Partida Rol por web

Saint Seiya: La Doncella del Inframundo

8. Y por fin se hizo la luz

Cargando editor
22/02/2010, 01:18
Director

Los diez caballeros reunidos, con el objetivo de conocer la verdad.

Y la verdad sería revelada...

Cargando editor
24/02/2010, 02:48
Director

LO QUE SUCEDIÓ EN EL OLIMPO, PARTE I

 

Atenea se apareció, junto a sus dos caballeros de bronce, a la entrada del templo de Zeus.

Cuando se adentró por sus pasillos, seguida de Seiya y Shiryu, no podía menos que asombrarse ante la magnifiencia de cuanto la rodeaba. Esta construcción hacía que incluso el Partenón pareciese una construcción modesta.

Impresionada, accedió hasta el salón del trono de Zeus, en donde se encontraba éste, imponente y majestuoso.


By camember at 2009-12-20

Atenea se colocó en el centro, con sus caballeros tras ella, vigilando a su alrededor.

-Padre, me has llamado, y a tu ruego de personarme aquí he acudido rauda- Atenea hizo una reverencia.

-Hija mía... ¡Cuánto te he echado de menos!- dijo Zeus, levantándose, para estrecharla entre sus brazos. Atenea siempre había sido su hija predilecta, por su valentía, y sin embargo era, de toda su prole, a quien menos había tenido el placer de frecuentar, quitando a Perséfone, a quien no había visto más que una sola vez en toda su vida.

-Padre, ¿por qué me has hecho venir?- peguntó Saori, metida de lleno en el papel de Diosa.

-...Hija mía, tenemos un par de asuntos muy importantes que tratar, y ambos están relacionados además... No he sido yo quien te ha reclamado, pero sí quien ha dado el aviso.

-¿Y entonces para qué he venido, Padre?- pregunto, extrañada- ¿Por qué estoy aquí?

-Para ser sometida a juicio- un voz a sus espaldas los interrumpió. Alguien se acercaba. Era Hefesto, uno de los Dioses menores del Olimpo. Venía cojeando, casi arrastrando el pie derecho, como si hubiese quedado tocado a causa de una herida de combate hace tiempo. Pero no era así, y Atenea lo sabía. La causa de su cojera era una deformidad de nacimiento, no una herida de combate porque, que ella supiera, él nunca había entrado en combate- Veo que soy el primero en llegar- dice, y se pone a silbar, mientras toma asiento, para luego añadir- Mi esposa Afrodita llegará en un instante.

Y en efecto, tras él, una intensa luz apareció en el centro de la sala, y la bella Afrodita hizo acto de presencia de forma espectacular, presta y dispuesta a llamar la atención.

Se aproximó a su marido, y sólo pronunció una frase, alta y clara, para que todos la escuchasen:

-No me perdería esto por nada del mundo.

Y tomó asiento.

-No me extraña que no te lo pierdas- alguien había entrado en el templo, acercándose sigilosamente mientras Afrodita hacía una demostración de cómo llamar la atención- Dado que lo has provocado tú.

Estas palabras provenían de la boca de Hebe, hija de Zeus, quien acababa de entrar, desafiante, como correspondía a la hija rebelde del Dios de Dioses.

En vez de sentarse, se quedó de pie, y no muy lejos de Atenea, con los brazos cruzados.

-Alguien tenía que venir a poner voz a la razón- dijo, mirando directamente a Afrodita- Por eso estoy aquí, aunque algunos (o algunas) preferirían que me quedase en otro lugar.

 Otros dioses fueron llegando, para unirse a Zeus, Atenea, Hebe, Afrodita y Hefesto. Entre ellos, Ares, Dios de la guerra:

Apolo:

Hermes:

Y por último, Hera, la Diosa de Diosas:

La Diosa del cielo, venía acompañada de una figura encapuchada, cubierta de pies a cabeza con una toga.

-Ya estamos todos- dijo Zeus- Me temo que es momento para comenzar.

-¿Co... Comenzar? ¿Comenzar con qué?- preguntó Atenea, asustada.

-Atenea, has sido convocada ante Zeus y su consejo de Dioses- comenzó a decir Zeus- Para ser juzgada por tus crímenes contra otros Dioses del Olimpo, a saber, Poseidón, rey de los Mares, y Hades, rey del inframundo.

-¿Pero qué demonios estáis diciendo?- exclamó Seiya, al instante. No se esperaba lo que iba a oír...

Cargando editor
24/02/2010, 13:16
Director

LO QUE SUCEDIÓ EN EL OLIMPO, SEGUNDA PARTE

Allí se habían reunido todos los dioses, más la figura encapuchada, para juzagar a Atenea... ¿Pero por qué? ¿Por qué la habían de juzgar por defender el bien?

Fue Hebe quien puso un poco de luz en la escena.

-Saori, hija de Zeus. Si te preguntas quién ha convenido en realizar este juicio, fue Afrodita. Ella es quien te ha acusado de asesinar a varios Dioses.

-¿Y no es así, Hebe?- dijo Afrodita, con retintín- Que yo sepa, Poseidón y Hades no han desaparecido del campo de Dioses así porque sí. Atenea se interpuso en sus planes, y acabó con ellos. Los mares se han quedado sin soberano, ya que Poseidón fue nuevamente encerrado en su ánfora, y Hades ha vuelto a dormir, quizás para siempre, dejando al inframundo sin Rey ni Ley.

-¡Pero ambos habían atentado contra vidas humanas! ¿Frenarlos nos convierte en asesinos?- exclamó Seiya, fuera de sí.

-¡Silencio!- Hera había hablado, y con ella, llegó el silencio al templo. Nadie osó desobedecer su mandato- Que hable Zeus, que para eso es cabeza de este juicio.

Zeus se sentó en su trono, y Hera se colocó a su lado. En unos asientos de piedra de la derecha, se encontraban el resto de Dioses: Hefesto, Afrodita, Hermes, Apolo y Ares. Hebe seguía de pie, cerca de Atenea, mirando por encima del hombro a los que se encontraban en la grada, con gesto de superioridad total y absoluta.

La figura encapuchada seguía junto a la puerta, sin pronunciar palabra.

-Sean los motivos que sean- dijo Zeus- Afrodita ha sido quien se ha pronunciado en contra de los actos de Atenea. A un Dios, sólo ha de juzgarle un consejo de Dioses, y eso, Atenea, sí es algo que has hecho mal. Deberías haber acudido a nosotros, en vez de tomarte la justicia por tu mano. Es de eso, de lo que te vamos a juzgar, y es por eso que el castigo no será demasiado duro. Sé de buena tinta que creíste actuar de buena fe, pero la forma en que lo hiciste bajo ningún concepto se puede aceptar.

-¿Cómo que actuó de buena fe?- gritó Afrodita, realmente enfurecida- ¿Cómo que actuó de buena fe? ¡Lo de Hades es un asesinato! ¡Padre, olvidas que tu hija predilecta mató a tu hermano!

-¡Silencio!- exclamó Zeus, moviendo su cetro hacia Afrodita, amenazante- No toleraré nuevas salidas de este tipo, a ninguno de los presentes. Soy Dios y amo de todo cuanto os rodea, así que... ¡Guardad silencio cuando el Rey habla!

Todos se quedaron mudos al momento... ¿todos?

-Padre, tengo una cosa que preguntar. ¿Por qué no está Deméter aquí?- Hebe habló, desobedeciendo las órdenes de su padre. No obstante, la pregunta lo dejó tan descolocado, que no tuvo fuerzas para amenazarla, como había hecho con Afrodita.

-Yo lo sé- exclamó Afrodita, ufana- Es por otro tema que vamos a tratar a continuación.

-¡Silencio!- ahora sí reaccionó- Vayamos por partes, o no acabaremos jamás. Todos los presentes conocéis los actos de Atenea, y ahora es cuando toca opinar si la declaramos culpable o no.

Seiya y Shiryu hervían de rabia e impotencia. Pero... ¿Qué hacer? Si ni siquiera un Dios tenía derecho a contradecir o acallar a Zeus, mucho menos se lo permitiría a ellos. Además, Atenea estaba en silencio, con los ojos cerrados, pensativa, sin argumentar nada... Se colocaron junto a ella, tratando de evitar cualquier tipo de acción por parte de los presentes.

Todos los presentes discutieron durante un rato, a la vez, en lo que parecía ser una deliberación. Sí, estaban preguntándose unos a otros cómo obrar, y poniéndose de acuerdo. No obstante, a juzgar por las voces que daban, se diría que no se estaban poniendo de acuerdo precisamente. Atenea, mientras tanto, seguía impasible, con los ojos cerrados, y la cabeza gacha, esperando. Sabía que nada de lo que dijese iba a cambiar la situación...

"Además, sé por qué lo estás haciendo... Afrodita... Me odias... Sé que me odias por haber acabado con Hades. Sé que siempre idolatraste la figura de, lo venerabas más que a tu padre. Siempre creíste que te convertirías en la doncella del inframundo... Siempre pensaste que tu destino era gobernar a los muertos, pero tu padre te casó con Hefesto... Me odias por arrebatarte tus sueños de ser soberana absoluta del mundo de los muertos, el único lugar donde realmente tu padre Zeus no tiene poder... Poder... Siempre poder... Estoy tan harta de luchar para acabar con las aspiraciones de poder de los demás... Tan harta..."

Todo era por eso. Muerto Hades, muertas las aspiraciones de Afrodita de gobernar el Inframundo. Eso la había condenado para siempre a permanecer junto a Hefesto, a las órdenes de su padre Zeus, en el Olimpo, como una de las grandes diosas, pero sin tener realmente un lugar sobre el que ejercer soberanía...

Por fin, los presentes parecieron hallar orden y concierto, y se pusieron todos en pie.

-Deliberaciones- fue lo único que dijo Zeus, pero al segundo, y en riguroso orden, todos los presentes hablaron.

Hefesto se puso en pie, y fue el primero en hablar:

-Culpable- dijo, sin pestañear. Lo mismo expresó su esposa, cosa que a Saori no le sorprendió. La misma palabra fue repitiéndose en boca de todos, incluso en la de Hera, salvo...

-¡INOCENTE!- la voz de Hebe interrumpió la monotonía reinante. Alzo la vista, y miró a su padre, desafiante- Es que lo es.

Cuando todos hubieron acabado, y para horror de Seiya y Shiryu, Zeus habló de nuevo.

-Seis culpables contra un inocente- dijo, apesadumbrado- Yo, que también tengo voz y voto, digo que inocente- Hebe lo miró sorprendida, pero la mueca de asco de su rostro tornó por una de alegría, al conocer que su padre opinaba como ella- No obstante... Eso nos deja un balance de seis culpables contra dos inocentes... Y aunque mi voto es el que siempre concede un desempate... En este caso, no es necesario... Así pues...- parecía estar prolongando el momento de ejecutar sentencia- Atenea, hija de Zeus, eres declarada culpable de acabar con Poseidón y Hades, desobedeciendo las órdenes del Olimpo. Sobre tu condena, hablaremos en un instante... Porque ahora hay otro tema que tratar, directamente relacionado...

-Sí, Atenea, ahora vas a disfrutar- exclamó Afrodita, y se puso a reír, pero cesó ante la mirada que le echó Zeus.

-El otro orden del día, es la condena de Atenea, y su relación con el Hades- explicó Hera, con parsimonia.

-¿Mi relación con el Hades? ¿Qué demonios...?- Por fin Atenea pronunció palabra. Hebe se quedó boquiabierta. No tenía ni remota idea de qué demonios estaba hablando su padre.

-Atenea, los aquí presentes, menos Hebe, que será informada en breve, hemos dispuesto todo para colocar una nueva figura en el Inframundo. Alguien que pueda gobernar el mundo de los muertos, y así ocupar el lugar de Hades, o incluso, con el paso del tiempo, ser capaz a traer a mi hermano de vuelta a la vida. Hablo, por supuesto, de la reencarnación de Perséfone.

-¿De qué demonios estás hablando?- gritó Hebe, fuera de sí.

-¡He dicho que sil...

-¡A mí no me mandes callar, Padre!- exclamó hebe, con furia- ¡Maldito seas como envíes a Perséfone al inframundo! ¡No es más que una niña!

Esta vez fue Hera quien puso orden.

-Creo que olvidaste informar a alguien más- dijo la Reina de los Dioses- ¿De quién hablas? ¿Quién es esa Perséfone?

-Su hija- esta vez fue Afrodita quien habló, mientras Zeus rehuía la mirada de su esposa- De su hija, de él y de Deméter.

-¡Ya comprendo!- exclamó Hebe, y soltó una risa histérica- Por eso no está Deméter aquí. Vais a condenar a la pobre niña de la Diosa a vagar eternamente en el inframundo, y sabíais que Deméter se opondría.

-Es la única que tiene poder para hacerlo- explicó Zeus, abochornado por la escena- Perséfone ha nacido con varios dones divinos. Conocer la verdad de todas las cosas, el poder de resucitar a los muertos, y el poder para gobernarlos. Es la Doncella de la Leyenda. Ella y sólo ella puede gobernar el Inframundo.

-Pero quedamos en guardar la existencia de Perséfone en el anonimato, Padre- argumentó Hebe, desesperada- ¿Por qué has cambiado de idea de repente? ¿Por qué?

-Porque alguien os vio abandonar el Olimpo aquella noche, a ti, Hebe, y a tu sierva Nikola, portando una canastilla- dijo Afrodita- Con ese secreto en mi poder, hablé con el resto de Dioses, y nos enfrentamos a Zeus por la verdad que teníamos derecho a conocer. Todos los sabemos.

-...Menos yo- dijo Hera, conteniendo la cólera de la indignación- Ejecuta sentencia ya- ordenó, imponente- Zeus, tenemos cosas que tratar.

Zeus le hizo un gesto de la mano a la figura encapuchada. Ésta se acercó a donde se encontraban el resto de Dioses, y se quitó la túnica, dejando ver a una mujer caballero desconocida.

-Yo, mujer caballero de Perséfone, estoy aquí, a petición de Zeus, para encargarme de ir a buscar a la Doncella y llevarla al inframundo. El ejército de Perséfone está dispuesto ya para defenderla de cualquiera que intente interponerse en nuestro camino de la resurrección del Hades, y en cuanto este juicio termine, partiré a buscar a mi ama y señora.

No dijo nada más. Se había presentado, y había explicado cuál era su función y por qué estaba allí. Era parca en palabras, y no tenía más que añadir.

-Atenea- Zeus la miraba fijamente- Tu condena es obligarte a permanecer pasivamente sin hacer nada en este asunto de llevar a Perséfone al inframundo. Deberás acatar nuestra resolución, y obedecer, pues tú asesinaste a Hades, y es justo que permitas que su reinado se alce de nuevo. Con Perséfone en el Inframundo, Hades podrá resurgir de sus cenizas en un futuro próximo.

-NO- Atenea interrumpió su discurso, con una única palabra.

-¿Cómo que no?- respondió su padre.

-No pienso acceder a que obliguéis a una niña a hacerse cargo del Inframundo. Es injusto para ella, y no lo acataré. Para obligarme, tendréis que pasar por encima de mi cadáver.

Zeus, se quedó mudo unos segundos ante la resolución de su hija. Después, elevó su cetro, y lo dirigió a Atenea. Una lágrima se resbaló por sus mejillas, mientras pronunció sólo tres palabras:

-Que así sea- y el cetro de Zeus emitió un haz de luz. Sabía que no podía ir contra todo el Olimpo, y si Atenea se negaba a obedecer, debía ser condenada a muerte. El cetro emitió un rayo...

...Que detuvo Hebe, interponiéndose entre Atenea y él. La alcanzó de pleno en la espalda, dejándola malherida. Pero no era ella sola quien había parado el impacto. Seiya y Shiryu también habían saltado para interponerse entre el impacto fatal y Atenea, y ambos cayeron al suelo, sin vida.

-¡No!-exclamó Atenea, al verlo- ¡Seiyaaaaaa! ¡Shiryu!

Por su parte, Hebe, la diosa más veloz del Olimpo, también actuó.

-KAEIOTÓÇ**- pronunció esa palabra varias veces, mientras se agarraba al báculo de Atenea, y apoyaba la otra mano sobre su hombro. Al momento, varias jaulas de fuego rodearon a todos los presentes, menos a Atenea y a ella. Les había hecho ganar un poco de tiempo. Atena la miró a la cara, sabía que Hebe no tardaría en morir, fuese por la herida, fuese por la traición. Entonces Hebe habló.

-Que Saori muera no significa que Atenea no pueda vivir para siempre.

Atenea se la quedó mirando, y al final comprendió. Asintió con la cabeza, y soltó el báculo en manos de Hebe.

-No me falles, Saori- dijo Hebe, antes de teletransportarse lejos de allí.

-No lo haré- exclamó resuelta- Juntas protegeremos el Inframundo. Pero antes de morir... Lleva a Shun e Ikki de vuelta al Santuario. Ve, yo me quedaré a proteger tu huida. Daré mi vida por proteger a Perséfone de las garras del mal.

Tras desaparecer Hebe, Zeus y el resto se liberaron de sus jaulas de fuego.

Entonces, todo se volvió borroso...

 

 

Notas de juego

**Cerrado, en Griego (bueno, más o menos XDDD)