Partida Rol por web

Malickud zarandea a la sacerdotisa para despertarla .

¡Por Besmara que has elegido mal momento para una siesta, arriba!

Los movimiento de Malic hacen que se despejen de mi mente los nubarrones que habitaban por ahí y me tenían atrapada en mis pensamientos, o mejor dicho, en mis sueños, donde permanecía en la compañía de mi diosa Besmara, disfrutando junto a ella de su sabiduría, alejandome de su sagrada compañía, solo para ver los bigotes de mi amigo delante de mis narices, reprochándome el no se qué.

Cuando abro finalmente los ojos, recuerdo dónde estaba y a lo que nos enfrentamos, dándome cuenta del peligro real que suponían esas pequeñas plantas. Así, sin acecarme a Harper, opté por usar las bendición y sanar parte de las heridas de nuestro artillero.

¿Y este también se ha quedado dormido? digo sonriendo mientras señalo con la cabeza a nuestro capitán

Las bendiciones de la Reina de los Piratas alivian en gran medida las quemaduras de Harper.

Razz se arrastra hacia sus compañeros para escapar del moho.

El vigía del Grindylow Embrujado gatea para alejarse de las plantas, pero el pié le roza una afilada espina. Aún así, Harper consigue ponerse en pie junto al resto del grupo.

Raymond había creído que estarían algún tiempo bajo el agua. Por lo que no se preparó muchos conjuros ígneos. No obstante el antiguo capitán era un hombre de recursos, y podía volver a repetir el conjuro anterior.
Se concentró en su energía interna y recargó un conjuro de fuego, luego se acercó para tener a tiro a otras dos esporas y lo lanzó extendiendo su mano izquierda.

Con una nueva llamarada, Raymond abrasa un par de cepas más de aquellas inquietas plantas. Mientras tanto, otros dos grupos de florecillas violetas se deslizan por el suelo para arrimarse a la entrada de la sala. El más próximo suelta las ya conocidas esporas amarillas, que cubren al Veracruz, pero el capitán del Venganza Sangrienta logra cerrar los ojos y contener la respiración el tiempo suficiente como para no verse afectado por el veneno.

La varita del gnomo parece que se ha quedado seca, por qué aunque la mueve en el aire por encima de su cabeza, nada ocurre digno de mención.

Malickud maldice y refunfuña, pero intenta ser útil pese a todo. Saca la honda y las balas y las tira al suelo frente a él.

Por si alguien quiere ser de utilidad...

Viendo que no tenía ningún objetivo a tiro y que Harper sería mucho más hábil con la honda que yo, aprovecho para darle una patada a Feijud y retirar rápidamente la pierna, mirando a las plantas

Mira, mira, esa se está moviendo hacia aquí, cuidado.

El capitán del Grindylow Embrujado despierta sobresaltado después del puntapié de la sacerdotisa de Besmara.

Harper saca el arco y dispara a una de las plantas

El proyectil del pícaro se clava profundamente en el matojo de flores moviente más cercano, que se retuerce dolorido. Al mismo tiempo, otro brote se acerca para bañar a Raymond y a Harper con sus ponzoñosas esporas. No obstante, los dos piratas consiguen aguantar el tipo sin mayores problemas.

La cosa estaba durando demasiado. Y el nuevo ataque de las esporas podía haber terminado con todos si no hubiesen resistido. Así que Raymond se adelantó y una vez más su hoja negra y su magia se pusieron en movimiento.

La espada negra cortaba sin demasiados problemas a las plantas. Desde luego el estar al aire libre y no bajo el agua tenía sus ventajas.

Raymond destroza otro de aquellos parches de plantas al tiempo que un último ramal de flores se le acerca con el ánimo de dejarlo inconsciente. Sin embargo, el sistema inmune del Veracruz ya sabe lo que se le viene encima y es Harper, que se encontraba a su espalda, el que no puede sorportar el estupor que le producen las esporas amarillas.

Feijud recoge el hacha que había dejado caer y se levanta mientras busca la oportunidad de asestar un hachazo a la plana que queda.