Partida Rol por web

La lucha entre el bien y el mal acaba de comenzar...

Remolinos de fuego aún os envolvían en vuestras aterrorizadas mentes... El momento de la muerte había estado demasiado cerca. Tal era el poder de una Diosa, tal era el poder de Perséfone.

De la nada habían surgido, envolviendo a todos los enemigos y acorralándolos hasta haber estado al borde de la muerte... Salvados únicamente por la intervención de una inexperta Diosa de la Justicia que no había hecho otra cosa que hacer una llamada, que convocar a todos los aliados a su causa...

"Si no lo hago estamos perdidos", pensó Niké, antes de elevar su cosmos al máximo y llevar a cabo la única medida desesperada que se le ocurrió para salir de aquella determinante situación. "He de hacerlo. Si ella está convocando a su ejército a su lado, yo haré lo mismo. Todo aquel que ansíe la paz**, todo aquel que quiera luchar en favor del bien y de la justicia, que acuda a mi llamamiento".

Y así lo hizo. Utilizó todo el poder de su cosmos para salir de allí, de aquel mortífero remolino de fuego, y teletransportarse a donde fuera, lo suficientemente lejos como para escapar del poder de la Doncella. Una vez a salvo, sin ni siquiera mirar dónde demonios había aterrizado, volvió a elevar su cosmos al infinito para clamar por la justicia, y traer a su lado a todo aquel que ansiase defender el bien.

Así fue como todos los caballeros de Atenea que aún vivían aparecieron rodeándola, incluidos Jabu del Unicornio y el traidor a Perséfone, Cerbero. Ya daba igual que supiesen que eran aliados o enemigos a la Doncella, lo único que importaba era poner a todo el mundo a salvo, y eso era lo que había hecho, en un intento desesperado por la supervivencia de los caballeros de Atenea.

Rendida, cayó al suelo, sonriente. Todos los caballeros cuyos cosmos aún ardían estaban allí, a su lado. Había logrado sacarlos del peligro, y eso era lo único que importaba. Ahora necesitaba un momento de descanso, aunque sólo fuese un par de minutos, antes de volver a lanzarse a la carga.

Además... ¿Dónde estaban? No lo sabía, pero suponía que Cerbero sí, y que podría indicarles el camino. ¿Y qué era lo que habían visto hacer a la Doncella? ¿Qué hacía ante la tumba de Hades? ¿Cuántos caballeros de Perséfone seguían aún con vida?

Y lo que era más importante... ¿Qué demonios es lo que portaba Jabu en las manos, y que había traído consigo al ser teletransportado?

Un sinfín de preguntas se agolparon en su mente, mientras con los ojos entreabiertos trataba de vislumbrar el lugar al que había huido el grupo completo a la desesperada. Tierras baldías, muertas, cubiertas de silencio y desoladora oscuridad. El Inframundo. Podría tratarse de cualquier lugar del Inframundo. Quizás Cerbero pudiera sacarles de dudas...

Se veía una inmensa ladera, como de un monte abrumadoramente alto, justo a su lado. El resto era terreno sin vida, sin un simple accidente geográfico que llamase la atención de los presentes, nada que pudiera decirles dónde estaban, o a cuánta distancia del castillo del Hades se encontraban. Nada. Menos mal que tenían al traidor de Perséfone con ellos...

"Al menos ahora confirmo que está de nuestro lado" pensó Niké. "De no ser así, su corazón jamás habría respondido a la llamada de la paz y de la justicia. Uno más a nuestro lado, que compense la caída de Camus, Shaka, Máscara de Muerte, Mu y Dohko".

Antes de que pudiese darse cuenta, el poder divino de Niké los había rescatado de aquel infierno y transportado a otro lugar muy distinto, pero igualmente desconocido. Saga miró a su alrededor y por un momento se quedó perplejo. Además de Aldebarán y Algol, antes sí estaban tres Caballeros de Bronce a quienes no veía desde que sus caminos se separaron en el Santuario y a quienes, en el fondo, daba por muertos dado el inmenso poder de algunos de los Espectros de Hades, y a Cerbero, de quien ahora podía estar seguro de su lealtad hacia la diosa Niké. Aún estaba atónito por la inesperada aparición de Perséfone, tan cambiada y aterradora.

Gracias por intervenir, Niké, nos habéis salvado. No reconozco este lugar... En mi anterior "estancia" en el Hades no conocí ningún paraje como este. ¿Sabéis dónde nos hallamos, Caballero de Cerbero?  No miraba a Cerbero; su vista iba de un lado a otro lentamente, analizando cada centímetro del lugar tratando de atisbar el menor movimiento o signo de que cerca de allí pudiese esperar un enemigo. Se mantenía en guardia. Pero entonces sus ojos se posaron en el Caballero del Unicornio y se quedaron fijos en sus manos. Y, ¿qué es lo que portas, Jabu?

Jabu estaba estupefacto. Las cosas se habían desviado muchísimo de los planes que tenía en marcha. Tardo unos segundos en darse cuenta de que ya no estaba en el mismo lugar, y de que habían viajado hasta un lugar fuera del alcance de la pequeña.

Sin embargo el peligro seguía siendo inminente, y necesitaba controlar la situación. Sabia por experiencia que las mentes de sus compañeros aunque justas, eran algo obtusas. Debía encauzarlas hasta llegar a buen puerto.

Se dio cuenta con lastima, de que allí solo habían un puñado de compañeros de armas. Y aquello lo lleno de pesar durante otro segundo mas, un tiempo precioso que estaba perdiendo.

Esto es lo que ocurre aquí abajo. Verite ha sido pervertida por un ritual, sacando su esencia e introduciendo una mas malvada. En este ánfora, esta la esencia benigna que ella necesita. Creo que incluso esta parte del alma de atenea.

Los planes de la ahora bien poderosa Perséfone son resucitar, como ya ha hecho con varios poderosos enemigos, a Hades, señor de estas tierras.

A nuestra llegada, eliminamos a Artemisa, y yo mismo acabe con la Doncella de Perséfone. Así que ahora no hay nadie que controle sus actos. Está convencida de que debe despertar de nuevo a su señor, y no parara hasta hacerlo.

La única alternativa que tenemos para acabar con todo esto, es devolver al cuerpo de la pequeña la esencia y la bondad que eran de ella. Para eso tenemos que acercarnos e usar esta ánfora, aunque no sé cómo. Hacerla volver a ser la de antes. El resto de sus caballeros, solo quieren cumplir con su deber, cuando sea Verite de nuevo no se interpondrán.

Pero, creo que el plan maestro para traerla es mucho peor de lo que pensamos. La Caballero Doncella de Perséfone, me confeso, que si despertaba a Hades, la niña ganaría muchísimo poder, suficiente para matar incluso a Zeus. Así que temo que estemos ante un plan muy bien urdido que sigue en marcha a pesar de mis esfuerzos.

Nuestra misión debe de ser, salvar a la pequeña, devolver la bondad a su corazón, y evitar que Hades vuelva. Tanto por lo que eso supondría, como por la posibilidad de que juntos acaban con todo el panteón de los dioses, y no solo con el mundo de los humanos.

Jabu había ido mirando uno por uno a todos sus compañeros. Poderosos o no, habían dado todo por estar allí, y darían su vida gustosos para acabar con el mal que los ponía en liza una vez más. Debían de entender que estaban cerca de su misión, aunque como el sabía desde el principio, sería una misión más que suicida.

Pero si alguien podía afrontar semejante batalla, eran aquellos hombres. No podían venirse abajo.

Los últimos acontecimientos me habían dejado más confuso de lo que nunca había estado. Primero la imagen de Verite tomando el cuerpo de Hades. Luego los círculos de fuego de los cuales fuimos salvados en el último momento gracias al poder de Niké como diosa. Y ahora la historia de Jabu, el cual me alegraba de ver que aun se encontraba con vida. No me podía imaginar qué clase de situaciones habrá tenido que soportar en el inframundo. Lo mismo iba para Geki e Ikki. Incluso me alegraba de la presencia del traidor al inframundo, el caballero de Cerbero. En esta situación necesitábamos de todas las fuerzas que pudiéramos reunir.

Así que los aquí presentes somos los únicos defensores de la justicia que quedamos con vida. Muchos buenos y grandes guerreros han caído, no podemos desfallecer ahora. Por Atenea, por ellos, por la Tierra. Si lo que dices es cierto debemos de actuar sin perder un solo segundo. Pero, ¿cómo? Nos ha costado mucho esfuerzo y varias vidas acercarnos al centro del inframundo, solo para que en unos segundos estuviera a punto de acabar con nosotros de no ser por la rápida intervención de Niké. Así que, ¿cómo vamos a entrar? ¿O la vamos a hacer salir de alguna forma?

La caida de mascara de muerte habia encendido la furia en mi interior, junto a Geki estabamos logrando hacer retroceder al Juez del Inframundo cuando de repente... los aros de fuego nos rodearon, pude discernir a una figura con aspecto demoníaco con una especie de Guadaña en su mano... luego todo se disipo. Volvi a abrir los ojos ante un paisaje de llanura, cuando pude darme cuenta de lo que habia pasado, Saga de Geminis, Jabu del Unicornio, Geki, y Algol estaban a mi lado... junto con quien nos habia salvado de una muerte segura, la diosa Nike.

Me gire hacia la diosa que nos habia salvado la vida y la ayude a incorporarse mientras escuchaba las palabras de mis compañeros. Escuche atentamente lo que dijo Jabu, al parecer era quien estaba mas al tanto de lo que estaba sucediendo y al terminar su relato entendi cual era nuestra mision.

No hacia falta hablar, demasiado habia sido dicho ya, asenti ante la mirada del caballero de unicornio con una determinacion sinigual. Las muertes de todos mis compañeros estaban en mi espalda, y no dejaria que sus almas descansen sabiendo que su sacrificio fue en vano. Shun, Seiya, Shiryu, Iyoga... yo terminaria lo que ustedes habia comenzado, y si de verdad parte de la esencia de Athena se encontraba en el recipiente que Jabu sostenia, eso queria decir que si lograbamos nuestro objetivo parte de la diosa seguiria viviendo dentro de la dulce Verité.

-Sabemos cuantos son nuestros enemigos?

Pregunte al grupo que parecia tener mas en claro el panorama al que nos enfrentabamos.

Tres Santos de Oro habian caido en la mision que nos tocaba. Mu, Dohko, Mascara de la Muerte... todos ellos habian peleado valientemente y derrotado algunos Caballeros del Inframundo, pero aun uno de los tres Jueces estaba con vida. Geki no estaba seguro si habia conseguido o no lograr lo que le habian encomendado. La falsa pelea frente a Ikki se le habia ido un poco de las manos. Pero al ver que aun contaban con Saga de Geminis y Aldebaran de Tauro, junto a Algol, Cerbero y sus amigos Ikki y Jabu, junto a la diosa Nike, le despertaba cierta esperanza.

Al ver a la pequeña diosa del Inframundo, Geki no se habia sorprendido tanto por su transformacion. Ya la habia visto asi. Solo que nunca habia visto que desplegase semejante poder, propio de un dios. Cuando apenas podia comprender lo que ocurria y creia que todo estaria perdido, la diosa de la Victoria los salvo. Pero no solo ella. Sino tambien la fe y fidelidad por Athena y la Justicia los habia salvado. Asi Cerbero, a pesar de poder contarlo como un Caballaro del Inframundo, habia aparecido con ellos.

Luego de pasar por la primera instacia de sorpresa, Jabu puso al grupo al tanto. Habia una posibilidad de regresar a la pequeña a la normalidad, pero eso suponia una confrontacion directa con ella.

A Geki no se le ocurria nada. Solo estaba al tanto que ahora tanto el como el Unicornio ya volvian a ser oficialmente Santos del Santuario y el factor sorpresa de la traicion no les volveria a funcionar. Lo mismo iba para Cerbero, que ahora seria tratado como un traidor en aquellas desoladas tierras.

"Bueno. Aun tenemos posibilidad entonces -comento el Caballero de Bronce del Oso, cuando Jabu termino de explicar lo que sabia- Tendriamos que... intentar que la doncella se quede sola. Asi como nosotros nos hemos reunido con Nike, ella habra juntado a los suyos. En nuestro grupo eramos tres Caballeros, yo incluido y un Juez. Y solo un Caballero del Inframundo ha caido. Queda otro, y uno de los Jueces". Geki hablaba, aun sin tener un plan, pero como para poner al resto al tanto. Saber que habian caido tres Santos de Oro y solo un Caballero del Inframundo no era muy alentador, pero era la realidad de la situacion que debian afrontar.

 Desorientado durante un buen rato y algo confuso por la situación en la que habíamos sido transportados tan solo pude escuchar lo que los demás decían sin saber bien de qué hablaban. Me levanté sin mirar a Niké, estaba enfadado por no haber podido siquiera comenzar mi batalla contra uno de los jueces del Hades. 

Puede que nos hubiera salvado. Pero también había herido el orgullo y el honor de los caballeros, o al menos Algol lo veía así. Los hados debían estar riéndose de ellos.

Sin duda ahora somos pocos... pero suficientes para cumplir con tal tarea. - afirmo - ... deberíamos averiguar si Verite se verá impelida a perseguirnos, en cuyo caso podríamos elegir el campo de batalla donde vernos las caras con ella y hacer uso del ánfora... o si prefiere resucitar al señor del inframundo, en cuyo caso nos tocará introducirnos en su campamento y atacarles.

-Estamos muy próximos al templo de Hades- dijo Cerbero, interrumpiendo la charla de los caballeros- Está en lo alto de esta escarpada pared que ante nosotros se muestra- su mano se posó directamente en la ladera del monte desnudo- Hay una posibilidad de poder acceder al templo de Hades por un lugar... Veréis... Si aún no nos han localizado, tenemos un punto a nuestro favor y otro en contra. El punto a favor es que en la mitad de esta ladera se encuentra una pared de reja que conduce al lugar en donde los caballeros traidores son conducidos para ser ajusticiados- Cerbero elevó su mano y dirigió el dedo índice hacia arriba- a ese lugar de esta pared montañosa podemos acceder simplemente trepando la pared. El lugar en donde los prisioneros son conducidos a la muerte es una especie de cueva excavada en la roca, bajo el castillo de Hades. Podemos acceder a las mazmorras del castillo a través de ese lugar.

"Lo malo es lo que viene a continuación..."

-Si aún no saben que hemos ido a parar aquí, posiblemente ningún caballero esté vigilando la zona, todo lo más encontremos a uno patrullando, pero nada más. Y ahora, os digo la mala noticia...- se tomó un momento antes de proseguir-  Escalar esta pared no será cosa fácil. Una caída a media altura podría ser fatal. Y no hay nada en otra dirección- os dice-Sólo muerte y desolación. La llanura baldía que veis ante vosotros no conduce a ningún sitio. Todo lo más, veréis restos y más restos de cadáveres que fueron arrojados desde tiempos inmemoriales al vacío desde el lugar de ajusticiamiento del que os he hablado. Así pues... ¿Alguno de vosotros vuela o puede teletransportarse? Yo puedo volar, pero... Cargaros a todos sería demasiado esfuerzo para mí. Agotaría mis fuerzas y mi cosmos en transportaros arriba uno a uno, así pues no me venía mal un poco de ayuda.

Se calló por unos segundos, antes de proseguir.

-En cuanto a lo de cuántos caballeros quedan vivos... Pocos, supongo. Pero eso da igual. Si Hades resucita, serán dos dioses a combatir. Contra eso nada podemos hacer, así pues, no hay tiempo que perder, caballeros.

Escalaremos.

Fue una declaracion de intenciones, no cabia duda.
Jabu tendio el anfora a Cerbero. Si el podia volar, seria mas comodo que llevara el preciado objeto hasta arriba.

Miro la pared durante unos segundos y luego se arrimo a ella.

Aunque llegemos arriba aun tenemos que averiguar como usar esa anfora, no se si bastara con romperla. En cualquier caso, debemos concentrarnos en llegar arriba y luego en pensar una estrategia.

Jabu puso sus manos en la pared. No habia tarea lo suficientemente imposible para un santo de bronce, y que menos que para el caballero de plata y los de oro. Estaba claro que tenian mucho que hacer y el tiempo, jugaba en contra.

Creo que subestimas la fuerza y la voluntad de los caballeros de Atenea… bueno, de Niké digo un poco azorado, pues aun me resultaba difícil asumir la muerte de Atenea y la ascensión de Niké, más con todo lo que estaba pasando en esto momentos.

Estamos dispuestos a hacer cualquier cosa, incluso dar nuestra vida, por aquello que creemos correcto. Una pared, por muy grande y escarpada que sea no nos detendrá. El destino no ya solo de la humanidad, incluso el de los dioses depende de que tengamos éxito en nuestra empresa. No podemos fallar dicho lo cual me situó junto al caballero del Unicornio dispuesto a escalar hasta le reja que ha comentado el caballero de Cerbero.

Mirando con desagrado la gran pared que habia frente a el, el Santo del Oso duda un momento. Siempre prefirio tener los pies firmemente apoyados sobre el suelo. Pensandolo un momento, luego agrego, intentando disimular su verdadera intencion aunque sin dejar de lado la utilidad de su plan: "Bien. Hasta aqui no deberia suponer demasiada dificultad para nosotros. De todos modos, me parece adecuado que alguien suba al ultimo. Para vigilar que nadie nos ataque desde abajo. Asi como, tambien alguien se quede vigilando desde arriba para aquellos aun pudieran estar subiendo. Yo me ofrezco para vigilar mientras el resto sube, si a nadie le molesta".

Saga escuchó con atención todo lo que sus compañeros decían, pero no tuvo intención de intervenir en la conversación. Si había que subir aquella pared, la subiría. Si había que utilizar el ánfora, la usarían. No importaba lo difícil y peligroso que fuese trepar ese enorme muro ni que no supiesen cómo utilizar aquel artefacto. Atenea, Niké y el bien estaban de su parte y, fuera como fuese, triunfarían en su misión como siempre habían hecho. Después de todo, Atenea velaba por ellos. Caminó sin decir una palabra y se situó ante la pared, mirando hacia arriba analizando los puntos más idóneos para apoyarse y la ruta más conveniente para trepar. Estiró el brazo derecho y acarició la pared, miró a sus compañeros y con tono firme dijo solamente una palabra:

Vamos.

-Yo puedo volar- expresó Niké, arrebatándole el ánfora a Cerbero- Ya la subo yo, y se la daré al primer caballero que llegue arriba. No me malinterpretes, Cerbero, me fío de ti, pero te necesitaré para ayudar a los que no sean diestros en el arte de escalar.

Se elevó en el aire, ánfora en mano, y ascendió en busca del hueco en la pared de la montaña.

-¡Arriba, caballeros! En cuanto alguien tenga el ánfora en sus manos, bajaré a ayudaros a subir.

 Aparto un momento a Saga, quien no parece encontrar un buen asidero y tras revisar la pared vertical con ojo crítico comienzo la subida, costosa y ciertamente dura, pero supliendo mi falta de fuerza con habilidad y reflejos voy poco a poco ascendiendo.

Jabu no espera, quizas hubiera echo bien en esperar un poco de tiempo y estudiar la montaña, pero como muchas otras veces en su vida, habia actuado por impulso.

Muchas veces, cuando habia vuelto a entrenar para recuperar su armadura se habia repetido que tenia que usar la cabeza en vez del corazon. O la menos buscar un equilibrio constante entre ambas cosas.

Ahora lo gobernaba un solo sentimiento, apremio.  Tenia que llegar junto a Verite, tenia que volver con ella y salvarla, tenia que salvar a todos.

En un momento dado, se quedo observando la escalada de Argol, y el despiste le costo caro, pues lo poco que habia conseguido subir, se convirtio de repente, en una trampa mortal, haciendole caer sin remedio.

Sus dedos, rasparon la dura roca mientras caia, pero no pudo de ninguna manera aferrarse de nuevo a la pared.

Bueno, vamos allá… digo haciendo crujir los huesos de los dedos de las manos de forma sonora y haciendo unos estiramientos con los brazos. Nada más acabar el “ritual” comienzo a escalar la pared, confiado en conseguirlo esta vez, no como en la ocasión anterior.