Partida Rol por web

- Ya sabe. - Aunque Erik no lo vea, puede imaginar que Anthon tiene una sonrisa de satisfacción. - Algunos se resisten más que otros. Pero todos aceptan la autoridad de Lord Erik... Tarde o temprano. - Parecía que Anthon iba a reírse en ese momento, pero se contiene. 

- Solo son desagradecidos. Somos los impulsores de sus negocios.

Erik se sienta en su escritorio, y con un gesto Zaziel le trae papel y una pluma.

Pese a no ver lo que escribe, Erik aún conserva suficiente habilidad como para tener una caligrafía legible. Era más fácil que lo hiciera Zaziel, al que había enseñado a leer y escribir con este propósito (no sin dificultades), pero a Erik aún le gustaba sentir la pluma en las manos.

- Todo en orden. - Erik escribe en el papel la fecha, que no ha habido ningún incidente y cuatro datos más sin importancia, pero que luego Erik archivaría cuidadosamente - Bien, Anthon, traéme el dinero esta tarde sin falta. Esta noche os podréis poner las botas.

Era tradición que Erik diera parte del dinero recogido a aquellos que lo recogían para que se pusieran ciegos tras la colecta. Parecía que les gustaba, no era un gran gasto y los mantenía contentos. Zaziel coge el papel que ha escrito Erik y lo archiva junto a muchos otros en una caja de al lado del escritorio.

- Será a su salud, mi señor. - Dice Anthon, que aún debía de estar sonriendo. No era la primera vez que Erik se preguntaba que escondía realmente su sonrisa, pero mientras hiciera el trabajo que se le pedía, podía sonreír lo que quisiera. 

Anthon abandona la sala sin más dilación.

Erik puede sentir aún la respiración nerviosa de Lucas, que está cerca de la puerta. Puede notar además que Zaziel esta haciendo algún movimiento, debido a que se escucha el roce de su ropa. Al rato, Lucas interrumpe el silencio. 

- ¿D-desea algo más, Lord Erik? 

- Sí. Ahora que lo dices, sí. Quiero un baño, que ya apesto. Zaz, prepáramelo, ¿quieres? Lucas, tu vigilarás que nadie entre, como de costumbre.

Erik se levanta de la silla y se dirige a la puerta mientras Zaziel va a prepararle todo. Esta vez es Lucas quien le ayuda a moverse hasta la sala de baño.

Lucas obedece sin rechistar, pero es evidente que está más tenso que de costumbre. No es como si fuera la primera vez que hacía eso, parecía diferente del estado en el que estaba tras el desayuno. 

- Lucas, ¿qué te pasa? Se nota a la legua que estás más callado que de costumbre. Un poco más y podría hasta ver el silencio.

Cuando Zaziel escucha las palabras de Erik, parece que deja de hacer ruído. 

Lucas, sigue caminando, pero ahora está aún más nervioso. 

- N-nada mi señor, s-será solo el sueño, mi señor. - Definitivamente algo raro pasaba, no solo por los nervios, si no porque Lucas solía llamar a Erik como "Lord Erik" y no "mi señor".  

Erik juraría haber sentido un suspiro muy leve por parte de Zaziel, el cuál siguió trabajando automaticamente como si no hubiera pasado nada.  

Con su mano firme, Erik detiene a Lucas para que deje de caminar.

- Chico, no haces más que delatarte. Zaziel, tú también sabes que pasa algo. ¿Quién será el primero en contármelo?

Lucas esta temblando, parece que tarde o temprano podría ponerse a llorar. 

No era la primera vez que a Lucas le pasaba algo, no... En la corte había tenido otros problemas. Al fin y al cabo era como una niño que quería ser caballero encerrado en el cuerpo de una niña. Típicas burlas, pero parecía que Lucas las superaba con entereza, con fuerza de voluntad. Ya estaba acostumbrado a ellas. 

Pero hoy era distinto, y eso era algo evidente. 

Lucas se mantiene en silencio, así que al final Zaziel es el que decide intervenir. 

- Lo siento Lucas, tengo que decírselo... - Zaziel se acerca hacía Erik. - Lucas tiene un moratón que no tenía esta mañana a la hora del desayuno, parece grave y creo que necesita asistencia urgente. No parecía querer contárselo y yo he intentado convencerlo, pero no me veía con el derecho de obligarle a hacerlo. Suponía que tarde o temprano se lo contaría, mi señor. 

Tal como Erik agarra a Lucas, de un empujoncito curvo le hace dar la vuelta. Erik se gira también, y comienzan a caminar hacia dirección contraria.

- Debiste decírmelo. ¿Cómo ha sido?

La intuición de Erik le decía que la pregunta no era cómo, si no quién, pero esperó a la respuesta.

Erik puede sentir como Lucas respira, intentando calmarse. Pero cuando habla, su tono vuelve a sonar frágil y vibrante, como si estuviera a punto de romper a llorar. 

- S-supongo que no debí, d-debí... No debí despertar de forma tan... t-tan... tan... súbita... A Anthon. Yo... Supongo que es normal que se enfadara, ¿No...? - Por el volumen de su voz, parece que se ha girado hacía Erik. - Pero no me duele tanto, ya se me pasará, solo... Solo procuraré no molestarlo la próxima vez. 

- Zaz, hazme el favor de llevarlo a ver al sacerdote. No menciones a Anthon. Te espero en mis aposentos.

Tras dar esas órdenes, me dirijo yo solo a mi habitación. Esa tarde tendría una charla con Anthon.

Zaziel se despide, con Lucas a la zaga que no se atreve a pronunciar ninguna palabra más. Erik puede escuchar como sus pasos se alejan. 

Esta completamente a solas en la habitación. A lo lejos, si se concentra puede escuchar los sonidos del bosque que rodean el palacio e incluso el correr del agua de la fosa. Si se concentra mucho más, juraría que puede escuchar alguna voz en los pasillos del enorme palacio. Pero solo puede escuchar, debido a que está solo, donde la oscuridad es lo único que lo rodea. Y los enemigos están siempre al acecho. 

Zaziel tarda bastante rato en volver. 

- He dejado al chico reposando, el sacerdote le ha dado un ungüento y no debería tardar en bajarle la hinchazón. - Zaziel se sienta, cansado. - Lógicamente el sacerdote ha preguntado que ha pasado, pero Lucas ha sido más rápido que yo. Le ha explicado que se lo ha hecho durante un entrenamiento. Pobre chico... 

- ¿Sabes algo más a parte de lo dicho? ¿Hay algo que no me ha contado?

- No ha dicho mucho más, por el camino ha intentado calmarse y delante del sacerdote ya no era tiempo para preguntar. Aunque todo parece indicar que Anthon se ha excedido esta vez. 

Anthon ya había causado problemas antes, sobretodo a la hora de cobrar impuestos, aunque está agresividad y su imponente figura solían convencer a la gente para que no descuidara sus pagos. También había tenido problemas con otros soldados, donde antiguamente ya se había ganado un bando de aquellos que le seguían el juego y los que se oponían a él, que solían salir muy perjudicados. Pero nunca se había atrevido a tocar a un noble, quizás la Casa Ballister no fuera tan importante como la Escorpión, pero si que eran sus vasallos.

Por otro lado, Zaziel podía llegar a dramatizar mucho la situación... Nunca le había caído bien Anthon y su forma de trabajar. Nunca se lo había dicho de forma directa a Erik, pero era evidente por los comentarios que hacía sobre él (Y a saber que miradas le echaba y que Erik no podía conocer).  

- Esta tarde tendré una charla con él. Procuraré que no vuelva a tocar a Lucas.

Me siento con cuidado en la silla y me froto la cara con la mano.

- De todos los escuderos, me tenía que tocar "La Escudera". Parece más bien que yo esté a su servicio. Prepárame ese baño. Ahora lo necesito para relajarme.

No sería la primera vez, ni tampoco la última, que Erik se preguntase si le habían mandado a Lucas solo para quitárselo de encima. Incluso una parte más desconfiada de su mente podría pensar que hay algo más, que buscaban darle a Lucas como un "regalo" pensando en sus preferencias. En todo caso, Erik no tenía mala relación con el padre de Lucas, pero Lucas con su padre solía tener una relación muy fría las veces que venía a visitarlo, mientras que recibía todo el amor y comprensión de su madre. 

Zaziel no hizo ningún otro comentario al respecto y volvió a sus quehaceres para preparar el baño. En un cuarto de hora todo esta listo, y Zaziel acompaño a Erik a la bañera. Conociendo como conocía las costumbres de su señor y sus debilidades, el baño transcurrió sin incidencia. 

Al terminar, Erik se encontraba de nuevo en su habitación, recién cambiado. Aún quedaban un par de horas para la comida. 

Hasta la hora de la comida, mantengo a Zaziel recitándome diferentes informes de impuestos desde que los cobra Anthon. Aún pensativo de qué debo hacer con ese hombre, primero quiero ver qué beneficios me reporta.

Los informes muestran mayormente datos numéricos, mientras que algunos negocios están marcados por rangos de morosidad y cosas por el estilo. Según estos informes, desde que Anthon se encarga de todo los beneficios han ido en aumento, y los morosos se han reducido, aunque no hace falta especificar como. 

La hora de la comida llega casi por sorpresa, así que Erik y Zaziel se encaminan hacía allí cuando se dan cuenta. El comedor es muy diferente a la sala donde se realizan los desayunos. Es un lugar amplio, donde a demás de comidas se pueden celebrar pequeñas fiestas con pocos invitados. Aquí el ambiente parece más concurrido que durante el desayuno, por lo que nadie se molesta en saludar cuando otro comensal entra en la sala.

Zaziel acompaña a Erik a uno de los asientos.

En el comedor hay un revoltijo de voces. Madres, hijos, hermanos... Si alguien conseguía un puesto importante en el palacio, no era raro que trajera consigo a toda la familia. Erik apenas se había molestado en diferenciar las voces de esta gente, no resultaba de su interés. Además, en aquel lugar solían comer en mayor proporción mujeres y niños, por lo que a veces las voces quedaban ahogadas por gritos infantiles o por los cotilleos de las mujeres. 

Como ya tenía avisado a Zaziel, Erik se fue a sentar a un lugar apartado en la gran mesa, donde se juntaban parte de los hombres, sobretodo los solteros o lo que no tenían a la mujer cerca. Como era habitual, el rey y la reina no hacían acto de presencia, tenían un comedor privado para la familia real en una de las plantas más elevadas del palacio. 

Cerca de Erik estaba sentado Remo, fácil de localizar por sus suspiros, los cuales parecían estar programados a intervalos regulares. Era soltero, y no parecía que nunca fuera a cambiar dicha condición, debido a que siempre parecía deprimido y no parecía tener mucha fama entre las mujeres. También podía escuchar una leve conversación de Alphonse Kihninstone, seguramente con su esposa. Había otros hombres de Casas menores, con los que Erik no solía hablar. 

Al cabo de un rato alguien ocupa el puesto contiguo al de Erik. 

- Buenas tardes, Lork Erik. Creo que hace tiempo que no le veía. 

Se trataba de Edmund Biltness, un comerciante muy adinerado que solía tratar solo con la clase alta. Su principal negocio era la importación y exportación de productos a todos los lugares del continente, o como el decía, a todos los "civilizados". En el pasado había hecho algunos tratos con Erik para el transporte de sus vinos a la capital. 

- Más tiempo hace que no le veo yo a usted. Hahaha.

Visualizando dónde está, intento darle un par de palmadas en la espalda.

- Esto hay que celebrarlo. Zaz, hazme el favor de traer ese vino ese tan bueno de hace dos cosechas. El Blanco de Haroqueer.

Entonces me vuelvo hacia Edmund de nuevo.

- Cuéntame Edmund, ¿cómo van los negocios?