Partida Rol por web

—Hago lo que puedo con lo que tengo, guapo. Pero no te preocupes, si tienes miedo o no te atreves a ponerte los pantalones largo... Se lo pediré a Heitor.

—Se me ocurren dos motivos para dejarla con vida: la dejaron atrás como chivo expiatorio, sabiendo que guardia civil estaría más que deseosa de mostrar algún tipo de culpable; o bien la dejaron para inculpar a Amalia y por eso se tomaron todas las molestias que se tomaron.

Levanto una ceja.

-Bufff que mal acostumbrada te tienen... Creo que voy a esperaros en el hotel

-Puede ser, oye ¿por qué no os quedáis alguno a vigilarla? puede que esté ocultando algo. Yo voy a acercarme al hotel voy a ver si tiro otro hilo que se me ha ocurrido.

Sonrío cortesmente a la dama y hago un gesto con la cabeza al cantante.

Cuando Rodrigo decide no prestar ayuda, Julia niega con con cabeza en señal de desaprobación.

—Has sido de gran ayuda... —dice Julia, con marcada sorna y sin molestarse en disimularlo.

—Bueno Heitor, tal y como lo veo tenemos dos opciones. Podemos esperarla aquí y arriesgar nuestros pellejos, o confiar en que la muchacha no sea tan estúpida de cruzarnos. Tu decides guapo...

Dejó hablar a Pere, se mantenía callado un par de pasos por detrás de ella, atenta en todo momento a lo que pudiera pasar. Aquellos ambientes siempre eran complicados, gente demasiado asustada y demasiado enfadada que tendía a cosas extremas de repente a la menor provocación. Aunque le gustó comprobar que Pere lo entendía.

"van a usarlo para volver a entrar en casas y llevarse a gente que nunca mas volveremos a ver"

" para los grises todos anarquistas"

Dos frases con las que nadie podría discutir, pero no todos lo querían ver. ¿Cómo que distribuye drogas? Aquella revelación le llamó la atención. Aunque lo de que el africano quisiera las drogas... bueno, no creía que tuviera que hacer uso de esas herramientas, tenía muchas otras mucho más baratas, miedo y fuerza.
Pero si aquello lo conectaba con alguien de Barcelona, aquello podía ser un recurso para Alberto. De repente aquello le tocaba más de cerca, menuda casualidad, o eso hubiera pensado si es que uno podía permitirse creer en los reyes magos o en las coincidencias.

Heitor se quedó un poco avergonzado al ver como Madame Ju hablaba con toda normalidad de ciertos temas sexuales. A esto había que hacer hincapié en que era una formidable interlocutora o artista de la elocución. - Me siento agradecido de su gran interpretación para conseguir información Mademe Ju, estoy seguro que ha tenido un gran puesto de responsabilidad. Pero yendo al tema creo que deberíamos de haber interrogado algo más después de lo que soltó, quizás viera algo que sirviera como prueba. De todas formas no deberíamos dejarla aquí, ahora que ha soltado la lengua estoy seguro que pueden venir a terminar la faena. Sería mejor que viniera con nosotros... hasta dejarla en otro lugar hasta que el grupo esté entre rejas. Ya sabe... ¿qué opina? Le dijo con una sonrisa intentando que su cara sonrojada volviera a la normalidad, y aunque él era cantor y estaba acostumbrado a un gran público, había temas que todavía le sonrojaban.

Quizás sí que te ha tocado la lotería, pues hay un contacto en una pensión cerca de vuestro hotel que coincide con la descripción que os dan, y sí, es allí mismo en Madrid.

¿Madame Ju? —pregunta sorprendida, al tiempo que se detiene en seco.

Entonces, mirando al portugués directo a los ojos, da un paso hacia él y se acerca un poco más de lo que marcaría la decencia como "correcto".

—¿Qué ha pasado que ahora, de repente, soy «Madame Ju»? —vuelve a preguntar, ignorando todo lo demás.

El perfume francés de Julia es muy marcado, una dulce caricia que invita a perderse entre sus encantos.

- ¿Entonces Yu? Comentó sorprendido mientras intentaba alejar de su mente todas ideas pecaminosas que se le venían con aquella mujer. Madame avanzó hasta casi ponerse a dos palmos de su cara, en esa cercanía podía besarla sin problemas... y su nariz se invadía de la fragancia de su aroma... Pero entonces carraspeó, y dio un paso atrás expresando su cobardía, después miró al suelo y guardó sus manos en sus bolsillos, en su actitud pensativa habló intentando evadir aquella situación y centrándose en la investigación que trataban... - Yu, ¿entonces?, ¿qué me respondes m...? Comentó terminando al final con una eme pronunciada sin más. - No podemos dejar a la mujer aquí, y debemos darnos prisa... pueden venir en cualquier momento. Si quieres discutiremos en otro momento sobre como dirigirme a ti sin que te den estos arrebatos de intimidad. Dijo mientras miraba al edificio y al suelo, viéndose una sonrisa nerviosa en su cansado rostro que mostraba una corta barba de tres días.

Julia mira a Heitor con desaprobación. De pronto el sexy cantante de fado se había convertido en un eunuco, o peor, en un cura santurrón.

"Qué desperdicio" —pensó.

—Mira muchachote. Ya sea por acción u omisión, esa criatura de apariencia fragil e inocente ha sido responsable del asesinato de una familia completa. Según lo veo yo no le debemos nada. Eso sin mencionar que la han manipulado para inculpar a uno de los nuestros —dice refiriéndose a Amalia—. Y a menos que tu intención sea agarrarla de los pelos y llevarla con la guardia civil, nos convertiremos en encubridores (o meros cómplices).

—Además no me termino de fiar de ella —agrega convencida y hablando solo con la verdad, pero ocultando su doble agenda.

—Ya ves, si hasta le he pedido a Rodrigo que le eche un ojo desde lejos, ya que de los tres es por lejos el más gris y olvidable, pero dijo que el no era espía y se limitó a irse silbando por lo bajo.

Coge otro cigarro y lo enciende, esta vez no se molesta en ofrecerle uno al portugués, aún sigue dolida.

—Así que te pregunto, ¿realmente quieres ayudarla? —pregunta, al tiempo que suelta una gran bocanada de humo sobre su interlocutor en plan cachondeo.

Heitor examinó el cambio de la mujer que parecía sentirse ofendida, pero quiso camuflar aquella impresión. - No lo veo así Yu, creo que los anarquistas han podido asesinar a la familia por sus convicciones políticas, ¿quizás?, y dejar a la criada con vida porque no representa una pieza dentro de los engranajes del contrasistema. No obstante si ven que puede soltarse de la lengua correrá grave peligro. Voy a hablar con ella y ofrecerle algún otro sitio en el que pueda estar a salvo, ella ha hablado de cosas que no habló con la guardia civil por tanto está colaborando. Comentó Heitor para después avanzar hacia la casa...

No podía creer lo que estaba escuchando de Heitor.

"Estás rodea de un grupo de bufones" —se dijo a sí misma, al tiempo que se le escapaba un bufido de molestia.

Pero entonces, cuando Heitor se da vuelta para ir a cometer una atroz estupidez, Julia lo coge del hombro y lo intenta retener lo suficiente para que la escuche.

—Heitor, querido... No seas pueril. -dijo, realizando un esfuerzo supremo para evitar decir "gilipollas".

—Si la rescatas no harás más que confirmar que ha hablado y automáticamente la convertirás en un objetivo —hace una breve pausa buscando darle énfasis a lo que vendría—. Lo sabes bien, tú mismo lo has dicho.

—Pero digamos que sacas de allí ¿Qué harás con ella, cuál será el próximo paso? ¿La entregarás a la guardia civil esperando que la traten bien; la dejaras sola para que la encuentren, la asesinen y tiren en un callejón sucio y miserable; o la llevarás con nosotros para que corra aún más peligro y para ponernos a todos una diana en la cabeza?

Habiendo dicho todo lo que tenía para decir, lo suelta y queda a la espera de ver cuál es la decisión de su compañero. Sea cual sea fuere, ella no lo dentendría.

Una vez fuera del lugar hizo un gesto a Pere para indicarle que debían hablar en un lugar aislado.

- Creo que puedo encontrar a ese tío de Barcelona -  Le dijo cuando hubieron dejado atrás el lugar y se sintió fuera del alcance de oídos indiscretos. - Aquí en Madrid - Explicó. 

Sin dar mayor importancia a su comentario y controlando a las personas que había en la calle en ese momento añadió.

- Me ha gustado lo que he visto de usted. - Complementó de forma aséptica. - Ha sido una grata sorpresa, aunque claro, imagino que nadie de nuestro extraño grupo es lo que parece, sin más. - Razonó.

Le escucho asintiendo, pero creo que no ve todo el conjunto. Las drogas son malas y peores si estan en las manos inadecuadas, cosas que se que pasara si no destruimos la fuente. 
Miro a mi acompañante que esta silencioso, antes de volver la atención a mi interlocutor. Me levanto apagando el cigarrillo estrechadole la mano antes de marcharnos de alli Alberto y yo.

- Perfecto, la cuestión es que quiera hablar o mas bien colaborar - le miro sentandome y asiento con una sonrisa - La blanca dama que nos acompaña creo que tiene un oficio en el que la atención de los varones, la da mucho beneficio. Creo que cuando la he dicho lo que me estaba guardando en el hotel pinche hueso. Pero... - me encojo de hombros quitandome la gorra y pasandome la mano por mi corto pelo echandolo hacia atras - Mi padre y mi hermano eran parte del movimiento en Barcelona, nos dejaron a mi madre, a mi hermana pequeña enferma y a mi solas. Amelia, pero todos me llaman por el nombre de mi hermano, al mismo que estaba viendo en la mesa del forense cuando hemos ido esta mañana. Creo que deberiamos ir a comer y luego volver al hotel a ver que han averiguado. 

Heitor se quedó pensativo por un momento, no sé sabe si es por la pregunta de Yu o por lo que estaba viendo de la mujer. - Le buscaré otro sitio, pero todavía no sé cuál, un motel barato pero lejos de aquí, aunque nos vendría bien un poco de compañía, pero tienes razón es muy peligroso. Le propondré pagarle un hotel hasta que resolvamos este asunto. Ella todavía nos puede ayudar, y mantenerla a salvo debería de ser una prioridad. Heitor afirmaba su compostura con un talante firme y un gesto serio, el hombre no veía nada de insensatez ni de ingenuidad en sus afirmaciones. Así que se encaminó hacia la casa: - Puedes venir o volver con los demás, la llevaré a un motel barato si ella quiere, al menos le debo de dar esa oportunidad. Dijo otra vez con esa mirada desafiante y esa compostura rígida y valiente, para después acercarse a la casa a paso lento.

"Al final no eras más cara bonita" —piensa, mientras echa una rápida mirada al portugués.

Entonces, cansada de invertir energía en asuntos de importancia menor, echa una última mirada de resignación a su compañero.

—Haz lo que quieras, Heitor. Solo recuerda que estás intentando solucionar un problema que tu mismo le causarás —dice, y luego se retira de allí sin más.