Partida Rol por web

Todo había quedado dicho, y aunque había quedado como una imprudente era el menor de los títulos que le habían otorgado. Hacía tiempo que ya no sentía, o al menos no como un hombre pensaba. ¿Estaba arrepentida de lo sucedido? No, pero sí era cierto que la historia pudo ser otra. Ahora, pese a todo, habría algo de movimiento por el Castillo. Los soldados doblarían guardias, los sirvientes irían de un lugar a otro como locos cuchicheando por los pasillos… un buen panorama.

- Padre… hermano…

Tras inclinarse dio media vuelta y salió de la sala donde los hombres planearían sus batallas. Lástima que no creyeran en la astucia de una mujer, peor para ellos… Sin embargo, antes de retirarse completamente, su mirada se clavó un instante en Schaar para luego mirar al suelo. Allí debía quedarse, pues junto al capitán tenía que planear cómo atrapar a aquellos incautos.

Casi antes de que las puertas se cerraran se oyó con claridad como la jovencísima Condesa hablaba con un criado. Una copa de vino y un pequeño aperitivo a la Biblioteca pidió que llevaran.

No iba a perder su tiempo bordando absurdas telas, ni acuchilleando con las penosas mujeres del Castillo. “No es un castigo”, dijo su padre; por lo que no iba a estar encerrada en su cámara muriéndose de aburrimiento.

Tomada la decisión ordenó a un criado que dispusiera vino y algún tentempié mientras echaba una primera ojeada a la colección de la Biblioteca. La de su esposo era algo escasa, pero bastante interesante. La de su padre sería vasta, pero sobre su calidad poco sabía. Obviamente, o así lo esperaba, los mejores volúmenes estarían a buen recaudo, pero seguro que algo interesante caería en sus mano.

Como el Knezi había ordenado lo más probable es que tuviera escolta permanente, aunque para la distracción de su mente no era de importancia.

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- Afuera estalla una espectacular tormenta de rayos y truenos.

- Extrañamente, los truenos parecen querer ocultar las risas de malévolos demonios.

El Caballero Schaar Dvy junto con el Capitán Bonslav y otros 6 hombres salen del castillo en busca de los escapados.

Después de varias horas de torturas decido dar por terminada la visita a la celda. Ese fraile ha sido duro de pelar pero al final, como siempre pasa, se ha derrumbado y confesado todo lo que necesitaba saber. No me cabe la menor duda que ha sido totalmente sincero. Tras cerrar la puerta de la celda tras de mi me dirijo directamente al salón del Knezi, se que en estos casos quiere que se le informe inmediatamente de cualquier avance.
Dejo al fraile tirado en el suelo exhausto, y sangrando por varias heridas. Afortunadamente para él gracias a mi experiencia la mayoría de marcas se le irán en unos días, aunque no se si vivirá para entonces, eso dependerá del Knezi.

-Mi señor digo haciendo una reverencia he terminado mi trabajo con el prisionero.

Con un gesto el Conde de Prahova me indica que siga hablando.

-Se llama Fray Domenico de Sajonia y viene desde ese lejano territorio siguiendo unos votos que contrajo al hacerse misionero católico después de ser un caballero. Dice que su familia gobierna sobre un pequeño feudo en aquellas tierras, aunque este punto no puede demostrarse. Ahora venía desde Slobozia, donde al parecer había residido los últimos meses, poniéndose al servicio de la gente de aquél lugar. Iba a Bucarest junto con otros tres hombres: Dimitri el impaciente, el hijo de el anciano de Slobozia, y dos magos que también habían recalado en Slobozia y se habían afincado allí:Gorax Syulas de Tytalus y Bigun Tarigen de Tytalus. ¡¿Se acuerda de ese tal Gorax?! ¡Es el prisionero que se escapó hace unos meses de nuestra celda y huyó aprovechando el desmayo de su hija Irina! Durante su huida debió dejarse algo y quería recuperarlo seguramente. Al preguntarle al prisionero el porqué se habían desviado hacia Ploiesti en vez de ir directamente a Bucarest, dijo que el mago llamado Gorax insistió en venir hasta aquí, para recuperar algo que había perdido, algo importante para él pero el resto no sabían que era. Por mucho que intenté sacarle otra cosa no pudo contarme más, así que realmente creo que no sabía de que se trataba.
Cuando el Caballero Schaar los interceptó sabían que si eran conducidos al castillo Gorax sería reconocido y encarcelado nuevamente, por eso atacó a Schaar para que los otros huyeran.

Esta confesión me había traído a la memoria los amargos sucesos de meses atrás cuando ese maldito mago había conseguido escapar milagrosamente de la celda aprovechando una gran confusión. El Knezi me había reprendido duramente por aquello y si volvía a caer en mis manos se lo haría pagar.

-Una cosa más mi Señor. El fraile confesó que llevaba entre sus ropas los documentos que tenían que ser entregados en Bucarest, pero al registrar sus pertenencias no descubrí nada. Es imposible que los perdiera, ya que estaban en un bolsillo oculto entre sus ropas, así que alguien debió quitárselos al capturarlo. Quizá su hija o el Caballero Schaar sepan algo.

Una vez terminado el informe espero pacientemente a que el Knezi me de las órdenes siguientes.

Escucho con atención las palabras de Hogor. Con sorpresa recuerdo a aquél insignificante mago que había sido encarcelado hacía tiempo y había conseguido escapar. Espero que esta vez caiga en nuestras manos.

-Bien Hogor, has hecho un buen trabajo. Puedes retirarte. Asegúrate que nuestro fraile no nos ha ocultado nada, pero no lo mates, todavía he de decidir que hacer con él.

Me giro hacia uno de mis sirvientes.

-Haz llamar a mi hija Dubieta, necesito hablar con ella.

Así que el fraile tenía unas cartas en su poder y no me han sido entregadas. Todo este asunto no me gusta.

El sirviente sale en busca de mi hija.

Cuando te adentras junto al resto de los hombres en el bosque, por la zona en la que te encontraste con los prófugos comenzáis a seguir un rastro, aunque a medida que os adentráis es cada vez más difícil de seguir.
De repente al llegar a un claro os encontráis con dos horrendas criaturas, algo te dice que tienes que aprovechar la ventaja de la sorpresa, antes de que os descubran.

De repente unos caballeros os pillan desprevenidos en un bosque y arremeten contra vosotros.

Tenéis que hacer todos 3 tiradas desglosadas de 10 dados de 10 caras.
El que no haga las tiradas se supone que no reacciona.

Ojeaba un tratado de economía cuando un sirviente entró en la biblioteca. Al escuchar que su padre la requería depositó el libro sobre una mesilla, junto a un sillón, y tomó un sorbo de vino.

- Llevaros esto.

Llegó a la sale que hace poco había dejado.

- ¿Me habéis hecho llamar? –se inclinó hacia el Knezi.

Vuestras tiradas son correctas, esperaré todavía un tiempo por las que faltan (Rubushka, Bruja de Río) antes de resolver la escena con Dark.
Hasta ese día nos toca esperar (a no ser que podamos resolver antes).
Un saludo.

[FLASHBACK]

Tras acomodar al prisionero en el carromato, de manera que no pudiera huir fácilmente, Schaar llamó la atención de Dubieta, "mi Señora, esto lo portaba el prisionero", tendiéndole un zurrón, y con un brillo curioso en sus ojos.

Dentro del zurrón encontráis un mendrugo de pan y un trozo de queso. Al palparlo notáis que hay un pequeño bolsillo escondido que contiene dos cartas selladas con el símbolo de Slobozia.

[FLASHBACK]

Mirando intrigado las cartas, Schaar preguntó, "¿a quién van dirigidas las mismas? Quizás debiéramos ver las intenciones que traían"

Aunque no estuviera entre sus funciones, el trato esquivo que le habían dado a sus asuntos había provocado llamar la atención del Caballero, "por el bien de Prahova, creo que deberíamos ver si está en nuestra mano hacer algo más antes de ir a informar a su padre, ¿no creéis?"

Flashback para leer las cartas de Fray Dominico de Sajonia

Aquellos individuos querían pasar desapercibidos por Prahova, así que el contenido de esas cartas no estaban destinadas a su padre. Si hubiera sido el caso, si realmente se tratase de un emisario, abrirlas hubiera sido muy peligroso. El papel que entre sus manos tenía era una confiscación a un enemigo, y dado que ellos lo habían apresado... Pero antes incluso de echarle una ojeada al exterior despidió a las dos personas que estaban con ella en el carromato: su doncella Ernieta y otro criado.

- Salid -acompañó con un gesto de su mano.

Utilizando la daga que le había proporcionado Scharr la joven Condesa abrió los sobres, echó un vistazo en su interior y sacó la primera de las cartas. En voz baja, sólo para oídos de su Caballero, comenzó a leerla. Luego le sucedería la segunda.

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Dubieta abre una carta y comienza a leer su contenido:

Cita:

Después lee la otra carta:

Cita: