Partida Rol por web

Detectas pasos a unos 25 pies de tu posición por el pasillo que se dirige al norte, el pasillo gira a unos 20 pies de tu posición hacia el oeste no dejando ver que es lo que ocurre más allá. Al parecer son dos criaturas moviéndose sigilosamente.

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Estoy probando diferentes enlaces porque no consigo que aparezca el mapa en pyromancers.

Véis como sigilosamente Atrus regresa hacia vuestra posición haciendo un gesto de alarma con las manos, en cuanto ve que os habéis percatado de ello, prepara su ballesta y se acurruca en la sombra, el lugar es estrecho y solo hay unas pocas opciones, regresar donde está el grupo apiñado ( pasillo en largo descenso desde donde estáis ahora ), hacia donde parece venir el peligro ( norte ), hacia el lado contrario ( sur ) o hacia el otro pasillo que desciende ( oeste )

¿ apagas la luz que portas  o la llevas encendida ?

Atrus hizo un gesto con sus manos indicando que eran dos criaturas que se acercaban. Luego, guardando la piedra para que no emitiera luz, se parapetó cargando la ballesta.

Estaría preparado, observaría y estudiaría a esa criatura que se acercaba intentando pasar desapercibida, pero que no había logrado evadir el agudo oído del inquisidor.

Escuchas como al norte de tu posición las dos criaturas que se acercan giran la esquina del pasillo en tu dirección, al haber tapado la luz mágica que te dejaba ver en la negrura del subsuelo, solo puedes dejar que el resto de tus sentidos te informe de lo que ocurre. Menos mal que estos han sido agudizados por la experiencia y el entrenamiento, porque estos se acercan por el pasillo escuchas como paran de golpe, al parecer han escuchado al resto del equipo, los cuales aunque parados y tratando de no hacer ruido son incapaces de mantener en silencio sus ropas y armaduras. En esos seis segundos de tiempo no ves que hacen, pero tras haberse quedado quietos escuchando, deciden darse la vuelta y en silencio alejarse de vosotros.

Desde la posición tan alejada del pasillo por donde Atrus había desaparecido, apenas podía ver nada y menos aun saber lo que pasaba. Un revuelo delante mio, un sonido de armas desenvainadas y susurros, es lo único que me indica de que algo se aproxima. 

Atrus regresó y nos hizo señas de que había peligro.

-Estén preparados -le dije a Keth y Qualion

Atrus avisó de que 2 enemigos venían, y él se preparó para recibirlos. Se colocó al lado de Ashrac y con el paladín al otro lado, preparó a su pájaro para abalanzarse sobre el enemigo.

Parecía que habían salido mas o menos bien parados hasta ahora, pero dos criaturas se nos acercaban, teníamos que acabar con el mayor numero de criaturas del caos para que no saliesen a la superficie, tranquilizaba un poco el pensar que no sería ninguno de los jefazos, pero algún subalterno suyo que siguiese con vida nos podría complicar ahora la vida más aún cuando estábamos divididos.

- Podríamos ocultarnos y cuando venga lo que venga, empujar a una abajo, una caída considerable que la dejaría tocada para los que están allí, a la otra atacándola desde aquí arrinconándola contra la pared o tirándola contra la otra.

Atrus maldijo para sus adentros y sigilosamente avanzó. No sin antes señalar que se alejaban las criaturas.

El inquisidor se adelantó todo lo que pudo, y una vez escuchara que se encontraban a una distancia prudencial, lanzaría la piedra con luz hacia delante para iluminar su futuro blanco: apuntaría con la ballesta y aprovecharía la sorpresa para herir a uno antes de que llegaran los demás.

-Eso suponiendo que no sean capaces de volar -dije ante la propuesta de Alfonso- como los bichos de hace un rato.

Sin apenas luz que os deje ver que ocurre, Atrus marcha tras los desconocidos lentamente sin hacer ruido, los seres que se alejan se mueven también en silencio intentando no delatar su existencia, aunque para el explorador son dos motas negras en la penumbra de su radio de luz. Ahora están a unos 30 pies de distancia de Atrus y a unos 45 del inicio del grupo restante de héroes.

A duras penas y notando como si hubiera corrido durante un día seguido y tuviera 70 años, el comisario intentaba seguir el ritmo del grupo. Al parecer Atrus había descubierto a unos enemigos que se estaban alejando de la posición del grupo (¿o quizás los estaban atrayendo...?). El explorador hizo señas de permanecer en silencio y Fulgur no iba a ser el que lo rompiera.

No podíamos hacer nada hasta que Atrus nos diese una señal, y aunque esta se diese, aun tardaríamos un tiempo en poder reaccionar de la manera correcta ante este peligro. - Vamos .... 

El enemigo parece perderse en la distancia, Atrus ya no es capaz de verlos, aunque intuye que están a unos 60 pies de su posición.

Mientras estáis esperando la reacción de Atrus, una aparición da un susto de muerte al último en la fila del pasillo que asciende a este nivel, el capitán Gardian que estaba vigilando la retaguardia se da cuenta de repente de que en la penumbra de la oscuridad aparece una silueta de alguien conocido. El sigiloso Damrod aparece ante vosotros con su rostro descubierto, tras el Harold y Gerald a cierta distancia del explorador llegan haciendo el suficiente ruido como para que el resto de la guardia se entere que algo ocurre en la retaguardia. Al parecer el destino, los dioses o la suerte os ha vuelto a juntar, solo que esta vez con compañeros dejados atrás para siempre y en vuestros rostros las señales de lo ocurrido durante estos días, aunque apenas han pasado unos días desde que llegasteis a la isla, vuestros ojos parecen indicar que algo ha cambiado en vuestro interior, la experiencia vivida en este lugar ha dejado huella en vuestras almas, en vuestros corazones ¿ para bien o para mal ? ya se verá, cada uno asimila sus experiencias de diferentes maneras.

Oímos un alboroto a nuestras espaldas y cuando volteamos, eran los mercenarios que habíamos ido a buscar.

-!Vaya, pero que sorpresa!

Y luego de una pausa:

-Por lo que tenemos entendido, han salvado a la isla. ¡Felicitaciones! -agregué tratando de disimular mi vergüenza

Harold suspiró de alivio sincero cuando vio a los guardias, allí en la caverna, que parecían estar bien. No había señales ni de heridas graves ni de nadie que faltase, aparte de los que ya sabía que habían perecido. Tampoco se veía, gracias a Aengrist, al demonio estirge con el que habían temido encontrarse. 

Todos podrían apreciar sin dificultad que Harold estaba cambiado. Su armadura tenía muchas abolladuras y raspones nuevos, pero él parecía diferente, más alto, más grande, no porque hubiera cambiado de tamaño sino porque el aura que tenía a su alrededor había ganado en presencia, en poder. Su atuendo, blanco y dorado, estaba tan lleno de sangre seca de varios colores que casi no se veía que habían aparecido en él unos símbolos que antes no estaban, unos puños de color dorado bordados en la tela. Sus ojos seguían siendo amables, pero brillaban más que antes. 

Avanzó hacia ellos y se subió la celada del casco, mostrando su rostro aliviado. Viendo que ellos estaban susurrando, él lo hizo también. 

-Menos mal que os encontramos. Me alegro de veros a todos bien. Parece que hay mucho de lo que ponerse al día. 

Entonces el Fonkin avanzó y les recibió con alegría, a lo que Harold sonrió. Ya que él no lo había hecho, dejó de susurrar. 

-Os hemos seguido hasta aquí, temíamos que os hubiera pasado algo. Por suerte sí, detuvimos los planes del Caos y todo su ejército huyó. Pero siguen quedando muchas amenazas por aquí.