Partida Rol por web

Ya había pasado un año desde que Daidoji Takeshi perdiera su apellido y trajese la desgracia a la familia, poca fortuna había tenido desde aquel momento, pues misiones sin recompensa se habían sucedido, algunas demasiado arriesgadas destinadas únicamente a Ronins con el fin de no pagarles tanto si caían como si las acometían con éxito.

Hacía poco que había llegado a la Aldea Mizen, estar por allí resultaba arriesgado al haber entrado sin ningún salvoconducto, además el reducido tamaño de la misma imposibilitaba el pasar desapercibido. Sólo tenía que llamar demasiado la atención para que un guardia del Daimyo local le aprehendiese y acabara con su vida como si de un vulgar eta se tratase.

El mejor lugar para al menos no destacar tanto entre la multitud era la posada Gēmu-ya donde se alojaba parte de la peor calaña del lugar: bandidos y algunos ronins se juntaban allí mientras esperaban para recibir diferentes trabajos.

-Que sí, me lo dijo Sanada-san a quien se lo dijo un viajero que pasaba por el Palacio Seppun en aquel momento, cuatro jinetes y en cuatro direcciones uno al norte, otro al este y los otros dos al Sur. Algo grande está a punto de pasar, si estalla la guerra desaparecerán los Ronins como pasó hace varios años. -El origen de aquellas palabras venía de un corro de ronins harapientos bastante conocidos por estar dispuestos a aceptar misiones de asaltos y asesinatos mientras unos pocos kokus pasaban de mano en mano para aliviar conciencias.

Takeshi, al entrar en la sala, disimuladamente sopesa el ambiente. Parecía que en este lugar no se metería en problemas con los alguaciles locales, aunque nada garantizaba que no se metiera en líos con la escoria que se reunía allí. Pero, pensándolo mejor, él era parte de esa escoria así que pensó que si no provocaba a nadie seguramente no tendría problemas.

Se sacó la katana, enfundada en su saya, del cinto y con ella en la mano se sentó en uno de los bancos libres relativamente cerca de un grupo de ronin que claramente necesitaban un buen baño, aunque él no fuera quién para decírselo, pues hacia por lo menos dos meses desde que se había podido lavar en un riachuelo...
Mientras esperaba que viniera alguna camarera a cogerle la comanda escuchó a los ronin hablar sobre unos jinetes y la posibilidad de otra guerra. Y pensó para si que sería una verdadera bendición que estallara otra gran guerra de clanes, antaño aborrecía los conflictos, demasiado trabajo y riesgo, pero ahora lo veía como una oportunidad dorada para ofrecer sus servicios de yojimbo a algún clan y por fin recuperar su estatus.

Mientras pensaba en las posibilidades que le traería esa posible guerra tubo que volver a la realidad al ver llegar a la camarera. - Tomare un dango y un poco de sake caliente... 
La moza muy diligente le hizo un ligero movimiento de cabeza para dar a entender que había entendido el pedido y volvió a los pocos minutos con una bandeja y lo que Takeshi había pedido. Mientras la chica se acercaba a la mesa para dejar el aperitivo y el sake Takeshi se le acercó un poco para preguntarle, en privado - Donde se pueden conseguir trabajitos... discretos por esta aldea?

-No sé nada de eso- Respondió mientras se alejaba rápidamente como alma que llevaban los Onis. Parecía que el Ronin no había preguntado a la persona adecuada, tenía aquello el aspecto de que los anfitriones sólo se lucraban por la hostelería, el resto no era asunto suyo y mientras menos supiesen... Mejor. Nuevas voces se alzaron desde el mismo grupo.

-De todas maneras para qué queréis esperar a la guerra. Podríamos participar en el Invierno de los veinte trasgos. Hace muchos años que no se celebra, desde que la guerra empezó, y lo utilizaron como reclutación en masa. -Tras rascarse un rato el mentón añadió- Os aseguro que los Cangrejo están detrás del inicio de la guerra, con eso tienen que ver los mensajes.

-¿El invierno de los veinte trasgos? ¡Baka*! -El grupo rompió en carcajadas- ¡Has bebido demasiado sake! Salir en solitario y conseguir rebanar 20 cabezas de Mongoles para llevarlas de vuelta a la muralla antes de que acabe el invierno, no tiene nada que ver con nuestros trabajitos. Prefiero esperar emborrachándome y follándome a algunas cortesanas a que el Shogun pida voluntarios para reprimir la revuelta, bastante más facil.

- Bah otro callejón sin salida - pensó Takeshi al ver la cara de horror de la camarera- ... quizá debería haber prestado más atención en las clases de etiqueta que recibí de pequeño, quien sabe puede que hasta se me diera bien "leer" a la gente...

Takeshi siguió escuchando a los ronin y pensó que quizá estos escandalosos ronin tuvieran la información de la que carecía la camarera... tras sopesar sus escasas opciones decidió echarle valor y hablar con el grupo. - Realmente salir a cazar mongoles suena un poco peligroso, y no muy práctico... quizá si saliera un grupito de cinco se podría emboscar con mayor facilidad a los mongoles y cazar cien... pero sigue sonando como mucho trabajo no creéis? Además eso solo te garantiza un sitio entre las filas cangrejo... y quién dice que ellos serán los vencedores de está futura guerra? Me parece a mi que lo mejor que se puede hacer es esperar a que estalle la guerra y decidir entonces a que bando unirse... y mientras tanto los trabajitos y cortesanas de las que hablabais suenan muy apetitosas... Pero bueno, por lo visto al perder mi rango también perdí mis modales, me llamo Takeshi y si en alguno de vuestros trabajitos necesitáis a un Yojimbo o simplemente a alguien que se maneje con una espada... pues aquí me tenéis.

Tras dar su pequeño discurso Takeshi siguió comiéndose el dango que había pedido y sorbiendo su sake, con aparente calma pero tenso internamente y con la saya de su katana cerca por si su avance amistoso no era bien recibido por el grupo de desconocidos.

La multitud calló repentinamente ante el recién llegado. El que parecía el líder del grupo era un hombre con cabello sucio y ropa bastante maltratada, en su rostro tenía una cicatriz disimulada por un pañuelo. Con un deje irónico en su tono que no pasó desapercibido al recién llegado:

-Mirad a quién tenemos aquí... Takeshi-sama el Yojimbo más habilidoso de todo Rokugan. Y también el más listo que se cree que sus opiniones nos interesan-. Las palabras fueron seguidas por estruendosas carcajadas. 

-Sin embargo aquí las cosas no funcionan así- Añadió mientras su rostro negaba con lentitud, a continuación alzando un dedo prosiguió- Primero probamos a los recién llegados, y los que viven... Tal vez les dejamos unirse. ¿Quieres ser probado por uno de mis hombres?

Takeshi seguía comiéndose su aperitivo y mientras oía el tono burlón del Ronin jefe se comió la última de las bolas del dango. Al acabar de hablar el ronin él tomo un último sorbo de su sake y mientras sacaba su bisento del zurrón donde llevaba sus pertenencias dijo - Mmm no sé yo si seré el Yojimbo más habilidoso, supongo que todo depende del día. - Tras decir esto se levantó, se puso la saya con su katana al cinto y cogió su bisento. - Pero hoy tengo ganas de ensangrentar mi bisento y cualquiera de vosotros me servirá... - Takeshi intentó camuflar lo mejor que pudo su ira, mentalmente sabía que ya no era samurai y que, por tanto, no era mejor que ninguno de estos desgraciados, pero no podía evitar sentirse ofendido por el tono que había usado contra él, en este respecto se hizo una mental de arreglar cuentas con el líder ronin en otro momento, cuando no estuviera protegido por sus secuaces.

Los bandidos sonrieron jactanciosos, los que se encontraban sentados se fueron levantando de sus respectivos asientos y empezaron a encaminarse al exterior.

-Sígueme ronin.

La puerta permanecía abierta sujeta por el propio líder de la banda. El resto según se alcanzaba a vislumbrar por el hueco de la puerta estaban haciendo un espacio lo suficientemente amplio en medio de la calle para un duelo de iaijutsu. Todo parece honorable hasta ese momento, ellos por supuesto rebosan confianza.

Takeshi no se lo pensó dos veces, la suerte ya estaba echada, si debía morir que así fuera, pero en caso de sobrevivir usaría a este atajo de ronin piojosos para sus propios fines, y claro, quedaba el tema de devolver la "burla" al jefecillo...

Salió por la puerta mirando directamente a los ojos del jefe ronin y luego colocándose en el centro del círculo de ronin y con el bisento en sus manos dijo. - Bueno y con quién me toca jugar hoy?

Estaba alerta, daba la sensación de un duelo honorable, pero a quién querían engañar un ronin por definición carece de honor así que estaba preparado por si tenía que ensartar al primero que saliera del circulo sin mediar palabra...

El Ronin no tardó en mostrarse confiado a pesar de estar rodeado por una docena de hombres, la multitud al ser consciente del encuentro que estaba a punto de tener lugar se detuvo para ser testigo del momento. Desde luego la presencia de testigos daría seguridad al recién llegado.

-Yo mismo iré, mi nombre es Shinzaemon. -Respondió a la pregunta uno de los del grupo, mientras se preparaba para atarse las mangas de los brazos y piernas, sus ropas estaban igualmente andrajosas que el resto de sus compañeros. -Al no percibir movimiento de un alerta Takeshi le apremió -¿Acaso al perder el apellido también perdiste la etiqueta? Un duelo de iaijutsu siempre se ha hecho sin armadura.

Takeshi miró al ronin con cierta incredulidad y, siempre sin darle la espalda a su oponente, se acercó al borde del corro para quitarse la armadura mientras comentaba con tono irónico - Shinzaemon-san la etiqueta está sobrevalorada... - mientras se volvía a colocar en posición bisento en mano le preguntó al ronin - Bueno, como vamos a hacer esto? A muerte, a primera sangre o como?

Tras haberse estudiado mutuamente durante un tiempo que al público se le hizo breve, sin embargo para los contendientes fue eterno -los kamis no quisieron otorgar su favor a ninguno de los dos, tal vez por su condición de ronins, tal vez por su escasa habilidad...- Las dos katanas surcaron el aire y golpearon en un sonido estridente. Karma...

-¡Menuda mierda de duelo, karma mis pelotas! ¡Acabad en condiciones! -Bramó Yataro visiblemente disgustado, si el duelo era a primera sangre era algo que parecía ya dudoso, quedaría decidido en el fragor de la batalla.

Ignorando los maleducados improperios del jefe ronin, Takeshi lanza un ataque con su bisento...

Takeshi fue mucho más rápido y además la longitud del bisento jugó a su favor golpeando la guardia de su rival. Un quejido lastimero le confirmó al Ronin que el impacto había sido efectivo. El yukata gris se encontraba ahora manchado de un rojo que iba avanzando por todo el cuerpo como si se tratase de una mancha de corrupción.

-¡Gilipollas!, ¡Era a primera sangre!- Tras ello cargó sin sentirse derrotado.

Yataro se interpuso entre los dos.

-¡Baka! Retírate. -Takeshi lo hiciste bien. Nos retiraremos. -En un susurro añadió- Esta noche junto al puente, tenemos una misión, ven si quieres participar.

Al oír la invitación susurrada del jefe asintió con la cabeza para darle a entender que le interesaba. Mientras esperaba a que sus latidos y la adrenalina del momento le bajaran se puso a limpiar la sangre de la hoja de su bisento y a la vez vio de reojo como algunos ronin se llevaban a su contrincante herido.

Una vez se tranquilizó y su arma estaba limpia se volvió a colocar la armadura y volvió a entrar en la posada, donde recogió el resto de sus pertenencias. Al no tener ningún sitio al que ir decidió quedarse en la posada tomando un poco de té y relajándose hasta que cayera la noche.

Era la hora del perro cuando Takeshi llegó al puente mencionado por el líder de la banda de Ronins. El puente era una construcción de madera pintada de rojo con un porte ligeramente peraltado. Una sucesión de tres escalones marcaban tanto su inicio como su final mientras una sucesión de soportes se encontraban atados por una baranda terminando de definir el lugar de paso.

No había nadie en aquel lugar.