Partida Rol por web

Megan abre los ojos y da una paso hacia atrás,buscando los brazos de Luca.Mira al guía y tira de su hija hacia ellos

-"¡Dios mío!Esa señora...¿estará..?"-deja inconclusa la frase mientras traga saliva y se fija bien en todo ¿los gatos siguen igual que antes?No parece haber sangre por ningún sitio-"¿bien?"-termina,mirando a su hija con una sonrisa tranquilizadora

¿Para qué se habrá quitado la ropa esa mujer y por qué?¿Y llevaba peluca?¿es que acaso es calva?¿Y esas cuentas,se le ha roto el collar?Hacerse esas preguntas la pone muy nerviosa,lo que refleja apretando la mano de Luca con fuerza

Luca enarcó una ceja divertido. Así que nuestra "experta" ha decidido quitarse la ropa para atravesar esta sala... mmmm. Interesante! pero... Necesario? No conozco a Bastet tanto para saber si esto es una excentricidad de una signora mayor o es una precaución necesaria, mejor preguntar a Ragab..No le gustamos, pero él querrá salir de aquí tanto o más como nosotros.

Luca se aclaró la garganta y se dirigió a su guía

"mi scusi, signore Ragab. Que opina del comportamiento de nuestra amica? Es necesario quitarse la ropa para atravesar esta sala con seguridad? Algo en la mitología egipcia sobre esto?"

Pensó divertido en que si tenía que morir al menos que fuera contemplando el hermoso cuerpo desnudo de su amada pero entonces un estremecimiento de dolor recorrió sus entrañas. Si su mujer se desnudaba su hija lo haría también, y ya fuera con motivo o no la niña inventaría que él la había mirado a ella de forma inapropiada para poner a su madre en contra.... Desnudarse le podría traer problemas familiar.

Luca pudo observar como la mano de su mujer apretaba la suya con fuerza e inquietud. Luca despejó de su mente los problemas  y se centró en reconfortar a su mujer, le acarició el dorso de su crispada mano y le lanzó una mirada cargada de seguridad y dulzura, una de esas que dice "No te preocupes, mientras viva estarás segura..."

Esta estancia (13) albergaba con delicadeza una gigantesca estatua de mujer con ropajes egipcios. Dicha mujer tenía las manos extendidas y en ellas parecía albergar un medallón.

Un rápido vistazo hacía comprobar dos detalles:

Uno de ellos era que el medallón parecía estar elaborado de cobre y tenía grabado el símbolo de un sol con una firmeza exquisita.

El otro detalle es que a los pies de la estatua había un jeroglífico que a ojos de un experto podría ser fácilmente traducido.

Mi corazón

Además, compruebas que la estatua está decorada con motivos que hacen referencia a la diosa Sejmet.

Un nuevo callejón sin salida. Eso era lo que se habían encontrado, aunque más que no tener salida con lo que se habían topado era con un obstáculo que, a ojos de Ragab y una vez iluminada la sala y el foso con su antorcha, parecía infranqueable. Quizás él mismo o incluso el italiano, pudieran cruzar de un salto aquel pozo, pero desde luego las mujeres no lo conseguirían, y más viendo la profundidad y los sonidos que se escapaban del fondo. Desde luego, fuera lo que fuese lo que se encontraba allí abajo, sólo podía significar muerte.

—Habrá que dar media vuelta.

Maldita sea. Maldijo el árabe dándose cuenta que, por donde quiera que fueran, se iban a encontrar con problemas. Los guardianes del templo habían dejado todo muy atado para que nadie perturbara el descanso de Bastet.

Y de nuevo se encontraron en la habitación de los gatos. Todo parecía estar como lo habían dejado cuando dieron media vuelta. Todo menos el olor que flotaba en el ambiente, el cual Ragab no pudo identificar, y la ropa, bisutería e incluso una peluca que reposaban tranquilamente en el suelo.

El egipcio intentaba pensar qué había sucedido, procurando no prestar atención al parloteo del matrimonio, mientras la niña por suerte permanecía callada. Por más que se devanaba los sesos imaginándose qué motivos habría tenido Nerthus para dejar todo lo mundano allí, por el momento no encontraba ninguna explicación lógica.

—Esperen —susurró mientras intentaba recordar la inscripción que habían visto al entrar.

La maldición de la carne corrompe a los infieles. ¿Tendría algo que ver con que la egiptóloga hubiera dejado toda su ropa allí? ¿Qué significaba aquella peluca? ¿Pertenecería a Nerthus o había alguien más allí?

Con cuidado, Ragab paseó la antorcha por las paredes buscando algún otro jeroglífico o cualquier otra pista que le pudiera indicar cuál era la mejor opción para pasar a la siguiente sala.

Nada. No veía nada que le diera la menor indicación de lo que deberían hacer ni se le ocurrió alguna idea que pudiera despejar la incógnita de aquellas ropas en el suelo. Ni siquiera tenía ni idea qué hacer a continuación, salvo... Hasta el momento todos los intentos de acceder a la siguiente sala por caminos distintos habían terminado en fracaso, así que sólo les quedaba la opción de cruzar la habitación en la que se encontraban, la misma cuyos guardianes permanecían por el momento silenciosos y dormidos. Tenían que arriesgarse, no les quedaba más remedio si querían encontrar una salida y, lo más importante, encontrar a la egiptóloga.

—Creo que tendremos que cruzar —susurró lo suficientemente bajo para no molestar a los gatos pero sí lo suficientemente audible para ser escuchado por sus acompañantes—. Mantengan la calma. Intenten pisar por donde yo vaya pisando y, por favor, no hagan ruido. —Miró a la joven que, sorprendentemente, llevaba bastante tiempo en silencio. Ragab sólo esperaba que no se pusiera a gritar de nuevo—. Sigilo es lo que necesitamos para no despertar a los gatos.

Ragab, antorcha en mano para dar luz suficiente a la familia pero intentando no deslumbrar o perturbar a los animales, comenzó a caminar con calma, poniendo especial cuidado en cada paso que daba y esperando que los demás hicieran lo mismo.
 

Luca vió como su guía cruzaba con la gracilidad de un gato y como sus homónimos no despertaban. Parecía inmensamente fácil pero Luca sabía que un mal gesto, un pie en el lugar equivocado o en el momento menos precioso y sería pasto de los guardianes de la diosa. Miró a Ragab y luego a su mujer y a la niña alternativamente. Estaba claro que había llegado el momento de cruzar y reunirse con sus guías porque era más que palpable que ellos solos no conseguirían salir de allí por si mismos.

Luca clavó sus verdes ojos en los de su esposa y le dijo

"Cara mia, sé que te da miedo pero es el momento de pasar. Nuestros guías creen que es el camino más seguro y son los expertos.... Quieres que pase con Becky de la mano? Quieres pasar conmigo? Pase lo que pase no dejaré que os hagan daño mientras me quede un hilo de vida"

Luca no se sentía tan seguro en sus posibilidades como destilaban sus palabras, su única certeza es que mientras el viviera sus mujeres iban a estar a salvo.

Sonríe a su esposo y le besa con suavidad en los labios

-"Eres el mejor marido que una esposa pueda tener.Pasa tú con Becky,creo que eres más silencioso que yo"-coge a su hija de los hombros y la da un beso en la cabeza-"Cariño,Luca te va a guiar y a proteger.Yo iré detrás ¿sí?Venga,te quiero...os quiero"-dice mirando a Luca a los ojos antes de apartarse para que pasen

La besó y tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para no rodearla por la cintura y besarla solo como un italiano sabía hacer, pero no era el momento, y la niña estaba en shock lejos de la prepotencia y malas artes que había exhibido hacía solo unos minutos. Luca le habló sin mirarle a los ojos preguntándole

"Estás de acuerdo con eso Rebecca?"

Pero la chica no contestaba, visiblemente paralizada por el pánico así que la rodeó por la cintura y la subió para cargarla como si fuera una niña pequeña. Rebecca parecía ausente pero poco a poco fue reaccionando al contacto con Luca y le rodeó con sus brazos el cuello mientras se acercaba a su oído y le decía

"Perdonami"

La cara de sorpresa de Luca se tornó en una amplia sonrisa mientras le acariciaba su cabello rosa

"Vaya, vaya, eres una caja de sorpresas Becky. Nos toca, lo vamos a hacer bien!"

Y Luca comenzó a pasar con Becky en brazos junto a los gatos intentando ser sigiloso....como un gato

Sí.... la diosa, la madre! me reclamaba. Y yo me había ofrecido sin resistencia y con auténtico deleite en el corazón. El cuchillo, de nuevo, había abierto mi carne para ella y ahora dos perfectos cortes, uno espejo del otro, se dibujaban en mis costados. Pero qué importaba....

Nada era bastante...

Con los ojos en una llama me dirigí a la puerta no sin antes tapar mi torso de nuevo. La sangre aún manaba de mí y empezaba a dibujar filigranas rojas en el lino. Y dolía. Cada respiración era agónica. Cada paso un tormento. Y yo me regodeaba en aquel sacrificio sabiendo que sería recompensado; sabiendo que aquello no era nada... nada! comparado con que la Madre me daría.

Un paso, y otro... Una vida... y otra...

Cruzar el nuevo umbral, puerta real y metafórica que se abría a mi nueva vida y mi nuevo yo, me produjo un jadeo húmedo de sangre entre los labios. No pude evitar apoyarme en el dintel por un segundo mientras una tos roja salpicaba las pequeñas flores que había recogido de los pies del primer altar. De mi primera prueba. Las miré complacida. Sí! complacida. El dolor era bello si la Diosa lo demandaba. Y obligada por aquella alegría que me ardía en el pecho, buscando la fuerza en ella, me apoyé en la piedra para enderezarme, para enderezar también el destello verde de los ojos. Y entonces... la vi.

Una energía nueva, arcana y telúrica, recorrió cada una de mis fibras. El latido del corazón retumbaba en el silencio de siglos. Y entré en la sala sin dudarlo ni un segundo, iluminada apenas con mi linterna y con las manos ante mi portanto las flores y la pequeña ánfora ya casi sin contenido,con la mirada baja y el caminar silencioso y liviano. Y me arrodillé frente a ella. Y alcé la vista sobrecogida. El corazón... su corazón...

El mío....

La reverencia fue larga. Lo suficiente para que la sangre de mis costados se vertiese sobre su arena que la bebió ávida. Y antes de incorporar el cuerpo se levantaron mis ojos, maravillados y con una fe febril en ellos.

-Gran Diosa... soy una sieva en busca de conocimiento.-De rodillas frente a ella levanté mis brazos al cielo un segundo para arquearme a un lado y otro un segundo después - Observa mi sacrificio a vosotros, o Grandes Dioses, Únicos y Verdaderos. Oh! Gran Diosa! Soy Nerfertari! Acepta mi ofrenda y déjame ser digna de tu regalo. Yo.. protegeré tu corazón con el mío!

Mis manos alzaron el sol de mi propio medallón que resplandeció apenas con un brillo ajado ante la maravilla del suyo.

- Gran diosa... Sol y Sol.- me levanté con gran esfuerzo y me coloqué frente a ella - Gran Señora del Oeste. Sol abrasador. - con parsimonia, sin mirar su rostro, regué sus manos con el resto del vino (sangre para dormir a la Leona) y coloqué las flores delicadamente (y flores para su sueño) y con sumo respeto recogí el medallón - Corazón y Corazón, mi Gran Señora...

No me atreví a mirarla de nuevo. Y colocando el medallón junto a aquel otro que me regaló mi pardre, me dispuse a abandonar la sala como debía hacerse. Con el respeto debido: inclinada a pesar del dolor y la debilidad, caminando de espaldas a la puerta, y borrando mis pasos a medida que avanzaba. Nada debía perturbar aquel lugar, menos aún las huellas de una mortal...

Porque eso era yo... de momento....

En cuanto cruza al otro lado Luca posó suavemente en el suelo a Rebecca dándole un breve beso en la coronilla. 

"Brava, angelino rosato...sei  bravissima!"

Pero no tenía mucho tiempo para dedicarle a su hija mientras su mujer estaba del otro lado. Luca gesticuló a su mujer indicándole si quería que fuera a buscarla a ella también y aguardando por su respuesta se puso de cuclillas ansioso por ver lo que decidía su mujer.

Mira la escena de Luca con su hija y su corazón se contrae de ¿ternura?Sobresaltada respira hondo y se concentra,mirando de reojo a los felinos

-Como haga ruido el árabe me mata...si no lo hacen antes los felinos...-

Suspira y empieza a seguir los pasos de su marido,haciéndole un gesto negativo con la mano para que se quede con su hija,que parece estar en shock.Además,¿para qué se va a arriesgar él de nuevo y luego juntos los dos?Así correrían más riesgos.No,pasará ella sola