Partida Rol por web

-¿Qué están haciendo esos insensatos?-Susurró Nathifa.

No estaba segura de que aquellos temblores fuese resultado intencionado de los poderes que Khaibet estaba intentando usar, o los rituales o experimentos  que se llevaban a cabo allí, o si eran producto colateral de lo que fuera que allí se hacía. Pero sintiendo aquellos movimientos que parecía que la tierra misma se estuviese alzando, no le cabía duda de que los que allí moraban estaban lidiando con más de lo que podrían controlar. Y si su destino era reunirse pronto con su maligno dios, era un viaje en el que no deseaba acompañarlos.

Señaló la puerta doble al final del pasillo.

-No hay salida visible en el pasillo. Aquella puerta. ¿A un pasillo o una sala más grande?

Iban a tener que escoger una puerta, si querían encontrar una salida. No estaba segura de si aquella era más prometedora o era mejor escoger una más discreta, pero tenían que apostar por alguna. La que porbablemente no condujera al exterior era la que daba, según la forma de los pasillos, a una gran sala central. Con aquella disposición, grande y central, imaginaba algo importante, como un salón de ceremonias o una sala de trono, no una humilde escalera. Pero mientras los demás decidían qué hacer, la curiosidad pudo más que ella y se acercó con cuidado a la puerta de la sala central, intentando escuchar lo que ocurría al otro lado.

- No se si quiero acercarme al origen de esos temblores o poner distancia entre ese punto y nosotros, estaba claro que el aspecto sobrenatural de por donde estaban yendo los acontecimientos no le gustaba a la exploradora.

- Da igual que puerta elijamos, una salida a un piso exterior puede estar en cualquiera

Shem se detuvo un momento para admirar las pinturas en honor a Set. Estaban adentrándose en el “vientre del chacal” en vez de salir hacia fuera para descansar. 

Cuando empezó a oir aquel temblor se paró cauteloso y afinó el oído… aquello no le gustaba…

Madsul contemplaba con expresión bobalicona aquellas obscenas imágenes, que le sugerían todo tipo de placeres inimaginados, a los que podría acceder si lograba encontrar su máscara. ¿Su máscara? ¿Qué máscara? Él no había tenido nunca ninguna máscara. Era una lástima, habría podido hacer tantas cosas...

Escuchó las palabras del venerable Shem, y pestañeó. Salvia. Sí, eso debía ser. ¿Qué era la salvia? No estaba seguro, pero si el venerable Shem decía que la había aspirado, la habría aspirado.

Entonces todo tembló, y el nómada se fijó en los dibujos de las paredes. Se movían, sugerentemente, de formas extrañas e inverosímiles. Pero no solo los dibujos, también el suelo. Sus compañeros parecían nerviosos, pero Madsul no lo estaba. Todos buscaban algo, mientras él seguía mirando los relieves con expresión idiotizada.

No recibís más información de la que ya di. Nathifa no oye nada por encima del rumor y Kéfera no es capaz de discernir dónde se origina.

No sabes de qué se trata (aparte de lo que la descripción que ya hice en su día), pero proviene de la sala central.

Amuir se detuvo junto a los demás y miró a ambos lados del pasillo.

-No sé de dónde viene ese sonido, pero no me gusta nada.

Se acercó a la puerta doble, buscando con cuidado algo que pudiera ayudarlo a discernir cuál era el mejor camino a seguir..

16 en Percepción y 15 en Buscar en esa puerta de ahí

Hubiese o no alguien dentro de la sala central, estuviese o no ocurriendo algo allí dentro, con aquel rumor bajo sus pies (¿o quizás venía de alrededor de ellos?) era imposible oír nada. Nathifa desistió y volvió junto a los demás,  deteniéndose sólo para apartar a Madsul de su contemplación de los murales, y suavemente girarlo hacia donde Amuir estaba lidiando con la puerta.

-Suficiente atención le has dado por el momento tanto las serpientes como a los bípedos intentando imitar sus danzas de apareamiento. Vamos a dejarlas tranquilas un ratito y observar esa bonita puerta, ¿sì? A lo mejor sale alguna sorpresa por ella en cuanto la abramos-Le susurró, conduciéndolo junto a los otros-. Intenté oír algo tras la puerta de la sala central, pero nada pude con este ruído de fondo-les dijo a los demás cuando los alcanzó, aún en voz baja. En parte, para no ser escuchada por posibles guardas u ocupantes de las habitaciones. Pero en parte, con aquella estraña voz de piedra sonando, le daba la impresión de que algo grande y vivo estaba a su alrededor, y aunque seguramente fuera sólo su mente, no quería llamar la atención de nada.

Sin mucho más que hacer, se dedicó a observar lo que Amuir lograba sacar de la puerta con sus manejos.

El sacerdote de Thoth, que iba en retaguardia, finalmente se quedó mirando hacia atrás con el báculo en una mano y la otra señalando el lugar desde que sus oídos le decían que venía el peligro.

-Sea lo que sea, viene de esa sala central que nos hemos dejado atrás. -retrocedió unos pasos más hasta estar más cerca del grupo. -Vosotros diréis qué hacemos. Si ignorarlo, huir o afrontarlo...

—Necesitan un nuevo decorador de interiores con urgencia.

Jotnar comentó aquello mirando los dibujos de la pared, tres segundos después, cayó en la cuenta de que sus compañeros estaban hablando de otras cosas así que se se rascó la cabeza y se acercó a ellos.

—Bueno, podría ser la típica misa negra en la que se está invocando algo terrible, ya sabéis. A los tarados mentales, cultistas y similares les encantan esos disparates—dijo—. La cuestión es si nos conviene meter las narices en algo así estando como estamos os no y buscar otras cosas... ¿Podéis recordarme todo lo que sabíais de la función que tiene lo que han robado y para qué lo han robado?

-El cáliz es un objeto de gran poder. En principio su principal función es sanar... y de hacernos con él serviría para contrarrestar los efectos de la plaga que ha inundado la ciudad sobre nuestras cabezas. Pero Khaibet quiere o sabe usar ese mismo poder para algo no tan bueno. Al menos, eso averigüamos por una carta de su puño y letra.

-En otras circunstancias, diría de interrumpir lo que sea eso sin miramientos, pero entiendo que nuestra falta de recursos y necesidad de descanso pueda obligarnos a tomar una acción más... cauta. Como poder vislumbrar lo que ocurre realmente ahí dentro. -terminó de decir.

Amuir no encontró nada en aquella puerta, de modo que regresó junto a los demás.

-No podemos afrontarlo, estamos demasiado perjudicados. Puedo seguir peleando, pero si me hieren, seguramente no salga con vida. Dejad que eche un vistazo en esa sala. Si tan solo es una misa en honor a Set y no hay cáliz a la vista, tenemos que buscar una salida y volver con refuerzos. No aguantaremos mucho más.

Postura Hijo de las sombras para ganar cobertura + Capa del engaño para ser invisible. Miro puerta (buscar trampas 17), abro puerta (sigilo 24), miro dentro (percepción 29, 20 natural), cierro puerta.

*quien dice "abro puerta", dice "miro por alguna rendija". Entro un par de casillas si hace falta para tener perspectiva de la habitación. 

Y así fue, a través de una rendija, como Amuir se asomó al sanctasanctórum del Templo de las Sombras. Tal y como os habíais temido, en aquella estancia central se llevaba a cabo un ritual. El techo de la habitación era irreal: en vez de piedra estaba formado por nubarrones negros y retorcidos, en los que pedazos de roca flotantes y arena en suspensión giraban en perezosos círculos, produciendo al rozarse y chocar entre sí el extraño rumor que habíais escuchado antes. De tanto en cuanto crujía un pequeño relámpago que dejaba cargado el aire con olor a ozono. El centro de la sala estaba dominado por un altar de piedra caliza, en el que descansaba una copa de bronce de aspecto vulgar y un extraño tomo cuyas páginas eran delgadas láminas de metal. De la copa escapaban briznas de luz que flotaban, ascendiendo como diminutas luciérnagas, hasta perderse arriba, en la negrura. 

Delante del altar, de espaldas a la entrada, había tres ritualistas. Dos de ellos eran mujeres descalzas con máscaras doradas y pelo húmedo y apelmazado, petos y brazales de piel de serpiente, y vaporosas faldas de lino abiertas a los lados. La tercera figura pertenecía a un hombre, pero dudabais que fuera humano. Era alto y fornido, de tez morena. Iba embutido en una reluciente armadura dorada de combate, y de sus omoplatos brotaban dos enormes serpientes que silbaban ociosas, agitando sus lenguas bífidas en el aire. Se apoyaba en una guadaña y extendía la otra mano hacia el techo, como si dirigiera ahí su plegaria, pero su mirada estaba baja, pues seguía los renglones del libro abierto frente a él.

—(Roushoum) Káteldhe meirakie, bulómedha son haima, kúbhidse man dipsan…

Dirigía el cántico en un idioma desconocido para Amuir, apenas intuido bajo el rumor de las piedras y la tierra que se agitaban en el remolino del techo. Las mujeres lo asistían, pronunciando al unísono los coros de la larga recitación y haciendo girar las páginas de metal a lo largo de las argollas cuando era menester. Tan absorto estaba el trío en la realización de la ceremonia, que no parecieron percatarse de que Amuir los espiaba desde la entrada.

—(Roushoum) Katemeirakiesohaimamandipsan…

El altar está en el centro. Los tres ritualistas están entre la entrada y el altar.

Amuir: 35/35 (Hijo de las sombras)
Nathifa: 13/13
Jotnar:  55/55
Kéfera: 32/32
Madsul: 20/20 (+4 TS contra veneno 6 minutos)
Shem: 32/32

La descripción de la escena y la copa alertaron a Shem. El cáliz parecía ser lo que andaban buscando y el ritual… ¿qué podría ser?

No conoces ni entiendes los detalles del ritual, pero no hace falta saber mucho para comprender que no es algo bueno. Intuyes (por el rastro de lucecitas) que la copa está vinculada místicamente a lo que sea que hay en el techo: tratar de llevársela sin haber deshecho lo que sea que están haciendo con ella podría tener nefastas e imprevisibles consecuencias para el ladrón.

Estás segura de que no traman nada bueno xD.

Shem no sabía exactamente cuál era el ritual, pero si que Khaibet lo había vinculado a él, lo cual hacía imposible sacarlo de allí sin que acabaran con el ritual.

Mientras avanzaban hacia la otra puerta para que Amuir revisara, añadió en un susurro: Es... peligroso, pero creo que la esencia del cáliz ha sido vinculada al ritual que se está llevando a cabo. Igual para cuando acabe, el cáliz ha perdido todo su poder, amén de que no podríamos llevarnoslo si no interrumpimos toda esa magia. -suspiró- No habrá otra oportunidad, me temo, si queremos cumplir con nuestra misión.

Madsul sonrió ampliamente, pues su sospecha de que el momento álgido había llegado se confirmaba con las palabras del venerable Shem-su-namum.

- Nobles amigos, la hora de la verdad nos alcanza. Los dioses están observando.

Y lo que vieron los dioses hacer a Madsul fue sacar, de su mochila, varios objetos y frascos. Estaban agotados, el espíritu que le habitaba se lo hacía saber, pero habían recogido algunos artefactos por el camino, y esos serían útiles. Sacó un talismán redondo y emplumado*, y se lo tendió a Nathifa, pues ella compartía sus dones arcanos, y sabría qué hacer con él. Él mismo tomó otro objeto alargado de madera, y pronunció en la voz más contenida que pudo una breve palabra de poder, lo que hizo que su imagen se triplicara. El fulgor habitual retornó a sus ojos al hacerlo. Tendió también aquella vara de madera a Nathifa.

- Protégete con ella, bella Nathifa. Después, el fuego del corazón abrasará a esos infieles de ahí dentro.

Debían prepararse, y todos sabían qué hacer.

- El poder de mi interior cegará y quemará a los que allí habitan. Venerable Shem, vuestro Dios sin duda podrá traer también maleficios para ellos. Nuestros diestros amigos sabrán cómo derrotarlos.

Miraba a Amuir, al peculiar Jotnar, y a la furiosa Kéfera. Sin duda su poderío quedaría demostrado pronto. Pero, en todo caso, Madsul no dudó en untar con aceite la punta de su enorme lanza. Un momento ritual antes de las batallas más temibles.

- Cuando la puerta se abra, el fuego del interior será cegador. No debéis mirar hasta que la luz haya pasado. Lo sabréis.

El sacerdote de Thoth asintió a las palabras de su amigo.

La situación no era ventajosa, pero... había llegado la hora de enfrentarse a Khaibet, impedir el ritual que estaba haciendo e intentar retomar el cáliz... el objeto por el cual estaban allí. 

-Al abrir la puerta, dejad que silencie el entorno de Khaibet y sus ayudantes. Eso no sólo hará que les sea más difícil actuar contra nosotros, sino que podría interrumpir el ritual o incluso retrasar la llegada de ayuda. -acabó diciendo mientras suspiraba y se preparaba frente a la puerta para lanzar el hechizo- Usemos la ventaja de los números a nuestro favor. -añadió.