Partida Rol por web

La mujer mira a Osellë con una promesa de futuro dolor y sufrimiento en los ojos, que parecen llamear en un tono violeta, y después mira a Riley, que acaba de sacar un rifle y ha intentado dispararla

Esperad a que tenga un momento para vosotros...

Mientras la miraba, acababa de notar, más que ver, cómo las criaturas grandes morían bajo ella. Al mirar abajo, se encontró al gigantón, espada en mano.

Ese montón de carne va a hacer pedazos a mis zergling. Tengo que sacarlo del medio.

Kerrigan plega sus 'alas' un instante, subiendo algunos metros más, y después se pone cabeza abajo, extendiendo de nuevo los apéndices, pero no con forma de ala, si no más bien con forma de lanza, y no sólo se deja caer, si no que se acelera contra Thosk, arrojándose a toda velocidad contra el bruto. 

Sus apéndices-ala se clavan en el gigantón, aunque sorprendentemente y por poco, no consiguen destrozar la armadura como había esperado, pero sí causan serios daños al ya machacado gigantón, empalándose en los hombros. Frunciendo el ceño, se inclina y con una voltereta cae detrás de él, abriéndole, ahora sí, cuatro profundos tajos en la espalda con sus garras.

Kerrigan no sonreía. En el fondo, disfrutaba del combate, pero algo la preocupaba.

Otras dos de esas pequeñas criaturas salieron de los huevos, y otro empezó a revolverse.

Riley siente la mirada de Kerrigan y sus pensamientos cuando falla el disparo. El pensamiento es una imagen de él mismo en uno de aquellos huevos, y el pensamiento sobre Mólor es similar, aunque el del resto es más bien 'derretirse' en la carne que cubre el suelo y formar parte de ella.

Zergling, acabad con todos, pero dejad vivos al del rifle y al idiota del tejado. Ordena.

El motivo real de que se lanzara contra Thosk, sin embargo, queda oculto al resto de compañeros, pero a Riley le es revelado a través de los pensamientos de Kerrigan.

Diez, once... ¡Hmf! demasiados refuerzos, si tienen más rifles podrían ponerme en apuros. Tengo que acabar con esto ya. 

Entonces fue cuando se lanzó a por Thosk. Aparentemente, el ejército había reaccionado ya, y un grupo de gente se dirigía hacia la plaza, provocando la preocupación de Kerrigan.

-  Lo haremos. - respondo al subir rápidamente al techo, sintiendo en mi cuerpo una extraña sensación dado que estaba más ágil y rápida, al igual que mi lobo. 

- Me mira, no le agrada nada que le esté disparando. No sé cuánto tiempo tendré antes de que se lance contra mí. - le hablo a Mol ya a su lado mientras compruebo la distancia y la dirección del disparo, quería ser más certera en esta ocasión. 

Ya preparada para retomar el ataque, observo como lo padece Yaril-a y Thosk, no era el momento de perder más tiempo ya que Ángela podría curarlos mientras Riley, Mol y yo la atacamos. 

Por ese motivo, busco una buena posición tenso el arco y disparo. El primero no fue tan certero, pero el segundo estaba segura de que le molestará bastante. 

Pues acabemos con ella antes de que lo haga- le respondí a Osellë, acumulando de nuevo mi magia para esta vez, atacar directamente a aquella mujer monstruo… o al menos esa había sido mi intención inicial antes de ver como aquel ser se lanzaba hacia Thosk! y detenía al bárbaro que tan solo unos segundos antes había parecido imparable mientras se encargaba con un solo golpe su espada de las dos criaturas grandes que quedaban y que ahora se encontraba casi al borde de la muerte a juzgar por las profundas heridas que le había provocado a mujer monstruo.

¡Maldita sea!- pensé al ver como la ventaja obtenida por Thosk! se esfumaba rápidamente. Teníamos que acabar con aquel ser cuanto antes y al mismo tiempo, teníamos que darle el tiempo suficiente al bárbaro para que pudiese recuperarse con la ayuda de la chica alada. Tal vez no tuviese experiencia con artes curativas como las había demostrado, pero viendo como había curado al menos parcialmente la herida de Osellë, suponía que también podría hacer algo similar con el bárbaro si le dábamos algo de tiempo… claro que dudaba que tuviese demasiado si se quedaba dónde estaba. Entonces me fijé en Riley que al encontrarse algo alejado y con dos de las criaturas pequeñas entre él y la mujer monstruo, no podría aprovechar que esta se encontraba a ras de suelo para atacarla con su hacha -A no ser que…- empecé a pensar.

¡Riley! ¡Thosk!!- les llamé mientras modificaba el flujo de energía que había acumulado antes para llevar a cabo lo que tenía en mente -¡Confiad en mí!- les grité, consciente de que aquel conjuro no funcionaría si ellos no lo permitían… pero por desgracia no había tiempo para ver si me habían entendido, por lo que mientras rezaba porque aquello funcionase, liberé sobre ellos mi magia, que los envolvió y empezó a distorsionar el espacio a su alrededor.

Las puertas del más allá se abren para el bruto pero a su vez una oportunidad única se presenta. La posibilidad de echarle el guante a la criatura que está generando todo el caos en la ciudad es una oportunidad que Thosk! no piensa dejar de lado.

La criatura lo ataco provocándole terribles heridas pero en el proceso la mujer demonio utilizo su cuerpo y eso significa que se encuentra al alcance de las manos del semi gigante, que sin miramientos utiliza sus dos manotas para intentar aferrar el cuello de la mujer demonio y apretar hasta que algo en su interior se rompa.

En algún lugar alguien grita su nombre, pero ese sonido como los otros se pierden en el fragor del instante…

Mientras trato de decidir qué arma usar para enfrentarme a la mujer alada, escucho sus pensamientos y órdenes hacia las criaturas que la rodean. Me dispongo a avisar a mis compañeros cuando escucho al mago decirnos que confiemos en él. Noto una extraña sensación a mi alrededor y me cuesta un momento darme cuenta de que es un de los conjuros del elfo. Pese a no tener demasiados motivos para hacerle caso, pues a penas ha tenido tiempo para dármelos en los pocos días que hace que nos conocemos, decido no resistirme a su conjuro.

De repente me encuentro a menos de un metro de la mujer alada. - ¡Joder! - exclamo mientras agarro el rifle con fuerza; ya no hay tiempo para cambiar de arma. "Confiad en mí... ¡Será cabrón!", pienso un segundo antes de darme cuenta de que posiblemente su acción ha salvado la vida del gigante.

O, mejor dicho, debería haberlo hecho. Thosk!, lejos de pararse a pensar en sus heridas, se lanza de nuevo hacia la extraña mujer para agarrarla con sus propias manos. - ¡Loco! Te va a destrozar... - digo echándome ligeramente hacia atrás y levantando el rifle. Me coloco ligeramente escorado, para que la bala no alcance al gigante en caso de llegar a atravesarlo, y aprieto el gatillo, sabiendo que es posible que malgaste otra de mis preciadas y escasas balas.

No es el caso y el disparo acierta a la criatura alada. Con mi concentración psiónica parece que puede hacerle suficiente daño, al menos para que se plantee retriarse antes de que lleguen los refuerzos. Pese a todo, intento acelerarme una vez más para tomarme un momento para concentrarme nuevamente, de forma que pueda repetir un disparo similar.

El mago realiza el cambio entre los dos guerreros del grupo, y Riley consigue darle un buen balazo a la mujer monstruosa. Siguiendo sus órdenes, las pequeñas criaturas atacan a Varken, quien recibe serias heridas, y otros iban a atacar al mutante... que justamente acababa de desaparecer.

Sin miedo ni cuartel, se suben encima del debilitado gigante enfurecido, que apenas puede sacárselos de encima cuando le clavan y muerden una y otra vez, hasta que consiguen derribarlo, tal como los lobos hacen con los alces. La vida del gigante llega a su fin en ese momento, cuando al caer inconsciente, la rabia que lo mantenía vivo, literalmente, expira y su machacado cuerpo se abandona a los brazos de la muerte.

La 'carne' que cubre el suelo empieza a intentar cubrir al gigante, aunque a un ritmo desesperantemente lento.

Hoglerruk no parece caer en cuenta de la muerte del gigante, pero otras cuatro pequeñas criaturas vienen por el lado. No tardarán en abalanzarse sobre Yaril·la, de manera que las ataca sin dilación, tratando de salvar su flanco. Un salvaje hachazo destroza a uno de los zergling, que aún estaba saliendo del huevo, y después un segundo hachazo termina con el otro. Hoglerruk grita enloquecido, dejándose llevar por el fragor de la batalla y gritando con cada golpe el nombre de su dios.

 La muerte se encontraba de nuevo más cercana, más violenta, más nítida. No era como saber y desesperarse por el hecho de que aquello que pisaban, en otro momento cercano, había sido alguien, una persona con familia, con lugares a los que ir, citas a las que acudir, gente a la que proteger. Ahora la muerte se cebaba en criaturas más cercanas. No entendía el comportamiento de aquella criatura. Su recorrido sin sentido con la mesa y la comida, su pésimo gusto por los vicios más bajos y pueriles, su falta de tacto, su falta de habilidades sociales. Puede que detrás de aquel simiesco gigante hubiese un corazón maltratado, un niño abusado por el poder de otra Tierra, de un mundo sin una justicia como la que abanderaba Angela.

 Miré su cadáver y me vi sumida en una de esas pequeñas esferas de cristal, sin necesitad de agitarla, sentía que todo se enrojecía, como en una lluvia lenta de sangre y vísceras. Eran tan aterrador pararse a pensarlo, que la mente actuaba de forma mecánica, para protegerse, para no bloquearse. Se sentía responsable de la seguridad de todos cuantos estaban a su al rededor. Pero como médico, no podía culparse de sus muertes. Lo había intentado. Había fallado. Pero aquel hecho, aquella masa de biomateria, aquellos enemigos, no le arrebatarían la esperanza. La tecnología, incluso la ciencia que sus compañeros esgrimían y que llamaban magia, podía tener respuestas a esa pérdida. Y si lo hacían bien, entonces tal vez Tosk no hubiese sacrificado su cuerpo en vano. No me detuve a recoger su cadáver.

 Aquella marea debía detenerse de raíz. Sólo así detendrían las ondas en el estanque. Un simil no tan fuera de lugar, pues allí, parecían haberse embarcado en la coronación de una gigantesca ola dentro del espacio-tiempo. 

 Angela no podía perder la esperanza.

 Y jamás detendría sus actos. No por nada era conocida también como `Mercy`

Debía mostrar misericordia. Debía luchar por los demás.

 Fruncí el ceño y asentí para mí, reforzando mis principios con actitud. No servía de nada maldecir sobre la preparación, sobre los instrumentos o la voluntad de otros. La voluntad de Angela era ayudar. ¡Y ayudaría!

 Encañonó con el bastón a Varken.

 - No desfallezcas. - afirmé con determinación - donde otros caen, tu puedes alzarte. - animó, consciente de que algunas personas no eran capaces de asimilar la recuperación mentalmente. Debía mantener la moral alta, a pesar de la muerte a su al rededor, debía hacer que se sintiesen a salvo.

 No tanto como para cometer una locura.

 Ese fue el error de Tosk y algo sobre lo que Ángela debía lidiar en el futuro mas...no ahora.

Varken parece concentrado en lidiar contra esas dos criaturas, tenso, sabiendo que se encuentra en uns situación delicada, y cuando empieza a sentir el hormigueo curativo de Angela. Espada en mano, atraviesa un costado de uno de los zergling, mientras grita, por no girarse a agradecer como es debido.

Gracias, Angela! Probablemente acababa de salvarle, y con él a aquél flanco que cubría a la arquera, ya que aún no parecía haberse dado cuenta de que Thosk había caído, y tenía otros dos zergling a sus espaldas.

¡Maldita sea!- pensé al ver como a pesar de mi esfuerzo, aquel maldito gigante, en lugar de aprovechar la oportunidad que le había dado para recuperarse, se lanzaba de nuevo a la batalla a pesar de apenas poder mantenerse en pie por las heridas, lo que evidentemente significó su muerte cuando varios de aquellos seres que habían salido de los huevos se lanzaron uno tras otro a por él. Por suerte, al menos Riley sí que había conseguido aprovechar la oportunidad que le había dado, usando la extraña vara que portaba para disparar con certeza a la mujer-monstruo.

¡Seguid así!- les grité tanto a Osellë como a Riley, consciente de que no debíamos darle cuartel a aquel ser, especialmente ahora que sus bestias habían acabado con Thosk!, razón por la cual volví a acumular energía en las manos, sólo que esta vez en una forma mucho más peligrosa que antes, pues en esta ocasión atacaría directamente.

¡Acabemos con ella!- grité al tiempo que lanzaba la energía acumulada contra la mujer-monstruo, energía que, conjurada en forma de un potente ácido, salió disparada hacia ella.

La situación le sabe muy mal a Osellë al punto de padecer un dolor en su interior que rememoraba otros tiempos en Aman, donde cruel el vaticinio otorgado por los dioses, cientos de elfos murieron sin más. Ahora padeciendo la gravedad del recuerdo, saca otra flecha de su carcaj destinada a querer seguir atacando sin importar lo que pierda en el camino. Thosk había caído y pese a no tener una relación con él, le dolía su situación. 

Ya acomodada, asiento a lo que ordena Mol pero mantengo la mirada fija en el objetivo. Así que tras cerrar ligeramente los ojos, busco la concentración apropiada y cuando al fin la obtengo disparo hacia la mujer alada con tal de ofrecer un mejor ataque. Algo que en verdad sirva para terminar con aquel monstruo. - Terminaré contigo, como sea. -murmuré entre dientes, ya cansada de luchar. 

Kerrigan recibió en primer lugar aquél disparo de ácido, una bolita corrosiva que impactó en su cuerpo, quemando sin poder sacársela de encima. Sus extremidades seguían manchadas de sangre del semigigante, que había desaparecido y aparecido el otro tipo justo al lado. 

¿Qué!? Preguntó rabiosa a nadie en concreto. Para colmo, sus secuaces seguían cayendo, y aquella otra mujer alada dejó ileso a un tipo que estaba a punto de caer abatido.

Pensando, pensando, recibió un flechazo en la cadera. Sus heridas empezaban a ser muchas, y las comenzaba a acusar. La segunda flecha fue aún peor, dando en la clavícula derecha. RAAGHH!! Gritó, mirando a Oselle con furia en los ojos.

Los odiaba a todos, y no tenía claro cual era más peligroso. El tipo de la capucha jugaba con la realidad de una forma que nada tenía que ver con la psiónica que conocía, la mujer del arco empezaba a ser más peligrosa de lo que había previsto, los dos guerreros estaban liquidando a sus zergling a un ritmo más que molesto, la otra mujer alada les mantenía tan a salvo como podía... y el psiónico tenía un rifle, así que si se alejaba de él, recibiría otro disparo.

Tenía que largarse de allí. Ante todo era una estratega, y sabía cuando la cosa se estaba poniendo fea. Pero también era una zerg. Y no iba a marcharse sin dejar otro cadáver por el camino mientras pudiera hacerlo. Solo había alguien a quien podía atacar mientras huía. A la que estaba a su altura.

Sin batir las esqueléticas alas, se desplazó a gran velocidad directa a embestir a Angela, a la que atrapó con un duro golpe de hueso contra metal que desplazó a las dos mujeres girando en el aire, alejándolas hacia arriba entre giros caóticos.

Los zergling, movidos por las órdenes mentales de su reina, atacan de nuevo. Uno de ellos se lanza contra Riley, que brinca a un lado evitando la embestida, y otro coge carrerilla y salta al tejado, justo al lado de Oselle.

Varken recibe un mordisco del zergling que le ataca, y Hoglerruk recibe dos fuertes mordiscos, uno de ellos en un costado, muy sangrante.

Kerrigan empieza a estar bastante herida. Aún podría dar guerra, pero no quiere arriesgar. Ordenó a sus zergling que mantuvieran ocupados a sus enemigos y se preparó para una retirada a tiempo.

Me han pillado mal preparada. Necesito saber más de este planeta extraño...

Riley pudo notar cómo evaluaba opciones, hasta que finalmente se decantó por Angela.

Me vendrá bien cuando la infeste. Entonces se lanzó a por ella. Cuando la tuvo retenida y volando, aún pudiste 'oír' algo que le transmitía mentalmente a Angela.

No te resistas. No tienes oportunidades aunque te lo parezca. Yo seré tu Reina.

El golpe fue muy duro, pero la armadura aguantó la embestida. Desafortunadamente, el vuelo quedó completamente descontrolado, y el ordenador no era capaz de estabilizarlo por un motivo muy sencillo: No era capaz de entender la dirección, fuerza u origen del impulso que le desestabilizaba cada vez que intentaba estabilizarse. No había alas batiendo, ni reactores, simplemente una fuerza 'desconocida' desequilibraba una y otra vez el vuelo, provocando que girase el mundo alrededor de la dos mujeres mientras subían y subían como en una centrifugadora que amenazaba con marear a Angela más temprano que tarde.

La presencia de Kerrigan en contacto con la piel, su olor, sus ojos llameantes y su aspecto monstruoso no presagiaban nada bueno, pero lo peor era oír su voz en la cabeza.

No te resistas. No tienes oportunidades aunque te lo parezca. Yo seré tu Reina.
Intentaba rajar la armadura con las uñas mientras la sujetaba, pero ella misma parecía tener algunos problemas para hacerlo bien: Debería soltarse unas décimas de segundo para dar un zarpazo que la atravesase la coraza, y en ese tiempo, su presa podría huir.

Así que abrió la boca, y algo que podría ser descrito como a medio camino entre lengua y tentáculo comenzó a buscar la boca de Angela.
No habían suficientes alertas en la HUD mental para avisar de la cantidad de agentes infecciosos, biológicos y víricos que aquella lengua contenía.

ERROR GRAVE EN SISTEMA DE ESTABILIZACIÓN DE VUELO.

SE RECOMIENDA PASAR A VUELO MANUAL URGENTEMENTE.
RIESGO DE PÉRDIDA DE CONCIENCIA ESTIMADO 4%-12%.

ALERTA, AGENTES INFECCIOSOS MÚLTIPLES DESCONOCIDOS. 
SE RECOMIENDA ALEJARSE INMEDIATAMENTE DEL FOCO DE INFECCIÓN Y UN ESTUDIO POSTERIOR

La mujer alada parece no haberse dado cuenta aún de que, de la misma forma que puede comunicarse mentalmente conmigo, yo también puedo escuchar sus pensamientos. Sólo puedo suponer que es un vínculo que funciona en ambas direcciones, lo cual intentaré utilizar en cuanto tenga una oportunidad.

Desgraciadamente, aún no es ese momento. La que se llama a sí misma "reina del enjambre" se aleja volando hacia Ángela. Una de las pequeñas criaturas intenta atacarme, pero no me resulta difícil evitar su torpe ataque. De todas formas, tampoco tengo tiempo para centrarme en ella, así que sólo puedo confiar en mi escudo psiónico para mantenerle alejado.

- ¡Mól, no dejes que se la lleve! - le grito al mago. Luego habrá tiempo para más explicaciones.

Por mi parte, tampoco estoy dispuesto a que se aleje con Ángela. Me separo a penas un paso del zerling y levanto el rifle, apuntando con cuidado. "Te arriesgas a darle", dice una voz en mi cabeza. "Lo sé. Pero si no derribo a Kerrigan el destino que le espera será aún peor... Incluso muere de un disparo, es preferible a que la conviertan en una de esas cosas... Ahora olvidate de esos dilemas morales y ayúdame a hacer los cálculos; están girando demasiado deprisa".

Inspiro un momento con calma mientras miro por la mirilla del rifle. Creo que he disparado más balas en estos últimos cinco minutos que en los últimos meses en mi mundo y por lo que he aprendido estos días, conseguirlas aquí será incluso más complicado que en Iowa. Sin embargo, tanto la ocasión como el enemigo parecen merecer ese gasto, porque viendo lo que han conseguido en esta plaza en poco tiempo, es probable que puedan destruir completamente este lugar si no la paramos lo antes posible.

Apoyo el dedo en el gatillo e inspiro, tratando de ignorar a la criatura que se acerca hacia mí. Exhalo el aire lentamente, concentrándome y aprieto el gatillo.

 - ¡Nada de contacto en la primera cita! - forcejeó para tratar de conducirlas manualmente en el aire. ¡Era imposible! Las lecturas...¡¡es como poco, algo improbable!! ¡¡Manual!! ¡Manuaal!!

 - ¡Y sal de mi cabeza! - no sabía si aquello lo había pronunciado o simplemente lo había pensado, rápidamente olvidó su voz, y dio paso a sus propios pensamientos, mucho más fuertes, más nítidos, más reconfortantes. Los principios de su profesión, los valores de su identidad, todo gritaba, mientras exigía al halo que rodeaba su cabeza que la responsabilidad de aquel frenético vuelo por su supervivencia, por su resistencia al cambio, estuviese en sus manos y no en manos de su inteligencia artificial. 

 Cuando fue consciente de que controlaba la armadura se dio cuenta de que no estaba controlando nada. Era imposible compensar todas las fuerzas, hacer los cáculos adecuados era una pérdida de tiempo, y usar su instinto sólo la acercó a tener los mandos de aquel forcejeo aéreo. ¡Derecha! ¡Derecha! ¡Nooo! ¡Compensa la potencia! ¡así noo! ¡Angela, por favor, reacciona! los pensamientos automáticos empezaban a jugarle una mala jugada, con reproches, estaba en sus garras.

 Se vio golpeada, y la mirada de Angela hacia aquel ser mostró una mezcla entre indignación y reproche.

 - ¡Si quieres que te ayude tendrás que pedirlo de buenas maneras! - ofreció, porque Angela no era un ser vengativo, era una persona humilde, con la capacidad y el deseo de ayudar a otros, no quería matar a Kerrigan, pero no toleraba que quisiera "poseerla" de aquella forma, tan violenta y tan física. Era lo más parecido a una violación o un intento que había sufrido, y no lo permitiría.

 Aún así, Angela estaba dispuesta a ceder. ¡No seas ingenua! ¡Te matarán! Pensé, deseando que le pidiese ayuda. Aquella fémina no eran tan diferente a Tosk. Con él había fallado, no lo comprendía, era sólo fuerza bruta. Pero aquí, detrás del monstruo violento, parecía haber una mente, poder, deseos más allá de la comida.

 Desenfundé mi pistola aún unida a ella. Con la gracia y sutileza de años de entrenamiento. No era una asesina. El modo aturdir era elemental. La encañonaría.

 Me ha atacado. El dedo sobre el gatillo. Pero...

 Con la misma gracia con la que había apuntado un tanto contra el monstruo Angela volvió a enfundar su pistola, y miró a los ojos de la abominación con frialdad.

 - ¡No debes ir por ahí matando todo lo que se interpone en tu camino! - reproché - ¡¡Ni un animal salvaje es tan irracional!! - Tosk...se acercaba.

 Era una carta arriesgada.

 Angela sólo quería que aquello parase. Nada la ligaba a la gente que estaba allí abajo, e igual que ellos, otros podían necesitar su ayuda. Se sentía responsable de la muerte de Tosk y de todos los que había matado aquella figura demoniaca, si podía impedir otros asesinatos, lo haría, aunque eso significase tener que pasar tiempo en presencia de aquel ser y soportar, incluso, ese olor.

Procurando no ser atacado, Riley dispara al par de mujeres en el aire, sonando de nuevo el trueno de su poderoso arma.

Esperando haber dado a la correcta o haber fallado, ve como empiezan a girar aún más erráticamente, mientras las alas jet de Angela lanzan flashes de potencia de distintas duraciones tratando de estabilizarse, obviamente sin éxito.

Hoglerruk continúa enfrascado en su combate contra los dos zergling, hiriendo de gravedad a uno de ellos, sin lograr matarlo con su gran hacha.

Por su parte, Varken consigue herir al zergling que aún le planta cara, infligiéndole un grave tajo.