Partida Rol por web

Me quedo pensando mientras dejo que acaricie mi cara sin apartarme. Siempre que pueda hacerlo, tendréis la seguridad de que lo haré. Pero si me pedís algo que esté fuera de mi alcance, no podría hacerlo.

Por otra parte, no hay problema con el tema de las conversaciones. De por mí no suelo contar mucho de lo que me dicen otras personas, así que podéis estar tranquilo. Tendréis en mí una aliada y una confidente, si así lo queréis termino, aceptando sus condiciones.

El sonrio. “Me parece bien.” dijo dejando de acariciarla escuchando el resto de sus palabras. “Es bueno saberlo conmigo tendras tambien eso cuando sea necesario, no puedo dejarte todo facil en el ludus pero si con tu camino a la libertad.” comento dejando eso en claro mientras el trato era sellado aunque no se decia.

“Ahora que tal si ademas de aliada y confidente, seamos amantes de vez en cuando. Como ahora?” pregunto el hombre y miro un momento a Zared que no podria escucharlo por el volumen del romano. “Sin duda quisiera mostrarte que tan hermosa te vez para mi. Pero tambien ver si tu amigo se pone celoso.” le confeso con una mirada fija en ella, su deseo quedando claro.

Sonrío con una sonrisa pícara. He intentado hacer comprender a Zared que un esclavo no puede tener posesiones, que mientras seamos esclavos ninguno decidiremos con quién nos acostamos igual que no decidiremos qué comemos. Él dice que lo comprende, pero yo no estoy tan segura. Y eso me molesta, no me gusta que sean muy posesivos conmigo en una relación formal.

Lanzo una mirada hacia mi amigo y vuelvo a mirar al general. Será un placer ser vuestra amante siempre y cuando no le cause problemas con su futura esposa. Además, pues también me parecéis atractivo y agradable... para ser romano añado, permaneciendo seria por un momento pero al final delatando la broma con una pequeña risita.

Sonrio con algo de maldad tras escuchar tus palabras. “Ya lo aprenderá, en especial lo primero sobre los esclavos.” acercandose mas a ella colocando su mano en la espalda por ella hasta llegar al principio de tu gran cadera.

Tu amigo para la fuerza de voluntad de este se contuvo aunque notabas sus gestos en el rostro y manos marcas de enfado.

“Seras mi amante, no la reemplazaras a ella. No deberia haber daño, tampoco es que haya amor en los matrimonios romanos.” le explico tratando de sacarle ese miedo a ella. Se la quedo mirando por un rato y fue tras la linda risita este tambien se vio divertido. “Lo tomare igual como halago.”

Dicho eso empezo a avanzar de nuevo poniendose al lado tuyo aun tocando tu cadera. “Dime Bianda. En que podrias ayudame si te pido algo mas tarde en el ludus.” le pidio queriendo conocerla mejor.

Miro a Zared y, cuando lo veo tan tenso, pongo cara de molesta. Ya le he dicho varias veces que esto pasaría, y también que no me gusta que me celen.

Me giro y retomo mi atención en el romano decidiendo dejar por ahora el tema de Zared. Por supuesto, dejo que mueva su mano como quiera. Ya veo, es más tema político y de influencia que tema amoroso.

Su otra pregunta sin embargo me hace mirarlo extrañada. No sé, porque no sé qué puesto ocuparé. Quiero decir, ¿cómo voy a decir qué podría hacer por vos si aún no sé por dónde voy a poder moverme ni qué libertades y restricciones tendré? Pero supongo que mínimo saber quién entra y quién sale de la casa, especialmente si parece algún pretendiente que pudiera usurparle el puesto, y seguramente prestar oídos a las conversaciones que se digan.

“Asi es.” confirma ya pasando del otro tema y dejandose llevar por la conversacion.

Ante sus dudas la miro y sonrio. “Seras una gladiadora, eso es seguro.” respondio rapido, aunque su otra pregunta lo dejo pensando. “Sobre tus libertades y restricciones las veremos mas tarde. La verdad no las conosco todas.”

“Eso me gusta. Si, seria lo primero y principal. No creo que como esta el compromiso salga un pretendiente pero mejor estar seguros.” comento el hombre mientras su mano bajaba mas a tu culo ya sin vergüenza. El jardin por lo que veias seguia hermoso por esos lados aunque si seguian ese camino llegarian adentro de nuevo. “Que sabes hacer? Que se te da bien?”

Zared parecio haberse rendido y tras un suspiro parecio ver a otro lado. Ya dejando en claro que por suerte no habria problema por ahi.

Como ha dicho, los matrimonios romanos no son tema amoroso. Así que supongo que imaginará que su futura esposa tendrá amantes igual que usted quiere hacer conmigo. En ese sentido puedo intentar enterarme de quién es cada persona concreta para informarle si tiene que preocuparse o no.

Puede ser algo complicado, pero si consigo llevarme bien con alguna esclava del interior de la casa... digo, en parte para mí y en parte para el general.

Por un momento me he quedado absorta en mis pensamientos, hasta que me doy cuenta de que por esta parte el jardín también es hermoso. Como también me doy cuenta de que la mano del general ha bajado más que antes, cosa que me hace acercarme a él aunque todavía sin hacer nada por mi cuenta.

Qué se hacer repito a su pregunta. Cazar sería la respuesta más obvia. En mi tribu mi padre era un gran cazador y, al no tener hijos varones, se dedicó a enseñarme a mí el arte de la caza. Desde un punto de vista más práctico en el tema gladiadores, manejo con bastante soltura la lanza corta que utilizábamos para arrojar a la caza y soy buena escondiéndome y sobreviviendo con poca cosa. Claro que en gran medida colabora este cuerpo delgado y ágil que tengo. Eso y mi curiosidad creo que son mis virtudes y defectos más destacables.

“Si, tienes razon. Ademas no quedaria bien que ella tenga amantes. Los hijos son importantes aquí en roma. Mas su origen y cualquier cuestinamiento podria costar mucho a ese hijo.” comento a ella para aclarar que los novios no estaban en el mismo terreno respecto al matrimonio.

Te dejo meditar tus planes en voz alta, confiando que pudieras pensar un buen plan. Mientras siente tu cercania y lo acepta sin mas, dandole una mirada interesada a la chica. Siguiendo escuchando aunque su atension parecia estar en otro lado.

Rie un poco cuando te describes. “La caceria no te va a servir mucho en roma. Los animales aquí son mascotas no presas. Pero tal vez como dices te podria ayudar como gladiadora el control de las lanzas. Aunque lo delgado con ese culo tuyo...” dice apretandolo mas. “Sin embargo la curiosidad puede ayudar y tambien tu inteligencia que me muestras.” comento el hombre.

Sin mirar atrás. “Me parece que esto podria funcionar bien. Espero no me decepciones.” dijo y fueron a una sala con varios sillones romanos. Habia vino que sirvio el sirviente en una copa que te paso el general mientras le servian otra. “Si quieres preguntame algo, se curiosa como dices.” le permitio mientras se bebia un poco de su coap. Era un vino dulce y liviano para ella que hasta hace poco tomaba algo que no sabia decribir pero les daban a los esclavos.

Escucho las palabras del general. Así que aquí no están en igualdad de condiciones hombres y mujeres, interesante. Cuando menciona mi trasero me río un poco pero no comento nada más.

Observo la copa de vino que me tiende sin llegar a llevármela a la boca. No puedo evitar pensar en todo lo que he vivido hasta ahora y lo que he tenido que comer y beber, y me pregunto si no irá por el mismo camino y esto será solo algo puntual. Pero ya que lo tengo, voy a aprovecharlo. Doy un trago al vino sintiendo ese dulzor bajar por mi garganta dejando un agradable regusto.

Sus palabras me hacen mirarle. La primera pregunta que se me viene a la mente es sobre el sitio donde vamos. Como sabrá, nosotros estamos acostumbrados a un clima cálido, por eso me gustaría saber sí ese sitio va a ser cálido o frío. También me interesa cómo se trata a los gladiadores allí donde vamos, en el sentido de si se les da comida decente o la bazofia que hemos comido estos días, si se las regala a otros hombres o mujeres, esas cosas.

“Roma. Ahi vamos, la ciudad mas grande de todo el mundo. Es lugar calido, con algunos dias con mucho calor. Eso supongo que no te molestara.” responde este sin problema. “Estaremos en el Ludus de mi prometida, que esta cerca del centro de la Ciudad.”

“Tendras una mejor comida, incluso mejor si ganas las peleas importante para el ludus. Los ganadores reciben cosas ya sea comida, bebida o amantes.” le explico. “Sobre ser regalados. Bueno hay romanos que les encanta estar como gladiadores y gladiadoras entrenados. Es un ritual para nosotros en cierta forma. Tambien lo son las batallas que haran en los coliseos. Ten en cuenta eso.”

Afirmo pensativa, aunque casi pienso más en lo mal que lo pasará Zared si le ofrecen a un romano.

Pues acostumbrada como estoy a una pequeña tribu, no sé cómo percibiré una ciudad grande como la que describes. Si ya por las que pasamos me parecieron grandes...

Entonces me doy cuenta de algo y agacho la cabeza. Perdón, no me di cuenta y le he tuteado. No volverá a pasar.

Entonces por lo que me cuenta digo, intentando desviar la atención de mi metedura de pata, parece que de clima va a estar bien y que tendré que ganar batallas para poder permitirme ciertos lujos. Comprendido. ¿Cree que podría darme algún detalle sobre la gente que vive en el ludus? No hablo de los esclavos, sino de la familia de su prometida y otra posible gente que viva allí digo de pie, un poco esperando ver qué va a hacer.

“Oh, vas a quedar maravillada eso seguro.” dijo con plena confianza y no te parecia que mentia. Dicho eso fue a uno de los sofas y se sento en uno de ellos.

Rio un poco ante el comentario de ella. “Mejor aprovecha ahora, pero con los demas no lo hagas.” dice y con un gesto de mano no solo te pide que te acerques sino que te sientes junto a èl. Si no te pegabas a èl lo haria èl.

“Estara mi prometida, tal vez su padre. Sus primos. El doctore.” empezo a nombrar aunque parecia algo reticente a los detalles. “El padre es un senador serio, fue quien planeo este compromiso y conservador a la vista de todos. Mejor no te metas con èl. El doctore es un galo libre que trabaja en Roma por eleccion. A los demas no los conosco demasiado.” dice describiendolos un poco mas detallado que parecia que estaba medio en oscuras como vos.

Mientras habla su mano libre toca una de tus piernas acercandose al fin de tu falta que empieza a subir lentamente.

Cuando me invita a sentarme, lo hago a su lado sin ningún tipo de problema. Si antes acepté convertirme en su amante no tiene sentido que ahora me haga la remilgada. Siento su mano en mi muslo y pruebo a hacer yo lo mismo, acariciando una de sus piernas.

Entonces por esta vez me permitiré tutearte. Gracias por comprenderlo. Me quedo pensando en lo que dice. El doctore ese será quién se ocupe de los esclavos o algo similar, pero es la prueba de que lo que pensé desde un principio es posible, que puedo ganar la libertad otra vez. De momento tengo que averiguar más sobre la gente de ludus, luego ya veremos.

Mientras voy cavilando, abro inconscientemente las piernas a su invasor a medida que se acerca hala unión de ellas. ¿Y me puedes contar algo sobre ti, general? ¿Has estado casado o te has enamorado alguna vez?

El no te rechaza en ningun momento dejandote que explores tranquila como èl hacia ahora, levantando mas la ropa y metiendo sus dedos por debajo de esta.

Parece percatarse de algo en tu rostro ante la mencion del Doctore. “El doctore es quien entrena a los gladiadores, generalmente son ex gladiadores que triunfaron en la arena lo suficiente para ganar la libertad y luego ser buscados por un Ludus para entrenar a sus esclavos. Sera al primero que conoscas casi seguro.” dijo este aclarando eso que ahora se daba cuenta que era un concepto muy romano para que ella tuviera idea de que se tratara.

Sus mano va avanzando hasta llegar entre las piernas de ella, al sexo. Sin vergüenza alguna o retroceso. “Bueno como sabes soy un general. Participe en la pacificacion de los pueblos al norte de nuestro imperio. Una tribu rebelde que aun tiene la fuerza para oponerse por ahora. Aunque mis triunfos me han hecho muy valioso.” dijo este sin humildad sino orgullo, por lo que sabias de los romanos los triunfos militares eran muy importantes aun mas que otros pueblos.

“No me he casado y enamorado aun no lo he estado...” comento y entonces te vio en los ojos. “Deseas que me enamore de ti?” pregunto mas por provocacion que porque hablara en serio.

Era lo que imaginaba cuando le nombraste como galo. Asumí que decía una de las tierras que conquistó Roma, ya que si no lo habrías llamado romano, por tanto supuse que sería un esclavo que había ganado su libertad.

Mientras tanto siento como su mano llega a mi sexo, de labios medios pero un clítoris algo más desarrollado de lo normal, y me estremezco. Dado que él no parece retroceder, yo tampoco lo hago metiendo la mano bajo su ropa y empezando a acariciar su miembro lentamente, primero solo con la palma de la mano y luego sujetándolo con toda la mano para masturbarle a una velocidad tranquila. Al mismo tiempo abro más mis piernas, dándole completo acceso a mi vagina.

Afirmo levemente hasta que me hace su pregunta. Entonces me pongo seria y le digo: por supuesto que quiero que te enamores de mí, eso podría ser otra forma de conseguir mi libertad. Luego le sonrío y niego con gesto divertido, aunque sus dedos me arrancan un gemido suave. No soy tan tonta como para pensar que te vayas a enamorar de mí, y menos que eso me ayude a conseguir mi libertad. Además, seré una tonta pero todavía creo que el amor no se encuentra, sino que es él quién nos encuentra.

El romano no se inquieta por lo que haces sino que implemente se deja hacer complacido. Con su miembro tomando mas tamaño rapidamente. Mientras te lo devuelve con su mano internadose mas tocando ese clitoris mas grande con curiosidad, siendo su pulgar el que mas rozo con eso.

“Cupido eligira a quien clavar sus fechas. Lo malo que es un dios muy dado a sus tonterias.” comento el romano divertido tambien observando a la mujer con deseo, lejos del amor. “Dejemos a ese detras y concentrémonos solo en el deseo de Venus.” comento sacando su mano de entre tus piernas.

“Sientate en mis piernas Brinda...” comento el romano pero antes que pueda hacerlo se saco la camisa larga que tambien funcionaba como falta. Dejando su cuerpo desnudo rapidamente para ella. “Podria ayudar a tu libertad como te mueves aquí. Seria bueno ver como lo hacen tan al sur los tuyos.”

Pues con mucho cuidado porque la tienen muy grande digo con gesto divertido ante su comentario sobre cómo lo hacemos en el sur.

Mientras tanto me levanto y me saco yo también la ropa, quedando completamente desnuda para él. Mis pechos, de tamaño notable aunque no excesivo, que muestran con una areola claramente más oscura. Mi piel aparece de un negro brillante. Mi sexo se encuentra tapado por una mata de pelo que en algún momento no estaría pero un tiempo sin podérmelo cuidar adecuadamente es lo que ha provocado. Aún así los pelos no son excesivamente largos, dejando claro que igual no tenía ninguno cuando me cogieron.

Una vez así, coloco una pierna doblada a cada lado del romano y me siento sobre sus piernas aunque con su pene situado entre los sabios de mi sexo. ¿Así quieres que me siente? le pregunto mientras que empiezo a frotar mi sexo sobre su falo.

No sé con cuántas esclavas se habrá acostado el general, pero en mi caso podrá notar que mi sexo está algo humedecido. La verdad es que estoy muy agradecida por haber encontrado a alguien que, a pesar de considerarnos poco menos que objetos, dado que nos quiere entregar como un regalo, nos haya tratado de forma amable. Eso hace que quiera agradecerle, y por tanto que no reciba con desagrado sino con gusto lo que vamos a hacer.

Tras un par de pasadas en las que habré dejado su pene algo más mojado, me levanto y lo sujeto apuntando directamente a mi interior para luego sentarme mientras dejo que penetre en toda su longitud para luego mirar al romano. Aunque así es más agradable sentarse, ¿no te parece?

Luego, sin esperar respuesta, empiezo a hacer unas oscilaciones de cadera dejando que conozca todo mi interior a través de su poya para luego levantarme hasta casi sacarla y volver a meterla dentro de mí. Mientras se inició los movimientos de cópula, me agarro de su cuello y le miro directamente a los ojos, mientras cadenciosos gemidos salen de mi boca.

“Jaja En serio?” pregunto divertido. “Lastima que no les sirve para satisfacerte.” agrega èl dispuesto a competir con esos de pene grande.

La dejo irse por un momento para que se saque ese vestido de esclava. Dejandola desnuda y para que el romano pudiera admirarla con gusto. Sin duda fijándose en esos detalles que la diferenciaba aun mas de las romanas.

Suspirando responde “Asi esta bien.” dice sintiendo la humedad de su sexo, contra el falo de èl que tomaba su maximo de dureza frente a ella con una facilidad que tal vez es por los movimientos de ella o simplemente por las ganas que le tenia a ella dispuesta tomarla ahi misma si no le dejaba a ahora que accionara a ella. “Se te nota contenta Brinda o me diras que las tuyas se humedecen rapido.”

Tomando su gran cadera le ayuda a bajar hacia su falo, entrando en esa calidez que tanto le alegraba. “Por supuesto. Ya queria sentir tu calor y no me decepcionas.” responde empezando a suspirar mientras la empieza a sentir subiendo y bajando su miembro. Èl no quedo atrás empezando a moverse tambien mientras sus dedos tenian con mucha mas fuerza el culo de ella. “Que bien te sientes...” confiesa mirando directo a ella, observando esa cara de placer de ella.

“Sin duda no solo sabes usar tu lengua, que estos movimientos no es de ninguna inocente. Lo que me agrada mucho.” comento el romano acercando mas su rostro a ella pero en vez de besarla le empieza a lamer su cuello por el costado antes de desender a esos pechos oscuros. Esas auroras oscuras que llamaron rapido su atension.

Un gemido se me escapa cuando besa de esa forma mi cuello. Después de lo que pasé, encontrar a alguien amable me hace sentirme agradecida. Por eso me complace que disfrutes de mi cuerpo, pues yo lo hago del tuyo le confieso por fin aumentando la velocidad a la que me muevo.

Cuando el romano va hacia mis pechos, yo me limito a acariciar su cabeza y cerrar los ojos disfrutando de las sensaciones que me produce. No es una relación de amor, los dos lo sabemos y por eso no habrá palabras enamoradas y promesas que nunca se cumplirán. No, esto es simplemente placer por placer, disfrutar de nuestros cuerpos y de todo lo que nos pueden producir.

Mis gemidos empiezan a volverse más continuos mientras disfruto de como nuestros cuerpos se encuentran cada vez con más intensidad.

“Fui injusto que te encerraran como a una animal.” le devuelve tras la confecion de ella mientras desciende a sus pechos. Los cuales empieza a saborear con su boca, yendo a la punta de ellos y pasando su lengua por los pezones endurecidos de la mujer. El romano sabia lo que hacia.

Efectivamante era un momento de puro pasion con el romano distrarido con tus pechos mientras mas abajo te tomaba con fuerza tu cadera, ayudando asi a que bajaras mas rapido a su miembro que se metia en ti cada vez con mas fuerza. Mostrando el deseo que tenia el romano por ti, por tu cuerpo. Nada se parecia a los esclavistas egipcios.

“Sigue gimiendo. Dejales oir que disfrutas...” dijo para que te liberes y tal vez para provocar a ese que sentiria lo que decias y tal vez al fin acepte que eras solo una amiga para èl.

Poniendo su esfuerzo se levanto del sillon contigo aun arriba y te hizo apoyar tu culo en el comodo almuadon. Para luego perfilarte asi podrias acostarte en el sillon comoda. Fue cuando estuviste puesta que volvio a embestirte con fuerza. “Mejor asi?” pregunto recordando tus anteriores palabras.