Partida Rol por web

Las Tierras de los Valles

24. Conjurar la Maldición.

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02/01/2011, 12:14
Director

El grupo dejó atrás a Galatea y a Rengar y regresó a la habitación del piano trepando de nuevo por la montaña de escombros. Mientras esperaban a sus compañeros pusieron al día a Ivelios de lo que había acaecido desde que el hechizo de aquel lugar maldito lo fulminara. El elfo solar les contó a su vez que había visto cómo las aguas del río se habían vuelto rojas, y como por ella flotaban los macabros restos de la matanza que los sharinos habían perpetrado allí.

El grupo reanudó la marcha cuando elfa y paladín regresaron. La puerta cedió sin más, y los aventureros se encontraron frente a un largo pasillo derrumbado veinte metros más allá. A los lados había varias aberturas que conducían a habitaciones laterales. Del otro lado del derrumbe se escuchaba el sonido del agua.

Los aventureros revisaron las habitaciones y encontraron una pequeña cocina con una despensa anexa, así como lo que parecían ser las habitaciones particulares de los monjes que residían allí. No obstante no encontraron más habitantes que arañas, un nido de murciélagos y otros insectos. Pese a que allí parecía haberse desatado una masacre no habían encontrado más huesos que la calavera que recogió Hanna a la entrada. Pareciera como si alguien hubiera desplazado los restos a alguna parte. Tras reflexionar sobre la visión que había tenido Ivelios, concluyeron que quizá habrían echado los cadáveres al río con algún fin funesto. Como del otro lado del derrumbe se escuchaba el agua fluir, convinieron retirar los suficientes escombros como para poder arrastrarse por allí.

Así lo hicieron, y del otro lado comprobaron como el pasillo seguía dando paso a nuevas habitaciones. Al fondo bajaba y se ensanchaba, dando paso a una gruta natural donde se formaba un pequeño lago subterráneo que después volvía a fluir al exterior. La caverna estaba abierta al cielo, presumiblemente oculta y protegida del exterior por algún conjuro.

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02/01/2011, 12:30
Kalonos

El polvo de la estancia comenzó a solidificarse y a arremolinarse para tomar la forma de una figura encorvada. En su día parecía haber sido un elfo, pero lo que los aventureros tenían delante era ahora una imagen espectral y desgastada. Una imagen que los miraba con unos ojos ardientes como ascuas, llenos de odio y venganza.

Los ojos se posaron en Galatea, y brillaron en ellos el reconocimiento y la confusión.

--¿Aurana? --preguntó en élfico, con voz rasposa--. No, no puede ser. Ella está muerta. Vosotros la matásteis. Cruel ardid el vuestro, sharinos, pero no engañaréis a Kalonos otra vez. Pude oler vuestro hedor a oscuridad desde que os acercásteis a mi casa.

El fantasma desenvainó unos aceros mientras su rostro se volvía a deformar en una máscara de odio y dolor.

--Moriréis aquí y ahora.

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02/01/2011, 12:56
Rengar

Rengar no comprendía el élfico. En parte era afortunado. Levantó el hacha y el escudo y soltó un grito de batalla, y se preparó para cargar contra aquella desgracia de la naturaleza. Humano, elfo o enano: cualquier ser que se levantase de entre los muertos y desafiara las leyes de la naturaleza se merecía morir con su hacha incrustada en el cráneo.

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02/01/2011, 23:10
Galatea

 

Galatea se preguntó por un momento cómo diablos era que la puerta se había ... abierto de pronto sin más, pero la elfa estaba demasiado cansada y tenía más cosas en la cabeza como para darle muchas vueltas a aquello. Casi inconscientemente había vuelto a sacar el Símbolo de Selûne de la mochila y caminaba con él en la mano, jugueteando distraídamente con la cadenilla de plata entre los dedos.

Áscalon andaba a su lado olisqueando el aire y el suelo, emitiendo un soplido seco de vez en cuando a causa del polvo pero la zona parecía curiosamente desierta, al parecer la idea que había planteado la druida de que si nada había entrado durante siglos tampoco nada había salido no iba desencaminada... Por haber no había ni huesos y no sabía si eso era buena o mala señal pero aquél presentimiento extraño que la había acompañado desde la entrada del templo parecía intensificarse a cada paso, hubo un momento en que frunció el ceño y miró a ambos lados de reojo algo molesta, como si se sintiera observada o algo así.

"Nada... tampoco me suenan estos pasillos".

Casi sin darse cuenta, se colgó el Símbolo del cuello en lugar de volver a guardarlo en la mochila y siguió caminando, es más, sólo se percato de que había hecho tal cosa al notar el frío de la plata sobre la piel. Aquello la hizo sentirse un poco extraña ya que de por sí no llevaba nada encima que diese una pista de a qué dios servía y por un momento dudó si era normal que hubiera hecho aquello o no.... pero no tuvo mucho tiempo de pensarlo.

En ese preciso instante el polvo del suelo comenzó a moverse por sí solo y todo el grupo pareció captar la sensación de alerta, ella misma se detuvo y el  lobo se arrimó lentamente parándose delante y emitiendo un gruñido sordo. ¿Ahora las cosas se movían solas? habían tenido visiones, habían visto zombis, habían peleado con animales corrompidos... pero aquellas manifestaciones esotéricas desde luego eran nuevas.

Y no por ello tranquilizadoras.

El polvo pareció tomar forma y una fantasmagórica figura traslúcida se materializó delante de ellos... aunque de por sí resultaba un fenómeno como para poner la piel de gallina, no fue eso lo que más desconcertó a la elfa, fue el hecho de que el fantasma la mirase repentinamente. Sus rasgos eran brumosos pero se trataba de un elfo porque sin duda aquel idioma en el que habló era élfico y de hecho fueron las palabras que dijo las que la descolocaron por completo haciéndola levantar una ceja. "Aurana", de nuevo aquél nombre... La había confundido con su madre.

"¿Cómo... ?".

Sonaba rasposa y sonaba distorsionada, hasta tenía eco, pero estaba segura de que había escuchado esa voz antes, ¿dónde había oído aquél timbre antes? sus pensamientos se vieron interrumpidos al escuchar a Rengar prepararse para la carga pero se acercó a donde estaba en dos zancadas estiró rápidamente un brazo por delante como instándolo a que se esperase un segundo, ni si quiera lo miró porque no podía apartar los ojos del fantasma, tenía que averiguar qué se le estaba escapando, algo la urgía a hacerlo.

Enarcó más la ceja y entrecerró los ojos intentando distinguir algún rasgo en el rostro etéreo y transparente del espíritu que parecía castigada por el paso de los siglos, consumido por el dolor de la pérdida y la rabia de la venganza, aquel rostro... había algo familiar en aquel rostro, pero se trataba de una cara más joven la que se le venía vagamente a la cabeza, una imagen tenue que se le escapaba como arena entre los dedos y la cual se esforzó desesperadamente por recordar. Recordaba la música del baile... recordaba unos rasgos más cincelados en un rostro de sonrisa radiante donde ahora se vislumbraba una piel macilenta en un rostro demacrado, recordaba la plata entremezclada con un cabello de intenso color castaño donde ahora se veían greñas descuidadas y revueltas. Recordaba... recordaba dos ojos mirándola sin otra cosa que dedicarle que absoluta ternura donde ahora dos ascuas brillantes y rojas ardían como fuegos fatuos.

"Por... todos... los Seldarine...".

El rostro de Galatea se desencajó al encontrar la respuesta al enigma, de por sí estaba pálida pero en aquel momento resultó difícil decir si lo estaba más ella o el fantasma. La elfa tragó saliva y se estremeció negando lentamente con la cabeza, de forma subconsciente, como si fuera incapaz de creer lo que le mostraban sus sentidos, como si aquella realidad no pudiera ser cierta de ninguna de las maneras.

El brazo que tenía en alto pareció quedarse rígido y temblar durante un instante. Tras varios segundos, una muy, pero que muy poco acostumbrada palabra se esforzó por salir de su garganta pronunciada con un hilillo de voz ya que la sentía contraída.

(Élfico) ¿ ...padre?

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03/01/2011, 00:58
Kalonos

El polvo siguió arremolinándose en torno a la figura del elfo, que se hacía por momentos más consistente y real, más... poderosa.

--Yo no tengo ninguna hija --dijo al fin Kalonos, en élfico, con la voz temblorosa del dolor--. Vosotros las matasteis, monstruos y a la Aurana de mi vida. Eran unas crías, que no habían hecho nada a nadie.

No sé quién eres tú. Pero no me engañará tu magia negra.

Pese a la amenaza implícita de sus palabras, Kalonos no se movió.

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03/01/2011, 12:30
Hanna

 
Hanna se había llevado varias alegrías de aquella sala, pero seguía sin hacerle gracia seguir merodeando por esos lugares. Al fin y al cabo habían venido para algo que no habian solucionado todavia.

Caminaba inquieta por aquél pasillo, algo la hacía erizarse el vello de la nuca, y pronto se demostró que no era en balde.

Tragó saliva cuando oyó que ese fantasma, o lo que fuera, no atendía a lo que veían sus ojos. Lógicamente no la había reconocido, pero quizá unas demostraciones más fiables... 

Bueno, era eso, o enfrentarse a un fantasma sin clérigo mediante.

Hanna carraspeo y dio un paso adelante.

Ciertamente es ella. La salvaste, Kalonos. Y no te culpamos por el odio y el resentimiento que... albergas, pues todos hemos visto en sueños o en visiones el horror que trajeron los sharinos a este lugar. 

Dio otro paso hacia él, colocándose al lado de Galatea.

Soy Hanna de Mystra, y vinimos aquí precisamente para combatir a Shar. Una Mystrana se ha suicidado y una compañera nuestra ha sido mordida por licántropos. Hace muchos, muchos años que este lugar cayó. Le puso la mano en el hombro a la elfa Pero ella sobrevivió... Yo... No sé si las pruebas que puedo aportarte te servirán...

Sacó de su mochila los libros y la calavera.

Cuando vi esta... calavera en la puerta, pensé que merecía un entierro digno, esperaba encontrar su cuerpo para darle sepultura... y... ¿Si fuese Sharina, conservaria estos libros que hallé en la biblioteca?

Aunque le helaba la sangre, miró a los ojos al fantasma.

Es más... Arrancó el medallón a Galatea de un tironcito. La Diosa nos habría entregado este obsequio en su altar...? Se lo ofreció al fantasma. Has protegido este lugar con ahínco, estoy segura, pero no somos enemigos, Kalonos... ella es tu hija...

- Tiradas (1)
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03/01/2011, 15:40
Kalonos

Kalonos pareció dubitativo, como si por primera vez se pensara que pudiera estar equivocado. No obstante, cuando Hanna enseñó los libros su rostro se convirtió en una máscara de desprecio.

--¡Ladrones! ¡Eso es lo que habéis venido a hacer aquí! ¡A expoliar los restos de nuestra casa!

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03/01/2011, 16:08
Galatea

Hanna ya se había adelantado antes de que Galatea lograse reaccionar a una situación tan macabramente injusta, simplemente nunca había conocido a su padre, tampoco a su madre, no recordaba sus rostros ni sus voces, ni nada referente a ellos... sólo sus nombres. Era lo único que el anciano del Círculo había estado dispuesto a darle.

Y ahora la pesadilla más cruel posible de imaginar se acababa de materializar del polvo; aquello era un fantasma, uno de aquellos muertos vivientes que tanto aborrecía , pero también era Kalonos.

Sin embargo pareció reaccionar de golpe cuando Hanna hizo ademan de quitarle el Símbolo. La elfa frunció el ceño con un gesto extraño, mezcla de sorpresa y mezcla reprobatoria, de hecho no le dejó cogerlo, le dio un manotazo en la palma cuando lo intentó como quien no deja a otro probar una de las galletas de la bandeja recién horneadas.

Volvió a mirar al espíritu con los dientes apretados durante unos largos segundos que pareció ser lo que aguantó sin que se le retorcieran las tripas como serpientes. Fue entonces cuando emitió una especie de quejido exasperado y se llevó las dos manos al rostro como si se fuera a sacar los ojos por resultarle imposible ver aquello... aunque bueno, por suerte no fue para eso, lo había hecho para agarrarse ambos lados de la cabeza como intentando que no le fuera a estallar.

¡BASTA YA!

Se peinó hacia atrás con ambas manos, apretando mucho las palmas contra el pelo y luego volvió a dejar caer los brazos y a levantar la vista mirando a la acólita. La intención de Hanna era buena, lo sabía, algo dentro de ella lo sabía... pero en aquel momento le costó considerablemente el no mandarla a meterse en sus asuntos, simplemente se mantuvo así conteniendo la lengua y clavándole una caustica mirada pero breve.

Áscalon emitió un gañido entre confuso y tenso, la druida volvió a mirar a Kalonos enfrentándose de nuevo a aquella tortuosa visión.

(Élfico) Soy yo... tu hija—tragó saliva contrariada ante la situación y a la poco acostumbrada palabra, tenía el cuerpo tan rígido que parecía una estatua—soy Galatea.

Levantó ligeramente las manos como quien se muestra desesperadamente a sí misma. Esta vez miraba fijamente las espeluznantes ascuas rojas

(Élfico) Estamos vivas... las dos, Aleera también está viva, ¡no dejasteis que nos mataran!—la voz le tembló un poco y parpadeó dos veces por algún motivo—y estoy aquí para arrancar a Shar de este templo... tienes que poder saberlo de alguna forma ¡Mírame! ¡N-No puedes haberme olvidado!

 

Notas de juego

 

 

Lo pongo así porque asumo que alguno de los presentes tiene la amabilidad de traducirle a Khaila y a Rengar, que los pobre si no, no se coscan.

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03/01/2011, 17:43
Kalonos

Kalonos miró a su hija tal y como ella le había pedido.

--Galatea... --repitió en un murmullo.

El elfo desvió la mirada al suelo, agarrándose el pecho allí donde en su día hubiera estado el corazón.

--No... no puedo mirarte. Te pareces demasiado a Aurana. Sería demasiado doloroso si... no podría... --el elfo cayó de hinojos al suelo. Levantó la cabeza súbitamente --. Si realmente eres mi hija... recordarías la nana que te cantaba tu madre. Cántala para mi.

No era una exigencia. Era una súplica.

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04/01/2011, 00:50
Khaila

Tras haber registrado las estancias que quedaban del templo, finalmente, encontraron lo que debía ser la salida de aquel lugar. Pero... De repente el polvo empezó a remolinarse dando forma a un elfo. Khaila, por un momento se quedó paralizada, observando a aquel ser cuya consciencia y sentimientos había compartido no hacía mucho.

Llevó su mano hacia la empuñadura de su espadón, dispuesta a luchar contra Kalonos si hacía falta, pero a la vez temiendo ese momento. No quería blandir su arma contra el padre de Galatea, pero tampoco iba a permitir que les hiciera daño. Así que se quedó en silencio observando la escena y sin hacer el más mínimo movimiento.

Khaila, al contemplar como Kalonos dejaba de ser hostil y suplicaba a su hija que le cantara una nana, bajó la mano apartándola de la empuñadura del arma. De sus labios salió un suspiro mientras apartaba la mirada, era incapaz de seguir observando aquella escena...

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03/01/2011, 20:45
Galatea

 

Galatea se quedó mirando en un principio al fantasma con los ojos muy abiertos sin saber cómo sentirse. Odiaba con toda su alma a los no-muertos, y sin embargo aquél espíritu era parte de la poca familia que le quedaba. Verlo caer de rodillas pidiéndole aquello hizo que tuviera la sensación de que una mano fría e invisible le atenazase el cuello impidiéndole respirar... podía ver el dolor, la tristeza y la rabia consumiendo los nebulosos y demacrados rasgos del fantasma, tan auténticos como los de una persona viva.

"N... No puede ser... " .

La elfa nunca había sabido gran cosa de sus orígenes, ni de su ascendencia lythari, para ella todo era un misterio envuelto en bruma... pero había ido a ayudar a Khaila con una maldición y de pronto se había topado con un pasado que no recordaba, dentro de aquellos muros estaban saliendo a la luz cosas que la desconcertaban ¿Qué tenía que ver ella con el templo de Selûne? ¿Quienes habían sido Kalonos y Aurana? ¿Y si realmente se encontraba allí cuando había acaecido una matanza tan horrible cómo era que estaba viva si tan sólo era una niña?

"Esto no puede estar pasando...".

Suspiró y hundió los hombros. Aquello era una pesadilla, una cruel broma de mal gusto.

Durante los primeros segundos no supo a que se refería el fantasma... pero de pronto lo entendió, puede que no recordase absolutamente nada de Aurana, pero simplemente lo sabía, algo dentro de ella sabía qué era lo que le estaban pidiendo. No, suplicando.

.........

Áscalon se sentó sobre sus cuartos traseros y emitió un aullido suave, casi interrogante mirando hacia arriba. Era como si el lobo intuyera que lo que estaba pasando provocaba algo en su compañera... o como si quisiera alguna cosa. Galatea se limitó a acariciarle la cabeza con una mano, su rostro era marmóreo y sus ojos se habían ensombrecido un poco.

Cogió un poco de aire y sin dejar de mirar ni acariciar al lobo, empezó a tararear una melodía que al resto del grupo le sonaría haber oído antes...

En medio de aquella estancia tan solitaria y vacía la voz de la elfa tenía cierto eco, como el agua cristalina de un arroyo entre las rocas. Cantaba en élfico de modo que la letra resultaba de lo más melódica pero de alguna forma también inspiraba cierta melancolía. No parecía una "simple" canción... sonaba armoniosa y tranquila a la vez que conmovedora y triste.

Y no era cosa del timbre de voz de Galatea, simplemente daba la sensación de inspirar eso. En medio de aquel sepulcral silencio, se podía percibir mucho mejor que en el campamento.

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04/01/2011, 10:17
Aurana

Una segunda voz femenina se unió a la de Galatea a mitad de la canción. Era una voz que parecía formarse a partir del murmullo de las aguas y el susurro del aire. Una voz que le daba a la canción una profundidad basta, y que hacía sentir a quienes la escuchaban un dolor sin medida que era la fuente principal de su belleza.

Kalonos había dejado de ser un poderoso y fantasmal vengador elfo para convertirse sólo en un padre sollozando destrozado por el final trágico de las vidas de sus seres más queridos. 

En el aire se materializó una segunda figura fantasmagórica. Era una elfa de cabellos largos y castaños, con un penacho de plata como el de Galatea. A nadie se le escapó que era el fantasma de Aurana, la madre de Galatea.

Cuando la canción acabó, Aurana miró a su hija con una dulzura infinita y esbozó una sonrisa tan efímera que la druida dudaba de si había existido realmente. Pero el tiempo que tenía era limitado, y debía cumplir su cometido. La fantasmal figura de Aurana tendió una mano hacia Kalonos.

--Busca en tu corazón, esposo mío. Esta es nuestra hija --le dijo Aurana--. Dimos nuestras vidas, pero las salvamos. Ahora ven... ven conmigo a un lugar en el que el odio no volverá a encadenarte. Deja por fin tu pena atrás y toma mi mano. Ven...

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04/01/2011, 10:36
Kalonos

--¿Puede ser verdad? --repitió Kalonos, aún de hinojos, aferrándose el corazón--. ¿Puede ser este el final de todo este horror en vida? ¿Puede ser que lográramos salvar a nuestras hijas? ¿Puede ser que los dioses sean misericordiosos conmigo? ¿Puede mi culpa ser expiada? 

Habiendo perdido el deseo de venganza que lo ataba a aquel lugar la figura de Kalonos empezó a hacerse cada vez más débil y translúcida. Miró a los aventureros.

--Decídmelo vosotros. Dímelo tú, hija. ¿Hay algo que pueda hacer para enmendar mi error de alguna manera?

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04/01/2011, 12:18
Rengar

Rengar estaba fascinado. El elfo parecía ejercer cierto poder sobre Galatea, pues ya la había devuelto a su tembloroso estado de poco antes. Pero esta vez era de verdad. No entendía nada ni sabía quién era, pero cuando la druida empezó a cantar y apareció otra elfa, comprendió que estaban frente a sus padres. ¡Y pensar que había estado a punto de atacar a Kalonos! Pero al principio les había sido hostil, aunque no resultaba difícil comprender el motivo. Aunque ahora, que lloraba, ya se había arreglado.

Bajó las armas y se quedó a la espera, contemplando a la madre de Galatea como si fuese la fuente de algo hermoso. Sentía algo extraño al compararla con la druida y decidir que cuando envejeciera se convertiría en una mujer con ese aspecto, regio y sabio, y aún hermoso.

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04/01/2011, 12:55
Kanizhar

Kanizhar también había estado sobrecogido por la escena. Pareció volver a la realidad y tradujo al común en voz baja y respetuosa el diálogo que habían mantenido con Kalonos hasta el momento.

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04/01/2011, 17:58
Galatea

 

Galatea en un principio se sobresaltó ligeramente al escuchar que su voz se "desdoblaba" en otra que no conocía pero que se parecía. Otro fantasma estaba materializándose en la sala... cuando lo hizo dio gracias a que coincidiera con el final de la canción, porque se quedó sin habla.

Aquella figura translúcida se parecía tanto a ella y la miraba con tanta ternura que sólo podía ser una persona. Era la primera vez que la veía pero el aura que emanaba era muy distinta a la visión de un no-muerto cuya abyecta, maligna y retorcida naturaleza emponzoñaba todo lo que tocaba, marchitaba cualquier atisbo de vida y volvía gélido el aire y la sangre en las venas.

Aquél no, aquél era un espíritu bondadoso cuya etérea presencia resultaba cálida de alguna manera, inspiraba calma, inspiraba paz.

Áscalon movía ligeramente la cola sobre el suelo, el lobo tenía ahora las orejas erguidas y continuaba sentado al lado de su compañera que se había quedado con la mano quieta encima de la cabeza del animal, sin poder apartar la mirada de lo que tenía delante con los ojos muy abiertos. En el fondo sabía que, tras haber roto la cadena de venganza que impedía que Kalonos pudiera pasar al otro lado al elfo no le quedaba ningún asunto pendiente en aquél mundo... sabía que sus dos hijas estaban vivas y que no había fracasado en protegerlas. Aurana parecía haber estado esperándolo, esperando aquél momento para poder reunirse de nuevo con él.

Galatea sentía una sensación acuciante que no podía explicar, dio un par de pasos hacia ellos pero se detuvo, ¿qué iba a hacer? eran fantasmas, no podía tocarlos por mucho que quisiera. Había tanto que decir y tan poco tiempo... después de tantos años, ¿eran esos pocos minutos los únicos que se le concedían?

Cuando Kalonos habló, sin embargo logró encontrar las palabras para responderle. Podía haberle preguntado lo que había estado buscando durante tanto tiempo, algo sobre su ascendencia, sobre ellos, o sobre su estancia en el templo, saltaba a la vista que se moría por hacerlo... pero en lugar de eso miró un momento hacia atrás, a uno de los miembros del grupo en concreto que casualmente no la estaba mirando a ella. Luego volvió a observar al espíritu.

(Élfico) Khaila... fue mordida por un licántropo—dijo—la maldición de Shar implica Urdimbre Sombría, nadie ha podido curarla de forma normal.

Suspiró porque al parecer había estado conteniendo el aire.

(Élfico) Vinimos aquí buscando una cura, no sabemos exactamente qué es ni cómo encontrarla, ¿es eso... posible? estoy segura... No. que si alguien puede hacerlo, esa es Selûne.

No temblaba, pero su voz sonaba algo tirante y no era para menos. Cualquier otro estaría deshecho y si Galatea no lo estaba aún, o tenía una entereza envidiable que se encontraba ya al límite de su aguante o ya lo había pasado hace rato y disimulaba extraordinariamente bien.

(Élfico) Tu no... —levantó ligeramente las manos como quien espera consolar a alguien aunque volvió a caer en la cuenta de que tocarlo era imposible y suspiró negando con la cabeza—si creer en la redención y el entendimiento es un error, entonces la mismísima Triada no existiría.

Bajó lentamente las manos otra vez.

—(Élfico) El error... lo cometieron los sharinos, no tú, padre—el tenue aire sombrío que le oscurecía los ojos pareció iluminarse un poco y su voz perdió la tensión, ahora sonaba suave como siempre—tú, los dos, nos salvasteis a Aleera y a mí. Disteis la vida por nosotras y... no dejaré que lo que empezasteis quede en el olvido, voy a arrancar el mal de este lugar, voy a hacer que de nuevo los fieles de la Señora de Plata tengan un templo en el que reunirse—la elfa volvió a parpadear deprisaLo prometo.

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05/01/2011, 15:08
Hanna

 
Hanna había dejado a Galatea a su aire. Al parecer se había recobrado y volvía a tener la sartén por el mango... lo cual la aliviaba mucho. Podía parecer que no era asunto suyo, pero cuando un fantasma amenazaba con matarles, creía ciertamente que también lo era, por mucho que hubiera sido padre de quein fuese.

El resto le pareció... surrealista. Bello, a su manera, pero surrealista. Un fantasma que pide una nana, un segundo fantasma que aparece, como en una representación de teatro, justo en el momento, y un... final feliz.

Sin saber hacia donde mirar, pues ahora sí era un asunto íntimo de Galatea, se rascó la nuca desviando la mirada hacia la pared enmohecida.

Vaya... Pues sí que nos ha cambiado la sonrisa de Tymora en un momento... Ahora que pueda hacer algo por Khaila, y ya para casa... Que tengo unas ganas de darme un bañazo que... Espera... tengo más cosas por hacer...

Miró al fantasma.

Selûne ya ha salvado a Kanizhar... y de algo seguramente peor. Miró de reojo al antiguo protosacerdote. La cuestión es... Si f-fuisteis sacerdote... Carraspeó. Bueno...  Negó e hizo un gesto hacia Galatea, que siguiera hablando con ella en primer lugar. Si perdía la oportunidad... bueno. Mala suerte. Seguramente se maldeciría por dejarlo pasar, pero Kalonos no era ningún oráculo, a saber cuánta de su antigua sabiduría y conocimiento retendría, y Galatea querría apurar hasta el último instante. No iba a privarla de eso.

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06/01/2011, 10:45
Khaila

La voz de Galatea entonando aquella hermosa melodía, fue acompañada por la de otra elfa que apereció junto a Kalonos. Cuando Khaila la miró, enseguida la reconoció como la sacerdotisa que había estado protegiendo a las dos niñas durante aquella masacre. Su piel se erizó escuchando aquellas dos voces unidas en el tiempo. Sintió como sus ojos se humedecían...

De repente, el recuerdo de su propio padre se hizo muy vivo. Apretó con fuerza los dientes, no quería mostrar sus debilidades e hizo un gran esfuerzo para controlarse. Se secó con rabia la humedad de sus ojos, evitando que las lágrimas llegaran a deslizarse.

Kanizhar continuó traduciendo la conversación entre Galatea y sus progenitores. Pero Khaila nuevamente había apartado la mirada, no queriendo interrumpir en aquel reencuentro.

Aunque... Cuando el clérigo tradujo que la elfa le estaba preguntando a su padre cómo podían quitarle aquella maldición, sus oscuros ojos se centraron nuevamente en ella. Una sonrisa triste asomó a sus labios, allí estaba ella, reencontrándose con sus padres, y aún y así recordaba a lo que habían venido... Al escuchar la voz de Hanna intentando explicarse, le lanzó una mirada de reojo. Tanto tiempo sola, que había olvidado lo que podía ser la "amistad"...

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07/01/2011, 09:35
Kalonos

Kalonos desvió la mirada hacia Khaila.

--Así que eso fue lo que sentí cuando os acercasteis --comentó en común, refiriéndose a que la maldición licantrópica contenía Urdimbre Sombría--. Ayudaré a tu amiga, por supuesto. 

De entre los pliegues de su túnica extraño un vial que contenía un líquido plateado como el mercurio, pero mucho más líquido. Se lo tendió a la guerrera.

--Esto son las Lágrimas de la Dama --explicó--, recogidos de un fragmento de estrella caído en la superficie de Faerûn y bendecidas por un sumo sacerdote de Selûne. Bastará con unas gotas para contrarrestar cualquier encantamiento de Urdimbre Sombría. Debería bastaros para cinco dosis, si las administráis bien.

Cuando se hubo asegurado de que lo hubieron entendido, Kalonos se acercó hacia su hija.

--(Elfico) Cuando yo me vaya, no quedará ninguna otra presencia en estas salas, hija mía. Era mi dolor y mi odio... la fuente de todo lo que tú y tus amigos habéis tenido que sufrir. No sé qué ocurrirá cuando me vaya, pero lo más probable es que nuestra casa se termine de venir abajo. Era mi poder lo que impedía que los muros que quedaban en pie terminaran de venirse abajo. Lo mejor es que dejes a este lugar descansar.

Kalonos miró al fantasma de Aurana y una sonrisa iluminó su rostro devastado.

--(Élfico) Y recuerda, Galatea, que siempre te quisimos, a ti y a tu hermana. Que el amor es más fuerte que la muerte... que el amor auténtico es eterno como los dioses. Ahora... ahora puedo descansar en paz.

Kalonos suspiró y sendos fantasmas se fueron desvaneciendo en el aire.

Notas de juego

Habéis obtenido un nuevo logro:

REDENTOR

Puntos de héroe: 3.

Habéis permitido que Kalonos se redimiera de sus pecados. 

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07/01/2011, 16:03
Galatea

Galatea escuchó las palabras del fantasma y vio cómo este le daba a Khaila la tan valiosa y buscada cura. La elfa no temblaba, no lloraba, no había tensión en su rostro porque no existía gesto alguno que pudiera expresar lo que sentía, la intensidad con la que sus ojos miraban a Kalonos y a Aurana nacía de todo aquello que las palabras eran incapaces de decir.

Cuando finalmente el espíritu habló con ella, estiró de nuevo las dos manos, sabía que no podía tocarlo, que era intangible por muy cerca que estuviese, pero aun así lo hizo. Puede que fuese casualidad, o puede que fuera él mismo quien intuyera lo que la druida quería hacer y se moviera pero el caso es que desde fuera pareció que realmente pudiera tocarlo.

Galatea "cogió" una de las manos traslúcidas entre las suyas y la levantó hasta llevársela despacio a la mejilla donde lo más probable era que no fuese a sentir nada. Al principio estaba seria, pero cuando fue a hablar, su gesto cambió.

(Élfico) En ese caso, ya he arrancado el mal de este lugar—dijo esbozando una tenue sonrisa triste—Los muros, son sólo muros... lo que realmente importa es que las secuelas de lo que hizo Shar ya no tienen poder sobre ti, ni sobre el templo. Sus cadenas se han roto, con eso me basta para saber que lo he conseguido.

Lo "soltó" de nuevo, dirigiéndoles una última mirada a los dos, a fin de cuentas iba a ser el único recuerdo propio que tuviera de ellos. La sonrisa de la elfa se desvaneció.

(Élfico) Me habría... gustado saber algo más sobre... —se peinó inconscientemente con una mano el mechón de cabello plateado, luego suspiró y negó con la cabeza, auto-recordándose otra cosa—pero vinimos aquí por algo más importante que no podía esperar, seguiré buscando. Gracias... por ayudar a Khaila.

"Y a Imizael".

A las últimas palabras de Kalonos no respondió, pero fueron las únicas que lograron un ligero cambio en su expresión ya que provocaron que apretara ligeramente los labios en una fina línea. Acababa de explicar una filosofía similar sobre el concepto de "muerte" a uno de sus compañeros de grupo, era curioso cuanto menos que la idea se repitiera tan similar, tal vez por eso no quiso añadir nada pues lo habían hecho por ella. Sólo asintió... y murmuró algo en élfico que únicamente el fantasma pudo oír.

De hecho no hizo absolutamente nada más a parte de observar hasta que finalmente no quedó nada, como si quisiera atesorar hasta el último segundo.

Áscalon permaneció quieto a su lado, había dejado de mover la cola pero sus orejas permanecían erguidas y atentas. Se formó un profundo silencio de varios segundos, tras los cuales la elfa, sin darse la vuelta hacia los demás todavía, apoyó una mano en la cadera y la otra se la llevó a la cara, tapándose al parecer los ojos con la palma mientras presionaba con el índice y el pulgar las sienes.

Soltó un hondo suspiro y cuando habló su voz volvía a sonar de nuevo ligeramente contenida, es más, se le trabó un pequeño tartamudeo traidor.

Bueno, ya h-habéis oído, será mejor que salgamos de aquí antes de que esto se nos venga encima...

No obstante, a ella misma se la veía bastante incapaz de correr, desde lo ocurrido en la sala del piano parecía fatigada y, de hecho, tampoco había podido mantener ninguna carrera durante la lucha con los necrarios.