Partida Rol por web

Silvano se aleja un par de pasos, ganándose una mirada de confusión tanto cómo de Crow cómo del Zwerk. Cuando zarandea el espadón en el aire, con bastante más habilidad que antes, el Zwerk se aprieta contra la pared, atemorizado. Aunque parecía tener más miedo de que a Silvano se le escapara el arma que por el intento de intimidación del mismo, al fin y al cabo seguía la trayectoria de la misma con los ojos. 

Cuando Silvano se detiene, el Zwerk se recompone un poco. 

- E-está bien... - Dice un tanto nervioso. - P-pero no vuelvas a hacer eso. - Frunce el ceño, y parece calmarse un poco. - Insisto en que no tenéis ninguna posibilidad con Sweet Lust. ¿Queréis de verdad ir a por ella? - Espera a la respuesta, pero viendo la determinación en la mira de Silvano continúa. - Estáis mal de la cabeza... Aunque si de verdad tenéis tantas ganas de morir yo no estoy dispuesto a deteneros. - Sonríe. - De hecho, me haríais un favor si vais a por ella. Me daréis el tiempo suficiente para que me aleje de esta puta ciudad. - Se ríe. - Está bien. Os diré dónde suele esconder a los prisioneros esa zorra. Si la dueña del collar no está ahí seguramente este muerta o en uno de los burdeles de la ciudad, pero no tengo ni idea de cuál podría ser. No es algo de lo que yo me encargue personalmente... 

Había una zona de la ciudad especialmente poco vigilada debido a la corrupción que emanaba de la misma. Si buscabas cualquiera de los típicos negocios de los bajos en aquel lugar, seguro que lo encontrarías. Por ello, no era de extrañar que Sweet Lust tuviera uno de sus escondites en esa zona.

Situado debajo de un cuartel de la guardia de Shucelle, que había quedado abandonado hacía mucho años, había una serie de calabozos entre otras habitaciones subterráneas. La propia Sweet Lust había ampliado el lugar a su gusto, dejando el edificio principal, compuesto por un pequeño complejo y una torre de guardia, sólo para los vigías o los dormitorios. Según contaba el Zwerk, había salas de tortura y una sala que Sweet Lust llamaba "La Sala de Juegos".

En la "Sala de Juegos" se realizaban toda clase de espectáculos macabros, dónde Sweet Lust hacía pasar a sus prisioneros por toda clase de pruebas sólo por diversión. Por ejemplo, los hacía luchar contra bestias salvajes o los hacía combatir entre ellos a muerte. Aquellos espectáculos eran el mayor entretenimiento de la banda, no parecía que a Sweet Lust se le fueran a terminar jamás sus "originales ideas. A parte de observarlos, la gente apostaba por los supervivientes y incluso a veces les arrojaban objetos para equilibrar la balanza hacía un lado o otro. 

- En todo caso. - Finaliza por fin el Zwerk. - Ese lugar está plagado de esbirros. Y os verán llegar mucho antes de que siquiera os hayáis acercado lo suficiente... No se hasta dónde tenéis pensado llegar pero estaréis muertos tan pronto cómo intentéis entrar.  

Silvano escuchaba con expectación todo lo que el hombre tenía que decir. No estaba seguro de si creer sus disfrazadas palabras, pero al menos todo aquello parecía tener sentido. Tampoco tenía un plan para entrar dentro del complejo, pero una o dos ideas se le vinieron a la cabeza.

-Has dicho que la gente apuesta en esas peleas. ¿Quiénes apuestan? -dice con autoridad mientras examina a Crow con la mirada. Lo que fueran a hacer con el Zwerg después del interrogatorio estaba bien cerca de ocurrir.

El Zwerk mira intercala la mirada entre Silvano y Crow, de nuevo algo nervioso. 

- Normalmente lo otros miembros de la banda... - Comienza a decir, lentamente. - Aunque Sweet Lust deja entrar a veces a gente de su "confianza". Gente que se asegura que no filtrará información sobre el lugar. Aunque pobre del imbécil que lo haga. Al fin y al cabo, Sweet Lust tiene un largo historial de venganzas... Os aseguro que sus víctimas prefieren la muerte antes de todo lo que esa mujer es capaz de hacer. 

Tras deliberar opciones en su cabeza frente a la ansiosa mirada de Crow como perro que espera la orden de su amo para despedazar a su presa, Silvano sopesa meditativo qué hacer con el enano, hasta que finalmente rompe el silencio. -De acuerdo. Tienes una última oportunidad para redimirte. -dice mientras guarda su espadón en la funda de la espalda. -Vendrás con nosotros y nos meterás ahí dentro. Seremos tus nuevos matones. Interpreta bien tu papel, y todos saldremos con vida. De lo contrario, tu jefa se enterará de que se la has jugado yéndote de la lengua. No te preocupes por el collar. No nos hará falta si sigues el guión -indica con tranquilidad mientras le resta importancia a ese último punto.

El Zwerk abre mucho los ojos, atemorizado por el plan de Silvano. Cuando el mismo deja de hablar, niega con la cabeza mientras que dice: 

- No. No me podéis obligar a meterme ahí dentro... Yo... ¡Os he dicho todo lo que se! ¡Ni siquiera me importa ya el dichoso collar! - Su tono era suplicante. - Haré lo que esté en mi mano para ayudaros de forma indirecta... Y tras eso os juro que no volveréis a verme. - Frunce el ceño. - Pero me niego a que me arrastréis hacía vuestra locura de plan... Si me descubren mi castigo será peor que la muerte. 

Crow pone un mueca de disgusto, soltando aire por la nariz, parecía cada vez más impaciente. De pronto comienza a balancear una de sus hoces lentamente, cogida por la cadena que la unía a la otra hoz. Hacía adelante y hacía atrás... Casi era hipnótico. El Zwerk ahora intercalaba miradas de preocupación entre Silvano y el arma de Crow.  

-Puedes morir ahora o intentar no morir luego. Tú eliges. -dicta Silvano definitivo mientras se aparta del Zwerg para dejar hacer a Crow.

- E-Eso no es... - Comienza a decir el Zwerk, realmente asustado, en dirección a Silvano. - ¡No podéis hacerme esto! Os he... ¡Os he dicho todo lo que se! Yo... - De pronto, el Zwerk se calla cuando Crow se pone frente a él, armas en mano. Intenta arrastrarse hacía el lado, para alejarse, pero Crow simplemente lo sigue con tranquilidad. - P-puedo daros más detalles sobre el lugar... Puedo llevaros hasta ahí... - Dice desesperado, mientras sigue arrastrándose hacía atrás. - P-pero no... ¡No puedo colaros ahí dentro! ¡Nos descubrirían! Esa gente no es tan fácil de engañar... 

Crow no se molestaba en hablar, sólo lo seguía lentamente con una sonrisa siniestra en el rostro mientras que balanceaba sus hoces hacía delante y hacía atrás, cada vez en un ángulo más grande. El Zwerk vuelve a mirar a Silvano, suplicante. 

- ¡No os estoy mintiendo! ¡No podéis atacar ese lugar! T-tendríais que agradecerme que os esté advirtiendo de esto... O-os estoy salvando de una muerte segura...

- Venga, hombre, ten un poco de orgullo y muestra más temple ante tu final. -suspira desesperado ante el lamentable espectáculo que ofrece el Zwerg. - Dinos al menos cuántos hombres tiene la maldita Sweet Lust. Y espero que como mínimo, también sepas dibujar un mapa de los interiores del cuartel. 

- ¡L-lo haré! ¡Juro que lo haré! - Dice el Zwerk, cada vez más desesperado, al mismo tiempo que se echa hacía atrás. - ¡P-pero por favor...! ¡D-dile a este psicópata que me deje en paz!  

- Dios de la muerte, déjalo vivir, de momento. - Apunta Silvano haciendo hincapié en la última parte de la oración. -Vayamos a otro lugar donde nuestro amigo se pueda reponer del susto.

Crow mira a Silvano algo molesto, pero dejo de seguir al Zwerk y se aparta hacía un lado. Al ver esto, el Zwerk suelta todo el aire que había estado conteniendo. Seguía asustado, pero al menos estaba algo más tranquilo. Ante las palabras de Silvano, el mismo se levanta, a duras penas pues tenía las piernas magulladas y temblorosas. A parte, no perdía de vista a Crow mientras lo hacía, cómo si temiera que en cualquier momento fuera a volver a acercarse. 

Crow se acerca a Silvano y le habla al mismo en susurros, sin perder de vista al Zwerk. 

- Tengo que reconocer que esperaba mucho menos de esta extorsión. Me has dejado con las ganas de terminar el trabajo, pero... Imagino que puede ser útil, así que te lo perdonaré. - Suspira y mira a su alrededor, estaba vez habla con tono natural. - Deberíamos mover los cadáveres. No queremos que Sweet Lust descubra nada antes del acto principal de la función. 

-Como gustes. Ya me encargo yo de estos dos. ¿Están a buen recaudo los tuyos? -dice mientras se aproxima al primer hombre que había matado. Busca con la mirada la daga que le había arrojado y se la guarda tras limpiarla. Una vez cerca del cadáver, Silvano observa a su alrededor y mira en qué lugares podría esconder los cuerpos, o con qué cosas podría cubrirlos.

Lo único que pudo ver Silvano era un portal más o menos profundo dónde acumularlos... Pero por recomendación de Crow, decidieron que no era buena idea colocarlos ahí. Al final, acabaron encontrando un viejo almacén abandonado, perfecto para esconder todo tipo de cosas. Tras forzar la puerta, comenzaron a arrastrar los cuerpos hacía el interior. De hecho, incluso el Zwerk, que les dijo que se llamaba Puke porque no dejaba de llamarle "enano", les ayudó a regañadientes. Si Puke sentía alguna empatía por sus compañeros caídos, no lo demostraba, sólo se limitaba a arrastrarlos lentamente (No era especialmente fuerte) tal y cómo le ordenaban.

Resultó ser que Crow había matado a otros cuatro hombres mientras que Silvano distraía a Puke. Por lo que pudo apreciar Silvano, habían sido cortes certeros que aseguraban una muerte rápida. Y a juzgar por el hecho de que tenían sus armas guardadas, estaba claro que aquellos miserables ni siquiera habían visto venir el ataque. 

Con esto listo, y tras atrancar la puerta del almacén de nuevo, los tres se pusieron en marcha en dirección a la sede del Jarad de nuevo. Aunque las calles por las que pasaron no estaban muy transitadas, se ganaron más de una mirada de curiosidad de gente, al fin y al cabo daba la impresión de que estaban escoltando a Puke. Una vez estaban a dos calles de la sede, Crow se quedo esperando ahí al regreso de Silvano junto a Poke. 

En la sede estaba el mismo hombre que les había atendido antes, ahora acompañado por la mujer que se había marchado y tres enmascarados más. Parecía que estaban hablando de algo cuando Silvano se metió de improvisto en la sala. El jefe frunció el ceño, y habló con impaciencia. 

- ¿Y bien? ¿Habéis descubierto algo de utilidad?

Al entrar en la habitación Silvano observa con escepticismo al gentío de enmascarados. No sabía con seguridad si aquel iba a ser todo el personal que tendría al alcance, pero amortizando los recursos al máximo, quizá podría ir directo al quid de la cuestión.

- A uno de los miembros no le ha quedado otro remedio que simpatizar con nuestra causa. Ha cantado. La sede de Sweet Lust se encuentra en un viejo cuartel abandonado de los bajos barrios. Según nuestra fuente de información, es un lugar altamente vigilado, aunque también cabe la posibilidad de que nuestro objetivo se encuentre en cualquier burdel que regente esa bastarda. - Pequeña pausa para que los enmascarados retengan la información. - En cualquier caso, nuestro "amigo" está dispuesto a dibujarnos un mapa del lugar, indicando la estructura del edificio, las puertas por las que tendremos que pasar y los distintos hombres que suelen frecuentar el lugar.

Silvano acaba de comentar por encima el tema de las mazmorras, y los espectáculos que era propensa a realizar Sweet Lust con aquellos que tenían la mala suerte de tropezar con ella, haciendo hincapié en el tema de las apuestas y los combates contra bestias.

- Conocíamos parte de esa información... - Comenta el jefe, meditativo, mientras que daba vueltas nervioso tras su escritorio. - De hecho ya sospechábamos que Sweet Lust escondía algo en ese lugar, estaba demasiado vigilado. Pero nunca imaginamos que fuera una de sus bases principales... Puede que esa mujer este loca pero es lo suficientemente organizada cómo para no dejar filtrar esa información. - Niega con la cabeza. - Necesitamos un plan, y uno especialmente inteligente... Claramente nos ganan en número, pero espero que aún tengamos el factor sorpresa. - Vuelve a mirar a Silvano. - Sácale todo la información que puedas a ese enano, y regresa con ella. Si vamos a movernos, tendrá que ser pronto. 

Silvano asiente, y tras pedir diferentes materiales de escritura se encamina de nuevo hacía el exterior. Encuentra a Puke y Crow en el mismo callejón dónde los había dejado. Puke estaba mirando las ataduras que ahora estaban en sus pies, resignado y en silencio. Crow estaba frente a él, apoyado contra la pared mientras que jugaba con una de sus hoces. Cuando ve llegar a Silvano su cara de aburrimiento se vuelve interés. 

- Está bien, enano... - Comienza a decir Crow, justo cuando Silvano se acercaba, pero Puke le interrumpe. 

- Puke. - Dice con tono hosco, cómo si pretendiera corregirle. 

- Microbio... - Se corrige Crow, sonriente. - Vuelve a ser tú turno de que nos demuestres que tan útil es que te hayamos dejado con vida.

Crow asiente hacía Silvano, cómo invitándolo a acercarse. Puke sin embargo, lo mira con odio. 

Silvano le pide a Puke que dibuje los planos del edificio, indicando todas las salas y las instancias del cuartel militar, recalcando en las entradas del complejo, y las puertas de las habitaciones. También le pide que dibuje el contenido de las salas, indicándole que sea específico con la posición y número de los guardias, los barracones, los armeros, las mazmorras, las torres, y las salas de juegos que tanto le gustaban a Sweet Lust. 

-Y ya que estás, no te olvides de escribir el nombre de todos los burdeles. Solo por si acaso. 

Silvano le entrega los materiales a Puke tras darle las órdenes pertinentes y acomodarlo en una postura más adecuada. 

A regañadientes y algo temeroso aún, Puke comienza a dibujar torpemente y con lentitud el plano, aunque no tarda en apresurarse al ver la impaciencia que demostraba Crow. Mientras lo hace va dando algunas nerviosas indicaciones sobre la distribución de las entradas en sí, la presencia que solía haber de guardias en algunas de la zonas o las trampas que podía haber preparadas. En muchos puntos parece quedarse en blanco, meditativo, y en otros incluso se ve obligado a tachar todo el plano debido a una escala incorrecta... Pero finalmente, tras gastar casi todas las hojas que le había dado Silvano, le entrega un trabajo al mismo más o menos decente. 

- Y sobre los burdeles... Si no estoy equivocado, Sweet Lust contra por lo menos tres en esta ciudad. O al menos eso es lo que les he escuchado decir a los guardias, yo no me metería en uno de esos agujeros de mierda ni loco. Se que hay uno cerca de la base, pero ni idea de dónde están escondidos los otros dos. 

Silvano mira el plano con curiosidad mientras Puke se desenvuelve para dibujarlo. Todavía no se acababa de fiar de la veracidad de aquel mapa, pero si el enano los estaba engañando, se delataría nada más presenciar el exterior de a edificación. Cabila por unos instantes las carvernosas instancias de la planta baja y finalmente se dirige a Puke.

-Dime, ¿hay alguna otra salida que comunique esa cueva con el exterior? Parece que esta zona de aquí la tienes un poco olvidada. -dice mientras señala la parte más laberíntica del plano. -¿Por cuántos hombres suelen estar frecuentados estas posiciones?

- No he explorado esa zona en profundidad, siempre me causaba escalofríos bajar ahí abajo. Se dónde está la Sala de Juegos y la sala de reuniones sólo porque me he reunido con gente a veces ahí. - Se encoge de hombros. - Así que no se cuanta gente suele rondar por ahí abajo, cómo mínimo durante los espectáculos no es poca. Y en cuánto el tema de las salidas... No me parecería extraño que hubiera más que la que conozco, al final y al cabo creo recordar que Sweet Lust aprovechó una cavernas naturales de debajo de ciudad para hacer los túneles, bien podrían llegar hasta el exterior de la muralla. 

-Entiendo. Antes mencionaste que el lugar estaba infestado de trampas. ¿Qué tipo de trampas? Contéstame eso y serás libre de morir como te plazca.