Partida Rol por web

La figura se tambalea a punto de desplomarse sobre las piedras del corredor, entonces fija sus macilentos ojos hundidos sobre la Condesa Dubieta Szantovich.

- "Hija mía... hija... Debéis huir, no... os quedéis aquí. Su mirada mata... Hagáis lo que hagáis... no le miréis a los ojos." -

Y en ese momento la figura cadavérica se desploma al suelo, en sus postreros momentos de vida. Una vida larga y gloriosa está llegando a su fin.

Los criados estaban huyendo del castillo, y en su huída cogían lo que podían. Había ordenado a Ernieta que vigilara sus pertenencias, pues era lo único que les podría ayudar en su partida. Estaba claro que esa retirada de criados no era nada halagüeña, y así se lo hizo ver a Schaar.

- Están huyendo como ratas. Dicen que son las primeras en huir ante el desastre…

Se dirigió a Ernieta.

- Prepara las ropas más cómodas, las que utilizo para entrenarme. Lleva sólo un vestido, decente pero no pesado. ¡Rápido! –una vez se marchó a preparar las cosas la joven Condesa y el Caballero se quedaron a solas- No sé cómo habrá ido el encuentro con ese ser, pero éste es el mejor momento para escapar.

Un tétrico ruido los distrajo, algo así como el arrastrar de algo metálico por el suelo. Ambos salieron en busca de ese sonido y encontraron a la carcasa de lo que antes había sido el glorioso Radu Szantovich “el Grande”. Allí, de pie y apenas un peñedo de hombre, aviso a su hija del ser que así lo había dejado.

Dubieta se acercó a su padre, no rápidamente como habría hecho una cariñosa hija. No, ella lo hizo despacio mientras observaba como la vida de su padre se esfumaba poco a poco. Ella estaba ligada al Abismo, pero en aquel momento, y pese a todo, se alegro de que hubiera justicia. Simplemente lo miró mientras se caía al suelo, mientras agonizaba sobre aquella piedra que pronto sería pasto del saqueo. Simplemente miró como por fin su padre pagaba haberse desentendido de su madre cuando esta enfermó.

No dijo nada. Sólo se giro para acercarse a Schaar mientras los últimos hálitos de vida dejaban el cuerpo de su padre.

- Schaar… espero que estés en condiciones porque nos vamos. Necesitamos tres caballos, yo iré a por las justas pertenencias y el dinero necesario para llegar a lugar seguro. Ya no queda nadie que defienda este lugar, y menos con ese ser suelto.

Dicho eso pensó rápidamente qué cosas podría llevarse y canjearlas por el camino. No sólo tenían que pasar por territorios y pagar posibles sobornos; Dubieta no quería llegar a su destino únicamente con lo puesto.

Momentos antes de la entrada del knezi para desfallecer ante su hija pudieron observar la magnífica comitiva que formaron para erradicar el problema que se había presentado ante sus puertas.

Ya a su llegada, Schaar había quedado apabullado ante la imponente presencia de Radu el Mayor - pobre infeliz - pensó en relación al enemigo que aguardaba en el pueblo.

Con la cara pálida aunque inmutable, presentando, como pocas veces antes se le había visto, miedo en su rostro, Schaar asistió a los últimos momentos de vida del gran Knezi Radu Szantovich el Mayor, Conde de Prahova, que cayó desplomado como si de un pelele se tratara. Así que, ante la actitud estoica de Dubieta, el joven Caballero no pudo más que asentir - recogeré mis pertenencias y prepararé los caballos. Espero que tengamos tiempo

Luego partió raudo a sus aposentos a recuperar su fardo, su armadura y su querida espada, para volver a los establos y ensillar, asegurando su espada y armadura a su caballo y dos más de los allí presentes.

Una vez acabado eso, se presentó en el patio, con tres sacos que había cogido en el trayecto - echad aquí lo que traigáis, ¡no hay tiempo que perder! - exhortó a las dos damas.

Luego, tras ayudar a montar a ambas mujeres, preguntó - ¿hacia donde, señora? Creo que por el Norte avanzan las huestes magiares, asolando aquello por donde pasan. No es buena elección. Yo iría hacia el Sur, a Bucharest, en busca de la protección del Voivoda. Quizás, cuando la cosa se haya calmado en estas tierras, podamos volver en otras condiciones a que toméis posesión de lo que os pertenece de nacimiento - propuso.

Una vez recogida sus pertenencias personales, las más necesarias y menos abultadas, además de correctamente indicadas por la Condesa, Ernieta fue recogiendo a orden de su Señora todo aquello que pudieran llevarse para canjearlo más adelante por dinero.

Se presentaron ambas en las caballerizas, donde Schaar dispuso unos sacos para meter todo de forma algo apresurada, pero tiempo era algo que no disponían.

- Sí, marchemos hacia al Sur cuanto antes. Lejos de aquí… de esa bestia y los magires –pareció que iba a decir algo más, pero se lo guardó para otra ocasión en la que su doncella no estuviera presente.

- Como aún nos quedan territorios que cruzar antes de llegar es necesario ocultar nuestra identidad lo más posible –miró a su doncella- Nada de cotillear que soy Condesa, ni que servían en el Castillo. Ya inventaremos una historia convincente –habló ahora a Schaar, dado que en esos temas una plebeya no debía opinar- Pero ahora salgamos de aquí, y evitemos a ese Ser.

A partir de es momento, una vez se marcharan del Castillo, la vida para los tres cambiaría. Si todo marchaba bien y salían de Ploiesti sin toparse con problemas tendrían que pensar en unas cuantas historias convincentes. La primera sería su tapadera mientras viajaban, la segunda qué había pasado en Ploesti y la tercera qué había sucedido en Covasna. Y, además, cada una teniendo en cuenta de quién iba a escucharlo. Pero eso ya llegaría, ahora tenían que apresurarse.

La Condesa Dubieta Szantovich junto con su criada Enrieta abandonan Ploiesti y la Tirsa de Prahova en dirección Sur hacia Bucarest, siempre escoltadas por el Caballero Schaar Dyv.

AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y DOS.

ES UNA MAÑANA DE MEDIADOS DEL VERANO.

- La Comitiva del noble Durius de Slobozia arriba a la Tirsa de Prahova procedente de Bucarest.

Composición:

1- Treinta jinetes feudales a caballo (caballería ligera).

2- Carruaje negro cubierto del Señor Durius: Viaja con seis criados.

3- Carruaje noble de Sveta Basarab: 3 criados, 4 guardias feudales, y el Sargento Dominik a caballo.

4- Carruaje noble del Abad Ciferinos, viaja con seis de sus monjes.

5- Carruaje noble de Vlava Szantovich: Viaja con 2 lacayos, 2 doncellas y Rosch.

6- Dos Carruajes de bestias: Cada uno conducido por un Szlachta y llevando a un Cancerbero en el compartimento de carga.

7- Dos carros de suministros: Cada uno con cuatro lacayos.

- Ploiesti es una ciudad de buen tamaño, rodeada de llanuras y tierras de cultivo, con granjas y minas de sal. Nevadas montañas se alzan al norte.

- Al norte de la ciudad, situado sobre una colina, se eleva el impresionante Castillo de Prahova, una de las fortificaciones más sólidas de Transilvania, aunque no la más grande.

- La ciudad entera apesta a cadáveres que llevasen tres meses descompuestos. Cientos, puede que miles.

- Un aire de crispada desesperación flota sobre la ciudad.

- Los campos están vacíos, las granjas despobladas y las calles vacías. No se ve ni un alma, ni humanos ni animales.

ROSCH EL DEVORADOR:

- Presientes la presencia de un solo ser en toda la ciudad. Una criatura de horrendo poder.

Una terrible sensación de urgencia se apoderó de Vlava cuando Rosch intentó comunicarse con ella.

Pánico, horror, miedo exacerbado. Todo ello surgía por oleadas de la mente del demonio, que sólo acertaba a enviar un pensamiento coherente a su humana portadora.

¡Vlava debe huir

la ciudad abandonar

jamás poner un pie,

o la mujer morirá!

¡ABANDONAD LA CIUDAD!

¡DENTRO EL ESTA!

¡¡¡Si a Rosch ignoran

todos morirán!!!

- El Sargento Dominik envía a tres jinetes como exploradores a la ciudad abandonada, en busca de víveres o de un edificio adecuado para servir de refugio temporal a la comitiva.

- Pasan las horas y los exploradores no regresan. Les llaman a gritos, pero la única respuesta es un silencio sepulcral.

- Dominik decide alejar la comitiva de la ciudad unos kilómetros y acampar en el llano. Esperando la llegada de la noche.

SE PONE EL SOL.

- Por la noche, y en la proximidad de tantísima muerte, Rosch se siente capaz de manifestar una aparición fantasmal de imagen y sonido de sí mismo.

Tras haber intentado avisar a la que suponía una decidida a sobrevivir Vlava, el demonio decidió probar por su cuenta una opción inesperada.

Rosch logró materializarse a base de fuerza de voluntad, abandonando el cuerpo de la noble Szantovich cuando ésta dormía. Su esencia más primaria aaún seguía atada al alma de la mujer, mas el olor de los muertos, la sangre esparcida or las calles, le otorgaron la capacidad de manifestarse.

Sin embargo no sería para avisar a aquellos humanos estúpidos. El rencor del Devorador era interminable, un pozo negro de odio que rebosaba con cada ofensa, por pequeña o imaginaria que fuera. No. Rosch tenía otros planes, y así su manifestación salió del campamento en medio de la oscuridad... en busca de un nuevo amo. Aquella aterradora fuente de maldad...

ROSCH EL DEVORADOR:

- Rosch abandona el cuerpo de su anfitriona y se interna en la ciudad abandonada de Ploiesti.

- El lugar resulta atemorizador, incluso para uno de su especie.

- Conforme se acerca a la plaza central de la ciudad, el cuerpo de Rosch adquiere solidez y realidad. En un momento dado escucha algo metálico bajo sus pies: los restos de la elaborada coraza de un Conde humano, con el emblema de los Szantovich. Intuye que está pisando la "tumba" del padre de Vlava.

- Hay algo frente a él, una figura acuclillada, agazapada, que aguarda con infinita paciencia...

Rodeado por el delicioso hedor de la muerte, Rosch se acuclilló a semejanza de la figura que tenía delante.

Aún no estaba seguro de quién o qué era, pero para estar tan tranquilo allí, no podía subestimarlo.

El Devorador acude

ante la muerta esperanza

¿eres tú el responsable

de semejante matanza?

Rosch sabe apreciar

un trabajo bien hecho

si los quisiste aterrar,

debes estar satisfecho.

Con cautela, Rosch sondeó al ser que se ocultaba en la sombra, mientras acuclillado él mismo se balanceaba con su caracterítico movimiento adelante y a atrás...

CAMPAMENTO DE LA COMITIVA DEL CABALLERO DURIUS DE SLOBOZIA:

- Rosch pierde la paciencia ante el silencio de Vlava y abandona furiosamente su cuerpo, encaminándose hacia la ciudad de Ploiesti y haciéndose visible en el proceso, primero como una aparición fantasmal, más tarde tomando forma y solidez.

VLAVA SZANTOVICH:

- Esta es tu ciudad natal. Hasta hace muy poco era el feudo más impresionante y poderoso de la Casa Szantovich, vuestro principal dominio, junto con otros importantes feudos repartidos a lo largo y ancho de Transilvania.

- Ahora es un osario. Tu percepción extrasensorial de bruja te permite saber a ciencia cierta que todos los habitantes que no huyeron fueron asesinados allí donde se encontraban. Eso incluye a casi toda tu familia.

- Sientes un escalofrío cuando Rosch pisotea los huesos de tu padre, otrora el Conde más rico e influyente de todo el país.

La criatura se pone en pie, erguida en toda su colosal estatura, y extiende sus gloriosas alas.

Entonces fija sus ojos en los de Rosch mientras relucen con un brillo cegador...

... Y asi aquello que no podía morir conoció finalmente a la Muerte...

Rosch cae fulminado y su cuerpo arde por completo hasta que sólo quedan cenizas. Su esencia es aniquilada por completo y arrojada al Olvido.

VLAVA SZANTOVICH:

- Sientes un espantoso dolor en el pecho en el momento exacto en el que Rosch el Devorador, poderoso espíritu maligno de la Umbra, cae fulminado y aniquilado por siempre jamás.