Partida Rol por web

-Mierda… -Maldijo. Aquella multiforme cosa negra de apariencia ratoide se estaba cobrando una nueva víctima. La frustración empezó a hacer mella en Tom, nada parecía detener a la rata de seguir consumiendo carne y hueso a partes iguales como si fuesen gelatina.

-Esto es como un puto naufragio.- Pensó con desesperación para sus adentros mientras oteaba la cubierta buscando algo… -El brazo estaba perdido… Tal podamos salvar al hombre.

Frío aquí, extintores, agua...!! - gritaba frenético Peabody, mirando espantado a Pickwell y al terrible apéndice que amenazaba con dejarle sin brazo, mientas se retorcía para desacerse del soplete y buscaba alrededor algo con lo que ayudar a enfriar a aquel ser.

Carford al ver descender a la rata se abalanza contra ella como poseído por una rabia furibunda, tratando de golpearla con una barra metálica de las que se usan habitualmente como palanqueta.

- ¡Ven aquí, maldita rata del averno!

Enceded otro soplete!! mostradselo!! que se vaya hacaialli!! AGGGGHHH!! Quema mucho, duele!! Corred por Dios, me esta quemando!! haced que se vaya a por algo mas caliente!! Por favor!! AGGGHHH!!!

Dom se sentia morir ante aquel acido que le succionaba la vida, solo espoeraba que sus compañeros tuvieran una buena idea

Aquello era un caos. Menez, O'Connel y Pacquare apuntaban con sus extintores a un Pickwell que no paraba de gritar de dolor.

Montaigne, sin duda con buenas intenciones, intentó arrancar la rata de su queso rico rico con el concurso de una llave grifa que había cerca, pero con los movimientos sicalípticos del piloto, no acertó en la cosa y si en el brazo. Se escuchó el ruido de un hueso roto y los gritos de dolor se redoblaron, hasta que la víctima se desmayó.

Tras Montaigne, Humphries, que había ido a por un hacha al armario contra incendios, donde también había otros tres extintores y el consabido cubo con arena, intervino en la carnicería para, con mucha fortuna, seccionar limpiamente la mano a la altura de la muñeca y, con el golpe afortunado, hacer que la rata/cosa cayera al suelo sin soltar su golosina.

Peabody se debatía entre una y otra cosa, sin decidirse por ninguna en concreto. Sin duda estaba muy nervioso, y era natural, conforme venían sucediendo las cosas.

El bicho, sosteniendo y deshaciendo la mano de Pickwell entre sus manecitas cada vez más humanas, con sus patitas traseras, intentó volver al motor, porque parecía un tanto molesta con tanto polvo de extintor. Quizá no se movía tan rápido como antes, no tan ágil. Los extintores parecían hacer mella en la cosa, pero no era rápido ni limpio.

De pronto, en uno de esos guiños inesperados de actividad rápida y furiosa, el ser se revolvió y...

Tras usar el extintor y ver cómo la rata caía en la trampa, Menez dudó sobre si ir a ayudar al marinero herido. Sin embargo, ver cómo se cebaban con Picwell le hizo cambiar de idea sin pensárselo demasiado. De acuerdo con que Menez era una mujer tirando a rolliza y bajita, que parecía moverse como una tortuga panza arriba. Pero el viaje de ida en el Gabrielle le había acostumbrado al bamboleo del barco, haciendo que ya lo tuviera interiorizado como parte de sí misma. No sólo eso sino que Menez estaba acostumbrada a moverse en redacciones plagadas de hombres que exudaban testoterona y se hacía oír, vaya que sí. Así consiguió Menez acercarse a Picwell, en sus ojos reflejado el horror de ver a su compañero Demente chillando como un gorrino en el matadero y sin su preciada mano.

¡Joder!

-¡Torniquete aquí!- Sin miramientos cogió a Picwell de la chaqueta y jaló con fuerza tirando al piloto al suelo casi poniéndose a horcajadas sobre él para inmovilizarle el brazo. Se quitó el cinturón, pasó el extremo por la hebilla y lo colocó justo debajo del codo para salvar la articulación. Tiró contodas las fuerzas de las que fue capaz a pesar de saber que le produciría un gran dolor.- ¡Aguante Picwell!- No quería perder a más compañeros. Echó un vistazo a la herida. Quizá el marinero no hubiera hecho tan mal en cortar por lo sano. Se fijó en si quedaba algún rastro de ácido por si hubiera que lavar.- ¡Que vengan los médicos!

Carford, que no cree haber hecho gran daño al pobre tipo que baila con la rata, lanza un nuevo golpe a esta, pero el gran peso de la llave de grifo hace que se desequilibre de forma antinatural y haga un movimiento extraño que casualmente facilita esquivar a la rata, que al parecer pretendía atacarle.

Me he acercado demasiado...

Ziuuu

Una especie de pirueta, descompensada por el peso del extintor. Y un resbalón. Bert queda expuesto a la ávida glotonería de la asquerosa rata negra...

Maggie aun muy desconcertada, acierta a moverse rauda entre el caos y separarse de la rata para analizar la situacion y saber como actuar.

La visión de la sangre de su compañero que él mismo derramó le hizo turbarse. Buscaba salvar su vida pero por alguna razón había algo que estaba mal en ello, su compañero inconsciente permanecía ajeno al dilema moral de Tom… Tal vez muerto.

Apenas se alejó lo suficiente de peligro.

El nerviosismo extremo de Peabody pareció ayudarle en esta ocasión, ya que en cuanto le pareció que la rata iba a cambiar de objetivo saltó a un lado, quizá un poco más fuerte de lo necesario, pero cayendo con bastante gracia.

Alejado por el momento del alcance del ser, se puso a buscar frenéticamente algo con qué enfriar los ánimos del bichejo, preferentemente una manguera de agua a presión o similar; incluso una tubería de refrigeración que pasara por allí cerca sería bienvenida. Esperaba llegar a tiempo de salvar a los demás, y a si mismo.

En efecto, Montaigne falló con el porrazo que apuntaba a la rata porque esta se le vino encima, y tuvo que concentrarse en recular a toda prisa, evitando el contacto, tan dañino que le había costado a Pickwell una mano y puede que la vida.

Menez, sin perder ojo al peligro, ató lo primero que encontró por ahí (su cinturón) justo bajo el codo del piloto. La sangre dejó de manar con virulencia. Ató aquello con un nudo doble.

Bert, sin soltar el extintor con que pulverizaba a la cosa, se había quedado medio sentado en el suelo, fruto del intento de retroceder para evitar aquel movimiento sicalíptico de la rata, aunque tuvo suerte, dado que no se había fijado en él, y pudo incorporarse rápidamente.

Maggie retrocedió. La situación era caótica. Si se debía seguir el plan inicial, alguien debía estar atrayendo a la rata con un soplete (uno colgaba de la espalda de Pickwell, otro lo tenía Peabody, y ambos estaban ociosos) mientras los demás impedían que se diera la vuelta incomodándola con los extintores.

Peabody hizo memoria y se acordó de que las bocas de las mangueras contra incendios estaban en la cubierta superior. Para accionarlas había que poner en marcha las bombas auxiliares, y tal era la fuerza del chorro que, para evitar que la manguera se escapara, la debían manejar al menos tres hombres. Una vez conseguido esto, habría que abrir la claraboya de la sala de máquinas y apuntar los chorros desde ahí.

Humphries estaba bastante afectado por lo que acababa de hacer, aunque hubiera salvado (presumiblemente) la vida del paquete. Mantenía en su mano el hacha ensangrentada y se preguntaba cómo cojones había llegado a esto.

La sacaremos de aquí! - gritó Peabody en medio de la confusión, palideciendo aún más al ver de refilón el aspecto de Pickwell, y la sangre que apenas había dejado de manar de su brazo - Que alguien coja ese soplete, iremos hacia la salida..., y que alguien prepare mangueras con agua fría. Quizá podamos tratar de echarla al mar, seguid dirigiéndola con los extintores... - su tono sonaba como si realmente no creyera que el plan se sostendría más allá de unos cuantos metros, los necesarios para que la rata acabara con todos los presentes; aún así se armó de valor y encendió su propio soplete, sin perder ni por un instante de vista al ser y comenzó a avanzar cauteloso hacia la salida.

Menez se limpió la sangre de Picwell en los gruesos pantalones que llevaba y se puso manos a la obra. Tomó de nuevo el extintor de sus manos y trató de seguir las órdenes de Peabody sin pensar demasiado si eran buenas o malas. Su mente era ágil pero sometida a todo aquel estrés se decidió a darse un respiro. Accionó de nuevo el mecanismo que activaba el extintor de polvo y de nuevo todo se volvió blanco, sumido en una espesa niebla que iría cayendo poco a poco. Trató de rectificar sobre la marcha el chorro blanco rezando porque todo aquello acabara rápido.

Poniéndose en pie enseguida tras el resbalón Bert sintió que acababa de pasar de puntillas junto a algo tan malo como la muerte. Lo que le supuso un subidón importante, tanto que cogió con soltura el extintor que empuñaba y lo dirigió sin vacilaciones.

Pendiente de las evoluciones de la cosa negra, consciente de que un nuevo fallo podía ser fatal.

-Si enfrían esa cosa se volverá quebradiza. -Los pensamientos del marino mientras enarbolaba el hacha aún con restos de sangre de su camarada no eran en absoluto creativos, todos se remitían a la utilización de su arma.

-¡¡¡Al ataqueeee!!! -Bramó mientras cargaba  contra la nube blanquecina que se estaba disipando en esos momentos.

Carford, animado por el ardor guerrero de Tom, se lanza contra la rata cual ariete, presto a atizarle una ostia con la llave grifa de marras.

- ¡Jeróoooooooonimo!

Maggie se sentia mareada ante lo que estaba pasando, solo veia caos y sangre, heridas y cortes. Se sobrepuso sabedora de que la tactica se estaba desdibujando y que aquella cosa no debia de seguir en el barco, no queria mas extraterrestres cerca, ni de ella ni de los perros.

Vamos, hay que sacarla fuera y tirarala por la borda, aunque perdamos dos solpletes ganaremos la vida.

tras ello se acerca a Dom para tratar de conseguir su soplete, siempre vigilando a la rata, no sea que su cercania la llame mas que el soplete encedido.