Partida Rol por web

Mina levantó la mirada hacia los que estaban de repente a su alrededor. Parpadeó. Quiso decir algo, pero se sintió abrumada por la atención que estaba recibiendo. Sólo en ese momento pareció darse cuenta que estaba en el suelo, y que ese era el motivo de la actitud de los demás. Fue entonces cuando atinó a hablar, por fin.

- No... no, estoy bien, ya ha pasado, gracias... no es necesario que llamen a nadie. Sólo necesito un momento.

De pronto estaba de pie, sin enterarse cómo, y atinó a dedicar a quienes la sostenían una sonrisa sincera, avergonzada.

- Lo siento, gracias, ya estoy mejor - miró a Danielle - No es necesario, pero muchas gracias, yo...

Miró un momento a Henric, para luego mirar a Brenda.

- He identificado al símbolo. Mi padre... No nos quedemos atrás. De vuelta a la biblioteca, me sentaré y podrán ver lo que ha traído Gavigan.

Gavigan se detuvo en seco al escuchar el revuelo, volviendo sobre sus pasos y haciendo un gesto a albert, que salió rapidamente de la sala de exposiciones.

- ¿Se encuentra indispuesta, señorita? Será mejor que bajemos. ¿Puede caminar?

Por primera vez desde el principio de la conversación, los Investigadores observaron una arruga en el ceño de Gavigan, un signo de preocupación que el inglés no lograba disimular.

En cuanto Archivald se percató de la caída de su querida compañera se acerco raudo y veloz hacía ella mientras mencionaba que la dejaran espacio para respirar. En un gesto de lo más caballeroso se disponía a retirarse la chaqueta para que ella pudiera usarla como almohada cuando la dama recobró el sentido.
Atento y temeroso de una posible recaída el vigoroso archie se sitúo a su lado ofreciéndole su hombro para que se apoyará mientras tomaba la palabra enérgicamente.

Señor Gavigan, guienos por favor, la señorita Mordaunt precisa sentarse y tomar un poco de agua. Tal vez sería mejor un poco de licor si es que en este país no es ilegal conseguirlo.

Y seguidamente archie se inclino hacía su compañera para decirle algo en voz baja a la vez que hacía un gesto con la mano al resto de personas presentes, que habían fijado su vista en la señorita, para indicarles que siguieran adelante.

Archivald se inclino hacía la joven y guapa señorita Mordaunt para decirle al oído y en voz baja lo siguiente:
Por ahora mejor no decir lo que has descubierto, ya habrá tiempo después.

La situación parecía normalizarse, aunque no imaginaba qué era lo que le había podido ocurrir a Mina para terminar en el suelo. Seguramente, tanto viaje y quizás, no haber comido demasiado bien la habían hecho estar sin fuerzas y se había mareado un poco, aunque en ese caso, lo mejor hubiera sido sacarla a donde pudiera darle un poco el aire, eso siempre sentaba bien aunque fuera en una ciudad como aquella.

Ante las palabras de mi compañero, mis ojos se volvieron a parar en Gavigan, no sin antes haber echado un ojo al resto, como queriendo averiguar si íbamos a posponer aquello, si continuábamos...

No encontraba que hubiera pasado nada raro a parte de que una mujer joven como aquella se mareara.

- ¿ Estará encinta? - Eso no se lo iba a preguntar allí, lógicamente.

Mina levantó la mirada hacia Gavigan. ¿Cuándo había vuelto el anfitrión? O quizás nunca se había ido, como creía haber visto. Quizás estaba demasiado aturdida, o más de lo que le parecía. Se sintió abrumada otra vez, y la arruga en el ceño del británico no le llevó a ningún sitio de tranquilidad. Pero lo que hizo, sí, fue inflarle la flema británica que parecía olvidada, bajo las capas de polvo que los años estadounidenses habían hecho sedimentar sobre su carácter. Se apoyó en el hombro que Archivald le ofrecía, a quien asintió, y sonrió al anfitrión con sinceridad, aunque sus palabras hicieron gala de otro tipo de modales.

- Gracias, señor Gavigan. Ha sido un momento, lamentable ciertamente, pero sólo un momento.

Miró a los demás, y luego al anfitrión.

- Puedo caminar, estoy segura, y en cuanto lleguemos a la biblioteca, tomaré asiento mientras mis compañeros consultan el documento que le han facilitado. Lo único que le pediría cuando descendamos, de ser posible, por supuesto, es un vaso de agua.

La sonrisa de Mina era inglesa, claramente beatífica. A ver si podía persuadirlo para que se tranquilizara, y se olvidara de ello.

Nick se había quedado ligeramente rezagado. Probablemente era deformación profesional la habilidad por observar los hechos desde una perspectiva que ningún otro practicaba. La comitiva comenzó a caminar erráticamente de vuelta a la biblioteca, mirando y disfrutando de un delicado tapiz, una estatuilla toscamente labrada o un pergamino enmarcado tras un vidrio protector.

Cuando de pronto los acontecimientos se comenzaron a precipitar a un ritmo extrañamente lento. El detective pudo ver la escena como pasada a cámara lenta... como si todos estuviesen en el fondo de un lago. Mina caía al suelo desplomada... como si el maestro titiritero hubiese sesgado los hilos que la sujetaban a la cruceta. Brenda y Archie se giraron repentinamente para ayudar a su compañera mientras que el anfitrión arreaba escaleras alante espoleado por una curiosa prisa. Quizá quería acabar con aquello cuanto antes. Desde el principio le había parecido que a Gavigan le molestaba la presencia del grupo allí. Muy probablemente, en el momento de la desaparición de la comitiva, los mecanismos de la burocracia internacional, aderezados por el poderío económico de la familia Carlyle habrían sacudido los cimientos de la fundación Penhew para evitar que ningún resquicio quedase sin comprobar. Y sin embargo a Nick le palpitaba que Gavigan ocultaba algo... algo importante. El reloj... el pergamino... el dossier...

¿Y la caída de Mina...? ¿Realmente era fortuita? Desde donde estaba el detective parecía que trataba de llamar la atención. Como si todo fuese parte de un plan estudiado... un plan para distraer al anfitrión y mientras... ¿mientras, qué?

Algo olía mal en la fundación Penhew.

Por lo pronto Mina ya estaba de pié de nuevo cuando Nick alcanzó de nuevo al grupo. Se la veía avergonzada. Si era una estratagema, Mina era una brillante actriz.

Al ver que la mujer se recobraba rápidamente, Henric se apartó soltándola y dejándole espacio como Archivald había sugerido. Escuchó lo que decía y comprobó que todo se había quedado en un susto.

-Bien. Sonrió. Parece que no ha sido nada grave, únicamente un pequeño sobresalto. Continuemos como ha dicho Mina, y dejemos que descanse y se recupere sentada en la biblioteca.

Dicho aquello, el artista se encaminó hacia el lugar en el que les dejarían estudiar los documentos a por los que habían ido allí, sin dejar de sentirse intrigado por aquello que había provocado el desvanecimiento de su compañera.

Ya habrá tiempo despues para tratar esa cuestión. Pensó mientras se hacía una nota mental de ello para no olvidarlo.

La voz recuperada de Mina no la engañó, ni su sonrisa. Su amiga se apoyó en Archie, pero Brenda no la soltó aún así. La rodeó con su brazo, por la cintura, y se dispuso a acompasar su paso al de ella.

No, no era un desvanecimiento casual, no tenía duda alguna acerca de eso. La frase había sonado clara en sus oídos, aunque esperaba que sólo lo hubiera hecho así en oídos cercanos, y no en los de Gavigan. La americana ardía de curiosidad, pero también tenía miedo. Cada paso que daban les ponía un poco más cerca de los dientes del depredador, fuera quien fuera. De modo que contuvo su natural fogosidad, y dejó que su pregunta no brotara enseguida, como solía.

En vez de eso esperó a que todo estuviera un poco más calmado, y a que el inglés al que podían llamar extraño anfitrión se hubiera alejado lo suficiente para susurrar a Mina al oído, bien pegada a ella, sin que nadie más que su amiga la escuchara:

-¿Tu padre...? ¿El símbolo tiene algo que ver con él...?

Gavigan asintió y le ofreció su brazo para ayudarla a bajar, desistiendo al ver que los caballeros del grupo ya se habían hecho cargo de ella. Con rápidas ordenes, mandó abrir las ventanas de la biblioteca y disponer una cómoda butaca.

- Ya tienen los documentos que solicitaron. Ahora, tengo que dejarles: Mis deberes me reclaman. Estaré en la oficina. Para cualquier cosa que precisen, Albert se encargará de ello.

El mencionado Albert dejó una bandeja con una jarra de agua y una licorera con cogñac junto al escueto tomo relativo a la expedición, y se apartó discretamente unos pasos mientras el señor Gavigan salía de la biblioteca, cerrando las puertas.

El frío aire de la mañana londinense se coló en la caldeada habitación haciendo que se empañasen los cristales.

Archie acompaño a mina siguiendo su lento paso como si se tratará de una procesión que buscara mostrar su cristo de los faroles por encima del resto de imágenes que las otras cofradías que aspiraban a ser más bonitas y preciosas. Bueno, o algo así le habían contado sobre las procesiones en una ciudad de México situada en la vieja Europa.

Ante el comentario de Brenda se limito a soltar un resoplido en voz baja mientras señalaba hacía el anfitrión quien parecía tener prisa por librarse de ellos. Sin duda no era bueno para ellos que alguien se desmayará en su sede y si pasaba a peores sería una publicidad muy negativa.

En cuanto llegaron al despacho y archie comprobó que mina se encontraba mejor se relajo acercándose a la ventana para tomar algo de aire fresco e iniciar su clásico ritual para prepararse un cigarrillo pero tuvo que pararse ante el comentario del señor Gavigan y procedió a acompañarle fuera de la habitación con un escueto comentario a sus compañeros:
- Voy a hablar con él.

Debería haberles dicho que no robarán ni rompieran nada pero confío en que no hagan nada de eso - pensaba archiE mientras abría la puerta y salía al pasillo. ¿Tal vez este encinta mina? ¡PUES YO NO HE SIDO!

Archivald abrió la puerta del despacho por la que el señor Gavigan acababa de salir y con premura se acerco a él aún con la bolsa de tabaco y un papel en la mano.

Perdone señor Gavigan.
Supongo que tendrá prisa y nuestra presencia no hace otra cosa que entorpecerle en sus labores pero me gustaría hablar con usted un momento en relación al mecenazgo de sus expediciones. ¿Seria posible hacerlo ahora?

-Muchas gracias de nuevo, por su atención. Le respondió Henric a Gavigan. Espero que esto no nos lleve mucho tiempo y que no haya necesidad de volver a distraerle de sus tareas aquí.

Henric se acercó a tomar los documentos para estudiarlos y seleccionar algo por lo que empezar a mirar, escuchando lo que Archivald decía.

-Bien, le respondió. Aquí estaremos.

Como a los demás, a Henric aún le picaba la curiosidad sobre lo que había alterado a Mina, pero no dijo nada al respecto, prefería tener a Gavigan y al tal Albert lo más lejos posible antes de tratar el tema, y las paredes tenían oidos. El grupo había aprendido por las malas a desconfiar de todo y de todos desde que comenzaran con aquello, y era mejor ser precavido.

Nick suspiró con fuerza. Estaba terriblemente aburrido de aquel tipejo... de aquellos modales palaciegos... de aquella ciudad en pleno. Santo cielo, si sólo llevaban unas horas en la misma. Por lo menos ya tenían en su poder el dossier de la expedición. Al ver el volumen del mismo varios miembros del grupo se miraron a los ojos. Estaba más que claro que en aquella carpeta faltaban cosas. Gavigan no colaboraba... pero tampoco engañaba a nadie con sus parabienes, su trato principesco y su reloj de pulsera. Maldito imbécil...

Al menos había alcohol... oh, cielos... y del bueno. El aroma a intensa madera inundó las fosas nasales del detective cuando se acercó a la licorera. La ley seca había hecho estragos en la capacidad de encontrar fácilmente whisky en los Estados Unidos pero, sobretodo, había hecho absolutamente imposible encontrar un brebaje que no te diera ardor de estómago al día siguiente. Nick agarró un vaso y sirvió un trago largo... su primer impulso fue apurarlo de una sola embestida y así calmar sus nervios pero decidió ofrecérselo a Henric. En un segundo viaje decidió optar por llevarle agua a Mina... al fin y al cabo por ella habían traído todo aquello. El detective supuso que, efectivamente, ésta preferiría agua en lugar de un cognac... no quería pecar de machista o quizá ya lo había hecho dando primero de beber a su amigo. Qué demonios... él no era inglés, ni falta que le hacía. Era un neoyorquino acostumbrado a los bajos fondos, y allí los hombres se vestían por los pies y eran por definición, insensibles a los modales.

Sólo quería un trago... pero ahora que había servido a Mina sería terriblemente desconsiderado no hacer lo propio con Brenda. Ay, Brenda... eso si era una mujer. ¿Bebería tan temprano? Ya la había visto acompañar un café con algo de licor pero a primera hora de la mañana... En fin, ¿qué haría Nathan?

De un modo o de otro Nick poco podría hacer. Allí habían símbolos, pergaminos, fechas, lugares... era trabajo para los cerebritos. Si fuera cuestión de dar tortazos se ofrecería voluntario sin pensarlo... sobretodo si pudiese ser al petardo de Gavigan. Olvidémoslo...

- Brenda... ¿una copa? - acertó a decir el detective. Había más gente sin servir pero... joder, tampoco era un maldito camarero. Lleno otro de los vasos hasta la mitad y lo ofreció a la mujer con una sonrisa.

Con un gesto natural, sin más, Brenda aceptó el vaso que Nick le tendía, y apuró un sorbo.

-Gracias, cielo, lo necesitaba. -Se acercó a él, y murmuró apenas, junto a su oído: -No me gusta nada todo esto. Ese símbolo en el reloj de Gavigan no me cabe duda de que es lo que ha provocado esa reacción en Mina. Lo ha reconocido, y lo ha asociado con su padre. Veamos de qué modo exactamente...

Tiró del detective levemente, en dirección a la butaca donde estaba sentada su amiga, su vaso de agua junto a ella. La mirada de Mina había sido clara. Cuando llegaron frente a la británica, Brenda se acuclilló, a su lado, sin soltar la copa de la que tomó un nuevo trago. Y de nuevo, susurró sólo para la mujer:

-Mina, cuéntame. ¿Qué hay del símbolo, qué tiene que ver con tu padre? ¿Es eso, no? Eso es lo que te ha trastornado tanto...

Un simple símbolo. Malo, muy malo. Las cosas se estaban poniendo complicadas, y su piel se erizó esperando la respuesta, las pupilas clavadas en los grandes ojos negros.

Yo no es que fuera de esas mujeres que eran todo modales, de eso estaba claro, pero aquel tipo apenas se molestó en preocuparse ni un poco por lo sucedido y me quedé un poco sorprendida por ello.

- No sé, pero si a mí se me cae así cuando alguien está como quien dice, reunido conmigo me preocuparía un poco más.

De todas formas, ya quedaba claro que la gente no era lo mío, por lo que no le di tampoco demasiadas vueltas más.

Lo de beber un poco de licor sí que me apetecía, quizás, porque así podría hacer algo que no fuera estar por estar, aunque sería igual lo de estar por estar pero con una copa en la mano y tras que se sirviera Nick, me acerqué y eché apenas unas gotas en un vaso para bebérmelas de trago.

Las palabras de Brensa me hicierom abrir los ojos más de lo normal y miré a Mina, pues si aquello había sido una interpretación yo me la había tragado totalmente. Simplemente escuché a ver si en realidad todo había sido un fingimiento por algo que sabía o era algo que la había chocado tanto que en realidad se hubiera mareado.

Gavigan pareció importunarse al ver al americano entrar en su despacho. Se mantuvo en pie tras su escritorio y miró al vaquero.

- Dispongo de unos minutos, efectivamente. ¿De qué se trata, exactamente?

Su tono era rígidamente formal, y no ofreció asiento a su interlocutor, ni tampoco tomó asiento el mismo.