Partida Rol por web

Puke mira con cierta desconfianza y temor a Silvano. Pero al cabo de unos segundos sigue hablando. 

- Trampas para animales, flechas que salen de la nada e incluso a veces minas que explotan cuando las pisas... Sweet Lust es la que se encarga de colocarlas personalmente. Y eso por no hablar de todas las "manualidades" que nos enseña a veces en la Sala de Juegos. - Mira hacía otro lado. - A veces, tan siquiera avisa a sus hombres de dónde ha colocado las trampas... Ha perdido varios de sus secuaces de esa forma... - Puke frunce el ceño, frustrado, vuelve a mirar a Silvano. - Se que esa mujer está mal de la cabeza. Pero creedme, es mucho mejor ser su aliado y enfrentarse a esa clase de peligrosos... Que ser su enemigo. 

-Comprendo. -dice Silvano mientras se cruza de brazos y asiente con la cabeza. Cierra los ojos y piensa en silencio. Al cabo de unos segundos, vuelve a abrirlos y comienza a hablar. -Bien, Puke. Eres libre. Ya tienes lo que querías. Pero antes de que vuelvas a suspirar con tranquilidad, debes saber que te vamos a estar vigilando durante las próximas doce horas. Solo para asegurarnos de que no se te ocurra prevenir a cierto nido de víboras sobre nuestros planes. ¿Entiendes? Un movimiento sospechoso y será suficiente para... -se pasa lentamente el dedo índice paralelamente a la garganta mientras mira a Crow de refilón. -Así que ahora, y tal como habías dicho antes, coge la llave que se te ofrece y ve allá donde quieras. Sin embargo, creo que tienes en tu poder una llave que no vas a necesitar más. Como muestra de tu buena fe, no estaría de más que nos la proporcionaras. -concluye Silvano con gesto amable mientras extiende la mano para recibir el objeto.

Puke parece relajarse un poco tras las palabras de Silvano, a pesar de que da un respingo cuando Silvano hace el símbolo de cortarle el cuello. 

- Podéis ahorraros la vigilancia, ni loco volveré a esta ciudad después de todo lo que os he contado. Sería cómo firmar mi sentencia de muerte o algo peor... - Se levanta, pero entonces mira confuso a Silvano, y con el ceño fruncido, cuando le comenta lo de la llave. - ¿Una llave? Si te refieres a una que te abra las puertas del escondrijo de Sweet Lust, no tengo ninguna. Al fin y al cabo, ese lugar siempre está abierto, aunque vigilado. 

-Entiendo. Así las ratas pueden entrar a su libre albedrío. -concluye para no alargar más lo inevitable. -En fin, hagamos de tripas corazón. Espero no volver a verte nunca más. Si la suerte te sonríe, este es el último adiós. Nos vamos. -Hace un gesto a Puke para que se vaya en un callejón opuesto al que van a salir Silvano y Crow, y al perder de vista al enano, se apresuran en hacer lo mismo para que no les pueda rastrear por si al infeliz se le ocurría jugársela. Al llegar al edificio del Jarad, Silvano explica lo descubierto a los miembros. Les enseña los dibujos de Puke y les señala las localizaciones de los hombres, previniendo a sus compañeros de las posibles trampas que les podrían aguardar en el interior. Les indica que preparen sus armas más silenciosas que tengan, ya que el sigilo será crucial en la primera parte del plan. También les indica que se lleven cizallas y ganzúas por si tienen que liberar a alguien de interés en las mazmorras. El objetivo estaba claro, salvar a Ariadna Ramphart, pero si por el camino podían liberar a Lancelot o a Arc, Silvano no les iba a negar la ayuda.

Después de divagar un rato cómo entrar en el edificio, Silvano centra la atención del grupo señalando la torre vigía, que sin duda sería el primer punto de la misión a considerar si querían infiltrarse en el interior del complejo sin provocar una alerta general. Necesitaban llamar la atención de los guardias si querían entrar con éxito.

El líder, que se había mantenido en silencio (Aunque parecía algo molesto con que Silvano hubiera tomado las riendas de la situación), se acerca por fin a la mesa dónde tenían extendidos los planos. 

- Podríamos provocar una distracción en una de las calles que llevan hasta delante del edificio mientras que al mismo tiempo los que vayan a entrar se acerquen por el callejón de detrás. Sería ideal se pudiéramos meternos por esa trampilla, pero para provocar que la abrieran tendríamos imagino que generar mucho escándalo y eso no es algo que nos interese. - El hombre levanta la mirada un momento, y hace un recorrido con la mirada a los presentes. - Algunos tendrán que esperar fuera y vigilar por si llegan refuerzos mientras que otros entran en el interior... ¿Voluntarios? 

Crow se adelanta, cómo siempre sonriente. Estaba algo disgustado desde que Silvano había dejado escapar a Puke con vida, pero la perspectiva de entrar ahí dentro parecía estar levantando sus ánimos. 

- Nada me gustaría más que provocar una masacre ahí abajo, pero puedo ser sigiloso también si así lo deseas. 

Aunque poco convencido, el hombre asiente, y vuelve a mirar al grupo. Uno de los enmascarados también se adelanta y asiente con determinación. Nadie más lo hace, por el momento. 

- Recordad, vamos a entrar bajo tierra. Necesito hombres que se desenvuelvan bien en espacios cerrados, sean letales con sus armas y no armen mucho escándalo al forzar cerraduras. También necesitaría un buen rastreador que esté acostumbrado a cambios de luz bruscos y que pueda detectar trampas con cierta facilidad. Y quién sabe... Quizás nos encontremos con animales salvajes, por lo que un buen perrero o cetrero tampoco estaría de más para contener a las bestias que salgan a nuestro encuentro.

Tras acabar su explicación, Silvano busca con su mirada el rostro del resto de voluntarios, esperando que alguno de ellos haga algún apunte respecto a las habilidades que requería Silvano para la misión. - No quisiera ser aguafiestas, pero quizás nos ataquen con gas, venenos o cualquier otra substancia que nos merme a nivel motriz. Cualquier prevención es poca frente al enemigo al que nos enfrentemos. - Añade serio con un deje que denotaba la peligrosidad de la incursión.

El hombre frunce el ceño. 

- Pides demasiado teniendo en cuenta los efectivos de los que disponemos... El gas no será un problema, nuestras máscaras no son sólo decoración, y siempre podemos usar pañuelos. - Medita unos segundos y al fin vuelve a hablar. - En cuánto a las trampas... Todos aquí hemos recibido un entrenamiento similar respecto a eso, no tenemos algo parecido a un "experto", pero nos tendremos que conformar. - De pronto parece que se le ocurre algo. - No tenemos nada parecido a un perrero o un cetrero, pero si que hay alguien que te puede ayudar con cerraduras. - Mira hacía la esquina de la sala, dónde hay una mujer leyendo. - Loth, deja ese dichoso libro y ven a colaborar. 

Loth era la mujer que Silvano había visto antes en la sede, la misma que por ordenes del jefe había ido a avisar al resto de los miembros del Jarad que patrullaban por la ciudad. El hecho de verla sentada en ese momento en la misma postura que la primera vez que entró lo pillo por sorpresa, pues no se acordaba de la presencia de aquella mujer en la sala. Se había pasado varios minutos mirando con aburrimiento mientras que Silvano hablaba y después se había retirado al fondo de la sala a leer. 

Ahora parecía molesta con que le llamaran la atención. Deja el libro sobre la mesa y se levanta pesadamente, algo más a la luz Silvano puede fijarse en su expresión. Era extraño, era cómo si aquella mujer siempre estuviera cansada o tuviera sueño. 

- ¿Estás de broma, no? - Dice molesta y escéptica, sin moverse del sitio. . 

- ¿Te parece que estoy bromeando? - Dice el hombre, amenazador.

Loth suspira cansada. 

- Está bien... Si no me dejas más remedio... Pero no prometo nada. - Se encoge de hombros, cómo si estuviera cansada, y se pone al lado del grupo que se iba a internar en la base (Silvano, Crow, Loth y un enmascarado).

Del lado del jefe ya sólo quedaban él mismo y dos de los enmascarados. 

- Te tendrá que conformar con eso. - Dice tajante, mirando ahora a Silvano. - ¿Quieres comentar algo más antes de dirigirte hacía allí? El tiempo apremia. 

Silvano observa a Loth con curiosidad mientras esta se incorporaba en la escena junto al resto de compañeros. A lo largo de sus años en el Jarad, había conocido personas con variedad de gustos y personalidades, algunas de ellas muy excéntricas para la seriedad y el compromiso que exigía la organización, aunque en muchas ocasiones, aquella ausencia de pragmatismo era sinónimo de que el asesino era diestro en su oficio y que podía permitirse el lujo de desarrollar una naturaleza socialmente reprochable. Finalmente Silvano vuelve a redirigir su atención hacia el resto del grupo y continúa hablando.

- Creo que todos sabéis mejor que yo con qué tipo de personas vamos a lidiar - Advierte mientras sigue tentando a Loth con la mirada- Pues a fin de cuentas esta es vuestra ciudad y no hay nadie mejor que vosotros para saber lo que se cuece en ella. Así que si ya está todo dicho, por mi podemos ponernos en marcha.

El jefe le cede su propia máscara a Silvano, sencilla, de color blanco y que tapaba toda la cara. Le dice que puede quedársela puesto a que él no iba a participar, a fin de cuentas a su edad era más útil dando órdenes que entrando de lleno en la acción. Por su parte, Loth va a buscar su máscara pesadamente a un cajón, tras lo que tiene incluso que limpiarle el polvo antes de ponérsela. Crow saca también su máscara, que presentaba grandes manchas de sangre, aunque parece que no le molesta ponérsela a pesar de ello. 

Cuándo todos se sienten listos se ponen rápidamente en marcha. Crow, Silvano, Loth y el NPC enmascarado esperarían escondidos hasta que vieran que la distracción de los otros dos hombres surtiera efecto. A partir de entonces tendrían que buscar el momento oportuno para entrar, solos ante cualquier tipo de sorpresa con la que se encontraran. 

Una vez que llegan, consideran un escondite adecuado un callejón perpendicular a la calle de detrás del cuartel. Y allí esperan en silencio, todos en tensión y alerta a la espera de cualquier sonido sospechoso excepto Loth. Ella simplemente espera sentada en el suelo con la espalda pegada en la pared. Teniendo la cara cubierta por su máscara, de no ser porque a veces se estiraba o cogía algún objeto del suelo distraída, Silvano hubiera jurado que estaba dormida dado a su nivel de relajación. Aunque sus constantes suspiros de cansancio dejaban claro que estaba con ellos.  

Silvano aguarda en el callejón junto al resto de sus compañeros, ansioso por percibir la señal de la distracción y empezar la infiltración. Estaba nervioso y no veía el momento de ponerse en marcha. Con el corazón en la garganta, decide romper el hielo moderando el tono de voz para aligerar la tensión. 

-Ehh, Crow, no me digas que no te lo pasaste bien viendo cómo el enano se arrastraba por el suelo. Solo por esto ha merecido la pena dejarlo vivir. -dice mientras se saca de uno de los bolsillos el mapa. -Recordad, entraremos por detrás y arrasaremos con todo aquel que haya en las cocinas. Después de eso, nos apresuraremos en entrar aquí -señala la sala de estar- ,y atacaremos al unísono para aprovechar al máximo el factor sorpresa. Podemos atacar desde estas dos puertas para jugar mejor con los flancos. Ahh, y no os olvidéis de revisar el baño. No quisiera que alguien se escapara por la letrina.

- Disculpa, Sil. - Dice Crow, divertido. - Pero te he dejado de escuchar en cuanto has dicho "Arrasaremos con todo aquel que haya en las cocinas". Creo que ese ya es suficiente plan para mí. 

Y tan pronto cómo Crow termina de decir sus palabras el grupo puede escuchar un pequeño escándalo (Sonido de cosas cayéndose al suelo y rompiéndose) en uno de los callejones paralelos al suyo (Aunque lejanos). El plan de los dos hombres que habían provocado el sonido era sencillo, no sólo querían desviar la atención de los guardias en la torre, si no que también pretendían distraer, o incluso matar si veían la ocasión, a los guardias que fueran en su búsqueda. 

Un perro comienza a ladrar en la lejanía, alterado. Loth se levanta lentamente y se estira. Todo el mundo se pone oído avizor esperando la respuesta de los secuaces de Sweet Lust. 

Su señal llega cuando desde la torre pueden escuchar claramente cómo alguien grita. 

- Oye, id a ver que narices ha pasado ahí. 

Dos matones, sin mucha prisa en su andar, salen del callejón por el que tenía intención entrar el grupo.

- Te juro que cómo sea otra vez ese puto mendigo, la patada que le voy a dar lo dejará sin costillas. - Gruñía uno de ellos, furioso. 

Ambos desaparecen calle abajo. Tras un silencioso asentimiento, el grupo se pone en marcha. Se meten por el callejón y avanzan pegados a la pared por tal de evitar al máximo posible el campo visual de los hombres en la torre. Cuando pasan por debajo de la ventana de la sala de estar, Silvano le echa un rápido vistazo al interior. Había un hombre una mujer sentados alrededor de una mesa dónde había cartas y monedas esparcidas. La mujer iba especialmente provocativa. Parece que estaba susurrándose algo entre ellos. El grupo avanza un poco más, y Silvano puede mirar a través de una pequeña ventana de reja que daba a la cocina, allí había también dos hombres, y uno de ellos parecía estar comentando algo furioso. 

- Te juro que he visto cómo el cabrón de Matt sacaba una carta de debajo de la mesa, no pienso seguir jugando con ese tramposo de mierda. - Le da un largo trago a un vaso que sostenía en la mano. - Y encima esta usando a esa puta para distraernos. 

- Recuerda las reglas, si le pillamos nos tendrá que dar todo lo que lleve encima. - Respondía el otro divertido. 

Tras observar el contenido de las habitaciones, Silvano acerca su mano al pomo de la puerta y dedica un último vistazo a sus compañeros mientras asiente con la cabeza y levanta dos dedos de su mano. Se prepara sus dos dagas y tras ver cómo sus compañeros rebuscaban entre los pliegues de sus ropajes armas con las que abatir a los enemigos, Silvano agarra el pomo de la puerta y lo sujeta con delicadeza mientras la abre con cuidado. Cuando se acostumbra al peso de la puerta y ya ve parte de sus objetivos, se prepara para lanzar una daga y acaba de abrir la puerta al completo para que el resto de sus compañeros tengan visión de tiro.

La daga surca el aire a través de la pequeña cocina, pero debido a lo apresurado del ataque de Silvano el mismo no calcula del todo bien la trayectoria y la daga impacta justo en el vaso que estaba aguantando el hombre. El vaso se rompe en varios pedazos y el hombre se aparta bruscamente, soltando una grito de sorpresa y posteriormente una maldición. Su compañero también lo hace, pero al hacerlo golpea sin querer la mesa que hay a sus espaldas. Encima de la misma había una botella que termina cayéndose al suelo, rompiéndose en cientos de pedazos y esparciendo su contenido. 

- ¿Estás de broma, no? - Podía escuchar Silvano que decía Loth, desde detrás del grupo, con su habitual tono cansado y escéptico. Pero nadie hace ademán de responder a esa pregunta retórica, al fin y al cabo la acción iba a empezar ya.

El primero en entrar en la sala es el enmascarado, que se escurre al lado de Silvano sin apenas rozarle. Saca una espada sencilla que escondía debajo de su ropa y se abalanza con ella hacía el desorientado hombre que aún intercalaba de sorpresa miradas entre su mano medio ensangrentada y los recién llegados. Antes de tener opción de gritar, la espada ya le había atravesado el cuello.   

El segundo en entrar en la sala es Crow, y el mismo no tiene ningún problema en apartar a Silvano bruscamente hacía un lado para ocupar todo el ancho de la puerta. Rápidamente saca una hoz con cada mano y comienza a avanzar hacía el otro hombre en la cocina, que ahora miraba horrorizado el resultado del enfrentamiento de su compañero. Encuentra un cuchillo sencillo tras palpar la mesa con una mano nerviosa y lo apunta hacía Crow (Cosa que provoca una ligera risa en el mismo, amortiguada por la máscara). En vez de avanzar, Crow espera, cómo si esperara a que el tembloroso hombre fuera el primero en atacar. 

Loth no parecía tener intención de entrar, al menos no de momento, sólo miraba la escena desde el exterior cómo si estuviera decepcionada. Silvano, aún en el marco de la puerta, puede escuchar una voz en la habitación de al lado. 

- ¿Que cojones ha sido ese ruido? - Decía la voz de un hombre. - ¡Cómo os hayáis cargado la botella vais a tener que ir buscar otra, manazas! 

Tal como estalla el vaso en mil pedazos, Silvano se encorva agachado para dejar pasar al resto de sus compañeros. Empieza a desenfundar su espada y avanza entre cubierto por la mesa por el bajo de la pared en dirección a la puerta más occidental del mapa de Puke. Con espada y daga en mano, aguarda junto a la puerta a que esta se abra mientras observa la posición de las bisagras para evitar que pueda recibir un golpe si es que esta se abría hacia fuera.

El hombre al que se estaba enfrentando Crow suelta una maldición, desesperado, y se abalanza hacía él con el cuchillo. Sin embargo, Crow ve venir el movimiento con bastante antelación y con la agilidad de un paso de baile, se echa hacía un lado cuando el cuchillo pasa a escasos centímetros de su cara. Tras eso, levanta una de sus hoces con rapidez y le atraviesa el cuello a su atacante.

- Esto te enseñara a no ser tan escandaloso. 

Tras retirar su arma, el hombre cae al suelo, desangrándose rápidamente mientras que se agarra el cuello. Parece que quiere gritar, pero de su boca solo sale un débil gemido. Al cabo de unos segundos deja de moverse, pero es entonces cuando se abre la puerta de la habitación contigua lentamente después de que se escuche un comentario amortiguado al otro lado. 

Sin embargo, Silvano ya estaba preparado. Se incorpora con rapidez, y siguiendo el ejemplo de Crow, le clava su daga en el cuello al individuo que estaba abriendo la puerta. Solo cuando la retira se da cuenta de que se trataba de la mujer, que ahora agonizaba en el suelo totalmente fuera de sí. Por las pintas que llevaba debía ser una prostituta... Pero si era una de las de Sweet Lust...

Una idea pasa fugazmente por su mente... "Podría haber sido Ariadna". 

La culpa se comenzó a apoderar de Silvano durante unos segundos, pero la misma se convierte en furia al ver el hombre levantando en la sala contigua. El hombre mira durante unos segundos cómo la prostituta se debate débilmente en el suelo antes de salir hacía la puerta que llevabas al recibidor. 

Con el puñal bañado en sangre de la prostituta, Silvano hace un gesto en dirección a la otra puerta a sus compañeros para que embosquen al hombre, mientras él se apresura en entrar a la habitación donde anteriormente habían estado jugando a las cartas, en busca del matón que estaba intentando huir. Sin perderlo de vista, en cuanto tiene oportunidad, Silvano arroja su daga contra el hombre para evitar que este pudiera seguir alertando al resto de trúhanes. 

Silvano intercepta al fugitivo en el recibidor, a punto de bajar por las escaleras que llevaban al sótano. Pero antes de que pudiera hacerlo, la Daga de Silvano surca el aire y se clava en la pantorrilla del hombre. Este suelta un alarido de dolor, tras lo cuál se cae al suelo, mientras que suelta maldiciones. Si seguía gritando, iba a alertar a los guardias igualmente, así que Silvano no tiene ningún otro remedio que arrodillarse junto a él y acabar con su vida. 

Paralelamente a esto, Silvano puede escuchar cómo la puerta del cuarto de baño se abre y otro hombre suelta un grito de sorpresa al ver aparecer a Crow y el enmascarado por la puerta de la cocina. Con tranquilidad, Crow atraviesa el pasillo antes de que al hombre le de tiempo de salir hacía el recibidor y le corta el cuello con una de sus guadañas, salpicando su ropa de sangre. 

- ¿Dónde está la amenaza de la que tanto nos advertía ese enano? - Dice Crow con tono de decepción mientras que el hombre cae al suelo. Suspira. - Esto está resultando de todo menos emocionante. 

Crow y el enmascarado entran en el recibidor y al cabo de unos segundos lo hace también Loth, que miraba a los cadáveres al pasar (Aunque no estaba muy claro el motivo debido a la máscara). 

- No es que tenga especial interés en vuestro modo de trabajar. - Dice con tono cansado, y algo sarcástica. - Pero... ¿No creéis que sería interesante dejar al menos a uno con vida para interrogarlo?

-Con la que estamos liando pronto vamos a tener serios problemas. -dice en voz baja mientras arrastra el cadáver del hombre para alejarlo de las escaleras. Finalmente lo acomoda en el rincón más próximo de la sala y examina entre sus ropas algún artefacto/documento que resulte sospechoso. -Deberíamos atrancar la puerta hacia la almena o encargarnos de los hombres que aguardan allí. No quiero que nos embosquen a dos bandas. -añade mientras se reincopora prestando atención a la puerta de la torre.

Lo más interesante que encuentra Silvano en el cadáver del hombre es una pequeña bolsita con escasas monedas y un par de cartas escondidas en el interior de su manga.

El enmascarado medita durante unos segundos antes de responder a la propuesta de Silvano.  

- Si comenzamos desde arriba podríamos ser emboscados desde abajo, y si comenzamos desde abajo podría pasar lo contrario. No tenemos tiempo para hacer un repaso de todo el lugar... Y sinceramente, si nos vemos atrapados por una emboscada, yo prefiero usar la trampilla que hay en el sótano que arriesgarme a tener que saltar desde una ventana. - Medita durante unos segundos más antes de concluir. - Lo máximo a lo que podemos optar es atrancar la puerta del sótano desde dentro... Y tener la esperanza de que la mayoría de hombres estén aún dormidos en los dormitorios de la torre. 

Sloth se encoge de hombros, lo que parecía un signo de su conformidad. Crow ni siquiera parecía estar prestando atención, sólo limpiaba la sangre de sus armas en la ropa de uno de los cadáveres. 

-Sí, realmente es lo mejor que podemos hacer. -dice mientras examina por encima el contenido de las cartas. Observa al resto de sus compañeros, asegurándose con la mirada que realmente estaban dispuestos a seguir con la misión. Se guarda las cartas en uno de los pliegues de la ropa y se asegura de que sus dagas siguen con él. Acto seguido se descuelga el arco de la espalda y coge tres flechas (normales) de su carcaj con el puño. -Vamos. -dice acompañando sus palabras con un ligero movimiento de su mano en dirección en dirección a la puerta.