Partida Rol por web

- Que raro es todo esto, estad alerta, no me gusta la dirección que está llevando esto...- dice un poco asustado Ludwig, agarrando con más fuerza su vara e intentando iluminar el lugar donde había llegado.

- Sí, no os confiéis, si han sido capaces de crear un monstruo así... Imaginate que no podrán hacer.

Espada en alto seguiría avanzando, dejando a los que pudieran seguir el rastro primero.

Mientras avanzabais guiados por Johan, os habéis dado cuenta de que en varios cruces de túneles otros grupos de huellas con distintas direcciones se cruzaban a las que seguíais. Habéis visto claramente que no eran huellas humanas, si no de pies animales aunque bastante grandes, como ratas andando a dos patas.

Al parecer han pasado desapercibidas para Johan que estaba demasiado atento a las huellas de vuestro objetivo.

Cuando llegáis al túnel de lo que parece una de las minas de la región, el rastro de huellas que Johan había encontrado se pierde. Buscáis otra pista por las cercanías del túnel del que habéis salido.

Tu instinto te lleva a buscar directamente en el túnel que atraviesa la pared de enfrente de donde salisteis. Efectivamente, las huellas se internan en él.

- Aquí, aquí! - dice señalando al túnel de enfrente de donde habían salido.- las huellas siguen por aquí, sigámoslas vamos. -apremiando a sus compañeros.

Gerald se apresuró a seguir a Ludwig, quien parecía tener el rastro fresco - Tened cuidado, allí atrás me ha parecido ver huellas de alimaña, debemos rescatar a la niña lo antes posible y entonces salir de aquí prestos.

El escudero no era una persona precisamente temerosa, pero la experiencia le había enseñado a no ser temerario, y esas huellas... ya había visto de lo que eran capaces los habitantes del submundo.

- Hmmm, ¿alimañas? Chicos, ¿a quién le gusta el puré de rata?

El enano continuó con el martillo presto. Había oído hablar antes de los skavens, e incluso los había llegado a combatir. Pero fue diferente, había aguerridos enanos y no debiluchos humanos...

- Tened cuidado con los skavens. Son extraordinariamente esquivos y atacan desde las sombras. No intentéis verlos, guiaros por el olor, es más sencillo.

Siguiendo a Ludwig, os apoyáis en el entrante de la pared para subir hasta el túnel donde ha encontrado más rastros. Se revelan más claros conforme avanzáis, cruzáis otro túnel que sale hacia vuestra izquierda. Un poco más adelante comenzáis a ver una luz al fondo del túnel. 

Es claramente la luz de unas llamas, aunque no una gran hoguera. Viene de un túnel a la derecha, a unos 15 metros de vosotros. Un cántico extraño os llega desde el túnel, haciendo que se os erice la piel y un escalofrío recorra vuestra médula. No es un idioma que conozcáis, ni queréis hacerlo. Los sonidos son guturales y fuertes; está claro que quién sea que los produzca se está moviendo en la estancia.

Un súbito estallido de furia se apropió del enano. Sus instintos de matatrolls le exigían que derramara la sangre de sus enemigos, y estaba dispuesto a redimir su honor en una lucha a muerte contra aquellos monstruos. Con los ojos rojos por la furia y el paso pesado, golpeando con fuerza el suelo al pisar, la cabeza gacha y la boca llena de espuma, se dirigió hacia la luz sin mediar palabra.

Ya gritaría llegado el momento. Ahora sólo necesitaba matar. Y pobre bicho se le cruzara por delante.

Al lio.

Espada en mano seguiría al enano, y se metería en la sala siempre ojo avizor. Fuera lo que fuera tenían que acabar con ello. Ningún ser del Caos merecía la vida, menos aún que la de otros fuera sacrificada por ellos.

Haría un gesto con la mano, invitando a todos a avanzar con el. Era el momento.

Tiene que ser allí - el contemplar la reacción de Gunnar sólo reafirmó sus sospechas, ya había visto cómo los enanos reaccionaban de manera especial a la magia, la aborrecían y el matatrolls ahora mismo parecía una bestia furiosa, casi se apiadó de lo que se encontrara al torcer la esquina, si no fuera porque sabía que sería algún tipo de engendro que merecía la más cruenta y peor de las muertes.

En un gesto mudo, asió con renovada fuerza su arma y emprendiendo la carrera tras su furibundo compañero (cualquiera se pondría delante) esperaba poder acompañarle en la carga inicial, donde sin duda éste desataría toda su furia. Eso sí, se cuidaría muy mucho de interponerse en su camino.

Ludwig dejo que sus compañeros se adelantasen, llevando el peso del combate cuerpo a cuerpo, pero no dejo de concentrarse para canalizar los vientos de la magia allí abajo. Suspirando y reuniendo todo su valor, avanzo detrás del resto del grupo, dispuesto a acabar con sus enemigos.  

Uno a uno giráis a la derecha entrando en la caverna. Encontráis una estancia de planta cuadrada, excavada concienzudamente en la tierra. Es bastante grande y en el centro veis un altar de rocas y cráneos de animales de un metro y pico de alto sobre el que yace el cuerpo de una niña, inmóvil. Alrededor los cadáveres y la sangre de pequeños animales cubren el suelo formando charcos y pequeños montones.

Bailoteando y profiriendo los sonidos que escuchasteis, veis a un hombre, completamente cubierto por una toga negra que enarbola un báculo enraizado y extraño. Cuando os ve se detiene por unos segundos, os mira con odio, los sabéis incluso sin ver sus ojos. Delante de vosotros, dos hombres bestia también se han dado la vuelta encarandoos y gritando enfurecidos. Su pelaje es azul y violáceo, incluso diríais que cambia de pronto de color. Son muy parecidos a los que matasteis en la posada, con cuernos y temibles extremidades animales, esta vez portan una enorme espada cada uno.