Partida Rol por web

Mes 3. Día 18. Interior del PEC

Eylo siguió enfrascado en su labor para extraer información de la consola, un tanto ausente de lo que le podía rodear para poder avanzar con eficacia. Al principio no se percató de la música que inundó sus comunicaciones, pero luego fue muy nítida, sacándole del trance al que se veía sujeto y, luego, con las palabra de Faith. Escucharla enervó la sangre de Eylo, pero también pasmó al eridiano en la confusión, ¿qué significaba esto? ¿Qué había pasado con Kimball y los demás?

Un arrebato de furia se manifestó con un puño cerrado, furibundo, amenazando con desbocarse como resultado de aquel cúmulo de emociones contenidas. De nuevo el cristal, de nuevo aquel reclamo y, para colmo, aquel reclamo parecía haber estado en lo cierto. No confíes en ella, no confíes en ella, se repetía.

—¿Qué has hecho con Kimball y el resto de la Rust? —exigió de repente —. ¡¿Qué has hecho, demonios?!

Recordando el canal cifrado que había creado para Eugene, Alvin y Donner, Eylo lo abrió también para Kepborn que, asteriano o no, parecía también atrapado en la misma situación. Al menos su paranoia les iba a servir para poder usar un canal no intervenido.

—Tenemos este canal seguro para hablar —informó. Estuvo tentado, muy tentado, de tomar la iniciativa en todo aquello. De dirigirse hacia la lanzadera de inmediato, y con ella lanzarse contra todo el mundo si hacia falta. Un arrebato bastante suicida que pronto pasó, la amarga realidad es que estaban aislados y en absoluta desventaja —. Nos han tendido una trampa, yo..

Decirlo de aquella manera hizo que se diera cuenta. Culpa. Responsabilidad. ¿Le habían traicionado los suyos? ¿Su familia? No se lo creía. La repentina desaparición de Diana le sugería que había pasado algo ahí dentro, y temía por el estado de los suyos. Mientras se disponía a seguir las órdenes de Eugene o Kepborn, Eylo empezó a manipular el comunicador para intentar contactar con la frecuencia privada de Kimball. Al menos obtener la posibilidad de que hubiera alguna respuesta, alguna explicación.

—Sea como sea.. debemos volver a la lanzadera. Si nos quedamos aquí.. —no hacia falta decir nada más, una mirada fugaz a los cuerpos flotantes lo decía todo. La maldita misión de rescate se había ido a la mierda, aun faltaría que los rescataran a ellos.

Mientras Eylo trataba de centrarse, el eridiano puso todas las capacidades técnicas a su alcance para tratar de comunicarse con el interior de la Rust, encontrar las señales personales de su tripulación, pasar por encima de las líneas intervenidas por esa desgraciada.

Mes 3. Día 4. Hora 16.45 p.m. Alaska. Conductos de ventilación (BICOM)

Tessa Bintel suspiró con cierto pesar. Ella tenía una capacidad muy superior a la humana en muchos aspectos, pero reconocer un asteriano, diferenciándolo de un humano normal no estaba en su programación y, lamentablemente, deberían darle algunas indicaciones fenotípicas para poder señalar claramente quiénes eran unos frente a otros, de lo contrario, de poca o ninguna ayuda sería.

Siento no poder ayudar en la distinción, doctor McCarthy.

El comentario de Duncan con respecto a que estaban matando a muchos humanos sólo con irse de allí era un argumento que Bintel no podía rechazar, pero tampoco asumirlo como cierto. Tampoco ella entendía la profundidad de las palabras del médico, pues desconocía los sucesos acaecidos en el PEC, más que por unas superficiales referencias. Iba a escribir un mensaje para explicar su punto de vista, pero Duncan fue tajante con su orden, debía permanecer a la espera.

En esos instantes la cyborg miró a Einar y le susurró algo - Lo siento, querría hacer más, pero no debo... No puedo... - Los ojos brillaron acuosos y la muchacha se mostró más humana que nunca, como si todos sus circuitos estuvieran sensibilizados por las palabras de su compañero - No sé qué pasará si desobedezco... - Susurró, determinando algo, tenía cierta dosis de libre albedrío, puesto que se planteaba la sublevación con respecto a su madre creadora.

La posibilidad de reproducir la voz de Teller era el mejor de los planes, así que el médico dio las indicaciones oportunas a Tessa, y ella se preparó para hablar por el altavoz, sonando lo suficientemente convincente para que los hombres abandonasen el hangar y dejasen los vehículos abandonados. Era su oportunidad para escapar. Ahora o nunca.

Heather se quitó la bata, tal y como Duncan le pedía. La doctora no había dudado ni por un momento de su amigo, pero le miraba con intriga, ¿para qué necesitaba su ropa? Pronto comprobó que era para tapar las herramientas y amortiguar el sonido, una idea original aunque poca tela tenía para cubrir tanto hierro.

Como intercambio McCarthy le dio la bata con sangre de Teller a Heather, y se descolgó, no sin cierta dificultad, hasta alcanzar la estantería de las herramientas, descendiendo por ella sin hacer ruido, pero tampoco dando muestras de un gran equilibrio y, una vez en el suelo, Duncan corrió hasta donde estaba la avioneta, el lugar que le daría cobijo en caso de que los guardias regresaran.

El doctor le había dado indicaciones muy concretas a Bintel y ella, segura de sus capacidades, asintió ante el bucle de palabas que debía transmitir por medio de los altavoces de la nave

Puedo hacerlo doctor, será para mí un placer ayudarle a transmitir su idea. Como usted, creo que las personas de aquí dentro deben reflexionar sobre lo que están haciendo.

Era el momento de proceder y Einar, antes de bajar por la trampilla hasta la zona inferior, le dijo unas palabras a la cyborg sobre el plan. Debían quedar antes de separarse, pues en el caso de que las comunicaciones fallasen, tendrían posibilidades de volver a estar juntos.

- De acuerdo, 30 millas en dirección sur - Miró con mayor intensidad al piloto, quizás sorprendida de que solicitase sus habilidades como copiloto - Así se hará, recluta Andersen... - Indicó ella sonriendo levemente antes de asentir con la cabeza ante la posibilidad de ayudarle, cogiéndole de las muñecas y descolgándole de la trampilla al suelo. Aunque claro, Einar era un peso muerto en caída libre sobre bidones. No se hizo daño al ceder ante la gravedad, pero hizo un ruido considerable en su descenso. Un claro ejemplo de cómo actuaría un elefante en una cacharrería - ¿Estás bien? - Se preocupó la bonita mujer, asomando el rostro por el conducto y con signos de preocuparse.

Por el lado oeste y tras el descenso de Duncan, Grey bajó por la trampilla con cierta elegancia, seguida de Heather, la cual hizo caer un par de herramientas al suelo mientras se descolgaba. Ambas féminas corrieron hacia la avioneta para seguir a McCarthy. Mientras tanto, en el lado este, Bintel bajaba con la suavidad de su condición cibernética, no provocando sonido alguno al descender sobre los bidones, llegando al suelo y dirigiéndose hasta la puerta del hangar, donde la pantalla electrónica se encontraba.

Tessa Bintel entonces abrió las puertas del hangar, mientras que se fijaba en si sus compañeros habían entrado en la astronave que les sacaría de la BICOM. Una vez que Duncan llegase a la nave, comenzaría a sonar por la megafonía de la base el audio que había grabado, y que instaba a los soldados a actuar con humanidad, dándoles la información que seguramente no supieran, que Teller era un asteriano, deleitando los oídos con una confesión y declaración de intenciones del extraterrestre.

Una lástima que el doctor no pudiera ver las reacciones de los hombres y mujeres de la BICOM, pues la prudencia le indicaba que debía marchar, mientras que el piloto intentaba acceder a los mandos de la astronave para hacerse con ellos. Tessa Bintel tardaría un tiempo en poder llegar hasta donde estaban, debían decidir si partir con ella, esperándola, o marchar e ir al punto de encuentro.

Muchas dudas acechaban a William. Siempre se había considerado alguien de firmes creencias. Sin embargo no podía evitar sentirse sucio tras lo ocurrido con Min. A pesar de estar convencido que estaba salvando vidas con ello, no podía evitar cuestionarse sus decisiones. Quería pensar que al menos, al final, podrían obtener valiosa información a parte de salvar a la mediana de los Townhall y que esa información salvaría vidas... En caso contrario, sus sentimientos al respecto serían cuanto menos turbulentos. Tenía más que claro que le iba a contar todo a Milena, aunque no podía evitar pensar como reaccionaría y una infinidad de posibles respuestas vagaban por la mente del joven Thompson. 

Los comentarios que se habían desplegado sólo aportaban más preguntas a Billy. Que sería lo que había pasado con Lowell y Simon para que comentara Althais eso tan francamente. Y esta, era otra de las preocupaciones del joven. Tenía que mantener su papel, aunque eso perjudicara a otros, como a los dos reclutas en este caso. Debía contener cualquier intento de convencerles de permanecer en la SF, pues eso hubiera puesto a Althais claramente sobre aviso. Ante el comentario de Min, William le lanzó una mirada cómplice añadiendo una sonrisa pícara, interpretando así su papel, tras asentir con un gesto algo apesadumbrado a Althais.

Una vez puestos en camino, Thompson percibió unas huellas que se internaban en la cueva. Desde luego, bien podría ser la cena, aunque estando en ese planeta, también podía resultar que ellos fueran la cena de la criatura que hubiera convertido aquel lugar en su guarida. Con firmeza hizo notar las huellas a sus compañeros y a continuación se ofreció voluntario para ir a investigar, solicitando la ayuda de Lowell y Simon. Pensaba que sería un buen momento para que Althais realizara algún movimiento de reclutamiento más directo hacia Min y además tenía intención de preguntarles a aquellos dos por su situación particular. 

Caminaban con las linternas iluminando el camino de avance, excepto Lowell que iría detrás, Billy en el medio. Durante el camino, no pretendía hacer muchas preguntas, pues era mejor permanecer en silencio por si acaso. Sin embargo esperaría a la vuelta para poder obtener algo más de aquellos dos. 

Mes 3. Día 18. Lanzadera

Durante unos instantes, y hasta antes de la llegada de las naves piratas, Daya había sentido la intranquilidad que le daba el estar separada de sus compañeros. Sin aun intuir lo mucho que su día iba a torcerse. Cada uno de los equipos de trabajo se disponían a hacer su labor, mientras ella controlaba a los drones, los cuáles le mantenían informada, por medio de las pantallas holográficas, de lo que sucedía alrededor.

Lo primero fue dar novedades a través de la visión que Vego le permitía. El disco no estaba unido al PEC, seguramente éste habría despegado justo en el momento del impacto, permaneciendo en la zona por algunos restos de estructura que aún los conectaban, pero el acceso al interior iba a ser completamente inviable. Lo único bueno de la noticia era que la presurización subía y, por tanto, el ambiente de ese espacio comenzaba a ser más habitable.

Pero algo extraño sucedió, una música invadió el ambiente, provocando un incómodo silencio en quienes la escuchaban, siendo la cabo Brezos la primera persona en romper el mutismo que acechaba - ¿Qué cojones es esta mierda? - Una clara descripción para quien no tenía muy buen sentido musical - Daya, estamos de misión, aborta esta puta música... - Y cómo no, el foco de toda culpa se la llevaría la innumita, la cual no escucharía los reclamos ladrados por Eugene.

Las reacciones se sucedieron, Kepborn entrecerró los ojos, más que disgustado, seguro de que algo no andaba bien; Donner comenzó a girar sobre sí mismo, con su arma en las manos, buscando el origen del sonido, como si fuese el preámbulo de un ataque inminente; y Alvin, el natgrewniano, se puso a tararear la música, pues conocía la pieza, a la par que se dejaba llevar por el ritmo de la canción. Y es que la diversidad de acciones tenía mucho que ver con el carácter de cada cual y sus experiencias de vida.

Daya se dejó llevar por la música hasta que Vega le informó, por medio de la luz roja intermitente, que algo malo estaba sucediendo, dejando la cantinela para otro momento, centrándose en buscar el origen del problema. No tardó apenas tiempo en darse cuenta de que tres naves se aventuraban en su dirección, con intenciones seguras de que no era saludar y tomar café. Las visitas de cortesía en el espacio solían dejar la distancia suficiente como para saludarse por medio de la radio, algo que los recién llegados, no se habían molestado en hacer.

Durante la melodía Eylo apenas se percataba del problema, hasta que la voz de Faith rompió el silencio para informarles de su nueva situación, consiguiendo sacar la furia que Yimaz contenía, y no era para menos pues la usurpadora de su puesto en la Rust Walker se había metido con su familia, los cuáles no se habían pronunciado, lo que implicaba que algo malo había pasado o ese era el primer pensamiento que se podía tener.

Y la situación parecía límite. Daya se ponía en contacto con Lomber, pulsando frenéticamente el panel de comunicación, pero no recibía respuesta por su parte, quizás porque la música lo cubría todo, o puede que el soldado estuviera en esos instantes un tanto ocupado. 

Por otro lado, en el disco del PEC, Eylo volvía su mente hacia el cristal y es que éste se lo había dicho. No confíes en ella. Pero claro, "ella" podía ser Faith, Gina e incluso Grey. A veces seguir la lógica y no el corazón, era la peor de las acciones, pero en otras ocasiones, los sentimientos enturbiaban. Era difícil elegir bien. Y aún en ese momento, Yilmaz no podría asegurar de que no ponerse el cristal hubiera sido un error.

Y la canción terminó, dando posibilidades comunicativas a los presentes, fue entonces cuando Faith se hizo la anfitriona de las explicaciones, la reina de los piratas, la hija de puta mayor del reino, según quien pensara en su presencia. A Daya le vino a la mente recuerdos de Innum, y sabía que lo que se les venía encima no iba a ser sencillo. Los piratas espaciales suponían la ruina de muchas familias que se dedicaban al comercio y peor aún, no tenían fama de ser piadosos. Muchos les temían y otros tantos, no podían contarlo.

Mes 3. Día 18. Lanzadera

En el instante en que la música dejó de sonar Yilmaz se preocupó de crear un canal privado donde incorporaba a Kepborn. Era irónico, pues ahora y debía ser amigo de su supuesto enemigo, pero la prioridad imperaba.

- Es buena idea tener este medio para poder comunicarnos, Eylo - Animó Frank confirmando lo mismo que él anunciaba - Sí nos la han jugado y esto pinta mal, especialmente para nosotros. Debemos ir a la lanzadera. Daya está sola y se aproximan a ella... Maldita sea... - En los momentos de estrés se sabe si alguien se toma la situación en serio o con cierta sorna y, en esos instantes, Kepborn sufría por Banerjee, era algo más que evidente. ¿O quizás fuera porque la lanzadera era su único método de huida? - Vamos, caminemos...

El tono de voz del doctor cambió a una más grave y por su mirada, ni Eugene se atrevió a llevarle la contraria. Habían pasado de una misión de rescate a otra donde sus vidas estaban en peligro, la cadena de mando original se imponía, siendo el capitán quien dirigía al grupo de reclutas.

Yilmaz continuó buscando comunicarse con la Rust, pero el silencio de la nave era indicativo de que allí había pasado algo. El eridiano sabía que Kimball no era un pirata espacial, era un hombre que siempre que podía colaboraba con la Space Force, sin olvidar además de que era un hombre de negocios, pero nunca se había movido solo por numerarios, tenía una moral que no dejaría de lado en instantes como aquel. Eylo debía preocuparse más que nunca porque ni un contacto tuvo de parte de su familia, la única que hablaba sin parar era Faith, estaba claro que ella les había hecho algo.

- Vamos rápido - Indicó el capitán metiéndoles prisa, mientras el equipo se ponía en movimiento. Lo único que habían obtenido en claro del disco era que había allí supervivientes en estado de hibernación, pero no podía asegurar ni por cuanto tiempo más vivirían. Si hubieran tenido tiempo, habría sido una magnífica misión de rescate.

Muchas eran las ideas que pasaban por la mente de la bonita piloto. Por una lado tentada estuvo de marcharse, pues ella, a diferencia de sus compañeros, estaba a tiempo. Por otra parte, rozó con sus manos el panel con el que podía defenderse, orientando el cañón de la lanzadera hacia el enemigo, pero abrir fuego hubiera sido una condena de muerte. Y finalmente, hizo lo que su ética le permitía, informar a Frank de que les esperaba, sabiendo que su destino quedaría irremediablemente ligado al del resto de sus compañeros. Quizás una condena de muerte.

- Recibido recluta Banerjee. Vamos saliendo - Dijo Kepborn mientras salía de la zona de pilotaje del disco y se dirigía hacia la cafetería, aunque dudó por unos instantes, como si de alguna forma quisiera gritarle la orden contraria, pero eso supondría una condena para los que allí estaban, incluyéndose él mismo.

Faith había esperado pacientemente a que Banerjee hablase, pues esperaba su rendición como quien espera en un salón estético a que le tocase el turno. La mujer era amable de trato, educada en sus palabras y sutil en su forma de proceder. No obstante, la claridad de lo que acontecía no cabía duda, ella y su gente tenía el control de los soldados espaciales que estaban, en ese instante, desperdigados entre diferentes naves.

- Dama Sombría a Daya Banerjee. Me parece correcto de que espere a sus compañeros y, una vez dentro de la nave, serán escoltados hasta la Nightingale, mi nuevo buque insignia. Les ruego que no hagan nada sospechoso o incómodo, pues ante la duda, preferimos disparar antes de preguntar. Ahorremos el desperdiciar vidas... - Parecía tener cierta ética que, dentro de lo que ella era, podía resultar bastante curioso - ¿El soldado Lomber?... Sí, querida, espera, lo tengo justo aquí...

Se escuchó una frase de fondo "Te piden que saludes, ya sabes, pon voz agradable, como si te estuvieras tomando una copa en un bar de carretera"

- ¿Hola? Soy... Lomber... Daya todo bien por aquí... - El deje de seriedad del soldado era marcado, siendo el tipo generalmente simpático - Haced lo que os dicen. Hay luchas por las que no merece la pena perder la vida... ¿Vosotros bien?... 

Se cortó la comunicación, estaba claro de que Faith no iba a permitir un diálogo muy extenso - Daya querida, mis pilotos son expertos navegantes, no dudemos de su habilidad a los mandos de las astronaves. No tardéis mucho queridos, que tengo ganas de tomar un té mientras mantenemos una fructífera conversación. Estoy impaciente por ello... - Y ahora sí que la comunicación se cortó, posiblemente Delay tendía que organizar a su gente para el asedio que se avecinaba.

Y si la piloto Banerjee permanecía a la espera de sus compañeros, el equipo del disco, y éstos salían del mismo para entrar en la lanzadera, se darían cuenta de que quizás pudieran tener una posible vía de escape acelerando la nave, pero era un riesgo elevado y, si les disparaban con acierto, podrían perder la vida. Otra opción era ser escoltados hasta la Nightingale y someterse a los designios de sus captores.

Mes 3. Día 18. Hora 18.00 p.m. Acme. Casa de Margaret

Tres días tenían para presentarse en la Comandancia, y el astropuerto más cercano se encontraba a un día de camino, según fueron las indicaciones de Corlett. Además de eso el coche sólo serviría para llegar a la base aérea desde la que despegarían, una vez tuvieran un medio para desplazarse.

Naomi no confiaba en Yum, no iba a quitarle las esposas y tampoco dejarle participar en el arreglo de cualquier vehículo que tuviera como fin transportarles. Y es que cualquier desacierto o accidente en la zona terminaría señalando la Space Force como autora del desastre, algo que como marketing no era nada bueno y menos aún si venía precisamente de la gente del Domo12, aquel grupo de reclutas que había estado a punto de ser expulsados por la inminente destrucción de su PEC.

A la sargento le gustó la idea de vender aquel incidente como un simulacro de colaboración ciudadana. Así que ni corta ni perezosa, así se lo hizo saber a Margaret y al grupo de viejas cotillas, con la firme promesa de que en menos de un año, le daría a ACME una placa conmemorativa por su apoyo a la lucha contra los skulls, así como un espectáculo de coche de carreras que tendría a Foster como protagonista. Corlett no tenía ni idea de cómo iba a pagar todo aquello, pero ya convencería a Thyndall de que era lo adecuado, en ese tipo de cuestiones, confiaba en la capitán.

El caso era que las ideas de Jim estaban tomando forma y Naomi se sentía a gusto con ella, pues poner aquel pueblo perdido de la mano del señor como ejemplo de apoyo al ejército, era algo más que factible y que podía crear escuela en otras ubicaciones terrestres - Te harás cargo del marketing de Acme. Si haces unos carteles publicitarios decentes, se los llevaremos a Thyndall y le intentaremos colar esta idea* - Animó Corlett - Y sobre los productos de la tierra, como no sean bellotas, jarabe de arce, helechos o carne no se yo... - Eran típicas las maderas de la región y el acero extraído en la zona, pero eso se lo harían saber los ancianos del pueblo.

Corlett estaba de acuerdo con Foster. El sitio no era habitable y escaseaban los materiales, exculparse del poco avance sería sencillo de justificar y al final lo importante lo habían cumplido - La misión principal y encubierta era vigilar a Yum, así como la zona, pues suelen haber muchos ataques skulls. Ya tenemos algo que contar sobre Ziam, y explicar que las gentes de este lugar necesitan recursos y facilidades para colaborar con la lucha extraterrestre puede ser un buen punto de inflexión para los altos mandos...

Y tenía razón Jim para quejarse. No tenían material técnico adecuado y estuvieron prácticamente incomunicadas, cosa que Naomí ya sabía que ocurriría, tener a Ziam controlada implicaba que la oriental no tuviera opción a comunicarse absolutamente con nadie.

Jim se dispuso a arreglar el coche que les llevaría a la astronave, pero se percató de que la hija de gran puta que era Yum Ziam, se había cargado no solo los cables que conectaban la centralita del vehículo, también los inyectores y, sin éstos, no había manera de que el motor dejara paso a la gasolina para hacer la combustión. Curioso, pero era tan buena mecánica como destruidora de sistemas, pues los vehículos de gasolina normalmente no tenían fallos a ese nivel.

El problema ya no era conseguir piezas, sino que Jim no tenía ni idea de cómo encajarlas dentro del destrozo del motor. Si quería solucionar aquel conflicto, iba a tener que convencer a Corlett de que Ziam intentase solventar el mecanismo, o buscar otro medio de transporte. Había todo un pueblo a su disposición**

Mes 3. Día 14. Hora 12.00 a.m. Protect. Exteriores

Althais iba lanzando su veneno a todos los miembros del equipo. Seok no parecía casar con sus ideas, pero ahí estaba él, apoyándola en las decisiones que tomaba. Lowell y Simon eran un enigma para Thompson, dos extraños que habían acabado formando escuadra con aquel grupo de fracasados, o eso era lo que verían el resto de los cadetes cuando les observaran. Y luego estaban Min y él mismo, una pareja recién formada, ambos obligados a estar en el ejército por sus padres, y que parecían en cierto modo manipulables.

Suky parecía actuar de maravilla, la muchacha miraba a William con ojos de enamorada y le sonreía casi constantemente, manteniendo el papel activo que le correspondía, estar prendada de su compañero ante los ojos de los demás. Aquellas señales no pasaban desapercibidas ante Townhall, la cual cada vez se mostraba más interesada en la pareja, como si tuviera en posesión algo importante que ofrecerles y no pudieran rechazar. Libertad. Natgrew. Un futuro libre de obligaciones. Un vil engaño para gente excesivamente joven, desesperada e incluso estúpida.

A William aquella realidad le intrigaba demasiado, Lowell y Simon parecían excesivamente callados y quizás, era buen momento para llevarlos aparte, de caza, y averiguar el motivo por el que Townhall aseguraba de que en el ejército tenían un futuro incierto. Así que el joven Thompson se postuló como voluntario para perseguir a la criatura que había dejado aquellas marcas en el suelo, mientras que Seok aplaudía su decisión, dando la sensación de que no era nada bueno con las armas de fuego, prefiriendo mantenerse a salvo.

Min y Althais quedarían al lado del oriental, conservando la posición, en espera de que sus compañeros trajeran algo de almuerzo. Sería un momento que Min aprovecharía para tener conversaciones profundas con la hermana de Eris y hasta puede de que pudiera llegar a un acuerdo que les facilitase a ambos el acceso a Natgrew, así como su unión a las líneas rebeldes.

Y así fue como Billy señaló la zona por donde debían avanzar. Simon abriría la marcha, posicionándose en primer lugar y seguido por el joven y avispado Thompson. Finalmente, la retaguardia sería cubierta por Lowell, mientras todos, en general, miraban al suelo.

La cueva se adentraba en la profundidad de la montaña, descendiendo por una cuesta empinada de bastante anchura. Parecía que las cavernas confluirían en las entrañas del planeta. Y comenzaba a surgir un milagro, había humedad en las paredes, que aunque no daba para rellenar la cantimploras, al menos podrían intuir que bajando más, pudiera haber algún curso de agua natural subterránea.

Todos caminaban silenciosos, como si en cualquier momento pudiera atacarles algún tipo de criatura, escuchando un ruido de fondo que recordaba al roce de una cubierta dura, como si de un caparazón se tratase. Era un buen momento para no hacer ruido, pues no tenían idea de qué tipo de seres pudieran estar acechando. Aunque viviendo en el planeta donde estaban, nada bueno podía salir de allí.

Los tres compañeros llegaron entonces a una zona que se dividía en tres pasillos, los reclutas bien podían avanzar de frente siguiendo la línea de las marcas del suelo; dirigirse a la derecha donde había mayor cantidad de ruido quitinoso; o meterse en una pequeña cámara dispuesta a la izquierda, dentro de la cual había una serie de objetos circulares del tamaño de puños, que claramente eran huevos blandos y gelatinosos.

Lo que descubriría William era que Lowell y Simon eran ambos muy callados y si deseaba sacarles información, debería ser él mismo quien diera el primer paso.

Por más que conocía la naturaleza en parte artificial de Bintel, su comportamiento sumado a su arrebatador aspecto lograban desarmar al ingenuo piloto, el cual no pudo reprimir una caricia de consuelo ante la reacción angustiada de Tessa

-Bueno, si te sirve de consuelo, ese tipo de dilemas son de lo más humano...-le dijo sonriendo- Y estás haciendo tanto como para resultar en la diferencia de que vivamos o muramos, así que eso es más que suficiente ¿No te parece? Y ese tipo de cosas ya las irás descubirendo por  ti misma.-resolvió en tono amable, antes de dejarse descolgar desde la trampilla, para acabar cayendo estrepitosamente, si bien la suerte pareció sonreirle puesto que aquel escándalo no pareció provocar ninguna acción hostil en su contra.

Tras los segundos de tensión que siguieron a su caida desde los conductos, acabó por reunirse con el resto del grupo, disponiéndose todos a cumplir sus cometidos en aquella misión de extracción que estaban a punto de llevar a cabo, no sin antes perfilar el perfeccionista piloto todos los parámetros que aún estaban bajo su control.

-Bien, hacernos con el control de la nave puede darse bajo dos condiciones. Que encontremos resistencia o que se encuentren vacías. Si se da el primer caso propongo que el equipo de asalto salgamos con la primera nave. Me posicionaré en el exterior del hangar encarando su salida para proporcionar, de ser necesario, fuego de cobertura con las armas laser de la nave a Tessa para que ella pueda salir con el segundo transporte. Si lo logramos conseguiremos dejar a la fuerza enemiga sin método de evacuación, por lo que supongo que así lograríamos ganar tiempo al resto de rehenes-Quedaba claro que Einar llevaba tiempo dándole vuelta a aquello, buscando la mejor forma no solo de huir si no de tratar de dar una oportunidad a los moradores de la base.

-Si por el contrario encontramos resistencia en la toma de la nave, eso probáblemente quiera decir que la otra nave también contará con defensores. Por eso mismo si se da el caso propongo que recojamos a Tessa junto a las puertas del Hangar, que embarque y una vez en el exterior encararé la salida del Hangar y descargaré cuanto tengamos en la nave, o bien bloqueando la salida o bien destruyendo el otro transporte. Así lograríamos el mimso objetivo y nos evitaríamos una persecución directa.

Antes de seguir, echó un vistazo hacia la nave que estaban a punto de abordar, así como de la localización y del ángulo de la misma en referencia a la puerta de salida. En su cabeza ya empezaba a realizar los cálculos para acometer la maniobra de despegue de la forma más rápida y efectiva.

-Serñorita Bintel, si finalmente logramos despegar los dos pájaros, estaré esperándote justo a la salida en vuelo estático. En cuanto salgas volaremos en formación de "Frente" con un intervalo de 150m. y a una distancia de 50m. Tú volaré como "lider" y tú como "punto". el rendezvou si se da cualquier imprevisto lo mantenemos a 30 millas dirección Sur.-Pese a la presencia de una superior directa en aquella misión improvisada, Einar ya estaba actuando como un auténtico piloto de combate y tenía muy claro que pese a la diferencia de rangos, en situación de fuego real el parecer de los especialistas en asuntos técnicos solían saltarse cualquier cadena de mando inmediata, salvo comentario expreso de la misma, por lo que no se estuvo de buscar la mirada de la Sargento en búsqueda de un gesto afirmativo ante su plan.

-Bien, suerte a todos y que el viento esté de nuestro lado-dijo para finalizar, imbuido por aquel ardor guerrero que había empezado a sentir desde hacía más bien poco, ayudando a apartar el más que lógico miedo que podría atenazarle ante situaciones como aquellas.

En cuanto la Sargento dió la órden, el piloto corrió como el que más siguiendo la formación que se dirigía hacia la nave más alejada de las puertas del Hangar. Una vez se detuvieron frente a la compuerta de la misma, dió una palmada al hombro de Grey. -Sargento, una vez asegurado el interior, necesitaré que me acompañe en la cabina para hacer las funciones básicas de artillera de a bordo. Yo me ocuparé de todo el aspecto técnico, pero si se da el caso de enfrentarnos a otra aeronave y careciendo de copiloto no podré dedicarle demasiada atención a las armas, por lo que cuento con usted-Sabía que a la militar no le entusiasmaba volar, pero tambien tenía claro que en resolución y soltura de combate pocos le hacían sombra.

Para alivio de Einar, no parecía haber nadie en la aeronave, por lo que sin perder un instante corrió hasta la cabina y tomó el asiento principal, empezando a accionar botones y palancas a una velocidad vertiginosa y, sin embargo, con absoluta precisión.

A cada "click" que sonaba alguna de las pantallas se iluminaba y empezaba a arrojar datos que enseguida eran absorvidos por el especialista

-Combustible comprobado, sistemas de defensa en línea, activando propulsores uno, dos tres y cuatro. derivando energía auxiliar hacia los propulsores para optimizar el arranque-Iba informando en voz alta desde su posición privilegiada, mientras unas pantalllas holográficas se desplegaban frente a sus ojos mostrándole imgágenes en tiempo real de lo que ocurría en el exterior de la nave.

-Armas activadas, escudos cinéticos funcionando...Tessa acaba de abrir la compuerta. Todo preparado para despegar-Informó a sus ocupantes, haciendo uso de la megafonía interna de la nave así como duplicando aquel mensaje hacia el comunicador de la cyborg.

Agarrando el mando que le confería el control absoluto de aquella máquina diseñada para la guerra, dió un suave tirón hacia él, logrando que la nave se elevase primero unos centímetros y luego varios palmos, pero de forma tan acompasada que apenas fue perceptible. -Despegamos-informó sin perder de vista ninguno de los parámetros de las pantallas -Tessa, nos vemos en un momento.

La intención de Einar era la de nada más abandonar el Hangar situarse en un ángulo cerrado y  rotar la nave en vuelo estacionario encarando el hangar que le permitiese tener visión con la segunda nave en tierra pero manteniéndose a cubierto de cualquier ataque directo desde el interior de la base

Mes 3. Día 4. Hora 16.45 p.m. Alaska. Conductos de ventilación (BICOM)

Duncan sonrió, ella no tenía la culpa, se estaba comportando como un cretino. Debería haberle escrito algo para consolarla, decirle que no tenía la culpa, que él tampoco lo había conseguido, pero es que le había enfadado, enardeciendo su frustración. Suspiró. Debía permanecer a la espera hasta que su plan se pusiera en marcha, un plan con el que engañaron a los soldados y avisarían a toda la base, tal vez también escaparían si había suerte.

El mensaje del falso Teller funcionó y todos se descolgaron con más o menos gracia de los conductos de alimentación. Tessa abrió las puertas del hangar y una vez que entró en la nave empezó a sonar por megafonía su mensaje, el mensaje por el que tal vez, si de verdad eran lo mejor que podían aportar a la humanidad, podrían salvar el BICOM.

Lo prudente era largarse, la investigación era lo más importante, pero no podía evitarlo, miraba a Bintel, y Bintel estaba viva, y él había jurado proteger la vida. Miró a Heather, a Dunne, a un Einar que empezaba a trastear con los mandos de la nave. Tenía que hacer algo, no podía dejar sola a una ¿persona? que había arriesgado su vida por ellos, aunque fuera una vida electrónica. No lo haría, no la dejaría, ya había abandonado a mucha gente, ya tenía las manos llenas de demasiada sangre. Escribió en su comunicador

- No puedo dejarla sola, voy a ayudarla. - miró a Dunne y a Heather, sabía el riesgo que corría - Tenemos las muestras, la bata con la sangre de Teller... No tengo porqué ser yo, con un buen médico basta y tú eres buena Heat, y en cuanto a ti Dunne, necesitamos a un mando para que nos escuchen, además, yo no conozco hackers para los ordenadores de Teller y Kepborn. Yo me quedaré, cerraré las puertas del acceso al hangar para que todos podamos despegar.

Cerrar el acceso al hangar menos la puerta de salida de las naves, ese era su plan. Amontonar barriles, romper cerraduras, frenar a los posibles atacantes para que los dos pájaros despegaran. Se encaminó hacia las puertas del avión, no sabía de donde sacaba ese valor, seguro que todo era por Noor, ella, donde quisiera que estuviera le ayudaría.

Adentrarse en una profunda cueva de aquel planeta que parecía diseñado para aniquilar cualquier intento de supervivencia quizás no fuera la mejor de las ideas que había tenido William en su vida, aunque también pensaba que desde luego tampoco había sido la peor. La misión le estaba poniendo a prueba de muchas maneras que jamás hubiera imaginado. Notaba los nervios recorrer su cuerpo. No era como el combate que tuvieron con los Skulls, esto era diferente. No era una amenaza evidente que venía a por ti directamente. Ahora, era una situación amenazante ante un posible enemigo desconocido e invisible. 

No había manera de saber qué era la criatura que allí se encontraba, aunque creía hacerse una idea de la validez de los huevos como posible alimento. De todos modos estaba claro que estando la criatura allí, hacerse con los huevos sería una acción bastante suicida. Con calma y tratando de no hacer ruido, indicó a sus compañeros que permanecieran avanzando lo más sigilosamente posible. Tomarían el camino por el que iban las huellas, pues dejar aquella criatura a sus espaldas era un riesgo que no estaba dispuesto a correr. Aprovechaba para dar indicaciones sobre como caminar en ese terreno para hacer menos ruido mientras les instaba por gestos que permanecieran en silencio. 

El movimiento de Thompson era silencioso, ni una brisa haría menos ruido. Lo único que podría oírse era el latir de su corazón con un movimiento que se iba acelerando conforme avanzaba en aquellas cavernas desconocidas. Estaba deseando hablar con sus dos compañeros, sin embargo no era el momento, sentía que de alguna manera estaban en un posible peligro y no sería tan estúpido como para hacer el menor ruido que pudiera alertar a la criatura de su presencia. Preparado y alerta a cualquier posible aparición, el grupo de tres continuaba avanzando hacia el interior. 

Mes 3. Día 18. Hora 18.00 p.m. Acme. Casa de Margaret

Mis propuestas para convertir la caza de Yum en un simulacro de respuesta ante una emergencia inesperada fue aceptada por la sargento, sin duda era una forma sensata de enmascarar la realidad. Pero coló. Los pueblerinos se sentían a gusto con el reconocimiento que habían obtenido nada menos que de la Space Force, por medio de una iniciativa piloto. Se les dijo que habían sido los primeros, que el resultado había sido satisfactorio y que Acme sería la primera piedra para la construcción de una nueva galaxia, más segura, en la que los habitantes de muchas localidades serían capaces de resolver problemas, así como enfrentarse a las alimañas extraterrestres y derrotarlas. Para ello, la SF invertiría en el pueblo, les otorgaría armamento, así como mejoras técnicas y establecería una base más acondicionada.

Por supuesto, todo eran palabras en el aire, pero se podía respirar un ambiente de colaboración y gratitud. 

La sargento Corlett nos informó del planning que había establecido la capitana, teníamos 3 días para estar en la base de la comandancia. Estudiamos el mapa para saber cuánto tiempos nos traería ir desde Acme hasta el astropuerto y de allí a la comandancia. Si arreglábamos el 4x4 en 1 día nos plantaríamos en el puerto y de allí hasta la base, calculábamos que sería otro día, así que, nos sobraba uno, que lo gastaríamos en ajustar las tareas pendientes en el pueblo.

En teoría todo estaba organizado salvo, que Yum, la mecánica estaba esposada y que la sargento no tenía intención alguna de quitarle los grilletes. Lo que parecía un inconveniente se convirtió en todo un obstáculo cuando intenté colocar la pieza que nos había mandado el taller y arreglar el boicot que Ziam había causado. 

– Esta pieza debería de encajar aquí y... – pero no encajaba. Aquello me inquietó, igual me había equivocado a la hora de volver a montar la batería con la correa del motor – debería de poder ajustarse y fíjate, si le doy la vuelta vas a ver que la zona de rosca va a... – a ningún sitio porque no llegaba a la zona de contacto, además es como si hubieran limado los bordes porque no había forma de enroscarla en ningún sitio. Para colmo la correa de distribución se soltó sin que nadie la tocara – vaya, ahora mismo no sé qué pieza va aquí – le pedí a Vera que acercara la linterna porque estaba en un momento en el que necesitaba verlo claro – sin Yum esto va a ser imposible.

Me llevé las manos a la cabeza y revisé otra vez el motor, ya no era que faltase una pieza sino que al menos cuatro conectores no había forma humana de volverlos a enlazar. Cada vez que repasaba algo del motor, encontraba una pieza que no debería de estar allí y lo estaba – porras, debería de ser fácil y sin embargo esto me sobrepasa – conocía aquel vehículo, sabía conducirlo pero en cuanto a mecánica, mis conocimientos eran más reducidos.

Cerré el capó y fui directamente a hablar con Yum – no sé qué le hiciste pero no soy capaz, así que, vas a tener que ayudarme sí o sí – el problema es que la sargento había rechazado esa opción y tampoco le iba a quitar las esposas. Así que, había que pensar rápido y ya.

– ¿Y si hacemos una clase de mecánica avanzada para la gente del pueblo? – en un primer momento pensé que, igual había algún manitas que nos podía echar una mano, quién sabe, si nos poníamos varios a trabajar en el arreglo podría ser que diéramos con la solución. Pero también podía ocurrir que, desmantelásemos por completo el vehículo, siendo ésa una opción que no nos podíamos permitir – vale, no, pero y si... Hacemos una especie de concurso. Sargento, imagínese que presentamos a nuestra candidata: "Yum Ziam" frente al mejor mecánico del pueblo para que en un tiempo cronometrado intenten resolver una avería previamente forzada en el vehículo – evidentemente, no diríamos que "dicha avería forzosa" se trataba de un boicot, pero sí que, podíamos nuevamente enmascarar la realidad y sacar provecho de la creatividad – y para equilibrar un poco el torneo, nuestra candidata intentará superar la prueba, teniendo las esposas puestas – aquello iba de cumplir a medias la orden de la sargento, por un lado Yum mantendría las manos condicionadas, mientras que por otro eso sería visto como una facilidad que otorgaba la SF para que cualquier vecino que supiera de mecánica obtuviera ventaja.

– Tienen que aprender a resolver problemas. Cuando llegamos aquí, recuerdo que el vehículo del tendero no andaba y Yum lo arregló, o estaba en vías de hacerlo... Lo que quiero decir es que, si supieran hacerlo, no tendrían que recurrir a la ayuda exterior, no estarían condicionados porque les faltase una pieza... porque ellos serían "esa pieza", serían esa herramienta que facilita las cosas – sin duda quería tener un discurso brillante, o al menos que rebajara la tensión a la vez que encendía los corazones en arras de loar un reconocimiento a las capacidades técnicas de la gente del pueblo – Lo importante que es la formación... Un campeonato de carreras, otro de mecánica y otro de constructores ¿Qué me decís? – aquellas habían sido las categorías antiguas de las carreras, quizás Acme podía revitalizar los torneos, presentando otro tipo de carreras más centradas en la habilidad que en la velocidad – vehículos de época, con tracción animal... deportes autóctonos, una oferta distinta y original.

Pero mientras le comentaba a la sargento mi plan, en compañía de las demás reclutas, también esbocé la alternativa a que finalmente Yum no nos ayudase en el intento de arreglar su sabotaje. Y así le comenté a Corlett que quizás si el vehículo no estuviera listo para el viaje, habría que buscar medios alternativos. Así se me ocurrió, modificar el 4x4 para convertirlo en un vehículo ecológico y natural, que si bien su uso fuera a consecuencia del sabotaje previo, pudiera convertirse en el vehículo del futuro, sobretodo en pasajes naturales como Acme, pero también se podría intentar y seguro que tendría éxito en Natgrew. Se trataba de mezclar los aspectos más modernos del transporte con aquellos que eran tradicionales, aunque para ello hubiera que cortar el coche en dos para lograrlo.

Era una forma silenciosa y no contaminante de viajar, además no restaba en comodidad porque se aprovechaban aquellos recursos que tenía el vehículo, como eran: los amortiguadores, el espacio interior, el uso de luces pero sobretodo estaba "la terraza" que consistía en colocar unos asientos encima del capó una vez que para aligerar el peso del vehículos nos habíamos deshecho previamente del motor. Por supuesto, la tracción era animal. Es cierto que, no alcanzaba una velocidad punta muy elevada pero a la vez era mucho más seguro, además que tenía un agarre al suelo mayor y aunque la exposición al viento también era grande, no esperaba que condicionara mucho su velocidad. Además las vistas eran increíbles.

Le presenté varios modelos a la sargento, aunque el primero parecía el más cómodo y asequible, dado que era un concepto a partir del vehículo que teníamos. En cambio los otros, eran mucho más modestos e incómodos, pero también servían para viajar.

Transportes ecosostenibles, silenciosos y naturales. No necesitaba ningún tipo de combustible contaminante y además eran fáciles de construir, con lo que podían convertirse en un medio de transporte más, en la línea de vehículos rápidos, ecológicos, silenciosos y espartanos. El ahorro con las piezas era considerable y nunca se estropeaba el motor. Tampoco se pinchaban las ruedas.

Además la tracción animal aseguraba un grado de percepción mayor con el entorno, sin duda los caballos en el caso de que los viandantes no se hubieran percatado de la presencia de un monstruo alienígena, probablemente el instinto de aquellos animales podría sernos útil en momentos serios. Además es que podía mutarse el animal en función de la época, así de igual modo que se utilizaban caballos, podrían utilizarse camellos o alces.

Por supuesto, aquellas ideas suponían una alternativa a los viajes tal y como los realizaba la SF, pero visto en perspectiva seguro que tanto en Acme como en Natgrew (una especie de planeta ecologista) iba a causar sensación. Aparte que era muy fácil conducirlos y daban compañía. Margaret podría ir hablando con el animal todo el trayecto sin que se mareara, ni le molestase la música. También podían servir de puestos móviles de vilgancia, estaciones de comunicaciones o del clima.

Ante todo quería procurar que la sargento cambiase de idea y facilitara a Yum para que pudiera arreglar el vehículo, toda vez que los medios alternativos que le estaba presentando eran mucho más lentos e implicaba salir ya, para evitar llegar con el tiempo demasiado justo o tarde.

Sobre los productos de la huerta y pretender comercializarlos, escuché atentamente lo que Naomi comentó a cerca de los productos típicos de allí – ¿Bellotas, jarabe de arce, helechos, carne...? Una pizza campestre, que sea única de aquí, la podríamos llamar "la conifera" – en clara alusión al bosque que rodeaba al pueblo – una cerveza, eso sería éxito asegurado – se podía intentar hacer una, aunque supiera a bellotas, igual triunfaba – cerveza vegana, ahora está muy de moda toda esa gente – igual se convertía en un auténtico pelotazo – imaginad: La cerveza que te da poder infinito para enfrentarte a los skulls – igual para el lema había que buscar un especialista en publicidad, pero todo era empezar.

Como último remedio siempre podíamos ir en tractor, o intentar arreglar el jeep del tendero y llevarnos ése hasta la comandancia, o la furgoneta que le habían prestado a la sargento durante el simulacro de Yum.

Mes 3. Día 18. Lanzadera

Su nuevo buque insignia…

Un escalofrío la recorrió de cabeza a pies. Sus temores se acababan de confirmar, habían tomado la Nightingale y la habían reclamado como suya de una forma limpia, sin ningún esfuerzo, de una forma tan tonta que a ver cómo explicaban en Comandancia que habían perdido aquella grandiosa astronave, la que había pedido ella, la que había pilotado. Y Frank. Frank estaba metido en un lio por perderla estando la misión bajo su mando. Si no hubiera venido a aquella misión para estar con ella y poder verse después de todo lo ocurrido en el PEC ahora no estaría metido en aquella historia por la que tendría que responder. Pero, ¿quién en su sano juicio iba a desconfiar de la Rust Walker? Ni tan siquiera Eylo había visto venir aquello. Primero lo del PEC, ahora la Nightingale. No tenían futuro en la Space Force ni por asomo, no volverían a confiar en ninguno de ellos en absoluto.

Se centró en el presente. En la voz de Lomber, seria por primera vez desde que lo conocía-De acuerdo, tranquilo, no va a pasar nada, enseguida estamos contigo…-la conversación se cortó antes de que ella pudiera terminar de hablar con él. ¿Qué acababa de decir Faith? ¿Tomar el té? ¿Estaba de broma? No había escuchado una frase tan cínica en su vida.

Daya se dio cuenta de repente de que estaba sudando, de que las manos le temblaban y de que aquella línea de pensamiento no era la correcta en aquel momento. Aquella situación era demasiado peligrosa como para preocuparse por una nave. A la mierda la nave y la Space Force al completo, ya darían cuentas si conseguían salir de esa. Ojalá tuvieran que dar cuentas ante el mando que fuera en la mismísima Comandancia, le daba igual si implicaba tener que abandonar la Space Force llegado el caso, lo importante era salir de allí con vida.

¿Qué hubiera hecho Soa? ¿Qué hubiera hecho su amigo en una situación como esta?

Los recuerdos de lo que había escuchado en su Innum natal acerca de los piratas espaciales estaban muy presente en ella. Ahora los tenía delante, venían hacia ella, eran reales. Todas estas semanas pensando en los asterianos y ahora resulta que se habían encontrado con algo muy diferente pero igual de letal. Por lo que había escuchado en el comunicador y las imágenes que Lira le trasmitía, sus compañeros venían de camino a la lanzadera en aquellos momentos, pero no había que hacer muchos cálculos para saber que no llegarían a tiempo para poder alejarse de allí con seguridad y, además, eso implicaría dejar atrás a Lomber. No era una opción para ella, no podría vivir con aquello sobre su conciencia.

Respiró hondo, intentando tranquilizarse, retomar el control de la situación de nuevo en aquella lanzadera.

Miró por un instante el panel de mandos que tenía delante como si pudiera darle una respuesta a sus dudas, a sus miedos. Tenía que hacer algo, lo que fuera, seguro que podía hacer algo.

Vega…

Se giró a los controles del dron y suspendió su programación, dejándola asegurada al casco del PEC. Si estaba en su mano, no se la llevarían los piratas y, llegado el caso, si alguien más de la Space Force llegaba allí y la descubría, por lo menos sabrían que la Nightingale había estado allí y podrían ver las imágenes grabadas en su memoria y saber lo ocurrido. Algo era algo.

Cuando terminó con Vega, amplió la holopantalla principal de la lanzadera que ya mostraba la imagen de las tres naves con todas las alarmas de aproximación parpadeando. Seleccionó las tres imágenes y ordenó a la IA buscar los modelos de las naves buscando saber su potencia de disparo y, sobre todo, la capacidad que tenían para transportar personas, intentando averiguar con qué número de piratas iban a tener que verse cara a cara en la Nightingale. La IA no tardó en devolver información, pero no la que la innumita deseaba ver. Ningún modelo en concreto coincidía, solo daba aproximaciones muy bajas con algunos modelos en concreto, modelos antiguos y en desuso.

Están tuneadas, parcheadas, son una mezcla de varios modelos, no voy a sacar nada por aquí. 

Amplió la imagen y seleccionó un par de opciones, pidiéndole a la IA que calculara las dimensiones de las tres naves.

-¡Mierda!...¡Joder….!-susurró para ella, agobiada por el tamaño calculado por la IA que la dejó mirando la pantalla, descompuesta. No eran unas naves pequeñas precisamente las que se les venían encima. ¿Cuántos piratas podía transportar cada una de ellas?

Dos mínimo seguro, piloto y copiloto. Pero seguro que llevan más tripulación… ahí entran con facilidad… Daya se imaginó el interior. Solo con que contara cada nave con un compartimento de transporte parecido al de la Starliner podría transportar cada una unas veinte personas con tranquilidad y holgura Por todo el universo….solo somos seis… Estaban en desventaja abrumadora. Se le cerró el estómago y estuvo tentada de abrir el comunicador y comentar aquello con sus compañeros, pero saber que Faith la escucharía la hizo desistir de inmediato, no le iba a dar la más mínima pista del estado en el que se encontraba en aquel momento. Aquello la mataba, no poder hablar libremente con Frank y con Eylo y tener que aguantarse hasta que estuvieran a bordo, estaba pudiendo con su ella y su entereza. Su corazón latía a mil por hora, su mente funcionaba aún más rápido intentando encontrar una solución a aquella situación en la que todos salieran lo mejor parados posible. En aquel momento hubiera preferido estar en el disco con el resto de sus compañeros, hubiera sido mil veces mejor que estar allí viendo acercarse a aquellas naves a toda velocidad y no poder hacer nada por evitarlo. Si la hubieran pillado en la Nightingale otro gallo hubiera cantado, pero en la lanzadera estaban vendidos.

-Daya Banerjee a Faith Delay-llamó por el comunicador intentando que su voz solamente demostrara tranquilidad y seguridad, algo que estaba muy lejos de sentir en aquel momento-Agradecemos el té, pero quizás sería más simple para todos que recogiéramos al soldado Lomber y que nos fueramos con la lanzadera. Sin más. No haremos preguntas.  Ustedes se quedan con la… nave-a Daya se la atragantó decir aquello, tendría que responder ella sola ante quien el universo tuviera a bien que tuviera que dar cuentas-y todos ganamos con esto.

Por la mente de Daya pasaban en fila las posibilidades que se habrían ante ella. La aceptación o no de ese trato por parte de Faith era casi imposible pero, si aceptaba, su mente se iba a las consecuencias de entregar ella misma la nave aunque fuera de forma totalmente virtual porque, tras la jugada maestra que acababa de gastarles, ya estaba en manos de la corsaria.

Mientras que la mujer contestaba se concentró en ver el avance de sus compañeros. Muy lentos. Iban muy lentos. Si fueran más rápido quizás tuvieran una oportunidad de irse de allí. Pero sabía que no podría dejar a Lomber atrás como no los había podido dejar a ellos. Se tapó la cara con las manos unos instantes, intentando acompasar su respiración, sabiendo que había dejado pasar la oportunidad de irse y salvarse ella misma. Ya era tarde, entraría en el radio de alcance de aquellas naves en cuestión de segundos. Solo le quedaba esperar .Pensó en cada uno de sus hermanos, en sus padres, en el resto de su familia, en todos sus sueños que ahora mismo estaban en el aire. En los sueños de Eylo. En Frank y en ella. Ahora todo quedaba suspendido en manos del destino como nunca antes lo había sentido. La incertidumbre. La fragilidad de la vida. Esa en la que nunca se piensa hasta que en un segundo todo se tuerce.

Pero irse de allí ella sola dejando atrás a uno solo la condenaría a la muerte en vida. Lo tenía tan claro, tan evidente, que por lo menos sabía que estaba haciendo lo correcto para ella. Y no se arrepentiría.

Vio que sus compañeros estaban desarmando ya la estructura metálica que les daría paso al vacío que había tras la brecha en el caso del disco. Conectó los controles de la lanzadera a su comunicador. No sabría si les serían útiles en algún momento o no, pero no estaba de más ser previsora. En ese momento se acordó que la Nightingale podía haber hecho que la lanzadera volviera por si sola al hangar, pero no lo había hecho. ¿Desconocía eso Faith? Muy probablemente.

Volvió a suspirar y se recostó en el asiento viendo cómo se acercaban las naves. No podía hacer más.

Aunque fueran solo piloto y copiloto son siete, posiblemente todos armados. Lomber está fuera de juego, yo solo tengo la táser, Frank creo que no lleva arma. ¿Eylo llevaba alguna? Se fijó en la imagen que le devolvía el dron del grupo para intentar adivinar si el eridiano había cogido algún arma al salir. Donner sí, también Alvin y, por supuesto Eugene.

Se quedó sin respiración cuando se percató de algo en lo que no había reparado hasta ese mismo momento.

Ella tenía arma.

Lira.

Mes 3. Día 18. Lanzadera

Tras la desagradable sorpresa, Eylo empezó a concentrarse en la situación. Se sentía estúpido, pero también furioso, como la desgraciada de Faith hubiera tocado un pelo a cualquiera de los suyos.. pero también asomaba la inquietud de que alguno de ellos estuviera metido en esa operación. No lo entendía, ¿cómo ella sola había podido hacerse con el control de la Rust? ¿Con Gina, Dwayne..? Pensar en lo que pudiera haberles pasado le hizo sentir un escalofrío. Sin obtener ninguna lectura más de la consola, se dispuso a seguir las órdenes de Kepborn con frustración.

La culpa aún no había asomado, parte de él sentía que era el responsable de haberlos metido en esa situación. Miró a Eugene fugazmente, tragó un poco de saliva y le asintió. También miró a sus compañeros de promoción, Donner y Alvin, se prometió resarcirles por esto. Suspiró y se puso en marcha junto a Kepborn mientras recogía las cosas.

—¿Cuál es el plan, señor? —preguntó finalmente obedeciendo al capitán —. ¿De verdad estamos solos? ¿No hay forma de contactar con la Comandancia? Es algo que no he terminado de entender en todo esto.. —apretó los labios exteriorizando finalmente sus inquietudes —. Casi tengo la sensación que todo esto estaba preparado de antemano. Que alguien nos ha vendido.

Por la forma en cómo lo decía no se refería tanto a Faith, sino algo que trascendía a eso. No se creía que aquella tipa lo hubiera organizado todo delante de los morros de Kimball, y descartando de plano la participación de él o cualquiera de la Rust en todo aquello, solo cabía la posibilidad de que alguien hubiera soltado un chivatazo. Puede que incluso los asterianos hubieran movido entre bambalinas todo aquello usándose de piratas para esto.

Con estos pensamientos, Eylo siguió la estela del grupo de vuelta a la lanzadera.

Mes 3. Día 4. Hora 17.00 p.m. Alaska. Hangar (BICOM)

El comportamiento de Bintel iba a estar bien definido, no podía atacar a los soldados del hangar ni dañar a nadie que estuviera en la base BICOM. Aunque por el brillo de su mirada denotase que quería ayudar más y ser más útil a la causa. Einar invirtió un tiempo en consolarle y ella agradecida, le sonrió, denotando con aquel gesto cuán hermosa podía ser una mujer cuando su interior se encontraba equilibrado con el exterior. Era preciosa y no solo en cuanto a aspecto, quizás su creadora le había transmitido todos los nobles valores que constituían la Space Foce.

En la zona este Einar se descolgó, siendo algo ruidoso en el proceso, algo que no compartiría su compañera, la cual, elegante, bajó por los bidones y corrió hacia la placa electrónica que permitiría o impediría la apertura de las compuertas. No fue algo complicado, de hecho, la idea de utilizar los altavoces para engañar a los guardias, había sido tan brillante de que podrían salir del lugar sin realizar acción bélica alguna.

Hubo unas palabras previas del piloto, intentando adelantarse a posibles acontecimientos. Si no había resistencia en el hangar, Einar cogería los mandos de la nave y apuntaría desde fuera hacia el interior de la base, con el fin de poder cubrir a la cyborg, la cual se había convertido en su compañera de penurias y sufrimiento. Pero si había alguna cuestión que le impidiera escapar en paz del sitio, recogerían a Tessa justo en las puertas para que embarcase, y luego ya buscaría la manera de inutilizar el otro transporte. El objetivo en cualquier caso era evitar una persecución directa.

Andersen corrió hacia la nave más alejada a las puertas del hangar, una buena estrategia porque si alguien venía más tarde, les ralentizaría con esta sencilla acción. Grey, Heather y Duncan habían llegado al mismo vehículo, el cual estaba posicionado en la zona más oeste. Y cuando todo debiera ser sencillo, el doctor dijo algo que rompería con el curso de las acciones a seguir. No podía dejar atrás a Tessa Bintel, a pesar de ser un cyborg tenía un aspecto demasiado humano y su comportamiento era mejor que el de otras muchas personas que conocía. ¿Cómo darle la espalda?

- Maldita sea, Duncan... - Grey protestó, pero no le dio argumentos. ¿Cómo decirle que no lo hiciera si ella misma creía fervientemente que debían irse juntos? - Apresúrate, pero no puedes caer, ¿me escuchas?... - Podía ser casi considerado como una orden - En cualquier caso y, pase lo que pase, no vas a estar solo. Si te cogen, te sacaré, es sólo cuestión de tiempo...

Peor llevaría Heather esa información, pues había recuperado a su amigo, no deseaba perderlo ahora que las situaciones volvían a su cauce - No es cuestión de medicina, Duncan. Hay mejores médicos que yo para analizar esta sangre. No te le juegues... - Quizás fuera por la mirada de McCarthy, la muchacha reculó para decir otra cosa - Te he seguido hasta el ejército, ¿vas ahora a morirte?.... No, por favor... Sube a la otra nave con ella pero reunámonos de nuevo, lejos de aquí... - Una clara petición que marcaba la intención del reencuentro.

Duncan corrió hacia la puerta de acceso al hangar, mientras que Einar le daba indicaciones a la sargento para que se hiciera cargo de la artillería de la nave. Nada iba mal hasta que Grey dio un par de pasos ascendentes hacia el vehículo.

- Odio volar. Con toda mi alma... - Fue algo que expresó la sargento de golpe. Una fobia ligera que siempre le acompañaba, y hacía que todas las funciones que realizara a bordo de una astronave, fueran de todo menos precisas* - Yo  ocupo esa posición si quieres pero... - Suspiró - Mejor que contemos con tus habilidades de piloto... Siempre que vuelo algo sale mal. ¿No recuerdas cuando os llevé a Protect?.... Pufff...  Aunque lo intentaré Andersen, mejor procedamos... Qué no se diga que no lo intento.. - Al menos era resolutiva o toda una kamikaze.

La cabina del interior de la nave estaba vacía. Estaba claro, para Einar, que los pilotos estimaban estar en ese destino por un tiempo superior a tres horas, de lo contrario, no habrían abandonado su puesto, y gracias a la seguridad que ofrecían los soldados del exterior, no sería necesario cerrar las exclusas de la nave, permitiendo que el espacio se airease de manera natural, facilitando el acceso a la nave, posteriormente, cuando se efectuara el embarque.

El piloto Andersen se dispuso entonces a activar los paneles del lugar, buscando la manera más rápida y efectiva de poner a volar aquella preciosidad. Comprobó los niveles de combustible y el estado general del vehículo, así como los cañones de artillería en caso de tener complicaciones. Grey entró en la cabina y tomó los mandos destinados al ataque, rezando en su interior para que no le salieran enemigos, de lo contrario y no quería decirlo en voz alta, estarían jodidos.

Einar, Heather y Grey partieron en una de las naves hacia el exterior del hangar, haciendo una salida limpia, majestuosa y rápida. La eficiencia de Einar pilotando no podía estar en cuestionamiento. El rubio muchacho, tal como pactó, se quedó a una distancia prudencial de la entrada a la base, apuntando con los cañones de riel hacia el acceso, vigilando que no salieran enemigos que pudieran darle algún tipo de malestar a Duncan o Tessa, los cuáles se habían quedado en tierra. La mano de Grey temblaba sobre los mandos, mientras la mujer hacía ejercicios de relajación por medio de la respiración, intentando controlarse.

Mientras tanto en el hangar, Bintel acababa de mandar el comunicado por los altavoces de la BICOM, a la par que la aeronave dirigida por el piloto salía al exterior. Duncan durante todo ese tiempo estuvo haciendo algo realmente útil, bloquear la puerta de acceso al hangar con los bidones amontonados frente a ésta, pues era la mejor manera de si, recibían visitas, poderles impedir el acceso a la improvisada vía de escape que se habían montado. El único problema era lo que pesaban los barriles, tanto que, tras mover cuatro hasta la puerta de acceso, estaba completamente baldado, y es que había abusado de su forma física. Luego le dolería el lumbago.**

Tessa miró a Duncan y le hizo una señal para que corriese hasta la segunda nave. Justo cuando iban a llegar a la esclusa, unos soldados, no sabríais de cuántos se trataban, se encontraron con barriles que le impedían el acceso al hangar. Fue una suerte que McCarthy hubiera tenido esa idea, de lo contrario ahora estarían siendo encañonados con armas y posiblemente detenidos.

Tessa era rápida y no tardó en dirigirse hacia la cabina de pilotaje y poner a funcionar todo el mecanismo para hacer un pronto despegue, mientras que los soldados de la puerta del hangar daban unas patadas a los barriles para tirarlos, y si bien no se habían molestado en acercarse hasta la astronave, sí se permitieron el lujo de abrir fuego sobre ella con sus fusiles láser, no parando sus acciones hasta que Bintel consiguió sacar la nave de la BICOM, posicionando el transporte tal y como Einar le indicó, de frente durante 150 metros y a una distancia de 50 entre ellos. Andersen tomaba el control, él sería el líder y ella seguiría la ruta que le marcase.

Bintel se mordió el labio con frustración. ¿Cómo diablos habían podido hacer un cyborg tan sumamente humana? Quizás no era el momento de planteárselo pues por el comunicador abierto y compartido con la otra nave, la muchacha dijo una realidad que pronto se haría evidente.

- Han dañado la estructura interna de la nave, perdemos presión hidrá.... ¡HIDRÁULICA! - El chillido se debió a que la nave comenzó a convulsionar de manera frenética, como si estuviesen en una atracción de feria. Iban perdiendo altura y el descenso se haría inminente sobre la superficie helada de Alaska, una región donde los lagos congelados abundaban. Y allí quedaría la nave, atrapada y descendiendo por gravedad hasta el fondo del lago. Un lugar no demasiado hermoso donde morir.

- Duncan... ¿Estás bien?... - Preguntó Tessa a su compañero una vez todo había dejado de agitarse, comprobando su bienestar físico - Estamos en problemas... - Irónico. ¿Alguna vez habían dejado de estarlo? Si Dios existía seguro que era mujer, y la muy cabrona no sabía como joderle la vida a los demás un sábado por la mañana.

Mes 3. Día 14. Hora 12.15 a.m. Protect. Cavernas

Inicialmente, mientras recorrían las cavernas, los tres compañeros sabían que estaban persiguiendo un ser vivo que marcaba de manera sutil el suelo con sus pisadas, a pesar que se podía deducir, por el rastro de las mismas, que era una criatura de tamaño mediano, quizás eso les diera la seguridad en sí mismos para seguir avanzando.

Las cuevas se dividían en tres pasillos, uno de ellos, el de la izquierda, era tan corto que podía visualizarse una cámara cerrada justo desde donde estaban, donde se encontraba una multitud de huevos blandos y de consistencia gelatinosa.

Tan solo un rápido vistazo determinó que la cabeza de Thompson se pusiera en funcionamiento, recordaba concretamente una clase de supervivencia que recibió en la academia militar, estaba con Milena de compañera, la joven había errado en un ejercicio práctico y el instructor no se había cortado en ridiculizarla delante de los demás, subrayando que los huevos de cualquier criatura en formación no tendían a ser tóxicos, pues el veneno solía desarrollarse cuando los organismos generaban glándulas exocrinas, mientras tanto su ingesta era normalmente segura. William en aquella sesión tuvo que dar la nota, cual era su especialidad. No permitiría que nadie tratase así a Lena, al menos en su presencia, siendo sus acciones las que determinaron que consiguiera un arresto de siete días. Mereció la pena, ella le sonrió y él aprendió algo, los huevos de puestas solían ser comestibles y si tenían leve toxicidad, era mejor que el organismo lo resistiera antes que morir por inanición o deshidratación.

Lowell y Simon no eran tan sigilosos como Billy. De hecho, el segundo de ellos era incluso torpe, haciendo más ruido del necesario en su caminar. Thompson en su inteligencia le haría una señal de que se parase y no avanzara, porque con la que liaba al elevar los pies, era una completa burrada que siguiera caminando, pero el muchacho, no comprendiendo el porqué él debería quedarse atrás, dio un par de pasos más, quizás los últimos que debiera dar en su vida.

Como si de una marabunta se tratase, siete hormigas del tamaño de mastines, aparecieron delante de los ojos de William, no necesitando mucha más biología para determinar a quién pertenecía aquella puesta de huevos. No obstante, en su mente resonó una información difusa, como que en los hormigueros había una distribución del trabajo al igual que en las colmenas. Y viendo esas siete criaturas, supo que debían ser las soldados custodias del hormiguero.

Simón chilló al ver aquella mole quitinosa dirigiéndose hacia su persona. Disparando un par de veces sobre la estructura de su caparazón y, aunque parecía haberle acertado un par de veces a los bichos, no parecía que ninguna fuese dañada de gravedad. El rubio varón se giró y comenzó a correr, un impulso natural para salvaguardar la supervivencia, mientras gritaba horrorosamente, dejando el sonido impregnado en el aire. 

Y así sucedió todo. Simon corrió por el pasillo por el que había venido pero no llegó lejos. El sonido de su voz se apagó al cabo de tres interminables minutos de angustia, mientras que Lowell se intentaba fusionar con la piedra de la pared de las cavernas, congelado por el miedo, mirando a William que, en realidad, era el que menos ruido hacía de todos.

Y allí estaban Lowell y Billy, pegados ambos a una pared, muy cerca el uno del otro mientras habían visto pasar por delante a un grupo de hormigas de porte no tan grande como los gusanos arenícolas, pero que en grupo no cabía duda de que eran mortales, pues ya no se escuchaba ni un quejido de Simon. Era un momento particularmente tenso y el compañero de William temblaba sin parar, posiblemente las hormigas regresasen, aunque no sabían en qué momento sucedería, por ahora nada se escuchaba, lo cual era buena señal.

Debían actuar y decidir qué hacer, si seguir por el pasillo recto o el de la derecha, o quizás coger huevos de la cavidad de la izquierda y regresar. Era una pena que Thompson no hubiera prestado mucha más atención a sus clases de biología, pues de lo contrario podría conocer mucho más de lo que había delante en las siguientes cámaras. Pero eso sí, tuvo un recuerdo interesante, una vez vio en la Space Force que un soldado tenía una de esas hormigas como mascota, por lo visto podían domesticarse, pero claro, las que se encontraban allí estaban habituadas a la realidad de Protect, un mundo duro donde si no te defendías, morías.

Mes 3. Día 18. Lanzadera

La piloto sufría dentro de la lanzadera, analizando el gran problema donde estaban inmersos. Les habían concedido una nave de última generación para hacer un rescate, el cual no habían logrado ejecutar con éxito, y no contentos con eso, habían perdido la nave. ¿Cómo explicarle a Thyndall que se la habían jugado? Y peor, que ni siquiera lo habían visto venir. Desde luego los piratas espaciales no actuaban a las bravas, atacando sin ton ni son a los vehículos espaciales de carga, si no que habían seleccionado con gran ojo clínico lo que por delante se iban a llevar. Era un grupo organizado al que tenerles respeto, y mucho.

La voz de Lomber había sonado seria. Si alguna vez alguien lo consideró asteriano, comprendería, que aquel soldado de la Space Force era un especialista mecánico de la nave donde actualmente era considerado cautivo, un tipo sencillo que se conformaba con hacer su labor y reír al lado de buena compañía, sin más pretensiones al respecto. Y en aquel momento, la gravedad de sus palabras iba acorde a la situación que estaba viviendo.

Por otro lado estaba Faith, la joven, muy segura de sí misma, no tenía inconvenientes para bromear y hacer que su cinismo fuera evidente, casi jactándose de su victoria, pero eso sí, de sutil manera. Tenía una elegancia en formas que chocaba con la idea de una vulgar delincuente, como si su historia fuese mucho más compleja que la que mostraba en Galactic Connect. Seguramente sus experiencias de vida pudieran dar lugar a escribir uno o varios libros de autobiografía.

Y ahora estaba el planteamiento básico. ¿Qué era más importante? ¿Seguir permaneciendo en la Space Force como héroes o salvaguardar la vida? Inicialmente cabía pensar lo segundo, pero allí estaba la única que podía huir y no lo hacía, aguantando el tipo por amor, lealtad y compromiso. ¿Se arrepentiría de su toma de decisiones?

Banerjee tuvo una idea interesante. Dejar a Vega anclada al fuselaje del PEC, con la programación que tenía vigente bloqueada, pero sin borrar las imágenes y vídeos tomados secuencialmente mientras venían aquellas naves a rodear la lanzadera, mientras quedaba incorporado en su sistema interno que la Nightingale había sido tomada. Una suerte haber tenido esta idea, pues la desaparición en el mapa estelar de todo el conjunto, podía haber sido tomada por el ejército como la deserción del capitán junto con el resto de los reclutas, poniendo la cabeza de cada componente del equipo dentro de los fugitivos más buscados.

Buscar cuáles eran los modelos de naves que se acercaban, terminaba siendo una obra titánica, pues aquellos vehículos estaban todos tuneados. ¿Qué se podía sacar en claro de ello? Pues que, como mínimo, tenían muy buenos mecánicos a su disposición. El fuselaje no coincidía con los cañones de los laterales e incluso lucía parcheado, ni la velocidad era la máxima que permitía esos modelos antiguos. Vega no pudo dar los datos que Daya buscaba, esos transportes no podían descender a astropuertos oficiales porque eran ilegales, or lo tanto eran fantasmas invisibles dentro de los planetas y por supuesto, a lo largo del ancho espacio.

Además de todo ello las naves eran grandes pero claro. ¿No se especializaban esas maravillas aéreas en el transporte de mercancía? Quizás estuvieran repletas de soldados, o puede que solo dos albergase su interior, piloto y copiloto que llevase el mando de la artillería. Tres naves con un mínimo de seis personas, más las que el interior contuviese, que podría ser medio centenar y apretaditos, quizás más. No podía dar nada por hecho y esperar a contarlos por sí misma.

La sugerencia de Daya a Delay tuvo una respuesta, que si bien no fue inmediata, quizás porque Faith no sentía la presión del momento y confiaba en su éxito; sí que terminó produciéndose, dejando claro que las órdenes allí las daba ella y que, de ninguna manera, dudaba ante el procedimiento marcado.

- Querida, las normas no son discutibles. Tomaremos el té con tranquilidad. Hablaremos en la misma mesa y llegaremos a acuerdos. No me gusta sacrificar vidas inútilmente, pero no tengo escrúpulos para hacerlo si lo considero necesario. Lomber parece un buen tipo. Sucio y desaliñado, pero bueno, nadie es perfecto... - Se atrevió a decir - Si optáis por iros con la lanzadera os aviso de que vuestro compañero morirá y que mis naves abrirán fuego contra vosotros. Hacedlo fácil y todos ganamos.

Era dura para negociar, y es que al final de todo, ella tenía la mercancía de mayor precio, la vida de ellos entre sus manos. Aunque los reclutas contaban con armas e incluso Daya, además de la táser, tenía a Lira. Pero, ¿se atreverían a abrir fuego generando una guerra abierta? Solo el tiempo lo diría.

Mes 3. Día 18. Lanzadera

Los reclutas, que estaban en el interior del disco, comenzaron a salir por la estructura que ellos mismos habían creado, con el fin de poder presurizar el ambiente del interior de la estación espacial, alcanzando la lanzadera y subiéndose a la misma, con aquella actitud seria que determinaba una realidad, estaban en serios problemas.

El capitán Kepborn y el resto del equipo, una vez dentro de la lanzadera se quitarían los trajes protectores. El hombre se dirigió en primer lugar hacia donde estaba la piloto y, sin ningún tipo de pudor o protocolo la besó, importándole una real mierda lo que Eugene pensara.

- ¿Cómo estás preciosa? - Suspiró molesto, pero era el momento de dejar las cosas claras - Desde mi punto de vista el mejor plan es obedecer. Veamos, las naves que se aproximan a nosotros pueden derribarnos si tienen un fuego de artillería considerablemente aceptable, estamos en su zona verde de impacto. Pero yo no soy piloto - Miró a Daya - ¿Tú te ves capaz de huir? Si dices que sí, por mí nos vamos, dejo mi vida en tus manos - Aquello era amor incondicional, la locura de confiar en las habilidades de su pareja - Solo de ti me fiaría. Pero dejaríamos a Lomber vendido...

- Yo no dejo a nadie atrás - Eugene rompió el silencio y fue tajante - No voy a huir como una hiena dejando al compañero, por guarro que sea. Si vamos a la Nightingale quizás salga la oportunidad que buscamos para huir, pero no abandonando a nuestro mecánico. En la Space Force no me enseñaron a dar la espalda a los míos - Miró de malas maneras a Kepborn - ¿Cómo mierda llegaste a capitán?....

Frank apretó la mandíbula, pero no entró a responder aquello que Brezos mantenía, recordando que debía dar una respuesta a una pregunta de Eylo que era bastante interesante - Se puede conectar con la Comandancia desde el panel de control de la Nightingale, los mensajes tardan, pero se reciben. Ahora, estaba pensando... ¿No se podría programar a Lira para que viajara por el espacio y se acercase tanto a la Tierra como para mandar un mensaje a la Comandancia?*.... Sin entrar en atmósfera claro... - Miró al tecnólogo, era algo que barajaba pero no conocía.

- Opinas que alguien nos ha vendido. Si es así, solo pienso en Lomber, es el único rehén que no sabemos cómo es su estado, más allá de que está vivo. ¿Y si ha cedido la nave?... En cualquier caso es momento para que hablemos de planes para escapar. Yo no voy a tomar la decisión como capitán, no me llevaré conmigo la carga de vuestras muertes - Y miró a Daya, como diciendo "y mucho menos, la de ella"

Las naves se aproximaban a la lanzadera y si los reclutas decidían obedecer, irían directos hacia la Nightingale, pero sin embarcar en la misma inicialmente. Si preferían huir, tenían la opción de hacerlo** 

En cualquier caso tenían la opción de hablar de cómo afrontar sus destinos, pues Kepborn no deseaba mancharse las manos de sangre, o eso parecía

Mes 3. Día 18. Hora 18.00 p.m. Acme. Casa de Margaret

Bien cierto era de que Jim iba a encargarse del marketing de Acme, y aunque no hubiera tiempo para hacer la cartelería, pues debían comenzar a realizar el viaje de camino al astropuerto, era algo que quedaba pendiente de efectuar. Aunque mientras tanto, las gentes del pueblo podían animarse con la idea de que su localidad no volvería a estar abandonada para la Space Force y, si se destinaban más recursos a la misma, posiblemente la región pudiera ser mucho más fructífera y un eslabón de defensa contra los extraterrestres.

Jim no era mala mecánica, se desenvolvía bastante bien entre motores y engranajes. Lo que no podía comprender la conductora era el motivo por el que un coche tenía secretos para ella, y es que Ziam no se encargó sólo de hacer desaparecer piezas, sino de dilatar o contraer los conductos naturales donde debieran haber estado encajadas las partes del vehículo. No hubo manera, por más que Foster lo intentaba, no había forma humana de solucionarlo y, la única que quizás pudiera revertir la desgracia que había provocado, era la misma que Corlett no estaba dispuesta a liberar, puesto que atraparla había costado lo suficiente como para no desear repetir la experiencia.

- Será hija de puta la china... - Dijo Vera mientras acercaba la linterna a su pareja, iluminando la zona donde la correa de ventilación se había soltado - La pregunta es si Yum sería capaz de arreglar su propio estropicio... - Y quizás incluso eso fuera complicado. Todo el mundo sabía que destruir era más sencillo que arreglar - Déjalo, Jim, buscaremos otra manera de llegar hasta el astropuerto, no puede ser que te estés rompiendo la cabeza con algo que tiene difícil o nulo arreglo - Zumbert era una mujer muy práctica que no le daba apenas vuelta a las cosas. Si veía una dificultad evidente, prefería buscar otras alternativas que reflexionar sobre los porqués de su fracaso.