Partida Rol por web

Más allá de las montañas de la locura

Capítulo 4: viaje por mar.

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01/05/2014, 16:54
Rudolf Kleiver

Rudolf se separó de los marineros, mirándoles con un rostro mezcla de incomprensión y aristocrático desprecio. Sentía las miradas acusativas del pasaje y parte de la tripulación, a las que sólo podía reaccionar con la mayor tranquilidad posible. Para más inri aún le dolía el trasero en el punto en el que se había golpeado al caer del catre. Ya no tenía edad para andar haciendo aquellas cosas a la ligera. 

En cuanto pudo se colocó las solapas de la chaqueta, tirando de los picos del chaleco, y pasándose una mano por el pelo aceitado, poniéndolo todo en su sitio. De todos modos se notaba que el alemán estaba tenso, pues retorcía compulsivamente las puntas de su bigote pasado de moda mientras trataba de escudarse en las palabras de Maggie y levantaba los brazos para que si fuese necesario le registrasen. Podrían comprobar así que no había taladro o herramienta alguna con la que hacer daño al Gabrielle. Sin embargo su rostro pasó a la incredulidad, que le hizo bajar levemente las manos, cuando escuchó como Frau O'Connel exponía su propia integridad romántica de aquel modo ante aquella panda de marinos que bien se alejaban seguramente de los gustos de la curtida muchacha de Alaska.

 

Notas de juego

Bueno, desde luego, este alemán solo sabe hacer tres cosas bien. Ninguna habilidad de investigación, elocuencia (llamadlo como quieras) o idiomas o similar está en su curriculum. Entschuldigung!

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01/05/2014, 19:10
Aramiker Menez

Aramiker llegó sofocada al barullo que se había montado en torno a Herr Kleiver. Le daba pena por él, un hombre aparentemente tan íntegro pillado "in fraganti" en algo así de burdo. Entonces llegó Maggie para tratar de ayudar. Menez consideraba que la chica hacía bien en destapar parte del pastel, la parte menos suculenta claro. Aprovechó su pequeño tamaño para escrutar las reacciones de los presentes por si veía algo sospechoso.

Después se quedó ojiplática al ver por donde salía la valiente mujer. Era una buena distracción en un barco lleno de hombres. Le daban ganas hasta de levantar ella misma la mano. ¿Por qué no? 

- Si no os presentáis ningunpo hasta yo misma me lo pensaré, después de todo no estoy casada...- Dijo con su habitual todo sarcástico a los que la rodeaban, con la esperanza de ayudar en maniobra de distracción.

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01/05/2014, 22:32
Alexander Peabody

Al encontrar la sorprendente concentración de personal en una de sus habituales rutas de entrenamiento, la primera reacción de Alexander fue tratar de simular un casual estiramiento de cuatriceps durante el tiempo necesario para hacerse una idea de cómo estaba la situación; el hecho de que Kleiver estuviera rodeado de varios miembros de la tripulación en actitud agresiva aclaraba bastante las cosas, desde luego...

Señorita O'Connel... - se atrevió a intervenir, levantando la mano como si estuviere en el instituto y alguien tuviera que darle la vez para hablar, tras las palabras de Menez - ...Maggie... - añadió, mencionando por primera vez su nombre de pila, y bajando su enrojecido rostro en un gesto no del todo fingido de vergüenza - en realidad..., bien, me parece absurdo confesarlo aquí delante de todo el mundo, pero..., esas flores...

Se encogió de hombros, ensayando una expresión de lo que le pareció era lo más semejante a la absoluta estupidez. Convencido de que no hacía falta añadir nada más para que hasta el más torpe de entre su público atara cabos, esperó la humillante reacción, rezando en lo más profundo de su ser para que hubiera merecido la pena exponerse de tal modo...

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02/05/2014, 23:46
Guardián de los Arcanos

Hubo sonrisas por doquier. Pasara lo que pasara, el ambiente tenso, que había caído como una losa en tan apacible día de domingo, se había disipado. Alguno aplaudió.

Si bien todas eran caras humorísticas, Peabody no pudo sino imaginar también ominosas oleadas de envidia y celos por la promesa de la cena y el baile que, al parecer, se había ganado con su actuación.

El capitán miraba todo desde arriba, en el puente, con ojo benévolo pero serio. Aunque, quizá, con algo de fastidio, ya que estaba bien enterado del porqué de la invasión de Kleiver al camarote de los maquinistas. Así pues, y aprovechando que el murmullo de los comentarios se iba acallando, alzó la voz para hablar.

¡Tripulación! Espero que sepan disculpar al señor Kleiver, que no hacía sino cumplir con una misión tan penosa como necesaria. Sin embargo, debo pedirles que se reúnan en cubierta en diez minutos, y que llamen a todos los que estén también de guardia y de los que se pueda prescindir, así como los que estén durmiendo. También quiero que estén todos nuestros pasajeros.

Esto echó de nuevo un jarro de agua fría sobre el ánimo. El capitán, una vez disipada la sorpresa por la escena, tenía cara de fastidio pero también de determinación. Pasaron esos diez minutos entre nuevas cotas de murmullos interrogativos, a la vez que varios oficiales recorrían el barco llamando a voz en grito a aquellos a los que afectara la orden del capitán, que resultaron ser casi toda la dotación del Gabrielle y toda la gente de la expedición.

¡Silencio de proa a popa! Gritó Turlow, cuando todo estaba pronto. Alrededor de Vrendenbourgh estaban todos los oficiales del barco. ¡Va a hablar vuestro capitán!

Con una voz potente y un tono serio, el capitán comenzó su discurso.

 

 

Me apena tener que decir esto, pero ayer por la tarde se descubrió que alguien había saboteado el equipo de la expedición. Para ser más concretos, unas radios. Lo hizo empleando ácido sulfúrico. Este es un asunto muy serio que no se debe permitir seguir. Por tanto, y como vuestro capitán, he decidido tomar cartas en el asunto y, además, acabar así con todos los rumores que seguro corren desde el puente a la sentina. De esta manera, también podremos dar la dimensión que se merece a incidentes inofensivos como el que hemos tenido esta mañana con el señor Kleiver, que está fuera de toda sospecha. Lo que haremos inmediatamente será comenzar un registro de todos los camarotes de tripulación y pasajeros. Lo harán nuestros oficiales, y nadie más. No tengan apuro, se guardará un exquisito silencio sobre cualquier cosa que se encuentre que no tenga que ver con el asunto que nos ocupa. Tengan en cuenta que si no se toman medidas expeditivas, las fechorías del criminal harán que seamos la vergüenza de toda la flota mercante. Saben lo que ocurrió en el puerto con el combustible, y saben que quien quiera que sea, el criminal puede ser peligroso. Así que espero de ustedes que colaboren sin dar quejas ni problemas.

Cualquier dato que sea sospechoso que cualquiera de ustedes recuerde, lo comunicarán cuando hayamos terminado el registro al oficial de guardia, que tomará nota en secreto de lo que se le diga, y destruirá las notas si piensa que no tiene que ver con este desgraciado asunto.

Todos ustedes se quedarán aquí. Los expedicionarios se asegurarán de que ningún tripulante salga. Los tripulantes harán lo propio con los expedicionarios. Caso de no aparecer prueba alguna, me arrogaré el derecho de repetir la operación por sorpresa, cuando lo crea conveniente. Pase lo que pase, compañeros, cumpliremos nuestro contrato. No vamos a dejar que un Jonás de tres al cuarto nos arruine la paga ¿comprenden? Bien. Oficiales. Procedan.

Estaba claro que, a pesar de que la indiscreción de Kleiver había sido reparada, el capitán ya no confiaba en mantener el secreto y la sorpresa. Eran ya demasiados rumores dañinos. Eran demasiados incidentes dolorosos. Era la muerte de Douglas, la de McDonald, la de tres marineros.

Aunque, de momento, no dijo esta boca es mía, estaba claro que Starkweather estaba furioso y humillado. Apretó los puños y miró furioso al alemán. Moore tenía la mirada fija en ninguna parte.

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03/05/2014, 00:24
Guardián de los Arcanos

Por cierto que un detalle de las averiguaciones de Hirsch en su tratamiento del mal que aquejaba al joven Orgelfinger había puesto de relieve un dato inofensivo en si mismo, pero curioso. Los tres doctores sabíais que el autor de la colocación del ramo de flores en el camarote que compartían Menez y O'Connel era el mismo Orgelifnger que, al parecer, estaba enamoriscado de la intrépida exploradora. Eso descartaba como cierta la posible confesión de Peabody que... después de todo, no había dicho que hubiera sido él. No directamente. Solo había dejado que todo el mundo lo pensara.

En todo caso, era un dato de un paciente, que debía quedar en absoluto secreto, a no ser que de su revelación dependiera la vida o la salud de algún ser humano. De vuestro juramento hipocrático, al menos, así se desprendía.

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05/05/2014, 10:26
Timoty Pooster

Querido colega, me atreveria a decir que lo que ha visto le ha afectado por que no le puede encontar el sentido, es demasiado para su psique. Creo que lo que dice haber visto es tan real como usted o como yo y de todo punto cierto. A mi entender, creo que se esta produciendo una migracion, o peor aun, una huida, de los seres antiguos que aun habitan entre nosotros. Parece que algun mal o algun terror se esta despertando y huyen como harian las ratas en un buque perdido. Me parece que aqui estamos tratando con algo que es de todo punto imposible de dimensionar. Yo se que hay cosas que trascienden a nosotros mismos, seres que pueden acabar con civilizaciones en un segundo y de un plumazo, no me pregunte como, pero lo se de buena tinta. Puede que los mensajes que nos quiere transmitir no sean tan confusos, y sean nitidos como el dia, me gustaria poder hablar con el, la verdad, creo que podria sacar muchas conclusiones.

Tim se muestra seguro y firme en su discurso, aun con el riesgo de parecer un loco o un visionario, un profeta del cataclismo.

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05/05/2014, 22:50
Guardián de los Arcanos

El silencio, el mal humor y la preocupación reinaron en el barco durante las tres siguientes horas.

Cuando los oficiales en cuadro (Quingley y Driscoll con cara de sueño, ya que deberían haber estado durmiendo) subieron a la cubierta de botes, Starkweather discutía en voz baja pero tensa con el capitán. Los oficiales entraron en la conversación, también en voz baja, haciendo gestos que daban a entender que no se había conseguido más que una pequeña botellita. La gente estaba pendiente e, imitando a sus superiores, discutía los pormenores de la situación en tono sordo. Los más viejos tenían la voz cantante contando, sin duda, anécdotas relativas a situaciones parecidas (sin duda mucho peores que esta, dónde iba a parar) que los bisoños bebían como agua en el desierto, ansiosos por comprender las derivaciones que podía tener.

El capitán destapó la botellita y la olfateó. Moore se precipitó hacia adelante, con miedo, y habló con rapidez.

No estoy loco, señor Moore, no me lo voy a beber. Huela.

Una última prueba contra la tablazón de la cubierta (que nadie pudo ver, pero que todos imaginaban) tuvo como resultado un pronóstico positivo. ¡Acido!

Bueno, tripulación, tenemos el arma del delito pero no al criminal, puntualizó el capitán. Estaba en un rincón de la bodega, cerca de donde habían estado las radios almacenadas. Es un paso alentador. Pero uno de nosotros. Si, señores (señalaba a tripulación y expedición con la mirada, sin dejar lugar a dudas), uno de los presentes tiene algo de lo que arrepentirse. Que sepa que le cogeremos antes o después, así que haría bien en entregarse ahora, ya que luego las consecuencias serán peores. El silencio presidió los siguientes segundos. Silencio angustioso en el que todo el mundo vigilaba a todo el mundo...

Tendemos un tupido velo sobre todo ello. La siguiente escena fue la de Moore, Packard y todos vosotros en vuestra ya habitual reunión en la enfermería (que ya no era tal, puesto que los quemados recibían ahora tratamiento "ambulatorio", pudiendo dormir en sus propios camarotes).

No han encontrado al saboteador, dice Moore. Pero más tarde, el señor Quingsley ha estado recabando todos los datos posibles de sus hombres, y ha compartido lo que ha considerado conveniente conmigo. Atiendan. Desdobla la lista de sospechosos que tenéis, y añade notas mientras habla.

Lista de la tripulación:

Médico de a bordo: Ray Lansing

Jefe de ingenieros: Charles Drummond

Ayudante del jefe de ingenieros: Bert Pacquare

Ingenieros:

Willia Wheeler (pagos sin retrasos, sin multas, sin nada raro en su camarote, parece que últimamente está bastante nervioso, y ha escrito una larga carta que insiste en que se mande en cuanto se toque tierra, no ha querido poner un telegrama ni intentar una conferencia por radioteléfono)Marck Folsom, Clyde Abernathy

Operarios de la sala de máquinas: Tom Humphries, Bartholomew White,

Sidney Beakins (leves retrasos, sin multas, sin nada raro en su camarote),

Philippe Brunel (peticiones de adelantos con cierta frecuencia, pagos con retraso, sin multas, sin nada raro en su camarote, tiene más dinero del habitual),

Samuele Girolamo (peticiones de adelantos con cierta frecuencia, pagos con retraso, un expediente por embriaguez, sin nada raro en su camarote, el otro día, estando de libranza, se emborrachó, y casi se pelea con otro hombre),

Michael Fitzpatrick (leves retrasos, sin multas, sin nada raro en su camarote), 

Albert Webb, Rechard Hartz, Carford Montaigne, Edgar Cawley,

Sanley Rupert (algunos expedientes disciplinarios: embriaguez, peleas... , pagos al día, mucha actividad en sindicatos, sin nada raro en su camarote), Gregory Stanislaw (envíos constantes de dinero y bastantes peticiones de adelantos), Lucios Morelli (sin retrasos en los pagos, sin multas), Wylie Loden (no está sindicado, no hay datos, sin expedientes ni multas), Hugh O'toole (leves retrasos, un expediente por deserción hace muchos años)

Técnico de radioRobert Macilvaine

Carpintero: Lysander Bertolli (un par de expedientes por embriaguez, una multa. Pocos adelantos, bastantes envíos de dinero y mucha correspondencia, mira con mucha insistencia a las damas, en especial a la señorita O'Connel)

Contramaestre: Toger Blunt

Almacenero: Thomas Price

Furriel: Michael Oates, Darren Horst, Gregory Houlihan

Marineros de primera: Peter Stokeley, Abelard Almondale, Truman Cotter, Gordon Cooke, Nicolas Pellerin, Alexander Moseley, David Waters (se cree que planea desertar en cuanto se toque puerto, no le gusta nada la situación), Jude Pierce, Chipper Green

Jefe de cocina: Judas Whitney

Auxiliares de a bordo: Niles Abraham (cocina), Adam Henning (pinche) (dicen que un familiar suyo trabajó con Starkweather en el pasado) David Wylie (lavandería)

Dentro de lo malo, algo es algo, dice cuando termina. Es posible que alguno de estos datos nos lleven al éxito. Sin embargo la discreción se ha ido al garete. Por favor, si van a intentar algo que requiera sigilo, nuevos registros... lo que sea que pueda ser delicado, deben consultar conmigo y con el capitán. Ha insistido mucho en este punto. Ya ven que, caso de no funcionar nuestras medidas, está dispuesto a tomar las suyas propias, expeditivas, y puede que desproporcionadas. Puesto en su lugar, creo que haría lo mismo. Starkweather le ha logrado convencer de que no aborte el viaje...

Notas de juego

Pues eso, planes, medidas, intercambio de información y sospechas...

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06/05/2014, 12:12
Alexander Peabody

Camuflado en el rincón más discreto que pudo encontrar en la atestada estancia, Peabody seguramente desearía fervientemente ser invisible; de hecho, se esforzó con todas sus energías por encontrar una fórmula matemática para obtener ese resultado, en un intento por que la distracción de concentrarse en algo le calmara los nervios.

El intento fue bastante inútil, ya que era cada vez más evidente la alteración de su estado de ánimo; parecía estar a punto de saltar como un resorte si alguien le dirigía dos veces la mirada; al cabo de un tiempo, su rostro comenzó a reflejar más determinación y menos vergüenza, y con mucho cuidado, como si temiera caerse a cada paso, se acerco al lugar donde estaba la Srta. O´Connel.

Saludó con una leve inclinación de cabeza, boqueó un tanto, como si tuviera la boca muy seca o no encontrara las palabras, consciente de que toda la sala estaría pendiente de él; por fin acertó a articular - Maggie..., Srta. O´Connel..., me gustaría saber si podría dedicarme unos minutos de su tiempo al terminar la reunión... - permaneció completamente inmóvil por un momento, como si hubiera cumplido una extenuante tarea de gran importancia y no supiera qué hacer a continuación.

Recuperándose un tanto, volvió la vista hacia el lugar donde se encontraba Moore, y acercándose los dos pasos que les separaban le pidió la lista con un gesto, añadiendo un: "¿Me permite...?". Conocía de sobra los nombres y las ocupaciones, por lo que el vistazo fue breve.

No encuentro aquí nada concluyente - dijo, tratando sin conseguirlo del todo de controlar el temblor de su voz - Pero se me ocurren algunas cosas que son llamativas a primera vista, y que tal vez ayuden.

En primer lugar, de todos los miembros de la tripulación, solamente de Wylie Loden y de Lucios Morelli no consta que a lo largo de su carrera hayan tenido el más mínimo desliz ni equivocación; se diría por tanto que son "mirlos blancos". Sin embargo, permanecen en nuestra lista, estos hombres no suscitan confianza, y quizá esa falta de datos sea algo perfectamente preparado para parecer inofensivos, algo muy conveniente a unos posibles saboteadores...

Según lo poco que sabemos sobre Willia Wheeler, Philippe Brunel, Samuele Girolamo, Sanley Rupert, Gregory Stanislaw, Hugh O'toole, Lysander Bertolli y David Waters disponemos de algunas informaciones que nos permitirían tirar de algún hilo, caso que este existiese.

Del resto, es decir: Sidney Beakins, Michael Fitzpatrick, Nicolas Pellerin, Alexander Moseley, Niles Abraham y David Wylie, nada tenemos excepto quizá algún retraso en las multas.

Mi sugerencia sería que nos repartiéramos estos tres grupos, y que aquellos de entre nosotros más hábiles en distinguir las mentiras capitanearan cada uno de ellos; se me ocurre que la Srta. Ménez, el Sr. Pooster y el Sr. Hirsch podrían ser los candidatos más adecuados. Los demás nos asignariamos como ayudantes, respasando ficha por ficha a cada uno de los sospechosos, buscando incongruencias, etc.

 

 

Notas de juego

Si se acepta la sugerencia, y por agilizar, podrían ser las parejas Peabody - Menez, Hirsch  - O´Connel y Kleiver - Pooster, por orden de aparición en las pestañitas de abajo.

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06/05/2014, 12:50
Alexander Peabody

Guardián dice: cortado y pegado el texto más adelante, para que cuadre :)

Notas de juego

Lo pongo para el director porque no sé si O´Connel va a hablar con Peabody o no; en caso afirmativo, te agradecería que le abrieras el mensaje.

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06/05/2014, 19:36
Maggie O'Connel

- Por supuesto señor Peabody. Lamento haberle forzado a hablar ahí arriba, realmente no era eso lo que buscaba sino alejar las sospechas y la atención del señor Kleiver, si le soy sincero esperaba que la mitad de los marineros levantasen la mano. Si desea usted hablar, hablaremos, si prefiere echar un manto sobre ese incidente, por mi parte tampoco habrá ningún problema.

» Me parece bien su plan, pero me temo que no soy nada buena examinando esos papeles, los he visto ya varias veces. Y sigo sospechando más de alguien de la expedición más que de la tripulación, creo que los verdaderos problemas empezarán tras desembarcar. Ya saben mi teoría de que tratamos con un sectario fanático dispuesto a perder la vida si hace falta.

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06/05/2014, 20:51
Alexander Peabody

(Más tarde, tras la reunión con Moore)

Se descansa en la sala y algunos de los presentes salen a disfrutar de un poco de aire salado en la cubierta. En una de las plataformas que hay al lado de cada escalera, O´Connel, siempre radiante, hace una señal a Peabody para que se acerque.

Temblando como una hoja, los pasos cortos e inseguros delatan su nerviosismo, aunque se puede apreciar bien a las claras que hace tremendos esfuerzos para parecer sereno y tranquilo. Toquetea, inconscientemente, algo que lleva prendido en su muñeca izquierda, aunque no puede verse qué es debido a la manga de su chaqueta, que la cubre.

Siento... - comienza, mirando sobre el hombro de O´Connel - créame que lamento muchísimo haberla avergonzado de esta manera, delante de todos; le aseguro que es algo completamente impropio de mi - continúa mirando a otro lado, esta vez a la barandilla gris en la que se apoya ella - Yo..., al ver la situación, no se me ocurrió otra cosa para salvar a Kleiver. Pero quiero que esté segura de que no volverá a ocurrir nada semejante, jamás me atrevería, con alguien como usted... - hace una pausa, como quien nota que empieza a complicarse un discurso previamente preparado. Maggie levanta una ceja, y él lo percibe aunque no le mire al rostro- quiero decir, no es que no la encuentre atractiva, al contrario, es usted la mujer más bonita, valiente y decidida que he conocido...

Paralizado por un momento, Alex cae en la cuenta de que lo que iban a ser unas sencillas disculpas se estaban convirtiendo en una declaración; no había tenido en el pasado una conversación íntima con ninguna mujer, y nunca se le hubiera siquiera pasado por la imaginación hacerlo con alguien como Maggie, tan evidentemente fuera de su alcance.

Yo..., bueno, como sabrá bien yo no envié esas flores... - añade con el tono de quien quiere terminar con brusquedad algo que le resulta sumamente incómodo - Quizá el carpintero, quien sabe; en fin, solo quería disculparme por todo esto y reiterarle que lamento de veras las molestias que le haya podido ocasionar...

Sabiendose completamente indefenso, Peabody espera en silencio que se le autorice a retirarse, mientras dirige la mirada a un inmenso mar sin esperanza, testigo indiferente de sus sentimientos.

Notas de juego

Guardián dice: Podéis alternar esta jugosa conversación con la planificación de vuestras acciones, pero esta conversación habrá sido después de aquella :)

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06/05/2014, 21:46
Maggie O'Connel

- Mierda Peabody, joder, no debió decir que fue usted, habría sido más interesante ver si el verdadero culpable se delataba. Hasta yo me creí que estaba siendo sincero... -Aunque las palabras de Maggie podían sonar gruesas, no era más que su forma de hablar normal, y la sonrisa delataba que aquello le parecía una tontería.

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06/05/2014, 23:39
Aramiker Menez

Menez se frotaba las sienes ante la información obtenida de los registros. No tenían nada, nada importante al menos. Como mucho unos hilos de los que tirar, como decía Peabody.

- Me parece bien dividirnos el trabajo. - Dijo dando su consentimiento a las parejas formadas. La verdad es que no se sentía tan intrépida como para hacer desembuchar a unos rudos marineros. Con el incidente de Kleiver casi la tiran por las escaleras y, aunque no había pasado miedo, no le apetecía romperse una pierna o algo peor. Ni siquiera sabría decir con certeza si Peabody se había autoinculpado o si realmente había sido tan tonto como para dejar en su camarote las flores para Maggie. Al menos la investigación en parejas le daba la oportunidad de trabajar con él mano a mano. Volvió a frotarse las sienes.

- Algo no me cuadra aquí. La mayoría de los camarotes que hemos puesto "patas arriba" eran camarotes compartidos. ¿Cómo podría mantener oculto un saboteador sus triquiñuelas sin levantar sospechas de aquellos que conviven con él?Hay que tener mucha sangre fría.- O estar compinchados.-¿Quién hizo la distribución de los camarotes? Me gustaría saber si hubo alguna petición  de alguno de los tripulantes. Cambios de camarotes, cosas de ese tipo.- No tenía mucha fe en encontrar algo de utilidad, la verdad. Ese frasco de ácido tan dañino era muy pequeño y podría esconderse en cualquier sitio.

Notas de juego

¿Todos los camarotes investigados son compartidos?

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07/05/2014, 00:50
Rudolf Kleiver

El alemán se frotaba nervioso el bigote cada vez que escuchaba su apellido. No llevaba demasiado bien el hecho de haber comprometido la investigación, pero a todas luces, seguía manteniendo su actitud estirada ajeno a las consecuencias que había tenido su metedura de pata. Nunca lo reconocería pero en su fuero interno sabía que no había estado a la altura de las circunstancias.

Había decidido también no ofrecerse a hacer nada. Los barcos, máquinas prodigiosas, engranajes perfectos ajetreados por los dioses del mar, no eran su terreno. Pero en cualquier caso siempre estaba solícito a ayudar, y cuando Peabody señaló las posibles parejas, Rudolf no hizo más que asentir varias veces hacia Herr Pooster. No tenía mucho que aportar en cuanto a las investigaciones pero era evidente que cualquiera podía haber llevado aquel frasquito encima.

El único gesto, además del cabeceo, que lo diferenció de una estatua, fue una palmada que entre cariñosa y divertida le dio al señor Peabody, con esa condescendencia de los veteranos cuando los más jóvenes hablan de amor, flores frescas y demás sentimientos aparentemente lejanos. Media sonrisa en su boca, ocupada con la pipa apagada permanentemente, parecía expresar una mezcla de "Bien hecho, muchacho" y un "lo lamento, porque la señora O'Connel es una fiera difícil de tratar, joven. Menudo lío se ha buscado".

En cualquier caso, al menos lo de mirar fichas y comprobar datos de forma repetitiva se le daba bien y esperaba poder destacar en ello y dar el punto centroeuropeo y germano al sexteto... si es que su actuación estelar en el camarote de Sanley no había sido suficiente.

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08/05/2014, 16:17
Timoty Pooster

Bien, amigo, parece ser que usted y yo tendremos la mision conjunta, espero que no le incomode. Quizaserá mejor que hable yo con la gente y trate de saber que pueden ocultar, no le parece Mr. Kleiver?

Tim se siente un poco molesto de tener que acompañara aquin hace poco ha sido casi linchado por "Jonas" en el barco. De cierto modo, no le agrada en exceso que le asocien con el. Tras pensar un poco , su gesto cambia

Si bien es cierto que hay que sospechar de todos, maxime si son de origen o tienen alguna relacion con Germania, hay que ser listos, el ir con el va a hacer que la gente reaccione de manera agresiva o poco cooperativa, de cara a este pobre hombre.

Tampoco puedo descartar que el mismo si sea el Jonas que todos dicen, a la pstre.

Será una ocasion perfecta para ejercitar mis dotes, observar los dejes, lenguaje no verbal, tics o gestos que denoten mentira o engaño por parte de la tripulacion.

Puede que ir con el no sea del todo malo, a la postre. Igual puedo tener un espectro mejor del que llevaria al lado de una bella dama o un amigo con pocas luces y de seguro estaran alerta contra el, dejandome hacer un analisis clinico mas facil, tirando abajo sus defensas o levantando el muro contra mr. Kleiver.

Bien amigo, pues no dilatemos mas el tema, en cuanto cerremos una estrategia, a preguntar a la gente de la lsita.

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08/05/2014, 22:17
(Starkweather-Moore, líder) William Moore

Señorita Menez, es una buena apreciación. Como saben ya, ha aparecido el ácido sulfúrico, escondido, precisamente, en la bodega, muy cerca de donde se hizo el atentado contra nuestras radios. Y esa, supongo, es la respuesta. Este barco es todo él un gran escondite, lo que me hace pensar que la idea de usar sus dotes psicológicas quizá tenga mejores resultados porque, de encontrar algo sospechoso, algo físico digo, ¿a quién culpar, si no está en el equipaje de nadie? En fin. Tienen una tarea, cumplan como mejor sepan. Recemos porque de éxito antes de que pase de nuevo algo verdaderamente grave.

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08/05/2014, 22:21
Dr. Arthur Hirsch

Pooster, había dicho Hirsch en aquella conversación, cuando Pooster pidió hablar con Orgelfinger, si bien se puede seguir esa tesis a la hora de curar a nuestro paciente, la de que pueda ser cierto lo que vio, en esta etapa de su terapia lo que necesita es olvido. La impresión ha sido demasiado fuerte. Más adelante podemos pensar en otras cosas. Por supuesto, me niego a permitir que ponga su salud en peligro para satisfacer su curiosidad. Tenga en cuenta que cuantos menos interlocutores tenga, mejor, ya que somos ahora sus tutores, por así decir, y es responsabilidad nuestra que se cure, y nada más que eso.

No había habido más palabras tras esto, ya que había acaecido el incidente de Kleiver, y los sucesos posteriores.

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08/05/2014, 22:31
Guardián de los Arcanos
Sólo para el director
- Tiradas (3)
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08/05/2014, 23:05
Maggie O'Connel

- Deberíamos investigar también a los miembros de la expedición, mi plan no parece haber tenido una gran acogida, pero espero propuestas mejores...

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09/05/2014, 16:39
Guardián de los Arcanos

18, lunes. 19, martes.

Las lluvias se sucedían con los momentos de sol realmente grato, cálido. El agua que caía provenía de rizadas nubes que, como navíos fantásticos, recorrían el cielo azul profundo. Los anocheceres y los amaneceres eran estallidos vaporosos y dorados, y en el aire flotaba evocador un aroma a lilas y especias, además del eterno olor del mar.

Los interrogatorios no contribuyeron a aligerar el clima que se respiraba en el Gabrielle. Tanto era así, que era muy complicado que los expertos psicólogos supieran cumplir con su labor, ya que ese nerviosismo viciaba todas las conversaciones: era claro que el temor a ser descubierto se igualaba en lenguaje no verbal al temor de ser acusado injustamente, todo ello sazonado por el aire de sospecha general, y del miedo a un accidente. En resumen, no se atrevían a dictaminar hasta estar completamente seguros, lo que traía consigo interrogatorios más largos y, por ende, más tensión perturbadora.

Por ello, Pooster no se atrevió a descartar ni a señalar a nadie. Si. Esa era la estrategia: descartar en vez de acusar, ya que así se iba más sobre seguro. Hirsch pudo anunciar que tachaba de la lista completamente a Sidney Beakins, uno de los maquinistas. Menez, atraída por un tipo que se suponía que quería desertar, se centró en él: David Waters. También lo descartó.

La ventaja de esto es que fueron conociendo mucho mejor a la gente de más abajo de la linea de flotación...

Los tanteos a expedicionarios que había sugerido O'Connel también se hicieron. Este era otro tipo de problema: gentes más sofisticadas y más seguras de si, tenían una posición de igualdad con respecto a los interrogadores... Había ventajas y desventajas en esto. Por un lado, el interrogado no tenía porqué saber que estaba siendo interrogado. Por otro lado eran mucho más capaces, si es que eran culpables, de mentir con toda fiabilidad, sin caer en trampas sofisticadas  en las que otros menos retorcidos hubiesen caído.

El común de los compañeros se tomó el tema con filosofía. Los interrogadores pudieron descartar totalmente a Starkweather y a Moore tras pensar un rato en plan maquiavélico. Luego siguieron con Packard. Luego, evidentemente, añadieron a la lista de expedicionarios descartados a los miembros de la Expedición de los Dementes. Con bastante seguridad, por último, se descartó a Pulaski, que parecía más bien un ser inocente. Entregado completamente a los animales y sin interés alguno en otras cosas...

Y en tanto sucedían estas cosas... el Gabrielle llegó al Canal de Panamá. 

El 19 por la mañana se avistó Colón. Las exuberantes aguas verdes de Panamá abrazaban el casco del barco, moteadas aquí y allá por edificios y fortificaciones costeras. La ciudad de Colón donde el canal se adentraba en el Caribe, parecía dormida y diminuta en comparación con la jungla. Los barcos pesqueros navegaban por las aguas de la bahía, y los muros y aterradores cañones de los fuertes que los rodeaban parecían fuera de lugar.

El capitán Vrendenburgh gobernó el barco a cierta distancia de la costa durante más de una hora, atravesando las olas en las quietas profundidades de la bahía de Colón. Al final de ese trecho el piloto de aduanas del canal subía a bordo desde su patrullera que llevaba la bandera americana. El piloto, un jamaicano alto y negro de unos treinta años, que se llamaba Quentin, inspeccionó los documentos del barco. Luego se dirigió a su patrullera para guiaros a las compuertas, donde permaneció hasta que el barco las superó.

Pasar a través de las compuertas del Gatún llevó casi una hora.

Las máquinas del barco estaban apagadas y la tripulación, ociosa, paseaba por el riel, observando el movimiento de las pantagruélicas compuertas. Había dos pares de éstas, cada par de cuarenta y cinco metros de ancho, sobresaliendo veintiún metros por encima del agua. Un gran embarcadero se erguía entre ellas, penetrando muchos metros en el canal. Los rieles lo decoraban a lo largo, y en lo alto había cables de alta tensión para alimentar las "mulas eléctricas" que se utilizaban para remolcar los barcos hacia el muelle. Los pequeños pero robustos remolcadres conducían al Gabrielle a través de la boca del canal, luego las compuertas exteriores se cerraron y hubo gritos de la tripulación: las maromas se lanzaron a los hombres del muelle. Se amarraron  mientras los poderosos remolcadores negros flotaban frente al costado del enorme muelle de cemento. Cuando las compuertas interiores se abrieron, se arremolinó el agua del lago, el remolcador rugió y avanzó en zig zag, tirando del Gabrielle a contracorriente. Cuando las compuetas se cerraron, el motor calló, para resucitar de nuevo cuando subió el nivel del agua y el suguiente par de puertas se abría.

Son necesarios unos 15 minutos para levantar el barco nueve metros sobre el nivel del mar, antes de navegar otros treinta metros hasta la próxima ensenada entre compuertas. Las puertas se cierran tras él, y el agua vuelve a subir. El proceso se repite tres veces.

Una vez pasadas las compuertas del Gatún, el barco quedó libre, sonó una sirena y ya estaba en el lago Gatún. Surcó las aguas tranquilas en el transcurso del día 19, rodeado de frondosos bosques, cruzándose con otros gigantes del océano, parando a veces a dejar correspondencia o paquetes, y recibiendo también algunos. Pájaros de vivos colores bailaban entre el denso follaje. Los caimanes tomaban el sol en gran número en la orilla, y el penetrante olor dulce de la vegetación en descomposición saturaba la ligera brisa. La presencia de hombres era mínima: una esbelta torre de radio aquí, la llanura de la Cárcel del Canal, una fortaleza allá...

Por fin apareció Culebra, un túnel excavado en las colinas que lo rodeaban. Estas montañas marcaban la división continental. Los muros, robados a la montaña groseramente, tenían varios kilómetros de largo, y poseían un aire fantasmagórico. De ellos surgían hiedras y maleza, que colgaba a ambos lados a un metro escaso del casco.

Conforme el paso se acababa, el barco se encontró con otro par de exclusas; esta vez descendió rápido, cruzó el Lago Miraflores, que tan solo medía un kilómetro y medio, y descendió de nuevo a través de las dos últimas puertas hacia el mar. Comenzaban a aparecer casas y carreteras. Los lugares de recreo salpicaban las orillas de la costa y los niños de pelo negro saludaban al Gabrielle al pasar. La jungla se retrajo, aparecieron las verdes praderas y los delicados macizos de flores de brillantes colores. Cuando, por fin, el barco se internó en la bahía de Balboa tras superar el canal, los exploradores que estaban en las cubiertas superiores atisbaron las afueras de la ciudad de Panamá al sur, y también la inmensidad del Océano Pacífico más allá.

El Gabrielle debía hacer noche en la Bahía de Balboa. Reflejaba el mar las luces de los recintos militares y de los tejados rojizos de la ciudad dormida. La ciudad de Panamá era mucho más grande que Colón... Starkweather estaba impaciente, así que no permitió que el barco recalara en puerto y, como consecuencia, se suspendieron todos los posibles permisos de estancia por esa noche en Panamá, ya que deseaba salir con el primer rayo de luz: no estaba para fiestas.

Todos los marinos que no iban a estar de guardia (y que, por tanto, hubieran podido salir a pasear) miraron con aire triste al ferry que se acercaba al barco para vender fruta fresca y agua potable a los encargados de la intendencia... Había también recuerdos, puros, artículos de regalo, ropa... toda una multitud de objetos a la venta por parte de sonrientes nativos.

La noche se cernía sobre el barco. Los marinos miraban Panamá soñadores y luego miraban a la cubierta de botes, donde se podía escuchar cómo Starkweather presumía, muy en su estilo, de alguna oscura peripecia vivida durante su etapa en África, mientras agitaba los hielos de su Wisky. Esa otra mirada de los marinos tenía mucho que ver con el odio.

Notas de juego

Cambios en la lista: 

Lista de la tripulación:

Médico de a bordo: Ray Lansing

Jefe de ingenieros: Charles Drummond

Ayudante del jefe de ingenieros: Bert Pacquare

Ingenieros:

Willia Wheeler (pagos sin retrasos, sin multas, sin nada raro en su camarote, parece que últimamente está bastante nervioso, y ha escrito una larga carta que insiste en que se mande en cuanto se toque tierra, no ha querido poner un telegrama ni intentar una conferencia por radioteléfono)Marck Folsom, Clyde Abernathy

Operarios de la sala de máquinas: Tom Humphries, Bartholomew White,

Sidney Beakins (leves retrasos, sin multas, sin nada raro en su camarote, Descartado por Hirsch),

Philippe Brunel (peticiones de adelantos con cierta frecuencia, pagos con retraso, sin multas, sin nada raro en su camarote, tiene más dinero del habitual),

Samuele Girolamo (peticiones de adelantos con cierta frecuencia, pagos con retraso, un expediente por embriaguez, sin nada raro en su camarote, el otro día, estando de libranza, se emborrachó, y casi se pelea con otro hombre),

Michael Fitzpatrick (leves retrasos, sin multas, sin nada raro en su camarote), 

Albert Webb, Rechard Hartz, Carford Montaigne, Edgar Cawley,

Sanley Rupert (algunos expedientes disciplinarios: embriaguez, peleas... , pagos al día, mucha actividad en sindicatos, sin nada raro en su camarote), Gregory Stanislaw (envíos constantes de dinero y bastantes peticiones de adelantos), Lucios Morelli (sin retrasos en los pagos, sin multas), Wylie Loden (no está sindicado, no hay datos, sin expedientes ni multas), Hugh O'toole (leves retrasos, un expediente por deserción hace muchos años)

Técnico de radioRobert Macilvaine

Carpintero: Lysander Bertolli (un par de expedientes por embriaguez, una multa. Pocos adelantos, bastantes envíos de dinero y mucha correspondencia, mira con mucha insistencia a las damas, en especial a la señorita O'Connel)

Contramaestre: Toger Blunt

Almacenero: Thomas Price

Furriel: Michael Oates, Darren Horst, Gregory Houlihan

Marineros de primera: Peter Stokeley, Abelard Almondale, Truman Cotter, Gordon Cooke, Nicolas Pellerin, Alexander Moseley, David Waters (se cree que planea desertar en cuanto se toque puerto, no le gusta nada la situación, descartado por Menez), Jude Pierce, Chipper Green

Jefe de cocina: Judas Whitney

Auxiliares de a bordo: Niles Abraham (cocina), Adam Henning (pinche) (dicen que un familiar suyo trabajó con Starkweather en el pasado) David Wylie (lavandería)

Expedicionarios descartados:

Starkweather, Moore, Packard, Sutton, Pickwell, Field, Whitston, Abermale, Nils y Gunnar Sorensen, López, Halperin, DeWitt, Miles, Longfellow, Pulaski.

 

Si alguien desea bajar a Panamá por algún motivo, que me lo diga. Tiene que pedir permiso al jefe, por supuesto, y luego decirme a mi qué desea hacer.