Partida Rol por web

El juez Díaz Olmo era uno de los más obsecados en acabar con los elementos subversivos que suponían un atraso social. No se conoce mucho de la familia Diaz, solo la intachable carrera del juez. El único pariente vivo conocido del juez era Rodrigo Díaz Juan que trabaja actualmente en el museo del Padro.

Después de escuchar a Juana hay algo de lo que estás segura, lo has visto en más de una ocasión en el burdel, una mujer que miente más de lo que habla. Nada de lo que dice parece ser cierto, has visto esos tic, esos gestos, esas palabras monotonas y carentes de emoción. De algo estabas segura, Juana la chacha estaba mintiendoos a la cara

Aún a sabiendas de que aquella joven estaba mintiendo descaradamente, Lucia se mostró empática y escuchó el monocorde relato con especial atención. Sólo la interrumpió una vez para hacerle, lo que en apariencia sería, una pregunta tonta e inocente.

—¿Cuánto tiempo llevabas trabajando con la familia el día de aquel fatídico ataque?

Tras lo cual se mostró compungida y apesadumbrada ante aquel relato. Porque claro, quería que la joven pensara que los había engañado y que habían sido lo suficientemente idiotas para comprar el pescado podrido.

—Ya veo pequeña, parece que has sufrido mucho y no puedo ni imaginar el coraje que se necesita para sobreponerse a algo así —suelta, al tiempo que apoya su mano en el hombro de Juana tratando de reconfortar a la perra mentirosa.

—Creo que ya hemos acabado aquí y no queremos martirizarte... —hace una breve pausa, mientras finge estar luchando para mantener la compostura— Ya has sufrido demasiado.

—Detectives, ¿creen que necesitemos algo más? —pregunta, mientras mira a Rodrigo instándolo a cerrar la trampa—. Creería que gracias a la ayuda de esta valiente muchacha, más la información del arrepentido, hay más suficiente para que la guardia civil comience a librar órdenes de detención a la brevedad ¿No?

La trampa ya estaba cerrada, sólo cabía esperar que el bombón portugués fuese más que una cara bonita y que mantuviera esa boca suya cerrada... Habría que esperar.

-Sí, no sabe lo dificil que fue, el miedo que paseé, pensé que me mataban -dijo Juana llorando afligida. Ante la mención de Madame Ju de un arrepentido parece ponerse nerviosa-. ¿Un arrepentido? ¿Quién? A Pere no le hagan ni caso que es un mentiroso manipulador -Juana se tapa la boca al darse cuenta que ha hablado de más y empieza a temblar de miedo y en esta ocasión si os consta que no es fingido

Julia mira a Juana con una expresión relajada, finge no prestarle atención, aunque por dentro se moría por sacudirla en búsqueda de respuestas.

—¿Pere? —suelta un pequeña risita y la reprime rápidamente— No pequeña, ese es bueno para nada. Lo han atrapado aquí en Madrid, ya lo han interrogado y lo han soltado por inútil—agrega mientras rebusca en su bolso.

—Toma, ¿quieres uno? —pregunta mientras ella misma se prende un cigarro.

Le da una larga pitada al cigarro, mira a la criada con una expresión relajada y la reconforta.

—No te preocupes, la guardia civil se encargará de todo He escuchado que esta misma noche irán a echarle guante a unos subversivos cerca de Alcoy, parece que hasta han traído un interrogador capaz de arrancarle la verdad hasta al más duro entre los duros —comenta, mientras coloca la soga alrededor del cuello de la chacha.

Otra larga pitada al cigarro.

—¿Sabes? He escuchado que el Rey mismo perdonaría a cualquiera que ayude a desbaratar a la banda responsable de los atentados —suelta con ligereza, mientras espera que el nudo que había colocado alrededor del cuello de la chacha la lleve a cometer una estupidez.

Hace una larga pausa, echa una mirada a sus compañeros y les hace un gesto indicando que habían terminado.

—En fin, ya hemos acabado aquí.

Si ella acepta el cigarro yo procedo a encerme la pipa discretamente en el fondo. Estoy fascinado por las habilidades de la señorita Ju

-¡Peeeeeero qué está dicieeeeendo! ¿Lo ves? ¡Ha conseguido engañaros! ¡El muy sinvergüenza es lo que hace, manipula a todos! -Juana coge un cigarro intentando calmarse-. ¡A mi me lo hizo! ¿Sabe? ¡Me sedujo para engañarme! Yo soy un honrá, ¿sabe? Y tonta de mi que creo que todos lo son. Y allí estaba Pere, un hombre de buena percha, callao pero echao p'alante, fortachón, grandes manos y feo, pero feo como debe ser un hombre, que ya sabe que el hombre y el oso cuanto más feo más hermoso. Y Pere venía a la casa de mi patrón como vendedor ambulante, y el muy adulador me sedujo, el mú malnacío me dijo que me amaba, y se aprovechó de mi para entrar en la casa. No me daba cuenta de que intentaba sacarme información, porque yo como tonta creía que me preguntaba porque quería saber más cosas de mi. Y un día, ¡bam! se presentó con unos hombres que nunca había visto y comenzaron a matar a todos, yo me escondí, pero el mú malmacío me encontró, creí que me mataba allí mismo, pero me dijo que si le contaba algo a alguien vendría y me mataría. Así que yo callé, por miedo. ¡Y ahora lo dejan suelto!

Julia le da una última y larga pitada al cigarrillo, lo tira al piso y se acerca a la muchacha.

—Así son los hombres, pequeña. Son unos mal paridos, que toman lo que quieren y luego se largan —dice, en un susurro apenas destinado a la joven chaca.

Ella misma había estado en aquella situación y se había prometido nunca más estar a la merced de alguien más, hombre o mujer.

—Sí fue así como has contado, no tendrás ningún problema con los grises, te lo aseguro —afirma con seguridad, más con convicción propia que por conseguir un indulto.

—Pero hay algo que no cierra aquí y pareciera que los asesinos están haciendo todo lo posible para dejar un rastro de migas bien llamativo.

Pere, Pere... ¿Estarían hablando de la misma persona? No, pareciera que no. Era como si lo, o la, quisiese inculpar. ¿Sería un ajuste de cuentas interno? Porque en este punto no cabían dudas de que la propia Amelia era una anarquista.

Entonces, Julia se voltea hacia sus compañeros y pregunta.

—Detectives, necesitamos algo de intimidad. ¿Podrían darnos un minuto, por favor? Y por favor, no sé vayan muy lejos, podríamos necesitar si ayuda.

Ya sea porque sus compañeros se retiran, o simplemente porque le dan algo más de espacio, Julia coge a Juana de las manos y la mira a los ojos.

—Ahora sí, estamos solas y puedes hablar con total franqueza y sin vergüenza. Dime algo, ¿puedes describir a Pere? Y otra cosa más, ¿Has tenido intimidad con él? Venga, lo que quiero saber es si se la has visto, tocado o mamado... No importa cuál... Y no te avergüences, yo misma he visto y tocado más pollas de la que te puedes imaginar —agrega, sin siquiera sonrojarse.

-¿Peeeeero que clase de pregunta es esa? -Juana parece escandalizarte al escucharte hablar así-. Pero sí, mantuvimos una relación juntos, aunque al parecer solo lo usó para sacarme información. ¡Y yo pensando que se casaría conmigo! Ya le he descrito cómo era, no sé que más quiere saber

Habían mantenido relaciones sexuales y con eso no necesitaba más para quitar a Amelia de la lista de sospechosos. Era muy temprano para saber qué estaba pasando, pero pareciera que habían plantado un testigo para inculpar a Amalia.

Con aquella conclusión, Julia echa una rápida mirada hacia atrás, asegurándose que sus compañeros se habían retirado.

Imprimiendo una marcada sensación de urgencia en su rostro y voz la madama decide jugar su última carta.

—Juana, escucha bien esto porque lo diré una sola vez y si alguien me pregunta alguna vez, lo negaré enérgicamente —hace una breve pausa para sumar algo de dramatismo y así captar la atención de muchacha—. Los anarquistas te han tendido una trampa y te han dejado viva para que inculpes a un inocente. Yo conozco a Pere y, por la Inmaculada Concepción, te prometo que la persona a la que te has entregado no responde al nombre de Pere.

Con urgencia y los nervios un poco crispados, Julia coge algo de dinero de su bolso y se lo entrega a Juana.

—Toma este dinero, no es mucho, pero bastará para que te largues de aquí de Madrid. Mientras más tiempo pases aquí, más riesgo correrá tu vida.

La mira con compasión y agrega.

—Y si no tienes donde ir y necesitas más dinero puedes ir aquí —dice al tiempo que entrega una tarjeta perfumada con una dirección, la dirección de su prostíbulo —después de todo, siempre necesitaba chicas “frescas”.

Por último, se acerca a la muchacha y le da un beso en la mejilla.

—Cualquiera sea tu decisión, te deseo la mejor de las suertes.

Entonces, dando por terminada la conversación, Julia se da media vuelta y se retira del lugar.

Ya afuera, Julia hace una seña a sus compañeros para salir de allí.

—En resumen, o bien Pere se ha vuelto un nombre común, o alguien está intentando culpar a Amalia... Eso es si partimos de la premisa que Amalia no es parte de la banda que intentemos desbaratar, claro está.

—¿Que opinan ustedes? —pregunta más por cortesía que por interés genuino.

Entonces, tras escuchar la opinión de sus compañeros, se da vuelta hacia Rodrigo y le dice algo al oído.

—Dime algo, fortachón, ¿crees que puedas perderte un buen rato y desde las sombras echarle un ojo a la chacha? Hay salgo que no cierra y sería bueno seguir a la muchacha por una horas en caso que decía que a hablar con sus compas anarquistas.

-Me pregunto por que no la mató... La dejó con vida aún sabiendo que podría decir algo... Y no parece de esos que son compasibos... Habría que estar atento

-Puedo intentarlo. Pero no sé si soy el mejor para este trabajo. Me ha visto la cara... ya estará a la defensiva y si me vuelve a ver verá que algo raro...

—Síguele a la distancia y trata que no vea. No creo que tengas problema, es una chica pueblerina asustada, tampoco estamos hablando de un maestro del disfraz y el engaño.

-Ni yo he seguido a nadie en mi puñetera vida... quizá podrías pedir ayuda a una de tus empleadas...