Partida Rol por web

Saint Seiya: La Doncella del Inframundo

4B. Tensión

Cargando editor
24/01/2010, 23:59
Director

Cuando el Santuario está en alerta, y Dokho trata de aclarar qué es lo que su increíble cosmos ha captado.

Cargando editor
28/01/2010, 16:20
Shura

Shura se movía de un lado para otro, nervioso. Parecía rondarle algo la cabeza, y tras unos instantes de silencio, se atrevió a hablar.

-Ya sé que no tengo derecho a cuestionar tus órdenes, pero considero que deberías haber enviado a Mu de Jamir en lugar de Shaka de Virgo, de Camus de Acuario, o de Aldebarán de Tauro. Con sus poderes de teletransporte, podría haber llevado al grupo completo al Ágora en menos tiempo.

Se queda mirando a Dokho, como esperando que lo regañe por su osadía.

-¿Y bien? Lo hecho, hecho está, no obstante- te señala con el brazo- Quizás mientras esperamos quieras compartir con los presentes qué demonios es lo que has sentido antes. ¿Qué es eso de Perséfone? ¿Qué tiene que ver ella con todo esto? ¿Qué te ha dicho en cosmos de Saori?

Se queda callado, esperando una respuesta por tu parte.

"No podemos hacer nada si no habla claro. Es el líder, pero nosotros no somos unos cualquiera. Debemos conocer la verdad".

Cargando editor
28/01/2010, 17:32
Mu

Ojala pudiese, Shura- replica Mu en un tono calmado, pero la concentración de cosmos que pende sobre el santuaria limita muchísimo tanto mis sentidos psíquicos como mi capacidad de teletransporte. Dentro del santuario mis movimientos están muy limitados, puedo saltar a cierta distancia, pero no puedo simplemente atravesar los templos. Los cosmos de los otros caballero y de Atenea me detendrían, o destruirían mi concentración. En medio de una teleportación, las consecuencias de eso pueden ser fatales. Así es como debe de ser. Si pudiese simplemente presentarme en las cámaras de Atenea o el Patriarca, estaría destruyendo el orden y la concordia del Santuario. Como todos los caballeros, si deseamos ver a la diosa o su representante, debemos pasar por entre las filas de nuestros iguales, o a través del propio patriarca. Ningún caballero puede ser más que otro, y menos aún yo.

Una frase típica de Mu. Criado entre monjes y ermitaños, al joven se le ha inculcado el valor de la humildad ante todo. No es que no confíe o desconozca su propia fuerza, sino que su férrea voluntad siempre evita que ese conocimiento le vuelva arrogante. Los riesgos de la arrogancia en alguien tan temible como un caballero de oro son desmesurados.

El caballero de Aries parece que va a limitarse a señalar ese hecho y callar, pero su expresión parece pensativa. Obviamente está meditando sobre las palabras de Shura. Finalmente, en un tono respetuoso pero firme, se vuelve hacia Dohko y habla él también.

Sabéis muy bien que respeto vuestra sabiduría y confío en vuestro juicio, viejo maestro- Mu no puede evitar sonreír al llamarle así. Muchos caballeros todavía no se han acostumbrado a llamar a su camarada de armas por su nombre, ya que le conocieron como "Viejo Maestro" desde que nacieron. Incluso a Mu, que siempre supo por Shion de su verdadera identidad, le cuesta pensar en el caballero de Libra de una forma distinta a la del anciano eremita de Lushan. Más de una vez durante vuestra vigilia de la prisión de los Espectros fui a pediros consejo y guía, honrando la confianza y la amistad que en vos había depositado mi propio maestro, Shion. Pero, con todo el debido repseto, coincido con Shura, al menos en parte. La sabiduría es poder, eso vos lo sabéis mejor que nadie. Si algo está sucediendo, deberíamos saberlo. Nos hará estar mejor preparados. Y si una diosa está implicada, con más motivo debemos ser cautos como las palomas y sabios como las serpientes. Creo que podéis hablar con plena confianza. Me conocéis bien, creo que siempre he demostrado mi devoción a Atenea. Pocos hombres hay más entregados que Shura, que recibió a Excalibur de manos de la propia diosa, y bien saben los dioses que Saga ha pagado un precio muy alto, en dolor y conflicto, para demostrar que es digno de nuestra confianza. Como igual vuestro y como caballero que tiene en alta estima vuestra sabiduria y percepción, os ruego que os expliqueis. Dejad que entre todos saquemos sentido a lo que sucede mientras aguardamos noticias.

Cargando editor
28/01/2010, 23:06
Saga

Saga observaba a Shura, Mu y Dohko en silencio.  Tras escuchar a sus compañeros, caminó hasta situarse junto al Caballero de Aries y, mirando a Dohko, simplemente añadió con voz firme:

Los Caballeros de Capricornio y Aries tienen razón, maestro, y creo que os seremos de mayor ayuda si estamos al corriente de lo que ocurre. Es hora de que nos contéis qué es lo que sabéis.

"No aguanto más sin saber qué está sucediendo tanto en el Santuario como en el Olimpo. Vamos, Dohko, ¿a qué esperas para deciírnoslo?"

Con la mirada fija en el Caballero de Libra, Saga esperó su respuesta.

Cargando editor
29/01/2010, 21:16
Dohko

Camino lentamente cerca del trono, no puedo apartar la mirada de él mientras escucho a mis compañeros.

Espero que todos mis años me hayan enseñado algo.

Paro de andar de repente y suspiro antes de empezar a hablar.

Debo contar todo lo que sé, pero no tengo tanta información como pensais.

De hecho casi no dispongo de información.

Atenea habló directamente a mi cosmos, me pidió que protejamos el santuario y a Perséfone. Ella es la clave para que nuestro mundo no esté perdido y tenemos que dar nuestras vidas por ella si fuera necesario.

Trago saliva con dificultad y sigo hablando.

También dijo que estaría bien...pero... parecía totalmente demacrada.

Cierro los ojos durante unos momentos mientras mente no cesa de repetir su imagen demacrada.

Es todo lo que sé.

Cargando editor
30/01/2010, 00:58
Director

Cuando Dhoko termina de hablar, notáis algo extraordinario. En un instante, captáis cómo comienza a surgir una luz que acaba envolviendo todo el Ágora, es más, envuelve todo el Santuario. No es un cosmos agresivo, pero... Es increíble.

¿Acaso hay en el santuario alguien que tiene más poder que Atenea? Os parece que ni el mismo Hades poseía un cosmos tan magnífico.

La luz crece en intensidad, más y más... De pronto, toda la luz desaparece al instante, como si quien hubiese proyectado tan impresionante cosmos lo hubiese decidido apagar de repente.

Cargando editor
31/01/2010, 14:03
Saga

Saga acababa de escuchar a Dohko sin quedar muy convencido pues le daba la sensación de que seguía habiendo algo que les estaba ocultando. Tal vez estaba equivocado, pero la reacción del Caballero de Libra cuando mencionó a Perséfone por primera vez fue demasiado intensa como para saber tan poco. No obstante, tal vez hubiese sido por la impresión de oir a Atenea y notar que algo malo le había sucedido. Un montón de pensamientos fluían por la mente de Saga cuando de repente sintió algo extraño que le dejó totalmente perplejo. Un poderoso cosmos, semejante al de Atenea o incluso superior, envolvía todo el Santuario. Alarmado, Saga se giró hacia la puerta de los aposentos del Patriarca por si algún enemigo hacía su entrada, pero entonces se dio cuenta de que aquel no era un cosmos amenazante. No había odio en aquella luz que los envolvía.

"¿Pero qué es esto? ¿Qué es este cosmos?"

Entonces, tal como surgió, desapareció. En cuanto Saga dejó de percibir aquella energía, volvió a mirar de nuevo a Dohko.

¿Qué ha sido eso? He percibido un cosmos tan poderoso como el de la mismísima Atenea. ¿Sería tal vez el de Perséfone? Algo ha debido ocurrir en el Agora; quizás nuestros compañeros estén en dificultades. Mu, tu capacidad de percepción supera la mía, ¿qué has sentido, de quién era ese cosmos tan inmenso? Dohko, no podemos quedarnos aquí sin hacer nada; puede que Shaka y los demás nos necesiten.

Saga se dio cuenta de que había gran impaciencia y nerviosismo en sus palabras, pero no pudo evitarlo. Un cúmulo de sensaciones se habían adueñado de él al sentir aquel cosmos y no soportaba más tener que quedarse en aquella sala esperando mientras sus compañeros habían ido a luchar. Saga era un Caballero poderoso que no temía combatir ni morir en la batalla y aquella quietud por parte de Dohko le estaba poniendo muy tenso. Con la mirada fija en los Caballeros de Aries y Libra, y convencido de que Shura estaría de acuerdo con lo que había dicho, esperó sus respuestas.

Cargando editor
31/01/2010, 18:02
Dohko

Siento un enorme cosmos que por un momento lo envuelve todo, más grande que el del poderoso Hades.

¿De dónde puede salir un cosmos tan grande?, ¿será de ella que ha venido a nuestro encuentro?

De mi boca solo sale un leve susurro.

¿Perséfone?

Escucho la inquietud de Saga y busco en mi mente palabras tranquilizadoras, pero no encuentro algunas que puedan serle de utilidad.

No iremos a ningún lado, en el Agora se encuentra el caballero más poderoso.

Y posiblemente también sea el más sabio, su cercanía con Buda va más allá de toda duda.

Si necesitan ayuda lo notaremos en un cambio en el cosmos de nuestros compañeros.

Cierro los puños con fuerza intentando que los presentes no noten mi intranquilidad.

Nuestro único deber es el más díficil, es esperar y confiar en ellos.

¿Por qué habré aceptado ser patriarca?, si no fuera patriarca podría estar luchando codo con codo con mis compañeros.

Si estuviera aquí Shion le cedería el trono gustosamente.

Cargando editor
02/02/2010, 14:28
Director

Tras las palabras de Dokho, un pequeño remolino de humo aparece en el techo del santuario. Al instante, del remolino cae un objeto, que al llegar al suelo emite un sonido metálico. El remolino desaparece tan pronto como se vino, pero el objeto permanecía en el lugar en que había caído.

Era el cetro de Atenea, el báculo de Niké. En ese instante, los tres percibís claramente a Saori hablándole directamente a vuestros cosmos. Su imagen, anteriormente percibida por Dokho, es desoladora.


By camember at 2010-01-20

-Que Saori muera no significa que Atenea no viva para siempre- son sus misteriosas palabras.

Al terminar de pronunciarlas, y tras haberos dejado allí el báculo, el cosmos de Atenea desaparece.

Pero también sentís algo más. Una pequeña explosión de un cosmos infinito, en el Ágora.

Pero ahora no tenéis que pensar en eso, sino en Atenea... El cosmos de Atenea se ha apagado. Saori... ¿Ha muerto?

Cargando editor
02/02/2010, 15:21
Mu

Hasta este momento, Mu ha permanecido relativamente en calma, aguardando al lado del trono del Patriarca. No le hace feliz estar ahí mientras ahí fuera sus compañeros se enfrentan a un peligro de proporciones desconocidas, pero vastas en cualquier caso. Aun cuando no es de naturaleza combativa, cada músculo de su cuerpo clama por salir y enfrentarse cara a cara con lo que sea que ha profanado sus templos y tiene a todos en vilo y a Dohko tan visiblemente agitado.

¿Que está pasando? Atenea simplemente había partido hacia el Olimpo a un llamado de Zeus. En cualquier cónclave de los dioses, la protección del padre Zeus debería mantener a cualquiera seguro. ¿Por qué de repente muestra el caballero de Libra tal preocupación? ¿Que ha visto exactamente? ¿Y por qué es tan vital Perséfone? Ni siquiera es una diosa.

Tantas preguntas. Y puede que parte de las respuestas estén ahí fuera. Luchando con sus compañeros.

Pero Mu permanece en su puesto. Entiende mejor que muchos lo vital de observar y aguardar, la importancia de no actuar apresuradamente y de confiar en tus amigos. Todos deben estar en su lugar, y ahora su lugar es este. No es uno agraable, como ha dicho Dohko es una dura prueba, pero deben pasarla. Eso es ser un caballero.

No obstante, algo en su férrea voluntad se empieza a romper cuando se forma esa extraña nube y ve lo que ha caído de ella.

Niké, el báculo de la victoria. Sobre el suelo polvoriento, como un perro sin amo, como un arma inútil sin el brazo de Atenea que lo guíe. Ha vuelto al Santuario, pero sin su dueña. El símbolo de la victoria, en el suelo. Mu siente de repente que han fallado, que han perdido. Que han perdido algo irremplazable, y que la imagen que captan sus ojos atónitos no es más que una constatación, una manifestación física de esa derrota. Una garra helada le atenaza la boca del estómago, y no acierta a articular palabra, sólo puede mirar a Saga y Dohko, cuyos ojos parecen tan interrogantes como los suyos.

Abre la boca para hablar...

Y es la voz de Atenea la que oye. De una Atenea como nunca la ha visto. Herida. Débil. Rota. Desolada.

Algo en el corazón de Mu parece quebrarse, como hielo que se resquebraja ante el avance del calor. Le gustaría ser capaz de decir algo, pero el cosmos de la diosa- tan débil- sella sus labios, de modo que sólo puede escuchar mientras habla.

Muerte.

No es una palabra, aunque la boca de Atenea la haya pronunciado. Es un sentimiento. Una intuición. Una verdad susurrada a su alma desde algún rincón oscuro de su mente. Ahora sabe que es esa pesadez, como de un nudo de acero enclaustrado en hielo, que siente dentro. Está presintiendo la muerte.

Hoy está ante mi la muerte, como el perfume de la mirra,

como sentarse bajo un toldo en un día de viento.

Hoy está ante mi la muerte, como un enfermo que sana,

como un hombre que desea ver su casa tras largos años pasados en prisión.

Las antiguas palabras, grabadas en una tumba egipcia hace milenios, le golpean como un mazo. Se pregunta si realmente, ese sentimiento puede querer decir...

y entonces el cosmos de Atenea se apaga, y ya nada tiene sentido.

Mu se vuelve furibundo hacia el caballero de Libra.

¡Al infierno con los acertijos, Dohko de Libra! ¡Este no es momento de pensar! ¡Atenea...! ¡Ella ha...! No es momento de quedarnos sentados esperando a que las cosas pasen, no podemos permitir que esto... que lo que sea... tenemos que actuar, ya. No pienso quedarme sentado esperando mientras algo profana NUESTRO santuario, y menos después de que... Si nadie puede darme respuestas, las arrancaré a golpes a quien sea, aunque tenga que derribar el Olimpo a puñetazos con todos los dioses dentro... yo... voy a.... no intentes detenerme ahora, o te juro que...

¿PERO QUE ESTOY DICIENDO?

Mu vuelve en sí. Observa su cuerpo como si no le perteneciese. Su puño se ha crispado con tanta fuerza que las placas de metal de sus brazales rechinan. ESu cuerpo está encorvado, y sus cosmos crepita en torno suyo como un avispero, zumbándole en los oídos.

¿Me he vuelto loco? ¿En serio pensaba lanzarme a la batalla contra los propios dioses? ¿En serio acabo de amenazar con alzar mis puños contra un hermano? No, contra un hermano no... ¡contra mi Patriarca!.

Un sudor frío le empieza a correr por las sienes. ¿Qué le ha pasado? Esto... esto no es propio de él.

Perdonadme... yo... lo siento de veras, Gran Patriarca. No... no tengo excusa. Cuando vi... vosotros lo habéis visto, ¿verdad?. Niké, y luego Saori, yo... no se que me ha pasado. Os ruego que me disculpéis.

Mu se vuelve de espaldas, los puños apretados con tanta fuerza que los guanteletes chirrían de nuevo.

Hay que hacer algo, sí. Pero, ¿qué?. ¿Quién ha hecho esto?. ¿Que ha pasado? ¿Cómo puede haber pasado? Y qué hacer ahora que...

Perséfone... susurra casi inaudiblemente. ¿Es posible? ¿Por eso nos hablásteis, Atenea? 

¿Sintiendo su fin, la diosa les ha dado un objetivo? ¿Les ha dado su última misión, proteger a esa criatura?.

Por supuesto, Atenea no responde...

 

Cargando editor
02/02/2010, 16:01
Saga

Cuando percibió la voz de Atenea hablándole diréctamente a su cosmos tras ver caer el cetro de Niké al suelo de la cámara del Gran Patriarca, Saga no pudo reaccionar. Dejó caer sin darse cuenta el casco de Géminis, que durante todo este tiempo había aferrado con gesto autoritario y solemne contra su cintura. Con los ojos completamente abiertos, sentía cómo ninguno de sus músculos respondían.  Ni siquiera era capaz a pensar. Una y otra vez se repetía a sí mismo:

"¿Saori ha muerto? No puede ser... ¡no puede ser...!"

 

Fue el arrebato de Mu lo que por fin lo sacó de su ensimismamiento. No daba crédito a ver cómo el apacible Mu, quien siempre mantenía la calma en cualquier situación, estallaba de aquella forma tan impropia de él amenazando tanto a los dioses como a su buen amigo Dohko. Pero entendía muy bien lo que le estaba pasando y lo que sentía, pues Saga estaba igual. Se sentía impotente, inútil, como si hubiese fallado, como si hubiese fracasado en su deber como Caballero de Atenea. Miró con ojos asustados a sus compañeros y pudo notar cómo la desesperación inundaba la sala. Aprentaba tan fuerte los puños que la sangre había empezado a brotar de las palmas de sus manos cuando se dirigió a Dohko:

Dohko, aunque Mu se haya dejado llevar por la impresión del mensaje de Saori, tiene razón; ¡no podemos quedarnos esperando más tiempo! Puede que Atenea haya muerto, ¿qué más tragedias esperas que ocurran para dejarnos actuar? No quiero creer que Saori haya caído en el Olimpo ni imaginar qué clase de mal inunda el reino de Zeus para que algo así suceda, pero no puedo quedarme de brazos cruzados mientras ella está en peligro. Tú y Mu quedaos custodiando los aposentos de Atenea, pero dejad que Shura y yo vayamos al Agora en busca de Perséfone y a ayudar a los demás. Shura, ¿estás de acuerdo conmigo?

Miraba fijamente al Caballero de Capricornio esperando un gesto de asentimiento. En otra ocasión Shura le había seguido junto a Camus y esperaba que aquello se repitiese de nuevo. Imaginaba que, al considerarse a sí mismo como el más fiel defensor de Atenea, debía de estar sufriendo un infierno en su mente al recibir el mensaje de Saori, por lo que debía estar deseando hacer algo para ayudarla. Mientras esperaba que Dohko y Shura reaccionasen, Saga se dio cuenta de que estaba temblando, pero no le importaba; no era momento de preocuparse de las apariencias, tan solo le importaba salir de aquella sala cuanto antes.

 

Cargando editor
02/02/2010, 21:18
Dohko

Tras la aparición del cetro de Atenea y escuchar las ultimas palabras de Atenea me quedo sin reaccionar, mi cara se ha vuelto muy blanca y estoy en la misma pose que minutos antes de que apareciera el báculo. Mis labios sí que se mueven, repitiendo la misma frase en un susurro casi inaudible.

La he fallado, la he fallado...

Veo como Mu habla, pero a mi cerebro no le llega ningún sonido. Todavía está intentando asimilar lo ocurrido.

No puedo quedarme así, tengo que hacer algo...por algo soy un caballero de oro....no, soy EL PATRIARCA.

Luchando porque mis lágrimas no afloren al exterior, intento evitar las caras de mis compañeros.

No hay razón para seguir esperando.

Debemos ir al ágora, pero alguien tiene que quedarse aquí...supongo que con que se quede un caballero servirá.

Tú eres el elegido Capricornio, los demás iremos al ágora para averiguar que pasa.

Tomo el cetro de Atenea con las dos manos y lo cojo delicadamente.

Lo protegeré mejor de lo que la he podido proteger.

 

Cargando editor
02/02/2010, 22:26
Mu

Mu asiente en silencio. Todavía está furioso consigo mismo por perder la compostura de esa forma. Él, al que toda la vida le han intentado inculcar paciencia y sabiduría. Shion no estaría nada satisfecho si pudiese verle ahora.

Pero el auténtico responsable está ahí fuera. Me niego a creer que no haya conexión entre la desaparición de Atenea y este cosmos... y el peligro que hemos sentido. ¿Quieren medir sus fuerzas contra el santuario? Bien. Les mostraré la furia de un Caballero de Oro cuando se atenta contra lo que es sagrado para él. Tendremos respuestas. Y al responsable de esta atrocidad... más le vale ir haciendo las paces con el Universo.

Vamos pues. El tiempo apremia.

Cargando editor
02/02/2010, 22:55
Saga

Por fin Dohko reaccionaba. Saga no esperaba que él mismo fuese al ágora, pues creía que al estar al mando del Santuario preferiría restrasar su entrada en combate por si sucedía algo ya que alguien tiene que dar las órdenes y dirigir a los Caballeros. Pero aun así, la decisión de Dohko agradó enormemente a Saga, cuya impaciencia era cada vez mayor. No obstante, a pesar de sentirse muy cómodo con Shura a su lado, reconoció para sí que, puestos a enfrentarse a poderosos enemigos era mejor hacerlo junto a Mu y el viejo maestro, que son dos de los más fuertes de la Orden.

 

Bien, Dohko, te seguiremos.

 

Odiaba tener que ser él quien siguiese a otro, pero sabía que en aquella ocasión su lugar estaba después del Caballero de Libra y que tampoco era momento para cuestionarse la jerarquía. Sin más preámbulos, se dispuso a caminar hacia el ágora con sus compañeros.

Cargando editor
03/02/2010, 14:13
Director

El grupo al completo se acerca a la puerta. Los caballeros de Leo y Capricornio, que aún siguen en el templo, también parten raudos, pero al llegar a la puerta, encuanto agarráis el tirador para abrirla, algo os retiene.

Detrás de vosotros. En el centro de la sala...

Sí.

¿Pero no es imposible? Es decir... No debería ser factible...

El báculo de Atenea se ha puesto en pie, emitiendo un aura intensísimo. De pronto, proyecta dicho aura sobre el centro del templo, formando un círculo luminoso. De ese círculo, de su borde, brota instantáneamente una luz tremendamente brillante que os ciega a todos. Parece un remolino, un tornado de luz.

Parece... Sí... Alguien se está teletransportando a la Cámara del Gran Patriarca. Pero... ¿No estaba protegido el Partenón contra ese tipo de magia? ¿No era imposible que eso sucediese? Sin embargo, era el própio báculo de Saori el que estaba abriendo la puerta, como cediendo a alguien la posibilidad de entrar. ¿Por qué? ¿A quién estaba Atenea dejando entrar en el Santuario?

Cargando editor
03/02/2010, 14:35
Director

Notas de juego

Os paso a una nueva escena. Lo que necesitaba que pasara ya ha pasado :D