Partida Rol por web

La violencia no se detuvo cuando Nathifa pidió clemencia y entregasteis las armas. Os siguieron golpeando con los mangos de sus armas, y dándoos patadas a aquellos de vosotros que ya estabais en el suelo. Ni siquiera Shem, que había quedado dormido por la mirada mágica de los hombres-chacal, se libró de la paliza. Tal fue la tunda que os dieron, que pensabais que os iban a matar ahí mismo, pero no fue así.

Nathifa, Khéfera y Shem se despertaron varias horas después, gimiendo en una habitación sumida en la penumbra. Amuir, Jotnar y Madsul, aún seguían gravemente heridos e inconscientes, pero al menos respiraban. Os habían quitado vuestro equipo y dejado en paños menores, y estabais abarrotados en una pequeña estancia formada por tres paredes de ladrillo y una cubierta por barrotes. Los barrotes parecían sólidos, pero dos de ellos (uno a cada lado) estaban cortados a distintas alturas. Uno de los extremos de uno de los barrotes estaba ligeramente doblado hacia dentro. No había espacio para que ninguno de vosotros se escurriera por ninguno de los dos agujeros. Tal vez el coco, pero no se lo veía por ninguna parte. En la habitación había escaso mobiliario: un cubo y la estructura de madera de una cama.

Fuera de la celda podíais ver una habitación circular. Había una suerte de pozo en el centro, cuyo pretil estaba tallado de forma que pareciera una serpiente enroscada. De él ascendía un fuerte olor a carroña. En el lado opuesto a la celda en la que estabais, había una puerta de madera reforzada, cerrada.

C1 es el pozo. En esa misma estancia hay cuatro antorchas en sus respectivos hacheros. Vosotros estáis apiñados en la habitación justo al este.

Nathifa falla la segunda TS Fort contra el veneno y recibe otro punto de daño a Constitución. Ojo que perder Con reduce sus PG máximos.

(23) Amuir: -5/35 (inconsciente)
(15) Nathifa: 9/13, no letal 4 (-5 Con)
(15) Jotnar: -8/55 (inconsciente)
(14) Kéfera: 27/32, no letal 24
(3) Madsul: -7/20, no letal 1 (inconsciente)
(3) Shem-su-namun: 28/32, no letal 25

Nathifa despertó sintiéndose miserable. Por los golpes, por el veneno, por haber perdido, por estar en manos de sus enemigos. Se dio unos momentos para compadecerse de sí misma y luego, con un suspiro, se puso en pie. Toda la vida había estado privada de libertad, lo único que cambiaban eran las circunstancias. Y si las penalidades la derrotaran, hacía tiempo que estaría muerta. Puede que ella no supiera usar un cuchillo de cena para cortarle el hígado a alguien antes de que cayese siquiera al suelo, o que los dioses mismos no la hubiesen bendecido con la capacidad de llamar a los elementos, pero lo que sí sabía hacer era sobrevivir, incluso cuando otros caían a su alrededor. Levaba toda la vida haciéndolo, y no pensaba dejar que unos perros de  acabaran con su racha, sólo porque hubiesen aprendido a andar sobre dos patas y usar pulgares oponibles para manejar la espada.

Lo primero que hizo fue comprobar que no había nada de lo que llevaban que se les hubiese pasado por alto, pero habían sido concienzudos en privarlos de nada que pudiera ser una herramienta. Tendrían que hacer lo que pudiesen con las habilidades que tenían. Se acercó al sacerdote y lo tocó con suavidad en el hombro.

-Adivino de los misterios, hemos sido derrotados y apresados-estaba segura de que no era difícil de deducir lo que había pasado, pero la última vez que Shem había estado consciente había sido en una realidad bastante distinta, y necesitaba que se centrara en el momento cuanto antes-. Amuir, Madsul y Jotnar están gravemente heridos y necesitan ayuda. Imin y sus hombres nos han quitado todo y nos han traído a esta celda para interrogarnos, así que no he podido curarles con la varita.

Del sueño y la confusión, Shem pasó al dolor de los golpes, a la anulación, a la oscuridad y sobretodo, a la confusión ¿Qué diablos había pasado?

Cuando volvieron en si, no pudo evitar gemir por el dolor que sentía por todas partes. Era la primera vez que le daban semejante paliza. Su mente, aun embotada, no pudo evitar empezar a preguntarse cómo había llegado hasta allí. Todo lo que recordaba con claridad era los ojos de aquel hombre-chacal antes de quedar incapacitado.

La voz de la bella Nathifa le sacó de aquellas disquisiciones ahorrándole un montón de tiempo. La miró... esos miserables no habían tenido problema en pegarla a ella también. Abrió la boca para contestar, pero lo cierto es que no se le ocurría demasiado.

Simplemente agitó la cabeza y miró a su alrededor. Efectivamente, todos sus compañeros habían sido vapuleados y malheridos. El combate que siguió a su desvanecimiento debió ser horrible y rápido, puesto que ni siquiera habían podido sacarle de aquel embrujo.

-Lo veo, bella Nathifa -susurró, para luego poner una mano sobre su antebrazo en señal de apoyo- No os preocupéis. Intentaré recuperarles...

Lanzó una mirada y también vio a Kéfera, que también había recibido lo suyo.

-Kéfera si podéis moveros, vigilad la puerta. Intentaré que mis ensalmos no llamen la atención pero... nunca se sabe.

Dicho aquello se irguió, y cuando comprobó que podía andar sin caerse redondo por el dolor de las heridas acudió a los más graves empezando por su amigo Madsul.

-Oh, mi querido amigo... cuánto mal te han hecho. -negó con la cabeza con algo de frustración. Pero no era momento para aquello. Era momento de canalizar el poder otorgado por Thoth. Haciendo los gestos convenientes y diciendo las palabras adecuadas, aunque intentó que no resonaran demasiado en aquel lugar.

Una vez hecho aquello, procedió con el bueno de Amuir y luego con el enano, en el que se empleó más a fondo.

Cuando hubo acabado descansó un momento para ver el resultado de sus curaciones...

Madsul se incorporó lentamente, sintiendo en el pecho y el abdomen el dolor terrible causado por la mordedura del acero de aquellas hienas bípedas que les habían atacado en las ruinas. El poder del ser oscuro que le habitaba no había sido suficiente para abrasarlas hasta la muerte, y su venganza se había cobrado en la carne del nómada, que no había podido resistir las heridas. Sabía que había estado al borde del final.

Eres un estúpido. - decía la voz de su interior - Debes permanecer vivo, de lo contrario no me servirás de nada.

Madsul odiaba aquella presencia, pero no podía librarse de ella. Le atormentaría hasta el final de sus días. O tal vez solo hasta que lograse sus propósitos, fueran cuales fuesen.

Fuera como fuese, allí estaba él. La mano sanadora del venerable Shem le había restañado las heridas, y el dolor era ahora menos intenso, más soportable. Se levantó lentamente, comprobando que sus captores le habían privado de cuanto llevaba encima. Tendrían que apañárselas así.

- Uno os agradece vuestros cuidados, venerable Shem. - dijo con reverencia - Sin duda vuestra sabiduría es grande.

Echó un vistazo a la estrecha celda, y contempló la cerradura. Sin duda otros más diestros que él ya pensaban en el modo de salir de aquella situación, aunque costaba imaginar lo que tenían por delante.

- ¿Cómo podríamos salir de esta trampa, y continuar con nuestra labor?

Shem asintió y sonrió levemente hacia su amigo el hechicero. Puso una mano sobre su hombro y añadió:

-No podía hacer menos, pues debía haber hecho más. La mirada de aquel ser me pilló desprevenido. Una situación que espero no vuelva a repetirse.

Cuando preguntó cómo salir de la celda, añadió:

-Aún mantengo mi pacto con el fuego... pero igual sería mejor hallar un modo más discreto para salir. Debemos recuperar nuestro equipo de las manos de nuestros captores. Creo que esa debería ser nuestra prioridad. Si alguno necesita reponerse más aún de sus heridas, creo que todavía puedo realizar alguna plegaria más al Señor de la Magia.

Jotnar gruñó algo ininteligible que probablemente fuera un agradecimiento al clérigo, se quedó sentado y miró primero a su alrededor analíticamente durante unos instantes de silencio tras los cuales se rascó la cabeza y terminó por suspirar. Aquello era nuevo.

«Echo de menos a Nepthis»

Terminó por ponerse de pie y tras comprobar que todo el mundo estaba bien (dentro de lo que cabía) se acercó a Amuir, que a aquellas alturas ya le había quedado claro que era especialista en trastear con trampas, mecanismos y demás cachivaches por el estilo.

—Ey, chico. ¿Crees que podrías intentar lidiar con esa cerradura?—preguntó dándole unas palmaditas en el hombro. Luego parpadeó anecdóticamente como si acabase de caer en la cuenta de algo y puso el otro brazo en jarras añadiendo a nadie en particular:—. ¿Dónde rábanos está Cocotilio? Ya anda haciendo de las suyas sin mí.

No iba a negar que lamentaba no haber presenciado el juicio de Osiris, pero tampoco iba a hacerle ascos a seguir vivo. El dolor ardiente de las heridas lo recorrió de arriba abajo cuando se despertó, las heridas estaban todavía frescas, aunque cicatrizadas; la magia de los clérigos evitaba la muerte, pero no paliaba el dolor. No, eso solo había que aprender a acallarlo antes de que uno se volviese loco.

-Gracias -murmuró con la voz ronca hacia el sacerdote de Thot. Sin él, seguramente, habría muerto desangrado o de una infección en aquella celda oscura y húmeda. Ya había estado en más de una celda así y sabía que no sería la última en la que acabase.

Se sentó en el suelo, medio desnudo, cubierto de sangre y con unas cuantas cicatrices más que añadir a la colección que ya tenía. Una colección de lo más variada para cualquiera que observase al asesino con un poco de atención, aunque era bastante diestro en elegir las mejores zonas con sombras en las que esconderse.

-Sí, puedo abrir la cerradura, pero necesito tiempo y no sé de cuánto disponemos. Antes de eso ¿qué planes tenéis más allá de abrir la celda?

Se puso a rebuscar por la celda algo metálico que fuese de utilidad.

Estoy a 15 pg de un total de 35, necesitaré un par de curaciones pequeñas más, si tenéis.

Para que lo sepais, dispongo de mis maniobras de combate. De utilidad, ahora mismo, una postura me permite ganar ocultación (los enemigos tienen un 20% de probabilidad de fallar si intentan pegarme) y, tal vez, la más útil es una invisibilidad de un asalto (6 segundos). Podría recuperarla con otro 6 segundos y ser intermitente para los enemigos xDDD

Por otro lado, para abrir la celda necesito elegir 20 y eso me llevará tiempo (lo que da una probabilidad de que alguien se presente en mitad de la faena).

- Dejame ayudarte, dijo Kephera mientras intentaba preparar una pieza de madera de la cama para que Amuir la utilizase para abrir la cerradura, intenta usar esto, es lo mejor que he podido preparar

Shem había cerrado las heridas más graves, por las que ella poco podía hacer. Había sido entrenada para hacer la vida agradable a otros, no para ayudar en combate, atender cuchilladas y consolar moribundos. Pero aliviar heridas, dolores y molestias menores era algo que sí le habían enseñado cómo hacer.

-Si hay guardas fuera, podemos intentar atraerlos a una trampa dentro. Si logramos abrir la puerta cuando nos creen enjaulados, quizás podamos usarlo para nuestra ventaja. -Comentó, respondiendo a la pregunta de Amuir, mientras con la mano en su hombro, usaba la energía del lugar para ayudar a sanar con más rapidez sus heridas-Si no los hay, quizás la otra puerta pueda abrirse igual que esta. Pero antes, ¿quizás en esa habitación ahí delante haya algo que nos ayude?

Se acercó luego a Kéfera. Aunque sus heridas no eran tan graves, la habían golpeado a conciencia. Curar algunos de aquellos golpes y moratones debería ayudarla a moverse con más facilidad.

Siguiendo las indicaciones de Kéfera y el asentimiento de la mirada de Madsul*, Shem se dispuso a realizar una serie de plegarias más a Thot para restablecer la salud de los guerreros. Sólo esperaba que pudieran detener a los enemigos, porque el resto estaba mucho más expuesto.

Después de aquello, se retiró un momento a descansar. Aún le dolía todo el cuerpo, pero confiaba en que sus compañeros pudieran abrir aquella puerta para buscar su equipo...

Shem y Nathifa se dedicaron a restañar las heridas del grupo, mientras Amuir y Kéfera se dedicaban a hurgar en la cerradura con un par de clavos del catre que Jotnar había ayudado a doblar. Madsul se hizo un arma improvisada con una pata de la cama y, unos minutos después, la cerradura se abrió con un chasquido.

Salisteis con cautela de la celda en la que os habían arrojado. El hedor a carroña era insoportable, y al asomaros al pozo que dominaba el centro de la sala corroborasteis que aquella era la fuente del mal olor. En la pared del pozo había tallada una pequeña pasarela que se podía utilizar para descender. Para la inmensa mayoría de vosotros la pasarela se perdía en la oscuridad. Jotnar, en cambio, sí que pudo ver que ahí abajo, en el fondo, había enroscada una enorme serpiente de relucientes escamas, aparentemente dormida. A su alrededor había huesos de humanoides diseminados y restos de equipo, aunque no era el vuestro.

Vuestro equipo, a decir verdad, no se veía por ninguna parte. Vuestros captores no habían tenido la decencia de dejarlo al alcance de la mano. Había otras dos celdas adyacentes a la vuestra: una no tenía rejas y la otra estaba medio derruida, con la puerta destrozada como si la hubieran reventado desde dentro. La estancia arruinada estaba repleta de cascotes, vigas de madera y telarañas. La que carecía de rejas tenía una mesa, donde descansaba una sierra y dos cuchillos de gran tamaño, mellados y sin afilar. Tanto la mesa como las herramientas estaban cubiertas de sangre reseca. En el techo había anclada una argolla por la que habían pasado una soga de cáñamo.

Aviso a navegantes. Quizá estéis habituados a jugar de otra manera, pero como habéis visto en la Subciudad Immaskari, los dungeons son entornos vivos. Generalmente y aunque siempre hay excepciones, los enemigos no van a estar esperándoos en sus habitaciones para atacaros. Si sois especialmente ruidosos (como lanzando una docena de hechizos sin ton ni son) podríais atraer la atención de uno de los habitantes del dungeon. Si os tomáis vuestro tiempo (como eligiendo 20 para Buscar trampas, o en Inutilizar mecanismo para abrir puertas) os podéis topar en el laborioso proceso con alguien moviéndose hacia la zona en la que estáis, patrullando o en sus quehaceres rutinarios. El fragor de una batalla prolongada también podría atraer refuerzos de otra parte del complejo.

En general, todas estas cosas que he mencionado tendrán como consecuencia una tirada de Encuentros Aleatorios. Esta vez habéis tenido suerte y no ha venido nadie a ver qué está sucediendo, pero tenedlo en cuenta como factor a la hora de tomar decisiones.

Amuir: 28/35
Nathifa: 9/13, no letal 4
Jotnar:  38/55
Kéfera: 32/32, no letal 5
Madsul: 12/20
Shem: 28/32, no letal 25

He copiado la última lista que ha puesto Armodan. Si veis algún error u omisión, me decís.

Una vez fuera de la prisión, aquella atmósfera tétrica y oscura preocupó a Shem. Aquel pozo oscuro le daba malas sensaciones y cuando el enano les indicó de forma queda que había algo grande, sintió como se le erizaba el vello de la nuca.

Había que mantenerse en silencio para no despertar a aquella bestia, asi que hizo un gesto hacia el único lugar que parecía la salida y esperó su turno para ir en la retaguardia de forma cautelosa.

Madsul salió de la celda en último lugar, observando los alrededores con cautela, mientras rebuscaba, guiado por un instinto interno, cosas que pudiesen ayudarle a recuperar los dones del espíritu que le poseía. Se acercó a la mesa de los cuchillos, observándola con interés. ¿Tendría algún pedazo de goma pegado?* Parecía demasiada fortuna. Al margen de esto, se entretuvo en buscar algo con lo que alumbrarse. Jotnar parecía no necesitar de tales medios, por la claridad con la que había podido ver el fondo del pozo, pero el resto harían bien en disponer de alguna fuente de luz**.

- Esa criatura podría salir en nuestra búsqueda más adelante. - dijo un asustado Madsul, entre susurros - ¿Creen vuestras venerables personas que es buena idea dejarla ahí?

El nómada no estaba seguro. Si tropezaban con algún guardia y este daba la voz de alarma, el peligro les acecharía desde su espalda. Pero quizá no tuviesen las armas adecuadas para enfrentarse a aquel monstruo horrible.

Jotnar se había agenciado una de las patas de la cama como arma improvisada y había asomado al pozo arrugando la nariz por el desagradable olor, aunque en cuanto echó una ojeada abrió los ojos de par en par y sacudió rápidamente una mano para llamar la atención del resto. Lego hizo un gesto de silencio con el dedo sobre la boca con la otra.

—Hay una culebra enorme enroscada ahí abajo y por el "decorado" que la rodea deduzco que son de las que comen gente—susurró. Tras escuchar a Madsul negó con la cabeza—. No podemos hacer gran cosa por el momento. Al menos está durmiendo. Pero teniendo en cuenta que no tenemos ni armaduras y lo más parecido a un arma con lo que contamos es la pata de una cama, creo prefiero intentar confiar en que no se despierte; como lo haga ahora muy probablemente nos coma a todos con patatas imaginarias.

No problemo, Midrangor. Se cita un poco el orden de acontecimientos y yasta.

La serpiente que había visto Jotnar interesó a Nathifa. Se preguntó si sólo era una serpiente común o algo más. El relieve alrededor del pozo también tenía una serpiente, y no creía que fuera casualidad. Aunque eso significaría que ya usaban ese pozo de esa manera en la época de los immaskari. O que la serpiente era más vieja de lo que parecía.

En todo caso, ahora no tenía tiempo ni manera de investigar eso. Tenían que irse cuanto antes. Los demás estaban cogiendo cualquier cosa que pudiera servir como arma, incluso algunas de las patas de la cama. Jotnar y Madsul ya habían cogido una, y ella decidió que ya que estaban desmontándola, bien podían hacerlo del todo y cogió las otras dos. Dudaba que fuera a usarlas, pero no sabía cuanto iban a durar las que llevaban los otros enteras si las usaban para golpear cosas con ellas*. No es que estuvieran hechas precisamente por maestros armeros, bien podían necesitar algunas extra.

Se acercó despues a la habitación que suponía usaban para los interrogatorios. No pudo evitar un escalofrío al entrar en ella, y dedicó una rápida oración a cualquiera de los dioses que estuviera escuchando para lograr escapar antes de que usasen aquellos instrumentos con ellos. Pero la soga que debían usar para sujetar a los prisioneros podía ser útil, si lograba desatarla, así que hizo unos rápidos intentos por obtenerla.**

Vio que Madsul buscaba algo que pudiera usar como componente para sus hechizos, y siguiendo su ejemplo, se acercó a la habitación cuya reja había sido reventada desde dentro. Sabía que era probablemente una esperanza fútil, no sabiendo lo que había ocurrido, y seguramente habiendo pasado mucho tiempo, pero si acaso aquello lo hubiera hecho un mago o hechicero encerrado allí, quizás dejara algo detrás.

Sin muchas más preparaciones que pudiera hacer, se acercó a la puerta mientras los demás terminaban lo que estuvieran haciendo e intentó escuchar con atención para intentar captar los sonidos de cualquiera que se acercara o que estuviera fuera.

Agarrando un cuchillo siguio a sus compañeros, al ver la sala de torturas y que Nathifa intentaba hacerse con la soga le parecio una buena idea, intentemoslo con esto a ver si cortamos, dijo mientras intentaba cortar en el nudo y llevarse la mayor parte de la cuerda

Con ayuda de Kefera, Amuir consiguió abrir la celda. Se tocó los dedos callosos, llenos de cicatrices y endurecidos por el uso de las armas, todavía tenía algo de sensibilidad para manipular la cerradura a pesar de que unos clavos retorcidos no era la mejor de las herramientas. A veces uno tenía que utilizar lo que tenía a mano para sobrevivir, incluso aunque fuese un triste cuchillo sin filo para torturar prisioneros. Lo manipuló en el aire para comprobar que podía hacer, no era mucho, pero un golpe preciso en el lugar adecuado podía hacer mucho daño. Ese era su trabajo, la precisión cuando la fuerza bruta fallaba.

Se adelantó un poco. No podía ver dentro del foso, pero el enano sí, y estuvo más que de acuerdo en dejar tranquila a la criatura. Aún no habían dado la alarma como para preocuparse por la serpiente. Ya lidiarían con eso más adelante, cuando dispusieran de más herramientas que no con lo puesto.

Se acercó a la puerta para comprobar si estaba cerrada o si había alguna trampa oculta.

No fue demasiado complicado recuperar la cuerda, bastó con que Nathifa se subiera a la mesa para deshacer el nudo que habían hecho en la argolla. Arramplasteis también con cualquier cosa que pudiera ser utilizada como arma, y Madsul recuperó algunas cosas que podían ser empleadas como componentes de conjuros.

Mientras tanto, Amuir avanzó hacia la puerta. No parecía estar esperándole ningún mecanismo para incautos, al menos no desde este lado de la puerta. Cuando apoyó la oreja en la puerta, escuchó perturbadores y quedos sonidos del otro lado.

Madsul encuentra una esquirla de cristal, un trozo de hilo de cobre y un pellizco de lana basta muy sucio que debió formar parte del relleno de algo. Podéis usar eso como componentes materiales / focos arcanos para algunos de vuestros conjuros.

Como dije, en la estancia circular hay cuatro antorchas encendidas en sus respectivos hacheros. Coged las que os plazca.

Amuir: 28/35
Nathifa: 9/13, no letal 4
Jotnar:  38/55
Kéfera: 32/32, no letal 5
Madsul: 12/20
Shem: 28/32, no letal 25

Nathifa se apartó de la puerta, intercambiando una mirada con Amuir sobre lo que acababan de oír. No habían tenido suerte. Esperaba que sus captores los consideraran más desvalidos y menos peligrosos, pero estaba claro que creían que necesitaban tomar precauciones con ellos. O puede que simplemente esta sección de la subciudad estuviera poblada por monstruos.

Viendo que Madsul que parecía haber tenido algo de suerte en la búsqueda de cosas que pudieran ser usadas como foco para sus hechizos, se acercó a él, pidiéndole cualquiera de las cosas que él mismo no necesitara, mientras en un susurro explicaba lo que había al otro lado de la puerta. O lo que se escuchaba.

-Por esa salida también hay...algo. Nada que parezca humano.-dijo, antes de intentar describir a los otros la clase de ruídos que se escuchaban.

-¿Abrimos la puerta?

Madsul entregó a Nathifa el cobre y el cristal que había hallado, pues, salvo la lana, el resto no le servirían de nada. O eso fue lo que la voz de su interior le transmitió con impaciencia. Aquel espíritu ígneo no parecía nada satisfecho con la situación.

Has sido un estúpido al perder el saco de componentes. - le decía - Ahora mi poder es mucho más limitado.

El nómada no respondió al diálogo interno, hacía mucho tiempo que había dejado de hacerlo. Aquella presencia le acompañaba y le exigía, y él callaba y le hacía el menor caso posible. Pero no era algo que pudiese controlar realmente. Haciendo caso de su apremios, el nómada se acercó a un hachero, y cogió una de las antorchas. Cuando la tuvo entre manos, se volvió hacia sus compañeros de fatigas, asintiendo a las palabras de la bella Nathifa, y susurrando en respuesta.

- No podemos quedarnos en este sótano durante eras. Ya nos hemos escapado. - sonrió - Nuestros crueles y pestilentes captores sin duda nos torturarán o darán muerte, si nos hallan así.

No deseaba pedirle a Amuir que hiciera los honores una vez más, pues su destino había resultado casi funesto la última vez. El espíritu de su interior no se ofrecía a cubrir de sombras al diestro asesino, y Madsul sospechaba que aquello tenía que ver con la bolsa perdida. Tendrían que apañarse sin ello.