pero lo cierto es que él no se sirve y la deja al alcance de mi mano. 

Desde donde estoy no le veo todo el rostro a la señora, sólo el lateral. Por eso, cuando el jefe hace el comentario, me sorprendo. Al principio por que no lo he visto, se me ha pasado del todo. Después por la falta de tacto que tiene

-No nos entienda mal, por favor.- intento mitigar el efecto intimidatorio que está preparando Tyler -Pero no podemos ayudarla si nos cuenta sólo retazos y usted ha venido aquí a por ayuda ¿no es así?-

- Tiradas (1)
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06/11/2018, 22:28
Amanda Puig

La señora Puig pestañeó un par de veces tras escuchar el comentario irónico pero inequívoco de Tyler, refiriéndose a lo que el detective había creído reconocer en su rostro. Pero no dijo nada. No fue hasta que Joy se dirigió de nuevo a la cobaya, tratando de calmarla con su tono paciente y comprensivo, pero dejando claro que querían saberlo todo, que se atrevió a hablar.

– Yo…–Silencio–. Bueno. Supongo que no tiene sentido ocultarlo. Que se hayan dado cuenta es una prueba de que no me he equivocado al haber venido a buscar ayuda en ustedes. –respondió por fin–. Pero será mejor que empiece por el principio.

Sin levantar la mirada de la mesa del despacho del detective, aún sin atreverse a mirar a este a los ojos, pareció querer ordenar sus ideas antes de comenzar con su historia. Mas, al volver a abrir la boca, fue para referirse a algo distinto.

– ¿Podría beber un poco de agua? –Por primera vez levantó la cabeza para dirigirse a Tyler y, sin querer ser demasiado penetrante o quizás por el miedo que inspiraba el lobo en ella, se giró en seguida para traspasar su petición a la mapache–. Por favor.

Una vez Joy hubo cambiado el contenido del vaso, ofreciendo a su cliente la bebida que había pedido, la señora Puig dio un trago, se aclaró de esta forma la garganta y cogió confianza para comenzar con su relato.

– Mi marido se llama Vicente Puig y es un emigrante español que llego aquí huyendo de la guerra en su país.

Aún nerviosa, sacó unas nueces de su bolso y comenzó a roer la cascara en cada una de las pausas que hacía.

– Es un hombre muy bueno con los números y no tardó en conseguir un puesto elevado en su empresa, una papelera de Los Angeles con sucursales en otros estados. Como director de ventas tiene que viajar a menudo a las oficinas de San Francisco, donde pasa unos días.

De nuevo un puñado de nueces encontró el camino que separaba su bolso de sus incisivos.

– Hace una semana tuvo que volver a irse de viaje y hablamos por teléfono, para saber que había llegado bien. Pero desde entonces no me ha vuelto a llamar.

Tragó de agua.

– Nunca antes se había ausentado tanto tiempo. Y mucho menos habría dejado pasar tantos días sin volver a llamarme. –Hasta ahora la cobaya había conseguido mantenerse firme con mejor o peor resultado, pero al llegar a este punto comenzó a sollozar–. Llame a su empresa para preguntar si sabían algo de él y me han dicho que hace ya un año que no trabaja para ellos… Y no entiendo que es lo que pasa.

Se llevó la mano a la mejilla, donde antes Tyler había descubierto la mancha por debajo del maquillaje, y volvió a mirar al detective.

– A Vicente se le escapa a veces la mano…, pero no es un mal marido y es un buen padre de sus hijos. Y ahora… sin él…

Amanda rompió a llorar.

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08/11/2018, 22:30
Tyler Pierce

– Yo…–Silencio–. Bueno. Supongo que no tiene sentido ocultarlo. Que se hayan dado cuenta es una prueba de que no me he equivocado al haber venido a buscar ayuda en ustedes. –respondió por fin–. Pero será mejor que empiece por el principio.

 Asiento lentamente, mientras siento el miedo que ejerzo en ella. Molesto en parte, me separo un poco de ella y me relajo echando mi própia silla un poco atrás, para darle espacio, y aumentar así su sensación de seguridad.

– ¿Podría beber un poco de agua? –Por primera vez levantó la cabeza para dirigirse a Tyler y, sin querer ser demasiado penetrante o quizás por el miedo que inspiraba el lobo en ella, se giró en seguida para traspasar su petición a la mapache–. Por favor.

¿En serio? La golpean, reune el valor para acudir aquí y.. ¿descarta mi bebida? Bueno, ya he ensuciado el vaso, seguro que Joy entenderá que deba bebermelo luego para no malgastar el dinero.

Joy se encarga de atenderla, y finalmente nos cuenta el inicio de su problema. Aquello que se atreve a contarnos.

– Mi marido se llama Vicente Puig y es un emigrante español que llego aquí huyendo de la guerra en su país.

Aún nerviosa, sacó unas nueces de su bolso y comenzó a roer la cascara en cada una de las pausas que hacía.

– Es un hombre muy bueno con los números y no tardó en conseguir un puesto elevado en su empresa, una papelera de Los Angeles con sucursales en otros estados. Como director de ventas tiene que viajar a menudo a las oficinas de San Francisco, donde pasa unos días.

Asiento animándola a seguir, mientras me fijo cómo come. ¿Señal de nerviosismo?

Hace una semana tuvo que volver a irse de viaje y hablamos por teléfono, para saber que había llegado bien. Pero desde entonces no me ha vuelto a llamar.

Tragó de agua.

– Nunca antes se había ausentado tanto tiempo. Y mucho menos habría dejado pasar tantos días sin volver a llamarme. –Hasta ahora la cobaya había conseguido mantenerse firme con mejor o peor resultado, pero al llegar a este punto comenzó a sollozar–. Llame a su empresa para preguntar si sabían algo de él y me han dicho que hace ya un año que no trabaja para ellos… Y no entiendo que es lo que pasa.

Se llevó la mano a la mejilla, donde antes Tyler había descubierto la mancha por debajo del maquillaje, y volvió a mirar al detective.

– A Vicente se le escapa a veces la mano…, pero no es un mal marido y es un buen padre de sus hijos. Y ahora… sin él…

-Espere, espere... -alzo una de mis manos para pedirle tiempo, mientras abro un cajón y recojo mi libreta y lápiz-luego iremos a la parte de que existen buenos maridos a los que se les escapa la mano, pero lo primero es lo primero...-digo mientras anoto el inicio de un caso en la libreta. Me conozco a esos mierdas que golpean a las mujeres. Quizás yo no siga la corriente habitual porque no me crié con los "habituales", por desgracia tratar de convencer a una mujer de inteligencia media de que no debería ser golpeada por su marido a día de hoy es más complicado que convencer a una rueda de que no tiene porque rodar calle abajo-hableme de sus hijos, y la relación que tenía su marido con ellos.

Pensar en sus hijos podría relajarla, y de paso quiero ver si existe la posibilidad de que en caso de fuga, hubiera tratado de contactar con ellos.

 

Notas de juego

Master, te parecería bien abrir una "escena" abierta, para Joy y para mi, de Notas compartidas?

Sospechas, anotaciones, cosas a recordar, etc... le daria un toque más inmersivo :P

Algo así como "Las libretas".

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10/11/2018, 09:34
Joyce "Joy" Reed

Observo a la mujer duda mirando el vaso. Sonrío. Me gusta que lo rechace, allí, en el mismo morro de Tyler.

-Claro que sí, ahora mismo le traigo el agua- respondo, levantándome y tirando el contenido del vaso en el desagüe del lavabo.

Con el vaso lleno de agua vuelvo a sentarme a su lado. Y luego escucho sus explicaciones tan atenta como puedo. Me sorprende como come mientras habla, aunque lo atribuyo a los nervios.

 Cuando casi ha terminado de hablar, una idea me martillea con fuerza en la cabeza "Pero ¿y el dinero? Si ya no trabajaba ¿de donde llegaban los sueldos?" Siento lástima por la mujer. Si su marido le ocultaba su trabajo era por que no era algo legal o moral. Sea cual sea el resultado de las investigaciones no creo que le guste.

En cambio Tyler está preocupado por algo mas, lo noto en como la mira cuando ella termina su explicación y en la manera en que después agarra el boli con fuerza contenida.

Espero a que ella contesta a la pregunta de Tyler y luego le pregunto yo

-Señora Puig, siento ser así de directa pero entenderá que después de lo que nos ha contado de su marido, esta pregunta es muy importante. ¿Conoce usted sus finanzas familiares? Me refiero a cuánto cobraba su esposo, donde guardaba el dinero...-

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11/11/2018, 09:56
Amanda Puig

Aún con los ojos llorosos, Amanda miró sorprendida a Tyler cuando éste le pregunto por la relación de su marido con sus retoños. No tardó en volver a bajar la mirada, pues la presencia del lobo todavía la intimidaba demasiado -más aún cuando el detective, todavía de mal humor por haber tirado su asistenta un excelente whisky por el retrete, gruñía de vez en cuando mostrando un humor de perros. Su cliente volvió a coger un puñado de nueces de su bolso y siguió masticándolas con fruición. Esta actividad parecía calmarla y la cobaya consiguió volver a armarse de valor para seguir.

– Tenemos dos lechoncitos de cuatro y seis años. –Una sonrisa asomó al rostro preocupado de la señora Puig al mencionar a sus hijos, pero desapareció en seguida al retomar el asunto que la había traído allí–. Vicente es un hombre muy ocupado y no es que tenga demasiado tiempo para dedicárselo a sus hijos, siempre en el trabajo o metido en su despacho en casa. Además, últimamente sus viajes a San Francisco se repetían cada vez más a menudo y tenía aún menos tiempo para nosotros. Pero, en las raras ocasiones que pasaba con ellos, siempre se portó bien. Jugaba algo con ellos, les leía algún cuento o les sacaba de paseo.

Se calló y esperó un rato, insegura acerca de si era esa la información que buscaba el detective. Joy aprovechó ese momento de silenció para preguntar una duda que le había asaltado.

– Yo… No sé… Verá. Es Vicente el que se encarga de llevar las finanzas de la casa. El resuelve todo eso de los bancos y demás y me da cierto dinero cuando lo necesito para comprar comida y las cosas del hogar. –hablaba mirándole a la mapache, quien al parecer la daba una mayor tranquilidad. Al llegar a este punto volvió a bajar la cabeza y las lagrimas y los hipidos retornaron–. Si se ha metido en problemas de algún tipo… si no vuelve a casa… ¿Qué va a ser de nosotros?

Se cubrió la cara con las manos, buscando posiblemente tapar la vergüenza que sentía por perder la compostura, y lloró durante unos segundos. Sacó entonces un pañuelo de su bolso, dejando caer algunas cáscaras al suelo, y se secó las lagrimas con decoro.