Partida Rol por web

Una carta, una sorpresa, una decisión y una aventura, todo firmado y cerrado en un simple sobre. Podías leer como de golpe tu vida había cambiado, por alguna razón que desconoces, tu familia tenia tierras, por alguna razón que desconoces, ahora esas tierras eran tuyas y no solo eso, esas tierras estaban en las ultimas.

Según lo que ponía en el escrito, eras dueña de cada hectárea y como propietaria tenias el deber de hacer que esas tierras empezaran a dar beneficios, pues el poco mantenimiento que tenían costaba dinero y el dinero se había acabado, si eso continuaba así perderías esas tierras y la totalidad de la deuda pasaría a ti y era una suma muy grande como para siquiera plantearse en que cayera sobre tus hombros.

Con esa responsabilidad marchaste hacia el este, dejaste las tierras que conocías para aventurarte a lo que parecía ser unas tierras de pradera bastante hermosas, se podían escuchar los sonidos de los animales a lo lejos y un rugido como de un dragón adornando el lugar. Te agachaste claro y pudiste ver una sombra que pasaba veloz por encima de ti, una Rathalos, sus escamas rojizas brillaban con la luz del sol reflejandolo, su cola que se mecía para poder dar rumbo a sus poderosas alas, sus pechos que se balanceaban con cada batir y su cuerpo esbelto y musculoso. Fue un momento, pero estaba claro que en esas tierras los peligros estaban a la orden del dia.

Después de dos días de camino llegaste, el pueblo/campamento/intento de ciudad, se encontraba delante, pero estaba echa una ruina. Podías ver una decena de casas que estaban sin atender, de madera y techos de paja medio derruidas, los caminos estaban fatal, la hierba campaba a sus anchas. Lo único que se mantenía medio en pie eran las verjas que delimitaban tu territorio, un cartel roñoso que rezaba “campamento este, bienvenidos!” y un establecimiento que mas o menos se mantenía en pie.

En ella una mujer joven con ropas amarillas, cabello castaño y gesto de aburrimiento estaba barriendo, intentaba quitar el polvo de la entrada pero en cuanto tenia suficiente en el recogedor, se quedaba mirando y lo tiraba a un lado de las escaleras pues no había tampoco mucha diferencia entre lo que había hecho y como estaba antes. El edificio era de dos plantas, se notaba que hacia mucho tiempo que no se había intentando el mantener la madera pues la mayoría estaba astillada, podías ver un par de mesas dentro pero con las sillas hacia arriba para no molestar y un mostrador con varios pergaminos.

En cuanto te vio sus ojos se iluminaron y sonrió como animada. -Oh vaya una aventurera? Bienvenida! Quieres pasar la noche tal vez? El estofado no tiene mas que tres días, se lo dejo barato y y y creo que tengo algo de alcohol, una buena cerveza? -Casi ansiosa por intentar vender algo.

El día que había leído aquella carta me hizo preguntarme el como mis padres eran dueños de tierras que desconocía, quizás era una sorpresa de cumpleaños, un plan de retiro o incluso ni ellos mismos tenían idea de aquello, y me encontraba lejos de casa como para esperar una respuesta suya a todo ello, tenía más por aquella deuda que pudiese caer sobre mi.

Y hoy en día me encuentro con un sitio que no parecía estar carente de peligros, sino que además se encontraba en un estado sumamente deplorable. No bastaría con arremangarse las mangas que no tenía y un poco de trabajo duro y puro, allí harían falta semanas de trabajo en solitario o gente que pudiera prestarme sus manos y justamente carecía de personas y fondos para contratar en todo caso, el viaje me había dejado solo con lo que llevaba puesto.

Aún así me aventure por las zonas de la aldea donde la maleza no era tan alta para echar un vistazo, buscando algún sitio acogedor donde asentarme, o al menos que requiriera el menor tiempo para dejarlo en condiciones y mi búsqueda me llevo hasta un recinto donde sorpresivamente había alguien trabajando afuera, de forma fútil pero al menos hacia el intento.

Una chica de aspecto alegre al verme acercarme, quien no dudo en ofrecerme una muy extraña hospitalidad a cambio de un precio económico, según ella.

-Lo lamento pero la verdad que mi situacion financiera es de baja como alta es la hierba de aqui- comenté algo nerviosa en mi tono de voz, aunque bromista pues solo me había sorprendido por momentos la intensidad de esta mujer o quizás solo no me esperaba tanta energía venir de alguien en un sitio tan deprimente como este.

-Soy Laika Stroud, una cazadora errante, como te llamas?- le ofrecería la mano como saludo y una amigable expresión en mi rostro.

Cuando dijiste que no tenias nada de dinero suspiro y intento sonreír lo mejor que supo, lo mejor que uno puede sonreír cuando sabe que a quien tienes que atender no tiene dinero. Pero cuando le dijiste el nombre se quedo como un poco extrañada mientras te devolvía el saludo apretando tu mano. -Stroud? Oh, ya decía yo que no era normal que viniera alguien en esta época. Tienes la carta?- Recuperando a medias la sonrisa.

En cuanto le diste la carta esta empezó a leerla y con una mano te indico que la siguieras, tal como habías supuesto el interior no era mucho mejor que el exterior, se podía ver la barra y los papeles, una estantería pequeña con algunas botellas que suponías era de licor, esperabas que alguna de esas estuviera llena y pudieras venderla por un buen pellizco pero seguramente no era el caso. -Entonces eres la heredera de estas tierras! Enhorabuena, bueno, te tengo que felicitar claro, mi nombre es Felicity, soy la encargada de este lugar y representante del gremio de cazadoras de monstruos. -Presentándose ya de una forma mas formal, poniéndose detrás de la barra incluso y ofreciéndote un pergamino que efectivamente te daba el derecho a gobernar esas tierras. -El edificio del gremio es de una entidad aparte, aquí hacemos nuestra ley y no tienes autoridad aquí, eso te lo diré cuando haya mas gente claro, se suele animar....nunca.- encogiéndose de hombros mientras señalaba el lugar. -Por la actividad de monstruos debería haber gente claro, pero estas tierras están muy mal, apenas se pueden cultivar, el anterior propietario se arruino intentando traer mercancías de fuera, la demanda era amplia, los costes altos pero el precio que estaban dispuestos a pagar era mínimo. Con todo eso, al final paso lo que paso, de todas maneras esto ahora es tuyo así que...bienvenida a casa.

-Gusto en conocerte Felicity, el nombre te queda- como negarlo si a pesar de todo trataba de mantener una sonrisa a pesar de todo. Más aún así no me negaría a seguirla dentro del recinto que la verdad necesitaba bastante amor, sobre todo para un sitio que debería ser la representación del gremio de cazadores me llegaba a fastidiar un poco eso, más aún que estaba en un terreno que ahora me pertenecía, aunque según sus palabras el gremio no.

-De por si soy cazadora, sigo en parte, respondiendo ante el gremio así que despreocupate, no causare problemas, de hecho hay que darle mucho amor a este sitio....bueno a la aldea en general-

Me preguntaba el por qué había llegado a ese estado y cuando me comentó sin que le preguntaste el accionar del antiguo dueño de las tierras no pude hacer más que darme con la palma en la frente. Solo me había dejado las cosas más difíciles aunque era bueno saber el asunto del cultivo de las tierras, no perdería tiempo y esfuerzo cultivando, aunque supiera del tema.

-Bien hay mucho trabajo para hacer Felicity, pero primero escuché que dijiste algo de un estofado de 3 días, iré a conseguir algo de suministros, si no tenemos para nosotras no podemos siquiera soñar en poner a este sitio en condiciones, como se encuentran tus reservas se que las mías están vacias-

Esperaría por su respuesta y una vez supiese está no cambiaría mucho lo siguiente que tenía para decirle.

-Si eres la representante del gremio quiere decir que esta es una zona abierta a la caza, hay algún encargo disponible?- mi mente ya había comenzado a trabajar en soluciones y formas de llevar a buen puerto muchas ideas para obtener lo necesario para restaurar la aldea y el gremio y mi mano mostraba mi impaciencia por lanzarme a hacer algo, aunque fuese pequeño, con un constante repiqueteo de las yemas de mis dedos en el mostrador, la misma que sujetaba aquel papel de propiedad.

-Gracias, mis padres pensaron que así siempre seria feliz.- Con toda naturalidad antes de señalar una puerta que seguramente iba a la cocina, pero estaba en la parte de dentro de la barra asi que no podías acceder a no ser que saltaras la barra. -Bueno, el gremio me enviá suministros claro, no me deja morirme de hambre y mi habitación esta en la planta superior, lo que concierne a ti...haber podemos ser amigas y tal pero tengo que cobrarte, aquí nada es gratis ni siquiera...un triste estofado de dos días. Pero si encuentras cualquier cosa ahí fuera, lo comprare y tendrás dinero, un buen intercambio no crees?

-Caza...caza...- Miro un momento el tablón, había unos cuantos encargos, luego te miro a ti y se inclino en la barra para tomar un pesado libro que había debajo, un poco cubierto de polvo y como lo dejo caer encima de la barra esparciendo un poco el polvo que lo rodeaba, lo abrió y efectivamente...estaba lleno de encargos. -Si, quizás tengo...un par...- Sonriendo y jurarías que estaba como haciéndolo a modo de broma pero empezó a pasar las paginas rápidamente. -No puedo darte encargos difíciles nada mas llegar, conforme vayas completando encargos y vea que vales para cosas mas grandes te los daré, nunca te enfrentaras a nada que no puedas matar...veamos...entonces lo que quieres es conseguir suministros? Pues esto estará bien para empezar...

Saco una hoja y te la puso delante, el pergamino estaba un poco gastado y señalaba algo sobre kelbins, lo poco que sabias era que eran criaturas escurridizas y que eran como ciervos. -Si me traes dos cuernos de estos ciervos, te lo pagare bien. -Señalo la recompensa y eran 20 de plata, no era mucho la verdad pero menos daba una piedra. -Vas a tener que ir a la pradera, esta a dos horas de camino siguiendo el camino del sur. Quieres otro encargo? Algo mas peligroso o te vale este?

Ciertamente ella era una chica bastante agradable y su sonrisa era contagiosa.

Un suave y corto silbido se deslizaria por mi labios al ver el libro de encargos, se veía pesado como el martillo del abuelo.

-Suena bien para mi, empezaré por ganarme mi comida, igual te preguntaba por los suministros en caso de que te faltasen jajaja-

Dicho eso esperaba que ella hiciera el papeleo antes de marchar

-Muy bien...- No entendió tu risa y de hecho ladeo la cabeza un poco pero saco un sello rojo y golpe con fuerza el pergamino como sellando el trato. -Pues...aquí lo tienes, no hay ninguna prisa con que acabes con este encargo, pero los cuernos se pueden malograr, si tardas mas de tres días en volver te pagare la mitad. -Fue informando antes de coger el libro y volverlo a guardar debajo de la barra. -Alguna pregunta?

-Si de hecho dos, la primera de ambas hay algo así como aguas termales cerca? Solo por curiosidad...eso y si eres la única que vives aquí, como haces para...ya sabes, divertirte?- me daba curiosidad saber cómo pasaba el tiempo alguien en un lugar tan remoto y en tan mal estado como esa aldea.

A fin de cuentas tenía un particular atractivo y su sonrisa era encantadora como para no apreciarla por un rato, era bueno que se le dieran fácil, para mí claro.

-Hagamos algo, si traigo en buen estado esos kelbi bebamos algo, ya sabes para conocernos más y tener un buen inicio en este proceso de restaurar este sitio, que me dices?- me apoyaba con los codos en el mostrador y mis manos funcionarían de soporte para mi cabeza, dejaba caer todo mi peso sobre el mueble y una mirada un tanto risueña se clavaba en sus ojos, no podía evitarlo, era la única persona allí y me parecía agradable como para querer conocerla más.

Pero debía aprovechar el día, en cuanto me respondiera partiría en definitiva, a por esos Kelbis.

Empezó a sonrojarse un poco cuando empezaste como a proponer esos planes, se movió como de lado a lado el cuerpo pensando en que contestarte. -Hay unas aguas termales si...- Empezó a decir mientras miraba a alguien que no estaba, como si tuviera que pedir permiso a una supervisora que no existía porque la supervisora era ella. -Tienes que moverte un poco y no están dentro de tu territorio pero por haberlas las hay...te enseñare donde están si vuelves con el cuerno...solo si vuelves. -Casi como si se tratara de una promesa. Dicho eso se relajo un poco y tomando un poco de aire acabo por contestarte.

-No mucho la verdad, limpio un poco y intento tenerlo todo ordenado con los libros y las cuentas, pero nada de lo mas emocionante. Deberías marcharte ya o si no se hara de noche.- Advirtió Felicity antes de verte marchar ya que era tu intención en una primera instancia.

Al salir de nuevo el paisaje de tus tierras estando en el peor de los estados te saludo, mirando a todos lados no veías demasiadas cosas pero todo eso era tuyo asi que cuando quisieras podías empezar a seleccionar tu casa. Aunque lo primero era lo primero, ir de caza.

Era mas o menos las 12 del mediodía cuando te pusiste a caminar hacia la pradera, esta se encontraba a dos horas de camino por lo que a las 2 del mediodía llegaste.

La pradera no tenia demasiado misterio, pero era un lugar bastante hermoso, podías ver como un rio cruzaba una de las zonas de la pradera mientras que a lo lejos unas montañas con la cima nevada se presentaban de lo mas imponentes. La vegetación era mínima, había hierba si pero no veías rastro alguno de bosque, al menos no desde la posición en la que estabas. El clima era agradable, un poco cálido pero agradable y el sonido de los pájaros adornaba toda la escena.
 

Aquellos nervios que mostró Felicity la hacían ver bastante adorable y aquello me sacaba una ligera risa animada, lejos de ser esta burlesca o algo similar. Era bueno saber lo de las aguas termales, y que realmente no hacía nada divertido en aquel sitio ella, podríamos darle a más de un vespoid de una pedrada siendo así.

Pero me quitaría aquellas ideas de la cabeza ala hora de marchar rumbo al hábitat de los Kelbi.

Seguiría el camino indicado por Felicity, siendo este bastante directo y preciso respecto al tiempo de viaje, me daría una buena idea de la noción del tiempo en cuanto a viajes entre cacerías.

El lugar, las praderas, era algo por lo que una se podía quedar apreciando el paisaje o simplemente buscar algún sitio cómodo donde dejarse caer y simplemente disfrutar del sol de primavera; me moría de ganas de hacer eso pero estaba trabajando, el placer vendría en otro momento ahora debía encontrar a esos Kelbis para tomar sus cuernos.

Lo poco que sabía de ellos era que son una especie de ciervo por lo que lo primero que podía buscar era la marca de sus pezuñas en el suelo y algunas hierbas o plantas de colores verdes más oscuros que parecieran haber sido arrancadas recientemente. Era algo un tanto complicado pero que por fortuna no me tomaría mucho tiempo el poder encontrar un rastro de huellas de pezuñas pequeñas, ahora solo debía seguirlas evitando a los monstruos más agresivos, tenía el presentimiento que por su especie deberían ser más de naturaleza cobarde, por algo también Felicity me habría ofrecido una misión así.

Después de una media hora de camino mas o menos, teniendo en claro que camino tenias que seguir, pasaste el rio para encontrarte con una campiña bastante amplia delante de ti, pero eso era bueno y era malo al mismo tiempo.

No había demasiado desnivel en el terreno lo que hacia que pudieras ver bastante lejos, no habían demasiadas criaturas pero si que viste un rebaño de unos ocho kelbins que se encontraban pastando. La kelbin era una criatura parecida a un ciervo, sus cuernos eran pequeños si y su pelaje de lo mas fino, muchos mercaderes pagaban buen dinero por esas pieles, pero solo si se trataban con cuidado. El cuerpo de la kelbi era esbelto, curvo, podías verlas comer en el pasto mientras que sus pechos flotaban en el aire con cada movimiento, pequeños sin tamaño exagerado. Con cada movimiento de cola podías ver la húmeda cavidad de su entrepierna pero no eran todas así, entre ellas, entre las ocho, habían dos con unas cornamentas un poco mas grandes que iban como patrullando la manada, la cornamenta era mas elaborada parecida a la de un ciervo macho y entre sus piernas colgaban unos robustos testículos con unos miembros que caían flácidos hacia abajo, sacudiéndose con cada movimiento de la criatura.

Sus largas orejas y tu experiencia previa te decía que si ibas de frente probablemente mas de una se te escaparía.

A medida que exploraba aquellas praderas iba descubriendo nuevos detalles que no hacían más que agregarle más encanto del que ya poseía aquel hábitat de los monstruos.

Mi seguimiento de aquel rastro me llevo ante una manada de Kelbis en una situación difícil para intentar una emboscada, ciertamente el terreno y la disposición de aquellas bestias me lo ponía difícil, así como elegir una presa entre todas. La elección no debería serlo, solo debía ir a por las de los cuernos más largos, pero las figuras de sus cuerpos me provocaba cierto repelús a la idea de lastimarlas, en situaciones diferentes hasta podría intentar observarlas un tiempo más para apreciar la belleza de esa especie, sobre todo me intrigaba imaginar cómo serian sus ritos de apareamiento.

Sacudí mi cabeza para quitarme esas ideas, necesitaba enfocarme en lo que debía hacer, por lo que elegí como presa a una de las kelbi de cornamenta más grande, de las que contaban adicionalmente con un miembro, era una guardiana pero era la presa más prudente a atacar a mi parecer. Eso me decía mi ideal para el encargo, pero podría observar y aprender más del reaccionar del resto con una presa más pequeña y a la vez medirme mejor mis propias habilidades.

Contuve la respiración y agazapada entre la vegetación, me valdría de esta para acercarme en un lento paso, sumamente silencioso y cuidando de no provocar ruidos accidentales como pisar ramas o cúmulos de hojas. Me aseguraba que mis armas y las partes metálicas de mi equipo no tintinearan al ser más calculado cada movimiento que hacia. Cuando podía apreciar un súbito parar en el movimiento de mi presa yo también me detenia y aprovechaba a nutrir mis pulmones con una suave respiración que no delatara mi presencia.

Con ese lento pero seguro proceso de acercamiento, mi objetivo no tuvo la oportunidad de darse cuenta de lo que pasaba hasta que mi acero se clavó en su cuerpo en su totalidad por su cuello casi a la altura de su cabeza. Un ataque preciso y letal que provocaría y alertaría al resto dela manada con seguridad.

En cuanto tu cuchillo se hundió en el cuello de la presa, esta estaba muerta pues tu ataque había sido letal y habías golpeado a la perfección. Entonces un chillido empezó a sonar por toda la manada, las “hembras” empezaron a gritar.

-Peligro! Peligro! Peligro!- Y por supuesto comenzaron a desperdigarse y a empezar a correr a bastante velocidad, mas que la humana pues aunque lo parecían, sus piernas tenían cascos y iban de lo mas rápidos. Entonces las kelbin alfas empezaron a mirarte con enfado, rasgando un poco el suelo con sus pezuñas traseras mientras se ponían en posición dispuestas a golpearte.

Por el momento tu eras mas rápidas así que podías escoger objetivo, ellas te miraban y en cualquier momento saltarían a por ti.

Honestamente pensaba que todos los Kelbi escaparian, de hecho me sorprendía demasiado que viendo como había acabado con la vida de uno de sus miembros de manada, las algas escapasen con el resto para proteger a la manada.

Estaban preparadas para pelear ambas y yo también lo estaba. Quitaría mi espada del cuerpo de mi primer presa y con la emoción que me provocaba la caza recorrer y calentar la sangre de mis venas es que daría el impulso para salir en pos de atacar con un corte descendente a una de esas Kelbi, la más cercana a donde me encontraba, pudiendo ver como el filo de mi espada trazaba una línea carmesí en su pelaje tras dibujar ese arco frente a ella.

Tu espada hizo un buen tajo a una de las kelbin que retrocedió un poco como para resguardarse de tu daño, pero golpe con fuerzas renovadas, tanto que araño bien tu escudo, menos mal que lo tenias porque podías escuchar como su cornamente arañaba el escudo con fuerza y casi te golpeaba a ti, pero conseguiste bloquearla y la segunda fue mas sencillo, un simple movimiento para que pasara por tu lado y nada mas, aun así se mantenían firmes a proteger a su hembras.

-Tu matar una hembra!

-Tu ahora ser hembra nuestra!- Agitándose mientras ambas se preparaban para embestirte.

-Solo necesitaba a una, pero si insisten serán dos-

No dudaría en aprovechar la efectividad de mis ataques para lanzar una amenaza a ese par de Kelbis alfas, ambas mostraban una sed de justicia que no tenía pensado retribuir, mucho menos sumirme ante tal petición.

-Yo no seré su hembra- movida por el instinto, vocifere aquellas palabras antes de ir con escudo en mano directo al choque contra su cuerpo para interrumpir su intento de embestir me, así aprovechar la sorpresa y propinar un certero corte a la altura de su cuello, más letal que el ataque anterior, esperando que eso fuera suficiente para hacer desistir a la otra, no tenía intenciones de dejar sin una sola de las alfa al menos para que protegiera a la manada.

Mi encargo se acabaría si hacía bien el despiece.

La segunda kelbin cayo bajo tu mano, tu espada atravesó uno de los puntos vitales de la kelbin haciendo que esta a cayera al suelo sin remedio, la alfa que quedabas se te quedo mirando, relinchaba con un grito animal bastante agudo y daba alguna que otra patada en el suelo. Te miraba muy enfadada, pero enseguida se dio la vuelta y empezó a gritar para si. -Las hembras! Llevarse lejos a las hembras!- Ahora asustada por como te habías movido la Kelbin huyo, tenias una oportunidad de oro para atacarla pero decidiste dejarla pasar, no era necesario matar a un animal que realmente no había llegado a hacerte nada mas que defender a su manada.

Te ocupaste de las dos kelbins, de ambas dos obtuviste sus cuernos, se notaba que los de la alfa eran mas robustos y fuertes que los de la hembra pero esperabas que contaran ambas para la misión. Pero no solo eso, también pudiste sacar la piel de la kelvin hembra con bastante maestría, ahora tenias una piel que si la cuidabas podías hacerte un buen abrigo con ella, o tal vez valiera un dinero, quien sabia.

Eran las dos y media de la tarde, la pradera estaba tranquila y no había rastro de la manada, tal vez si las siguieras acabaras por alcanzarlas pero quien sabia a que velocidad iban.

Mi conciencia estaba tranquila con aquella decicion, podría haberme comportado de forma ambiciosa y también ir tras más miembros de la manada o sin ir más lejos por la otra alfa, bien podría haberlo hecho y estar un paso más cerca de juntar recursos para la restauración de la aldea, pero lo valía?

Siempre que cazaba a una presa me acercaba a esta, juntaba mis palmas y me tomaba un segundo para emitir una oración en silencio, agradeciendo a aquella creatura por su vida y prometiendo darle un buen uso, todo aquello para luego frotar mis manos para calentarlas y así depositarlas sobre ese frío cuerpo en el suelo. Haría lo mismo con ambas Kelbis como un ritual fundamental antes de iniciar el despiece.

Cada vez que realizaba un despiece siempre venía a mi mente mi abuelo, aquel que me había enseñado mas que solo las técnicas de combate y evasión, o las habilidades necesarias para sobrevivir en ambientes duros; me había enseñado a quitar la libertad terrenal de los monstruos a cambio de mantener la mia, por los que les debía respeto o no estaría en pleno derecho de utilizar sus restos en mi beneficio.

Por ello es que al terminar el despiece podía sentirme sumamente alegre por los resultados, aunque aún era temprano para regresar, explotaría un rato el bosque en busca de hierbas y setas azules, debía prepararme para futuras cacerías. Quizás algunas piedras y huesos pero primero priorizará la salud.

Por las dudas evitaría ir en dirección a dónde huyeron las Kelbis, merecían un poco de paz.

Comenzaste a buscar, después de hacer el ritual que consideraste adecuado para las presas que habías cazado te pusiste a buscar y la verdad es que creías que ibas por buen camino. Te fuiste adentrando mas y mas en la llanura y por un momento a lo lejos te parecía que veías un mineral interesante, pero al acercarte no era lo que tu creías, tan solo una piedra que relucía al sol. Después te girabas y te tirabas un rato mirando ciertas setas que parecían apetitosas, antes de que con romper un trocito y ponértela en la punta de la lengua, solo por el como te paralizaba esa zona sabias que como te la comieras no te podrías levantar en horas, desechandola tontamente sin pensar en que podrías haberla utilizado, quizás tu cabeza estaba en otra parte.

Estuviste cerca de una hora haciendo lo que tenias que hacer cuando de pronto viste un par de kelbins huyendo de algo, no sabias de que hasta que ya fue demasiado tarde.

-Comida! Detente comida, quiero comer!- Podías ver una criatura con las escamas azuladas corriendo a toda velocidad hacia las presas pero en cuanto olio algo mas tierno y delicioso dejo escapar a las kelbin que por fortuna, corrían mas que ella. Sus manos delanteras parecían garras y por supuesto sus patas trasera eran patas de animal, agitaba una violácea cola y tenia unas orejas muy raras, extendidas y de un material que reflejaba la luz del sol al igual que la piedra.

Su cuerpo era esbelto, sus pechos se quedaban firmes aunque se había agitado bastante y podías ver unos labios vaginales cerrados pero que parecían hasta delicados. En cuanto te vio se quedo parada con las orejas levantadas haciendo que por un instante tuvieras que llevarte la mano a los ojos porque un poco del reflejo tocaba tu cara. -Comida....mhnnn....humana.- Relamiéndose los labios mientras encogia su cuerpo y se iba acercando, acechandote.