Partida Rol por web

Al enlentecer la marcha, Silvano se queda bastante atrás respecto al resto del grupo. Los tiene a todos a la vista, pero incluso el sonido del traqueteo de los caballos de sus compañeros le suena alejado. De nuevo, Silvano solamente acompañado por el silencio y sus pensamientos. La insistencia de Loth estaba empezando a molestarlo tanto cómo las pullas de Crow, y sin embargo no podía negarle que no le faltaba razón... ¿Pero cuando sería el momento oportuno para ir a la acción, Para realmente forzar esa necesaria conversación con Ariadna? Para Silvano en ese momento la respuesta era clara... No sería hoy, y si todo salía bien, no sería nunca. Era mejor dejar que las cosas con Ariadna acabaran así... Sin tragedias amorosas y arrepentimiento.

La paz de Silvano volvió a ser interrumpida cuando captó que uno de sus compañeros detenía su montura mientras que el resto seguía avanzando. Era Arc, que esperó a que Silvano lo alcanzará para retomar el ritmo. Al principio se mantuvo callado. Debido a que Ariadna se había pegado tanto a él, Arc y Silvano apenas habían tenido ocasión para intercambiar muchas palabras.

- ¿Cómo te encuentras, Sil? - Dice mirando al frente, aunque su rostro era apenado. 

-Estoy bien. -miente con aire desganado. -He dormido poco esta noche pero estoy bien, no te preocupes. -añade poniendo su mejor máscara de amabilidad. -¿Qué tal están sanando tus heridas? Te veo más fresco que nunca. Siempre has sido un hombre con mucha temple. Ni la tortura ni cuatro guijarros desmesuradamente grandes pudieron contigo. 

De pronto, la voz de Silvano se vuelve más sombría y triste. -De verás que siento el derrumbamiento. No vi otra opción. -dice Silvano con la cabeza gacha con tono mezcla de vergüenza y arrepentimiento.

- No te preocupes por eso, Sil... - Dice Arc, con tono comprensivo. - Cómo bien dices, mis heridas han sanado rápido... Además, no se porqué pero Sweet Lust dedicó más tiempo a torturar a Lancelot que a mí. - Sonrisa triste. - Supongo que es porque yo me derrumbé antes que él... - Mira a Silvano. - En todo caso, eso ya es agua pasada... - Y en un tono que dejaba entrever que había un significado oculto añade. - Todo el mundo comete errores. 

-Comprendo... Yo... -balbucea sin llegar a decir nada claro. No sabía por qué parte empezar a contarle sus peripecias y sus desventuras sin tener que recurrir a la muerte de un compañero. -Muchos ciclos han pasado desde la última vez que te vi en condiciones favorables. Dime, ¿los planes de nuestra compañía contemplan la enrevesada conspiración que se está urdiendo alrededor de las corrompidas tierras de Helltia? Temo por el bienestar de nuestro grupo, y ahora que se avecinan nubes de tormenta, no me gustaría ser reo de otro contratiempo que menoscabara los intereses de nuestra misión. -concluye Silvano con porte serio mientras busca la mirada de Arc con ojos penetrantes.

Arc no parece satisfecho con la respuesta con la respuesta de Silvano, pero tras terminar de escucharlo le dedica una sonrisa triste y niega con la cabeza.

- Deberías saber ya la postura de Jarad sobre lo que ocurra con Helltia, Sil. Que se destruyan a si mismos es algo que le conviene a la Nueva Emphart... Con un gobierno tan inestable el pueblo no tendrá otro remedio que aceptar el liderazgo del nuevo Imperio. Las pocas misiones que tiene el Jarad aquí están centradas en preparar formas de proteger al pueblo de la guerra entre magos que se avecina. - Suspira. - No se acercan tiempos fáciles pero a nosotros no debería afectarnos... Tenemos que pensar en otras cosas más importantes.

Silvano escucha a Arc con especial atención intentando captar la máxima información posible de las palabras que salían por su boca. Nada de lo que decía su compañero parecía impresionarle, salvo cuando menciona a los magos, concepto que evocó a Silvano al recuerdo de la noche que asesinaron a Pals. Envuelto en sus remordimientos, Silvano parece distraído en sus memorias, pero se percata del silencio de Arc y entonces lanza su pregunta.

-¿La guerra entre magos? ¿Te refieres a los altos cargos de la Iglesia de Khin? ¿Qué me puedes contar de ellos? 

De nuevo, Arc parecía algo disgustado con la pregunta de Silvano. No daba impresión de que le gustara la dirección que estaba siguiendo aquella conversación. 

- Pensé que Ariadna ya se había encargado de darte los detalles necesarios sobre el objetivo final por el que se creó el Jarad, Sil... - Comienza a decir, a medio camino de la reprimenda. - Así que si fue así, no se que es lo que pretendes saber sobre los magos de la Iglesia, cómo te he dicho hace un momento, no es algo que nos afecte de forma directa. - Suspira. - Claro que podría responder a alguna pregunta más concreta si aún así estás preocupado. 

Cuando Arc le da la oportunidad de preguntar a Silvano, este aprovecha la ocasión y no repara en palabras.

-De casualidad, ¿no conocerás a un hombre apodado Sonrisa? Si no estoy errado, es un hombre que trabaja en colaboración a la organización. 

Arc parecía confuso por la pregunta de Silvano. 

- Pensé que ibas a preguntarme sobre la Iglesia, Sil... - Suspira, pero sonríe divertido. - Deberías aclarar tus ideas antes de hablar, ¿No crees? - Se mantiene en silencio, pensativo, unos segundos antes de seguir. - Sinceramente... Nunca he oído hablar de nadie apodado "Sonrisa"... Pero no creo que algo así deba extrañarte mucho. Al haber permanecido en un mismo lugar tanto tiempo, nuestro grupo se ha quedado aislado de gran parte de los miembros del Jarad. Imagino que hay muchos nuevos reclutas desde la última vez que salí de Flegellia, que no hace precisamente poco. 

Cuando Arc menciona a la Iglesia, Silvano sonríe y se le escapa una pequeña carcajada entre los dientes. -A eso voy, todavía no te he presentado a todos los actores. ¿Sabes algo acerca de una mujer que responde al nombre de Erina Goldspark? Con la próxima respuesta quizá puedas atar cabos y eso me llevará a formular la pregunta que estás esperando.

Arc no parecía seguro de dónde iba a acabar aquella conversación, pero tras un suspiro continua. 

- No, no conozco a ninguna "Erina Goldspark", sin embargo, el apellido Goldspark tiene demasiado renombre en las tierras de Kihn cómo para no conocerlo. Siempre ha habido uno de los miembros de esa familia entre los Altos Sacerdotes y, si no me equivoco, actualmente hay una mujer ocupando dicho puesto... La misma que está casada con Marshall el Imparable, Gran Comandante del Ejército de Kihn. - Algo impaciente, añade. - ¿Te sirve esta respuesta para que llegues ya a la pregunta que quieres hacerme? ¿De que conoces tu a esa tal Erina? ¿Y que tiene que ver con un hombre apodado Sonrisa?

-Desde hace un par de lunas, esa mujer, o mejor dicho, alguien con dicho apellido y una pequeña vanguardia de miembros de la Iglesia, cayeron en una fortuita emboscada forzada por el tal Sonrisa. Entre ellos, se encontraba al menos un hombre dadivoso en el arte de la magia. Hay más. -añade Silvano con un gesto de su mano para que Arc escuchara la historia entera. -El objetivo era secuestrar a la chica. Lo conseguimos. -pequeña pausa dramática. -Pero pese a salir victoriosos durante el toma y daca, un descuido nos salió muy caro, demasiado caro. -dice llevándose la mano a la empuñadura del arma de Pals mientras se la muestra a Arc. -Así que los clérigos salieron corriendo cabreados tras el culo de su dama, quien se alejaba inconsciente a lomos del caballo de Sonrisa. Aunque había otro hombre junto a él, un tipo con máscara que se limitó a observar los acontecimientos. -añade con duda en sus palabras. No recordaba muy bien al hombre de la máscara, y algo le decía que no era trigo limpio. -Ahora ya conoces su historia. -dice mientras enfunda el tramo de hoja que había desenvainado para mostrarle la espada a Arc.

- Entiendo... - Dice Arc, asimilando las palabras de Silvano lentamente. Con una expresión algo más sombría añade. - Gracias por contármelo... - Se queda en silencio unos segundos antes de seguir. - ¿Pero cómo acabasteis metidos en los planes de Sonrisa? ¿Os fue a buscar a vosotros personalmente? No debería conoceros... Nuestra pertenencia al Jarad y nuestra misión es un secreto reservado para pocos de sus miembros. 

-No contactó conmigo ni con Pals directamente. Fue a través de una amiga de este último, nuestra guía hasta las tierras de los Phal. Hannah se llamaba, una mujer reservada pero muy atenta. -achina la vista y se lleva la mano a la frente mientras recobra la memoria. -Apaciguando una acalorada discusión de taberna que no iba con nosotros, Hannah se personó con Sonrisa. O quizá tenía asuntos que atender con él. No lo recuerdo del todo. -dice manifestando muecas de disgusto en su rostro. -El caso es que nos vimos envueltos en el conflicto con un único objetivo en mente, hacer que Erina Goldspark huyera del establecimiento con vida y sin su guarnición. Tras dejarla inconsciente, se la entregamos a Sonrisa, quien iba acompañado por el hombre de la máscara del que te hablé antes. Eso no sentó muy bien a sus guardaespaldas de la Iglesia... Ya sabes cómo termina el resto. -deja una pequeña pausa para que Arc pueda asimilar toda la historia y finalmente vuelve a retomar el habla con un ligero carraspeo de su garganta. -Así pues, querido amigo, ¿qué podría suponer para nuestra misión que un miembro de la casa Goldspark estuviera desaparecido? -Tras formular su pregunta, Silvano se da cuenta en la ambigüedad de su pregunta. Niega con un no, y vuelve a lanzar otra pregunta al aire. -¿Ha habido algún movimiento bélico estas últimas semanas en Helltia que pudiera infortunarnos?

Arc levanta las cejas sorprendido cuando Silvano menciona a Hannah. 

- Conozco a Hannah, la verdad. - Sonríe. - Suele estar destinada allá dónde va uno de los peces gordos del Jarad, Weise... Se podría decir que es algo así cómo su guardaespaldas personal por lo que me sorprende que os solicitara participar en una misión cómo esa. - Su sonrisa se entristece. - En todo caso, la razón por la que la conozco es porque mi hermana trabaja junto a ella normalmente, ¿No estaba ahí una tal Deborah?

Silvano nunca había escuchado que Arc tuviera una hermana, aunque no parecía especialmente emocionado hablando de ella. Silvano le da un par de vueltas a la pregunta de su compañero y luego niega con la cabeza. 

- Extraño... Supongo que si a Hannah le encargaron una misión lejos de Weise, a Deborah le encargarían una distinta. - Se mantiene en silencio unos segundos antes de proseguir. - En cuanto a las implicaciones de lo que hicisteis... Sin duda la desaparición de un familiar levantaría la ira de los Goldspark y sus aliados. Las consecuencias de esto dependerían en a quién dirigieran dicha ira... Claro que si el tal Sonrisa hace bien su trabajo, no creo que tu tengas ningún problema al respecto, Sil. 

- Supongo que tienes razón. La Iglesia de Khin tendrá cosas más importantes que hacer que perseguir a un manojo de sombras. - Asiente con gesto esperanzado. - Como intentar salvar a su juguete. - Añade rápidamente a su anterior comentario. - En cualquier caso, tengo motivos para creer que no están malgastando su tiempo intentando seguirme el rastro, pues en su momento, ya dejé un hueso mucho más sabroso al que seguirle la pista. - Silvano se queda unos momentos en blanco rememorando cómo Gustav persuadía a los clérigos de perseguir a Sonrisa en vez de a ellos, pero cuando se da cuenta de que Arc lo está mirando, recobra la percepción del entorno y el habla.

- Es una posibilidad, pero no creo ser el blanco de su ira actualmente. Solo quería que lo tuvieras en cuenta por lo que pudiera pasar en el futuro. Últimamente no reparo en disgustos y contratiempos.

- De todas formas no tendría porque pasarnos nada de las tierras de los Phal. No han hecho ningún movimiento respecto a la guerra, se mantienen alejados de toda relación con la Iglesia y por si fuera poco los Golem tan siquiera se han pasado por aquí. - Arc se encoge de hombros y entonces Silvano puede fijarse en que mira a Ariadna. No es la primera vez que lo hacía durante su conversación, pero las otras lo había hecho de forma disimulada. Ariadna parecía mucho más débil que de costumbre viajando encogida en su caballo. - Sil... - Añade de pronto Arc, algo inseguro. - Creo que lo que me estás comentando es importante, pero... - Se queda mudo y niega con la cabeza. - No. Da igual... Voy a volver con Ariadna. Lo siento, luego hablamos. 

Y dicho esto, Arc acelera a su montura hasta colocarse cerca de la de Ariadna. Entonces le comenta algo a la misma y Silvano puede ver cómo su amada gira la cabeza para mirarlo, pero niega está acción cuando sus miradas se cruzan. El camino continua en silencio para Silvano. 

Silvano asiente con una leve inclinación de su cabeza y da por acabada la conversación con Arc para que este pudiese atender las necesidades de Ariadna. Una vez se despide de Arc, se acomoda en su caballo mientras observa a su compañero partir hacia Ariadna. Pierde su posición erguida y se apalanca con pereza en la silla de montar. Poco a poco va cerrando los ojos mientras adapta sus brazos al contorno del cuello de la bestia. Todavía se estaba resintiendo del sueño por la noche anterior.

El viaje continua acompañado por la calma y el silencio. Eventualmente llegan a un camino embarrado, poco de lo que preocuparse yendo en caballo, pero el salpicar de los cascos de los caballos cuando perforan la superficie de los charcos se vuelve la nueva melodía de la marcha. Poco a poco dicha melodía le resulta hipnótica a Silvano, recordando tiempos mejores cerca del mar, pescando... Cuando todo era mucho más sencillo y sabía el camino que iba a tomar su vida. 

"Un recuerdo distante llega a la mente de Silvano como ola que rompe contra las rocas. Es su padre, que capta su atención subido en una barca. En el muelle, él teje una red de cáñamo cuál araña esculpiendo su seda. Su padre lo llama en la distancia, con voz queda que se pierde en el aire. Silvano sigue sin oírlo y se levanta patoso, como si no supiera si huir o acercarse a su padre. Una tercera seña capta su atención y Silvano se encara hacia su padre. Por desgracia, una ola empapa la superficie de los tablones con agua salada y Silvano resbala. Cae al agua."

Justo en ese momento, recobra la consciencia y eleva los pies en paralelo respecto al lomo del caballo para evitar que el barro lo salpique.