Partida Rol por web

Cuando la romana derriba a la griega, se lanza sobre ella como una pantera, sujetando sus brazos por encima de su cabeza, pegados al suelo y situa las rodillas a ambos lados de las caderas de Adonia. Seguramente la intención era someterla e inmovilizarla pero la postura habia quedado de lo más excitante y sugerente, con las caras muy cerca una de la otra, los pechos y vientres, con la respiración agitada, moviendose al compás una de la otra, la arena se pegaba a sus cuerpos por el sudor y los ojos de Livia centelleaban por la excitación y la emoción del combate:

-¿Te rindes, griega?- le pregunta mordiéndose el labio y sonriendo con algo de lasciva maldad.

La griega se retorcía debajo del cuerpo de la griega, podía sentir cómo el sudor de ella caía sobre sus senos, y se escurría entre la ropa.

Sus caderas estaban moviéndose rápidamente, y poco a poco fueron ganando una cadencia excesivamente sexual.

- Si quieres acabar conmigo, solo puedes hacerlo dejándome sin aliento.-

Y ante esta frase la griega loca ataco, le dio un mordisco en la mejilla, cerca de los labios, y para lo que miraban el combate pudo parecer que era un gesto violento. Pero para Livia Octavia Prima, estaba claro que aquello no era un ataque, era una declaración de intenciones.

Tan pronto como llego se fue el mordisco, y los labios quedaron cerca. Los ojos se miraban a escasos dos centímetros, y la romana podía ver el ardor de la griega, un ardor que iba más allá de lo que jamas vio en los ojos de un hombre. 

La romana se apartó del bocado de la griega por un escaso milímetro pero entendió perfectamente el juego y las reglas. La anterior excitación de la romana volvió como una ola implacable a por ella, no dejándola pensar...su espalda se arquea como el lomo de un gato ante las sacudidas de la cadera de Adonia, acompasando sus movimientos. Aquello se le estaba yendo de control, su mirada se enturbió, la romana baja un poco la cara y...sus labios encuentran los de la griega y suelta sus brazos para posarlos en la cintura de ella, acariciando su piel, arañando suavemente su carne... 

bueno...al menos no es bárbara del todo...los griegos son...bueno casi romanos... se justifica mentalmente y debe estar convencida de su razonamiento porque si nadie hace nada la escena continua desarrollandose como si el mundo hubiera dejado de existir para ellas dos.

Si seguía viendo tales espectáculos, era probable que el perdiera la compostura y dejara ver sus dotes varoniles sin quererlo, pues también había notado que la griega y la romana estaban pasando a algo más de carácter íntimo.

-Adonia, Livia, separense y pónganse de pie-

Ordenó a ambas para que se levanten. 

-Puede parecer divertido, pero an dejado de lado la lucha para tratar de someterse la una a la otra... Adonia, acércate, Livia observa bien-

Duilius se acercó a la fémina de Grecia. 

No olviden usar el derribo, esa es su principal arma, y para rechazarlo, debes mantenerte, firme y usar mi estabilidad en mi contra, si no te derribaré-

Advirtió a Adonia, mientras se ponía en lugar de Livia para que la mujer le usará de Palum de entrenamiento. 

Soenya contempló el espectáculo de sus compañeras y no pudo evitar humedecerse los labios con cierta sensualidad mientras sentía como su respiración se aceleraba y su sexo se humedecida ante el espectáculo.

Claramente la bárbara estaba excitada y tener el cuerpo de la egipcia entre sus brazos, como sus brazos alrededor de sus pechos no provocaba sino que mirara de vez en cuando al Nórdico con cierta mirada de deseo que él ya había conocido...

La germana intentaba mantener su presa mientras sentía como su cuerpo se calentaba y se excitaba. Algo que no pasaba por alto para el resto...

Nada ni nadie le iba a sacar de aquella posición, escuchaba ruido de fondo, o puede que fuera solo su corazón latiendo tan fuerte que podía tomársele el pulso en el mismísimo pezon.

Pezones que por otra parte, estaban duros como piedras y qué se estremecían bajo la ropa sudada al rozarse con el cuerpo caliente y salado de la Romana.

Oh, salado, el tacto carnoso y salado de la lengua de la mujer le hacia ver colores incluso con los ojos cerrados. Estaba ardiendo, como podía hacer tanto calor, porque no desaparecía aquella ropa. Porque.

La loca estaba encendida, y de repente algo jalo de ella. Su cuerpo se tenso, y se vio la cara con el Doctore.

- Mierda.- 

Dijo y escupió al suelo cuando el hombre se le puso cerca.

- Déjame, ¡salido!.-

Fue lo que le dijo, y empezó a reptar por el suelo intentando escapar de aquel asno que le había privado de uno de sus dos placeres.

- ¡Apartate!, si quieres enseñarme a revolcarme vuelve a ponerte con tu amigo, pero no me toques. Puto animal.-

Y no, ninguna de esas palabras fue discreta. Ninguna fue dicha con mesura, todo lo contrario. Había verdadero asco en su cara y sus reacciones.

Directamente con el espectáculo de las mujeres que casi les falta follar en plena arena, me centro en ellas esperando ver como evoluciona todo. Como era de esperar el doctore corta de golpe y la griega se pone loca, momento en el cual me preparo para actuar si se descontrola la situación.

Livia se levanta al recibir la orden cortante del doctore y ella pone los ojos en blanco, pero se toma con calma lo de apartarse de la griega, aunque finalmente lo hace. Cuando su mirada se cruza con la del galo, Livia alza las cejas y pone los brazos en jarras:

-¿Sientes envidia, galo?- le dice en tono ligeramente hiriente. Entonces se percata de que la griega parece fuera de sí, el nórdico parece dispuesto a intervenir y no había que ser muy despierta de mente para saber que Duilius tendría que intervenir ante las palabras de Adonia. No podía dejarlo así.

-Basta...no os acerquéis a ella- dice con toni autoritario, interponiéndose entre los hombres y la griega que se aleja arrastrandose- yo asumiré su castigo y sus palabras como si fueran las mías. Ha sido culpa mía por no refrenar su instinto. Castigadme a mi en su lugar.- dice la romana muy convencida, alzando la vista un instante al palco por si allí estaba lo domina, intercambiar una mirada con ella, una mirada que asegura su seriedad.

Con todo el jaleo me acerco descaradamente por la espalda caminando en dirección a la loca fuera de control con la clara intención de ponerme junto a ella con un gesto de seriedad, una seriedad que hasta el momento nunca he mostrado fuera de bromas, sonrisas y miradas.

Si el nordico había pretendido ser sigiloso, quizás debería no haber intentado serlo delante de la cara de la romana, pues ésta vio su intención de pasar de ella y eso era algo que no iba a permitir:

-¿Estas sordo, bárbaro? No te atrevas a tocarla.- dice Livia interponiéndose directamente entre el gladiador y Adonia, impidiendo que se acercara más- doctore. Ya sabes lo que dijo la domina. - le recuerda sin mirarle.

Miro al doctore con duda, furioso con la griega pero acepto a su decisión acercándome a Soenya y atento por si la loca intenta hacer algo mas.

Con un gesto de su mano le hizo saber a Nórdico de que todo estaba bien, que las cosas se habían calmado, pero el galo sabía que si la griega volvia actuar así en un futuro, tal vez la domina tome cartas en el asunto, y la cosa no termine bien.

También estaban listos algunos guardias y otros gladiadores para salir en su defensa, más no hizo falta. 

Se puso en camino con la esclava, en dirección a la celda, otra vez. 

Soenya observó como el doctore pasaba absolutamente de ellas, sin instrucción ni orden para ellas, yéndose con la romana sin más y simplemente soltó a la egipcia y la ayudó a levantarse.

- Vamos Sekmet, no somos de interés para el doctore... - le dió la mano a ella para ayudarla a levantarse - Creo que la romana ha encandilado al galo y necesita desahogarse con alguien... - Dice cuando el galo y la romana se han ido del lugar.

Se encoge de hombros ante la presencia del Nórdico con una sonrisa, indicándole que ella lo entiende menos aún... Claramente sigue excitada, pues su pecho sube y baja con algo más de intensidad, aunque quizás fuera por el combate...

Permaneció atenta a Adonia, a Sekmet y al Nórdico, cómo si esperara que sigo pudiera ocurrir y entonces habló para la griega.

- Adonia, ¿no te gustaría poder darnos un baño ahora? Quitarnos la arena y el sudor, relajarnos un poco... - Suspiró - Llevamos días encerradas y aisladas en las sucias celdas del esclavista, sin más contacto humano que el nuestro... Creo que todas necesitamos relajarnos un poco... - Mira al Nórdico con una pícara sonrisa - Dile a tu amigo el galo que un poco de tranquilidad, libertad y relax ayudará la próxima vez que le traigan a cuatro como nosotras... Tenemos nuestras necesidades...

El propio Nórdico había visto el cambio que había pegado Soenya tras el descanso del almuerzo, cómo aún a pesar de seguir manteniendo esa aura y postura intimidante e incluso algo desafiante, parecía algo más centrada y atenta a seguir indicaciones.

- ¿Y ahora? ¿Qué hacemos? Porque el doctore se ha largado sin más... - Se acercó hasta el agua y bebió un trago - Echo de menos una buena cerveza, joder... - Dijo en su lengua natal.

Cuando el doctore se marcha con la romana trapo de poner control a la situación creada. Escuchadme por favor, se que es una autentica putada que te hagan esclavo y perder tu libertad, que es una putada no poder follar cuando te apetece, el perder tu derecho a tomar una cerveza o simplemente hacer lo que quieras. Os pido que me deis la oportunidad demostraros que puedo ayudaros a mejorar vuestra situación en este lugar y que a falta de libertad hasta que podamos alcanzarla que os ayudaré hacer un hogar temporal aunque sea una mierda de hogar, pero que sea vuestra pequeño pedazo de mierda en el que encontrar esa fuerza para no dejarnos perder nuestra vida y nuestros sueños... Tomando la mano de Sekhmet y Soenya mientras hablo miro a las tres mujeres durante mis palabras, respetando el espacio vital de la griega dando oportunidad que escuche mis palabras y decida ella si en su estado está dispuesta a interiorizarlas, mientras que las otras dos mujeres busco el contacto físico de nuestras manos como vínculo ya que ellas estás mas dispuestas a escucharme.

Cada uno que pensará lo que quisiera, evidentemente la germana se sentía decepcionada por no haber podido culminar su entrenamiento y entendía que una mente calenturienta como la de Soenya achacara todo esto a un romance entre la romana y el doctore. Suspira y antes de irse, Livia lanzó una última mirada al Nórdico y al resto de guardias:

-Si alguien tiene algún problema con Adonia o con cualquiera de nosotras...hablen con la domina.- dice con una expresión fulminante.- disfruten del descanso, mujer a y perdonad la interrupción.- se disculpa como fuera responsabilidad suya lo ocurrido.

Luego se pone en camino detrás del galo, con una expresión seria.

La griega en cuanto encuentra un hueco para ponerse en pie, se pone de pie y se sacude las manos y el cuerpo de la arena.

Mira con hostilidad al Doctore, y enseña los dientes. Puede que fuera el “capataz” de aquella zona de entrenamiento. Y mientras la entrenara no pondría pegas.

Pero no iba a consentir que se le montara encima, y mucho menos con la verga dura como se estaban poniendo.

Cuando empezó a llevarse a Livia a vete tú a saber dónde, la loca se acerco a donde estaban las armas y le dio una patada al armero haciendo caer al suelo.

Y miro con furia y rabia todos los gladiadores machos que quedaban en la arena.

Escuchó al Nórdico con curiosidad aunque lo que más le sorprendió fue claramente que tomara su mano y la de Sekmet de aquella de forma pero no dijo nada y simplemente se quedó allí. Si eso servía para calmar un poco el ambiente, pues se quedaría quieta, aunque estaba demasiado activa... 

Observó la conducta de Adonia y simplemente suspiró. No iba a meterse con ella en estos momentos pero si le dedicó una mirada calmada y se le ocurrió algo...

- Adonia, ¿te apetece que nos echemos unas carreras o nos golpeemos un poco con las espadas de madera? Así podremos quitarnos un poco de energía... ¿Qué te parece? Mejor que quedarse sin hacer nada.... 

La presencia y las palabras de todo el mundo alegando por la mujer, pero la griega había pasado de ser respetuosa, a ser una mal nacida, y eso cabreó a Duilius de sobremanera, y era cómo si los dioses mismos temiera su furia.

-TITUS, NÓRDICO, están a cargo hasta mi regreso-

Despues informaría de esto a la domina, más a hora tenía algo que hacer. 

Adonia miro a la germana como si no la conociera, y poco a poco escucho, o entendió que le decían.

Se fue hasta uno de aquellos palos gordos, se lo cargo al hombro y empezó a andar con el acuestas. Sí, desfogarse era lo mejor que podía hacer en aquel momento.

No dijo nada, seguía teniendo cara de pocos amigos. Pero tras unos minutos caminando con aquello a cuestas, volvió ha hacer lo de por la mañana, bajar la cabeza y concentrarse en seguir andando.