Partida Rol por web

Tiene un fisico bastante normalillo, no destacable. Aun asi, insiste en seguirte a donde sea, lo que te extraña cada vez mas. Que lleva a un hombre a desechar su vida, sus enseñanzas, y un futuro prometedor (al parecer Jenofanes es conocido en el mundo griego, una de las razones por la cual los espartanos le han pasado tantas ofensas, segun te han dicho), por embarcarse en una mision peligrosa al servicio de un hombre que no conoce de nada???

Jenofanes, el maestro, tras lanzar algunos improperios a su discipulo (entre los que "cabeza de chorlito", "saco de estupidez", y "Malnacido ignorante" son los mas suaves que escuchas) acaba por rendirse, y, simplemente por curiosidad (o eso dice el) acaba comunicandote su deseo de acompañar a su discipulo, aunque se niega a combatir o a servir como ayudante. Tras unas breves palabras con Leonidas (Parmenides te arrastra literalmente hacia el, aunque intentas darle excusas pues cada vez te parece mas inquietante ese hombre) Parmenides queda a tu servicio y a Jenofanes se le permite acompañar al ejercito portando sus propios utiles y su tienda de campaña, un pequeño habitaculo desmontable construido de una forma que no habias visto nunca, probablemente por el propio Jenofanes, quien tiene fama de ser un viajero mas que experimentado. Tambien dormira separado de las tiendas de campaña, para no molestar a los soldados. Y, aunque Leonidas le promete inmunidad ante sus soldados (Cuesta convencerle pero el filosofo parece tener una lengua de plata, y al final Leonidas no puede encontrar ningun motivo por el cual negarse a su tozudez), sabes de sobra que la masa espartana no ve con buenos ojos al maestro (aunque, por suerte, el aprendiz parece guardar silencio muchas veces, por lo que las malas lenguas no le atacan demasiado; Una suerte, si tenemos en cuenta que el joven es tu ayudante ahora, y que de otra manera podrian haber lanzado rumores o pullas sobre ti) y que quizas alguno les "sugiera" a algunos tegeos, tebanos, ilotas, arcadios, o similares (por supuesto, no lo hara el mismo, ya que eso supondria desobedecer a su rey, algo impensable en un espartano, y tampoco lo dira directamente, solo para que los otros lo deduzcan y actuen por cuenta propia buscando alguna recompensa) el "quitar de en medio" a Jenofanes, "para que no moleste en la batalla". Eso si, no hay muchas probabilidades, pero todo es posible

Esa noche, antes de ir a dormir (pronto, ya que mañana la marcha comenzara a las primeras luces del alba), Leonidas da un discurso. Dice que la Apella ha hablado y que las fiestas no se retrasaran. Tambien dice que apenas trescientos hombres han accedido a marchar a la guerra, aunque añade un comentario ironico ("... por lo que podremos pedirnos a los persas que les tocaban a los que se quedan, por suerte...") que arranca algunas sonrisas entre los guerreros. El discurso es verdaderamente motivador, aunque inecesario, pues la moral del ejercito esta tan alta como siempre, si no mas. Cuando termina, un Parmenides ahora armado (Leonidas insistio en que, si iba a ser tu ayudante, deberia ir preparado, aunque el mismo Parmenides aseguro que le resultaba indiferente) se acerca a ti y te expresa su deseo de hacer vigilancia fuera de tu tienda. Te sorprendes ante la ferrea voluntad de tu nuevo ayudante, que parece dispuesto a pasar la noche velando tu tienda, para despues encararse a la marcha, y sin tener en cuenta que ya hay vigias haciendo turnos a esas horas. De hecho, no estas seguro de si podra aguantar tanto esfuerzo fisico, pero evitas comentarselo. O es muy estupido, o esta muy decidido. O muy paranoico. Depende del punto desde donde se mire

Esta noche no hay estrellas. La luna es nueva, por lo que la oscuridad reina fuera del campamento, que se encuentra a cierta distancia de la ciudad. Los dos focos de luz son la unica muestra de vida en todo el valle, que parece sumido en el olvido y en la melancolia. Tampoco hay viento. Solo se oyen las respiraciones de los alli presentes, sean espartanos, ilotas, o extranjeros, sean procedentes de las colonias o de otras polis, esten dormidos o despiertos, sean dos amantes abrazandose en la intimidad de un dormitorio cerrado, o un solitario hombre que mire a la boveda intentando buscar algo, sea lo que sea

Tienes la sensacion de que algo no marcha del todo bien...

De pronto, me despierto. Presto atención a los sonidos de mi entorno. Pero a parte de la respiracion de mis compañeros en la tienda, no oigo nada en particular. Me levanto de mi esterilla con cuidado de no despertar a nadie mas en la tienda de campaña, y lo primero que hago es colocarme mi Falkata al cinto.
Salgo de la tienda y miro al cielo. Es una noche sin luna. Por tanto, las estrellas brillan en el cielo nocturno con particular intensidad.
Escucho entonces unos pasos cerca de la tienda y observo al joven Paramenides haciendo guardia.
Niego levemente con la cabeza y me acerco hasta el. Cuando ya estoy lo suficientemente cerca, digo.
Creo que tu extraña obsesión te hace una mala pasada. Debes ir a descansar. Pues si tanto deseas estar a mi lado en los días que se avecinan, tendrás que recuperar fuerzas para resistir la inminente marcha. Pues tengo la sensacion, de que nunca has caminado al estilo Espartano.

Mientras estas hablando, te fijas en uno de los extremos del campamento, y alli, apartado de las demas tiendas a una distancia mas que prudencial, descansa una pequeña tienda de forma excentrica y bastante curiosa, probablemente la de Jenofanes. Parmenides, que parece bastante cansado, niega con la cabeza cuando oye tu pregunta

No lo entiendes, Herdes. Estan ya aqui. Los que quieren quitarte de en medio. Si no vigilo, acabaran contigo antes de que pueda dar la alarma...

De repente, una rafaga de aire apaga una antorcha a vuestro lado, y Parmenides agarra su lanza, mucho mas corta que una doru (y que le fue proporcionada junto con algunas piezas mas, como una pequeña espada corta de baja calidad y un escudo casi de madera, obviamente ni la mitad de efectivo que el hoplon), con fuerza, y frunce el ceño

Sopla el viento sobre el campamento espartano haciendo titilar, y finalmente, apagando, las antorchas que lo iluminaban.
Yo miro a mi alrededor paro a la luz de las estrellas de esta noche sin luna, apenas alcanzo a distinguir las formas sombrías de las tiendas en donde descansan los trescientos.
De manera rutinaria, compruebo que mi falkata se desliza sin ningún impedimento en su vaina y volviéndome hacia Parmenides digo.
Henos ahora en un escenario digno de una obra de teatro. Hagamos una ronda de vigilancia por el campamento. Si tus temores son infundados, iras a descansar un poco con tu maestro. Y si realmente ocurre algo. Y ahora mi tono de voz cambia, Tus hipotéticos atacantes descubrirán para su desgracia, lo que significa enfrentarse a la falkata de Herdes.
Y dicho esto, empiezo a caminar. Naturalmente, hacia la zona mas oscura y tenebrosa del campamento. Mi vista y mis oídos están aletas prestos a detectar cualquier sonido extraño. Y mi mano derecha, ansia cerrarse sobre la empuñadura de mi arma deseando el combate.

Durante media hora, Parmenides y tu realizais una ronda alrededor del campamento, parandoos cuando veis algo extraño y examinando cada rincon a fondo. Algunos compañeros te saludan, otros te confunden con algun intruso, hasta que te ven a la luz, y otros se sorprenden de verte realizando una ronda que no te corresponde, pero ninguno te dice nada respecto a tu acompañante o tus motivos. Los espartanos saben cuando callar, y cuando hablar

Cuando terminais, Parmenides se rinde a la evidencia, y aunque sigue murmurando cosas como "lo se... Estan aqui..." o "Tengo un mal presentimiento" accede al final a ir a dormir con su maestro y se despide de ti aconsejandote antes de irse que te mantengas alerta y que tengas cuidado, y marchandose aun preocupado por ti. Desde luego, no sabes que mosca le ha picado a este tio

Al fin llega el amanecer. Me levanto de un salto de mi esterilla y, en poco tiempo, ya estoy perfectamente equipado y listo para la marcha.
Con precisión militar, entre todos desmontamos el campamento y nos disponemos a iniciar la marcha.
Formamos una hilera frente a un gran caldero y, con nuestras escudillas en la mano, tomamos nuestro típico desayuno.
Sopa de sangre concentrada.
Mientras termino mi escudilla de sopa. Hasta mi llegan Parmenides y su maestro. Y yo sonrio al ver la cara del joven Parmenides mientras contempla su desayuno.
Vamos. Le digo. No dudes y tomatelo de un trago. Pues es un fuerte reparador de las energías y tiene un agradable sabor. Piensa que ahora estas entre auténticos soldados. Trata de portarte como uno mas.
Parmenides me mira dubitativo y, finalmente, toma la sopa en un largo trago. Y asiento con la cabeza satisfecho al ver su acción y, en ese momento, resuena la llamada.
Aprisa me reuno con mis compañeros y nos disponemos a iniciar la marcha hacia las Puertas de Fuego.

Caminais con rapidez, y la marcha avanza sin demora hacia su destino. Vuestra columna es seguida por las de otros pueblos, y pronto todos los destacamentos estan en marcha. Y aun asi, a pesar de la moral alta que reina entre la mayoria de tus compañeros, no puedes evitar tener un mal presentimiento

***

Llevais unas horas andando. Habiendo parado para comer, y habiendo dejado atras tu ciudad natal, ahora solo queda la sensacion de que por fin podreis sacar vuestras armas de las vainas y combatir por vuestra patria, en apenas un dia o dos, todo depende. Jerjes ya debe estar a punto de llegar al paso. La marcha continua sin parar, con los animos cada vez mas altos, y tu comienzas a pensar que todo lo ocurrido hace tantos años ya es solo un sueño. Y que de nuevo vas a combatir hombro con hombro con tus hermanos

Hasta que, por la tarde, ocurre algo que mas tarde sera recordado por todos los presentes como "el atardecer carmesi"

Caminas junto con Parmenides, que no parece haberse separado de ti en toda la marcha. Notas algunos signos de cansancio en el, pero el joven no se queja en ningun momento. Jenofanes tambien pide acompañar a su discipulo, alegando lo mismo que antes: Siente curiosidad. Te da la sensacion de que comienza a observar a Parmenides no como una persona o un alumno, si no como un objeto de estudio, un ser curioso que diseccionar y observar para escribir mas tarde algun tratado sobre el asunto. Acabais de pasar una pequeña elevacion de tierra, situada a la ladera de una montaña no muy alta (una de las muchas que salpican tu tierra de origen), cuando de repente, Parmenides se abalanza sobre ti

No te lo esperas, asi que, debido a la sorpresa, caes, impulsado por el placaje del que ahora es tu sirviente. Y, antes de que puedas reaccionar, oyes un grito. Al quitarte a Parmenides de encima (el cual grita de repente desesperado, instandote a que huyas y te ponga a cubierto) puedes ver como una figura, de tamaño humano y silueta confusa, destroza a uno de tus compañeros, que viajaba a tu lado, sin que este pueda hacer nada para evitarlo. La sangre salpica por todos lados, y de repente, ves como otras figuras caen del cielo cerca tuya, sobre otros compañeros. Un grito resuena entre la multitud, un grito furioso que te hiela la sangre. Es la primera silueta, que lanza el cuerpo sin vida del espartano hacia el suelo mientras comienza a mirar a su alrededor. Todo ha ocurrido en un segundo

HEEEEERDEEEESSSSS!!!

¡¡EMBOSCADA!!
Mi grito resuena entre las filas de mis hermanos mientras me pongo en pie de un salto. Contemplo la situación mientras hago tres gestos.
Uno, me bajo mi casco corintio.
Dos, alzo mi Hoplon
Tres, equilibro mi Doru.
Y de inmediato, me lanzo al combate contra lo primero que se me cruce.
Frente a mi esta la forma de la criatura que ha osado lanzarse contra uno de mis hermanos de forma tan abyecta.
Esa escoria maldita va a pagar con sangre y dolor su osadía.
Impulso mi Doru hacia delante mientras maldigo entre dientes. Mi enemigo, sea lo que sea, es ágil.
Alzo la voz y, en medio del caos desatado, digo.
¡El erizo, formad el erizo!
Ante mi, la bestia demoniaca ruge. Yo vuelvo a prestarle atención y respondo.
¡Te voy a abrir en canal!
Y esta vez sonrio. Pues mi segundo lanzazo, parece hacer mella en mi oponente. Aprovecho ese breve instante para mirar a mi alrededor y tratar de comprobar donde se hallan Parmenides y su maestro.

La gran arpia lanza un rugido, y entonces te das cuenta de que es mas grande de lo que en un principio te habia parecido... O ha crecido??? Alli, extendidas sus alas, es una imagen en verdad terrorifica...

En verdad que parece que la bestia que tengo delante crece por momentos. Pero yo la miro de arriba a abajo y digo.
¡Reserva tu aliento, sucia escoria!. Pues lo vas a necesitar para entablar combate.
Descargo mi Doru en un potente golpe y ahora, la bestia ruge de otra manera. Ruge de dolor. Y yo sonrio tras mi casco y digo.
Te lo advertí. Y ni una criatura como tu, puede poner en duda la palabra de un espartano.
Y dicho esto, vuelvo al ataque.
Lanzo de nuevo un golpe hacia delante con la doru. Pero esta vez, la bestia lo ve venir y logra retroceder a tiempo. Mas yo me adelanto y cruzo la doru de izquierda a derecha. Y por segunda vez, resuena esa otra clase de rugido que es música para mis oídos.
¡Así me gusta bestia!.
Grito en medio de la batalla.
¡Que tu sufrimiento sea el primer pago por la vida de mi compañero caído!.

La batalla comienza, y todo es un caos. Furioso por la muerte de tu amigo, te acercas corriendo al monstruoso ser que parece luchar con una furia poco propia de un humano. Y es que, como bien puedes comprobar, es otra de esas arpias que te atacaron antes. Pero esta no es como las otras dos. Es mucho mas grande. Vaya, dirias que mide mas de dos metros, y sus alas son tan voluminosas que algunos de tus compañeros temen acercarse a estas. Aun asi, tu no te echas para atras, y descargas tu doru sobre la bestia. Esta la golpea sin problemas, pero la dura piel de la arpia hace que rebote en un angulo no muy favorecido, y tu te echas atras un saltito para evitar represalias. Agarras tu arma de nuevo y te preparas de nuevo para el combate

Haciendo gala de una gran formacion y disciplina, ninguno de tus compañeros ha tirado las armas y ahora rodean en posicion firme a la criatura mitologica, aguijoneandola por todas partes. Durante unos momentos divisas el rostro de la mujer alada, y te das cuenta de que, lejos de ser armoniosos como la de una de las arpias que te encontrastes, o de al menos parecer humanos, como la de la otra, sus rasgos son monstruosos. Una boca casi circular llena de dientes como cuchillas salpica una cara compuesta de una piel rugosa y grisacea. Los ojos del ser parecen infectados de rabia y locura, y, aunque quizas en un pasado fueron humanos (cosa que dudas) ahora pertenecen a una bestia. Porque esta arpia, mas que ninguna de las otras, parece haber abandonado lo poco de humanidad que podia quedarle

OS DESTRIPARE, GUSANOS!!! Grita con una voz potente y antinatural, que hace que se te erize el vello de los brazos. Aun asi, ninguno de los espartanos da marcha atras, y comienza a aguijonear al monstruo. Este aparta a varios con sus poderosos y musculosos brazos, pero no llega a causar ninguna herida de gravedad, mientras que tus compañeros comienzan a aguijonearla sin piedad. Te salpica la sangre negra en el rostro, pero te limitas a apartarla, y a colocarte junto a tus compañeros, ves que las multiples heridas de la arpia la hacen debilitarse poco a poco. Un chillido de dolor te hace sonreir, y te das cuenta de que en unos segundos estara acabada

Por el rabillo del ojo, ves el resto del campo de batalla. Alli, a unos cuantos metros, luchan otros de tus compañeros con otra arpia, menos voluminosa y mas humana, bastante bella, y que parece tener apuros. La balanza se inclina a vuestro favor

Y es entonces cuando giras la cabeza para ver como uno de tus compañeros es alcanzado en el cuello por una afilada cuchilla, que se incrusta en este y hace que el cuerpo del espartano caiga sin vida al suelo. Al mirar mejor, ves una mancha borrosa. Probablemente otra arpia volando a gran velocidad. No llegas a ver sus rasgos, pero durante un momento, deduces que tambien va desnuda (como sus compañeras) y que parece dispuesta a lanzar mas cuchillas aun hacia los confiados espartanos que dedican su atencion a la gran arpia que esta frente a ellos, descuidando las espaldas

Mientras, Parmenides yace en el suelo, con los ojos abiertos como platos, temblando y sin moverse siquiera. Esta cubierto de barro. No llegas a ver a Jenofanes, y deduces que probablemente habra huido. Pero esa no es la mala noticia. Al parecer, segun compruebas en un vistazo rapido, hay mas arpias a mas distancia, fuera de tu campo de vision, y la columna espartana parece atacada desde varios puntos que no llegas a ver

Y, mientras sueltas una maldicion, ves que dos espartanos que estan a tu lado te miran, y parecen acercarse a ti, dispuestos a seguir tu consejo y a formar el erizo contigo, para aumentar la defensa. Pero quizas ahora debais pasar a una posicion agresiva... Que hacer???

Piensa rapido. Tu vida depende de ello

Tras un rápido vistazo al campo de batalla, evalúo la situación.
El ataque ha sido por sorpresa y a traición. Aunque no se podría esperar otra cosa de estas bestias inmundas. Y ya mas de una, ha probado el recio acero forjado en Esparta.
Detrás de mi, Parmenides yace inmóvil. Posiblemente, este asombrado por la audacia demostrada por mis hermanos en la batalla.
Si, indudablemente, nunca habría podido disfrutar de un espectáculo como este.
Vuelvo a mirar a la bestia que tengo delante y digo.
¡Parmenides!. Haces bien en asombrarte de la fuerza de los herederos del Heraklida. ¡Permanece quieto!. Pues este, es un combate sin duda a nuestra medida.
Ahora soy flanqueado por dos de mis hermanos.
Frente a nosotros, ruge y aulla la bestia maldita. Y cuando la escucho, mi risa es lo primero que resuena, a modo de respuesta por todo el campo de batalla.
¡Escuchame bestia!. grito yo. ¡Pues he aquí que me digno a dirirgirte la palabra!. Vas a morir. Pero antes de hacerlo. Te retorcerás de dolor suplicandome que acabe contigo.
La sucia bestia gruñe de nuevo y me lanza un zarpazo. Pero sus garras se estrellan inútiles contra el bronce de mi hoplon.
Ahora, en un tono mas bajo, digo a los dos guerreros que se han situado a mi lado.
Yo me adelantare y llamare su atención. Momento en el que aprovechareis para destrozarle las alas. Ya me he visto en combate contra criaturas como esta. Ante todo, mermemos su movilidad.
Y dicho esto, alzo mi escudo, equilibro mi doru y me lanzo hacia delante.
La arpia me ve llegar y de nuevo estira su zarpa para tratar de alcanzarme. Pero yo alzo mi Doru hacia arriba y el miembro de la bestia, lo único que encuentra es la punta de la doru.
Nuevamente ruge de dolor y, nuevamente, río en la batalla.
Adelanto mi doru tratando de ensartar a bestia pero esta logra retroceder lo suficiente como para amortiguar el golpe en la medida de lo posible.

Vuestras arremetidas contra la arpia son cada vez mas fuertes y el monstruo parece a punto de ceder. Durante unos momentos, lanza un rugido y tensa los musculos, y tu sientes como el aire se llena de energia. Pero un golpe de una de las dorus hace que se desconcentre y la arpia se revuelve furiosa de no poder moverse entre tantos hostigadores que no la dejan ni un paso libre. Los espartanos cierran una firme muralla alrededor de la arpia, y todo parece ganado, cuando oyes un grito a tu lado. Un espartano cae con el muslo de la pierna atravesado literalmente por una cuchilla, y otro cercano cae igualmente atravesado, pero esta vez por el cuello. Y entonces sientes como otra cuchilla se desliza a tu lado, abriendo un feo corte en tu abdomen, y haciendo que frunzas el ceño. Durante una fraccion de segundo divisas a la arpia que no deja de atacar a la falange con sus armas arrojadizas, y que parece dar vueltas alrededor de vosotros, pero esta se pierde al momento, a una velocidad insospechada

En cambio, te preocupa mas el monstruo que tienes en frente. De gran tamaño y fuerza, la arpia se resiste a dejarse vencer. Y justo parece que va a alzarse en vuelo, para intentar recuperarse de sus heridas, cuando los dos espartanos con los que habias hablado agujerean sus alas, haciendola chillar de dolor. A partir de entonces es todo una verdadera carniceria. La sangre negruzca te salpica en el rostro repetidas veces, y poco a poco, las dorus de tus compañeros van empalando al monstruo por varios lugares. Tu clavas tu arma en uno de sus hombros, y al hacerlo, sonries al ver que la arpia escupe mas sangre por la boca. Es inhumanamente imposible que sobreviva a esta, y ya no chilla. De hecho, cae sobre sus rodillas, y los espartanos aprovechan para subirse encima suya, a rematarla, cuando...

De repente, una nube de oscuridad, tan voluminosa que parece tener vida propia, llega hasta ti, y se para justo delante de tus narices. Miras alrededor, y ves como dicha nube envuelve a varios de tus compañeros, incluso a parte de la arpia, que yace en el suelo ya casi muerta. La excitacion de la victoria dura poco, pues, al apartarte de la nube unos pasos, descubres que algo esta surgiendo del suelo detras tuya... Y delante...

Son esos seres de nuevo