Partida Rol por web

Leo alzas una deja al ver como Alex y Erika comenzaban a besarse como perros sarnosos y hambrientos.Sonrie pero no hace comentario alguno. No era quien para juzgar, ademas..¿que mas daria? ellos sabrianq ue hacian con sus jodidas vidas. A él solo le importaba una cosa..salir de alli, su cabeza maquinaba poco a poco una escapada..pero..habia hecho una promesa...

-Oye Kay, ahora que estos dos han empezado a besarse, se me viene una pregunta, tu siendo niña rica y tal? Seguro que muchos chicos se te avalanzaron solo por codica. No se..indaguemos mas en nuestras vidas, peque, Si no te importa claro está. 

Queria alejar los amlos pensamientos de su cabeza, pero no podia, queria escapar pero algo se lo impedia, sabria hacerlo con unos cuantos dias de observacion, nada habia que se le resistiera, ni el horfanato ni la carcel...aquello no seria diferente.

-Bueno Kay, lo digo mas que nada, porque eres una chica muy guapa

Aplaca sus pensamientos admirando ala joven, la verdad es que estaba para hacerle mas de un favor.

Kelly mira al chico que se ha dirigido a ellas.

Asiente sonriendo. Más que nada de las hormonas que empiezan a acumularse en esta habitación. Dice a modo de broma, apoyándose en la pared y cruzándose de brazos. También dobla la rodilla poniendo el pie plano en la pared. Parecía cómoda y algo inquieta, no le gustaba estar tanto tiempo en el mismo sitio.

Se encoge de hombros de nuevo, con una sonrisa tímida, por la respuesta de Iván. Se siente orgullosa de ello, no puede evitarlo aunque sepa que no está bien. 

Cuando él se gira, ella también, y parpadea algo sorprendida al ver el numerito de aquellos dos... quizás sí se conocían de antes, sino, vaya par, el primer día y ya dándose el lote. Aunque tenía que aceptar que sería la opción más acertada para pasar el rato. Suspiró mirando por la ventana con los pensamientos perdidos por alguna parte solo unos segundos. 

Hola - saludó a las dos chicas que se habían acercado, con una leve sonrisa. 

Noté como su mano me cogía de la cintura, tampoco me molestó, la vida siempre era cuestión de prioridades y a falta de libertad y de nada mejor que hacer, " ponerme las botas " con un chico guapo y que además me resultaba agradable, no es que fuera ninguna mala opción.

Al apartar mis labios de los suyos un momento miré de reojo, pues algunos comentarios sí que había oído.

- Creo que nos van a poner en su lista negra ya ¿ eh? - Susurré más que divertida por todo aquello.

Kay mira con indiferencia cómo el del iPod besa a la de la guitarra los primeros tres segundos, luego se gira, y pasa de ellos. La naturaleza humana es así, y ella no será quién la juzgue, le da más bien igual.

Se vuelve a Leo, alzando una ceja ante su pregunta...

-Yo siendo niña rica... Qué...?-sonríe de lado...-¿Abalanzárseme...? Pff... Alguno que otro... Pero no soy idiota, nunca he caído ante ningún estúpido así... Más bien me dejo llevar... Y en lo posible si es con alguien que horrorice a mi familia, mejor...-ríe leve.-Realmente nunca he ido en serio con nadie... No me interesado lo suficiente en alguien como para compartir algo más allá de un buen rato...-sonríe con malicia. La llamaba peque, pero quizás no era tan peque como suponía.-Por supuesto que no me importa indagar más... Es como dejarse mecer por las olas... Me gusta esto...-Vuelve a lamerse la herida que se hizo con el puñetazo.-Así que crees que soy guapa... Vaya... Tú tampoco estás mal...-Señala mientras pasa su lengua por la herida, sin ninguna segunda intención, salvo la de calmar un poco el dolor.-Indaguemos ahora más sobre ti... ¿También has sufrido "abalanzamientos"?-Ríe, divertida.

- Alguna vez que otra, sí.

Pone las manos en la nuca y se apoya en la pared por completo.

- Pero nunca nada serio, noches de consuelo con mas de una. Pero nada mas. La verdad, yo no tenia familia a la que preocupar con una buena o mala chica. La verdad, mi "familia adoptiva" poco le importaba mi vida.

Luego se remueve un poco y saca el paquete de tabaco de su bolsillo trasero y lo mira, casi acabado.

Menos mal que llevo varios cartones en la mochila

-Asique alguien que hiciera rabiar a tu padres eh? alguien como yo, o alguno de lo que aqui se encuentran? Ese seria el estereotipo? vaya....Y gracias por el halago, la verdad es que siempre he tenido el mismo trato que las chicas tuvieron cuando llegue. Prepotente, gilipollas, cosas asi. No me gusta demasiado que me conozcan del todo. Pero tu...eres diferente

Le sonrie..la verdad es que era muy atractiva, y no le importaria pasar mas de una noche con Kay. No importaba como.

Sonrio ante el comentario susurrado de Erika. -Si, eso parece... pero acaso importa?- La susurro igualmente divertido. -A mi, personalmente me da igual.- Añado sin dejar de susurrar, pegandola un suave lametón en el cuello para volver a sus labios de nuevo.

-Carpe Diem....- Digo guiñandola un ojo.

Kay acentúa su sonrisa, pero esta vez con algo de picardía:

-Uhm... Sí, puede.... El estereotipo es ése... Aunque además, intento que comprenda mis "ideales" y mi "forma de divertirme"... Así, cuando los hechos son descubiertos por mis padres, tiene incluso más... Uhm... Gracia? Morbo? Lo que sea... Es indudablemente placentero...-ríe con ganas.

Mira el paquete de tabaco arrugado, y luego a los ojos del chico:

-Como te he dicho antes, tampoco suelo ser tan abierta... Pero me interesó tu zippo, y me dije... "¿por qué no extraer información al portador del mismo?"...-Le saca la lengua, con picardía.-La cuestión es que estoy dispuesta a interesarme más por ti... Considérate privilegiado... Sólo a mi hermana he prestado tanta atención seguida... Ella ha sido la única que ha valido en mi vida hasta el momento...-sonríe leve, una especie de sonrisa que parece más amarga que otra cosa.

Finalmente el coche se detuvo ante la puerta. Hicieron salir a Rubén, que sobrecogido observaba el gran edificio que tenía delante. El frío se había levantado, y más por esta zona de los Pirineos. Hacía lo que comunmente llamamos rasca... A la vista no se veía a nadie, todo estaba silencioso...

Una mujer bastante fea, con una cara que parecía haberse comido unos cuantos limones, salió para recibir al joven. Iba con uniforme, dejando claro que era una vigilante de aquél lugar.

Después de cruzar unas palabras con ella, los agentes de policía sacaron la bolsa del maletero del coche y se fueron. Dejando al joven Rubén a solas con aquella mujer, que le miraba con cara de pocos amigos...

- Bien, acompáñame... - Fueron sus únicas palabras. Detrás de Rubén sonó como la gran verja se cerraba. Ya había llegado a Black Tears.

Caminaron por unos cuantos pasillos. Así como por fuera el edificio imponia, se veía hermoso... Por dentro era todo lo contrario... Las paredes las habían pintado de un gris feísimo, deprimente. Las puertas eran más oscuras...

La mujer se detuvo ante una de ellas. Delante había un guardia que iba vestido con un uniforme parecido al de la mujer...

- Qué Eva, ¿alguien más? - Preguntó el guardia ante la llegada de ambos... La mujer lo miró friamente, con hastío... - Sí, éste es Rubén Sánchez - Presentó al joven poniendo los ojos en blanco.

- Hola Rubén, yo soy Roberto... Ahora entrarás en esta sala y esperareis a que vayan llegando los demás. - Se presentó el hombre abriendo la puerta y haciéndose a un lado.

La sala en la que entró Rubén, era parecida a una sala de actos. Unas sillas de plástico se encontraban alineadas en el centro. En una de las paredes había un gran espejo. En la otra, una ventana con barrotes, no era muy grande, pero se encontraba abierta y dejaba entrar una temperatura un tanto fría. Y al fondo de la sala había una tarima de madera.

Un grupo de chicos y chicas con los ceños algo fruncidos se hallaban en uno y otro lado.

Los jóvenes ya no sabían que esperar... Continuaban allí encerrados, sin saber qué ocurría. Cuando de repente se abrió nuevamente la puerta para dar paso a otro joven.

No se porque no podía adaptarme a ello, no se, no los conocía, pero actuaban como chicos populares, como es usual parece ser que la mayoria de las mujeres aqui son todas unas zorritas.

Miro al chico que acaba de entrar, tiene pinta de modelo. Le hago un gesto de saludo con la mano, mientras escucho música. La chica que esta a mi lado poco habla, pero esta bien, porque yo tampoco lo hago. Aunque podría decir que me gusta.

Y bueno. digo nuevamente a la chica. ¿cuantos años tienes?

Kelly se levanta la mirada y gira la cabeza al oír la puerta. ¿Por fin les sacarían de ahí? Su expresión era de decepción. Uno más.

Éramos pocos... dice sin terminar el refrán. Suspira y vuelve a apoyarse en la pared, acompañada de Xiana, y al lado de la ventana junto a la morenita de piel y el que tenía pinta de chulito de playa.

Saca el zippo, y lo mira con una ceja alzada y luego a Kay. Se lo tiende.

-Quedatelo...solo hasta que salgamos, es...un prestamo por asi decirlo. Pero en cuanto salgamos de aqu..me lo devuelves

Sonrie con el zippo en su mano extendida hacia Kay, no sabia porque, le caia genial esa chica.

-Cada uno buscamos el placer, o el "arte" en nuesto interior,  lo exteriorizamos de maneras diferente, tú, adoras el fuego..quemar cosas...lo acepto y la verdad, suena interesante, y yo, lo busco en un buen coche, la velocidad, el riesgo, me gusta, aunque a veces me de con la cuneta en la boca

Rie de buena gana.

- Asi que, no debes cambiar porque a otros no les guste, Kay.

Me había mantenido en silencio. El chico rubio me dijo que no tenía pinta de robar... Pero me abstuve a contestarle. Prefería callar, y dejar que pensara lo que quisiera. Siempre hacía lo mismo.

Al abrirse la puerta miré hacia ella con esperanza... Pero parecía ser que no, que todavía teníamos que esperar más. Había entrado otro joven muy atractivo.

Estaba mirando al chico nuevo cuando el rubio me volvió a preguntar algo.

- ¿Perdona? - Le miré un momento dubitativa. Me había abstraído y no estaba segura de lo que me había preguntado. Aunque ahora que lo pensaba creo que me preguntaba por mi edad... - ¿Yo? - ¿Y por qué querrá saberla? Me pregunté extrañada. Bueno, tampoco importa decirla. - Me quedan 3 días para tener los 17, y por cierto, mi nombre es Laia. - No sé por qué le dije mi nombre, pero pensé que no tenía ganas de que me dijera "oye tú" ni nada de eso...

Fantastico es más grande que yo... mmm me gusta. Le sonrio. Soy David, aunque creo que ya te lo dije...  bajo la voz... no se tu, pero creo que como que no cuadramos mucho por acá, y le paso uno de mis audifonos para que escuche música. Miro a los demás con tedio, que fastidioso tenerse que adaptar a este grupo...

No he estado en este lugar mucho tiempo y ya lo odio, le sonrio, bienvenidos al quinto circulo del infierno.

Sonrío por ese gento de Alex, que aunque no lo supiera, comenzaba a pensar cuánta gente me sobraba de aquella habitación, pues que me andara en el cuello hacía que me subiera un poco la temperatura, pero como el que desaparecieran por arte de magia no iba a suceder..

- Tienes razón, me da igual lo que piensen..

No levanté la vista de algo que fuera aquel muchacho. Su sonrisa era siempre pícara al igual que su mirada y eso me divertía tanto como su juguetona lengua dentro de mi boca.

Erika me sonrie cuando lamo su cuello, y me confirma que le da igual lo que piensen, concentrandose en mi como yo me estoy concentrando en ella; pues ahora mismo mi sensación es la de que estamos en una burbuja, separados del resto...

Devuelvo su sonrisa. -Asi se habla...- Afirmo en un susurro volviendo a sus labios, a su cuello, a su oreja.... pero no me excedo, pues aún estando en "ésta burbuja" efectivamente no estamos solos, y aunque quisieramos no podriamos ir a más...... Asi que vuelvo a sus labios y sigo disfrutando de su lengua y su sabor...

Tras una tétrica mirada a todo el edificio desde dentro entro en una sala llena de gente y sin decir nada observo a todos y cada uno de los que están allí.

- ¡Buenas!- sonrío a todos y todas como haciendo que estoy allí como si no pasara nada.

Me fijo en que uno de los chicos me saluda por lo que le respondo con otro saludo y en una chica de las que hay allí que es justo mi tipo de chica, alta rubia, guapa con los ojos azules, que parece que también se ha dado cuenta de que acabo de entrar. Me dirijo a un asiento y me siento sin decir más palabras vaya que nada más llegar la fastidie ¿Por qué habrá dicho ese refrán? ¿Tanto le molesto? Espero que cuando me conozca cambie de opinión...

Finalmente el coche se detuvo ante la puerta. Hicieron salir a Sebastian, que sobrecogido observaba el gran edificio que tenía delante. El frío se había levantado, y más por esta zona de los Pirineos. Hacía lo que comunmente llamamos rasca... A la vista no se veía a nadie, todo estaba silencioso...

Una mujer bastante fea, con una cara que parecía haberse comido unos cuantos limones, salió para recibir al joven. Iba con uniforme, dejando claro que era una vigilante de aquél lugar.

Después de cruzar unas palabras con ella, los agentes de policía sacaron la bolsa del maletero del coche y se fueron. Dejando al joven Sebastian a solas con aquella mujer, que le miraba con cara de pocos amigos...

- Bien, acompáñame... - Fueron sus únicas palabras. Detrás de Sebastia sonó como la gran verja se cerraba. Ya había llegado a Black Tears.

Caminaron por unos cuantos pasillos. Así como por fuera el edificio imponia, se veía hermoso... Por dentro era todo lo contrario... Las paredes las habían pintado de un gris feísimo, deprimente. Las puertas eran más oscuras...

La mujer se detuvo ante una de ellas. Delante había un guardia que iba vestido con un uniforme parecido al de la mujer...

- Qué Eva, ¿ya el último? - Preguntó el guardia ante la llegada de ambos... La mujer lo miró friamente, con hastío... - Sí, éste es Sebastian Ewen - Presentó al joven poniendo los ojos en blanco.

- Hola Sebastian, yo soy Roberto... Ahora entrarás en esta sala y esperareis a que vayan llegando los demás. - Se presentó el hombre abriendo la puerta y haciéndose a un lado.

La sala en la que entró Sebastian, era parecida a una sala de actos. Unas sillas de plástico se encontraban alineadas en el centro. En una de las paredes había un gran espejo. En la otra, una ventana con barrotes, no era muy grande, pero se encontraba abierta y dejaba entrar una temperatura un tanto fría. Y al fondo de la sala había una tarima de madera.

Un grupo de chicos y chicas con los ceños algo fruncidos se hallaban en uno y otro lado.

No habían pasado ni cinco minutos de la llegada del último, que la puerta volvió a abrirse entrando un nuevo joven.