Partida Rol por web

Vivir de las rentas de un marido militar es todo un lujo. Una casa espectacular decorada a la última tendencia, unos hijos preciosos que te alegran los días, un marido fornido y culto que te apoya en las pocas preocupaciones que puedas tener, y una pareja de afros con su hijo, labrando el campo y llevando las tareas del hogar.

Por la mañana el hombre parte hacia los campos de conreo para trabajar la tierra y traer los frutos al hogar, mientras que la mujer se dedica a cocinar, limpiar, ordenar, recoger y ocuparse de los daños colaterales de tener hijos, como pueden ser cambiarles la muda. Esta pareja cuenta con un tercer miembro, otro esclavo de tu edad más o menos que se encarga de llevar al día el mantenimiento del hogar; cuidado de vuestros animales, restauración de muebles, desplazamiento de estos, vigilar a extraños... En definitiva, el chico de los recados. 

Actualmente León disfruta de algunos días de descanso antes de su próxima marcha y podéis compartir algunos momentos unidos, cosa poco habitual, sin reparar en otras preocupaciones. 

Despertar con la luz de la mañana, entre los brazos de su amado marido la hizo despertar con una enorme sonrisa. Su unica preocupacion era haber despertado a los pequeños durante la noche pero habia sido dificil contenerse cuando se podia disfrutar tan pocas veces de la compañia de su amado.

Aquello no habia sido siempre asi, cuando la obligaron a casarse le odiaba, no entendio los motivos de su padre para darla tan joven en matrimonio pero él se habia logrado ganarse su amor y su respeto, con paciencia y cariño. El era su mundo. Le vio dormir junto a ella y decidio ir personalmente por el desayuno, daria orden de no ser molestado y dejaria los niños bajo la vigilancia del servicio.

Se deslizo a la cocina con un suave manto cubriendola por encima del camison. La cocina ya estaba caliente. No era su constumbre tratar mal a nadie, menos cuando estaba de tan buen humor.

La mujer le saludo como correspondia, nada mas la escucho llegar.- Mi esposo necesita descanso.-Aseguro comando algo de fruta y colocandola en una bandeja, no era algo usual que la señora de la casa moviera un dedo pero se sentia como una quinceañera enamorada y ante la cara de asombro contenido de la mujer comenzo a preparar el desayuno ella misma.- Necesito que los niños no hagan demasiado ruido, sirveles el desayuno, que se aseen y se vistan.. despues deja que jueguen en el patio pero vigilarlos.

Tomo la bandeja y la llevo a la habitacion.

- Sí señora - asiento a las palabras de mi dueña mientras preparo el desayuno a los niños. 

El tambaleo de la cerámica en la bandeja del desayuno hace que gire la cara hacia el lado contrario, aunque soy consciente de que volver a coger el sueño una vez despierto, es imposible - Gruon... - vuelvo a girar la cara con los ojos abiertos - Buenos días preciosa - mantengo la cabeza hundida en la almohada. 

- Buenos dias mi amor.- le respondo mostrandole la bandeja.- Me vas a permitir este pequeño gesto egoista pero le he dicho a Wangary que cuidara de los niños, esta mañana te quiero solo para mi y no aceptare un no por respuesta.

Dejo la bandeja en la cama y busco sus labios con un beso.- Habia pensado que podiamos comer con los niños al aire libre ¿Que te parece? Ellos tambien te han hechado mucho de menos... ojala no tuvieras que volver a irte.- añadi con un pequeño atismo de tristeza, sabiendo que tarde o temprano seria requerido sus servicio.

- Estupendo reina - me incorporo en dos pasos hasta quedar sentado con las piernas todavía dentro de las sábanas - Lo de comer fuera con los niños me parece bien. Aunque por la mañana he de hacer unos recados - anuncio llevándome la mano al cuello y haciéndolo crujir. Bueno, intentándolo. 

Sujeto la bandeja y la poso en mis rodillas para empezar a desayunar. En una de estas comparto la tanda con Sophitia - Muerde - espero que lo intente para zamparme el trozo antes que ella. 

- ¿Tu que piensas hacer esta mañana? - observo la luz que entra por las ventanas - Parece que hará buen día. 

- Eres un niño grande.- le digo sonriendo cuando me quita la comida que me ofrece, le beso el hombro y me deslizo tras su espalda para darle un masaeje suave en el cuello mientras desayuna.- Habia pensado en pasar la mañana con mi marido, probando la resistencia de nuestro lecho...¿No puedes posponer esos recados o enviar a alguien a resolverlos?.- pregunto mimosa.

- Puedo... - sopeso mis opciones ante tan sugerente oferta - aplazarlos hasta media mañana - concluyo apartando el desayuno a medias de la cama - Si os parece bien - le hablo de usted irónicamente rozando mi melena con su cara hasta tumbarme sobre ella. 

- Uhmm es una proposicion interesante, señor.- dijo imitando su tono, tratandole de igual forma pero dejandome tumbar.-¿Pero cree que terminara conmigo en tan poco tiempo? Le advierto que no voy a contentarme con una entrevista rapida...

Doy media vuelta de un brinco para sostenerme en mis brazos un instante. Cara a cara observo las infinitas formas que dibuja su iris. El cambiante tamaño de su pupila según mira mi rostro - El tiempo a vuestro lado siempre se torna rápido. 

-En cambio... el tiempo sin vos se eterniza, avanza como si cargara piedras, recordarlo cuando os marcheis.-digo acercando mis labios a los suyo para separarme un segundo con una sonrisa mas amplia.- ¿Os dije alguna vez que os amo, señor?.- le pregunte juguetona.

- Hace demasiado que no lo dice - giro la cara y la observo de reojo haciéndome el remolón - Debería atender mejor ese apartado - la miro de nuevo alzando mi pecho hasta la altura de su cara para besarle la frente - Y yo a vos - retorno las palabras acariciando sus brazos. 

- De acuerdo.- susurre continuando con el juego.- Apartir de hoy os lo dire cada dia al despertar y antes de acostarme. ¿Os agradaria eso, amor mio?.- pregunto apartando el pelo de su rostro, pasando la mano suavemente por su mejilla.

- Afirmativo - la beso despacio los labios cuando oigo a Marcus corretear por los jardines - Gracias por esta vida que me has dado - digo susurrándole al oído para después rozar mi nariz con su cuello hasta deslizarme y besar su gaznate.

- No te he dado nada que no te merezcas, mi amor.- Respondo y le beso, le acaricio. Las palabras comienzan a sobrar.