Partida Rol por web

- Si me permite dar mi opinión, Anthon no es conocido por sus buenos modales, y no dudaría que es de lo que odian que los despierten de su sueño. Quizás se desfogó con Lucas, y pensó que el chico no se atrevería a hablar. Después de esto, yo en su lugar mantendría al chico protegido, existen formas más dolorosas de dañar que los golpes, aunque supongo que no hace falta que se lo diga. 

- Zaz, trae a Lucas, y por el camino busca algún mapa del reino. Va a recibir clases particulares para ser un caballero, con todo lo que conlleva.

Mientras Zaziel va a buscar a Lucas, busco en un armario unas piezas parecidas a piezas de ajedrez que tenía guardadas para planear estrategias militares. Hacía mucho tiempo que no las usaba, pero me irían bien: podría saber qué pieza es por la forma.

Zaziel, servicial como siempre, desaparece por la puerta sin preguntar siquiera a que venía esa extraña orden. A los pocos minutos se escuchan dos pares de pasos. En primer lugar entra Lucas y detrás de él le sigue Zaziel. 

- ¿Desea algo, Lord Erik? - Parecía que por su tono, ya se había recuperado de su estado psicológico, por lo menos. 

- ¿Sabes por qué los jóvenes nobles se arman escuderos, Lucas?

Lucas tarde un rato en responder, como si eligiera la mejor respuesta. 

- Para aprender las bases de la caballería y el combate de los caballeros que los adoptan como escuderos, Lord Errik. - Entonces, con un poco más de orgullo, concluye. - Para poder llegar a ser caballeros algún día.

- Exacto. Casi...

Con un gesto le indico que se siente.

- La caballería no consiste únicamente en ser el mejor manejando la espada. Sin un buen general, eso no sirve de nada. Y sin alguien que pague las armas, tampoco. Y si los hombres no te quieren, no durarás. Y si los enemigos te quieren, ganarás antes de combatir. La caballería no consiste únicamente en dar golpes y convertirte en una leyenda, aunque eso pueda desilusionarte. Hace muchísimos años que soy caballero, ¡y apuesto lo que quieras a que no me has visto manejar una espada!

Lucas estaba confuso. 

- P-pero estoy seguro de que en el pasado era un gran caba... ¡Espadachín!, señor. A-antes del accidente... - Parecía que le sentaba mal hablar sobre ello. 

- No fue un accidente, fue premeditado. Y bueno, tampoco era un genio de la espada. Pero te puedo asegurar que sigo siendo un gran caballero. Pero no de los de espada escudo, si no de los de pluma y papel.

Zaziel me da el mapa tras un gesto mío  y lo coloco sobre la mesa. Comienzo a colocar figuras.

- ¿Has estado en algun consejo de guerra?

Lucas se estaba poniendo más nervioso. 

- N-no, se... Lord Erik. 

- ¿Te han instruido alguna vez en contabilidad? ¿En estrategia militar?

- No... - Ahora Lucas parecía entristecido, como si lo estuvieran regañando. 

- Bien, te instruiré yo. En ambos, y quizá más, pero tendrás que buscarte otro instructor para la espada. Me temo que conmigo podría terminar muy mal.

Cojo una pieza, y la coloco.

Y así con todas, y poco a poco le enseño. Le dedico un par o tres de horas antes de despacharle. Hago hincapié en que aprenda, no que se limite a asentir a todo lo que digo. Quiero que vea todo en lo que consiste ser caballero y tenga cosas que mostrar con orgullo a su familia y otros caballeros.

Además, durante la instrucción militar, incluyo anécdotas y ejemplos de batallas vividas por mi y otras que leí o de las que he oído hablar.

Erik parece estar bastante atento durante la clase, a pesar de que le había pillado bastante por sorpresa. Hace algunas preguntas, pero la mayoría no tienen nada que ver con el tema que están tratando en ese momento y solo buscan satisfacer sus ganas de fantasías caballerescas.

Zaziel por su parte, parece también atento, y va trayendo algunos aperitivos y bebidas durante el transcurso de la clase.

Tras terminar la clase, y decirle a Lucas que se retirará, el mismo se queda unos segundos en la puerta, dubitativo. 

- Lord Erik, muchas gracias por la clase, me ha parecido muy instructiva. - No sonaba muy sentido, pero realmente parecía que había mostrado interés. - Sobre el tema del instructor para la espada... ¿Tiene algún candidato? 

- Intentaré buscarte uno, muchacho. Por ahora descansa. Mañana ven a la misma hora.

Se me había ocurrido algo que podría ser bueno para el chico... solo faltaba mover algunos hilos.

- M-muchas gracias, Lord Erik. - Dice Lucas, realmente entusiasmado, y ahora si que desaparece por la puerta. 

Zaziel comienza a recoger los platos que se han usado, y también se encarga de guardar las piezas y el mapa. 

- Debo reconocer que me ha sorprendido, mi señor. - Dice en tono divertido, algo raro en él. 

- Soy una caja de sorpresas. El chico tiene potencial, aunque quizá más en la retaguardia. Es inteligente y avispado, aunque no goza de mucho respeto por su aspecto. Todo eso se puede solucionar. Es mi escudero, y tal como le dije a Anthon, es prácticamente de mi posesión. Ese chico trabaja en mi nombre y no va a mancillarlo. Va a darle honor.

Me levanto y busco a tientas el bastón.

- Guíame hasta los aposentos de Lord Charles, por favor. Voy a intentar que sea el instructor del chico. Coge un vino para que la charla se haga más amena. El tinto que guardamos en la parte izquierda creo que valdrá. Vamos.

Por desgracia Charles no se encontraba en su dormitorio, y según les indico unos de los sirvientes, no solía volver hasta tarde. Así pues, Erik y Zaziel tuvieran que regresar de nuevo a la habitación. 

La tarde a pasado volando, y Zaziel y Erik se pasan el resto del tiempo haciendo quehaceres más sencillos, al fin y al cabo hoy han tenido un día muy movido. Cuando llega la hora cercana a la cena alguien toca a la puerta. Seguramente sería Lucas, el hijo de Erik, que ya le había prometido a su padre que iría a cenar con él esa noche ya que a pesar de estar tan cerca apenas hablaban, problemas de ser el comandante de la guardia real.

- Buenas noches, padre. - Dice Lucas, tras que Zaziel le abra la puerta. En su tono no se captaba ninguna emoción, solo formalidad. 

- Buenas noches, hijo.

Me acerco a él y le toco la cara con las manos. Era ya típico de nuestros encuentros, y no era raro viniendo de un ciego, aunque siempre parecía incomodarle ligeramente.

- Tienes buen aspecto. Siéntate, por favor. Zaz, trae un tinto. Explícame, hijo, ¿cómo te va la vida?

- Bien, las cosas en la guardia van bastante bien, todo muy tranquilo... Aunque acabo de volver del cuartel, han encontrado a un guardia que según dice ha sido atacado por un hombre enfermo... No se si estoy rodeado de mentirosos o de incompetentes, pero ambas cosas se pueden remediar con disciplina. - El tono seguía siendo formal y quizás un poco frío, no era como si Lucas no estuviera a gusto en ese lugar o en ese momento, era como si aquello solo fuera un proceso más, como si solo estuviera entregando un informe. - ¿Que tal está usted, padre? He oído que su campaña fue todo un éxito.  

- Lo fue, lo fue. No tengo edad para manejar la espada, pero sigo teniendo edad para manejar a quienes la manejan. Jajaja. No hay bandido que se resista a los Escorpión. Todo muro cae con suficientes escorpiones.