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Saint Seiya: La Doncella del Inframundo

19. Esfera

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10/05/2011, 05:32
Ikki

Al aparecer Hades la cara de Ikki parecia un poema, no habia forma de explicar el gesto en su rostro... incredulidad, asombro, confusion, desarraigo.. aquellas palabras apenas lograban raspar la superficie de lo que le sucedia al caballero del Fenix.

Tanta lucha... tanto sacrificio... tantas muertes para evitar esto... y finalmente fallamos.

El hombre que habia desafiado a una diosa, el que se alzaba como el mas fuerte entre los caballeros de bronce, el ultimo de los santos personales de Athena...estaba sin palabras. Miro al suelo escuchando las palabras de Hades, pero pensando en todo lo sucedido hasta aquel momento. La lucha de sus compañeros, los sacrificios de sus amigos, la muerte de Saori... todo aquello era en vano ahora que el señor del inframundo se habia levantado.

Crei que todo estaba perdido... pero de repente se ollo la voz del unicornio, Jabu del Unicornio no habia perdido la esperanza y aun seguia dispuesto a luchar por sus ideales y por la tierra. Los ojos de Ikki se llenaron de lagrimas, que rapidamente se secaron a la vez que un fuego en su interior se avivo de tal manera como nunca antes lo habia hecho, como nunca hubiera sido posible hacerlo arder.... y se dio cuenta. El fuego en su interior no tenia nada de divino, era el fuego de su vida, era el fuego de la humanidad que ardia con tal intensidad que era capaz de desafiar a todos los dioses del Olimpo. El fuego que lo habia remontado no se encontraba en la sangre de un dios, o en algun artefacto divino... se encontraba en el poder de la unidad... unidad con sus compañeros alli presentes, unidad con sus compañeros caidos, unidad con toda la gente de la tierra que tenian sus vidas y sus sueños por delante.

Jabu le habia mostrado el verdadero motivo por el que luchaban los caballeros de Athena, y le habia recordado el mas fuerte de sus poderes... la Union.

Las Palabras de la diosa Nike y de Cerbero se habian unido al coro de voces que Ikki sentia en su interior, pudo escuchar a Seiya, a Shun, a Yoga, y a Shiryu que gritaban tambien. Las voces seguian sumandose y el aliento de los caballeros dorados caidos se oia entre ellas, Saori tambien estaba alli... y finalmente ollo una voz que hacia mucho no escuchaba... Esmeralda estaba alli tambien, a su lado, luchando para vencer al mal y darle a este mundo un mañana mejor.

-Hades, Jamas podras entender por que te venceremos... Te mandaremos de vuelta a la primer guerra santa!!!!!!!!!!

Con las ultimas palabras el cosmos del Fenix exploto con ese fuego tan impresionante que habia nacido en el interior de Ikki y este lo envolvio completamente hasta hacerlo brillar como una llama viviente. Los ojos del caballero del fenix refulgian como dos estrellas fugaces mientras lanzaba su ataque final.

-QUE ESTAS ALAS DE FUEGO TE LLEVEN AL INFIERNO HADES!!!!!!!!!!!!! ALAS DEL FENIX VOLADOR!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Todo el fulgor contenido en el cuerpo del portador del Fenix se desplego hacia su objetivo trazando tras de si una cola, como un cometa hecho de puro fuego capaz de derretir la esencia misma del cosmos.

- Tiradas (1)

Tirada: 1d10(+8)
Motivo: FINAL ATTACK!!!!!!!!
Resultado: 3(+8)=11

Notas de juego

Bueeeeno quizas exagere un poco... pero Saint Seiya es asi :)

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Me cago en lo epico del post con la chorra de tirada.... pero bue no todo puede ser un final Feliz XDDD

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11/05/2011, 11:28
Cerbero

Cerbero se unió a sus compañeros en su clamor por la justicia.

-Hades, yo soy defensor del bien, defensor de la justicia que emana de la nueva sucesora de Perséfone. Nunca he entendido tu afán por conquistar el mundo. Nuestro objetivo siempre debería haber sido velar por los muertos acá en el Inframundo, velar por la paz de este mundo de tinieblas, convirtiéndolo en el lugar de reposo eterno de las almas de los caídos. Sin embargo, por culpa de un Dios mezquino, tú, y una diosa ambiciosa, Afrodita, he tenido que ver una y otra vez cómo nos alzábamos contra los demás mundos por un estúpido afán de conquista.

Se colocó en posición de ataque, elevando cada vez más y más su cosmos, hasta ponerlo a la altura de los caballeros de Atenea-Niké.

-Y sin embargo, entre tanta desdicha y ambición aparece una criatura como Verité, una flor en el desierto, una Diosa más poderosa que tú y que cualquiera del Olimpo, apenas una niña, con un corazón inmenso capaz de llevar a este Inframundo hacia lo que siempre hemos clamado que debería ser. Un lugar justo, el lugar del reposo final. ¡Y pienso proteger esos ideales, tan alejados de los tuyos o los de Afrodita, aunque por ello sea considerado el mayor traidor de la historia del Inframundo! ¡Yo, Cerbero, juro lealtad a Perséfone y prometo una alianza con las fuerzas del bien, con las de Zeus en el Olimpo, Poseidón en los Mares, y Niké sobre la Tierra! ¡Ahora que por fin el mundo estará en paz no pienso dejar que un ser ambicioso y despiadado acabe con tan utópicos ideales cuando por fin están a un paso de cobrar vida! ¡Yo, Cerbero, me uno a la justicia, en la figura de Verité, y en la de los caballeros que aquí me acompañan!

Su cosmos estalló en un último ataque furibundo contra quien se supone que es su Dios.

-¡Que mi ataque, el que la primera encarnación de Hades sobre la Tierra me enseñó, caiga sobre tí, maldito traidor! ¡Que lo irónico de su nombre te haga reflexionar, maldito, antes de desaparecer de este mundo de tinieblas para siempre! ¡POR LA FURIA DE HADES!

El épico ataque del caballero salió disparado a la velocidad de la luz, formando un todo junto a los de Ikki y Jabu.

- Tiradas (1)

Tirada: 1d10(+6)
Motivo: Furia de Hades, ataque de Cerbero
Resultado: 9(+6)=15

Notas de juego

Sigo esperando por el post final de Aldebarán, Algol, Saga y Geki. Por favor, ponedlo cuanto antes para poder proseguir.

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11/05/2011, 15:47
Geki

De a poco los Santos de la Victoria se recuperaban del sorpresivo regreso de Hades. Era el ultimo obstaculo que debian pasar para ganar, y estando tan cerca de conseguirlo, aquellos momentos de incertidumbre se despejaban como si de una pequeña nube en un soleado dia se tratase.

Cada Caballero hacia arder sus Cosmos como nunca antes lo habian hecho. Sus fisicos ya agotados por la Guerra Santa eran totalmente ignorados por el alzamiento del espiritu y la voluntad de aquellos que luchan dandolo todo hasta el ultimo minuto.

Muy lejos de alli, en el firmamente la Constelacion de la Osa Menor brillaba con hermosa intensidad, junto a otros grupos de estrellas que representaban a los jovenes luchadores de la justicia. El Cosmos de Geki aumento y se elevo formando un agresivo y poderoso oso detras suyo. El mismo alzo sus garras mientras el Caballero alzaba sus grandes brazos, y echando hacia atras su brazo derecho, acumulo todo el poder que le quedaba y lo llevo a dicha extremidad. Sus muslos se afianzaron al suelo, para poder soportar la carga de su mano, y de un solo, rapido y brusco movimiento, desplego toda aquella energia de su puño que a aun a la distancia no habia perdido su potencia. El golpe de un color azul claro se unio al de resto, que pronto impactaria en el Señor del Inframundo.

- Tiradas (1)

Tirada: 1d10(+9)
Motivo: Golpe final
Resultado: 7(+9)=16

Notas de juego

Bueno, no queria golpear a Hades cuerpo a cuerpo propiamente dicho, pero a su vez, no podia desperdiciar los 9 de Ataque que tiene Geki. Si te parece mal la descriocion del golpe Master, lo cambio y me tocara darle una hostia al diosesillo a lo Seiya.

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12/05/2011, 23:25
Saga

Saga elevó su cosmos tan alto como nunca antes lo había hecho. Y mientras lo hacía, escuchó una voz familiar. Era Kanon. Su hermano utilizaba la fuerza de la energía cósmica de Saga para darle palabras de aliento.

Kanon: Hermano, este es el momento. Es la hora de demostrar de lo que realmente eres capaz. La hora de mostrarles a todos que el traidor que había en ti ha sucumbido bajo el peso del amor y la justicia. Es el momento de que el nombre de Géminis quede libre para siempre de toda maldad, de la traición que un día ensució tu Armadura.

Saga: Hermano...

Kanon: Sí, Saga. Puede que yo llevase un día esa vestimenta divina, pero entre nosotros tan solo ha habido un verdadero Caballero de Géminis, y siempre has sido tú. Tu nobleza y tu poder son un don concedido por los dioses, y siempre has sabido dedicarlo a dar lo mejor de ti a los demás. Si alguien es culpable de lo que hiciste en el pasado y de lo que estuviste a punto de hacer hace tan solo unas horas, ese soy yo. Por mi culpa caíste en el odio y traicionaste todo aquello por lo que un día te convertiste en uno de los más poderosos Caballeros que jamás haya existido. Pero hoy, hermano, enmendaré el daño que te hice. 

Saga: Kanon...

Pero Saga se quedó sin palabras por un momento. Su energía cósmica aumentaba por momentos. Sentía cómo otro cosmos se unía al suyo, dándole fuerza y valor. Era la energía cósmica de Kanon, que le estaba cediendo su poder para ayudarle a vencer a Hades de una vez por todas. Una lágrima se derramó por la mejilla de Saga, emocionado al sentir cómo el hermano que por el que creía ser odiado le apoyaba.

Hermano, tú has sido mucho más digno de llevar la Armadura de Géminis que yo. Las dudas que albergaba mi corazón se han disipado al sentir el calor de tu energía cósmica recorriendo mis venas. Tú y yo, juntos, lucharemos al lado de Niké y los demás, y nunca desfalleceremos. Juntos derrotaremos el mal con el que Hades pretende inundar el mundo y podremos por fin alzar la vista orgullosos de ser unas verdaderos Caballeros de Oro, unos verdaderos Caballeros de Atenea-Niké.

Saga alzó sus manos una vez más, y en las palmas de sus brazos estirados brotaron dos haces de luz brillante como el sol.  El brillo de su Armadura era cegador, puro. Y en su mirada tan solo había paz.

Hades, tus días de gloria han terminado. Ahora te demostraremos el auténtico poder del amor y la justicia. ¡Prepárate a morir!

¡EXPLOSIÓN GALÁCTICA!

Saga unió sus manos ante su pecho, con los brazos aún estirados y las piernas separadas. La mirada estaba fija en el dios de las profundidades, y la luz que brotaba de sus manos salió despedida, convertida en un rayo cegador, directa hacia Hades. Este sería su último ataque, el fin de todas sus batallas. Y lo haría arropado por sus compañeros y por su hermano, el más digno final para un Caballero de Atenea-Niké.

- Tiradas (1)

Tirada: 1d10(+11)
Motivo: Ataque final: Explosión Galáctica
Resultado: 8(+11)=19

Notas de juego

Al principio del post hay una conversación entre Saga y Kanon. No sabía cómo hacer para dejarlo claro, así que antes de lo que dice cada uno he puesto el nombre del Caballero, para que se sepa quién lo dice. Al ser una conversación a través del cosmos de Saga, se da por hecho que los demás no escucháis lo que Saga y Kanon se dicen, ¿vale? Pero lo que le dice a Hades sí. Lo sienot si no lo escribí muy claro, pero la verdad es que no sabía cómo hacerlo para que no hubiese lios.

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13/05/2011, 22:30
Aldebaran

¡POR LA VICTORIA! Rugí con la más potente de mis voces tras el discurso de Niké, con el puño derecho alzado al cielo. Todas las dudas que albergaba mi corazón desparecieron al notar cómo se elevaban los cosmos de mis compañeros de batalla. No estoy solo. Nunca lo he estado y nunca lo estaré. Este donde este, sea cual sea la adversidad siempre estaré arropado por el resto de los caballeros Juntos, obraremos él milagro Juntos venceremos. Yo también comencé a elevar mi cosmos mas allá de su límite, hasta puntos como nunca había alcanzado, uniéndose y mezclándose con el de mis camaradas de batalla, preparado para lanzar yo también mi último ataque.

En el momento álgido, cuando más altos estaban los cosmos de todos, una fuerte luz ilumino la estancia. Una luz de una brillantez que hacía daño a los ojos, un fulgor como solo un sol sería capaz de generar. Solo había unos objetos en todo el mundo capaces de reproducir una luz tan brillante en mitad de tanta oscuridad, y esas eran…

Tienes toda la razón mi viejo amigo. No lucháis solos, nosotros y el resto de caballeros y guardianes del santuario que lucharon en esta Guerra Santa están con vosotros. Mientras la guerra dure, ni la muerte será capaz de detenernos sonó una voz procedente de aquella luz. Una voz que había escuchado un innumerable número de veces, una voz llena de calidez, una voz que solo podía pertenecer a… ¡Mu! ¿Realmente eres tú? pregunto hacia la luz, alzando la cabeza y entrecerrando los ojos para evitar que el resplandor me cegase.

No solo él, Caballero de Tauro. Todos los caballeros os hemos escuchado y hemos acudido a ayudaros. No podemos dejar que soportéis solos la carga de luchar contra un dios. Puede que nuestros cuerpos ya no estén, pero nuestro cosmos sigue vivo en nuestras armaduras. Y mientras a un caballero le quede una chispa de cosmos, este luchará. Esta vez la voz era diferente, más profunda y llena de sabiduría. Una voz que solo podía ser… ¡Maestro Dohko! ¿Usted también? ¿Qué ha querido decir con eso?

Pero nadie respondió a mi pregunta. En lugar de eso la luz fue perdiendo intensidad poco a poco aunque no llego a desaparecer. Pero al menos ahora nos permitía ver lo que se escondía en su interior. Y allí que aparecieron relucientes como estrellas el resto de armaduras doradas.

Comencé a comprender las palabras del espíritu del maestro Dohko y no pude evitar que se me cayesen las lágrimas. Aun en la muerte, nuestros camaradas habían seguido confiando en nosotros y luchando a nuestro lado. No podíamos dejar que tal sacrificio quedara en vano. Bajo la atenta mirada de nuestros camaradas caídos venceríamos a Hades y restauraríamos la paz en la Tierra.

Tras secarme las lagrimas con la mano derecha adquiero mi tan característica pose de combate con los brazos cruzados sobre el pecho hades, este es tu final. ¡Contempla y siente en tus carnes un nuevo milagro de los humanos! ¡Observa como una vez más los humanos superan a los dioses! ¡GRAN CUERNO!


- Tiradas (1)

Tirada: 1d10(+7)
Motivo: ¡Gran Cuerno!
Resultado: 9(+7)=16

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19/05/2011, 02:13
Algol
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Tirada: 1d10(+8)
Motivo: Escudo de Medusa!!
Resultado: 9(+8)=17

Notas de juego

 Mientras me surge la inspiración, ahí va la tirada. Si para cuando pongas el post aun no está preparado, haz lo que creas oportuno.

un saludo.

Editado por la master: Yo tiro para adelante.

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22/05/2011, 22:57
Director

Todos los caballeros fueron, uno a uno, elevando sus cosmos hasta el paroxismo. Tal fue la magnitud de estos que incluso las restantes armaduras de oro acudieron a la llamada, como si quisieran apoyar el último intento desesperado de los caballeros de Atenea-Niké en pos de la justicia. Uno a uno emitieron sus confiadas palabras contra un asustado Hades que no concebía el perder esta batalla recién resucitado, pero estaba claro que aquel grupo de destrozados caballeros, heridos tras mil batallas, agotados tras días sin dormir, aunque no fuesen tan poderosos como lo era éste poseían algo que los hacía invencibles: una fe inquebrantable en la justicia y en su causa. Luchaban por el bien, y nada ni nadie podría detenerlos en su afán por salvar al mundo de las garras de las tinieblas.

Niké enarboló su espada, y con la mirada fija en Hades entonó las últimas palabras antes de elevar su cosmos como lo habían hecho ya, o incluso más, aquellos caballeros de quien aspiraba a llegar a ser algún día una buena líder.

-Esto se ha acabado, Hades, admítelo. Nada ni nadie podría vencer a estos caballeros. Ni siquiera el más poderoso de los Dioses podría enfrentarse a ellos sin sucumbir tras enfrentarse a uno sólo de ellos. ¿Y sabes por qué? Porque a ellos no los mueve ninguna ambición desmedida, ni un afán de fortuna o gloria. Ellos dan sus vidas sin pedir nada a cambio, lo arriesgan todo por aquello en lo que creen, y sólo buscan con sus actos lograr llevar un mundo mejor a aquellas personas a quienes defienden. Contra eso, ni toda la ambición del mundo, ni todo el poder, ni todo el mal que se ponga en su camino podrá salir indemne- Niké alzó la espada por encima de su cabeza, y su inmenso cosmos iluminó la estancia completa- Pero eso, Hades, mejor que con mis palabras, te lo demostraremos con hechos. ¡Que la espada de la Victoria guíe mi ataque contra las fuerzas del mal! ¡Muere Hades, y que contigo muera el último Dios ambicioso e indigno de tal nombre! ¡ESPADA DE LA VICTORIA!

El cosmos de Niké se unió al del resto de caballeros, y la conjunción de todos ellos fue tan brutal que hasta una exclamación de Atenea habría resultado inocua comparada con el poder que había alcanzado la unión de semejantes cosmos. Una explosión destruyó todo a su paso en su camino hacia Hades. Éste trató de defenderse, con el miedo reflejado en sus pupilas, pero antes de que el golpe alcanzara la barrera protectora que éste había creado en torno a sí, ya sabía que aquello era el final.

Y lo fue. No quedó nada de Hades, ni siquiera un pedazo de su armadura. El castillo de Hades prácticamente se volatilizó desintegrándose en millones de partículas de polvo, todo quedó arrasado. Y la explosión de cosmos logró que incluso aquel mundo de tinieblas, durante algunos instantes, gozase de una claridad jamás vista hasta entonces: parecía que el Inframundo estaba siendo iluminado por la mismísima luz del sol.

 Y aquella indescriptible luz cegadora continuó emitiendo su intenso brillo durante algunos minutos, mucho después de que Hades hubiese abandonado éste o cualquier mundo, aquella supernova continuó emitiendo su destello cegador. Tras aquella implacable luminosidad se veía al grupo de caballeros de Atenea-Niké, aún en sus posiciones de ataque, más concentrados y más seguros que nunca de que por fin habían logrado lo imposible: por fin el mundo estaría a salvo. Quedaban pocos, pero lo habían conseguido.

Por fin la luz cegadora fue remitiendo, poco a poco, aunque no del todo. Es más, durante todo un día terrestre aquel foco de luz continuó emitiendo su brillo cegador, iluminando desde una punta del Inframundo a la otra. Y no fue remitiendo hasta bien pasada otra nueva jornada, aunque nunca llegó a desaparecer del todo...

Todo había quedado destruido tras la explosión, incluso la esfera que Hades se había jactado que jamás nada ni nadie podría romper. Verité, la niña...

No estaba. No estaba por ningún lado. Recorristeis toda la zona, buscando entre los escombros, sin resultado. Cerbero, temeroso de que la explosión hubiese podido causarle algún daño, se acercó a los restos de la esfera, como buscando alguna pista sobre ello...

-Esta esfera...- dijo, estudiando los fragmentos esparcidos por el suelo, y tomando algunos en sus manos- Yo diría... Que no la hemos roto nosotros... Yo... No lo juraría, pero parece haber sido rota desde dentro...

-Y es que así, fue, mi leal Cerbero- todos os girasteis para ver a la niña, Verité, aparecer sigilosa a vuestras espaldas. Había ido a buscar el cetro que había portado cuando Afrodita la había transformado en una malévola reencarnación de Perséfone- Mientras vosotros cargabais contra Hades, yo también elevé mi cosmos hasta el infinito. Y la esfera se resquebrajó sola, como si comprendiese que no tenía nada que hacer contra mí.

Se acercó a la condensación de energía que permanecía en la estancia, aquella que habían provocado todos los caballeros al atacar a la vez. Sólo entrar en contacto con aquella especie de cúmulo de energía podría ser suficiente para destruir una estrella. Sin embargo, la pequeña niña tocó la esfera de luz con su manita, elevó su cosmos, y ésta, como obedeciendo a la muchacha, se elevó hacia el cielo, iluminando el Inframundo de principio a fin. Luego se giró hacia todos los presentes.

-Y así seguirá siendo- os dijo, refiriéndose hacia la esfera de luz- Mientras yo sea soberana del Inframundo, esta colosal fuente de energía permanecerá activa, recordándonos las decenas de inútiles muertes que la ambición de algunos seres despiadados nos han causado. Mientras esta esfera de luz brille, la alianza entre el mundo de los vivos y el de los muertos será firme. Yo, Verité, reencarnación de Perséfone, asumo mi condición de diosa. Sé que no soy más que una niña, y que sólo cuento con Cerbero para proteger este reino, pero juro...- y al hacerlo llevó una rodilla al suelo, rindiendo vasallaje a los caballeros de Atenea-Niké- ...Os juro que el Inframundo, bajo mi reinado, JAMÁS se alzará de nuevo contra vuestro mundo. Es un largo camino...- se puso en pie, decidida. Seguía siendo una niña, pero mostraba la misma determinación que el más resuelto de los adultos- Tengo tantas cosas que aprender, tanto que hacer para devolver a este reino de oscuridad su esplendor... Pero lo haré. Seré una digna Doncella del Inframundo, y nunca, NUNCA permitiré que las Afroditas o Hades de este mundo puedan volver a rebelarse contra vosotros.

-¿Qui...Quieres decir que no volverás a la superficie, con nosotros, junto a tu madre?- preguntó Niké, con lágrimas en los ojos. No en vano, siempre había sido su protectora, y para ella era casi como una hija.

-No debo- dijo. Su rostro demostraba seguridad en sus palabras, y tan sólo un leve temblor en su dulce voz os hizo intuir que tras estas palabras no sólo había conocimiento sobre el camino que el destino le tenía preparado, sino también un pesar por ello- Soy Perséfone, Doncella del Inframundo. Y sé cuál es mi cometido. No disfruto renunciando a vivir en la Tierra, pero he nacido para gobernar este Inframundo, soy consciente de ello. Sólo que yo soy la primera que tiende una mano hacia el bien, en vez de luchar contra él. Mientras yo del Inframundo sea soberana, nadie en mii reino osará alzarse contra el vuestro. Caballeros, me habéis enseñado lo que es la amistad sincera y desinteresada, y me habéis hecho madurar. Pese a que no me veréis como más que a una cría, estos días a vuestro lado me han hecho comprender la importancia de que yo me quede aquí, para evitar que las fuerzas del mal vuelvan a hacer el daño que tantas y tantas veces a lo largo de la Historia han llevado a cabo. Nunca será así durante mi reinado. Os estaré eternamente agradecida por lo que me habéis enseñado, por el cariño que me habéis mostrado, y por todo lo que habéis hecho, por las vidas perdidas, por... por...

La niña rompió a llorar, y se abrazó a Niké. Todos los caballeros, agotados tras un nunca acabar de peleas épicas, se dejaron dominar por la emoción. Los rostros de todos los caídos en aquella innecesaria batalla volvieron a vuestras mentes, y todos a una dejaron fluir un torrente de lágrimas. Lágrimas de alegría por la victoria. Lágrimas de emoción por la nueva alianza. Lágrimas de dolor por los amigos caídos...

Nadie dijo nada durante varios minutos. Todos, exhaustos, se dejaron llevar. Ya habría tiempo para recomponerse, ya habría tiempo para hablar y para organizar un futuro que, sin duda, se vislumbraba lleno de esperanza. Ya habría tiempo. Ahora, ninguno tenía fuerzas más que para dejarse llevar por las emociones tanto tiempo contenidas en el campo de batalla...