Partida Rol por web

Mientras dimitri se acercaba a servir a sus compañeros, oyo el comentario de Gorax.

Estaba aun apenado de saber que su cuñado se encontraba encerrado en el castilo.. quizas incluso muerto. Pero encontrar a Durius con vida parecia al menos animarle un poco.

- Ya! Nos vamos ya mismo?

Pregunto perplejo, mirando hacia el posadero...

Bueno, que mas da... nada me une en realidad a este lugar.

- Tirsa de Arges... eso queda muy lejos?

- Durius debería encontrase en la ciudad de Pitesti, al oeste. No está muy lejos. Deberíamos prepararnos para salir mañana temprano.

     -- Me fijo en las reacciones del hombre, si ha visto el nerviosismo del camarero.

DARIU:

- Te parece que se ha puesto nervioso en cuanto ha visto entrar al Mercenario Misterioso.

     -- Me acerco hasta la mesa del mercenario

Mirando hacia el mesonero apunto.

-Entonces me preparare para el viaje nada mas acabar la jornada.

Espero que podamos encontrar al señor Durius vivo.

La llegada de Gorax con la noticia del paradero de Durius aviva los ánimos de los cuatro amigos, que durante unos instantes lo celebran ante la mirada perpleja del resto de los ocupantes de la posada.
El posadero intenta desesperadamente llamar la atención de Dimitri para que sirva al Mercenario lo antes posible y parece estar cada vez más nervioso.

Con cierta desgana, pero no sin cierto temor, me acerco a la mesa del mercenario.

- Que desea el señor?

Le pregunto, sin atreverme a mirarle directamente.

- "Lo de siempre, vino tinto." -

Bigun exclama algo en latín al escuchar las palabras de Gorax. Parece contento pero no demasiado cuando se levanta y se va a sus aposentos a recoger las cosas y prepararse para el próximo viaje.

Solamente Gorax entiende que se alegra de salir de Bucarest pero no de ir al oeste y no al este para abandonar Transilvania.

Gorax, más inexpresivo, sigue a Bigun también para prepararse. Antes avisa a Dimitri:

- Intenta conseguir comida para el viaje también, la que podamos. Nosotros haremos lo mismo.

El caballero mercenario mira a Dariu el Mensajero:

- "Me han dicho que quieres entrar en la Guardia del Voivoda. Tal vez tenga una misión para ti como mensajero. Necesito que le entregues esta carta al Caballero Durius de Slobozia, que se encuentra en Pitesti, en la Tirsa de Arges. Tu pago serán cinco Florines y un puesto de mensajero al servicio del Voivodato." -

     -- Sera un honor cumplir con la mision, mañana en cuanto amanezca me pondre en camino.

     -- Cuando tenga un minuto voy a prepararme para el viaje.

Antes de irme me da tiempo a escuchar las palabras del misterioso cliente.

"Bien. Parece que no andaba errado el guarda."

- Se hace tarde y los clientes de la Posada que no residen en ella se van marchando, incluyendo el Mercenario Misterioso.

- "¡Hora de cerrar! Dimitri, recoge las jarras y platos de las mesas. Tus amigos pueden dormir en los bancos de la Sala Común, hoy tenemos pocos huéspedes." -

     -- Me preparo para dormir, con algo de nerviosismo, pues mañana puede ser un dia especial, intento despertarme nada mas despunte el alba.

- Dimitri decide quedarse en la ciudad, esperando la vuelta de sus compañeros.

- Gorax y Bigun deciden viajar a la Tirsa de Arges para encontrar a su sodal Durius de Tremere (posible nuevo Praeco del Tribunal de Transilvania) y completar así la misión que les encomendara meses atrás el Anciano Dagu el Paciente.

- Dariu les acompaña, pues porta una carta de Uber Caprescu para el Caballero Durius de Slobozia.

La Condesa Dubieta Szantovich llega en su carruaje hasta Bucarest, escoltada por el Caballero Schaar Dyv y acompañada por su criada Errieta.

A medida que os acercáis a Bucarest el pequeño punto en el horizonte se va haciendo cada vez más grande. Pronto divisáis una enorme ciudad, completamente rodeada por un gran muro de piedra, salpicado cada cierta distancia por unas torres de madera que se levantan amenazadoras contra cualquier enemigo. Mientras os acercáis algunos pájaros curiosos se acercan volando por el cielo, son cuervos negros como el azabache que van y vienen sobrevolando la ciudad y sus alrededores. La ciudad de la alegría, ese era uno de los nombres con el que se conocía a Bucarest, pero cada paso que dais hacia adelante ese nombre queda en entredicho. Ahora podéis divisar bien las negras murallas y sus torres de guardia, también el castillo que se alza en medio, asentado en un islote del río Dambovita que recorre la ciudad.
El espectáculo a las afueras de Bucarest parece sacado de una pesadilla, veis un gran número de gente empalada o encerrada en estrechas jaulas a los lados del camino y colgando de las murallas. Algunos son esqueletos que llevan tiempo reclamando la libertad, pero otros son más recientes y todavía no se han descompuesto del todo. Así imparte justicia el Voivoda, implacable con los delincuentes ha conseguido que Bucarest sea una ciudad con muy poca criminalidad, pero la escena sobrecoge a cualquiera.
Cruzáis el puente levadizo sobre el río y os adentráis en la población, una de las más grandes de Transilvania. La ciudad está llena de mercaderes, comerciantes, campesinos, que van de allá para acá vendiendo y comprando, pero lo que en otros sitios significa bullicio, prosperidad y vida para una ciudad aquí está cubierto por un extraño halo siniestro.
También se puede observar como poco a poco pequeños grupos de refugiados llegados de diferentes direcciones se acercan a las puertas intentando acceder al interior mientras los guardias intentan mantener el orden. Todos parecen bastantes nerviosos.
Muchos son los rumores del comienzo de una gran invasión magiar, incluso se dice que el Voivoda ya no se encuentra en la ciudad, que ha escapado en un gran barco negro hacia otro país.
Gracias al carruaje y al aspecto noble de vuestra comitiva conseguís pasar sin problemas por las puertas. En Bucarest hay una pequeña posada, aunque lo más lógico sería intentar ser alojados en el palacio del Voivoda, donde un Szantovich no debería ser mal recibido.