Partida Rol por web

Sura Soho retuerce su cara en una mueca y extiende los brazos cortésmente.

- Disculpad a mi compañero de armas, se encuentra tan ansioso como yo mismo por encontrarle.

El Portador del Libro. Las palabras resonaron en la cabeza del Ventrue como si de cuchillas afiladas se tratase. No es que necesitara de mucho para cumplir una misión, pero la ignorancia absoluta en la que se encontraba le incomodaba levemente. No importaba, al parecer su objetivo se enonctraba en Toledo y pronto obtendría respuestas.

El rostro de Deumes, si pudiera expresar fácilmente alguna emoción tras sus rasgos deformados, expresaría sorpresa.

-Ah, pero entonces, ¿no conocéis la historia del Libro? Bien. Se cuenta que hace muchos años los Brujos Tremere poseían en el subsuelo de Toledo una de las capillas más poderosas de su Estirpe, y sin duda, la más importante de toda Castilla. Los experimentos, rituales y hechizos que los taumaturgos pudieron realizar entre sus paredes de piedra son sólo rumores, pero en algún momento debieron de dar con algo de vital importancia, pues la Capilla fue objeto de un violento ataque. Fue arrasada, y su nombre olvidado a la fuerza por los Tremere, que proscribieron cualquier mención a ella. Su localización exacta se perdió, aunque aún existen sus ruinas, en algún lugar bajo las calles de la ciudad. Mis mejores exploradores nunca han dado con ella, por lo que creemos que está protegida por algún tipo de magia oscura... sólo hay una forma de llegar hasta ella... y está contenida en el Diario de Tobías, antiguo príncipe de Toledo, antes de la Revuelta Anarquista. Ése es el Libro que Alonso Manrique de Lara custodiaba en Santander... y el que le ha traído hasta aquí... imagino que por fin la Camarilla se ha decidido a buscar de una vez por todas la Capilla... aunque ignoro como han conseguido vencer la oposición de los Brujos. Puede haber cosas ahí abajo que los Tremere no estén dispuestos a compartir con los demás...

La reliquia de la camarilla es un libro tremere, aqui pasa algo mas

-Y donde se encuentra Alonso ahora?-

-Lo desconozco. Pero de haber comenzado la búsqueda en el subsuelo lo habríamos sabido, lo que me hace pensar que quizá no ha venido a Toledo con la intención de buscar la capilla Tremere... Pero en ese caso, ¿cuál es su objetivo? -Deumes hace un gesto con su mano, como si quisiera alejar de ante sus ojos una niebla que impidiera comprender los acontecimientos- Es éste un mal momento para estar en Toledo. La rebelión está a punto de desencadenarse, y nosotros esperamos en cualquier momento una incursión del Sabbat...

Si los nosferatu no saben donde estan nos va a resultar dificil encontrarlo

-¿Donde lo visteis por última vez?, Como bien decis las cosas se van a complicar en Toledo por lo que tenemos prisa en encontrar a Alonso-

¿Decís pues, Isaac, que no os fiáis de las palabras de vuestros compañeros? Si fuera falsa su piedad, ¿por qué no nos han retenido? Si fueran falsas sus intenciones ¿por qué no intentaron manipular mi decisión con alguna sucia artimaña? Y si decidiérais hacer lo que creo que pensáis hacer, ¿no sería falsa vuestra piedad? Estaríais contradiciendo a vuestra propia fé

Soy joven aún, quizá mi razocinio sea todavía el de una muchacha que no conoce lo suficiente, pero creo que sois un buen hombre, creo en vos

El nosferatu parece dudar, pero pronto toma tu brazo con fuerza.

-¡No! ¡Mentiras! El hombre encapuchado lo dijo, y él sabía... sabía cosas. Mi piedad no es falsa: no hay piedad con los impíos. Perecerán en las llamas del infierno: así lo ordenan los que son más sabios que yo y saben cómo llevarme por la senda verdadera de la redención. Ahora vendréis conmigo. Os llevaré con mi señor de Cesena y después regresaré a terminar lo que he acabado.

Su rostro es fiero, y su presencia, por primera vez desde que le conoces, se te hace amenazante. Está claro que no piensa dejarte ir de buen grado: y ahí estás, en Toledo, tus primeros minutos de libertad tras años de cautiverio...

El anciano nosferatu parece reflexionar.

-Dejadme pensar. En la ciudad no hay muchos lugares en los que pueda ocultarse alguien de las garras de Cesena y el Sabbat. Aunque sea un vampiro poderoso como lo es Alonso de Manrique, buscará la protección de un lugar fortificado. Y de las fuerzas mortales que habitan la ciudad, sólo las más leales al Rey no están compradas o cooptadas por el Sabbat. Si, sin duda, debéis ir al lugar en el que se concentran las fuerzas de Carlos en Toledo: al Alcázar. Si Alonso de Manrique se guarece en algún lugar, debe ser allí...

Asiento al comprender que seguramente Deumes tenga razon en su corazonada aunque nunca pense que Alvaro se metiese en un lugar tan publico si le estamos persiguiendo

-Muchas Gracias por la información, si podemos hacer cualquier cosa para devolverle el favor solo digalo-

Espero a que pida algo, si es que quiere algo de nosotros

El Nosferatu parece sorprendido ante el ofrecimiento, pero tras pensarlo un momento, al cabo dice:

-Os pediría que os fuerais de la ciudad, si eso no fuera contravenir las órdenes que os han encomendado gentes más sabias que yo. Toledo es un polvorín y es cuestión de tiempo que estalle: en cuanto Paulo de Cesena consiga que los regidores se unan a las Comunidades todo el pueblo se levantará contra el Rey. Y entonces ese Toreador renegado y el resto de las fuerzas del Sabbat se lanzarán contra nosotros con todo lo que tienen. Es una batalla que dudo que podamos ganar. Y cuando eso suceda también irán a por vosotros y a por Alonso Manrique de Lara. Si el Libro cae en sus manos, el Sabbat descubrirá la localización de la capilla Tremere... y eso es algo que puede darles un poder inmenso... así que deseo con todo mi corazón que podáis encontrar al príncipe de Santander y al Libro antes de que la revuelta estalle...

Beatriz quedó confusa, aturdida, ante las maneras del Nosferatu. ¿Era ese acaso el verdadero Isaac? Fuera como fuese, no podía dejar que prendiese fuego a aquellos vástagos sin más motivación que una falsa piedad predicada por un desconocido encapuchado- ¡No! ¡No toleraré que cometáis semejante injusticia y mucho menos que me robéis la libertad que tanto he deseado desde el día en el que perecí para volver a esta vida a medias!-Al igual que la noche en la que su sire le robó la vida, se alzó, defendiendo su integridad, pero esta vez contando con la seguridad que le proporcionaba el poder de su sangre.

Tras escuchar las sabias palabras del nosferatu, inclino el tronco de mi cuerpo y me despido del cainita como se merece.

- Os damos las gracias, recuperaremos el libro y jamás caerá en manos del Sabbat.

Sin más, doy media vuelta y sigo los pasos del gangrel.

El nosferatu trastabilla el tiempo justo como para que su feroz presa se deshaga. Sin embargo, no parece asustado, sólo aturdido. Recuerdas el puñal que te dio tu Sire, pero sabes que no resistirás un combate contra un hombre más aventajado que tú en las lides de la pelea. Tus piernas, sin necesidad de tomar ninguna decisión, han empezado ya su carrera alejándose de Isaac, calle abajo, lejos de la Catedral.

Te adentras en la noche Toledana, por primera vez desde tu cautiverio.

Salís de las catacumbas con paso decidido. Si las frases de Deumes son ciertas, queda poco tiempo para que Toledo se alce en armas contra el Rey. Probablemente por eso las tropas realistas se están guareciendo en el Alcázar, símbolo del poder Real. Lo que no es fácil de explicar, sin embargo, es por qué Alonso Manrique de Lara, si de verdad es un traidor, se encuentra con las tropas realistas...

Cuatro soldados nerviosos patrullan junto a las puertas del Alcázar. Frente a ellos, algunos habitantes de la ciudad les miran con gestos claramente desafiantes. Parece que la autoridad del Rey está empezando a decaer en la ciudad a pasos agigantados.

Los soldados no parecen muy dispuestos a dejar entrar a nadie.

Beatriz corre, recorriendo las calles que antaño recorriese bajo el sol. Su mente vuela, trazando el camino más familiar que podía encontrar en aquellos momentos. El camino que había deseado emprender desde hacía ya tres largos años. Ni el miedo, ni las consecuencias podrían pararla.

Se dirigía hacia su hogar, hacia la casa de su bienamado tio. Aquella en la que creció y fue feliz, quizá no tanto como cualquier otra chiquilla que sí hubiese tenido una madre que la protegiese, pero feliz al fin y al cabo, lejos de las tinieblas y la desdicha en las que vivía sumida desde el día en el que Paulo de Cesena le arrebató el futuro que le deparaba, para darle uno eterno, pesado y lleno de espantos.

Quizas seria bueno intentar una entrada directa

Me acerco tranquilamente a los hombres que guardan la entrada

-Buenas noches, estamos buscando a un amigo nuestro y me han contado que es bastante posible que se encuentre aqui-les doy una breve descripción de Alvaro-¿lo han visto?-

Salgo de las catacumbas con paso decidido. Las palabras del nosferatu Deumes no habían hecho demasiada mella en mí, pues mi objetivo era claro y conciso, y pocas cosas más lo apartaban de mi mente. Mientras nos dirigimos al alcázar, en el ambiente palpita la obviedad que Deumes nos había contado. En cualquier momento se alzaría la rebelión y la ciudad sería un caos.
Tras ojear la zona del alcázar, se ve improbable poder despistar a los guardias tan alertas. Sin embargo el gangrel se adelanta preguntando a uno de los guardas. Será una pregunta trampa, para despistar ?

Mientras esperamos respuesta, la cual tiene pinta de resultar grosera, alzo la vista a las murallas para comrpobar su altura, una incursión secreta parece la opción más viable hasta mi objetivo.

El soldado parece aterrado. Es demasiado joven para los acontecimientos que se están desarrollando en la ciudad, y eso se nota en sus manos nerviosas y en su frente sudada. Tarda unos segundos en negar con la cabeza nerviosamente ante la pregunta del enorme desconocido. No conoce a nadie que responda a tal descripción, y, en cualquier caso, tiene órdenes estrictas de no dejar pasar a nadie al Alcázar.

Frente a él, más y más ciudadanos curiosos se agolpan junto al Alcázar, portando antorchas e "inocentes" instrumentos y aperos de labranza. La tensión se adensa en el aire como si fuera cristal a punto de quebrarse.

Sura, por su parte, observa con ojos expertos la formidable mampostería del Alcázar. Desde uno de sus lados, el que da a la plaza, las ventanas se alzan a demasiada altura del suelo: quizá unos cinco metros; en cualquier caso, esta fachada está demasiado expuesta a la vista.

Uno de los laterales, en cambio, está más oscurecido y podría ser trepado por alguien de gran agilidad, al menos hasta las ventanas del primer piso. En la parte posterior del Alcázar, un pequeño conducto circuar conduce los desperdicios del edificio hasta el Tajo cercano.