Partida Rol por web

-Esperaremos con impaciencia vuestra respuesta, nos encontraréis en la orilla norte del Lago Espejo.

Tras decir esto, Barahir saluda y dais media vuelta volviendo por dónde habéis venido.

-Mmmmm....ha ido mejor de lo que me esperaba. Ahora falta por ver si nos recibirán. ¿Qué pensáis amigos míos?, ¿cual es vuestra impresión?

-No me atrevo a pediros poder de representación. Ni lo merezco ni le haría justicia, pero, aunque no sea para negociar, tal vez podría ser conveniente pedir mediar por vos, informarles de cuanto sé de vos y vuestro linaje antes de que "obligar" a venir al rey. ¿Os parece demasiado osado? -mucha es la confianza que tendría que depositar en mi para tal cometido. Una palabra desafortunada y su intervención podría llevar al traste una misión que había costado considerables esfuerzos y que ya se había cobrado varias vidas. No obstante, si fuera bien, podría ser un punto más a favor de él, cosa muy de agradecer en una negociación, pues como todos los humanos, vienen a pedir ayuda. Yo todavía no he visto material de comercio...

Barahir sonríe

-Es algo que tenía en mente maese Talin, ahora bien, es necesario que lleve en persona estas negociaciones, especialmente porque de no hacerlo Báin podría pensar que le desprecio o puede tomar mi actitud como una debilidad. Aún sí en caso de que Báin optase por no recibirme, procuraremos que tú hables por mí ante él. -Se gira y mira a Talin a los ojos- De todas formas vendréis conmigo, necesitaré de vuestro consejo, así como de vuestros ojos y oídos.

Como nos toca esperar, y dadas las dimensiones de Moria, puede ser esperar bastante tiempo no sólo por las ocupaciones del rey, sino también por las distancias, pido permiso para hacer una pequeña exploración alrededor del lago. Tengo una "intuición".

Ante la insólita propuesta accedo, con más curiosidad que entusiasmo y me dirijo con Talin a reconocer los alrededores. Todo es nuevo para mi, nunca había estado tan cerca de una construcción enana.

-Verás, Mellongaladh -digo cuando nos hemos alejado del campamento humano- estoy buscando algo que llevo en lo más hondo de mi alma, de las historias que me contaban cuando era niño. Es de la historia de mi pueblo, del linaje de Durin. Me contaron que cerca de Moria se encuentra su piedra, la Piedra de Durin, que señala el sitio donde Durin miró por primera vez el Lago Espejo. Ese lago -señalo el lago, coas que aunque sea obvia, me sirve para remarcar la frase- Se dice que si uno se coloca en ese lugar y mira el lago, puede observar su corona, la Corona de Durin, tal y como la pudo ver él hace milenios, en otra Edad... -acabo soñoliento- Ejem, eso, una piedra, eso buscamos. No sé qué aspecto real tiene, pero tiene que estar por aquí y desde ella tendría que verse algo en el lago. Y estaría bien que fuera algo impresionante, ya que estoy aquí, demonios.

Cuando Talin se queda por un momento pensando en ello, pongo los ojos en blanco, un instante... sólo un enano podía pedirme encontrar una piedra en un lugar que está lleno de ellas.

- Haré lo que pueda compañero, pero con una descripción tan... - tomo aire y pienso en el adjetivo unos instantes - vaga, no se si te podré servir de mucha ayuda. - Pero me adelanto y contemplo todas las piedras que tenemos al rededor, buscando inscripciones, runas, y subiéndome a ellas para contemplar el lago. Pensándolo bien, tampoco tengo nada mejor que hacer.

A lo largo del día, y del siguiente, e incluso de un tercer día, ya que los enanos de Moria tardan lo suyo en responder, recorréis el valle del Arroyo Sombrío. Para evitar posibles malentendidos, os quedáis a una distancia prudencial de las Puertas de Moria. La primera jornada os aproximáis al prado de la laguna, justo antes de que la calzada tomase dirección hacia Moria, para volver a ver la columna que había allí. Talin estaba convencido de que podría tratarse de algo importante, aunque tras examinarla estaba frustrado, hablaba de una corona, de Dúrin y de que ahí tenía que estar. Mientras su compañero no para de hablar, en teoría para ambos pero cada vez más parecía que hablaba para sí mismo, Mellongaladh se asomó a la laguna. Allí la naturaleza le presentó una bella muestra de su belleza y no fue hasta que pronunció la palabra corona, que Talin volvió a sí mismo y se puso junto a su compañero mirando hacia el lago. Talin se inclinó sobre el agua oscura y al principio no pudo ver nada. Luego, lentamente, distinguió las formas de las montañas de alrededor reflejadas en un profundo azul y los picos eran como penachos de fuego blanco sobre ellas; más allá había un espacio de cielo. Allí como joyas en el fondo del lago brillaban unas estrellas titilantes, aunque la luz del sol estuviera muy alta. Ahí estaba la corona de Dúrin. De ellos mismos, inclinados, no veían ninguna sombra.

Talin comprendió a que se refería el dicho de que allí se encontraba la corona de Dúrin. Dado que son linajes diferentes, era normal que malinterpretase lo que había escuchado, o al menos eso dijo para su defensa. Mellongaladh poco más pudo hacer que mirarlo con cierta resignación y encoger los hombros.

El resto de días depararon hallazgos interesantes pero no significativos alrededor del lago: construcciones hidráulicas tan escondidas que sólo un enano o alguien con muy buena vista podría encontrarlas, y que suministraban agua del lago a Moria, o viceversa, drenaban agua desde Moria hacia el lago, algunas fortificaciones, como las construcciones que habíais visto cuando os dirigíais a Moria por primera vez, y que parecían consistir en una primera línea de defensa (según palabras de Talin) por si Moria era atacada y los enanos quedaban aislados en el exterior, aunque por su estado parecían que hacía tiempo que no habían sido usadas, etc. Por lo demás no encontrasteis nada raro o valioso.

La vida en el campamento estos días transcurrió con cierta normalidad. Los soldados pudieron recuperarse y estar listos para volver a entrar en acción o partir, si fuese necesario. Por el momento estaban a la espera.

Al final, por fin, al quinto día a lo lejos apareció una comitiva de enanos, al frente iba Dwalin.

Nada más detectar la presencia de los enanos de Moria, me dirijo con presteza hacia donde se encuentre Barahir, para asistirle en lo que precise. Espero ser de alguna ayuda, aunque sea simplemente para que vean a alguien del tamaño y barba apropiados.

Me quedo en un segundo plano, sin permanecer escondido sino más bien es un intento de discreción.

Pasado un rato llega la comitiva enana. Podéis ver que está encabezada de nuevo por Dwalin, acompañado por una veintena de enanos.