Partida Rol por web

Las Tierras de los Valles

24. Conjurar la Maldición.

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22/12/2010, 21:35
Hanna

Hanna no perdió detalle de lo dicho por Khaila, al fin y al cabo era posiblemente de lo más interesante que iba a oírse... pero lo que no se oía también podía ser interesante.

Su mirada se dirigió al clérigo solitario. Daba la sensación de que le dejaban de lado (cierta o no) y sin duda era por ser sharino, o al menos técnicamente sharino. El hombre se estaba esforzando y lo estaba dando todo. Había perdido a su madre, era algo que Hanna tampoco podía olvidar pues era amiga suya.

La mujer invisible soltó un suspiro y se acercó a él, agazpándose a su lado y poniéndole la mano en el hombro. Entonces se volvió visible voluntariamente. No era ninguna paladina, ni una tormita, pero ese tipo de cosas no le gustaban, y lo peor es que a lo mejor habia participado un poco ella también.

Te las has apañado de maravilla con los muertos ésos, Kanizhar... pero se te ve doblado... ¿Estás bien?

Miró al resto. No le quedaban en la expresión restos de la broma, si es que lo había expresado.

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22/12/2010, 20:38
Galatea

 

Al escuchar (y ver aparecer) a Hanna, Galatea recordó el detalle de que se había olvidado de que había alguien... invisible en la habitación, de pronto el enigma sobre lo que acababa de ocurrir pareció revelarse.

"Humanos...  jamás entenderé su extraño y retorcido sentido del humor".

La elfa se peinó hacia atrás el mechón plateado, apartándolo de la cara y llevándolo tras una oreja puntiaguda. Soltó un resoplido volviendo a mirar hacia la sala ya sin apuros.
Por suerte para Hanna, la druida era un buen ejemplo del término "paciencia" o de lo contrario lo más probable habría sido que la acólita de Mystra hubiera salido corriendo de la habitación con el trasero en llamas al igual que los necrarios.

Áscalon emitió un aullido sordo cuando Khaila se levantó, y al oírla, ella también miró hacia allí, con todo el revuelo de Ivelios se habían olvidado de la pobre guerrera... que de pronto se dirigió a ella para contar algo dolorosamente revelador.
La expresión de Galatea cambió, no hizo falta que perdiera el color pues ya estaba pálida pero sus ojos si parecieron perder el calor al escuchar aquello. Si Khaila acababa de tener una visión desde el punto de vista de Kalonos, aquellas palabras que había pronunciado con rabia y con desesperación entonces...

.........

Por su cabeza volvió a pasar aquella imagen, la de aquellas oscuras sombras con vida propia arrancándola de un empellón de los brazos del elfo cuya cara no... reconocía pero cuyo nombre sí, volvió a sentir aquella angustia y aquél miedo que no eran suyos, eran de la sacerdotisa de Selûne, de su madre, desde cuyos ojos había presenciado la espantosa masacre en la sala del piano.
Aquello la hizo morderse el labio inferior con tanta fuerza que un hilillo de sangre muy fino escurrió sinuoso por la comisura en una lucha titánica por mantener la compostura de cara a los demás, hasta descruzó los brazos y se llevó lentamente una mano a cada sien como si con aquello pudiera centrar la cabeza en el presente. Cogió mucho aire y lo soltó en un tembloroso suspiro.

"¿Qué pasó después?... " pensó frustrada ante el hecho de que le resultaba imposible recordarlo "Por misericordia... ¡¿Qué pasó después?!"

Al cabo de unos largos segundos así, la única respuesta fue que volvió a bajar los brazos y caminó despacio hasta la guerrera que temblaba en el sitio. Galatea recorrió la distancia que las separaba en silencio. No estaba para hacer muchas tonterías físicas por culpa de aquella condenada fatiga antinatural pero cuando llegó al lado suyo, se agachó y le puso una mano en el hombro como instándola a levantar la cabeza.

¿Estás... bien, Khaila?

No mencionó nada acerca de si habían dudado de ella o no, sólo dijo eso. Pese a que estaba haciendo un claro esfuerzo por mantener la voz tranquila había cierta tirantez en ella pero la pregunta había sido de verdad.

La otra mano en la que aún sostenía el Símbolo Sagrado, se encontraba aferrándolo con tanta fuerza que se le habían puesto los nudillos blancos.

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22/12/2010, 23:19
Rengar

Rengar miró a Galatea a los ojos durante una décima de segundo, lo justo para ponerse doblemente colorado. No recordaba haberse sentido tan avergonzado en su vida, pero tampoco había recibido nunca las caricias de ninguna mujer. Tragando saliva, procuró alejarse para ver como estaba Khaila, ocultando así su rostro a la elfa.

La guerrera recibió de nuevo la vista y torpemente procedió a explicarse. Aunque el semiorco intentaba concentrarse en lo que decía, no tenía un gobierno completo sobre sus funciones mentales. Por eso, mientras la guerrera hablaba y hablaba, él le daba vueltas a la caricia de Galatea. ¿Por qué lo había hecho? ¿Quizás porque había sido amable con ella? ¿Para intentar transmitirle algo? Y si era así, ¿qué? Ya le había dado palmadas en la espalda antes, golpes suaves en las placas de la armadura que para Rengar habían sido como picaduras de mosquito. No se parecía a la caricia entre la cota de malla, en un lugar recóndito entre las placas de metal, allá donde lo habría notado plenamente.

Aunque procuraba no mirar a Galatea directamente por temor a que ella le devolviese la mirada, en una de sus rápidas pasadas de reojo se percató de que estaba mordiéndose el labio hasta sangrar. Aquello lo alarmó. Miró a Khaila buscando en su semblante la razón por la que Galatea temblaba, pero no lo encontró. ¿Qué era lo que había dicho? ¿Tal vez algo sobre su posesión? ¿Pero qué? ¿Debía hacer algo? ¿Quizás... quizás devolverle la caricia? ¿Pero qué diría ella? ¿Y los demás? ¿Y qué significaría entonces?

Pero Galatea se adelantó e hizo a Khaila lo que él estaba decidiendo si hacerle a ella. Chascó la lengua y bajó la cabeza. Debía dejar de pensar tonterías y centrarse en lo importante. ¿Por qué temblaba?

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24/12/2010, 10:18
Khaila

Ascalon no se había separado en ningún momento de la guerrera. Incluso ésta todavía sentía la humedad que había dejado su áspera lengua en su mejilla. Apoyó el brazo sobre el lomo del lobo y se quedó con la mirada perdida... Un escalofrío recorrió su cuerpo al revivir nuevamente aquellas imágenes. Sentía como si todavía pudiera ver aquellos rostros suplicantes mientras la desesperación iba creciendo en su interior. Aquella culpa que la había embargado todavía le corroía por dentro.

Sus ojos nuevamente se habían humedecido. Si los cerraba sabía que vería nuevamente con claridad todos aquellos sacerdotes muriendo a su alrededor....

- Voy a morir matando sharinos... Y cuando la muerte se me lleve regresaré para vengarme... -

Esas palabras, lo último que había pensado Kalonos antes de que la guerrera se desvaneciera, salieron de sus labios al sentir la suave mano de Galatea y volver a la realidad. Miró a la elfa como si no la reconociera, como si en aquel momento se hallara muy lejos de allí. Aunque enseguida sus oscuros ojos reconocieron a Galatea y una mueca que intentaba parecerse a una sonrisa asomó a sus labios.

- Sí... Sí... No os preocupeis por mi... - Le respondió finalmente mientras se levantaba del suelo e intentaba volver a ser dueña de si misma... - ¿Y mi espada? - Preguntó al darse cuenta en aquel momento de que la vaina en su espalda se hallaba vacía. Miró a su alrededor y finalmente la vio en posesión de Hanna. Se iba a dirigir hacia allí, cuando recapacitó en el estado de Kanizhar. ¿Qué ha ocurrido aquí? Se preguntó la joven y miró a Galatea de forma interrogativa alzando una de sus cejas...

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24/12/2010, 10:43
Kanizhar

Kanizhar no miró a Hanna, sino que se observó las palmas de las manos a través del velo de lágrimas, como si no las reconociera.

--No, no estoy bien --replicó el clérigo--. Mi magia, no... no siento el peso de los conjuros en mi mente.

Miró a Hanna.

--¿Es... es posible que Selûne me haya liberado de esta maldición?

Notas de juego

Ish, +225 px. Sube de nivel la ficha cuando puedas.

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24/12/2010, 10:49
Hanna

Hanna sonrió.

Por una parte, su parte pragmática y práctica le decía que aquello era no un problema: era una putada. Se habían quedado sin el único sanador del grupo, y aún no habían llegado al meollo de la cuestión, aunque habían solucionado un problema 'lateral' y arreglado un entuerto que toparon nada más llegar.

Pero por suerte, cuando había dioses y diosas por medio, no siempre eran tan práctica, y sonrió a Kanizhar, dándole un breve abrazo al hombre, y al separarse le palmeó la espalda.

Por posible... es posible. Le sonrió y ayudó a levantar. Y si es así, me alegro... Tu madre estaría muy contenta. Quizá podrías volver a intentarlo para que se sienta orgullosa... Selûne te puede haber dado una segunda oportunidad.

Hanna estaba sorprendida, gratamente sorprendida, y su semblante mostraba muy buen humor. Estaba aquí por Khaila y la nieta del anciano elfo, sí, pero esta había sido una sorpresa excelente, porque habría alegrado a su amiga.

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24/12/2010, 15:32
Galatea

 

Áscalon movió la cola al parecer satisfecho con el resultado que había obtenido, el lobo se quedó mirando a Khaila con la cabeza ladeada y la lengua asomando.

Galatea por su parte no dijo nada mientras la humana se levantaba, a ella misma le costó unos segundos hacerlo, ya estaba jadeando otra vez. Las palabras que acababa de murmurar la guerrera le hormigueaban en la cabeza, no estaba muy segura de que hubieran sido exactamente suyas...

Digamos... que te volviste un poco hostil. Aunque no le hiciste daño a nadie, no te preocupes—dijo ante la muda pregunta que vio en los ojos de Khaila—ah, y unos necrarios aparecieron como comité de bienvenida, pero ya pasó todo.

Cayó en la cuenta de que Hanna estaba hablando con Kanizhar, el clérigo parecía... turbado,  y no era para menos, había perdido sus poderes. Había perdido sus poderes en medio de un templo maldito, pero la elfa distaba mucho de creer que aquello fuese algo malo.

Miró el Símbolo que tenía en la mano y pasó ligeramente el pulgar por el relieve de las siete estrellas, sentía algo extraño al tocarlo, como si no quisiera separarse de él... pero también algo le decía que, en efecto, su aparición no había sido casualidad y tenía un motivo. Khaila preguntó por su espada pero como ya la había localizado, se ahorró la respuesta también, en su lugar dio media vuelta y se acercó al ex-sharino, agachándose también a su lado. Comenzaban a protestarle las rodillas de tanto hacerlo pero ignoró aquél hecho.

Es más que posible—puntualizó las palabras de Hanna mostrándole el emblema de la Señora de Plata al humano—que esta sea tu segunda oportunidad, Kanizhar.

Y la mejor de todas si quería darle con la puerta en las narices a Shar. El clérigo era una buena persona, eso lo sabía, la oscuridad no estaba en él, la oscuridad le había engañado aprovechándose de su dolor. Sólo necesitaba una luz que le mostrase el camino a través de ella y la voluntad de querer seguirla, de redimirse. No es que esperase que de pronto todo fucionara a las mil maravillas pero el comienzo del camino era aquél.

Mientras esperaba a que lo cogiera giró el cuello para mirar a Khaila.

Había una... elfa llamada "Aurana" entre las sacerdotisas—su voz continuaba sonando algo tirante pese a que conservaba la calma y aquello más que una pregunta había sonado casi como una afirmación. Lo siguiente sí fue una pregunta, aunque bastante peculiar, lejos del típico "¿qué pasó con ella?" se impuso una que llevaba ya mucho tiempo aguantando sin formular—¿ ...cómo era?

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24/12/2010, 19:28
Director

Notas de juego

Es igualita a Galatea. Adórnalo a tu gusto ^^.

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26/12/2010, 13:32
Khaila

Las palabras de Galatea hicieron sonrojar a la guerrera. Intuyó que tras ellas había escondido algo más. Si Kanizhar había optado por cegarla seguro que se había puesto más que hostil. khaila tragó saliva y apartó la mirada avergonzada de sus compañeros... Si el clérigo no hubiese actuado rápido, ¿qué podría haber ocurrido? La joven guerrera no quería ni imaginarse qué funestas consecuencias hubieran devenido si hubiera conseguido golpearles...

Bajó la mirada, sentía como sus ojos ardían, pero no era el momento de echarse a llorar... En aquel momento se sentía débil, ¿de qué servían su fuerza si no era capaz de dominar su mente? Todos estos temores y dudas sumergieron a Khaila en un estado de desazón mientras Galatea se acercaba a Kanizhar y le hacía entrega del medallón.

Levantó nuevamente la mirada al escuchar la voz de la elfa dirigiéndose nuevamente a ella. La miró confundida mientras recapacitaba sobre la pregunta que acababa de dirigirle... ¿Aurana? Por un momento, la guerrera no entendió a qué se refería, entonces a su memoria volvió aquella hermosa elfa que la miraba con el terror dibujado en sus rasgados ojos, mientras intentaba proteger a dos niñas aterrorizadas... De repente Khaila se quedó sin respiración, había sentido pánico por ellas... Sintió nuevamente como su corazón se encogía por un dolor lacerante...

- Era tu madre... - Empezó a decir más como una confirmación que como una pregunta. Sus oscuros ojos se clavaron en los de la elfa. Khaila nunca había tenido suficiente tacto para relacionarse con la gente. Y quizas para muchos pareciera brusca, pero ella en el fondo sentía una gran tristeza... - Sí, tú también estabas junto a tu hermana. Tu madre os intentaba proteger mientras los sharinos mataban a la gente - . Por un momento su voz le falló y tuvo que tragar saliva para continuar explicándole a Galatea lo que allí había vivido... - Eres clavada a tu madre, tienes sus mismos cabellos, incluso el mechón de plata es igual al que tenía ella. Tienes sus ojos, su belleza... - En aquel momento Khaila se calló. Se sentía cortada explicándole a la elfa todas esas cosas delante del resto. Estaba muy confundida, todavía sentía esa mezcla de sentimientos que la sumergían en la desesperación. Por un momento había sido Kalonos, y su dolor había formado parte de ella... Respiró profundamente y nuevamente bajó la mirada sin poder seguir sosteniendo la de Galatea.

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26/12/2010, 22:36
Kanizhar

Kanizhar sonrió débilmente a Hanna. Por primera vez desde que lo conocieran, vieron un destello esperanzado en los ojos tristes del clérigo.

--Q-quizá podría intentarlo. Empezar de cero --dijo más para si mismo que para Hanna, enjugándose las lágrimas.

Cuando Galatea se le acercó, Kanizhar retuvo el amuleto en sus manos unos momentos mirándolo con atención. Pero después se levantó para devolverle el amuleto a la druida.

--Quédatelo tú --le dijo con una débil sonrisa--. Todos esto debe estar siendo muy doloroso para ti. Quizá tu madre llevara un amuleto como este. Puede ser un recuerdo bonito.

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27/12/2010, 09:45
Hanna

Hanna asintió con una sonrisita a lo que estaba viendo. Kanizhar no era un mal tipo, desde luego, solo había sido un necio. Profundamente necio.

La acólita dio una palmadita en el hombro a él y otra a Galatea.

Bueno, viendo que al final hemos acabado bien, si se me permite, voy a echar un vistazo a todos esos libros. Si no para nosotras, para Teredic habrá algo interesante.

Apretó un poquito los hombros de ambos y se fue a comenzar por recoger y apilar libros, no importa el estado de conservación. La Dama de los Misterios los devolvería a su estado original con tiempo y conjuros, en el templo del Valle de la Rastra.

Dejó aparte dos libros que habia encontrado más interesantes que el resto. Las portadas de la mayoría podrían leerse, y ese era el baremo que regía su trillado. De mayor a menor interés, tantos como pudiera cargar.

Al poco de comenzar, agazapada y con un libro en la mano, levantó una ceja mirando alrededor, y lanzó un sencillo hechizo. QUuzá revelase algo interesante. Miró un poco al altar y luego se fijó en el amuleto de Galatea. Luego siguió a lo suyo.

Bueno, no sorprende que sea mágico. Tampoco puede ser malo, ya se averig... Ladeó la cabeza Vaya... Bueno Sacudió un poco la cabeza, no queriendo comentar nada. Si es cosa de Selûne, malo no va a ser.

- Tiradas (2)
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27/12/2010, 22:16
Galatea

 

Galatea permaneció en silencio escuchando a la guerrera, de hecho estaba tan atenta a la explicación que podría decirse que ni se percató del gesto afectivo de Hanna. Cuando Khaila terminó, la elfa dejó de mirarla de soslayo para mirar un punto indeterminado del suelo.

...ya veo.

Lo que sí le llamó la atención al levantarse  fue el hecho de que el clérigo se dirigiese a ella devolviéndole el Símbolo Sagrado. Siendo sincera consigo misma, sentía como si realmente no quisiera separarse de él y lo cierto es que el gesto pareció cogerla por sorpresa. Rara vez alguien le hacía "un regalo" si podía llamarse así, mucho menos un humano, se relacionaba poco (lo justo) con ellos en la ciudad cada vez que Shira Frondaurea la requería.

La falta de costumbre hizo que se quedase un momento mirando el emblema con algo de desconcierto pero reaccionó enseguida y levantó las dos manos para cogerlo. Lo miró un momento y luego suspiró murmurando algo en élfico. A juzgar por la falta de traducción, el clérigo la entendía de sobra.

Ha... —hizo una pausa—Hantale, Kanizhar.

Tras varios segundos meditativos, repentinamente le ofreció la palma de una mano y esta vez habló en Común pero con una voz carente de inflexiones, de hecho, por no tener no tenía ni calor.

Dame eso.

Parecía estar refiriéndose al Símbolo Sagrado de Shar. Y de hecho mantuvo la mano en alto hasta que Kanizhar se lo entregó. Cuando lo tuvo se dio la vuelta, Hanna parecía haber encontrado algún libro interesante o estar en ello pero habló en general.

En esta sala no hay nada más, y no estaría bien que Ivelios se asfixiara con este hedor nauseabundo justo después de haber "vuelto"... Parece ser que tendremos que encontrar una forma de abrir la otra puerta—dijo—¿Podeis... ir volviendo? os alcanzo enseguida.

Dio unos pasos de nuevo por el pasillo hacia el interior de la sala, pero cuando llegó al lado de Rengar levantó ligeramente una mano y murmuró algo. Luego se quedó esperando.

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27/12/2010, 22:50
Galatea

 

Cuando Galatea llegó al lado de Rengar dijo algo que sólo él escuchó y tal vez fue a propósito. La elfa miraba al suelo, pero la expresión de sus ojos era distinta. Normalmente resultaban serena, apacible como el reflejo en las tranquilas aguas de un estanque, pero en aquel instante era como ver dos pedazos azules de hielo. Dos pedazos de hielo que encerraban llamas dentro.

¿Me puedes dejar tu hacha un momento, por favor...?—murmuró con la palma de la diestra ligeramente en alto y a la espera—puedes esperar si quieres... enseguida te la devuelvo.

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28/12/2010, 00:54
Rengar

El paladín aguardó hasta que todos se fueron para hablar con Galatea, pero fue ella quien se adelantó. De buena gana le prestaría su hacha, a pesar de que dudaba de que la elfa pudiese enarbolarla, pero estaba más preocupado por su estado que por ninguna otra cosa en ese momento. Aprovechó la inercia de la conversación para adelantarse y hablar con la voz algo ahogada.

-Gala... Galatea. Yo... eh... siento si te he parecido hosco. Imagino que no es fácil para ti. Esto. Es decir... Lo de tu familia. Pero... Si Khaila ha visto a tu familia, ¿no deberías estar contenta? -Sonaba un poco raro. No era eso lo que quería decir, no exactamente. Tomó aire. La lengua se le enredaba más de lo normal cuando la elfa posaba sus ojos en él-. Hay algo que Ilmáter nos enseña. El dolor y la muerte son necesarios. Son como el placer y la vida, parte de todo. Pero el dolor y la muerte, y la tristeza, no son... no son nada. No son... ¿cómo se dice? En vano. Todo el mundo sufre y muere por algún motivo, Galatea. Tu padre... tu padre fue un gran hombre. Intentó perdonar y vivir en paz. Lo traicionaron. Pero él... él vivió como se debe vivir. Y tu madre te protegió. Pero gracias a eso estás viva ahora, y eres como eres. Hay que aceptar los sacrificios propios y de los demás. Ojalá... Ojalá yo hubiese tenido unos padres así.

Miri nunca se había sacrificado por él, ni siquiera le había mostrado amor hasta bien llegada su adultez. Y su padre era un caso aparte. La única persona que se había sacrificado y que él había amado había sido...

-Mi mentora -dijo con la voz más ahogada aún. Pensar en ella dolía. Cada día menos, ¿pero sólo porque su mente estaba ocupada en otras cosas o porque había podido aceptar su muerte?-. Se llamaba Kestrel. Era... era muy importante para mí. Pero murió siendo ella misma: defendiendo a otros. Por más que me duela, no puedo dejar de alegrarme por su sacrificio. Gracias a eso... gracias a eso muchos de mi pueblo salvaron la vida, familias enteras. Quizás hasta la mía.

Se dio cuenta de que había hablado y hablado, y que no le había dado el hacha como le había pedido. Le tendió el arma y dio un paso atrás, algo avergonzado por su verborrea.

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28/12/2010, 01:28
Hanna

Hanna suspiró mientras seguía apilando libros. Ella ya se había acostumbrado al olor y tenía el olfato insensibilizado.

No te digo... Voy a dejar yo esto aquí.

Quisiera llevarme todo lo que pueda, este conocimiento aquí va a perderse. Tranquila, no molesto.

Y siguió a lo suyo. Bueno, quizá parecía un poco borde o intrusiva, pero realmente le interesaba seleccionar buenos libros, o que prometieran mucho, y no pretendía molestar a la elfa en un momento íntimo.

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28/12/2010, 13:49
Khaila

 

Durante unos instantes, Khaila se había quedado en silencio y con la mirada perdida. Vió sin ver como Kanizhar le devolvía el medallón a Galatea, fue consciente de la presencia de Hanna buscando libros, pero ella continuó manteniéndose en silencio, como si estuviera a varias millas de allí... El peso de su espadón, nuevamente colocado en su funda, reconfortaba a la guerrera de una forma extraña...

Pareció volver a la realidad cuando Galatea les invitó a abandonar la sala. La miró con el ceño fruncido y asintió con un leve gesto de cabeza. Deseaba salir de allí cuanto antes, dejar todos esos fantasmas atrás y poder respirar un aire menos viciado.

- Bien, os esperamos fuera, pero no tardeis... - Comentó de forma un tanto brusca. Miró de soslayo a la elfa, preguntándose por su estado, pero para variar, el marmóreo rostro de Galatea no reflejaba sentimiento alguno...

Apartó la mirada y se dirigió hacia afuera, dejándoles que se ocuparan de lo que desearan, y agradeciendo salir de aquel lugar. Nuevamente se encontró ante el pasillo lleno de escombros y empezó a trepar, deteniéndose para comprobar si el resto la seguía y necesitaba algún tipo de ayuda... Según se alejaba de allí, iba sintiéndose mejor. La presión que había estado estrujando su corazón poco a poco fue cediendo... Pero a cambio, dejó paso a una determinación mucho más fuerte... Durante mucho tiempo había estado aletargada, dejando que el odio que sentía por Osweld fuera adormeciéndose y viendo pasar el tiempo sin hacer nada... Ahora tenía un nuevo motivo por encontrarle y acabar con él...

 

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28/12/2010, 14:36
Galatea

 

Galatea se apoyó ligeramente contra la pared del pasillo dejando pasar a Khaila. No dijo nada aunque no parecía molestarle que Hanna dedicase un momento a buscar libros, es más, a ella misma le gustaría que realmente se conservase algo de historia sobre aquél templo... pero sin embargo, por algún motivo tampoco parecía que fuese a hacer nada hasta que no se hubiera ido todo el mundo. Paciencia seguía sin faltarle.

Áscalón emitió un aullido sordo con la garganta y se sentó al lado suyo.

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30/12/2010, 14:50
Galatea

 

Galatea esperó quieta hasta que Hanna también se marchó, de hecho se distraía mirando el Simbolo que asomaba de su mano al tener los brazos cruzados. Al marcharse la acólita lo guardó en la mochila pero entonces fue Rengar quien dijo algo.

La elfa levantó la vista y lo miró mientras hablaba, definitivamente al semiorco o le costaba dirigirse a los demás (cosa que no le extrañaría de ser cierta, la mayoría de la gente era muy escéptica con las razas) o le costaba dirigirse a ella. Si bien esto tampoco resultaba raro; Galatea solía mirar a la gente a los ojos siempre que hablaba o le hablaban, como si buscara qué le decía ese "espejo del alma" siempre en ellos, parecía ser una costumbre o algo así... tan intensamente lo hacía que era comprensible que resultara inquietante para la gente tímida, o para la gente que tenía algo que ocultar... en el caso del paladín se decantaba más bien por lo primero.

Lo dejó hablar sin ponerle gestos o sin meterle prisa, es más, ella misma cogió primero el hacha que le daban y esperó unos segundos antes de decir nada.

Y es una buena filosofía la de Ilmater, Rengar... sobre todo para los humanos—murmuró—los elfos tenemos una visión muy distinta de la muerte.

Por supuesto decía "mucho sin decir nada", pero no era extraño ya para quienes llevaban un breve tiempo incluso viajando con ella que se expresara de forma críptica o dejara en el aire el planteamiento para que cada uno sacara sus propias conclusiones.

Y los druidas otra. Soy elfa y soy druida, gracias a eso pueda contrastar las dos y no quedarme en un extremo—por una vez había dado a entender la suya que ya era más de lo que solía hacer siempre, puede que aquella "confianza" se tratase de una forma de agradecer la que el semiorco había tenido al hablarle de algo personal suyo—la muerte es sólo la parte transitoria del ciclo, no su final. La vida nunca se destruye, nunca termina, sólo cambia y se renueva—ladeó la cabeza haciendo una pequeña referencia más cálida a lo último que había mencionado el paladín—...al igual que los espíritus de las personas.

 

Se dio la vuelta y empezó a andar hacia el altar, disimulaba la fatiga pero arrastraba los pies. Áscalon por su parte se quedó mirando a Rengar, moviendo la cola contento por alguna razón.

—No e-es... la muerte en sí lo que lamento.

La druida no pudo evitar el ligero tartamudeo en aquella frase, pese a que su expresión era marmórea seguía notándosele en los ojos que algo la llenaba de cólera y a la vez de pesar, aunque contuviera ambos.

Ciertamente los miembros de aquél pintoresco grupo (y en especial Rengar) ya habían podido ver la desgarradora repercusión que tenía la pérdida de un ser querido un elfo cuando habían visto la reacción de aquellos Elfos Salvajes. Para unas raza tan longeva, perder a los suyos suponía una dolorosa tragedia mucho mayor que para cualquier humano pero sin embargo la última frase de Galatea daba a entender que en su caso no era así gracias a que podía "contrastar" ese punto de vista con el druídico.

Aunque si el motivo de aquella cólera y aquél pesar no era el haber perdido a su familia... ¿qué era?

Caminó hasta el altar con el hacha en una mano y el Símbolo Sagrado de Shar en la otra. Al llegar puso éste último sobre la piedra y sacudió la mano como si se la hubiese pringado con algo asqueroso sólo por el mero hecho de tocarlo...

... y de pronto cogió el hacha con las dos manos (ya que pese a ser de una también era "tamaño semiorco" y podía permitírselo) en el primer movimiento brusco que hacía desde que había entrado al grupo, emitió un gruñido que por unos segundos dejó rienda suelta a aquella rabia y trazó un arco golpeando con fuerza el disco que se partió por la mitad soltando un chispazo en medio de un vibrante sonido metálico que reverberó agudamente haciendo eco en la sala.

Un pedazo del Símbolo salió disparado, rebotó en la pared y en el techo para luego acabar girando sobre si mismo antes de quedar inerte, varios metros por detrás. El otro directamente salió brincando por el suelo sin control hasta pararse al topar con un escombro.

El eco del sonido se había quedado suspendido en el aire como un pitido sordo. Galatea suspiró con un jadeo y apoyó las manos una a cada lado del altar, apoyándose sobre él como si aquella energía de pronto se hubiera esfumado otra vez, como si el esfuerzo hubiera sido muy grande. El blanco haz que bañaba el altar parecía pesarle incluso cuando cayó sobre sus hombros y su cabeza ya que esta última la agachó ligeramente. El mechón de pelo plateado brillaba de una forma curiosa bajo una luz tan intensa, parecían hebras de plata de verdad.

Voy a borrar de la faz de este templo hasta el último rastro de Shar...—masculló con un murmullo que sorprendentemente temblaba por una mezcla de ira contenida y dolor—voy a arrancarla de aquí como el parásito que es.

Durante aquél instante fue como si aquella entereza que siempre la acompañaba a todas partes no pudiera mantenerse, como si el muro de hielo se hubiera resquebrajado por un momento. Por lo pronto se quedó unos segundos así, puede que recuperando el aliento, puede que la calma, puede que ambas cosas.

 

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31/12/2010, 00:59
Rengar

Rengar no pudo evitar sobresaltarse al escuchar el golpe del hacha. Había estado en batallas y la había hecho chocar contra escudos y armaduras, pero nada como eso. No sólo por lo que rompía, sino por quien la empuñaba. Jamás habría pensado que la elfa pudiese utilizar la fuerza bruta, y eso le daba una idea de su estado mental... si es que podía llegar a imaginarse el extraño y misterioso paraje que habría en él.

Pero después de destruir el símbolo, la vio temblorosa, vulnerable. Como suele decirse: humana, más que elfa. No le quedaban frases misteriosas ni miradas frías para combatir sus emociones, que emergían cuando se hacían demasiado poderosas para poder ser contenidas. Eso le dio miedo. Había llegado a creer que Galatea gozaba de una gracia parecida a la de los paladines: no mostraba miedo ni duda, sino decisión y sabiduría en todas sus elecciones. Aquella nueva faceta le sorprendía y rompía el corazón a partes iguales, y notó que lo inundaba un torrente de compasión. Sin pensar, porque se le daba mal y porque cuando veía a alguien en tan grande sufrimiento no era capaz de poner freno a sus impulsos, le puso una mano en el hombro. No fue tan pesada y descuidada como antes, sino una caricia en toda regla. Le estaba devolviendo lo que ella le había dado hacía sólo unos minutos. Quizá la aspereza de la malla a través de la túnica no fuese suficiente para transmitirle lo que quería, pero esperó que bastara con eso.

Tomó con la otra mano el hacha, no evitando que sus dedos rozaran las delicadas falanges de la druida, y la sujetó con firmeza. Habló con voz suave, en nada parecida al gruñido sobrehumano que había producido durante el combate.

-Yo también. Le he hecho un juramento a la Dama de la Luna. Limpiaremos este lugar y traeremos de vuelta a los clérigos y a los fieles, y todo será como antes.

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31/12/2010, 15:52
Galatea

Si bien era cierto que el aspecto de Galatea vista de espaldas resultaba vulnerable debido a que le temblaban los brazos, de cerca la impresión fue totalmente contradictoria.

La realidad era muy distinta.

Era cierto que temblaba pero no por miedo, ni porque se sintiera perdida, ni porque estuviera a punto de llorar, ni por dudas... de hecho parecía más segura que nunca de lo que tenía que hacer. Al acercarse, Rengar pudo ver que tenía los ojos fijos en el altar, reflejando dicha determinación y la mandíbula tensa reflejando la causa de los temblores: ira.

Temblaba de pura tensión, de lo fuerte que estaba agarrando los extremos del altar conteniendo aquellas llamas que golpeaban el muro de hielo tratando de romperlo y de salir afuera, llamas que habían llegado a agrietarlo por un momento cuando hizo pedazos el disco metálico pero que ahora de nuevo se veían sofocadas tras el frío temple de siempre y tras la férrea abnegación de imponer a Khaila sobre cualquier otra cosa, la guerrera no podía esperar, Galatea ya lo había dicho antes, había cosas "más importantes que yo" por las que habían ido a aquél templo.

Cuando sintió el guantelete de Rengar sin embargo aflojó las manos y se irguió lentamente otra vez, aunque se quedó mirando al altar.

Es difícil que vuelva a ser como antes—dijo como si hablase con el susodicho más que con el semiorco, aunque en un tono más bajo cuya entereza de nuevo podía controlar—pero eso no es excusa para que siga como hasta ahora.

Ya había tardado suficiente en volver a salir la frase críptica.

Pareció darse cuenta al hablar de que tenía algo extraño en la comisura del labio, era el hilillo de sangre de haberlo mordido antes así que se limitó a limpiarlo con el dorso de la mano, luego giró la cabeza para mirar al paladín (aunque tuvo que levantarla ya que era mucho más alto)

No existe oscuridad lo suficientemente intensa que la simple llama de una vela sea incapaz de iluminar, ¿verdad?—afirmó con una expresión muchísimo más serena. Otra vez lo miraba a los ojos como si pudiera ver algo a través de ellos, pero ya no parecía crepitar nada en los suyos. De nuevo parecían dos pedazos de cristal azul—Shar no tiene cabida entre estos muros, ya ha torturado durante demasiado tiempo las almas que los moran.

Al parecer la fuente de su malestar radicaba en el maldito Símbolo Sagrado que acababa de partir en dos, o eso, o disimulaba de una forma increíble... o era capaz de controlarse a una velocidad increíble.

Aunque yo sola no puedo echarla—repentinamente pareció hacer un esfuerzo por esbozar una sonrisa tenue que pese al ribete cansado que le confería la fatiga resultó algo más cálida que cualquier gesto anterior—gracias por ayudarnos, Rengar.

Aquél "ayudarnos" tenía algo que inducía a pensar que no se estaba refiriendo al grupo de aventureros, sino a las mentadas almas de los selunitas que habían sido masacrados tanto tiempo atrás en aquellas mismas salas... Galatea no recordaba absolutamente nada de haber estado allí antes, no sabía qué tenía que ver ella exactamente con aquel templo, pero aún así lo dijo.

Borró la sonrisa separándose de allí y se dio la vuelta a medias dispuesta a empezar a caminar hacia la salida.

Pero ahora, vamos, nos están esperando. A Khaila no le sobra el tiempo y no pienso dejar que Shar se la lleve a ella también.

Dijo aquello haciendo un ademán leve con la mano como si invitara al paladín a seguirla. Áscalon se había quedado sentado obedientemente esperándolos en el pasillo y les miraba con las orejas de punta en un gesto atento. Galatea se terminó de girarse y echó a andar hacia el lobo sin prisa pero sin lentitud. El último comentario pareció anecdóticamente dedicado a levantar un poco los ánimos en general.

Además, como siga respirando este nauseabundo hedor a necrario durante un solo minuto más, terminaré desmayándome.