Partida Rol por web

No habia sido mucho tiempo desde que Gallio los compro tanto a vos como a Zagred. El destino de ambos era incierto o al menos asi era porque lo que sabian de este hombre era que era un general y no el dueño de un Ludus. Por lo que la esperanza de volverse gladiadores estaria lejos o solo a un regalo de volverse realidad.

"Que opinas Brinda?" pregunto el hombre ahora mas tranquilo cuando vio que los enceraban en celdas que estaban una al lado de la otra. "El general nos hara gladiadores?" decia talvez cansado del silencio y queriendo una charla mientras esperaban.

Las celdas, eran mas jaulas que otra cosa con estas rodeadas de barrotes y siendo mas chicas que una persona. Los dejaba algo incomodos y con la imposibilidad de pararse. Mas alla de eso estaban en una habitacion por lo demas vacia.

Cuando nos meten en esas jaulas, más propias de animales que de personas, instintivamente me acerco a la pared de barrotes que separa nuestras celdas. No sé porqué pero la presencia de Zared siempre me trae paz cuando estoy preocupada.

Escucho sus palabras y suspiro. En algún sitio escuché que a veces los romanos utilizan esclavos contra sus enemigos en un intento de despistarles. Por ejemplo, les visten de legionarios mientras esconden sus auténticas tropas para caer sobre el enemigo cuando esté distraído.

Solo podemos confiar en que ese no sea nuestro destino, Zared. Ojalá nos haga gladiadores, pero ser comprado por un general y no por un lanista no tiene buena pinta. Ojalá me equivoque. Pero, sea cual sea nuestro destino, me alegra al menos tener un buen amigo a mi lado.

Sé que Zared, en un par de ocasiones, me has propuesto ser algo más que amigos, pero siempre ha recibido la misma respuesta: cuando dejemos de ser esclavos podremos hablar de esas cosas, pero mientras sigamos de esclavos atarnos solo nos complicaría la vida.

Zared te mira preocupado cuando le comentas esas palabras. “Que despreciables, aunque seguro lo que escuchaste es cierto. Por los dioses encima nos tienen en este lugar chico.” dijo estirándose como podia, pero su gran altura le hacia mas molesto ese reducido espacio.

“Tendremos que tener fe.” dijo encogiendose de hombros y sonriendo con una confianza que no tenia. Aunque cuando te referiste a èl como buen amigo, viste que su gesto cambio a uno mas de molestia y aunque miro en otra dirección para que no lo vea podias sentir que estaba molesto. “Si, no te preocupes. Nosotros seguiremos juntos tanto tiempo como pueda lograrlo.”

“Sabes el calor es mas ligero aqui. Al menos esta esa ventaja.” comento cambiando de tema. “Si nos fueran a alimentar y sacar de estas jaulas seria mejor.” siguio diciendo. Hacia rato que no los alimentaban y el estomago de ambos pedia aunque fuera un pan.

“Brinda. Tu siempre haz sido rapida aprendiendo cosas, tal vez si alguien aparece deberias hablar vos.” le ofrecio como plan, el unico plan que podian hacer.

Afirmo suavemente ante lo de que tendremos que tener fé, pero no me pasa desapercibido el enfado ante mis palabras. Sé que no le gusta que lo recuerde, pero no puedo engañarle ni tampoco quiero engañarle. No quiero tener ningún problema en mi cabeza si en algún momento tengo que usar mi cuerpo para poder sobrevivir.

El rugido de mis tripas me indica que hace tiempo que no nos alimentan; ojalá estos sí que nos alimenten cada día y no como los egipcios. Me acaricio un poco allí donde me mordió la serpiente mientras sigo hablando con Zared, en un intento de distraer nuestra mente del hambre. Me parece bien, yo hablaré con ellos si es necesario. Veremos cómo termina esto.

¿Sabes en qué estaba pensando? digo mientras alargo la mano hacia su jaula buscando la suya en un intento de tranquilizarle. En la vieja Nayanka* y las historias que contaba cuando éramos pequeños. ¿Te acuerdas cómo nos reuníamos todos los niños para escucharla?

El correspondio el gesto tocando tu mano. “Si, me acuerdo. Eran historias fantasticas, ademas cuando las contaban parecian tan reales.” comento el hombre tocando tu mano. “Eran buenos tiempos.” comento este.

Mientras hablaban fueron escuchando unos pasos, que tras unos momentos ambos vieron al general que los habia comprado con unos guardias atrás. Mas atrás habia un sirviente detras con panes y frutas.

Zared continuo tomando su mano y lo hizo algo mas fuerte cuando llegaron.

El general iba vestido con una toga formal, acercandose a las jaulas. El siviente no estando muy atras, con la bandeja de comida.

"Buenas Tardes. Podremos hablar? Pregunto porque muchos de los tuyos se han comportado como animales lamentablemente." decia el hombre con una voz tranquila apesar del racismo. El hombre era guapo y sin duda por los musculos en sus brazos era un general de batallas. "Tu hermano antes, cuando los separamos." comento referenciando los lios que hizo Zared antes que volvieran a juntarlos a ambos.

Mientras el romano hablaba, el sirviente dejo la bandeja de comida cerca de la jaula de ambos. Lo suficiente para que ambos pudieran agarrar algo. Luego se retiro rapido de la habitacion.

Miro a Zared con una medio sonrisa para luego volver a mirar al general. Me acerco a los barrotes para coger algo que poder ir comiendo. A pesar del hambre que tengo, intento no parecer desesperada sino comer degustando un poco.

Supongo que no les sorprenderá, general. Ya deberían saber los romanos que los namibios no somos fáciles de doblegar. Pero sí, podemos hablar si así lo quiere.

Respecto a Zared, si bien no somos hermanos de sangre, somos hermanos de tribu. Y es posible que los últimos que quedamos. Por eso nos defendemos mutuamente.

Miro al general directamente a los ojos, sin apartar la vista en ningún momento. Sé que mis ojos son una buena parte de mi anatomía, una que llama la atención. Quizá así consigamos algo mejor.

El general escucho y miro a ambos. “Ya veo. Coman tranquilos.” le dice haciendo un gesto de la mano a la comida, Zared tras un momento empieza a comer uno de los panes.

“Namibios...si, la verdad es que no conosco a su tribu. He dedica mi tiempo a las tribus que estan al norte del imperio no al sur.” comento de nuevo viendo a ambos pero mas a ella a esos ojos que parecien tenerlo interesado. Aunque tambien el resto de su belleza.

“Pero me los ofrecieron como un buen regalo para mi futura esposa, incluso mas baratos por llevarme a ambos.” dijo con una pequeña sonrisa. “Ella tiene un Ludus de gladiadores. Saben lo que es eso?” pregunta pareciendo como con los otros comentarios ver su conocimiento y actitudes.

Si bien sus palabras me emocionan, intento no reflejarlo en mi cara. Sin embargo, seguro que puede ver un cierto brillo de esperanza en mis ojos. Un gladiador que luche bien puede llegar a ganar su libertad, pero los otros difícilmente podrían.

Me tomo un tiempo para responder en lo que trago el trozo de pan que he mordido. No propiamente por ese nombre respondo al fin, pero sabemos que los romanos tienen gladiadores. Así que no hace falta pensar mucho para sumar dos más dos e imaginar que es un sitio dónde preparan a sus gladiadores. ¿Me equivoco? termino dando otro mordisco al pan.

Tal vez se dio cuenta despues de todo observaba bastante tus ojos. Rie un poco ante tus palabras. “Asi que eres astuta...” dijo aunque parecio trabarse con algo. “Cual era tu nombre?”

“Efectivamente es un lugar de aprendizaje para los gladiadores. Los demas ludus son para los romanos libres, pero el de gladiadores es para esclavos.” le enseño mirandolos a ambos comer y pareciendo tranquilos.

“Supongo que podre contar que estaran tranquilos y podre liberarlos ahora mismo? No quiero malos gestos.” comento el romano sacando entre sus ropas un par de llaves.

Supongo que si intentamos huir no veríamos el día siguiente, ¿me equivoco? Miro a Zared y afirmo ligeramente.

Puede contar con que no escaparemos ni tendremos malos modos. Entre otras cosas porque a nosotros tampoco nos interesa nada de eso.

Respecto a nuestros nombres, yo me llamo Brinda y él es Zared. Creo recordar que los romanos tenían nombres largos, ¿verdad? Nombres que eran más que solo identificar a la persona. En nuestro caso no hay más. Nosotros nos identificamos por la ropa que vestimos y las pinturas que llevamos, así que no tenía sentido añadir más a nuestros nombres.

Le miro fijamente por un momento y luego agacho la cabeza. Perdón, algunas veces me pierdo en mi diatrivas. Pero poco tenía esto con haberme puesto a divagar y más con saber qué límites puedo alcanzar con él. ¿Le interesa nuestra historia? ¿Quiere saber más de los namibios? Todo eso puede venir bien en un momento dado.

Simplemente asintio a tu pregunta. Observando de nuevo a Zared antes de volver rápido a ti. Escuchando tus pensamientos y divagancias que suponias que no habia visto mucho en sus esclavas porque te miraba no solo entretenido sino que curioso.

“Me doy cuenta. Abre sus jaulas...” dice su sirviente pasandole sus llaves. El cual con cuidado y mirandolos con precausion abre cada candado que abre la parte de arriba de cada jaula. Con eso simplemente levantandose puedan abrir la puerta y tener mas espacio.

“Mi nombre es Gallio Italicus, es algo mas corto que la norma pero mis padres no vieron razon de agregar un tercer nombre.” comento simplemente de paso presentandose. “Nosotros los romanos nos identificamos con nuestras acciones, prestigio e historia.” le siguio explicando.

Entonces miro a Zared, que ya se encontraba levantandose estirando sus huesos con calma y al plato en el suelo aun con comida. “Porque no toman sus platos y vamos a caminar por el patio. Hablemos Brinda, puedes venir a mi lado. Zared estate atrás.” ordeno tambien probando sus limites de que tanto podian estar separados ambos Namibios.

Me levanto y salgo de la jaula, estirándome yo también un poco, aunque sé que eso remarcará mi cuerpo. Pero si no lo hago los músculos me empezarán a doler, así que es necesario.

Luego miro a Zared y afirmo levemente. Cojo el plato de comida y me pongo al lado del general mientras indico con la mano a Zared que haga lo mismo y se quede detrás. Vayamos entonces, mi señor. Supongo que es así como debemos tratarle, ¿no?

¿Así pues estáis prometido? ¿Hay algo que debiera saber sobre vuestra futura esposa? ¿O algo que queráis saber?

“Por supuesto. Con decirme señor por ahora bastara.” comento asintiendo y cuando la tuvo junto a èl empezo a avanzar hacia afuera de esa habitacion.

Zared detras con los guardias y ese sirviente se encontraba detras de todo esperando cualquier orden. Pero parecia que el romano estaba con otro tema en este caso tu cuerpo que miro de abajo a arrba a pesar de la mirada de Zared.

“No entiendo tu ultima pregunta.” confiesa ya llegando a la parte de afuera de ese hogar.

Al salir se encuentran con un jardin con varios tipos de flores que eran mas decorativas que utiles, no te parecia reconocer algunas de las que las ancianas usaban para medicina. Aunque habian algunas para condimentar, en el centro habia una pequeña fuente para pajaros. El sol estaba tranquilo al menos para ustedes.

“Deberias saber que es la que sera tu dueña. Ya que ella rige el Ludus...” comenta este acercandose a ti un poco mas y dando una mirada a los guardias que se detienen antes y le ponen un brazo adelante a Zared para que tambien lo haga. Entonces tienen mayor distancia entre todos. Zared esconde que no le gusta incluso ante ti pareciendo con un rostro neutro.

Noto perfectamente como el general se acerca a mí, pero dado que ahora mismo no tengo poder para decidir elijo seguir como si nada, aceptando tácitamente que se acerque.

Me refería más bien... empiezo a decir, aunque cuando los guardias parecen quedarse atrás no puedo evitar girar la cabeza para hacer un gesto de calma a Zared. Esto es lo que imaginaba que podía pasar, por eso no he querido formar una pareja. Vuelvo a mirar al general y retomo la conversación.

Me refería más bien, mi señor, si conoce de algún modo que le guste ser tratada o algo que aprecie que consiga agradarla. Algo que me convierta no en la típica esclava gladiadora sino en alguien que le agrade desde un principio. Eso sería bueno para mí, es evidente, pero creo que también sería bueno para usted dado que haría que su regalo destaque.

Zared ya se encontraba calmado por lo que asintio, dejandose estar atrás. De nuevo se estaba conteniendo aunque la distancia entre ellos crecia. Pero ambos estaban a la vista del otro sino tan al oido del otro.

“Tienes razon seria algo util. Pero lamento decirle que no se mucho de ella. Solo su apariencia y lo que me ha dicho su padre de ella.” confeso mirandote entera, tal vez degustando tu aspecto por si este podria ayudar a endulzar a la mujer. “La verdad me sorprende un poco que estes siendo tan cooperativa conmigo. No todos los esclavos hacen eso y menos con tan poco tiempo.”

Dicho eso se mueve a hasta estar frente tuyo. “Es algo que harias con cualquier romano? O solo con tu dueño? Cuando te regale me seguiras ayudando?” pregunto curioso tal vez con algo en mente para tus respuestas.

Le miro un poco confusa pero se me pasa pronto. Por supuesto que estoy siendo colaborativa. Demasiado bien he aprendido de los egipcios lo que sucede si no colaboras. Supongo que esas personas no habrán aceptado su destino, pero yo prefiero llevarme bien con la persona que me ha comprado antes de enemistarme con ella.

Respecto a sus preguntas, veamos. No me mostraría tan colaborativa con cualquier romano a menos que mi amo me lo pidiera, solo me mostraré así con mi dueño. Respecto a eso... no sé. Una vez me haya regalado, ¿qué ganaría colaborando con usted?

Como verá, estoy siendo sincera. Ahora mismo, colaborando, he conseguido salir de esa pequeña jaula y he conseguido comida. Pero, una vez que ya no esté en sus manos, y al menos hasta que no se case con la dueña del ludus, no tendré ningún beneficio por ayudarle.

“De los egipcios lo haz aprendido? Supongo que tiene sentido ahora tu forma de ser.” comento este sonriendo. “Hay muchos esclavos barbaros que buscan pelearnos y si no responden con pocas palabras a nuestras preguntas. Vos no.” le señalo para que tal vez entendiera un poco mejor que estaba hablando lo suyo aunque no parecia irritarle.

Te escucho bastante curioso de lo que decias. “Ya veo que los dioses te han dado inteligencia.” comento dando una mirada por encima de tu hombro. “Ademas de una impresionante belleza.”

“Pronto estaremos casados, no creo que sea mucho despues que te regale. Respecto a lo que ganarias, que te parece la posibilidad de alcanzar tu libertad?” pregunto mirando su rostro. “Espero que no hayas pensado que un gladiador solo con pelear se gana la libertad. Se necesita la buena vista de sus dueños.”

Me inclino de hombros. Desde que nos capturaron no he tenido oportunidad de hablar. Intentar hablar con los que nos capturaron implicaba que sacaran el látigo en el mejor de los casos y la serpiente en el peor añado levantando un poco mi ropa para que se vean las marcas de la mordedura que tengo encima del tobillo. Encontrar a alguien que quiere escuchar, aparte de Zared claro, es todo un alivio.

Me río suavemente con sus halagos y le guiño un ojo en un gesto que a mis ojos sería de simple complicidad y agradecimiento por sus palabras pero que para otro queda tremendamente seductor. No me considero tan guapa, pero agradezco vuestras palabras. Aunque vos no os quedais para atrás añado con una sonrisa amigable.

Sus siguientes palabras me hacen pensar y pongo un dedo bajo mi barbilla en un gesto de aparente inocencia. Supongo que al final quien decidiría sobre nuestra libertad sería vuestra futura esposa, pero tener de nuestra parte a su marido nos haría ganar enteros. Creo que eso sería un pago suficiente, mi señor. Vuestro apoyo cuando se mencione la posibilidad de que mi amigo o yo seamos libres. Supongo entonces que tenemos un trato.

Observo las mordeduras que les mostraste. “Entiendo, severos estos griegos.”

El romano dejo de ver a otro lado y se concentro en ti, sonriendo grande ante tu guiño. “Gracias. Créeme que no miento cuando te digo bella.” decía el romano empezando a acariciar tu rostro con una de sus mano. "Para verte mejor."

Escucho sus ultimas palabras en especial el tema de un trato, que parecía entusiasmarlo. “Aun no terminaremos porque sabes lo que ofrezco pero no lo que deseo. Cuando te pida algo en el Ludus espero que puedas cumplir en ello, no te preocupes no sera nada demasiado arriesgado pero habran cosas que deberas tener en secreto como esta conversación.” comento el hombre viendo la reacción de ella. “Ese seria el trato.”