Partida Rol por web

Las Tierras de los Valles

24. Conjurar la Maldición.

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08/01/2011, 08:36
Khaila

Al escuchar hablar a Kalonos en común, Khaila volvió la mirada y mantuvo la del elfo. Cogió el vial que le estaba ofreciendo, todavía sin ser consciente de lo que ello significaba. ¿Con esto evitaré convertirme en un monstruo? Se preguntó mientras lo cogía con fuerza, con ese temor que a veces se tiene de que algo se te caiga de las manos, pero a la vez con delicadeza, como si se tratara de un bebé, y no quisiera hacerle daño.

- Gracias... - Susurró dirigiéndose al padre de Galatea. Aquello era el mayor tesoro que hubiera podido soñar, podrían salvar a la pequeña elfa de su tortura, al tiempo que se salvaba ella.

Padre e hija continuaron hablando, pero la guerrera parecía hallarse muy lejos de aquel lugar. Casi impercetiblemente, pero un buen observador se daría cuenta, de como su mano temblaba mientras se la llevaba al pecho, donde su corazón latía con fuerza.

Fue una mera espectadora de como los dos elfos se despedían de su hija, y empezaban a desaparecer, pudiendo descansar por fin en paz. La primera en hablar fue Galatea, su voz sonó algo contenida y tartamudeó un poco. Khaila no estaba acostumbrada a escuchar a la gente, y en otra circunstancia quizás le hubiera pasado desapercibido el estado contenido de la elfa. Pero en aquel momento estaba preocupada por ella y se dio cuenta de cual debía ser su estado. Tendría que dejar ir ese dolor que intenta controlar... Pensó sin apartar sus oscuros ojos de los de la elfa. Se acercó a ella y colocó una mano con extraña suavidad, en sus acostumbrados rudos movimientos, en el brazo de ella.

- Sí, salgamos de aquí... Mejor guarda tú esto. Cuando estemos fuera ya me darás la dosis que necesite...- Le dijo ofreciéndole el vial que continuaba sujetando con la otra mano.

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08/01/2011, 12:39
Rengar

Rengar se sintió muy conmovido al contemplar la escena. No sabía élfico (pero cada vez estaba más seguro de que debía aprenderlo, o al menos intentarlo), pero con lo que Kanizhar le susurraba y lo que podía intuir, se daba cuenta de lo que había ocurrido. Galatea había podido ver al fin a sus padres y ayudar a Kalonos a redimirse. El paladín no pudo sentir cierta envidia por ella. Le habría gustado tener dos padres que lo quisieran así, sin reservas, hasta el punto de dar la vida por él y por un hermano. En cambio, a su padre nunca le había conocido, ni tenía ganas (sólo la persona más rastrera y brutal violaría a una mujer), y en cuanto a su madre... bueno, podría haber sido mucho más afectuosa.

Pero eso no debía saberlo nadie, ni siquiera él. Ahora sólo podía estar feliz por Galatea, cosa que era tan verdadera como su hacha y su escudo. Sonrió y le posó una mano en la espalda, aunque enseguida la levantó. No quería dar la impresión de haber tomado demasiada confianza.

-Hmm... Galatea, pareces... pareces muy cansada. -En cierto modo, todas las elfas lo parecían. Eran tan bajitas y delgadas...- ¿Necesitas ayuda?

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08/01/2011, 18:46
Galatea

 

Cuando Khaila se dirigió a ella y la tocó, Galatea se pasó rápidamente la mano por el rostro antes de girar la cabeza para mirarla.

C-Claro... —al hacerlo tenía de nuevo una expresión sorprendentemente "serena" aunque sus ojos brillaban un poco, se esforzó por esbozar durante un instante aquella leve sonrisa de lado y con cierto ribete triste otra vez. Luego cogió el valioso frasco.

Áscalon volvió de nuevo a mover la cola sobre el suelo mientras observaba, el lobo parecía reconocer rápidamente los gestos de los humanos así que o la druida le había enseñado a asociarlos a las intenciones o aquél animal era demasiado listo... el caso es que parecía contento.

El semiorco por su parte podía comprobar que su mano abarcaba no toda, pero casi casi la totalidad del ancho de la espalda de la elfa y cuando esta hubo guardado a buen recaudo la cura, levantó la cabeza para mirarlo.

Es que lo estoy... —suspiró—aunque odie tener que admitirlo.

Una cosa era el orgullo, otra la estupidez... y la druida era perfectamente consciente de que no tenía sentido negar lo obvio, se le notaba en la cara la fatiga que hasta la tenía pálida. No obstante, enseguida le restó importancia.

No importa, ya se me pasará—dijo negando con la cabeza—pero me temo que no voy a ser capaz de correr...  démonos prisa.

Levantó ligeramente la mano como si esperase aprobación de algo. Al parecer, si necesitaban acelerar, le bastaba con que le dejara apoyarse en él para no caerse. Como había dicho, no estaba para carreras, pero apuraría el paso todo lo que el resuello se lo permitiese.

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10/01/2011, 10:15
Arledrian

Arledrian había rastreado al grupo de Khaila hasta una catarata, pero ahí era complicado seguirlo. Había unas huellas que parecían rodear el acantilado y volver sobre si mismas. Pero lo más probable es que hubieran trepado por la pared rocosa. ¿Por qué si no iban a dejar tan hermoso equino aquí, abandonado a su suerte? Arledrian dio unas palmadas en el lomo del animal y volvió a mirar a la catarata...

...Justo a tiempo para ver cómo los aventureros salían en tromba de una gruta. Con gesto de estupefacción los vio volar aguas abajo mientras un creciente ruido sordo enmarcaba los gritos de su caída. El guarda había comprobado que las aguas eran suficientemente profundas para que no se hicieran daño en la caída, y no era una corriente tempestuosa que amenazara con llevarlos más allá. Pero también recordó que Khaila llevaba armadura. 

Con el corazón latiéndole aprisa en el pecho partió una rama baja de un árbol cercano y se aproximó a la orilla del río. 

--¡Tomad! ¡Agarráos aquí!

Notas de juego

Bueno, no os voy a hacer tirar nadar porque la corriente es suave. Podéis rolear a vuestra bola si salís solos o si lo hacéis con la ayuda de Arledrian.

Y sí, el ruido sordo que ha escuchado Arledrian es el derrumbe de la caverna.

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10/01/2011, 11:29
Khaila

Khaila miró extrañada al paladin ya que parecía haber cogido mucha confianza con Galatea... Se encogió de hombros y dio media vuelta dejando que fuera Rengar quien ayudara a la elfa.

Al escuchar un crujido y sentir como el suelo a sus pies empezaba a temblar, Khaila miró a sus compañeros con los ojos bien abiertos...

- ¡¡¡Salgamos de aquí corriendo!!! - Dijo en un grito contenido y empezó a correr. Miró hacia atrás un par de veces para comprobar que todos la seguían y atenta por si alguien necesitaba de su ayuda. Las rocas caían a su alrededor, el aire empezó a impregnarse de un humo espeso creado por el polvo que se levantaba. Tosiendo, Khaila continuó corriendo, sorteando los diferentes escombros, y al final vio la luz...

Se detuvo tan sólo unos preciosos segundos para comprobar que todos estaban bien, y cuando hubieron saltado hizo lo propio. Al caer sintió como el agua fría la envolvía y como la fuerza de la catarata y el peso de su armadura la sumergían hacia el fondo. Khaila se dejó llevar, esperó hasta llegar al fondo y de esta forma, apoyando sus pies en las piedras, se impulsó en diagonal aprovechando la fuerza de la corriente de la cascada para alejarse de ella y así volver a subir a la superficie.

Cuando logro sacar la cabeza dio una bocanda de aire, sintiendo como sus pulmones que amenazaban con estallar, lo recogían desesperadamente. La corriente amenazaba con arrastrarla, pero con sus fuertes brazos consiguió mantenerse flotando a tiempo de ver una rama extendiéndose hacia donde ella se encontraba. Miró extrañada y entonces fue cuando vio al joven guardia que conoció hacía tan sólo unos escasos días. ¿Arledrian?

Ella no necesitaba de su ayuda, pero quizás el paladín con su armadura pesada sí lo necesitara... - Ayúdale a él... - Gritó señalando al semiorco mientras empezaba a nadar en dirección a donde se encontraba Galatea para ayudarla...

 

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10/01/2011, 14:18
Rengar

Rengar ayudó a Galatea a salir del templo a empujones, un método demasiado brusco incluso para él, pero lógico teniendo en cuenta la situación. Cuando saltó al fondo del río se dio cuenta de su error. No sólo no sabía nadar, sino que con la pesada armadura le resultaría imposible intentarlo. Se vio arrastrado al fondo, turbio por los pataleos de todos, y cada vez más ahogado. La necesidad de respirar le ardía en el pecho, insoportable, y por más que lo intentaba seguía sin poder levantarse y salir a la superficie. Veía cómo todos iban desapareciendo mientras subían, y se preguntó si Galatea lo había conseguido. Si todos estaban a salvo, entonces podía irse en paz con Ilmáter.

Pero antes de poder pronunciar sus oraciones, distinguió una rama entrando en el agua. El semiorco, mareado y con la vista nublada, se aferró a ella y empezó a trepar con la mandíbula dolorida de cerrar la boca para evitar respirar agua.

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10/01/2011, 14:39
Hanna

 
El momento de reencuentro había sido... extraño. En cirto modo bonito, pero también aterrador. A nadie le gustaban los fantasmas, los buenos, como la tal Aurana, eran tolerables para alguien acostumbrada a la magia, pero los feos que querían aniquilarte pues chico... por muy padre de alguien que fueran, perdían encanto.

Por fortuna todo salió bien, o más o menos. Hanna no se paró a despedirse de nadie ni tenia nada que decir: Iba cargada como para ayudar a Galatea y habia oído perfectamente el consejo de Kalonos, así que puso pies en polvorosa tan pronto como pudo. En efecto aquello empezaba a derrumbarse por arte de magia (o más bien por falta de magia) así que pasó a través de las telarañas previamente cortadas como una saeta, maldiciendo durante un segundo todo lo que quedaba atrás: libros y quizá alguna cosa en aquellos aventureros colgados, ya que según Ivelios todos los sacerdotes fueron lanzados al río.

Cuando llegó al borde tragó saliva mirando alrededor y abajo, al agua.

Ah no, no me la he jugado para llevarle al templo dos emparedados de pasta de papel chorreante.

Dejando con ella las pociones y aquello que fuera frágil (o explosivo, que también llevaba) ató fuerte la mochila y la lanzó con un grito de esfuerzo y con toda la fuerza que pudo. Entonces se apretó la nariz, pues no sabía apenas nadar y menos bucear, y saltó tratando de calcular para caer en el medio por no estrellarse con nada más duro que el agua.

Y una vez allí empezó a patalear y aletear más como si volase que como si nadase, y de esa guisa tan poquito gloriosa llegó a la superficie, jadeando y con el pelo hehco una cortina.

Eh! Gritó, sin saber muy bien a quien, mientras se mantenía a flote como podía. se agarró a algo, que resultó ser un pedrusco que se movía con su propio peso, y gimió al verse de nuevo buceando (sin taparse la nariz) asi que se aseguró la dirección, no fuera a salir por la orilla equivocada, se impulsó en la roca y llegó a duras penas a la orilla, jadeando, tosiendo agua y a gatas.

Se dejó caer sobre la hierba, deseando un descanso, pero aunque disuadía el tema de las pesadillas, lo que la hizo levantarse de un brinco fueron las voces de los últimos compañeros que permanecían en el agua. La mochila habia caído en seco no muy lejos, enseguida la buscaría.

Eso me pasa por desear un baño.... brrrr...

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10/01/2011, 14:58
Galatea

 

Galatea por supuesto avanzaba todo lo rápido que se lo permitían las escasas energías que le quedaban, caminaba a paso muy apurado trotando a duras penas a veces por los tirones que pegaban de ella y tropezando de vez en cuando, cosa que la hacía quedarse prácticamente colgando agarrada  del brazo de Rengar pero precisamente por eso evitó irse de bruces más de una vez.

La elfa jadeaba ruidosamente mientras salían de allí a toda prisa y las paredes del templo comenzaban a desmoronarse, los trozos de techo caían levantando humaredas y los sillares de lo que acababa de descubrir que un día fue su "casa" se partían en pedazos en un estruendoso efecto dominó. No dijo nada porque era incapaz, casi no tenía aliento para respirar, mucho menos para hablar... miró un momento atrás cuando cruzaron la puerta con el emblema de los dos lobos.

—.....

Aunque poco más pudo hacer que soltar un respingo cuando de pronto se vieron en la boca de la gruta y fueron recibidos por el estruendo del salto de agua. Ya no recordaba lo peculiar de la entrada a aquél sitio...

"¡Por todos los... !"

El colapso de la cueva los empujó hacia adelante en medio de una nube de polvo y gravilla. Las manos se le soltaron y cayó arrastrada por el agua de la propia catarata.

El chapuzón se tradujo en un costalazo de antología y la fuerza del agua la hundió enseguida hasta el fondo en medio de un confuso torbellino de burbujas, tierra en suspensión y la incapacidad total de distinguir "arriba" de "abajo" tras la quinta voltereta subacuática. El pensamiento de que estaba demasiado cansada como para que el poder impulsarse hacia arriba y nadar fuese posible resultaba escalofriante...

Por suerte no hizo falta hacerlo porque Áscalon también andaba buceando por los alrededores y por lo visto la había encontrado por instinto más que por la vista que de poco servía entre tanta turbulencia. Galatea se agarró al cuello del lobo y tras unos angustiosos segundos se vio en la superficie tosiendo sofocadamente para coger aire y escupiendo agua con el cabello chorreando en mechones desiguales que goteaban reguerillos por su cara, sus orejas y sus hombros. El penacho de plumas que llevaba en la melena resultaba irónicamente impermeable; las gotitas se quedaban adheridas a él.

M-Ma... hi... —jadeó medio ahogada—searannass...

Hanna se las había apañado para llegar a la orilla, Áscalon chapoteaba manteniéndose a flote y la druida se agarraba de momento al suave lomo pero le estaba costando mantenerse ya que el cuerpo le pedía a gritos un respiro y no iba a durar mucho más. Por suerte, Khaila parecía estar acercándose.

Y hablando de Khaila ¿con quién había hablado? parpadeó y en un principio le pareció estar viendo más visiones o algo, luego se dio cuenta de que era bien real: Arledrian estaba allí en la orilla.

Y afortunadamente ayudando a Rengar, porque una armadura completa no debe ser nada amena de llevar en el agua.

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11/01/2011, 15:11
Arledrian

Arledrian suspiró resignadamente. En vez de salvar gallardamente a Khaila, tendría que sudar para sacar del agua a un gigantesco semiorco embutido en una armadura completa. Genial. Ese tipo de cosas era lo que diferenciaban los cuentos de los bardos de la cruda realidad. 

El guardia afianzó sus pies en el barro y metió la rama dentro del agua para que Rengar la cogiera. Tras unos momentos de dudas, notó el poderoso tirón del semiorco, que lo hizo trastabillar. Aguantó como buenamente pudo, pero justo cuando el paladín emergió de las aguas en el último tirón, a salvo, perdió pie y fue catapultado a las frías aguas de un zambullido.

--¡Puff! --gruñó cuando volvió a emerger. Dirigiéndose a brazadas hacia la orilla añadió:--. Este no es mi día. ¿Estáis todos a salvo?

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11/01/2011, 15:17
Kanizhar

Kanizhar levantó la mano y asintió en un gesto extenuado, mientras se tendía junto a Hanna en la orilla.

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12/01/2011, 08:49
Khaila

Khaila consiguió llegar hasta Galatea. Su acto valiente y a la vez estúpido podía costarle caro. Le costaba nadar, suerte que la corriente no era muy fuerte y que la armadura no era completa.

- Agárrate a mi... - Le dijo intentando aparentar una serenidad que distaba mucho de sentir. Se aseguró de que la elfa estuviera bien sujeta y empezó a dirigirse hacia la orilla con fuertes brazadas. Sentía como los músculos de sus brazos empezaban a arder pero haciendo un último esfuerzo finalmente consiguió llegar.

Ayudó a salir a Galatea y tras ella se arrastró hasta quedar estirada en la orilla. Se dio la vuelta sintiendo como el sol acariciaba su rostro. Sentía la ropa debajo de su armadura chorreando, pero aquel improvisado baño le había sentado bien, y tras lo vivido en aquel lugar, el sol, casi era una bendición. Sabiendo que tenía una cura, que al final no se convertiría en un monstruo, todo le parecía hermoso en aquel momento.

Cuando hubo recuperado el aliento, se incorporó y miró esta vez con la ceja alzada y una expresión extrañada en sus oscuros ojos, a Arledrian.

- ¿Qué haces aquí? ¿Ha ocurrido algo? - ¿Qué podía haber ocurrido? El soldado estaba muy lejos de sus obligaciones en la ciudad... Su expresión pasó de la extrañeza a la preocupación. ¿Habrán atacado el Valle?

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13/01/2011, 01:04
Rengar

El semiorco cayó de rodillas en el suelo y vomitó agua y densa saliva, y pensó de un modo oscuramente cómico que le extrañaba no ver aparecer al menos un pez. Pero el pensamiento se disipó de inmediato. Notaba los miembros entumecidos bajo la chapa y la malla, y la ropa hinchada por el agua no ayudaba a que recuperase la sensación en sus miembros.

Se arrodilló y miró a su alrededor, apresurándose a contar a los presentes. Allí estaba Hanna, al otro lado Kanizhar. Y Khaila, ayudando al desconocido, e Ivelios no muy lejos. Y Galatea... Vaya. Tragó saliva. Las ropas de la druida se adherían a su cuerpo de un modo demasiado revelador para un hombre que no ha visto jamás a una mujer desnuda. Apartó la mirada, más azorado que nunca, y se centró en el desconocido.

-¿Quién eres?

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13/01/2011, 16:08
Galatea

 

Galatea escupió otra vez agua, tenía la sensación de que no iban a pararle los espasmos de tos nunca y estaba medio asfixiada por culpa de aquello para cuando la guerrera llegó a su lado. Áscalon la mantuvo a flote mientras y por suerte no tardó mucho más recuperar el control sobre su ritmo respiratorio.

La elfa se agarró a Khaila con las pocas fuerzas que le quedaban dejando caer el peso de la cabeza sobre uno de sus hombros y suspirando aliviada, le requería menos esfuerzo ya que sostenerse aferrado a algo de más o menos tu tamaño no exige tanta fuerza como hacerlo a algo del tamaño de un lobo.

Los... humanos tenéis el don de la oportunidad, ¿eh?—resolló con voz ronca y una débil sonrisa tratando de quitarle hierro al asunto—gracias.

Áscalon alzó las orejas al parecer seguro de que ya no había peligro de nada  aunque se mantuvo nadando pegado a Galatea como una rémora a un tiburón. Cuando llegaron a la orilla  (y no sin antes darle un lametón a la guerrera en la cara) salió a tierra y sacudió el cuerpo entero provocando una pequeña lluvia de gotitas de agua tras la cual quedó con el erizado aspecto de un "lobo de angora".

Galatea se dejó caer de rodillas jadeando ruidosamente, el agua escurría goteando por las puntiagudas orejas y por los largos mechones de cabello castaño que se le pegaban a la espalda, a la frente y a los hombros, el plateado directamente se lo apartó del rostro para poder ver.
De por sí vestía bastante ligera pero como dicha indumentaria estaba hecha de pieles, se le pegaba al cuerpo con la humedad y el agua pesaba, cosa que molestaba lo suyo para nadar.

Áscalon se acercó enseguida a lamerle el agua de una mejilla mientras movía ligeramente la cola, al instante se tumbó como si intuyera que lo que quería su compañera era echarse sobre la hierba. La elfa murmuró algo en su melódico idioma y rodeó el lomo del lobo con un brazo, recostándose contra él con un suspiro de alivio.

"Por los... dioses... si creíamos que la forma de entrar había sido complicada, la salida ha sido.... como poco, espectacular".

Levantó la vista mirando el humo que salía tras la cascada, de la boca de la cueva, los últimos vestigios del templo de Selûne... cualquier secreto o recuerdo dentro de él, acababa de quedar bloqueado completamente.

Era una suerte tener la cara mojada en aquél momento.

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14/01/2011, 10:53
Arledrian

Arledrian salió a la orilla chapoteando.

--Oh sí, ¿dónde están mis modales? --respondió a Rengar. Arledrian se quitó una bota, como si esperase encontrar dentro de ella sus modales perdidos. En vez de eso cayó un buen chorro de agua--. Quizá debí haberme presentado antes de evitar que te hundieras como una piedra en el agua ¿eh, grandullón?

Arledrian hizo lo propio con la otra bota antes de continuar.

--Como algunos ya sabréis --dijo señalando vagamente a Galatea y a Khaila--, mi nombre es Arledrian. Formo parte de la Guardia de Ciudad de Valle de la Rastra. Los que conozcáis a la Capitana Cuerno del Alba sabréis que nuestra principal función es meter las narices en los asuntos de los aventureros. Esa es la razón por la que estoy aquí.

El guarda esbozó un gesto risueño, que desapareció tan pronto como apareció para adoptar un gesto sombrío y preocupado.

--Lo cierto es que siguiendo el caso de la matanza en los Establos Frondáurea fuimos al templo de Oghma para preguntar sobre el altar que nos encontramos en el almacén abandonado. Fue allí donde el Maestro Erudito nos contó el origen de la maldición y donde habíais ido para tratar de romperla. Lo cierto... es que he venido porque estaba bastante preocupado por vosotras. 

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14/01/2011, 11:04
Khaila

El comentario de Arledrian quitó toda sombra de preocupación del rostro de Khaila y la comisura de sus labios se estiró un poco dibujando una sonrisa. Miró de reojo al semiorco, sorprendiéndose de verle algo azorado, ¿qué le ocurre? Se preguntó aunque nuevamente volvió sus oscuros ojos clavándolos en los del guardia.

Su ceño dibujó una suave línea al escuchar que había venido solo, corriendo peligro, únicamente porque estaba preocupado por ellas. Se apartó con un gesto nervioso un par de mechones rubios que caían sobre su rostro, colocándolos detrás de las orejas. No entendía por qué, pero se había puesto algo nerviosa tras las palabras de Arledrian. Se repitió nuevamente que debía ser porque hacía demasiado tiempo que estaba sola y era la falta de costumbre de importarle a alguien...

Carraspeó ligeramente buscando el sonido de su voz, que había quedado atrapada en el fondo de su garganta...

- Llegas tarde... - Le dijo de forma un tanto cortante. Apartó la mirada, una sombra rojiza se había extendido levemente por sus pómulos... ¿Ha venido a ayudarnos y lo único que le digo es que llega tarde? Consciente de lo tajante que había sido y desconsiderada ante la preocupación del joven guardia, Khaila volvió nuevamente a mirarle. - Bueno, quiero decir que hemos conseguido encontrar la cura, y... Bueno, menos mal que estabas aquí y pudiste ayudar a Rengar... - La joven guerrera se disculpó a su manera, de forma torpe y vacua...

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14/01/2011, 11:44
Hanna

 
Hanna cogió aire con alivio al ver que todos estaban bien, entonces antes de nada se puso a buscar la mochila que había lanzado a tierra, escuchando someramente cómo se presentaba Arledrian, caminando por la zona en que la habia visto caer.

Sí que está concurrido esto... suerte ha tenido el tipo de que hubiéramos deshecho esto, o a ver cómo se las apaña solo con los grajos del demonio... ¿Desde cuando la guardia envía gente de uno en uno? ¿Tan cortos de personal andan? Porque ahora que lo pienso, según el cartel de la ciudad se le están creciendo los enanos...

Finalmente la encontró colgada de un árbol. Tuvo que hacer algunos malabares empujándola con el arco para que cayese, y la cogió al vuelo. Suspiró y entonces fue a por Kanizhar, dándole unas palmaditas en el hombro.

Arriba ese ánimo, hombre...

Una ráfaga de viento húmedo hizo que a Hanna se le calase el frío hasta los huesos, por lo que se puso a buscar ramas para hacer una hoguera... o al menos apilarla y que algún pisamontes que se le diese bien las encendiera.

 

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31/01/2011, 09:12
Arledrian

--¿Que ya habéis conseguido la cura? --se asombró Arledrian, echando una mirada sorprendida al grupo--. Bueno, me hubiera gustado ayudar, pero me alegro mucho de que estés bien, Khaila. ¡Diantres! Cada vez que oigo hablar de vosotras es para escuchar hazañas a cada cual más increíble. Ese templo tenía una fama terrible, nadie había salido de allí vivo y cuerdo.

Entonces posó su mirada en Volo.

--Vaya, pero si ya tenéis a vuestro propio bardo y todo.

Notas de juego

Acabo de ver que Clint lleva un par de semanas sin pasarse por Umbría, así que edito para no interpelarlo a él personalmente y que podáis rolear más libremente.

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31/01/2011, 13:16
Kanizhar

Kanizhar negó con la cabeza.

--No estoy desanimado. Estoy... esperanzado en cierto modo. Si es cierto que Selûne me ha liberado de esta carga, quizá ahora sí que pueda aprender a manejar la Urdimbre tradicional. Será como... empezar desde cero --el sacerdote sonrió debilmente--. Quizá me acepten como alumno en tu templo. No se me ocurriría mejor homenaje póstumo a la memoria de mi madre.

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31/01/2011, 13:21
Khaila

La buena voluntad del guardia arrancó una sonrisa a Khaila. Siguió su mirada posándola en Volo que tras el baño se había quedado estirado en el suelo, recuperándose y recobrando la respiración.

- Sí, bueno, se llama... Volo... Le gusta escribir sobre las tierras que visita - . Le explicó como si la fama del bardo no fuera siempre por delante de él. La guerrera, ahora que habían encontrado la solución a su maldición, se encontraba mucho más relajada. El ceño que durante dos días había tenido continuamente fruncido, se hallaba relajado, dejando ver unas facciones más suaves de las que mostrara normalmente.

Tras haber descansado un poco se levantó. Todavía tenía las ropas chorreando y la armadura le rozaba pero Khaila se sentía bien. Se acercó a Galatea y se acuclilló junto a ella.

- ¿Cómo te encuentras? - Le preguntó preocupada por ella. Lo que había ocurrido allí había sido muy duro para la elfa, aunque en el fondo Khaila la envidiaba. Había podido ver a sus padres, y sabía que estaban bien, que ahora descansaban... La última vez que ella vió al suyo fue siendo atravesado por la espada de Osweld... Intentó evitar pensar en ello, ya tenía suficiente con recordarlo por las noches, cuando la oscuridad y la soledad la envolvían trayendo nuevamente aquellas pesadillas...

Sus ojos instintivamente se dirigieron al lugar donde Galatea había guardado la cura, empezaba a sentirse ansiosa por quitarse todo aquello de encima y no convertirse en un monstruo. Aunque fue tan sólo una mirada fugaz, rápidamente volvió sus oscuros ojos a los de la elfa.

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02/02/2011, 10:27
Hanna

 
Hanna llegó con un buen montón de ramas y hojarasca para encender un fuego, tratando de traerla lo más seca posible.

Hala... algo de leña, a ver si alguien que tenga buena mano para eso nos enciende una hoguerita... para no acabar todos enfermos

Miró a Kanizhar.

Y respecto a tu madre... aún no está todo resuelto, ¿recuerdas? Todavía se puede hacer algo más.

Asintió, como si ambos supieran a qué se referia.