Partida Rol por web

Un día más es un día menos. Es algo que siempre decía mi padre, y nunca lo había sentido tan cierto como en esta temporada. Había vuelto a desayunar poniéndome hasta las trancas de dulces y cereales, así que parecía un conejo hiperactivo dopado con cafeína (uno de los pocos divertimentos de los jóvenes de mi distrito, antes de preparar la cena).
Por suerte para mí no tenía una cadena que me atase por la pierna para hacerme morir de pánico, al menos no literalmente.

Cuando entro en la zona de entrenamiento, veo a un chico que ayer no estaba. Lo saludo en la distancia mientras paso por delante del puesto de supervivencia. "O todos le tienen mucho miedo a la Arena o ninguno tiene ni puñetera idea de como cuidar de uno mismo." Ambas opciones me preocupaban, puede que mis habilidades no estuviesen a la altura, o que sus capacidad para luchar fuese tan refinada que no tuviera ninguna oportunidad. "Mantén la calma". 

Llego hasta las galerías de tiro, donde la desquiciada mujer que ayer me enseño las bases del manejo de armas me mira con desdén y cada de "¿Tú que haces aquí de nuevo?". Al ver que inequívocamente me acercaba empieza a sacar las orejeras del día anterior y la pistola. Por una vez abrió la boca:

-No te van a dar un arma de fuego.- Dijo secamente.

-Puede que no, pero me gusta venir a verte todas las mañanas.- Respondí a la sádica.- Pásame un revólver, esta vez, y pon las dianas en movimiento, ningún tributo se va a quedar quieto para que apunte.

El arma en mis manos era más pesada que la del día anterior, tuve que pedirle que me lo sustituyera por uno más ligero. Primero hice algo de tiro en la galería mientras ella preparaba el circuito, éste consistía en una ruta en la que los objetivos, movidos por un resorte o proyección holográfica aparecían súbitamente. 

Durante toda la mañana desde que puedo práctico con los blancos en movimiento. Para desesperación de mi maestra, disparo incluso a los blancos inocentes.

-¡¡A esa no, es una mujer con un niño!!.- me grita en una ocasión. 

Sonrío satisfecho, " A parte de por guardar balas, ¿Que motivo puedo tener para no disparar a cualquier blanco que vea en la Arena? Todos son objetivos válidos."

Nuevo día, nueva sesion de entrenamiento.

Esta vez me dirijo a la Zona de Camuflaje, a ver como se me da.

- Buenos días. - digo saludando al monitor.

Luego me pongo manos a la obra intentando imitar al profesor cuando este logra conseguir los colores necesarios para empezar con el entrenamiento.

Algún color se me resiste pero con la ayuda del entrenador finalmente consigo todos los clores necesarios.

- Gracias.

Ahora sólo queda aplicarlos y rezar por que el resultado sea la mitad de interesante que el conseguido por el instructor, al cual sólo se le consigue distinguir cuando abre los ojos.

Empiezo a "pintar" mi cuerpo intentando seguir un patrón similar al del profesor.

- Marrón por aquí, ahora un poco de verde por aquí. - pienso mientras extiendo los colores.

- Un poco de Negro, marrón y verde en el brazo. Eso es. Veamos como queda. - pienso una vez acabado.

Me quedo quieto mientras el instructor examina mi camuflaje.

- ¿Como habrá quedado? - me pregunto.

Aquella noche dormí sin apenas enterarme, mi cansancio era tal que los ojos se me cerraban mientras cenaba, al día siguiente desayune bastante para tener más energías, el entrenamiento sería aun más duro que el día anterior.

Sin esperar a Savera baje por el ascensor a la planta donde estaban las salas de entrenamientos, alguno tributos había madrugado bastante ya que habían empezado sus entrenamientos. Yo lo tenía claro al igual que el día anterior y que mañana, mi abuelo me los había programado. 

Esta vez la sala de supervivencia estaba menos llena que ayer (aunque aun era pronto), me dirigí hacía allí, en la sala la entrenadora esperaba a que llegásemos para contarle en que parte de la supervivencia nos interesaba adiestrarnos.

Hola me llamo Leroy, me gustaría aprender ha encender hogueras, con los materiales que nos de la naturaleza, siempre es importante hacer un buen fuego para no morirte de frío y claro esta para cocinar. Solté una leve sonrisa, me acordaba de como mi abuelo me repetía eso una y otra vez.   

Definitivamente, uno se podria mal acostumbrar a los placeres del capitolio. Es realmente dificil dejar la maldita mesa con esa inmensa cantidad de platos. Baje a la sala de entrenamientos donde vi a unos cuantos tributos.

-Que madrugadores son...- Dije para mi, tomando nota para la proxima vez. Sin mas dilacion me dirijí a la zona de Combate con armas cuerpo a cuerpo. Me quede mirando la cantidad de armas que habia disponibles con cara de sorpresa. Hachas, estoques, lanzas, espadonas, naginatas, cuchillos, redes, rodelas, tridentes, picas... Mire al instructor con una mueca.

-De verdad hay cosas asi en la arena?- Dije señalando un par de espadas gancho. Me encogí de hombros y tomando un par de spathas, me dirigi al lado del instructor. - Muy bien. Vamos a trabajar ¿Te parece?

En breve estaba sudando horrores, pero no me parecia malo. Disfrutaba con este tipo de ejercicio puramente físico. Ya estaba en camiseta y bien sudoroso realizando los ejercicios que el instructor me señalaba lo mejor que podia. En seguida entendi el porque los profesionales se tiran tantos años entrenando. Esta mierda era dificil.

Llegó listo para el entrenamiento y sabía a cuál quería dirigirse, entrenamiento cuerpo a cuerpo. Se le daba bien y quería practicar.

Buenos días- saludó al hombre altivo que había en el puesto. El hombre hizo un amago de saludo y le dejó entrar. Allí estaba otro tributo, al que saludó con cortesía.

Esto era otra cosa, se dijo, contempló toda la gama de armas deleitándose en cada una de ellas. Todas estaban afiladas y nuevas, nunca había visto tantos tipos de modelos. Cogió un cuchillo y notó cómo el mango se amoldaba a sus dedos, nada que ver con esos cuchillos ilegales hechos de hueso y hierro oxidado que había en su distrito.

No pudo evitar ponerse a entrenar primero con el cuchillo, se acercó a un poste de entrenamiento y le mostró todos los ataques que ya conocía a su profesor, el cual observó en silencio cada uno de sus movimientos sin hacer nada, salvo en el último, cuando agarró el poste a modo de humano y le desgarró lo que sería el cuello. En ese momento el profesor se acercó y le dio unas indicaciones para que mantuviera el codo alto y evitara hacer todo el movimiento con la muñeca.

Lo siguiente con lo que entrenó fueron con artes marciales. Dudaba si podría conseguir un arma, eso era cuestión de suerte en la arena, así que debía ser un arma sin necesidad de objetos.

Se centró en patadas y puñetazos que, dados correctamente, matarían a una persona de un golpe o al menos la neutralizarían. El hombre le enseñó ataques que desconocía y que le serían muy útiles en la arena, así como los puntos más vulnerables para atacar, rodillas, cuello, nuez, tobillos, muñecas.... Practicó más de 30 formas distintas de partir el cuello a alguien, eso sí que era entrenamiento.

Por último, la última hora de entrenamiento se centró en las armas que desconocía, grandes hachas, espadas y el tridente, con el que se encariñó muy rápido. Le pareció mucho más útil y fácil de usar de lo que habría pensado jamás.

Acabó tarde, pasada la hora de comer. Le dolía todo el cuerpo, ese hombre no había tenido piedad con él. Le había golpeado, le había enseñado a defenderse y le había tirado al suelo al menos 100 veces. Aún así, se mortificó por ser tan débil y no aguantar una buena clase de entrenamiento. Volvió al comedor mientras se planteaba lo que podía hacer después de comer, no aguantaría otra clase así.

Segundo día de entrenamiento, y hoy quería mojarme. Había una especie de lago para que pudiésemos nadar, aunque no sea mi fuerte. Me levanté de la cama y me vestí para pasar el día, aunque sabía que tenía que cambiarme antes de la segunda prueba. Llegué a la sala de entrenamiento y me fui hacia el poste de el Lago. 

Al llegar allí me dispuse a recibir clases de nadar. - Hola, quería que me ayudaseis en este sitio. - Dije mientras miraba a mi alrededor. Al parecer a nadie le venía de gusto estar aquí.

Aún seguía cansada del día anterior pero seguía dispuesta a trabajar con todas sus fuerzas. La verdad es que había encontrado especialmente útil el puesto de Supervivencia, donde había estado trenzando unas plantas considerablemente resistentes para crear un tejido impermeable. Las posibilidades eran infinitas. El puesto de Cuerdas tampoco había estado tan mal, aunque no tan apasionante, desde luego que era práctico. Eso sí, le había dejado los dedos rígidos y con callos de tanto anudar.

Volvió a mirar todos los puestos, pensando cuál sería el más interesante para ella ese día... Y seguía pensando que era el de Supervivencia. Se acercó con una sonrisa.

- He vuelto.

Con un gesto de cabeza saludó a su compañero de distrito y al chico del 6 antes de acercarse a la zona de caza. Tenía unas nociones bastante básicas de identificar alimentos pero en cuanto a cazar... Era otro asunto. Podía destripar un pez con destreza pero nunca había tenido que cazar a un mamífero o lo que sea que pusieran ahí. Para empezar, el mar estaba lleno de peces que parecían deseosos de ser pescados pero los animales terrestres eran considerablemente más escurridizos.

El primer rato ahí consistió más en una introducción teórica de en qué lugares era más fácil encontrar qué animales. Y claro, los peligros que conllevaba meter la mano en lo que parecía una madriguera de conejo y salir con un visón hambriento con ganas de utilizar un mano y lo que va detrás de colador. Debía tener mucho cuidado con ciertos animales, evitarlos, a no ser que tuviera muy claro que podía con él.

Por otra parte, era importante aprender a seguir rastros así que estuvo identificando excrementos (más que nada le importaba la diferencia entre encontrar un pacífico herbívoro a vérselas de cara con un gran carnívoro), observando daños invisibles en las hojas de un arbusto que indicaban el paso de un animal,...

Y por último, estaba la caza y sus muchas posibilidades. Con trampas, con un cuchillo, con una simple roca...

Se marchó del puesto algo mareada. Machacar cráneos con rocas no era lo suyo, aunque ahora no podía tener remilgos.

El primer día había pasado sin pena ni gloria, tras no estar a la altura de la práctica de armas a distancia, me concentro en lo que se me da mejor, así que me dirijo al puesto de camuflaje. Los demás chicos practican con fuerza y con algunos podría decirse con ansia.

Camino hasta la fuente del puesto y miro a todos lados buscando al profesor, veo al chico del 12 hablando con una roca. Córcholis, no es una roca. Es el instructor. Voy para allá dando saltitos y me presento. Con los ojos muy abiertos me fijo en como lo ha conseguido. Mientras lo acribillo a preguntas.

-¿Que usas de pegamento?¿Que tonalidades se usan?¿Se sabe en que zona vamos a pelear?¿Aguanta la lluvia?-quiero aprenderlo todo y rápido.

Volvía a estar lleno de energía y según mi planificación tocaba: Escalar. La sala de cuerdas era la apropiada para mi tarea, el monitor parecía algo aburrido, al parecer ningún tributo se había decantado por aquel ejercicio.

Hola soy Leroy del distrito 6, donde vivía también usaba postes parecidos a esos para aprender a escalar, estoy ansioso por mejorar mi técnica.

Gracias a que había colchonetas en el suelo no me partí la columna en más de una ocasión, dominar el arte de escalar es muy difícil y espero que no me pasara en otro sitio menos acolchado aquellas caídas que estaba teniendo durante el entrenamiento. 

Savera no había tenido mucha suerte el primer día, así que decide volver a darle una oportunidad al lago.

- He vuelto pero esta vez quiero aprender a pescar -.

Jonas no durmió bien esa noche, sus impulsos le habían ganado, pero afortunadamente aquel muchacho del distrito 2 lo ignoró por completo. Tal vez no era tan duro como parecía.

Cuando entró a la sala de entrenamiento el segundo dia observó los puestos donde había estado el día anterior, y reconoció que no había aprendido nada, tenía su mente en cualquier lado. Como cabeza dura que era, volvió al puesto de camuflaje. Esta vez no estaba vacío, estaba el muchacho grande del 12 y el chico del 8. Saludó a este último con una sonrisa. - Hola, chico del 8, soy Jonas.

- Señora, lamento decirle que ayer ha estado enseñando a una roca, no recuerdo prácticamente nada de lo que practicamos. ¿Como me dijo que había que pintarse para simular una sombra? ¿Era con ese pomo de ahi, o con este otro?. Y otra cosa, ¿Como dijo que había que diluír la pintura al compararla con el entorno? Pensé que había dicho "siempre dos tonos mas oscuro", pero creo que esa podría haber sido la fórmula para hacer señales de que me encuentren. Esta vez prometo que prestaré mas atención.

Jonas quedó con el torso desnudo y comenzó a pintarse con las pinturas que le indicaba la instructora. Luego, sobre ellas, pegaba las hojas de arboles que había en un recipiente. Al terminar, se quedó todo lo quieto que pudo, intentando bajar el ritmo de la respiración. No evites respirar, le había dicho la instructora, trata de respirar a un ritmo mas bajo, sin que se mueva ni tu nariz, ni tu pecho, ni ninguna otra parte de tu cuerpo.

Jonas lo intentó hasta que le dolieron los músculos.

Tarde de entrenamientos. Me deleito la vista al acercarme al puesto de camuflaje, era divertido ver a los otros Tributos intentar sacar algo en claro, podría haber llegado a ser instructivo si no fuera porque esa lección ya la aprendí ayer. Así que me acerco a la mesa con los materiales

-Buenas tardes, chicos, ¿Que tal lo lleváis? Podríamos hacer esto más divertido jugando al escondite entre los tres.- sin esperar a saber si mi propuesta es tan siquiera evaluada me giro hacia la maestra, que estaba dandole instrucciones al de la bandeja de ayer.- Vengo listo a conocer más de tus secretos.

Tal y como me explica, comienzo a trenzar los esquejes y materiales, separando las hierbas urticantes y las ramas rígidas de los tallos flexibles. Poco a poco se va formando una capa de verdor, que es engancha con facilidad a la tela. Me recordaba a los cuentos de fantasía que nos contaban para dormir sobre elfos escondidos en el césped. Como demostración ella se puso una y se echó en el suelo, prácticamente desapareciendo a simple vista. Continué toda la tarde, trenzando y tejiendo diferentes plantas, aprendiendo a sujetar otros materiales y crear piedra falsa a partir de cachos de madera para que no destacase el vergel portátil inmaculado. Después de aprender a preparar las herramientas, tocaba identificar como moverse lentamente para permanecer fuera del ángulo de visión. Era más complicado que estar sencillamente quieto. 

-Bueno, no demasiado bien -contesta Jonas al chico del 11. No recuerdo nada de lo de ayer.

Sin embargo, se concentra en aprender todo lo que puede. Luego se dirige nuevamente al puesto de armas a distancia nuevamente. Cuando algo se le metía en la cabeza, era difícil sacárselo. Saludó nuevamente al instructor, esta vez el puesto estaba vacío. 

- Hola de nuevo -lo saludó rascándose la cabeza. Recuerdo que ayer me dijiste que lanzaba como tu hermanita pequeña. Bueno, la hermanita pequeña ha decidido seguir intentandolo.

Tomó un cuchillo y lo lanzó rápidamente contra el blanco, fallando por bastante al centro. 

- Ja ja ja -rio. Si que soy malo. Disfrutarás cuando me maten el primer día, eh? -dice al instructor. Sin embargo, sigue lanzando cuchillos hasta que le duelen los brazos.

Max había vuelto a comer demasiado pero no podía evitarlo, puede que fueran sus últimos días de vida y no quería desaprovecharlos. Estaba agotado y no soportaría una clase más de entrenamiento así que optó por aprender a cazar. Con sus hailidades de ataque podría aprender rápido.

Hola de nuevo- dijo con amabilidad a la señora- está vez me gustaría aprender a cazar. Intentaré aprender todo lo que pueda.

La señora le pareció mucho más agradable esta vez, lo primero que hizo fue llevarle dentro de un puesto dónde había montones de pisadas de distintos tipos de animales, estuvo aprendiendo cómo reconocer qué era una pisada y qué no. Lo segundo fue el el reconocimento de excrementos, la mujer era realmente inteligente y decidió aprovechar los talentos propios de Max para facilitarle el aprendizaje, usando las habilidades de que él disponía.

Y llegó la tercera parte que consistió en llevarle a otra zona dónde le explicaron los sonidos que hacen los diferentes animales al andar. Siempre se le había dado bien escuchar así que no tuvo ningún problema para reconocer las diferencias entre unos y otros.

Lo siguiente que hizo fue aprender los diferentes métodos para cazar, con trampas, con lanzas e incluso con cuchillo, todo basado en el sigilo. Max sabía cómo ser sigiloso, lo había necesitado más de una vez para ganar dinero y no se le daba nada mal.

¿Podría explicarme con más detalle las trampas? preguntó intrigado, la mujer le sonrió e hizo más hincapié en eso de lo que tenía planeado. Le sacó un montón de trampas, para pequeños y grandes depredadores, le enseñó a usarlas y cómo construir algunas de ellas.

Cuando acabó ya era tarde, la mujer se había entretenido mucho con él, estaba cansado y lo único que quería era irse a la cama a la espera de su último día.

Al volver de la comida voy directa de nuevo a la gran piscina. Nacer en el distrito 11 me había dotado de habilidades para sobrevivir en la naturaleza, pero carecía de experiencia en asuntos de pesca. Cuando llego la maquinaria ya está funcionando y el agua parece un auténtico mar. Allí ya se encuentra la chica del distrito 6 practicando. - Mientras seamos dos todo irá bien - pienso.

- Keara Blaine, distrito 11. - le digo al entrenador. - Me gustaría practicar con las cañas de pescar.

Observo con atención las explicaciones. Parece bastante fácil. Con seleccionar la mejor caña (opción que dudo tener en la arena), sacar el hilo del carrete, colocarlo, hacer nudos decentes y desplegar la caña.

Repito la operación varias veces hasta conseguir agilidad suficiente. Conseguido ese paso, me acerco hasta el lago y hago lo mismo con el lanzamiento de la caña. Después de una bochornosa situación (en la que engancho parte del traje del entrenador en mi anzuelo) consigo hacer las primers tiradas. Me cuesto algo más conseguir una técnica pasable, pero finalmente consigo mi objetivo. - Bueno Keara, esto ya está mascado  - me digo en voz baja.

Al final del entrenamiento consigo reunir un buen número de ejemplares. Mientras recojo no puedo quitar la vista del pescado. - Con una cantidad de carne como esta mi familia sobreviviría un mes. - pienso. Empiezo a recoger más rápido para marcharme de allí cuanto antes. Se me ha creado un nudo en el estómago que me genera náuseas.

Me alejo del lago diciendo un escueto 'adiós y gracias' al entrenador. Necesito encontrar un lugar donde entrenar que no me recuerde a mi casa y permita evadirme de mis pensamientos.

No llevo ni cuatro pasos andados cuando mi atención se va hacia el puesto de tecnología. Sonrío para mi. - Estoy puede estar muy bien.

- Buenas tardes - digo al hombre de gafas y a la chica del distritio 5. - Estoy interesada en que me ayudes a preparar demoliciones.

Durante la explicación aprovecho para analizar todos los aparatitos que tengo delante. - Si están aquí quiere decir que hay posibilidades de que los incluyan en la arena - me digo. Por ello, hago todo lo posible para recordarlos y grabarme su posible utilidad.

Una vez terminada la sesión formativa intento imitar los pasos dados por el hombre. - ¿Es necesario seguir los pasos al pie de la letra? - le pregunto con curiosidad. Saber que puede no ser así me facilitaría las cosas, sobre todo teniendo en cuenta las posibilidades que tengo de tener que improvisar en un momento dado.

Siempre había pensado que la mayor virtud deun tributo en la arena era la de saber sobrevivir, cueste lo que cueste. Y algo esencial para ello era saber que probablemente no estarías siempre en la cima de la cadena alimenticia. Enfrentarse contra tributos y otros seres era algo complicado así que uno tenía que saber como ocultarse del peligro para poder atacarlo por la espalda. Y a decir verdad, la ausencia de la profesora en el puesto de camuflaje resultaba bastante alentador.

Kura la saludó con una sonrisa al aparecer de repente, intentando disimular el respingo que había dado.

- Eso parece interesante. ¿Cómo logras ese color?

Pronto descubrió que conseguir el color adecuado era una de las cosas más importantes en el arte de camuflarte con el entorno, pero también estaba el hecho de poder aplicarte bien la plasta sin echar a peder el trabajo anterior. Camuflarse con un árbol, lleno de formas diferentes, era complicado pero nada en comparación con parecer una roca lisa. Y sobretodo, estaba el hecho de que no sólo tenías que aprender la técnica, también se requería de un tipo de paciencia innata para poder conservar una quietud absoluta afín de no delatarse y de que el, por decirlo de alguna manera, maquillaje, se agrietase. Sabía que el hecho de camuflarse podía parecer una técnica de cobardes pero era extremadamente complicado y sabía que dominarla podía salvarle la vida. O en su defecto, alargársela unas horas más. Y en la arena todo era de agradecer, pensó mientras se embadurnaba con arena gris y barro e intentaba mimetizarse con la rivera de un río.

Tenia el cuerpo agarrotado tras la dura paliza con las armas cuerpo a cuerpo de modo que me dispuse a probar con las armas de distancia.

No creo que haya una bateria de cohetes o un arsenal repleto de fusiles en la arena... Pero quien sabe, con algo de suerte podrian enseñarme algo nuevo como a hacer una javalina o a montar un arco.

Me acerque al puesto casi vacio, salude al otro tributo y sonrei al instructor.

-¿Hoy no eres de los populares eh?- le guiñé un ojo mientras agarraba una alhaja llena de javalinas y me ponía en la marca antes de empezar a lanzar.- Enseñame a ganar.

Siguiendo las instrucciones me dedique al noble arte de agugerear maniquies a base de lanzazos a distancia. Como decidieron no defenderse fue muy gratificante llenarles de mondadientes gigantes por todas partes.

Tras comer tenía que practicar algo más de supervivencia, así que me fui hacia el estandarte. - Hola buenas. - Dije mirando a los otros dos tributos que estaban allí en el estandarte. - Quería practicar algo de curación de heridas. ¿Qué debo de hacer? - Entonces el instructor me empezó a enseñar los diferentes procedimientos de curación, primero algo de teoría y luego a practicar. Me salía bastante bien, así que me sentí orgullosa de esos momentos allí.

Savera intentando evitar la multitud, se acerca al puesto donde hay un hombre haciendo nudos y ella se considera buena trepando pero no mucho con los nudos.

- Hola, quisiera aprender. Soy Savera, distrito 6 -.

Después de una comida bastante copiosa, quizás por el subconsciente, me dirijo a la clase de supervivencia. Me tengo que empapar de conocimientos lo antes posible. Quiero saber que comer, cuando y como. Sin saber a que entorno vamos es difícil así que pongo el máximo empeño a averiguar las cosas generales y trucos que estos especialistas son capaces de enseñarnos.