Partida Rol por web

No sería la primera vez ni sería la última que Erik se preguntara si había tomado la decisión acertada. Si bien los resultados habían sido los esperados, el camino para conseguirlos habían resultado más catastróficos de lo planeado. Catastróficos debido principalmente a su estado físico actual. Había pasado ya una semana, y se podría decir que la recuperación había sido todo un infierno para Erik, ¿Pero era correcto llamarlo recuperación? La herida que le había infligido Gholas lo iba a dejar marcado lo que le quedaba de vida, no sólo físicamente, ya que también se había ganado a un nuevo enemigo ese día, y encima a uno especialmente poderoso. 

Pero por el momento, todo estaba tranquilo, demasiado tranquilo quizás. La noticia de lo ocurrido en los caminos iba a llegar a la capital, era algo inevitable, siempre había supervivientes que se iban de la lengua. Y cuando eso ocurriera, la guerra que tanto había avecinado Erik comenzaría... Aunque no todo eran malas noticias, ya que corrían otro tipo de rumores por los alrededores. Rumores de cómo los Golems parecían haber tomado un rumbo fijo, hacía el este, directos hacía las tierras de Kihn. Zaziel estaba haciendo bien su trabajo por lo visto, y del mismo dependía en gran medida que la guerra que se avecinaba se decatara a favor de Erik. Tenía que usar el tiempo que ganara gracias a eso de forma eficiente si quería aumentar al máximo sus posibilidades. 

En esos momentos, Erik y sus hombres se habían asentado, casi por la fuerza, en una aldea llamada Semil, situada en un pequeño valle de las tierras de los Hollster, a sólo un día de Gortress. Era una aldea sencilla, con pocos habitantes y muchos menos turistas. Estaba lejos de caminos o de ciudades importantes, por lo que Erik y sus hombres no habían llamado la atención de ningún Lord local, por el momento. Erik se alojaba en la casa de un curandero, que por lo visto era también la máxima autoridad de aquella aldea, alguien en el que sin duda jamás hubiera confiado si no se hubiera tratado de una emergencia tan grave cómo su caso. Por suerte, dicho curandero había hecho un trabajo medianamente decente y al ver el escudo de los Escorpión no se había empeñado en hacer demasiadas preguntas, al igual que había aconsejado a sus aldeanos tratar a sus invitados con la cordialidad que se merecían. Sin embargo, apenas había espacio o recursos para resguardar a todos los hombres que había traído consigo Erik en aquella aldea, y por si fuera poco esa misma mañana había recibido la noticia por carta de que los hombres de sus tierras estaban casi listos para partir. La búsqueda de un mejor asentamiento era sin duda una nueva e importante prioridad.  

No puedo permitir que mi estado entorpezca mi misión. No es algo que entre dentro de mis planes, y retrasarlos podría significar la diferencia entre el éxito o el fracaso.

El mismo día que llegamos a la aldea, mientras el curandero me sana, le digo, en una voz débil, la única que puedo articular:

- Debes... enviar a tu segundo al mando... a Gortress. Que le comuniquen a Lord Hollster... que Erik Escorpión se encuentra aquí, y que debe reunirse conmigo lo antes posible. Es vital ser rápido, no hay mucho tiempo.

Quizá hubiera más tiempo, pero contra más prisa se dieran, mejor. El plan tenía que continuar.

Antes de que se marchara, pongo en manos del curandero una bolsita con unas cuantas monedas de oro, más de las que ganaría en todo el año probablemente. Esa miseria para mi, fortuna para él, sería mi escudo, o eso esperaba. No perdía nada.

Al mando de mis hombres está el general que iba a liderarlos desde un principio. Jonathan Crews, un hombre musculoso, serio y curtido en innumerables batallas. Ha combatido junto a mi hace años, cuando aún tenía vista. No es un hombre que cuente con muchos amigos, pero no por ser insoportable, ser asqueroso o ser despiadado, si no que es demasiado serio y profesional como para ello. Mientras tomo reposo, él se encarga de dar órdenes a mis hombres, que han acampado por la aldea todos los que han podido, y fuera los que no cabían. Por suerte para los pueblerinos traemos nuestras provisiones, y por tanto consumiremos pocos de sus recursos.

Puesto que después de la carnicería sucedida hace unos días no pude hacer gran cosa debido a mi estado, los cadáveres quedaron en el camino. Pedí personalmente que al menos se fuera y se diera un entierro digno al menos a Gholas. Había perdido a un amigo, y prácticamente lo había matado yo, pero todo era por un bien mayor. Echaría mucho de menos a Gholas.

Cuando se marcha el curandero, el mismo día que hemos llegado, hago llamar a Anthon.

- Anthon, necesito de tus servicios de nuevo. Necesito que marches con dos de tus hombres y des caza a aquellos soldados que consiguieron huir. Id en caballo. Si os falta alguno, lo compraremos a las gentes de este pueblo, pero debéis marchar de inmediato. Dadles caza, matadlos y esconded los cuerpos. Nadie debe saber lo sucedido. Y si no dierais con ellos, cabalgad aprisa hasta la capital y contacta a mi hijo. Dile que ponga en marcha el plan en cuanto sea propicio. Si todo va según lo esperado, saldrás más rico de lo que esperas de la guerra que se avecina.

"Si sobrevives."

Con las órdenes pertinentes dadas, lo único que le restó a Erik fue reposar y esperar las ansiadas notícias.

Jonathan Crews era una de las pocas personas que le visitaban, a excepción del curandero, para darle un informe diario de la situación. Le había informado de que había formado un perímetro de vigilancia alrededor de la aldea y que estaba usando la plaza del pueblo cómo terreno para el entrenamiento de los soldados que allí había. Además, había impedido a los aldeanos que abandonaran el pueblo, para evitar cualquier riesgo de filtración de información. Casi era cómo si tuvieran la aldea en cuarentena, pero no era cómo si nadie se quisiera oponer a las órdenes de alguien que hablaba en nombre de la Casa Escorpión. 

La mañana de ese día, Erik también estaba esperando tranquilamente su informe mientras que se tomaba el "té" que le había preparado el curandero... Lo que para él resultaba simple agua sucia, acostumbrado a los lujos en los que solía vivir. Tan pronto cómo Jonathan entro por la puerta, Erik pudo escuchar complacido como el general se arrodillaba ante él. 

- Hoy traigo buenas noticias, mi señor. - Dijo Jonathan con su habitual tono formal, aunque parecía más entusiasmado que de costumbre. - Ha llegado a la aldea un mensajero de Lord Hollster montado en un carruaje dispuesto para usted. Está preparado para partir en cuanto usted este listo... ¿Quiere que prepare una patrulla para acompañarlo? - En en el tono el que Jonathan había formulado la última pregunta se podía entender un segundo significado "¿Cree que será seguro?". 

Erik asiente con poca fuerza. Iría de inmediato.

No era necesaria mucha compañía. Diez de los mejores hombres de Jonathan acompañarían a Erik y al carruaje, más por si hubieran bandidos que por otra cosa. Diez soldados de élite, bien armados y con sus armaduras serían suficiente para vencer hasta a unos 30 bandidos de poca monta.

De David Hollster no se preocupaba. Aunque tuviera alguna intención de acabar con Erik, seguro que antes querría escuchar la razón por la que estaba tan cerca de Gortress, y en ese estado.

Jonathan se marcha a preparar a los hombres que acompañaran a Erik mientras que el mismo se asea y prepara el mínimo e indispensable equipaje. Por mucho de que los soldados se turnaran para ayudarle en sus tareas cotidianas, la falta de Zaziel comenzaba a resultar algo terriblemente incómodo e insatisfactorio para Erik. Era el único individuo con el que tenía la confianza suficiente para esté tipo de tareas, y sin duda era el que de forma más eficiente las realizaba. 

Una vez listos, Erik y sus soldados llegan al carruaje que le espera a las puertas de la aldea. El carruaje estaba protegido por cuatro hombres de la Casa Hollster, y en la puerta del mismo le esperaba el mensajero, uno de los sirvientes de mayor categoría de la fortaleza Hollster, el hijo de algún noble menor de las tierras de los Hollster. 

- Buenos días, Lord Erik. Mi nombre es Eugene Ruth. - Dice el sirviente con educación. - Estoy seguro de que a Lord Hollster le alegrará recibirlo lo más pronto posible, así que partamos cuanto antes. 

Y dicho esto, el mensajero sube al carruaje y Erik lo sigue después junto a uno de los soldados de Jonathan. Era una de sus mejores soldados, con la peculiaridad de que iba vestido de sirviente, idea que había propuesto Jonathan para maximizar la seguridad de Erik. 

El carruaje se pone en marcha pronto, seguido por los soldados a caballo, pero avanza a ritmo lento mientras baja por la colina de la montaña dónde estaba situada Semil. La situación es tan silenciosa que incluso se vuelve algo incómoda, pero de pronto a Eugene le da por hablar. 

- No soy quién para indagar en el tema, mi señor. - Dice con cautela. - Pero en la fortaleza estábamos muy preocupados por su estado debido y a la urgencia de su mensaje... ¿Puedo saber que es lo que ocurrió?

- Tiene razón Eugene, no es quién para indagar. Cuando llegue a Gortress le explicaré todo personalmente a Lord David.

Y no digo nada más al respecto. Es obvio que está molesto, pero no es tan estúpido como para volver a preguntar.

Sin duda Eugene se había molestado por la negativa tan tajante de Erik, ya que tras una breve disculpa se mantuvo en silencio durante gran parte del viaje. Las veces que volvió a hablar fue simplemente para indicar que tan cerca estaban de Gortress, y por lo tanto lo que iban a tardar más o menos, o el hecho de que iban a hacer una pequeña parada para que los caballos descasaran.

A pesar de la lejanía, el carruaje consigue llegar a las afueras de Gortress cuando cae la noche. El ambiente fuera de la fortaleza era tranquilo y silencioso, pero aquel tipo de silencio era lo que solía poner nervioso a Erik. Los guardias de la entrada de la fortaleza les ceden el paso sin tan siquiera detener al carruaje, y el mismo avanza hasta la misma puerta del castillo. Allí, los recibe David en persona.

Mientras que el soldado ayuda a bajar a Erik, David se acerca. 

- Bienvenido de nuevo, Lord Erik. - Dice respetuoso, aunque se le notaba un tanto nervioso y apresurado. - Presiento que tiene cosas importantes de las que hablarme, pero este no es el lugar idóneo y menos en su estado, si me acompaña he preparada una pequeña cena privada para ambos. 

Y tan pronto cómo recibe una respuesta, David se encamina hacía el interior del castillo con Erik tras él. El soldado vestido de sirviente, acompaña a Erik todo el trayecto. Cuando llegan a la pequeña habitación en la planta baja, no parece que David ponga ninguna pega en que el soldado entre junto a Erik. Pero una vez en el interior, David pregunta extrañado e incluso algo preocupado. 

- ¿No lo acompaña Zaziel, Lord Erik? Se me hace extraño no verlo junto a usted. 

Intento acomodarme todo lo que puedo, aunque no lo consigo del todo. Esa herida me escuece me ponga en la postura que me ponga.

- Esta vez no me acompaña. Tiene un cometido mucho más importante.

Aunque en parte me hace pensar la imagen que tiene la gente de mi con Zaziel. Nos ven como uno solo. No hay Zaziel sin Erik, y no hay Erik sin Zaziel. En gran parte era cierto, aunque me molestaba.

- Hay mucho que hablar, David. He estado reservando mis fuerzas para esta charla, y en cuanto terminemos dormiré lo que no he dormido en semanas.

Y depende como salga esto, quizá duerma para siempre.

- Sé que quieres saber por qué estoy en este estado, pero esa explicación no tendrá sentido si no explico todo desde el principio. Voy a ser directo, David. Oficialmente, he venido a Gortress a detenerte y presentarte ante la justicia de Helltia por ser el líder de Escudo de la Justicia.

Dejo un instante de tiempo entre frase y frase, suficiente para ver su reacción.

- "Oficialmente". En realidad, lo que me trae aquí es muy diferente. De hecho, es todo lo contrario. En los tiempos que corren nos beneficia trabajar juntos. ¿Qué me dices? ¿Escucharás lo que este viejo tiene para ofrecerte?

Cuando Lord Hollster habla por fin, parece totalmente estupefacto ante lo que está escuchando. 

- ¿Líder de ... ? - Comienza a decir, no pudiendose creer lo que estaba escuchando. - ¿En que se basa dicha acusación? - Dice algo más indignado. - Sabe tan bien cómo yo que cometí errores en el pasado, pero estoy intentando remediarlos lo mejor que puedo. Explíquese, Lord Erik. - Su tono era casi una excigencia, pero también se captaba un deje de temor. 

Hago un gesto como quitándole importancia.

- Lord David, bajo qué premisa se te acuse es ahora irrelevante. La corona te quiere fuera de juego para apaciguar al pueblo. Si les dicen que han atrapado al líder de los bandidos, ellos se lo creerán y serán felices de veros entre rejas. Eso es lo que importa ahora.

Me detengo un momento, pues casi no había hecho pausas al decir la última frase.

- Pero no voy a permitirlo.

Tos. Una tos muy mala.

- No voy a permitir más sandeces de ese rey. David, estoy convencido de que no querrás ir a presentarte ante la justicia, a presentarte a una muerte segura. No les importarán tus pruebas, tus quejas ni tus razones. O si lo deseas, puedes ir a Helltia y entregarte como líder de los bandidos.

David tarda un tiempo alarmante en contestar, pero Erik podía sentir su respiración en la sala, cada vez más agitada. 

- ¿Cómo...? - Comienza a decir, con la voz entre-cortada. - ¿Cómo ha podido suceder algo así? ¿No he sufrido ya suficiente las consecuencias? - En su tono se notaba un gran pesar. - He intentado arreglar lo que hice... De verdad que lo he hecho. Supongo que este es mi justo castigo...

Si David tenía intención de decirle algo a Erik, no lo parecía. Más bien parecía que hablaba consigo mismo. Y de pronto, Erik puede sentir un nuevo sonido, totalmente fuera de lugar en aquel ambiente. Estaba David... ¿Llorando? 

Al escuchar eso, decido levantarme. Voy con cuidado, palpando la mesa, hasta David, y al llegar a él, lo abrazo. El brazo duele a horrores, pero podré soportarlo.

Mi abrazo era sincero. Yo apreciaba mucho a su padre, tanto como a Gholas, y hasta cierto punto David es como un hijo para mi. Y además, estaba muy cerca de que David colaborara en la construcción de una nueva Helltia.

- Shhh. Todos cometemos algún que otro error de jóvenes, pero lo que importa es cómo nos arrepentimos y cómo procuramos arreglar el mal hecho y no causar más mal. Al menos a mi... Esos imbéciles de la capital solo mirarán la parte de tu historia que más les convenga.

Termino el abrazo.

- Tu padre estaría orgulloso de ti. Solo un hombre adulto y maduro es capaz de reconocer sus errores y luchar por paliarlos.

El abrazo de Erik parece calmar un poco a David, y tras sus últimas palabras, reacciona rápidamente. 

- En eso se equivoca, Lord Erik. - Dice con un tono serio cargado de pesar. - Mi padre jamás estaría orgulloso de mí... Le fallé cómo hijo... Pasé largos años de mi vida odiándole porque no comprendía sus motivaciones para dar caza a los bandidos. - Pequeña pausa. - Y para cuando lo comprendí, ya era demasiado tarde... Yo no me maté a mi padre, Lord Erik, pero sin duda murió por mi culpa. Quise remediar mi error cumpliendo su cometido lo mejor que pude... Pero parece que en eso también he fallado. 

- Si finalmente has comprendido la motivación de tu padre al cazar a los bandidos, los esfuerzos de tu padre no habrán sido en vano. No es demasiado tarde, David. Aún no. Aún es posible remediar todo aquello que está en el pasado. Yo mismo, Erik Escorpión, juro aquí ante ti y ante los dioses, por mi honorable apellido, que tus pecados serán perdonados.

Entonces sujeto con fuerza a David por los hombros, para poner énfasis en mis palabras, mirando hacia él, sin verle, pero proyectando mi voz en su dirección.

- David, no has fallado. Ni siquiera has empezado. ¿Vas a honrar el nombre de tu padre?

- ¿Pero que se supone que voy a hacer? - Dice David, desesperado. - La capital me trata cómo a un criminal... Mis supuestos vasallos no respetaban de por sí mi liderazgo, pero en cuanto lleguen a sus oídos estás acusaciones se alzarán en armas contra mí. - Su respiración era agitada y nerviosa, pero de pronto da un gran suspiro para intentar calmarse. - Y por si fuera poco, el Escudo de la Justicia no deja de ganar influencia... Si pudiera saber dónde se esconden... Si encontrara a Zack y lo llevara ante la justicia... Podría demostrar mi inocencia. Podría tener alguna posibilidad. Pero me he pasado meses detrás de pistas que no me han llevado a ninguna parte... Tan siquiera se ya en quien confiar. 

Pienso unos segundos y asimilo las palabras de David antes de hablar. Sí, lo mejor será...

- Tranquilo David. He sido... demasiado brusco.

Lo mejor será no explicarle todo ahora. Está a punto de estallar, y es lo único que me faltaba.

- Lo siento, pero no creo que hubiera forma suave de explicártelo. Si te parece bien, te explicaré mi historia mañana.

Me detengo unos segundos, pensando si mi petición iba a ser demasiado egoísta.

- Por ahora... puedes explicarme la tuya.

Parece que sabía más de lo que decía acerca de Escudo de la Justicia. Me daba esa sensación. Valdría la pena escucharle, y además haría tiempo y me ganaría su confianza. Solo quedaba esperar que él tuviera ganas de hablar.

- ¿Mi historia? - Dice David, aún algo aturdido. - No se si a estás alturas tendrá demasiada credibilidad. El día que murió mi padre me prometí a mi mismo que no volvería a mentir, pero tuve que volver a hacerlo para protegerme de este tipo de acusaciones. - Suspira. - Y a pesar de ello, a esto es a lo que llevan las mentiras, nunca facilitan las cosas, siempre las empeoran... - Pequeña pausa. - Solo espero que usted pueda creerme ahora.

Respira durante unos segundos. 

- Supongo que todo comenzó cuando comencé a salir a cazar sólo a los bosques... Era apenas un crío, pero mi padre ya me había enseñado a sujetar un arco y... Tenía mis maneras de salir de la fortaleza sin ser visto. Quizás fue mi mejor época, recordándola me pregunto cómo llegué a odiar tanto a mi padre. Pero en realidad lo se... Todo es por culpa de Zack Giner. - De pronto sus palabras estaban cargadas de odio. - Lo encontré en medio del bosque, huérfano y perdido. Le traje comida, ropa y mantas a escondidas... ¿Y cómo me lo agradeció? Manipulandome. - Pequeña pausa. - Pero en aquella época yo no pude verlo... Era hijo de unos bandidos a los que mi propio padre había ajusticiado. Y tenía cientos de historias... Horribles historias que un niño cómo yo no dudó en creer. De cómo los lores habían perseguido a los bandidos durante décadas... De cómo los bandidos eran sólo gente inocente que sólo quería ayudar al pueblo. Y le creí... Lo peor es que le creí. - Parecía totalmente atormentado por ello. - Un día le prometí que sería el lord que acabaría con todo aquello, que haría de el mundo un lugar libre para todo tipo de personas. Un lugar justo... Y entonces se nos ocurrió el nombre. Un nombre que ahora me persigue hasta en mis propias pesadillas... Yo sería el Escudo de la Justicia. 

No parecía que la historia hubiera terminado, parecía que David estuviera esperando algún comentario de Erik. 

- ¿Que tú serías "El Escudo de la Justicia"? ¿Es por esto por lo que se llaman así los bandidos?

A partir de esto, cualquier intento de parecer inocente no sería muy creíble... no me extrañaba que tuviera tanto complejo.

- Supongo que sí... Aunque en aquel momento era sólo un juego de niños... - Sigue relatando con pesar. - Cuando no podíamos vernos, él me dejaba cartas en clave en lugares acordados, incluso le enseñé a leer y escribir para ello. Él firmaba con su nombre pero yo firmaba con Escudo de la Justicia... No iba más allá de un pseudómino. Pero antes de que me diera cuenta Zack comenzó a convertir ese nombre en algo más. - David se mantiene en silencio durante unos segundos, antes de continuar. - Comenzó a juntarse con bandidos, y yo también quería hacerlo, quería escapar de mi vida, de los brazos de mi padre... Pero Zack tenía otros planes para mí... Yo sería el espía que tendrían en el interior de la fortaleza... Les informaba de las patrullas, de los ataques planificados... Todo. Les contaba todo lo que podía descubrir, Lord Erik... Por mi culpa... Por mi culpa esos bandidos pudieron hacer lo que les vino en cara sin ser capturados... - Suelta una risa seca. - No se de que me sorprendo ahora, recordando esos tiempos está claro que debería haber sido juzgado hace años.