Partida Rol por web

PEC 12: Space Force

Capítulo 1. Una nueva promoción

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31/03/2021, 16:45
René Carracci

Sin darse cuenta, René de pronto estaba rodeado de cuatro de los que serían desde ahora sus compañeros. Además de los dos muchachos natgrewianos, tenía a su lado, con cara de circunspección, a dos muchachos callados, de tez muy blanca (no parecía que les diera mucho el sol: de Natgrew seguro que no eran), aunque de constitución muy distinta. Uno de ellos tenía un aspecto firme, atlético, fuerte y sus rasgos eran marcados y duros, lo cual le confería un aspecto frío y temible, pero apuesto; el otro, sin embargo, tenía más bien un aspecto enfermizo y débil, con un rostro nada agraciado.

René apretó con firmeza la mano que Alvin le ofrecía mientras se presentaba:

René... Carracci —respondió de forma escueta.

Le causaba cierta gracia la locuacidad de Alvin. Era un muchacho sencillo y eso le cayó bien. Aunque René tenía un carácter distinto, había conocido a muchos natgrewianos que tenían ese comportamiento simpático y abierto. Cuando escuchó que Alvin decía aquello de «donde las flores derraman su esencia para hacer el más delicioso néctar bebible», se le escapó una leve sonrisa casi sin darse cuenta, pero no dijo nada.

Apretó también la mano a Becky, la chica natgrewiana. René sintió un poco de compasión por ella, pues notó que era una chica demasiado dulce, tan dulce como las estrellitas caseras que le ofreció y que René rechazó con un gesto de la mano. Dios santo, estrellitas, cuántos años hacía que René no comía una; recordaba que la última vez que su madre le había preparado estrellitas (debía tener unos diez años por entonces), René había hinchado el pecho infantilmente: «Ya no soy un niño, mamá. No me hagas más estrellitas», le había dicho a su madre tratando de simular un orgullo adulto. Y allí estaba esa chica, ofreciendo estrellitas en la Comandancia... pobre.

Soy de Hydria —le respondió René, de nuevo de forma escueta, a su pregunta sobre de qué parte de Natgrew era, imaginando que esta respuesta podría provocar alguna reacción en sus dos interlocutores natgrewianos, pues ¿qué natgrewiano no conocía Hydria?

René prestaba la atención suficiente a las palabras de Alvin y Becky como para no perder el hilo de lo que decían, pero la justa como para prestar atención a los dos callados compañeros que estaban allí y que ni siquiera habían dicho aún sus nombres. No le importaba que estuvieran callados, a decir verdad, incluso lo prefería. René se concentraba en observar sus rasgos y sus gestos, tratando de saber algo más acerca de ellos por simple observación. El muchacho de rasgos fríos y apuesto tenía aspecto muy formal: con postura muy erguida, parecía muy preocupado de transmitir un aspecto serio y castrense. El hombre enfermizo y feo parecía un poco más suelto y no parecía tener interés en aparentar nada en particular, pero también parecía callado.

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31/03/2021, 17:19
+Mikhail Kurik+

La mirada de Mikhail hacia Kalina se vio interrumpida en el momento en el que Donner le dirigió la palabra. Por un instante, el joven tan sólo le miró, dedicándole una expresión seria, como si pareciera estar analizándole. No obstante, no tardó mucho en estrechar su mano en saludo, antes de abrir la boca para responderle. – Gracias. Muchas. – Le respondió con simpleza, sin dar demasiado detalle al respecto, no con la intención de ofenderle o algo parecido, sino más bien porque no había necesidad, el sujeto ya parecía bastante entrenado, como para no requerir instrucciones de su parte, en lo que respectaba a un entrenamiento apropiado para su cuerpo. – Tú también. – Agregó con tranquilidad, esbozando una sonrisa leve, aunque ciertamente no una de sus mejores sonrisas… si es que alguna vez sonreía de manera sincera. El cabrón parecía que se había chupado un limón o algo, por lo serio que se mostraba.

Tras ello, desvió la mirada a Narel, quien se dedicó a saludar a todos los que se encontraban cerca, por lo que el joven le estrechó la mano, dedicándole la misma mirada que le había dedicado al resto de los que le habían dirigido la palabra. Los analizaba, como si deseara ver algo más en ellos, además de lo superficial, y, algunas veces, veía cosas que no le gustaban para nada. Sea lo que fuera, dejó que continuaran hablando entre sí, sin demostrar demasiado interés en los presentes, al menos no de momento. Su mente estaba en otra parte, en lo que les esperaba, o más bien, lo que le esperaba a él en el futuro. Sin embargo, la presencia de Lizza, llamó su atención. La chica tenía su buen atractivo, pero hubo algo de lo que dijo que hizo que el chico frunciera el ceño, mientras se encontraba mirando a Kalina.

¿La cabrona le había dicho que estaba nervioso? ¿Él? Por un momento, Mikhail le clavó una mirada afilada, asesina, mostrándose ciertamente cabreado por aquellas palabras. Los nervios eran debilidad, y él ciertamente no estaba nervioso. Le importaban una mierda las malditas pruebas. Él sería seleccionado, sin importar lo que tuviera que hacer para lograrlo. - ¿Nervioso? – Le preguntó, en el momento en el que se levantaba de su asiento, imponiéndose sobre la chica, como si estuviera a punto de levantarla del piso por el cuello. – Dilo otra vez. – La desafió, realmente cabreado. No había duda de que el joven no soportaba la idea de debilidad alguna, incluso si parecía demostrar que tenía una debilidad respecto a la idea de debilidad en sí. – Me importan una mierda las pruebas. – Declaró con frialdad, y estuvo muy cerca de sujetar a la chica por el cuello, tan sólo para ser interrumpido por Grey, lo que hizo que el chico cambiara volviera a mostrar una expresión más calmada, para luego escucharla.

Las palabras de la mujer cargaban verdad en ellas. La Space Force no necesitaba débiles, ni mucho menos aquellos que pensaba acobardarse ante la primera situación que les generara algo de estrés o miedo. El número de suicidios era algo que a Mikhail le importaba poco. Él no era tan débil como para tomar ese camino, y sí tenía algún problema… lo resolvería por su cuenta. De cualquier manera, tan sólo asintió en silencio a las palabras de Grey, para luego permanecer en su lugar cuando la mujer los invitó a marcharse. Ni puta mierda pensaba retirarse de allí. Había que ser un idiota para hacerlo, y menos por algo que a Mikhail no le preocupaba. Es más, si alguien intentaba desertar, sería él quien le disparara en la pierna a dicho desertor. Quedarse allí era una promesa importante para el ejército, algo que no podía traicionarse. Por esa razón, no dijo nada, permaneciendo en silencio, mientras escuchaba sobre la visita a los vestuarios, lugar al que no dudó en dirigirse.

Una vez allí, se encogió de hombros. No tenía mucho con él, excepto su comunicador, su ropa y un áureo, una moneda antigua romana de oro, que posiblemente era sólo una imitación, a pesar de que su padre afirmara lo contrario. Había sido un regalo de este, para que recordara la importancia de fijar su atención en lo que deseaba. Ni siquiera había traído su guitarra, principalmente porque había pensado que los oficiales no le permitirían la posesión de dicho instrumento. - Res non verba. – Expresó aquella frase mientras miraba la moneda, antes de tirarla dentro del contenedor, para luego comenzar a desnudarse sin el menor indicio de vergüenza o timidez. Le importaba una mierda. Su cuerpo poseía músculos definidos, demostrando un entrenamiento ejemplar, y decorado con un gran tatuaje en su espalda, de lo que parecía ser un tigre muy al estilo japonés. No le llevó mucho tiempo el comenzar a caminar hacia las duchas con un paso confiado, como si no le importara ser visto desnudo, como si no tuviera nada que ocultar ni temer.

No era allí donde sus temores yacían, y, ciertamente, de acuerdo a la sonrisa en su rostro, no le molestó la visión de algunos cuerpos, mientras su mirada paseaba por alguna de las chicas, como fue el caso de Lizza, a pesar de que le hubiera cabreado en demasía con anterioridad, o Kalina, quien parecía tener un buen gusto musical. Sea lo que fuera, tras limpiarse, y frotarse bien como Grey les había ordenado, no tardó mucho en vestirse con la vestimenta que le habían proporcionado. Su expresión permaneció seria, como siempre, sin demostrar emoción alguna respecto al hecho de haberse encontrado desnudo frente a otros. Tan sólo le dedicó una mirada a la puerta por la que se asomaría el doctor, en cuanto comenzara a llamarlos por sus nombres. Aquello carecía de importancia para él. Se haría el maldito estudio, y continuaría su camino como siempre. Por ese motivo, no dudó en entrar para hablar con el doctor, en el momento en el que fue llamado, mostrándose indiferente ante aquel procedimiento.

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31/03/2021, 20:15
René Carracci

La conversación (o, más bien, las palabras de Alvin y Becky, que eran casi los únicos que conversaban en ese pequeño grupo) se vio interrumpida por la llegada de la sargento Grey. Si bien le había parecido una figura amenazadora cuando la vio antes, ahora que la veía más cerca y la escuchaba hablar más largo intuía en ella, aunque sonara extraño, un espíritu maternal. Esta sensación se acrecentó cuando la sargento dijo aquello del número estadístico de suicidios: aunque intentaba mantener un tono aséptico y falto de emoción, a René le pareció que una sombra recorría el rostro de la sargento.

Cuando Grey mencionó que todavía estaban a tiempo de marcharse, René miró de reojo a la pobre Becky, quien tenía los ojos puestos en la sargento con una enorme sonrisa en su redonda cara. «Vamos, chica, márchate ahora, vuelve junto a tu madre, este no es lugar para ti», pensó René; pero Becky siguió sonriendo ingenuamente mientras sostenía su fiambrera contra el pecho, casi tontamente.

La sargento Grey los guio hasta unos vestuarios, donde les dio la orden de despojarse de todos sus efectos personales y de desnudarse. René percibió algunas caras de sorpresa, decepción e incluso angustia entre varios de los compañeros, quienes se aferraban a alguna de las pertenencias de las que ahora deberían despedirse. En ese momento, sintió un profundo alivio por haber tenido la precaución de dejar su cuchillo y el diente de minotauro a buen recaudo en una casilla de correos privada fuera de la Comandancia: además, había dejado órdenes precisas para que, si tenía buena suerte, ambos objetos le llegaran más tarde a Protect.

Cuando Grey les pidió que se desnudaran, René volvió a notar algo extraño en su tono de voz, que ella intentó ocultar infructuosamente con un mal chiste. Había algo en la sargento que le recordaba extrañamente a Leonora. «Qué tonterías piensas, ¿a Leonora?», se dijo a sí mismo mientras trataba de sacudirse esa chocante asociación que se había formado en su cabeza.

Se desnudó, dejando al descubierto la enorme cicatriz de su muslo. A René le dio más vergüenza dejar a la vista esta marca que sus partes pudendas. Hasta este momento de su vida, muy pocos habían visto su vieja cicatriz alguna vez, muchos menos que la cantidad de los allí presentes; pero ahora, de golpe y porrazo, treinta y una personas tenían a la vista esa marca íntima. Claro que los demás no sabían por qué tenía esa cicatriz, pero en la imaginación de René fue como si, de pronto, todas aquellas personas supieran no sólo cómo se la había hecho, sino también todos los secretos e intimidades de su vida. Y, por un segundo, le invadió un profundo terror.

Sin embargo, echó una mirada a su alrededor y, al ver a todo el resto de compañeros desnudos, se dio cuenta de que, en realidad, nadie estaba pendiente de su cicatriz: estaban todos demasiado ocupados en su propia vergüenza o, en algún caso, desvergüenza, como para fijarse en él. Se sonrió internamente. «Estúpido, ya sabes que la gente no va a andar fijándose en ti. Eso es bueno», se dijo. Incluso vio que no era el único con una cicatriz en las piernas, pues el hombre de la bata ensangrentada (de la cual ya se había despojado) tenía también una gran cicatriz en el muslo, y otra muchacha, de aspecto delicado («Parece una muñeca de porcelana», pensó René cautivado), tenía una mucho más pequeña sobre su rodilla.

Este alivio momentáneo, sumado a la anterior satisfacción de saber que su cuchillo estaba a salvo, lo ayudó a mantenerse relajado a pesar de lo incómodo de la situación y de que el sentimiento de aglomeración y hacinamiento todavía no lo había abandonado. Había conseguido relajarse tanto que no se había dado cuenta de que estaba mirando demasiado a los demás: la verdad es que había algunos cuerpos bastante hermosos a su alrededor, tanto de mujeres como de hombres, y tuvo que desviar la mirada para no «alegrarse» demasiado ante la vista de algunas de las chicas. No quería resultar invasivo.

Sin embargo, vio que Becky lloraba silenciosamente mientras se desnudaba, dejando su cuerpo rollizo al descubierto. En la caja que tenía frente a ella se podía ver la fiambrera, que había quedado todavía a medio cerrar y dejaba entrever algunas de las estrellitas, con sus coberturas de colores y sus espolvoreados felices: allí quedaría encerrada la inocencia de Becky, allí quedaría su dulzura, quizá para siempre. «Oh Dios, chica...», pensó René, dolido, pero no creía que pudiera hacer nada para ayudarla y simplemente puso rumbo a las duchas compadeciéndola internamente. Ya había cruzado el umbral que lo separaba del mundo «real» y ahora debía seguir adelante, sin mirar atrás ni a los costados. «Ese será tu minotauro, y te herirá profundamente», recordó entonces las palabras de Leonora.

Después de ducharse, volvieron a los vestuarios, donde les habían dejado ropa nueva. La miró alegremente. No era una ropa muy distinta de la que solía usar: ropa ligera, cómoda, botas. Podía caminar y marchar durante días enteros con aquella ropa. La única diferencia era el color: mientras que sus ropas tenían tonos verdosos o leñosos, aquella ropa militar tenía un color mucho más claro, árido, que le trajo a la imaginación los paisajes desolados, desérticos y terrosos que posiblemente encontraría en Protect.

La voz de la sargento Grey los apremió para acudir al reconocimiento médico. Llegaron a otra nueva sala de espera, donde algunos tomaron asiento y otros se quedaron de pie mientras esperaban la llamada del doctor. René se separó un poco del resto para asomarse a las grandes ventanas del fondo del pasillo y observó unos jardines internos del edificio; no pudo dejar de sonreír, con cierta amargura, ante aquel simulacro de naturaleza al recordar los anchurosos bosques de casa. Pero, entonces, una voz lo sacó de su ensimismamiento: «Carraci, René». Era su turno.

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31/03/2021, 23:12
Jim Foster

Cuando parecía que el ambiente en aquella sala anodina empezaba a relajarse apareció de nuevo la sargento Dunne Grey, aquella mujer era como un dolor de muelas, aparecía para romper con toda sociabilidad, además estaba su voz, no gritaba pero casi, era sobretodo desagradable. 

Nos empezó a soltar un rollo sobre el ejército que si el valor, el coraje, la fuerza... Decidí sentarme mejor ya que parecía que la mujer se había motivado en exceso. Acabé de beberme el agua y todo, y eso que no tenía sed. Volví otra vez a prestar atención, estaba hablando de suicidios, presión para los reclutas, que si el abandono, que si la puerta, bla, bla, bla.

Me levanté, miré en derredor mío y finalmente me dirigí hacia la puerta. Noté como todas las miradas se centraban en mí, hasta la sargento se había quedado extrañada de verme con semejante iniciativa. Me acerqué a la puerta, la abrí y vi a un chico al otro lado, le lancé la botella - tírala por ahí, que aquí no veo papeleras. Gracias - Cerré la puerta y vi que todos me seguían mirando, alguno sonreía y todo; el rostro de la sargento no parecía contener un buen momento - es que no hay papeleras y paso de ir paseándola por ahí - que también podía haberle dicho al carroñero, recolector o basurero de Eylo que se hiciera cargo, pero me salió por ahí. Volví a mi sitio.

La tensión se disipó con la iniciativa de la sargento de que cambiásemos de sala, al vestuario y allí que nos desvistiéramos y dejásemos todas nuestras pertenencias en una especie de "baúles reciclables", lo que cualquiera podría haber identificado como contenedores de basura - ya sabéis, verde-vidrio, amarillo-envases y azul-cartones - vale, la gente estaba super concentrada/acongojada, apenas se rió alguien - en fin - pasé de hacer más comentarios. Miré para ver cómo andábamos de cuerpos en la unidad - ésto con un par de birras y música de fondo se haría con más estilo - en el ejército tenían que mejorar las formas, yo tenía unas cuantas ideas e iba anotándolas para cuando llegase mi momento. Me fui quitando la ropa sin problema alguno, no era la primera vez que me desnudaba en compañía de más gente y tampoco es que mi cuerpo fuera feo de ver. 

Acto seguido compruebo que hay más de uno que lleva mal el pudor corporal - cantidad de cicatrices que tenéis, joder ¿qué pasa que queríais descubrir cuán de fuerte teníais la piel? - también me voy fijando en los tatus - ese tigre mooola. 

Llegamos a la ducha y más de lo mismo - oh dioss, ¡Está friísima, la madre que los parió! - seguro que había militares riéndose en la sala de control, haciendo apuestas y esas cosas - Sí, ya sé, podría ser peor - el jabón proviene de los dispensadores que hay en la pared, está claro que alguien ha aprendido de experiencias pasadas y tratan de evitar la fuerza de la naturaleza humana. La sola idea me hace reírme sola. Una vez me aclimato a la sensación térmica del agua, me enjabono totalmente y me aclaro, vamos que, disfruto del baño.

- Chicas, chicas, tranquilas, estáis muy bien - algunas parece que llevan mal lo de estar desnudas delante de gente desconocida - Imaginad que estáis en la playa, la típica ducha para quitaros la arena... No pasa nada - y al igual que en la playa, siempre hay alguien excesivamente motivado como el chico de la esquina.

Finalmente pasamos a otra zona donde está la equipación - vaya, mirad... el uniforme de reclutas - estiro el mono para ver cómo se ve por delante y también por si llevara algo por detrás - no es como los de carrera pero mooola - me visto y me peino un poco - ya estamos más presentables.

Finalmente, la última parada parecía ser el reconocimiento médico. Voy hasta el fondo del pasillo para ver a través de la cristalera, luego me sentaría en una de las sillas hasta que me llamaran.

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31/03/2021, 23:54
William P. Thompson

La casi perenne sonrisa de Billy se amplió cuando Donner propuso la idea de jugar alguna partida - Me encantaría, estoy convencido que lo que nos va a sobrar es aburrimiento para compartir - comentó en tono divertido. La aparición de Narel supuso un cambio interesante, parecía decidida y que llevara preparándose para esto toda su vida. Le estrechó la mano con cordialidad. No pudo evitar darse cuenta, que era buena en el tema de cartografía - ¿Cuál es tu especialidad? - 

La llegada de Lizza fue casi un soplo de aire fresco, al menos se estaba dando cuenta de que quizás en el ejercito no fueran todos tan formales como pensaba - William - contestó con una sonrisa - Pero prefiero Billy. Claro que te puedo ayudar a practicar, creo que vamos a tener muchas horas muertas... o al menos espero que no todo sea entrenar - dijo divertido, parecía una chica muy curiosa y agradable. 

- Yo...lo...dejé...vivo, si...se...muere...ahora..no..es...culpa...mía. -

William soltó una carcajada ante el comentario del doctor y ante el comentario de las cervezas le dio una palmada en la espalda - Bueno, si están recetadas por el médico, podría tomarme unas cuantas - afirmó dejando claro que necesitaba pocas excusas para tomarlas. - Luego conozco un sitio, con billar, dardos y buen ambiente - dijo al tiempo que extendía la mirada invitando a todo el que quisiera. 

Espero que no, por tu bien — 

- Tranquilo, no tenía intención de ofender. Era otra manera de hacerte un cumplido. La verdad es que con todo eso me pierdo bastante - le comentó sin perder la sonrisa, dejando claro que no se había tomado a mal el comentario.

En ese momento algo atrajo toda su atención, la actitud de Mikhail había cambiado, se había vuelto fría y dura, levantándose del asiento con la actitud propia de quien quiere iniciar una pelea. Billy no perdió tiempo y se interpuso entre Mikhail y Lizza mirando a este con actitud seria y desafiante. Casi parecía cómico, Thompson con 10 cm menos de altura y mucho menos musculoso que Kurik estaba claro que no aguantaría ni dos asaltos contra él, pero se mostraba tan belicoso como el sobrio joven. - Mira, relájate - dijo abandonando su habitual tono distendido - Ya nos has dejado claro a todos que el palo que tienes en el culo es muy gordo y muy largo, pero no hace falta intimidar a tus compañeros - anunció dándole un tono a la palabra compañeros como si estuviera hablando con alguien corto de entendederas... - Verás, la mayoría aún pensamos que el ejercito se dedica a proteger gente no a ser unos matones con la misma empatía que la mantequilla sin sal, reaccionando con agresividad cuando alguien le intenta dar ánimos - la situación estaba poniéndose muy tensa. William, habiendo sido un rebelde toda su vida se mostraba indiferente ante la posibilidad de recibir una paliza, manteniendo la mirada de Mikhail en todo momento, con actitud desafiante. Fue una suerte la llegada de Grey, al menos para la integridad física de William. Cuando se giró hacia Lizza le guiñó un ojo travieso, para que se relajara y no se preocupara por lo ocurrido anteriormente. 

Cuando en su discurso, la sargento indica la puerta y la posibilidad de irse, Thompson estuvo tentado... aunque finalmente quizás por la influencia de su hermano, decidió darle una oportunidad y ver que tal. A continuación llegaron a un vestuario totalmente impersonal y carente de carácter, como parecía propio del ejercito. Dejó sus posesiones en la caja, aunque no llevaba nada personal que fuera a echar en falta. Se le ocurrían multitud de chistes en ese momento, pero se calló pues seguía molesto por la actitud de Mikhail de antes. Jim mostró un sentido del humor agradable con los comentarios sobre el reciclaje ante los cuales Billy reía divertido. - El problema sería, que después de las birras y la música nos viniéramos arriba - 

William no se avergonzaba de su cuerpo, estaba en forma, aunque no tanto como otros, era delgado y de estatura media, nada remarcable físicamente, pero la incomodidad de la situación era palpable, dudaba de si simplemente habían hecho la sala funcional ignorando como se sentirían los reclutas o si estaría hecho a propósito para hacerles sentir vulnerables, se decantaba por lo segundo... claramente incómodo ante la situación en si, se centró en ducharse y limpiarse hasta que se percató de las lagrimas de Becky, una chica con la que no había hablado aún... se acercó un poco, tratando, aunque con dificultad de respetar el espacio personal de cada uno y le habló en susurros para que le oyera la menor gente posible Buscan que nos sintamos impotentes e insignificantes... no te preocupes que todos estamos más pendientes de nosotros mismos que de los demás - Una leve mirada se dirigió hacia la sargento, con ese fuego de rebeldía que tantas veces había sacado a relucir en el pasado, pero pensó que a fin de cuentas ella no hacía más que seguir ordenes y que probablemente ella pasó por lo mismo y sabía lo que estaban sufriendo los reclutas en esos momentos - Escucha, estás aquí porque te lo has ganado, no dejes que te intimiden... puedes con esto y con menos, puede que incluso con más - terminó con el comentario divertido y una sonrisa, tratando de darle ánimos al tiempo que se quedaba cerca de Becky tratando de servirle de cobertura. Su fondo de travieso, no pudo evitar echar un vistazo al resto de féminas de manera disimulada. 

Después de la incómoda ducha el regreso al vestuario parecía serio y apagado, así que cuando debían ponerse los uniformes, Billy aprovechó para tratar de relajar el ambiente general observando con cara de decepción el traje y comentando en alto - Pfff ¿No lo tenían en otro color? - Sonrió tratando de dejar atrás el encaramiento con Mikhail y sacarlo de su mente, en realidad esperaba que modificara su actitud, pues a fin de cuentas debían ser un equipo, quiso pensar que se debía a la emoción de haber sido aceptado y que era un momento en el que la adrenalina bullía con ganas. 

Una vez ya vestido, esperó hasta que pronunciaran su nombre(- William Percival Thompson -) , para entrar a la consulta con actitud relajada... 

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01/04/2021, 16:39
Evan Smart

Debería haberlo imaginado, por su porte y formas, estaba claro que este tipo era piloto... ¿Einar Andersen? Mmm, intentaré recordarlo... Al parecer tiene un leve acento más marcado de lo normal, típico de los que venimos de las colonias exteriores,¿De dónde procederá?

- Encantado, señor Andersen. Así es, el primer paso de muchos, confiemos. - sonrió Evan complacido de que el hombre no le hubiese ignorado como tantos otros hicieren anteriormente, siendo que en apariencia el ingeniero mecánico no tenía el mejor aspecto ni condición física - Vaya, es usted piloto, nada mal. ¿Qué naves o prototipos ha pilotado hasta la fecha? Si no le incomoda la pregunta, claro... - se interesó como buen ingeniero que era en los prototipos que el hombre habría pilotado -  En mi caso vengo Coltanium, o como solemos llamarlo los nativos, Unobtan. Solo hace unos seis meses que emigré a la Tierra, después de la masacre en la ofensiva alienígena... - fue explicando para mantener conversación, remarcando un dato por todos sabido, que le sonsacó una ligera mueca de dolor al recordarlo. Tuve la suerte de ser invitado a unas conferencias e impartir una ponencia sobre exoesqueletos mecanizados en la Tierra, cuando aquello ocurrió. De no haber sido el caso, dudo que a día de hoy estuviese presentándome a estas pruebas selectivas. Es mi deseo regresar algún día a mi planeta natal... ¿Y de donde es usted?

Se percató que sin apenas darse cuenta se había formado de forma natural un pequeño grupo a su alrededor, varios de ellos de Natgrew, otras de las colonias, por lo que daba la impresión de que acababan de conformar un pequeño grupo todo de foráneos. 

- ¿El mejor planeta del sistema solar? Ja! - bromeó sonsacándole una sonrisa el comentario del tal Alvin - Todos saben que de no ser por la amenaza alienígena, la joya de este sistema es Coltanium. La visión de las dos lunas orbitando alrededor del planeta es algo único que todo el mundo debería contemplar al menos una vez en la vida, al igual que el exuberante ecosistema repleto de naturaleza o la majestuosidad de altas montañas flotantes... - infló el pecho con orgullo, no permitiendo que Natgrew se llevase la gloria.

La tal Becky les ofreció unas estrellitas, unas galletas de colores espolvoreadas de azúcar, que si bien tenían buena pinta, Evan también desechó al igual que Einar. Estaban en pleno proceso de selección todavía, y no sería descartable que les hiciesen realizar alguna prueba física. Si ya le iba a resultar tremendamente difícil en condiciones normales, ¿convenía estar echando la pota?

La llegada de la sargento Dunne Grey finalizó por las bravas toda socialización que pudiese estar dándose en la sala, siendo tratados una vez más como vil escoria, casi al punto de poder considerarse ser denigrados. Como borregos conducidos al matadero, hacinados y forzados a desnudarse, uno a uno fueron conducidos a una sala adyacente en la que dejaron sus pertenencias en unos box individuales. Lo único que realmente echaría de menos Evan sería su maletín de mecánico, un dispositivo electrónico que solía usar para diseñar invenciones, recabar información y realizar anotaciones, y una foto de su querida Daisy, la ex que le dejó tirado hacía años en la universidad.

¿En serio vamos a tener que desnudarnos por completo? Maldita sea, van a ver el tatuaje que Daisy me obligó a realizarme en las nalgas, con un corazón atravesado por una flecha y el nombre en mayúsculas de DAISY... - meditó empezando a sudar como un cerdo, viendo que la mayoría a su alrededor actuaba con indiferencia o simplemente analizaba al resto con miradas duras. Lo peor de todo es que le tocaba caminar justo detrás de Becky, lo cual además de ser una visión casi terrorífica, empeoró en cuanto la mujer empezó a sollozar, captando la atención de más y más de los presentes.  Tierra trágame! ¿En qué infierno he terminado entrando? 

Lo peor de todo fue sentir el agua fría en el cuerpo, la cual debía estar al límite de salir congelada. Si ya de por sí era humillante ver que muchos de los reclutas presentes tenían ostentosos miembros viriles que le dejaban en mal lugar, con el frío su entrepierna parecía más bien un cacahuete de un recién nacido.

Por suerte, aquel sufrimiento terminaría provisionalmente en el momento en que tras secarse con unas toallas, se colocarían aquellas indumentarias de un feo tono árido, aunque todo sea dicho, bastante más cómodas y aparentemente resistentes y flexibles. Ya solo quedaba esperar a que el doctor les llamase por turnos, a lo que no pudo evitar expresar una frase de forma inconsciente...

- Después de todo esto... ya solo queda que el doctor nos realice una exploración anal y nos metan unos putos supositorios... Hay que joderse...

 

 

 

 

 

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01/04/2021, 22:26
Martín A. Ruiz

Mientras esperaba alguna respuesta de Kalina de pronto escucho la voz de alguien, y al darme la vuelta pude escuchar pude ver de quien se trataba, un chico de lentes, un tanto rechoncho y con la sombra de una barba, hablando todo atropeyando palabras en voz baja. Ya conocía gente así de tímida, de hecho tengo un amigo allá en Ignis que también era así antes, así que con paciencia me senté mejor en el sofá para no darle la espalda, y dirigiendo mi vista hacia él mientras tenía una sonrisa ladina, una confiada y calmada esperando a que terminara de hablar a pesar de que al segundo intento de presentarse era un poco lento. -Mucho gusto Ben, me llamo Martín.- Dije tendiéndole la mano, y si acaso la levantaba con algo de duda y timidez, sería yo quien iría a estrecharle la mano con un ligero entusiasmo para tratar de animarlo. -¿Chicle?- Pregunté mientras se lo ofrecía.

Pero antes de que respondiera vino alguien más, esta vez una chica guapa y pelirroja que se notaba más confiada. Saludó a Ben y empezó a presentarse y rápidamente a hablar, dando poco margen para uno responder, pero cuando mencionó a su padre fallecido me traté de adelantar un poco. -L-Lamento escuchar eso.- Logré decir en esa pausa que hizo, soltando una ligera risa al final por lo entumecido que estaba por como hablaba de rápido. Cuando finalmente nos preguntó a mi y a Kalina que se nos daba bien, fue entonces que nuevamente decidí responderle. -¡Oh! yo soy Ingeniero Mecánico, si quieres que arregle o mejore algun arma que tienes, dame los recursos y haré lo mejor que pueda, o incluso puedo repararlas. Pero claro, así como me encanta hacer todo ese tipo de cosas también me encanta disparar, aunque soy más de armas de corto alcance en lugar de rifles o francotiradores.- Respondí un tanto más animado, la conversación siguió, pero de pronto mi vista fue justo detrás de Sue (O al frente en caso de que Sue no estuviera parada justo delante mío), y luego de un segundo fruncí el ceño y me levanté rápidamente, caminando en esa dirección.

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01/04/2021, 22:46
Martín A. Ruiz

De momento estaba tranquilo, hablando con quienes eran Kiara, Ben y Sue, pero justo detrás de Sue pude ver como un chico alto y pelirrojo estaba de pie, con ojos de puto loco inclinándose sobre una chica. Rápidamente me levanté y fui caminando hacia él, pero a los dos primeros pasos llegó la Sargento Grey. Cuando estaba por dar el tercer paso en dirección de aquel sujeto me detuve no solo por la llegada de la Sargento si no porque también había otro chico más bajo y sin tanto músculos poniéndose frente al pelirrojo rabioso y la chica, así que despacio di ese paso hacia atrás y mi atención ahora fue hacia la Sargento, mirando un poco de reojo a la dirección de ese problema que había pasado y por suerte fue interrumpido.

A medida que hablaba Dunne le prestaba más atención, mientras escuchaba la voz de mi padre en mi cabeza.

"Escucha, tanto a mi como a tus hermanos pasamos por lo mismo: Un Sargento cabrón llega, dice como todos somos unos inútiles que con suerte podemos respirar, y por suerte lo que viene son una pequeña advertencia y un mensaje claro sobre la salud mental y los problemas que podrían enfrentar los reclutas, diciendo que deberían irse. Si tu no puedes con eso Martín, solo levantate y vete, que después de todo podrías conseguir un buen trabajo gracias a tus hermanas."

Dicho y hecho, ya que más o menos así siguió el discurso, aunque pude notar como a la Sargento se le notaba ligeramente afligida cuando mencionó eso de los suicidios... Aplané los labios y trataba de imaginar, o al menos pensar un poco en qué sería esa reacción, aunque con la naturaleza eso quedaba claro.

Justo cuando recordaba ese consejo de mi padre pude ver como una chica se levantaba, la otra que me había llamado la atención y al parecer era muy parlanchina, pero cuando solo se asomó para lanzarle una botella de agua a alguien no pude si no reír, algo sonora al principio pero rápidamente cubrí mi boca con la mano ,rápidamente recuperando la seriedad aunque con una suave sonrisa divertida en mis labios, siguiendo con la mirada a Jim hasta que la Sargento volvió a tomar la apalabra.

Y así sin dudarlo empecé a seguir a la Sargento al igual que al resto de los participantes a los vestuarios, de nuevo escuchando la voz de mi padre.

"Luego viene el vestuario, la llamada "caminata de la vergüenza" por alguno de mis compañeros. Te llevarán ahí y te pedirán quitarte la ropa, dudo que tengas problemas por toda esa confianza que tienes, pero esa prueba no es para avergonzarte y ya, es para probar a todos los reclutas. Están solos, desnudos, vulnerables y expuestos ante todos, es para saber cuales serían los más problemáticos o "débiles" para ponerles un ojo encima, para ver su carácter y su fuerza de voluntad... Y con suerte las reclutas que vayan no estarán tan buenas como para que tengas una erección o mires de más"

El maldito viejo me conocía bien, hasta recordar ese comentario me hizo soltar una carcajada mientras llegaba justo frente a la caja que me correspondía, negando con la cabeza mientras escuchaba las instrucciones de la Sargento. Sin problemas me quité la chaqueta, y finalmente la camisa, mostrando como debajo de la ropa tenía un cuerpo definido y marcado y músculos tonificados, mientras que en mis hombros se podían ver pequeñas pecas, y un lunar en la parte baja de la espalda por encima de la cintura. Doblé la camisa aunque no de forma tan meticulosa como aquel sujeto que parecía el típico "soldadito de juguete", de esos que eran hijos de militares que eran muy o demasiados estrictos con los hijos, y que según Máximo y mis otros hermanos mayores, papá también era así, pero cuando los demás hijos empezaron a tomar carreras diferentes pues se volvió el viejo agradable y relajado que era hoy en día, aunque a veces esa vena de la vida militar llegaba a ponerlo exigente como nadie.

Coloqué la chaqueta y la camisa dentro de la caja, y luego me quité las cosas que llevaba en los bolsillos, como la cajetilla con chicles, la libreta que llevaba en mi bolsillo trasero del pantalón y la billetera, para finalmente quitarme los zapatos, calcetines, y finalmente el pantalón con todo y el boxer que tenía debajo. Ya completamente desnudo se notaba que a pesar de tener una baja estatura, tenía algo más para compensarlo... Los pedazos de músculos que tenía fácilmente los podía usar si uno se quería poner de graciosito para meterse con mi estatura, y eso combinado con mi capacidad para dar algo de pelea al usar los puños, pues no temía meterme en problemas. Hasta incluso recuerdo un comentario de Máximo, que por mi apariencia no era bajito, si no de "diseño compacto". Ese cabrón desde entonces todos los de mi familia desde mis hermanos hasta primos, tíos y demás bromeaban así conmigo.

Y así empezó la caminata de la vergüenza, donde mientras algunos se tapaban como podían, tenían erecciones o agachaban la cabeza para ocultar esa vergüenza que sentían al estar así de expuestos, yo caminaba con la misma confianza de siempre, con naturalidad mientras íbamos hacia las duchas, y claro, me daba un poco el lujo para ver de vez en cuando de forma disimulada a las chicas, pero teniendo cierto respeto a aquellas que se trataban de tapar. Pero mi atención fue a Becky, la chica que al parecer estaba llorando de forma silenciosa. En ese momento sentí una gran pena por ella, mi sonrisa se borró en ese momento a una leve mueca de tristeza, que luego pasó a ser una mueca leve de enojo mientras volteaba a ver a la Sargento. -¿De verdad es completamente necesario esto? ¿Ni siquiera un poco de privacidad? Perdone que use este vocabulario y mi actitud al hablarle así, Sargento, pero al menos debieron de advertirnos antes de literalmente, agarrarnos con los pantalones abajo.- Luego de eso estaba seguro que recibiría una reprimienda, o una mirada asesina que me helaría los huesos o un simple y estruendoso "cállate", pero no podía sentir cierta indignación por la pobre Becky.

Luego vino la ducha compartida, a la que me acerqué y sin ningún problema abrí el grifo. Para ese momento ya no me sentía enojado o de buen humor, estaba "normal" mientras al dar un vistazo me di cuenta que no había jabón ni nada, si no un dispensador con jabón líquido o loquesea que sea eso, algo que me hizo sonreír y decir un poco en voz alta. -Gracias a Dios no son jabones.- Esperando tal vez sacarle una risa a alguien, giré el grifo y me llegó de lleno el agua fría, haciendo que me encogiera los primeros segundos sin mover ni un solo músculo, pero rápidamente empecé a acostumbrarme, tomando del dispensador de jabón para así tallar cada parte de mi cuerpo. Incluso a un punto llegué a chocar hombros con un sujeto alto y de aspecto esquelético (Evan), a lo que volteé a verlo y le saludé como si nada levantando un poco la cabeza. -Hey, lo lamento amigo.- Podía hablar más, pero conociendo como podría ser la gente, de seguro eso sería extremamente incómodo, así que solo volteé hacia el frente y seguí a lo mío.

Ya fuera de las duchas y con una toalla alrededor de mi cintura me sentía más como una persona en lugar de un cochino siendo llevado al matadero. Pero al ver que desapareció la caja sentí una gran punzada tras otra de miedo al no ver por ningún lado las cajas, y entonces recordé las palabras de Jim, eso de "reciclar" colocando la basura en los colores correspondientes. Aplané los labios y me notaba algo nervioso, pero cuando llegué a ponerme en frente de mi uniforme nuevamente me dirigí a la Sargento. -Sargento, espero que esa caja donde dejamos nuestras cosas pueda ser entregada más adelante, porque tenía algo importante allí.- Pero luego de aclarar eso nuevamente traté de olvidarme de ese asunto. Es decir, ellos no podían incinerar o hacer cualquier cosa para desaparecer mi libreta, ¿No? Eso era de nuestra propiedad después de todo, simplemente estaba delirando... Tragué saliva y allí decidí ver con más detalle mi traje, sonriendo ampliamente al notar como tenía ese color anaranjado árido por ese traje mimético que llevaríamos, así que sin esperar tanto me puse la ropa interior, y empecé a vestirme, escuchando el comentario de alguien que al parecer no le gustaba el color. -A mi me encanta el color, además, es mejor ir con este color en lugar de un brillante color verde sabiendo a qué planeta vamos.- Dije mientras lo miraba un tanto divertido a los ojos, pero luego solo seguí, me puse las botas y ya estaba listo.

"Y aquí viene tal vez la peor parte si es que te asustan los médicos. Toca hacerse un chequeo para asegurarse que estás saludable y sin problemas para ir al espacio, y conociendo la tecnología de hoy en día no sería ningún problema para ti, solamente un poco de sangre, una radiografía y estás listo para irte."

Mientras cada uno esperaba su turno en esa sala de espera mi vista iba de un lado a otro, mientras me sentaba inclinado hacia adelante, apoyando los codos en mi rodilla y juntaba los dedos de las manos. Pero fue entonces cuando llegó a haber un puesto desocupado junto a Becky, la chica que había llorado. Sin pensarlo me levanté y me senté junto a ella como si nada, la saludé y me presenté, pero luego de eso empecé a hablarle en voz baja, al menos hasta que llegué a escuchar mi nombre, alo que solo me despedí y me levanté para entrar en la sala.

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01/04/2021, 23:50
Martín A. Ruiz
Sólo para el director

Una vez me senté junto a Becky le sonreí de una forma cálida y amable, mientras extendí mi mano derecha. -Hey, hola. ¿Eres Becky, no? Yo me llamo Martín... Tal vez no quieras hablar de eso, pero vi lo que pasó y quería saber si te sentías bien.- Puede que le pareciera extraño, o no, pero igualmente me preocupaba, y teniendo en cuenta lo que dijo la Sargento antes... Lo mejor era tratar de apoyarla.

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01/04/2021, 23:57
Jim Foster

Estando en la sala de espera y antes de que llegase la sargento Dunne Grey parecía que la gente se había agrupado por afinidades o cercanías. A pesar de que no eran muy habladores traté de fijar nombres con tatus y detalles para asociarlos rápidamente y no olvidarme.

Iba a preguntarle al médico qué le ocurría para tener que depender de aquel aparato pero Lizza se me adelantó. Esperé a ver qué decía el médico. Tanto Lizza como Narel les había gustado el truco de la moneda de Billy - una moneda no es un vehículo pero trataré de estar a la altura - me reí por el juego de palabras que había hecho con mi tamaño.

Luego estaba Sansón, alias Donner - cualquier vehículo, te sorprenderías los que ya he tenido ocasión de manejar - el chico parecía que era el típico musculitos - ah, pues si os va el mundo de las apuestas habrá que buscar más pilotos, las carreras son muy vistosas - también ruidosas y difícilmente pasarían desapercibidas de los controles, aunque quien sabe, igual los mandos también participasen en las apuestas; todo podía ocurrir.

El médico había dicho que era una cuestión psicológica - pues si necesitas cervezas, cuenta conmigo - por un momento pensé en trabar una apuesta con las birras y su problema psicológico pero aún era pronto; ya se vería.

Iba a dirigirme al pelirrojo cuando hubo un pequeño incidente con Lizza, quizás el chico estuviera un tanto tenso y no llevase bien los comentarios. Que podía haberme reído, está claro. Pero me sorprendió un poco. Quizás había sido una suerte que no me hubiera tocado a mí, siempre había sido pacífica pero vamos que, me pone la mano en el cuello y estoy segura que por mucha altura que tenga lo doblo^^

El caso es que fue Billy quien intervino y la cosa se apagó un poco. Eso y que llegó la sargento que era capaz de aplacar cualquier conato de violencia. Además empezó su discurso de miedo y debilidad, la publicidad de siempre. Luego nos manda a los vestuarios y caray, había que quitarse la ropa allí delante de todos, como si fuera un striptease controlado, sólo que masivo y colocando todo en aquellas cajas.

Vi como el médico se deshacía de su transmisor, como lo tenía al lado no me pude resistir - oye ¿y ahora cómo vas hacer para comunicarte? - el tipo parecía que me leía los labios porque empezó a hacer señas como los indios - ah, no te preocupes yo si quieres te puedo ayudar - se me daba bien ayudar a la gente, de hecho la gente acudía a mí para que la aconsejase - Ah bien genial, entonces tú y yo nos vamos a comunicar mediante un lenguaje secreto - sin emitir ningún sonido moví mis labios - "no es una cuestión de cervezas, lo sé" - para darle más tranquilidad al doctor y luego le guiñé nuevamente un ojo. 

También tenía cerca al pelirrojo de antes, no había intercambiado palabra alguna con él y tras el incidente que había tenido a modo de presentación con Lizza y Billy tampoco tenía yo ganas de buscarle las cosquillas pero aún así no me pude resistir porque tenía un tatuaje de lo más simpático - el salto del tigre... - en otro momento tendría que preguntarle qué le llevó a hacerse un tatu con connotaciones sexuales, quizás una mujer... o tal vez un hombre. Eso me llevó a explorar gestos porque si yo era bisex ¿qué no habría allí? Quizás estaba rodeada de asexuales o poliamorosos. Me fijé en Eylo, se había definido como "carroñero" ¿acaso había tratado de comunicarse mediante un lenguaje sexual? ¿Juegos escatológicos?

Aquello me confundió un poco, pero volví a la realidad cuando vi que todos se habían desnudado y yo aún estaba desabrochándome la blusa. Aparqué aquellos pensamientos, ya los estudiaría más adelante.

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02/04/2021, 01:15
Eylo Yilmaz

Asegurándose algo de intimidad, la mínima que se podía dadas las circunstancias, habló con la sargento Grey.

Señora, confío en los criterios de los mandos y el destino de nuestros enseres personales —trataba de darle un sentido a lo que le pasaba por la cabeza —. Una de las cosas que dejé en la taquilla es un colgante, dentro hay las cenizas de mis padres. Entiendo que todos debemos pasar por el mismo proceso, y no pido que se me devuelva ahora ni un trato preferente. Solo.. que se tenga cuidado de ello. Es lo único que me queda de ellos.

En cierto modo la fuerza la costumbre en el orfanato-escuela le habían enseñado algunos modos, pero los años en la Rust Walker le habían relajado. Aun así trató de ser claro, conciso, mirándola a los ojos sin desafío, pero sí con convicción. Quiso aventurar alguna pregunta más, sobre lo que había visto en ella, pero se guardó las preguntas. Simplemente asintió en silencio, para añadir quedamente, quizá ella vio que se quedó algo en la punta de la lengua, pero sencillamente dijo.

Gracias por su atención, sargento. Gracias por su trabajo —procuró sonreír, como lo había hecho tantas veces. La inhumanidad que estaba a punto de enfrentar rivalizaba con las náuseas que le provocaba la gravedad de la Tierra, pero quizá el optimismo irrendento de lo que había vivido en sus años en la Rust Walker le impedían rendirse ante ella.

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02/04/2021, 01:55
Kalina Radoslawa

Ante el acercamiento de Martin y tras escuchar aquella estúpida pregunta, Kalina simplemente se quedó mirando con cierta indiferencia al joven sentado junto a ella.

¿Te parezco nerviosa? —preguntó, mostrando una sonrisa cínica en su cara—. Tengo tantas ganas de hablar como ella de callarse —dijo, mientras señalaba con un leve movimiento de su barbilla en dirección a Jim.

Pero aquel intento de conversación fue interrumpido por otras dos personas que, a ojos de Kalina, poco parecían tener que aportar. Aunque, viendo el aspecto y la timidez del tal Benedict quizás tuvieran algún punto en común.

Respira despacio Benedict, no te vamos a comer —dijo, intentando mostrarse algo más sociable que lo que había venido manteniendo hasta el momento—. Si apostase a que eres científico ¿perdería? —añadió, obligando al pobre hombre a hablar un poco más.

Si en algún momento Kalina había esperado que el grupo no fuera a más tuvo que conformarse con una derrota pues, apenas el tal Benedict había hablado otra chica, tan habladora o más que Jim, se unió a ellos. La retahíla de palabras dejó aturdida a la joven durante unos instantes, pensando en lo fácil que le resultaba a algunas personas hablar de su vida ante desconocidos.

Será mejor ir por partes —dijo, intentando poner orden a todo el caos de preguntas que Sue había lanzado—. Me llamo Kalina, soy de la Tierra y es la primera vez que me presento. ¡Ah! Y nunca he disparado un subfusil a doscientos metros.

Se giró hacia Martin, el cual había sido el primero en dirigirle la palabra. No era su costumbre excusarse por su comportamiento pero reconocía que en esa ocasión quizás había resultado demasiado  cortante… Más de lo habitual.

Disculpa Martin si he sido borde contigo. No me gusta la gente que parlotea sin medir lo que dice o los que cogen confianza con demasiada rapidez —se excusó antes de girarse de nuevo hacia Sue—. Estaba escuchando ópera. ¿Te gusta la ópera? —preguntó sin ocultar cierto tono malicioso en su voz.

Pero Martin parecía haber perdido ya todo interés en ella pues, de manera bastante inesperada, se levantó para acercarse a un grupo que parecía estar discutiendo. Kalina se quedó observando a los implicados, curiosa por saber cómo se iba a desarrollar la que seguramente sería la primera pelea de muchas. Algunos no pensaban al hablar y otros tenían la mecha muy corta.

Sin embargo la entrada de la sargento Grey dejó sin resolución el conflicto aunque, por suerte para Kalina, por lo menos había cortado también aquella absurda conversación repleta de palabras banales a la que se había visto obligada a participar.

Las palabras de la sargento pretendían reflejar la realidad de lo que sucedería a partir de ese momento; un claro mensaje para los inseguros, para los dudosos, para los débiles… Aquellos que no se merecían estar allí. La mirada de la joven recorrió a los presentes buscando a alguno que tuviera el valor suficiente para levantarse e irse. Pero, si había alguien al que se le había pasado por la cabeza abandonar antes de empezar, nadie se atrevió a cruzar la puerta. Una pena, aquí hay más de uno que debería pensárselo mejor.

A partir de ese momento iban a recibir el tratamiento de lo que realmente eran… simples cadetes. Borregos dedicados en cuerpo y alma a la Space Force; perdiendo cualquier intento de individualidad, cualquier mínimo detalle que los distinguiera del compañero. Solo sus actos demostrarían lo distintos que eran entre sí.

Frente al contenedor que le correspondía, Kalina siguió sin problemas las órdenes que acababan de recibir. No le importaba quedar desnuda delante del resto ya que, viniendo de un complejo científico como en el que vivía, las duchas de desinfección, el compartir baños y el mostrar sus cuerpos era algo bastante habitual. Además, el concepto de desnudez para ella solo podía ser visto o bien desde una mirada científica o bien como una obra de arte. Aunque bien sabía que la percepción artística de una obra dependía de los ojos de quien la mirara.

Sus ropas ya se encontraban dobladas en el contenedor y encima había depositado el comunicador, pero cuando llegó el momento de desprenderse del largo cordón de cuero atado a su muñeca, Kalina sintió que no podía hacerlo. Tuvo que respirar hondo, cerrar los ojos buscando el coraje necesario para deshacer el nudo que lo unía a su muñeca y, cuando por fin lo consiguió, dejándolo junto al resto de sus pertenencias, sintió como si un pedazo de su alma se quedara encerrado dentro de aquella caja con el cordón.

Mientras se dirigían a las duchas, la joven miró al frente, sin fijarse en ninguno de los que la rodeaban. No le interesaban, ni siquiera sentía curiosidad por comparar la anatomía de los que quizás fueran sus compañeros. Simplemente avanzó de la misma forma que lo hacía cuando se paseaba por la piscina del complejo científico. Solo desvió la mirada al escuchar un sollozo para comprobar la angustia de aquella pobre desgraciada.

Ni se fijó ni se compadeció del cuerpo de Becky. Para Kalina aquella joven solo mostraba un miedo y una inseguridad que podía resultar peligrosa para ella y para todos los demás. Un claro ejemplo de debilidad pues, si tan preocupada estaba por su físico podría haberse molestado en cambiarlo. Becky debería darse cuenta que un cuerpo podía esculpirse con ejercicio y buena alimentación, al igual que la ignorancia podía ser alimentada por el estudio.

Podría haberse acercado a decirle palabras motivadoras; consejos que la ayudaran a pasar aquel mal trago, pero Becky ya tenía demasiadas hermanitas de la caridad para contemplarla. Así que Kalina siguió a lo suyo frotándose bien el cuerpo y disfrutando del agua fría que conseguía despejarla por completo. El olor era tan parecido a los desinfectantes del complejo que, por un instante, creyó estar en casa.

La ducha debía ser rápida y efectiva y, una vez finalizada, volvió junto al resto a los vestuarios, sintiendo las gotas de su pelo húmedo resbalar por la espalda. Una nube oscura cruzó por su mirada al comprobar que el contenedor con sus pertenencias ya no estaba y sintió rabia al pensar que no volvería a tener entres sus manos el último regalo de su hermano.

No podía dejarse llevar por la ira; no tan pronto. Apretando los puños para buscar algo de calma, se vistió con aquella aburrida ropa antes de dirigirse como una oveja más detrás del resto, para el reconocimiento médico.

Echó de menos su música mientras esperaba su turno, viendo cómo uno a uno los otros iban pasando a la consulta hasta que oyó por fin su nombre.

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02/04/2021, 16:45
Daya Banerjee
Sólo para el director

Estrechó la mano de Keira con ilusión, sorprendida por la presentación de la mujer y poniendo cara de póker porque entendió rápidamente que había algo que se le escapaba y era, claramente, ese mundo de la cosmética del que ella no era asidua-¿La marca de cosmética? Verás, yo no… de dónde vengo no tenemos acceso a muchas cosas de aquí de la Tierra, los productos de cosmética buenos, como otro tipo de cosas, se consideran objetos de lujo y no abundan, pero me gustaría que me contases. Tienen que ser productos muy buenos para ser famosos, ¡ahora siento curiosidad! Y me siento un poco tonta no conociendo esa marca, me gustaría que me explicaras qué productos tenéis y para qué sirven-se sintió un poco mal por no conocer algo que resultaba evidente que era conocido alli, sino Keira no se habría presentado así misma de aquella forma, pero era cierto que en Innum no llegaban productos que no fuera considerados como "de necesidad" de forma normal, debían ser bajo expreso pedido. Y ella no había tenido demasiado tiempo en investigar sobre cosas como cosméticos, además de que seguro que costaban una fortuna que no se podía permitir.

-Parece mentira que subir en un ascensor sea la diferencia entre tener una oportunidad y no tenerla, entre poder optar a un sueño o saber que estas fuera. No me lo imaginaba así. De hecho, aún me parece mentira estar aquí arriba…pero es cierto, ya solo por estar aquí somos afortunadas, ahora tenemos que procurar aprovechar la oportunidad, ¿cámaras de seguridad?-miró a un lado y a otro, buscando algo parecido en algún rincón de la habitación-Puede que pasara, no es descabellado, los nervios juegan malas pasadas a veces sin uno quererlo, pero sería una pena que, llegados aquí, alguien metiera la pata tanto como para que lo hicieran bajar de nuevo.

La otra chica intervino entonces y Daya la escuchó atentamente, sorprendiéndose por muchas de las cosas que estaba contando. Le estrechó igualmente la mano-Encantada de conocerte, Noor. Me has sorprendido, ¡sabes mucho de este mundo!-se quedó pensativa un momento, pensando en las palabras de la chica-Así que uno de los tenientes al mano nos ha elegido, no ha sido casual, es decir, por orden de finalización del test, o por puntuación… es interesante que, a parte de nuestro resultado en el test, alguien nos quiera en su equipo. Eso quiere decir que cada uno de los que estamos aquí tiene algo que le ha llamado la atención a ese teniente que conoceremos en breve… ¿o es la sargento Grey? Tendría lógica que fuera ella, ¿no? -saber aquello la había dejado pensativa. Miró a todos los que había en la sala mientras Noor seguía hablando.

Todos los que estamos aquí, lo estamos por algo… 

Vio que se aproximaba a ellas otra muchacha, le sonrió para animarla a que se uniera a ellas-Bienvenida y enhorabuena, Yum. Sí, conozco donde está tu planeta aunque nunca he tenido que ir allí, de hecho esta es la segunda vez que salgo del mío. Antes me preguntabas Noor, soy de Innum, por eso el acento extraño que has notado, y eso que soy de la que menos tiene de mi familia porque trato mucho con personas de otros planetas, sobre todo de la Tierra-le comentó a las tres chicas antes de seguir con el tema de conversación en el que estaban-Respecto a qué hacer para tener más oportunidades, yo soy del punto de vista de Yum, hacer las cosas lo mejor que podamos. Pensando en lo que has dicho antes, Noor, que hay alguien que nos ha elegido a todos los que estamos aquí por algo más que los resultados del test, me has dado que pensar. Básicamente si hubiera sido yo quien elegía, habría elegido pensando en lo que necesito para un grupo operativo completo y equilibrado. Cada uno de los que estamos aquí tenemos algo que encaja con el resto según quien nos ha elegido, o puede que no, evidentemente, pero me encajaría. Lo que quiero decir es que, aparte de hacer las cosas bien de forma individual, creo que será muy importante trabajar en equipo, complementarnos, encajar y hacer que el equipo funcione como una unidad, en muchas ocasiones mucho más que de forma individual. Quizás me equivoque… realmente conozco poco de este mundo, estoy aquí casi por una casualidad del destino más que otra cosa. ¡Hola!-saludó a una nueva chica que se les acababa de unir y sonrió, divertida, al escucharla hablar, le gustó enseguida, más porque vio rápidamente que se había dado cuenta de que juntas tendrían más oportunidades que solas allí dentro-Daya, Daya Banerjee, de Innum-se presentó de nuevo a la recién llegada antes de desviar su vista hacia el chico que les había indicado, ese tal Buck. Efectivamente le habían comentado que allí, como en todos sitios, existían enchufes, tratos de favor-No te preocupes por eso. Entiendo que se puede hacer que alguien "pase el examen", pero hay que seguir demostrando que valemos para estar aquí, nos lo tenemos que ganar, y espero que en eso, la tabla de medir sea igual para todos. ¿Rasgos exóticos?-rio, un poco azorada-Mis antepasados eran de la India, después emigraron a Innum, con el uniforme nos veremos todos igual, no habrá problema. Ahora se junta también la ropa que es funcional para el planete-la verdad es que no había caído en la cuenta de que su físico podía resultar un poco diferente a los rasgos de los nativos terrícolas y la ropa que vestía estaba adaptada al planeta y quizás resultase llamativa por color y diseño. 

No había pensado en tener ninguna relación ni nada similar allí dentro, de hecho, ni se había fijado en ninguno de los chicos aún, era un tema que ni había considerado y, por supuesto, no iba a ser su principal aliciente para estar allí dentro. Es más, eso sería una distracción total para conseguir su objetivo y conllevaba sus riesgos, efectivamente. Ella tenía claro lo que había venido a conseguir y lucharía por ello. Se fijó en todas las chicas que estaban allí, hacían un buen grupo, no había ninguna que le causara rechazo ni le pareciera con segundas intenciones sino todo lo contrario, todas estaban ilusionadas, eran abiertas y se habían caído bien, se notaba. Se sintió bien, aquello era un pequeño regalo que no hubiera imaginado tener nada más llegar.

-¡Ah, sí! Sobre eso estábamos hablando, trabajar en equipo creo que será beneficioso para todas, yo por lo menos opino así. Llevo toda mi vida trabajando en equipo así que por mí no hay ningún problema en ese aspecto-asintió a Vera, totalmente de acuerdo con sus observaciones-Bueno, para todas y todos-señaló con un gesto de su cabeza al resto de presentes- Si todo vamos en el mismo camino, el equipo será fuerte, aunque alguien tenga alguna debilidad.

Fue entonces cuando, por encima del hombro de Vera, observó algo que le llamó la atención un poco más allá. Uno de los muchachos se había levantado del asiento en el que estaba de una forma un tanto llamativa y parecía estar encarándose con una de las chicas. Tardó en procesar aquello porque le parecía fuera de lugar. Llamó la atención de las chicas para que miraran discretamente en aquella dirección y susurró-Ahí lo tienes Keira… la tontería de la que hablábamos antes. ¿Quién llega hasta aquí y reacciona así sabiendo que pueden estar mirándonos y evaluándonos ahora mismo? Ese tipo de carácter… no me gusta…

Y justo en ese momento apareció la sargento Grey. Daya vio como aquel muchacho reculaba y disimulaba que nada había pasado, prestando atención a la sargento como si fuera lo más importante de su vida. Se quedó con su cara, ya sabía a quién no quería tener cerca por ahora. Escuchó las explicaciones sobre los siguientes pasos que tendrían que dar....

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02/04/2021, 17:37
Daya Banerjee

Al final al grupo al que ella se había unido se le habían incorporado otras dos chicas. Surgió una conversación animada y distendida entre ellas de forma natural que le gustó enormemente. No se había hecho una idea de lo que le esperaría allí dentro en el caso de que fuera aceptada pero, en ese momento, se sentía muy animada y bien acompañada y, el tiempo que les dejaron para socializar, le pareció corto. La llegada de la sargento Grey les anticipó el comienzo de la siguiente fase. La escuchó atenta, asintiendo a sus palabras levemente, interiorizándolas y no pudo evitar mirar a todos los presentes cuando le dio la oportunidad de irse en aquel momento a quien quisiera. Daya no pensaba que nadie quisiera hacer eso, pero ya alguien la había sorprendido haciendo algo que nunca hubiera esperado ver allí, así que no se sorprendería si alguien entraba en el ascensor de nuevo. Después de unos segundos de un silencio incómodo, una de las chicas se movió de repente y se acercó a la puerta. Daya contuvo la respiración, no podía creérselo… pero cuando vio lo que hizo la chica, parpadeó, sorprendida por su comportamiento. Miró a la sargento, esperando algún tipo de reacción o comentario por su parte, pero en ese momento les invitó a seguirla hacia los vestuarios. Quizás no se había percatado de aquello que, a Daya, le había parecido una broma que rayaba la falta de respecto a la sargento.

-¡Mucha suerte a todas!-le susurró a su grupo antes de seguir a la sargento con el resto.

La siguieron por una serie de pasillos hasta llegar a lo que, fácilmente, se reconocía como un vestuario amplio y aséptico, como la sala de la que venían. Se situó de espaldas a los asientos que había pegados a las paredes, como el resto, entre Keira y Yum. Miró fijamente a la caja después de escuchar las órdenes a cumplir en ese momento. Se sintió un poco contrariada, sus hermanos le había regalado el colgante para que recordara su significado cuando se sintiera baja de moral o tuviese dudas sobre algo, todos sabían que tener una guía, algo a lo que sentirse unida con la familia que dejaba atrás, era muy importante para poder continuar con fuerzas, y se había imaginado llevando aquel colgante durante su formación. Y ahora tenía que dejarlo. Cogió aire mientras se desnudaba lentamente y evitando mirar a nadie más, ni chico ni chica, para no contrariar a nadie ni sentirse ella misma observada. Se dio cuenta de que, a su lado, Keira se había quedado quieta mirando la caja. Pilló al vuelo lo que pasaba.

-Siguiente prueba, ¡vamos a por ella…!-le guiñó el ojo, animándola a despojarse de sus ropas como ella estaba haciendo-No mires a nadie, como si estuvieras sola…

Metió primero sus botas en la caja, sobre ellas una pequeña mochila en la que había traído unas pocas cosas con las que sobrevivir en la Tierra un par de días si no era seleccionada, el tiempo justo para volver de nuevo a su planeta. Se quitó el colgante. Lo miró por un instante, sintiendo dejarlo, memorizando cada uno de los detalles, cada una de las ramas y su dirección, su forma, su tacto, su brillo… Se lo enseñó a Keira para desviar su atención un momento de lo que estaban haciendo-Es un regalo de mis hermanos, es un árbol de la vida, tiene un significado, como este tatuaje que llevo en el brazo, luego te lo explicaré cuando estemos tranquilas-dejó que la muchacha viera el colgante y lo besó antes de meterlo cuidadosamente en uno de los bolsillos de su pantalón que procedió a doblar junto a su camiseta y su chaqueta, dejándolo todo en la caja, que procedió a sellar y cerrar.

Espero que cuando vuelva a verte, sea ya un soldado de pleno derecho…

Se quedó de pie, esperando las siguientes órdenes. Era realmente complicado no mirar a nadie, y no pudo evitar pillar varias miradas fijándose en ella, sobre todo de los reclutas que tenía enfrente, incluida Vera. No la hicieron sentir más incómoda que lo normal en aquella situación que ya suponía violenta para todos. Estaban todos pasando por aquello y se decidió no darle más importancia de la que tenía, aunque tenía que reconocer que no había esperado algo así y que no se sentía cómoda porque no llegaba a verle el sentido a aquello. Miro a Yum y a Noor levantó las cejas, en un claro gesto de "¡vaya situación!", pero aguantó el tipo, suponiendo que aquello tendría su razón de ser que, con el tiempo, descubrirían. Escuchó protestar a uno de los chicos al otro lado del vestuario y contuvo la respiración esperando la reacción de la sargento.

¿Ducharnos? Siguiente prueba…

La visión de las duchas le resultó desagradable. Teóricamente aquello era para desinfectarlos a todos, para que ninguna bacteria o bichito que tuvieran sobre ellos pasara con vida de allí,  aunque el olor que despedía el jabón le decía que si ellos mismos salían de allí con la piel intacta y no se les caía a tiras, ya sería un milagro. Tanta gente en tan poco espacio le resultaba, de alguna forma, sucio, era una sensación contradictoria. Abrió la ducha, dejó que el agua la mojara entera y cortó el agua para enjabonarse y frotarse. Se dio cuenta, poco a poco, de que nadie más hacia eso, nadie cortaba los grifos y el agua seguía saliendo sin control y perdiéndose por el sumidero sin ser usada apenas. Estuvo a punto de hacerlo notar en voz alta pero cayó entonces en la cuenta de un pequeño, solo un pequeño detalle. Estaba en la Tierra. Quizás en la tierra esto es normal… aquí deben tener todo el agua que quieran… Se tragó su desconcierto viendo cómo se desperdiciaba tanta agua, tan preciada en su planeta, y se centró en enjabonarse y restregarse bien el pelo, largo y abundante, que aunque sabía limpio intuía que a la sargento no se le escaparía si alguien no se frotaba alguna parte de su cuerpo con energía. Abrió el grifo de nuevo para enjuagarse rápidamente y terminar a la par que el resto de las chicas, volviendo al vestuario para descubrir que les habían traído una muda militar.

-Ropa nueva…-dijo en general desdoblando la ropa y viendo que era aproximadamente de su talla-¿Ves? Con esto se acaba el problema que hablábamos antes-le comentó a Vera y sonrió, vistiéndose rápido y saliendo con el resto del grupo camino de la consulta del médico como les habían ordenado.

Ahora les tocaría esperar allí hasta que a cada uno le tocase su turno. ¿Cuántos eran? No había contado pero no necesitaba hacerlo para saber que con mala suerte sería de las últimas y aún le quedaría un buen rato allí. Pero era un rato que podían aprovechar para seguir con la conversación que habían iniciado en la primera sala, así que se volvió hacia sus acompañantes y siguió charlando animadamente con ellas hasta que escuchó su nombre. Su turno de visitar al doctor había llegado.

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02/04/2021, 17:48
Daya Banerjee
Sólo para el director

Se volvió a sus compañeras que, por inercia natural, se habían mantenido juntas durante el proceso del vestuario y la ducha.

-Nos queda un rato que esperar, somo muchos y por poco que tenga que hacernos el doctor, con que solo sea tomarnos la tensión o un análisis de sangre, nos queda por esperar a que nos toque a todas. Siguiendo con la conversación de antes, ¿qué pensáis que han podido ver en cada una para que, pongamos que ha sido la sargento Grey, nos eligiese? He estado pensando en mi mientras me duchaba... he preferido tener la cabeza ocupada mientras tanto más que pensar en todos allí dentro duchándonos a la vez. En mi caso quizás el estar acostumbrada a vivir en un medio tan hostil como puede ser Innum, acostumbrada a guardar tantas medidas de seguridad, donde un pequeño error en los protocolos nos puede costar la vida... Además, creo que lo del vestuario y la ducha han sido dos pruebas, pero no llego a ver la finalidad, ¿habéis pensado en ello? ¿qué pueden intentar provocar poniéndonos en la situación del vestuario? Noor, pregunta para ti, ¿puede ser que en los domos de Protect tengamos tan poco espacio que todo esté compartido? Quizás sea eso...

Se apoyó en la pared y observó como el primero del grupo era llamado y se perdía tras la puerta en la que los esperaba el doctor.

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02/04/2021, 19:29
Duncan "Duke" McCarthy

Demasiada información para acordarse de todo, y ya empezaban a mezclarse los unos con los otros, que si unos eran de tal o cual planeta, el tiempo que llevaban, solo trató de recordar los nombres, el resto vendría con el roce, y dos años de roce iban a ser más que suficientes para saber hasta como se llamaban sus mascotas cuando eran pequeños. Sonrió a uno y a otro hasta que arrancó el conato de pelea. Tecleó algo rápido en su comunicador y se puso en medio mientras los sonidos metálicos de su comunicador se colaba en la discusión de machitos con altas dosis de testosterona sin usar

- Haréis...que ..os ...expulsen....antes....de....empezar.... guardad...la....agresividad....para....los....putos...bichos.

En esa situación, un pigmeo entre gigantes, lo más normal era pillar, llevarse una paliza, pero ya fuera por el miedo a la expulsión o por otra cosa las cosas no fueron a mayores. Seguramente habrían rencillas, seguramente Mikhail trataría de devolvérsela a Lizza o Will, incluso podía ser que a él, pero ya trataría de solventar aquello cuando se produjera. Duncan venía de un ambiente donde el trabajo en equipo era vital, y creía firmemente que yendo todos a una se conseguía mucho más que yendo por libre, porque una cuerda era más fuerte cuantas más hebras tenía. Una vez disuelta la tensión se dedicó a hacer relaciones, sonrió a William y a Jim mientras ponía cara de estar considerando la posología, asintió y comenzó a teclear a una velocidad endiablada

- El...doctor...dice...que... no...menos...de 6...cervezas, hay...que...seguir...el...tratamiento...a....raja...tabla - Sonrió a Jim y le dijo - Contamos....contigo.... las cervezas....saben...mejor....en....buena.....compañía.

La entrada de la sargento lo cambió todo. Aquello había dejado de ser una prueba sencilla y pasaba a ser un pequeño infierno. Negó contrariado cuando habló de los suicidios, aquello era inducción al suicidio, era de primero de psicología decir a alguien que no debía hacer eso y después enseñar la puerta, es que, aquella presentación no había sido supervisada desde un punto de vista de motivación? Todo el mundo funcionaba mejor con una buena motivación, y aquello atentaba contra todo lo que había aprendido. Pondría una queja, aquello se debía mejorar, y solo no se ponía a dar gritos porque no podía, y discutir con un superior mediante un comunicador era ridículo. Por lo que a él le tocaba, pensaba cogerle cariño a todos, y recordarlos, los que lo consiguieran, los que no, porque eso era lo que hacían los humanos, y era la diferencia entre ellos y los bichos. Piedad, empatía.... cosas que aquellos bichos jamás entenderían. Asintió, mecánicamente, entendía que no podía desertar pero no deseaba hacerlo, deseaba contribuir de verdad a la victoria, a la supervivencia, a que sus seres queridos no murieran en el siguiente ataque. Asintió mientras seguía al atractivo mando a los vestuarios, y allí se torció todo. No hacía falta ser un lince para saber que no iban a hacer excepciones con él, no a priori, así que, tragando saliva empezó a desprenderse del comunicador. Se quedó mirándolo como si le hubieran arrancado una parte de su cuerpo y fue entonces cuando Jim llamó su atención. Como se iba a comunicar?, era una gran pregunta. Ninguno sabría el lenguaje de los sordos, así que ni lo intentó, pero Duke era un tipo expresivo. Le sonrió, se señaló a él mismo, luego señaló su boca mientras se movía y finalmente se señaló el codo con una sonrisa, se tocó el lugar del brazo donde antes había estado el comunicador y se encogió de hombros con una sonrisa despreocupada. Empezó a ver como movía los labios en silencioso y sonrió mientras empezaba a mover los labios, despacio, esperando que pudiera leérselos, como en esos juegos cuando eran niños

- Me apañaré, no me voy a quedar callado. Muchas gracias, y sí, tendremos un lenguaje secreto....uuuhh... creo que voy a ser la envidia de los chicos. - le devolvió el guiño con una sonrisa y empezó a quitarse la ropa indignado. Esa era la palabra, indignación, les despojaban de su dignidad y les empujaban a unas duchas como si fueran ganado, números. No tenía problema en la desnudez, no sería la primera vez que se tenía que cambiar para una operación de cualquier manera y ya había visto demasiados hombres desnudos como para ruborizarse, incómodo, pero nada que no pudiera llevar. Puso toda su ropa perfectamente doblada y sacó del bolsillo un viejo mechero zippo, lo besó, movió los labios en una rápida oración y cerró la tapa de su caja. Tendría que pedirlo a posteriori, y por eso lo dejó encima de todo, para que fuera fácil de ver, aunque tendría que pensar alguna excusa muy buena.

Fue hacia los baños, mirando con curiosidad, sobre todo para ver en que estado estaban sus compañeros. Sonrió, salvo algunas cicatrices parecían bastante enteros, así que le entregaban lienzos en blanco. Uno de ellos tenía una cicatriz parecida a la suya, memorizó su cara para preguntarle a posteriori y pulsó los grifos de agua fría al máximo. Se encogió por el frío, pero allí habían demasiados cuerpos desnudos, y había un par de mujeres que parecían sacadas de un catálogo con todo lo que le gustaba, así que, para evitar según que problemas se dio una ducha fría. El ser mudo ayudaba, no podía nadie escuchar sus gritos y reniegos mientras frotaba con fuerza.

Al acabar la ducha vio una pobre chica que parecía estar pasando un mal rato. Eylo le dio una toalla pero Duke se acercó a ella con una sonrisa, mirándola a los ojos. Se acarició su cara ente el pulgar y el índice, con un movimiento desde los pómulos hacia la barbilla y luego se besó los dedos.  Era guapa, y era tan válida como cualquiera, así que se puso el dedo en la barbilla y se levantó la cabeza en una pose orgullosa, le sonrió y formó con los labios - or-gu-llo. No la tocó, no en un estado tan vulnerable, pero le sonrió de forma empática mientras empezaba a vestirse con aquellas ropas, sosas pero limpias, sin sangre, así que ya era una ventaja. Tendría que estar encima de esa chica, era su responsabilidad, en su unidad no habría suicidios, ni eslabones débiles, porque de donde venía se ayudaba al débil, no se lo dejaba atrás.

Ya vestido se dirigió hacia la consulta de su camarada, a quien le pediría el comunicador y el mechero, como un tipo de cortesía profesional. La esperaba se estaba haciendo larga, así que empezó a silbar una de sus arias favoritas, el nessum dorma de Turandot, le hacía sentir poderoso, vivo, porque por muchas dificultades que le pusieran por delante, al alba triunfaría.

 

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03/04/2021, 19:46
Becky Baker 

Becky asintió a Einar cuando se negó probar sus magdalenas, quizás hasta se alegrara de no perder su dulce tesoro, pero había que romper una lanza en favor de la muchacha, siendo generosa en sus acciones. Posteriormente probó suerte con sus otros dos compañeros, los cuáles también se negaron a la ingesta.

El que no quiso dejar pasar la oportunidad de probar un dulce casero fue Alvin, observando las estrellitas con ilusión, como si estuviera en su planeta de origen en la casa de la abuelita. Los pastelitos debían estar deliciosos, puesto que Zemit, tras llevar uno a la boca repitió el proceso, mostrando desenfado y naturalidad, determinando que eran las mejores estrellas que jamás había comido, haciendo que Becky Baker emitiera una suave sonrisa de satisfacción, que poco le duraría a lo largo de la mañana.

- ¿Eres de Hydria? - le preguntó a René, reiterando sus palabras -  ¡Oh qué maravilloso!... Estuve allí visitando a la tía Dora. Su nombre es Dora Baker y se dedica a hacer pasteles en horno de leña, ¡son tan deliciosos!  Mejores que los míos. De hecho modificó la receta original de la abuela Lali... - comentó dando muestras de extroversión y sonrió ampliamente a Alvin, el cual había sido encantador al valorar públicamente su repostería, algo que animaba a su autoestima.

Notas de juego

Momento antes de la ducha

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03/04/2021, 19:47
Alvin Zemit 

Las palabras de René provocaron alegría en el Natgrewniano, el cual parecía haber escuchado hablar del paraíso - El que no ha ido a Hydria en algún momento de su vida, es que tiene claros problemas de movilidad... Puffff.... Ese sitio es una verdadera pasada - indicó Alvin con la mejor de sus sonrisas, obviamente rememorando recuerdos del pasado - Yo fui allí con un grupo de amigos hace un año. Estuvimos en una casa de alquiler para pasar unos días relajantes de guitarra, buena comida, bebida, hierbas fumables y mozas - guiñó el ojo a Becky, provocando que se le coloreasen las mejillas - Al final tuvimos mucho de todo menos de lo último - Puso la mano sobre el hombro de René, como si le contara el mejor de los chistes - La bebida hizo que no mostrásemos nuestro mejor atractivo y mujer a la que os acercábamos nos huía - Zemit mostraba con humor su incapacidad para ligarse a una mujer tal y como acabaría la fiesta de Hydria, pero eso sí, el varón mostraba sencillez y naturalidad, un desenfado tan característico que resultaba refrescante, era un hombre agradable de tratar.

La siguiente parte de la conversación tenía que ver con los comentarios de Evan sobre Coltanium, según él, el mejor planeta del universo, asegurando el ingeniero mecánico que Natgrew debería ostentar el segundo lugar. Zemit levantó las manos en actitud de rendición, no era un hombre con tendencia al conflicto, ni mucho menos - Que haya paz y no guerra, tendremos que comprobarlo amigo mío. Si acabamos juramentando me invitas a tu planeta, y así compruebo de primera mano si es mejor que el mío. Pero en caso contrario, ¡no te va a quedar nada por aguantarme! Como mínimo pediré un pago a ronde de cervezas - dijo en toco jocoso y manteniendo el buen humor de manera continuada.

Notas de juego

Momento antes de la ducha

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03/04/2021, 19:47
Donner Trump

A Donner parecía caerle bien el doctor, quizás no fuera el prototipo de hombre que se esperaba en el ejército, bajito, no excesivamente musculado, sin posibilidad de hablar, rozando los treinta... El tópico militar hacía aguas con Duke, pero aún así, a Trump parecía no importarle demasiado. De hecho el médico tenía un ingenio que le divertía, y si era igual de habilidoso cuidando cuerpos, estaba seguro de que todos estaban en buenas manos. Así que no pudo evitar una sonrisa ante el comentario que hizo "lo dejé vivo, si se muere no es mi culpa", no quedándole más remedio que asentir ante el consejo de no dejarse herir.

- Descuide, doc, es posible que de todos los de aquí yo sea el menor de sus problemas - la seguridad en sí misma que mostraba ante sus habilidades era muy notoria, como si se sintiera indestructible, algo contraproducente para quien manejaba armamento e iba a estar rodeado de enemigos - Soy más de provocar lesiones que de sufrirlas, así que no le quitaré mucho el sueño.

La actitud de Mikhail ante el saludo de Donner no fue demasiado agradable, más bien frío y distante, hasta el punto de que Trump le mirase de manera extraña, como si no entendiera la antipatía natural del muchacho, el cual no parecía despojarse de su cara de estreñimiento. El hombre a pesar de su poderoso físico no hizo más aprecio que buscar otra vía de conversación, estaba claro que Kurik tenía otras cosas en la cabeza y no era precisamente socializar o llevarse bien con sus compañeros.

- Te tomo la palabra... - le dijo a William cuando el joven muchacho determinó echar alguna partida con él, casi alegrándose de centrar su atención en otra persona más agradable que Mikhail. El joven Billy mostraba su mejor actitud, era desenfadado y le gustaba el reto, algo que haría que Donner tuviera interés en conocerle más, sobre todo ante la perspectiva de pasar horas de Protect destinados al juego, ya que intuía que el alcohol no iba a estar presente durante el período de instrucción.

Cuando Jim volvía a tomar la palabra todas las neuronas corporales de Donner, que se simplificaban a dos, se mantuvieron completamente atentas a ella, sonriéndole como si le estuviera alegrando el día - ¿Qué manejaste? ¿Un camión? ¿Una nave subacuática? - casi lo dijo de broma, no estimaba que la muchacha tuviera gustos por maquinaria excesivamente pesada - Yo debo decir que no soy mal conductor, aunque no es mi fuerte...Ahora dame un bazuka y verás la que puedo liar - dijo orgulloso de su especialidad, al fin y al cabo pocos podían levantar las armas por escasez de fortaleza, y no quería quedar como poco habilidoso delante de la mujer, pues su ego masculino estaba excesivamente marcado - Aunque si hay que hacer una carrera, la hacemos... Hagamos algo, si yo te gano me invitas a cenar y si tú ganas te invito a cenar...¿Te hace?... - en cualquier caso si ella consentía, se sentiría afortunado.

Notas de juego

Momento antes de la ducha

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03/04/2021, 19:48
Narel Dotter

Los gestos que emitía el doctor, así como el silbido realizado como respuesta a sus preguntas, habían sido suficientes indicadores como para determinar que Duke no podía hablar, asintiendo Narel comprensiva y, ¿por qué no decirlo? Sintiendo aflicción por su incapacidad.

- Bueno, lo importante es que puedes comunicarte - Intentó animar la joven, sorprendiéndose mucho más cuando explicó Duke a Jim de que su problema era psicológico y no físico - Eso quiere decir que quizás puedas volver a hacerlo... Es una posibilidad - de alguna manera quería ayudarle, el problema era el cómo hacerlo y sabiendo que Duke era médico habría que descartar la posibilidad de que fuera algo sencillo de conseguir.

La joven Dotter sonrió ampliamente a Eylo cuando le preguntó si era de las órbitas, manteniendo su mirada y silencio durante un tiempo que quizás resultara impropio por su extensión, era como si ambos no tuvieran prisa en expresarse, y una comprensión no verbal flotara entre ellos - Mi acento es algo difícil de esconder y tampoco es algo que hiciera... - se notaba orgullo de procedencia, su mirada era fácilmente interpretable - Sí, soy de Eidolon, quizás no se coma tan bien como en Natgrew o sea tan pintoresco el planeta como GUN-P-YOK, pero hay magia en el ambiente... Siempre la ha habido... - Era un comentario muy característico de los lugareños, defender siempre su territorio a pesar de saber valorar que habían otros lugares interesantes en otros puntos planetarios.

- ¿Eres de Polixene?.... - iba a abrir la boca de nuevo pero la joven tragó saliva, se mordió el labio y suspiró, desviando momentáneamente la mirada, estaba claro que se mordía la lengua para no decir lo que realmente le estaba pasando por la cabeza -...Mi madre colaboraba activamente con una investigación que se desarrollaba en tu estación de nacimiento. De hecho, estuve varias veces en Polixene...- se fijó en los demás que les rodeaban y la muchacha determinó algo - Quizás en otro momento podamos hablar con tranquilidad sobre nuestra tierra. Es algo que me gustaría... - Dejó el comentario en el aire, no era el momento de indagar más en las estaciones o hacer comentarios sobre los sucesos pasados, pues claramente Narel parecía conocer lo acontecido, así que evitó públicamente expresar demasiado.

- Soy comerciante - explicó a William cuando le preguntó por su especialidad - Quizás pienses que no encajo en este contexto porque no soy muy buena físicamente, pero me dijeron que en el ejército se valora bien la logística, en la estación de la que vengo yo realizaba los cálculos de materiales y era la encargada de realizar las compras. En Kuiper teníamos buena calidad de vida, no lujosa a decir verdad pero nunca tuvimos carencias. Si yo intereso al ejército es porque puedo conseguir avituallar un PEC en menor tiempo que otras personas y posiblemente, hasta ahorre dinero... - sonrió, estaba muy segura de sus habilidades, le gustaba el bello arte del comercio, conseguía objetos a bajo coste, a veces de muy buena calidad, y aún le sobraba para consentir algún capricho. Si conseguía juramentarse iba a lograr que su PEC fuera el más mimado de cuantos surcaban el universo.

Narel ante las actitudes de Mikhail permaneció callada. Tenía claro que posteriormente hablaría con el joven, algo debía rondarle la cabeza para concentrar tanta violencia en su interior. Estaba claro que ya le consideraba alguien de los suyos, su compañero, y de alguna manera, necesitaba ser ayudado. Lograrlo implicaría hacer feliz también a sus futuros focos de rabia. Si él no peleaba, mejoraría la calidad de vida del Domo 12.

Notas de juego

Momento antes de la ducha