Partida Rol por web

Tras los disparos de Mellongaladh escucháis claramente un grito de dolor y posteriormente varias maldiciones, o eso diríais por el tono que se usa, en una lengua desconocida. Varios atacantes os ven y avanzan hacia vosotros. Calculáis que son ocho y nueve, de los cuales la mitad sigue su camino hacia el campamento.

Varios soldados de Dol Tinereb se dan cuenta de la presencia de los asaltantes y comienzan a perseguirlos. Mientras tanto, la batalla continúa, los Raggers comienzan a tener un considerable número de atacantes a sus pies, muertos o heridos, mientras que el resto de las tropas de Dol Tinereb continúan su lucha.

De pronto, por el este aparece la caballería de Dol Tinereb,  que al grito de "¡DOL TINEREB!" carga contra los atacantes dispersos.

Primero recargaaaaaar -racaracaracaraca, suena el mecanismo de manivela para recargar la ballesta- y luego disparaaaaar -¡ftung!.

-¡Demonios, tendría que haber practicado más!

No es que esté muy inspirado en esto de asaetar a los humanos, pero ya le iré cogiendo el truco. De momento parece que ya les ha dado tiempo a acercarse a esos sucios dunledinos, así que reacciono como lo haría cualquier enano de mi condición: dejando la ballesta y pasando a las armas de cuerpo a cuerpo, escudo y morning-star en este caso.

Ahora podéis ver claramente que cuatro Rhudaurrim se os aproximan. Los cinco Rhudaurrim que se dirigían hacia el campamento se giran al ver que soldados de Dol Tinereb les persiguen y les hacen frente.

Viendo como los enemigos se aproximan cambio mi arco por mi espada larga y me cubro con mi escudo. Suponiendo que el enano esté justo delante mío me desplazo hacia un lado para encararlos de frente. Al primero que se aproxima le ataco.

- Mira que sois insistentes, tengo cosas mucho mejores que hacer que estar peleándome con cuatro Rhudaurrim de tres al cuarto.

Te encaras con el primer Rhudaurrim que llega a tu altura. Tras un cruce momentáneo con vuestras espadas, le alcanzas.

En un momento dado consigues alcanzar a tu contrincante en la parte superior de su pierna izquierda. Grita de dolor dando un par de pasos atrás, pero enseguida se recupera y te ataca.

El atacante de Mellongaladh intenta alcanzarle con su espada, pero éste, elegantemente para todos los ataques con su escudo y su espada.

Te encaras con el primero que se acerca a ti y le intentas golpear con tu morning-star, pero te esquiva.

- Un Rhudaurrim se balanceaba sobre la tela de Ella la araña y como veía que no se caía fue a llamar a otro Rhudaurrim. - Que manera de hacernos perder el tiempo y hombres, porque seguro que además hemos tenido muchas bajas, la corta vida de los humanos siempre se acaba segando antes de tiempo. Aldarion debería habérselo pensado más antes de fundar un pueblo semejante. Los humanos casi no oponen resistencia a caer en las garras del lado oscuro, digo, de la maldad. E igualmente para luchar así mejor estarían amasando pan.

Seguís cruzando estoques, cuando vuelves a alcanzar a tu contrincario en la parte superior de la pierna. Gime de dolor pero aún se mantiene en pie y luchando.

En ese momento llega hasta vuestra altura el resto de contrincantes. Tenéis dos por cabeza y no se andan con chiquitas a la hora de atacaros.

Mellongaladh tiene delante a dos adversarios, uno es con el que ha estado luchando, el cual aprovecha un descuido de Mellongaladh y a pesar de estar malherido, consigue rozarle. El otro, impresionado por tener a un elfo delante tropieza y pierde su espada, la cual busca con desespero.

Talin delante suya, igualmente, a dos adversarios. Tras un cruce de armas y morning-star consiguen herirlo levemente.

En el barullo del combate, con dos atacantes por cabeza, la adrenalina se reparte por mi cuerpo, nublando ligeramente mi visión pero haciéndome actuar con presteza. Los golpes, casi no los siento. Lo que sí siento es que uno de los enemigos va a sufrir por su osadía. No, no lo siento.

-¡Come hierro, dunledino!

Talin levanta su arma e impacta contra el contrincante que tiene más cercano hiriéndole en la pierna. Comienza a sangrar abundantemente y observa en su rostro cierto aturdimiento.

¿Un humano me ha herido?, la sola idea me deja aturdido este turno y aunque levanto la espada en un intento de atacar la maniobra no me sale como esperaba.

Tu adversario, aunque malherido, consigue detener tu ataque. Es evidente que se pone a la defensiva, mientras comienza a retroceder. Presenta un mal aspecto y por el aspecto que presentan sus heridas, parece que ha perdido bastante sangre. El otro contrincante sigue intentando recuperar su arma.