Partida Rol por web

Aquella noche el grupo agradeció poder mirar al cielo despejado. Era cierto aquello que se contaba sobre las tierras de Phal, no llevaban ni un par de días en las mismas y ya habían tenido que pasar varios de ellos durmiendo bajo la lluvia. Sin embargo, la lluvia no había sido uno de los mayores problemas de Silvano esos últimos días. Aún si miraba al cielo, las estrellas parecían mostrar un brillo lúgubre de sentencia. Y sin embargo, Silvano sentía que debería sentirse feliz, las cosas habían vuelto a su cauce natural... ¿Verdad?  

Habían despachado a gran parte de los hombres de Sweet Lust, y aunque no hubieran acabado con la misma, tardaría tiempo en volver a ganar la influencia que tenía. Y eso no era sólo por los hombres que habían caído, sino también por el hecho de que esa noche habían destapado por completo la corrupción de la ciudad. El último hombre que había caído a manos de Silvano era el mismísimo alcalde, el mismo que había hecho oídos sordos a las quejas de cómo las zonas marginales de Shucelle no dejaban de crecer. El pueblo no había tardado en hacerse con el poder gracias a la influencia del Jarad e incluso habían hecho una limpieza radical de los suburbios. 

Pero más importante era aún el hecho de que había rescatado a sus compañeros y de nuevo podían continuar con su misión... O al menos, lo harían todos menos Lancelot. Sus heridas mentales eran más graves que las físicas, no era algo que el reposo fuera a solucionar fácilmente. Después de limpiar el escondrijo de Sweet Lust, en el que no la encontraron a ella, el Jarad descubrió una de las herramientas de tortura preferidas de esa mujer eran los alucinógenos. Los mismos seguían haciendo efecto en la cabeza de Lancelot, convirtiéndolo en un riesgo para la misión, y es por ello que se quedó en Shucelle. En vez de él, al grupo se unieron Crow y Loth, en parte para reforzar la seguridad y en parte porque Crow tenía que viajar hacía las tierras de los Phal igualmente.  

Y Ariadna... La había salvado, y al mismo tiempo... La había perdido. Tras tu traumática experiencia, Ariadna no compartía palabras con casi nadie y simplemente se dejaba llevar cómo si de una muñeca se tratase, pero era evidente que estaba especialmente distante con Silvano. A veces el mismo la descubría mirándolo, aún con el miedo y la duda en sus ojos. En parte Silvano se sentía frustrado, después de todo lo que había hecho para llegar hasta ella... ¿Esa era su recompensa? Pero por otro lado sabía que tendría que haber sido más cuidadoso... Tendría que haber evitado que Ariadna viera lo que vio y tendría que haber corrido más para salvarla... 

Esa noche estaban acampados en un pequeño claro cerca del camino que estaban siguiendo. Ya habían cenado y parecía que pronto todos se irían a dormir debido a nadie parecía tener suficientes ánimos para comenzar una conversación.

Crow limpiaba sus armas distraído. A pesar de que llevaban suministros, había sido él el que había cazado la comida para la cena de esa noche. Cómo bien había descubierto Silvano después de semanas con él, Crow parecía necesitar siempre tener algo con lo que matar al tiempo, por lo que no parecía importarle encargarse cosas así. Además, que lo hiciera era mejor para todos... El viaje no era especialmente entretenido, y cuando Crow estaba aburrido se dedicaba de forma bastante molesta a provocar a los demás. 

Loth, cómo siempre, tenía cara de sueño pero leía tranquila un libro a la luz de las llamas. Con la frecuencia con la que leía, Silvano calculaba que no tardaría en acabarse todos los libros que se había traído. Silvano comenzaba a temer que tan colaborativa se mostraría con el equipo una vez que el aburrimiento le llegará a ella... Sin duda no estaba siendo especialmente útil por el momento... ¿Podrían las cosas ir aún a peor?

Arc parecía estar concentrado en sus pensamientos mientras que miraba con cierto preocupación hacia abajo, pues Ariadna tenía la cabeza apoyada encima de sus piernas. Por lo visto, al intentar mantener las distancias con Silvano, Ariadna había decidido pegarse más a la única otra persona con la que tenía confianza en el equipo. 

Silvano, por su lado, simplemente estaba sentado algo más alejado que el resto. Apoyado en un árbol y al amparo de las sombras. Al igual que sus compañeros, el no tenía ganas de hablar. Los remordimientos se apoderaban de él con facilidad últimamente. Había cometido muchos errores... Demasiados. Si se mantenía alejado del resto, evitaría crear más conflictos innecesarios. Aunque Ariadna lo rechazara su misión seguía siendo protegerla, al menos hasta que llegaran al castillo de los Phal, y eso era lo único que importaba.  

Silvano estaba muy atacado moralmente. Su incesable búsqueda de Ariadna había concluido en un final amargamente agridulce que solo había servido para distanciarse de ella, en algunos aspectos, incluso de forma irreversible. Le costaba conciliar el sueño, y cuando por fin su conciencia vencía a la vigilia y caía en el velo de Morfeo, Silvano no hacía más que repetir aquella escena una y otra vez, una y otra vez, con pequeñas variaciones de lo acontecido, pero siempre con el mismo resultado. Se despertaba temblando entre sudores fríos, temeroso del daño que pudiera hacerle la realidad, aunque luego recordaba que toda aquella experiencia no había sido parte de un sueño. Apenas intercambiaba palabras con nadie y se mostraba reacio a mantener conversaciones largas, en especial con Crow, a quien se le antojaba muy puñetero.

Silvano estaba apoyado junto al árbol, zambullido en sus recuerdos, torturándose una y otra vez al tiempo que pelaba una rama de un árbol caído con la ayuda de su daga. Intentaba darle la forma más fina posible, pero al final la rama siempre acababa cediendo. Cansado del incómodo silencio que imperaba el ambiente, decidió alejarse del grupo sin mediar palabra y se fue a un lugar apartado de las cercanías del lugar para practicar con la espada de Pals a la luz de la luna.

Cuando Silvano se levanta Arc levanta la cabeza entre curioso y confuso y Loth aparta la vista del libro, casi pareciendo molesta con aquella distracción. Sin embargo, ninguno de los dos comenta nada y dejan que Silvano se aleje. El mismo termina por detenerse no muy lejos de ahí, en un claro situado en una zona más profunda del bosque. Los débiles rayos de luz lunar se filtraban entre las hojas de forma muy débil, haciendo la tarea de orientarse muy difícil para los ojos inexpertos, pero Silvano estaba acostumbrado a aquel tipo de oscuridad. Mientras que la luz le mostraba al detalle toda la incómoda verdad, la oscuridad lo protegía y lo hacía más precavido... Se sentía más a gusto en ella en su humor actual. 

Desenvainó el espadón de Pals. Aún habiendo estado entrenando con ella durante varias noches, el arma parecía hacerse más pesada cada día que pasaba. El peso provocado por los remordimientos de aquello que se había quedado atrás... Sólo Arc había preguntado por el destino de Pals al ver el espadón y le había ofrecido comprensión a Silvano. Por otro lado, aún si Ariadna se había dado cuenta, no parecía que la noticia hubiera cambiado en lo más mínimo su ánimo. Quizás era porque parecía procurar no mostrar demasiadas emociones delante de Silvano o quizás era porque su pesimismo actual le permitía asimilar las malas noticias con naturalidad. Fuera cómo fuera, Silvano nunca practicaba con el arma cerca del grupo, por tal de no despertar en ellos recuerdos dolorosos. 

Levantó el arma y empezó con el entrenamiento cómo si de un ritual se tratase. 

Silvano empieza un "sencillo" ejercicio por determinar su poderío con la espada. Agarrando fuertemente el arma con las dos manos, la alza por encima de su cabeza y propicia un fuerte tajo contra un invisible enemigo del frente. Repite la maniobra en series de veinte con apenas tres segundos de descanso entre espadazo y espadazo. 

Tan pronto cómo Silvano comienza con el entrenamiento, parece que el peso en la espada desaparece y que su mente se despeja de todo pensamiento perturbador. La actividad es bastante agotadora, pero el ver por fin buenos resultados era a su vez satisfactorio y motivador.

Y cuando Silvano llevaba un cuarto de hora con este entrenamiento, se ve alterado de pronto por la presencia de un intruso en su campo de visión. Por culpa de su torpeza, agarra el arma torpemente, empuñándola con decisión poniendo la hoja en dirección a la posible amenaza. Sin embargo, relaja su postura cuando se da cuenta de que la que ha aparecido entre los árboles es simplemente Loth. 

Si la misma estaba sorprendida por la reacción de Silvano, su expresión no lo indicaba. De hecho, en vez de disculparse, simplemente se apoya en un árbol, observando al mismo con curiosidad, cómo si lo invitara a que siguiera con el entrenamiento.  

Dirigiendo su mirada fijamente contra los ojos de Loth, Silvano la observa durante unos instantes como intentando intimidarla y/o haciendo que desistiera en el intento de cualquier cosa que estuviera intentando llevar a cabo. Finalmente, se da media vuelta y sigue lanzando tajos contra el aire con insistencia. -¿Qué estás haciendo? Aquí no hay luz para leer. -dice con una voz amortiguada por el encaramiento de Silvano.

De nuevo, Loth no parece especialmente intimidada con la actitud o las acciones de Silvano. Cuando le hace le pregunta se encoge de hombros y dice en un tono neutro: 

- Es la tercera vez que leo ese libro... - Suspira y habla con tono cansado y incómodo, casi como si se sintiera forzada a hablar. - He considerado que observarte podría ser más interesante que volver a releer un texto que podría recitar de memoria. - Se cruza de brazos, algo más decidida. - Al fin y al cabo, tú mismo has buscado levantar la curiosidad del resto con esa salida silenciosa. 

-Si me he venido hasta aquí es porque no quiero que me vean practicar. De lo contrario me hubiera quedado junto a la hoguera.-dice Silvano en un tono que invitaba a Loth a marcharse de la escena. Seguía zarandeando la espada contra el aire, haciendo que esta aullara al cortar el viento a su paso.

El tono de que utiliza Silvano parece que por fin consigue afectar a Loth. La misma frunce el ceño, indignada. 

- Desconozco a que viene esta hostilidad, pero te guste o no ahora somos un equipo. - Suspira frustrada. - En parte estoy aquí porque me gusta saber de lo que son capaces mis compañeros. Y por otro lado... Sabiendo lo sombrío que has estado estos últimos días temía que pudieras intentar hacer alguna locura. 

Ante la tentativa de Loth por hablar con Silvano, este interrumpe su ejercicio y se torna hacia ella para forzar un cara a cara.

-Mira, no tengo nada en contra tuya, pero hay veces que la gente necesita estar a solas para ordenar sus pensamientos. Solo quiero estar tranquilo, tener un momento de intimidad para mi solo. Y no, tranquila, no voy a hacer ninguna estupidez. Si querías ver lo que estaba haciendo, tan solo tenías que observarme desde la distancia. 

Loth se queda unos segundos en silencio, simplemente sosteniéndole la mirada a Silvano. Al final parece perder la paciencia y suelta de pronto. 

- Escucha, voy a ir al grano porque no me gusta darle tantos rodeos a este tipo de problemas. Hay formas mucho más satisfactorias e eficientes de liberar la frustración que zarandeando una espada sin ton ni son. - De pronto su mirada se vuelve extrañamente más sugerente. A la luz de la luna, un pensamiento perdido en la mente de Silvano asimila que era bastante más atractiva de lo que parecía a primera vista. 

Silvano se queda estupefacto al oír la insinuación de Loth. En otras circunstancias hasta se lo hubiera planteado, pero tal como estaba en su estado, era casi imposible que aquella sugerencia se materializara. Con bastante alevosía, Silvano clava el arma de Pals en el suelo formando una pequeña cruz con la forma de la espada.

-Con todo lo que ha ocurrido, ¿es esa tu mejor solución? ¿Agua para el ahogado y fuego para el hombre cubierto de llamas? ¿A esto es a lo que te dedicabas con tu amiguito de la máscara? -escupe Silvano con su lengua viperina. -Francamente, pensé que los vocablos de los libros te habrían vuelto una persona comprensiva y bondadosa, no en un ser carente de humanidad.

Loth se altera un poco, cabreada, cuando Silvano menciona al hombre enmascarado. 

- Vigila tu lengua, Silvano. - Dice en tono de advertencia, abandonando por fin su expresión de pasividad. - Si te he propuesto esto es porque he pensado que te sería de ayuda. No soy la más habilidosa, ni tengo los mejores sentidos, pero hay otras formas de ayudar al equipo al que perteneces. No encuentro en el sexo más valor que una forma de relajación y de liberación del estrés. - Frunce el ceño. - Pero hasta yo tengo mis límites si se me falta el respeto a mí o alguno de mis compañeros caídos. - Señala a Silvano. - Si sigues afrontando tu agonía con hostilidad acabarás sólo. - Se da la vuelta - Pero supongo que eso es lo que estás buscando. 

Y dicho esto comienza a avanzar entre los árboles, en dirección al campamento. 

-Espera, Loth. -brama Silvano en dirección a la chica. -No debí haber mencionado a tu amigo. Lo siento. -dice con una pizca de arrepentimiento en su voz. -Los verdaderos héroes mueren en la intransigencia del anonimato. Ese es nuestro destino. -concluye en silencio observando la reacción de Loth.

No parece que las primeras palabras de Silvano afecten a Loth, la cuál sigue avanzando, pero cuando le pide disculpas se detiene en seco.

- Quizás yo tampoco debí proponerte algo cómo esto ahora... No estaba segura de que tan afectado estabas, sólo buscaba ayudar. - Se encoge de hombros y se da la vuelta. - En todo caso, no deberías usar el destino para justificar tus actos, Silvano. Quizás el Jarad busca que seamos simples sombras, pero no en serlo se acaba nuestra existencia. Tenemos una influencia directa sobre el mundo y sobre la gente que nos rodea, sobre nuestros compañeros. - Suspira y mira a Silvano con decisión. - Deja de encerrarte en tu restringido mundo y habla con ella de una vez. Será lo mejor para todos. 

Silvano atiende algo avergonzado por su conducta las palabras revitalizadoras de Loth. Con las manos reposando en la empuñadura de la espada de Pals, Silvano recapitula y considera en alta estima el consejo de su compañera, meditando todas las posibilidades en su interior. Con nerviosismo, eventualmente acaba contestándole a Loth.

-No estoy preparado para verla. Si voy ahora, mis palabras sonarán desmesuradamente forzadas, huecas, carentes de significado.  No tendrá sentido que intente expresarme porque le reflejaría el semblante de un hombre que no me pertenece. Por eso... -entona con voz queda. -Necesito tiempo para aclarar mi cabeza...

Loth suelta un gran y profundo suspiro. 

- No creo que el tiempo sea algo que te sobre, Silvano... ¿Acaso has olvidado ya a dónde vamos? 

Arc y Silvano se habían visto obligados a contarles los detalles de la misión a Loth y Crow para que pudieran apreciar la importancia que tenía la misma. El recordar que el objetivo de todo era llevar a Ariadna hasta su boda a Silvano se le revolvieron la tripas. No había momento en el que no le resultaba doloroso... Y sin embargo, ese hecho no hacía más que incrementar su determinación de mantenerse apartado de ella. Al fin y al cabo, tal y cómo Daga le había dicho durante su enfrentamiento en el castillo de los Rakstein, cuando su misión acabase... ¿Seguiría siendo él una parte de su vida? 

-Hablaré con ella en otra ocasión. Ahora no estoy de humor para ello. -determina tajante. -Y sí, si no recuerdo mal, estamos de camino a una reunión en el castillo Phal. Para luego ir hasta Emphart. Espero que el camino no se te haga tan plomizo como a mí. -dice mientras fuerza un silencio para que Loth abandone el claro y deje a Silvano con su soledad iluminadora.

Loth se encoge de hombros. 

- Está bien, haz lo que veas... Pero no dudes en que seguiré insistiendo. No hay nada que odie más que un capítulo inconcluso. - Se da la vuelta y comienza a alejarse pero mientras lo hace menciona. - Y no tardes mucho en volver, no nos conviene tenerte aquí perdido cuando posiblemente esa loca está removiendo cielo y tierra para encontrarnos. Cómo te retrases muchos mandaré a Crow. 

Y dicho esto Silvano la pierde completamente de vista y se queda sólo en el claro de nuevo, frente al espadón de Pals clavado en el suelo. El resplandor de la luna ya no parecía tan intenso cómo antes de que Loth le diera ese sermón. 

-Entiendo. No tardaré. -dice permitiendo que Loth se alejara de su rango de visión. Se tornó hacia la espada y desistió de seguir empuñándola con ira, enardecido por las palabras de su compañera. Le caló profundamente en la cabeza la sola idea de que Sweet Lust estuviera tras sus pasos como bestia que se despeña por un barranco en busca de su presa, insaciable e incansable, obsesionada por encontrar al grupo de Silvano aunque eso le costase la vida. Recordó entonces las preventivas guardias que hacia Gustav cuando estuvo viajando con él, siempre rastreando los alrededores de los improvisados campamentos que formaban él y su equipo alrededor de las hogueras. Como todavía no estaba preparado para recibir los despectivos comentarios de Crow, pensó que lo mejor que podía hacer en ese momento era dar un vistazo a los alrededores de la hoguera en busca de actividad sospechosa.