Partida Rol por web

Saludo a Kura que llega justo cuando estaba terminando el entrenamiento y veo como empieza a prepararse para el mismo, pero yo no quería perder mucho el tiempo, y menos en compañia de alguien de un distrito menor que me impidiera hablar a mis anchas con mi compañera de distrito, de ello ya habría tiempo mas tarde... Así que me dispongo a marcharme de alli para dirigirme a probar en el lago, pues a tenía ganas de relajarme un poco en el agua para terminar el día de entreno.

Me quité la ropa y me zambullí en el agua empezando a nadar.

COMIENZA EL TERCER DÍA DE ENTRENAMIENTO

Un nuevo día de entrenamiento y la verdad es que estoy totalmente asqueado pues por más que intento aprender cosas nuevas no lo consigo.

- Esto es una puta mierda. - pienso malhumorado.

Finalmente decido acercarme nuevamente la puesto de Cuerdas aunque esta vez me dedico a probar a hacer trampas.

Empiezo con unos lazos sencillos y poco a poco intento realizar trampas más elaboradas siguiendo siempre las indicaciones del Profesor.

Tercer y ultimo día. Después de hoy nos tocaría lucirnos para los Patrocinadores, que nos pondrían una nota, lo que sería público y llamaría la atención de la gente que podría pagar por nuestra supervivencia. Todo un mundo de apuestas se desarrollaba durante los juegos, derrochando dinero su ambición por demostrarse entre sí que su criterio era mejor que el de los demás era nuestra única posibilidad de recibir ayuda del exterior. Había juegos en los que los Tributos no recibían ni las gracias de haber participado, en otros les colmaban de cosas inútiles con la esperanza de que eso les llevara a su perdición y por último estaban esos juegos en los que un regalo podía suponer un giro del destino de alguno de los desdichados tributos que teníamos que participar.

Me consideraba un tirador decente a estas alturas, pero había descuidado mis habilidades naturales. Nadie había bajado a entrenar aún, excepto el cara-agria del distrito 12, mejor, me sentía más tranquilo cuanto menos observado fuera. Me acerco al puesto de armas a distancia, por si no conseguía el revólver que quería, era mejor tener un plan B. Había una gran cantidad de armas de filo y perforantes listas para ser usadas, y en una esquina, completamente relegada al olvido, una de las armas a distancia más viejas de la humanidad. Una sencilla tira de cuero con un parche en el centro y al lado un montoncito de piedras y plomos del tamaño de mi puño. Era como volver a casa.

Nunca había tirado con plomos, así que cargo el arma y comienzo a mover la muñeca, la honda coge velocidad, su fuerza centrífuga era cada vez mayor, y el sonido de la cuerda rasgando el aire se convierte en un zumbido constante. Apunto al maniquí, pienso en la parábola a describir. Estaba hecho de un material que imitaba el cuerpo humano, por lo que sabía un plomo bien lanzado podía destrozar e inutilizar una extremidad con un golpe certero. Mi objetivo era su rótula, si acertaba con la fuerza suficiente, una persona de verdad caería al suelo y no se podría levantar. Comienza el maltrato de maniquíes mientras el profesor me da algunos consejos para calcular trayectorias en condiciones adversas.

Cuando Jonas entra el tercer día se pone a analizar a sus compañeros e intenta sacar conclusiones con respecto a quienes estarán mas activos, quienes serán cazadores y quienes cazados. Su vista va de unos a otros y los evalúa. Algunos claramente tomarán la estrategia de permanecer vivos lo mas posible, aunque en la mayoría de sus rostros se ve la desesperación de quien se ve acorralado. Otros aprenden trucos para crear trampas, o directamente practican sus habilidades para el combate. 

Aquel chico del 2 parecía duro, pero no respondió cuando Jonas lo provocó. El del 1 practicaba combate cuerpo a cuerpo. Ese parecía peligroso. Y también el grandote del 12. Miró a otro costado y vio la determinación en los ojos del chico del 11 y el del 3. La mayoría de las chicas eran un misterio, pero no había que fiarse.

Finalmente decidió que era hora de practicar. Fue hasta el puesto de camuflaje y le agradeció a la instructora.

- Ayer este cabezadura entendió algo -le dijo. Gracias. Me falta mucho para ser como tú, pero algo me quedó.

Luego se encaminó nuevamente al puesto de armas a distancia. Allí estaba el chico del 11 practicando, pero había lugar para él también.

- Hola -dijo al instructor-, de nuevo yo.

Tomó un cuchillo por el filo y apuntó un poco abajo del blanco, ayer todos sus cuchillos se iban para arriba.  Luego intentó comenzar el lanzamiento estando de espaldas y dandose vuelta rápido. Menos mal que detrás de los blancos no había nadie, porque hubiera provocado una catástrofe. Luego de un rato, comenzó a agarrarle la mano. 

-Tú eres el chico del ataque con la bandeja ¿no?- pregunto mientras cojo unas cuantas piedras más.- Ayer nos cruzamos en el puesto de Camuflaje. 

Me detengo sujetando la honda en una mano y las piedras en la otra.

-Oye. Me preguntaba...ya que esta claro que los profesionales no te caen bien... ¿Quieres hacer una alianza? El chico del distrito 3 y yo hemos pensado que si matamos entre todos a los pros antes de que cojan armas, tendremos muchas más posibilidades individualmente de ganar. Quiero decir, si les dejamos que nos cacen uno a uno, estamos todos jodidos. Si los eliminamos entre todos, bueno esta claro que uno de nosotros ganará, obviamente. La idea es matarlos en la Cornucopia, repartirnosla, y darnos una tregua de venticuatro horas. Después el juego tendrá que continuar.

El segundo dia de entrenamientos me levanto algo dolorido por las caidas de la tarde anterior, lo cual me enfurece en cierto modo.

Apenas tomo algo para desayunar, sentado aislado en la sala antes de salir hacia la zona de entrenamientos de nuevo.
Mi primer destino es el entrenamiento cuerpo a cuerpo, parece que en la sesion anterior aprendí algo y de nuevo quiero entrenar, he de ser el mejor luchador de los Juegos si quiero sobrevivir, incluso mejor que mi hermana, aunque me dolerá acabar con ella, más me dolerá que ella me mate a mí o que cualquier otro nos mate a alguno.
Duro, sin parar de golpear los monigotes de entrenamiento, oigo crujir la madera con cada golpe, en alguna ocasion noto mis nudillos doloridos, pero la fuerza de voluntad es lo primero que hace de uno un buen luchador.

Cuando el cansancio en mis brazos y piernas llega a un limite inimaginable, el aviso para la hora de comer resuena por toda la zona y casi arrastrandome llego hasta comer un par de cucharadas y continuar el entrenamiento, esta vez con las cuerdas, aún con mis brazos chillando del esfuerzo, comienzo a trepar, a moverme por cuerdas entre pivotes, todo cuanto hice el dia anterior, esta vez más cansado, más lento, pero concentrado.

La noche llega a la zona, y sin dirigir una sola palabra, a ninguno de los dos entrenadores del tia, voy hasta mi cuarto y me desplomo sobre la cama, esperando a que llegue el nuevo dia.
 

Jonas mira al muchacho del 11 y piensa en lo que le acaba de decir.

- Mira, es tal cual lo dices, odio a los tributos profesionales y voy a hacer todo lo que pueda por que caigan, pero nunca he matado a nadie y cuando lo haga no quiero hacerlo a traición. Puedes contar con que no estorbe y claramente no voy a defenderlos, de hecho, si tengo la oportunidad voy a atacarlos, pero mi plan es el de la mayoría: Tomar lo que pueda y huir. No quiero decirte que haré otra cosa porque salvo que seamos todos contra ellos, la cosa va a estar muy en desventaja para nosotros. Mira allá, el muchacho del 1 está intentando sumar a su causa al grandote del 12. Estoy seguro de que aunque le diga que no, le caen mejor ellos que los demás, porque aprecia la fuerza. Lo siento, pero creo que hay demasiada desconfianza como para que tu plan funcione. Si está en mi, ayudaré, pero no puedo comprometerme.

Algo cansada por los entrenamientos tan poco existosos, se dirige de nuevo a la parte de supervivencia.

- Hola, quisiera aprender a hacer una fogata - se sentía algo frustrada pero esperaba contar con mejor suerte esta vez.

Su pequeño compañero estaba haciéndolo algo mejor que ella. 

Me levante como el día anterior, y continué con la rutina que llevaba haciendo los dos últimos día, en la sala de entrenamiento vi como Savera estaba entrenando la parte de la supervivencia, justo lo que tenía planeado entrenar.

Me dirigí hacia el entrenador, Hola buenos días, ayer estuvo muy entretenida la forma de aprender a hacer fuego, mire a mi compañera y le sonreí, hoy sin embargo me gustaría aprender a cazar, mi abuelo me decía que sino tienes el que calentar para que sirve un fuego. Así por eso estoy aquí de nuevo.

Me puse rápidamente manos a la obra, escuche atentamente todo lo que me iba explicando el entrenador sabía que me sería de mucha utilidad cuando estuviera allí fuera, no es que fuera novato a la hora de cazar animales (algún conejo había caído), pero tenía la sensación que iba a ser más difícil esta vez.

Era el último día y tenía que tomárselo en serio. Eran las dos últimas clases que recibiría y quería estar preparado. Se decidió por las armas a distancia.

Saludó al hombre con cortesía y trató de llevarse bien con él, eso le había funcionado con la mujer de supervivencia. También saludó al tributo.

Hizo algunos estiramientos con los brazos y se acercó a la zona de las armas. Las repasó todas planteándose con cuál podría empezar. se decidió por los cuchillos.

Estaban realmente afilados y eran muy ligeros. Se alejó del poste lo suficiente para que supusiera un reto para él. Se concentró y los lanzó. Acertó con los 5.

¿Sabes? En la arena no tendrás tanto tiempo para concentrarte.- le dijo el profesor. Vuelve a tirar, pero esta vez a los blancos en movimiento.- le dijo señalando otras dianas que giraban y se movían de izquierda a derecha. Max no se lo pensó, recogió los cuchillos y los volvió a lanzar, esta vez sin pensar. Acertó 3 de 5, no estaba mal, pero no era suficiente. El hombre le explicó por qué había fallado y en qué y Max empezó de nuevo.

Lo siguiente con lo que entrenó fue el arco. Apuntó y disparó a la diana. El profesor volvió a señalarle a las dianas en movimiento. Max obedeció y empezó a practicar sólo con las dianas en movimiento. Cuando le dolían los dedos de tensar la cuerda del arco, decidió cambiar a las lanzas.

 Empezó con las lanzas cortas, nunca había practicado con ellas así que pidió muchas veces la ayuda del profesor. Le enseñó a colocar el brazo, cómo calcular la fuerza y la altura para acertar a un blanco en movimiento. Aunque le empezaron a doler los brazos muy rápido no paró hasta que no consideró que había adquirido suficiente destreza.

El profesor vio que Max estaba cansado así que le señaló otras dos armas con las que nunca había practicado. Estrellas ninja y Cerbatanas. No tardó mucho en acostumbrarse a las estrellas, se hizo un par de cortes pero consiguió cierto dominio con ellas. Por último cogió la cerbatana.

El truco está en la respiración. Tienes que coger aire (no demasiado) y concentrarte en expulsarlo rápido y con mucha fuerza.- Max estuvo practicando hasta la hora de comer con ese objeto. Al acabar le dolían los pulmones de las veces que había disparado ese objeto.

Un profesional vino al puesto de armas a distancia. Era el chico del distrito uno, por ahora parecía el más movido de todos los pros de este año.

-Hey.- le saludo mientras se estira.Le observo atentamente.

Empezó a manejar armas a cada cual más exótica que la anterior. Cuchillos y arcos, ambos marciales, se notaba que estaba preparado para usarlas, y diversas armas exóticas de las que el muy cazurro no hubiera oído hablar en la vida ni su nombre hasta que el monitor se los dijo. Sonrío al verle sangrar. 

Entrenamiento día 2

Con el cuerpo entumecido y con una sensación extraña en él por no haber pasado buena noche, me dirijo hasta la zona de entrenamiento. Me siento en cierta manera frustrado por no haber conseguido nada en el primer día con los expertos, en verdad esperaba mejorar algo.

Maldita sea, como voy a lograr que Sam sobreviva en estos juegos si soy incapaz de aprender nada que me sea útil para defenderla del resto de tributos. Soy bueno con los cuchillos, lo se, tal vez fue ese mi error y me deje llevar por la arrogancia de que iba a ser sencillo mejorar. Craso error. Me ha costado un día de mejora, pero bueno mejor haberse dado cuenta ahora cuando aún tengo tiempo para aprender.

Me acerco en primer lugar hasta el experto del combate con armas a distancia – Ayer cometí el error de pensar que era mejor de lo que en realidad era, quiero mejorar y no me importa estar todo el tiempo necesario para hacerlo, incluso si tengo que sangrar para lograrlo. Ayúdeme a mejorar, por favor – le pido antes de acercarme a la mesa donde descansan los cuchillos. Ya allí cierro los ojos y dejo mi mente en blanco, cojo los cuchillos sintiendo su peso en mis manos, están perfectamente equilibrados. Un diseño simple pero eficiente. Cien lanzamientos siguiendo las indicaciones de mi mentor, debo conseguir una buena mecánica de lanzamiento y cuando lo logre, ya tendré tiempo para mejorar mi precisión. Llevo la mitad, y estoy sudando como un pollo. Vamos, Sean, hay que continuar. Alcanzo los cien y mis brazos tiemblan por el esfuerzo, pero debo seguir lanzando, al menos hasta que sea el momento de cambiar de lugar.

Termino mi entrenamiento y me quedo sentado en un banco con una toalla cubriéndome la cabeza, intentando recuperar fuerzas y relajarme unos minutos antes de dirigirme al otro puesto de entrenamiento. Creo que he mejorado algo en mi manejo de cuchillos a distancia, ahora es el turno de su manejo en el combate cuerpo a cuerpo, donde los tributos profesionales nos aventajan por sus entrenamientos en sus distritos. Estoy nervioso, toda mi vida he tenido que usar los cuchillos para salvar vidas, fue mi juramento como medico, y ahora debo aprender a manejarlos para matar a mis enemigos si quiero sobrevivir en estos juegos.

- Buenos días, son Sean Brown, tributo del distrito 7… Me gustaría que me adiestrase en el manejo de los cuchillos en el combate cuerpo a cuerpo, señor. Necesito aprender lo suficiente para sobrevivir en la arena de los juegos del hambre.

Espero su respuesta y veo todas las armas expuestas esperando a que cada uno de los tributos las coja y comience a practicar con ellas. Busco el cuchillo, su filo es romo, pero tal como ocurría con los cuchillos lanzables tiene una calidad fuera de lo normal. Equilibrado, inconscientemente mi mente piensa en el buen uso que podría tener en el hospital del distrito pero no es el momento de pensar en eso.

Solicito la ayuda de uno de los ayudantes del maestro para que me ayude con las técnicas de manejo del cuchillo, cada error en la técnica lleva consigo un golpe a modo de reprimenda. La lección con sangre entra, o eso dicen. Guardia alta, flexiona las rodillas levemente, baja tu centro de gravedad y busca el combate cercano, necesitas ser como un boxeador y estar encima de él para poder usar tu cuchillo con éxito, sino te harán picadillo con un arma larga.

No se cuanto tiempo llevo entrenando pero mi cuerpo esta casi al limite de mis fuerzas, pero me siento satisfecho he dado todo lo que tenia, mis manos las siento doloridas, ahora solo espero a ver conseguido resultados.

Entrenamiento día 3

Ultimo día de entrenamiento, y creo que necesito aprender algo que no sea tan físico como lo que aprendí el día anterior, aún me duelen los brazos y las manos, por no decir de las molestias que tengo por los moratones de los golpes que recibí del ayudante del instructor. Aún así me siento orgulloso de mi mismo, me esforcé y di todo lo que tenía para intentar mejorar. Eso es más de lo que hice el día anterior. Espero que a Sam le vayan bien las cosas en los entrenamientos – con ese pensamiento en mi cabeza me dirijo hasta la piscina, ver esa gran cantidad de masa de agua me asusta un poco. La verdad es que en nuestro distrito, nos mojábamos en un remanso del río, que no era ni la mitad de profundo que esa piscina, e intentábamos mantenernos a flote en el agua, imitando los movimientos de los perros. Nunca tuvimos tiempo para aprender a nadar, sinceramente no nos era útil en nuestra vida cotidiana.

Saludo al ayudante del entrenador con un gesto de mi cabeza mientras observo al entrenador como esta dentro de la piscina, al ver como el agua se arremolina y comienza a formar corrientes, se forma un nudo en mi estomago. Como pretende que me mantenga a flote y no me ahogue. Respiro profundamente y me lanzo al agua. El primer contacto con ella, me hace darme cuenta que no es igual que la del lago, huele diferente, noto un leve escozor en los ojos, pero me acerco hasta mi entrenador luchando contra las corrientes. Se queda observándome, de forma curiosa pero no dice nada de mi peculiar forma de nadar, si se puede llamar así.

- Soy Sean Brown, tributo del distrito 7 y como vera creo que tengo que aprender mucho sobre como nadar de forma correcta – Asiente y comienza a explicarme la mejor forma de nadar, extendiendo los brazos y usando las piernas, y que deje de nadar como si fuese un perro. Me aconseja que nunca nade contra corriente que solo malgastare fuerzas y acabare por agotarme y ahogarme, es preferible dejarse llevar hasta que la fuerza disminuya y pueda llegar hasta tierra firme. Eso es lo que hago, nadar durante horas, para mejorar mi estilo y coger algo de fondo. Y yo que pensaba que iba a ser un entrenamiento relajado, no he podido estar mas equivocado.

Jonas deja por un momento el cuchillo que estaba por lanzar y mira el entrenamiento del tributo "profesional". Mira el gran "1" en su espalda como si fuera un blanco, pero deja el cuchillo en la mesa.

Se queda unos minutos mirándolo y luego mira al chico del 11.

- Mejor me voy a otro puesto, este empieza a apestar. Y no lo digo por ti.

Después de unas cuantas pedradas y el comentario del distrito 10, prefiero largarme de allí muy rápido antes de que se caldeé el ambiente. A paso rápido me muevo entre los diferentes puestos, no sabía qué me podía ser más útil puesto que desconocíamos la Arena y los peligros que entrañaría. Sabía de antemano bajo que circunstancias tendría alguna posibilidad y cuales no, y trataba de maximizar el rango de las primeras. Mis ojos se posan en el lago. El agua en sí misma era necesaria para sobrevivir, pero también podía ser una barrera y un peligro natural a tener en cuenta.

Sabía nadar, al menos conocía la teoría de como se nadaba, era una sencilla ley del empuje. Pero, bueno, mi capacidad natatoria era equivalente a la que podría tener un bloque de granito. Eso si, me resultaba sencillo hacerme el muerto, solo tenía que meterme al agua y esperar dos minutos en una zona que me cubriese entero. Aún así ese tipo de trucos que solo puedes hacer una vez y de forma irreversible no eran mi tipo, además no conseguiría flotar, al menos de forma inmediata.

-Vengo a aprender a nadar.- Comento al llegar, allí también estaba el chico del distrito 7.- Y mi abuela tullida y artrítica lo hace mejor que yo. Así que guárdate lo de las olas, para cuando sepa mantenerme a flote, por favor.

Sin muchos miramientos me dio un bañador, al verme solo con eso puesto, me miro sugiriendome que me mantuviera en tierra firme. Tenía la musculatura por desarrollar, así que era difícil que pudiera darme empuje. Yo también era consciente que lo que no había hecho en doce años no podría hacerlo en un día, pero también es cierto que lo mismo pensaba de las armas de fuego y el resultado había sido satisfactorio.

Poco después el tutor me instó a aprender la técnica, por suerte para mi la parte de aguantar la respiración la llevaba bien, eso me permitía no sacar la cabeza con tanta frecuencia, y ofrecer menor resistencia al aire. Pero la parte de hacer fuerza para desplazarme y mantenerme a flote era uno de los sufrimientos que estaba seguro esperaban en el infierno a todos los que no vivíamos en zonas con agua cerca.

-Hey, hola.-me dirijo al chico del distrito 7 en uno de los descansos mientras cambiaban la fuerza de la corriente para que se convirtiera en los rápidos de un río. Poca profundidad, mucha fuerza, mucha velocidad, sin oleaje.-Oye, no he podido  evitar darme cuenta de que te llevas muy bien con la otra chica del distrito 7. Podría tener una proposición que haceros. Los que pertenecemos a distritos no profesionales estábamos planteándonos, hacer piña y eliminar a los profesionales durante la Cornucopia, antes de que cojan armamento, es la única oportunidad que tendremos de deshacernos de ellos con alguna garantía. Después nos la repartiríamos a partes iguales, pactamos una tregua de 24 horas, y el juego continuará. La alternativa es dejar que se apiñen y nos cacen uno a uno, su fuerza de combate armados,nos superaría incluso si después uniéramos esfuerzos. Pensároslo, ¿vale?.

- Hola, Jerome ¿verdad? - comienzo a decir mientras me preparo para el cambio de corriente en la piscina - Interesante propuesta, lo hablare con ella y cuando tengamos una respuesta firme te la haré saber. Y gracias por contar con nosotros - respondo bajando la cabeza levemente a modo de agradecimiento.