Partida Rol por web

Immué miró a Hanna con la cabeza ladeada durante unos momentos.

—Das a tu afirmación la forma de una pregunta, pero ya conoces la respuesta —Immué se encogió de hombros—. Sí, la posibilidad existe. La Urdimbre es inestable aquí y puede que nuestros conjuros no funcionaran bien. O puede ser que no fueran suficientes y se quedara alguna herida sin cerrar. Estoy todo lo convencida que razonablemente se puede estar de que se produjo a posteriori. Sólo los necios están completamente seguros de si mismos.

La anciana profesora escuchó el resto de razonamientos de Hanna.

—Deniria murió por la caída, tú misma presenciaste como se arrojó desde el balcón de su alcoba. Cuando la encontramos ya estaba muerta. Las pruebas ya están borradas, pues lancé más conjuros de curación tal y como me pedisteis. Sólo Kanizhar, tú y yo hemos visto ese rastro de sangre. Creo que es mejor así, quien quiera que hizo eso seguramente desconoce que ha dejado esa pista —Immué hizo una pausa, como si estuviera escogiendo sus palabras—. Ojalá yo también tuviera tanta fe en Nasana. Reconfortaría estos viejos huesos poder confiar en ella.

Immué suspiró y se masajeó las sienes. Con los ojos cerrados siguió hablando.

—Sé que es casi una madre para ti, pero no puedes dejar que tus sentimientos hacia ella te nublen el raciocinio. Ella podría estar detrás de todo esto con tanta posibilidad como cualquier otra Hermana. Cuanto menos gente sepa que estamos investigando esto, mejor —abrió los ojos y colocó una mano en el hombro de Hanna—. Elarian es una buena mujer, y hace muy bien su trabajo. Pero va a hacer muchas preguntas que no vamos a saber contestar. Levantar la suspicacia de la guardia es lo último que le falta al culto de Mystra. Quizá cuando tengamos más pistas podamos pedirle ayuda, pero por ahora estamos solas. Lo comprendes ¿no? Y ahora quizá deberíamos volver con Kanizhar y Orestes.

 A pesar de las ganas de detenerse e inspeccionar algunos de los objetos que se encontraban en las habitaciones de Nasana, el joven mago se centró en la conversación con la humana. No sería muy decoroso por su parte inspeccionar habitaciones ajenas, y mucho más teniendo en cuenta las "pequeñas" dificultades para obtener una charla con la Señora del Misterio.

Cita:

La verdad es que no mi objetivo prioritario- pensó Ivelios, claro que se guardó mucho en decirlo. 

Cita:

Me gustaría saber, cuales han sido sus acciones hasta este momento para... uhm, lograr extender la fe de Mystra por esta ciudad.

Hanna suspiró, habiendo escuchado a Immué. Era cierto que su primera pregunta fue una bobada, pero la dijo por simple... necesidad de creer que nadie en ese templo iba a hacer algo semejante. También tenia razón la anciana en que se estaba dejando llevar.

Bien... Deniria se suicida sin razón aparente, y no tenemos magia en este templo que pueda hacer semejante cosa. Un suicidio.. extraño, desde luego. Podría pensar que alguien la incitó a suicidarse, pero ¿Quien? ¿Cómo...? Y no menos importante... ¿Porqué? ¿Quien querria provocar que Deniria se suicidase? ¿Con que objetivo?

No se me ocurre ninguna razón, y aquí no parece que nos llevemos mal...

Además. Dijo dejando de dar vueltas. ¿Qué sentido tiene mancillar el cadáver? Si lo hicieron es porque el objetivo fue hacerle... lo que sea que le hayan hecho, ¿No? Agh, diosa...

Suspiró y se llevó las manos a la espalda.
Vayamos con ellos.... esto no hay quien lo comprenda...
Empezó a caminar hacia el velatorio.

Immué frunció los labios en ese gesto que le era tan característico.

—Ya sabes lo que suelo decir a mis alumnos: piensa en la solución, no en el problema. Ahora mismo estás haciendo lo contrario. Te estás concentrando en por qué el problema es insoluble en vez de pensar en cómo podemos solucionarlo —la anciana sacerdotisa se calló unos instantes y la tensión se disolvió de su rostro—. Oh, perdona muchacha. He sido maestra de novicios durante tantos años que me es muy difícil abandonar ese papel. Sé que lo harás bien. Y ahora vamos.

Immué y Hanna llegaron donde Kanizhar y su padre velaban por el cuerpo de la sacerdotisa. Nouméa y Phambra, las otras dos Servidoras del Misterio que formaban junto a Deniria e Immué la pequeña congregación, se habían unido al velatorio. Ambas estaban postradas de rodillas rezando plegarias por el alma de su compañera muerta.

Immué saludó a Kanizhar con un leve asentimiento y se sentó junto a Orestes en el banco. Le pasó el brazo por el hombro y le murmuró palabras tranquilizadoras al inmenso herrero que sollozaba.

La Señora del Misterio frunció el ceño.

—Bueno, hemos intentado de todo. Solemos hacer pequeños trucos de magia menores en el mercado y de tanto en cuanto, demostraciones de conjuros más espectaculares en los oficios nocturnos. Pero los hechizos nos han fallado en una o dos ocasiones, haciéndonos perder aún más credibilidad. También tratamos de colaborar con aventureros que deseen el patrocinio de Mystra para ganarnos el respeto del pueblo. Aunque nuestros mayores avances han sido alguna colaboración con el Club de Aventureros de la Lluvia de las Estrellas. De tanto en cuanto, nos viene algún aventurero en busca de algún conjuro, para vender o comprar algún componente mágico extraño o simplemente para recibir tutela en el Arte.

Hanna asintió.
Tal vez, pero... Para saber "quién", debemos saber qué se ha hecho, y porqué. Si ni siquiera sabemos qué le han hecho o porqué, ¿cómo vamos a encontrar el culpable? No lo podemos solucionar sin conocer el... móvil ni el "crimen" exacto que se ha cometido.
Tal vez saber qué le han hecho para que sangre por el oído nos de una idea del móvil, y a partir de ahí, la identidad del perpetrador.

La miró a los ojos.
¿No te parece?
Sonrió un poquito.

—Los planes son buenos, pero nunca sobreviven al contacto con el campo de batalla —Immué suspiró—. Lo cierto es que no sabemos qué le hicieron ni por qué. Habrá que mantener los ojos abiertos y no cegarnos a otras vías de investigación.

Hanna llegó al velatorio y presentó sus más sinceros respetos. Oró brevemente y miró discreta y brevemente a sus hermanas Nouméa y Phambra, luego se acercó a Kanizhar, poniéndole una mano en el hombro.

¿Cómo lo llevas... Kanizhar? -Suspiró- ¿Te parece si más tarde hablamos un momento...? A solas, sobre esto...

Kanizhar estaba parado frente a su padre, al otro lado del féretro, con las manos cruzadas detrás de la espalda. Al acercarse desde su pe rfil, Hanna pudo ver que una ligera inclinación en su columna le hacía pararse encorvado, y a esa edad dudosamente podía revertirse. Levantó apenas la cabeza al sentir la mano en su hombro, y volteó para encontrarse con la mirada de la mujer.

-Estoy bien, gracias- contestó, ahora con la voz firme. -Podemos hablar ahora. He estado aquí lo suficiente, y tal vez...- se interrumpió, señalando a Orestes con la cabeza -necesite algo de soledad- Kanizhar hizo un gesto, pidiéndole a Hanna que encabezara la salida del velorio.

Hanna acompañó a Kanizhar afuera, al patio del templo, andando tranquilamente a su lado con las manos a la espalda.

Miró alrededor un poco, con los párpados un poco cerrados, cogió mucho aire y lo soltó.
Tal vez puedas averiguar... algo. Yo estoy sin pistas. Esto me resulta muy extraño, verás... Puso las manos al frente, gesticulando, aunque no exageradamente.
Immué dice que examinó de nuevo a Deniria, y ha determinado que aquella hemorragia se produjo después de que la preparasen, que alguien hizo... algo a su madre. Solo confía en mi, ya que yo no estaba cuando hicieron lo que fuese que hicieran.
Miró a Kanizhar.

Son cosas que no me explico: Deniria no parecía tener razón alguna para hacer lo que la vi hacer, y en caso de que alguien la quisiera mal, al parecer es prácticamente imposible hacer que alguien se suicide usando magia, así que esa opción queda prácticamente descartada.
Lo... más raro es: ¿Era su... muerte el objetivo? Yo creo que no, si no qué sentido tiene hacerle algo?

Suspiró, sabia que lo que le estaba diciendo era muy fuerte y muy desagradable.
Si tiene alguna pista, algo.. cualquier cosa que su madre dijera, que dijese a su padre, no sé... cualquier cosa... sería muy de agradecer. Ya registré su habitación en cuanto pude con tal de hallar alguna pista...

Miró el pueblo desde allí, el templo estaba ligeramente más alto que el resto de Valle de la Rastra.
Pero no pienso dejar esto así...

 Iveliós miró con muestras de interés a la Señora del Misterio ante sus últimas palabras:

Disculpe mi ignorancia, pero ¿Club de Aventureros de la Luvia de Estrellas?. Temo no conocer ese lugar. ¿Podría darme más detalles, por favor? Sino es mucho pedir claro esta...

¿Quizás un buen lugar para mejorar mis artes arcanas?- pensó- veremos a ver...

El clérigo siguió a Hanna, que le hizo recorrer algunos pasillos hasta salir al patio del templo. Caminaban lentamente y en silencio, hasta que la mujer comenzó a hablar. En un momento, Kanizhar le miró, pero cuando descubrió de que se trataba la conversación, desvió la mirada al suelo, incluso cuando Hanna le miró. Lo sabía, pensó el joven Vilion al oír la firme teoría de Immué, que ambos compartían al parecer; las palabras de la mujer le inspiraban confianza. Después de todo, parecía realmente apenada, y aunque no la recordaba, parecía ser una buena amiga de su madre.

Kanizhar mantuvo sus ojos postrados en el suelo mientras escuchaba, hastas que Hanna acabó. "No pienso dejar esto así..." fue la frase que hizo que levantara la mirada y observara el rostro de Hanna, que ya no le prestaba atención. -Creo que mi padre sabe algo que yo no- confesó, para luego quedarse en silencio por unos segundos. -Hablaba de... una carga que compartir. Jamás me habían dicho nada de eso, pero estoy seguro de que es lo que necesitamos para descubrir lo que sea que haya pasado-

Hanna volvió a mirar a Kanizhar y asintió.
Sí... deberías hacer hincapié en eso cuando veas que puedes hablarlo con él. Pero por si acaso, hazlo cuando tengas intimidad.
No sé quien habrá sido, pero mejor dejarlo entre Immué, tú y yo mientras podamos.

Jugueteó con los dedos a su espalda, algo inquieta.
Al menos ya tenemos algo por donde comenzar. Espero que esto nos lleve a alguna parte.
Miró de reojo a Kanizhar.
¿Seguirá tan enfadado con la orden? No veo porqué alguna de las hermanas podría haberle hecho tal cosa a Deniria, pero si ha sido una de ellas, eso no ayudará a que perdone lo que... sea que crea que le hicieron.

Suspiró y se quitó la chaquetita, el sol empezaba a calentar y ya no era necesaria.
¿Volvemos adentro?

Nasana se encogió de hombros.

—Es el lugar donde se reúnen aventureros retirados para hablar de sus batallitas —dijo la Señora del Misterio—. Ha adquirido bastante fama, incluso en el extranjero. Hay muchos aventureros que se pasan por allí para buscar trabajo, pero debes pertenecer al club para poder entrar, o que alguien conocido te deje pasar.

Puede que me interese ir a ese lugar- pensó el mago- sin embargo, la condición para entrar puede ser un problema- Su estancia aquí no había sido muy productiva en cuanto a amistades se refiere- creo que solo me queda una posibilidad...

Ivelios permaneció callado durante unos segundos- puede ser un lugar interesante para empezar, sin embargo, no conozco a nadie que pueda ayudarme para entrar en el sitio- miró hacia la humana- quizás usted podría...- no completó la frase

—Podría, pero lo cierto es que ha sido una mañana demasiado agitada y tengo muchos asuntos que resolver. ¿Por qué no hablas con Hanna? Ella es sólo es la Hermana que más exenta de obligaciones está, y estoy segura de que podrá conseguir que paséis dentro.

No hay problema- dijo mientras se levanta- creo que será mejor que la deje ahora. Esta ocupada y cansada y creo que ha echo bastante por mi ahora mismo. Hablaré con Hanna sobre este asunto. Muchísimas gracias por su atención.

Hanna y Kanizhar estaban hablando entre ellos en voz baja, como si conspiraran en el exterior de la Casa de Mystra. En el umbral del templo apareció la figura de Ivelios que se acercó hacia ellos mientras interrumpían la conversación.

Kanizhar asintió, mientras contestaba. -De acuerdo. Al parecer, ya no es seguro confiar en nadie- Aunque, ¿cuándo lo fue? En lo que a mi concierne, todos ellos saben algo que yo no, incluso los que dicen ser amigos.

Se estiró el cuello de su atuendo, que empezaba a hacerle transpirar. -Sí. Me quedaré con mi padre hasta que nos vayamos. Apenas pueda hablaré con él- contestó brevemente a la proposición de Hanna. Volteó en dirección al templo, para ver al descortés elfo de la entrada venir hacia ellos. ¿Qué querrá de nosotros? Siguió caminando a paso lento, y cuando pasó junto a Ivelios le dedicó una ligera inclinación de cabeza, para luego seguir su camino, sin importarle demasiado si la muchacha le seguía o no. Tenía algunos asuntos que tratar...

Una vez dentro del templo, mirando a sus alrededores con un dejo de paranoia, continuó recorriendo los pasillos que creía que jamás volvería a pisar para llegar junto a Orestes, a la espera de que estuviera dispuesto a despedirse por última vez de su amada.