Partida Rol por web

Uno de los cuervos, se lanza sobre Lilith. La maga, alza de nuevo las manos y un chorro de llamas alcanza al cuervo. Sin embargo, el cansancio de la maga, hace que no sea muy efectivo. Lilith no puede evitar que el cuervo la clave el pico en uno de sus brazos provocando una nueva herida. El cuervo echa a volar pero el hacha de Kazurh se desploma sobre él y lo manda hasta el suelo en un amasijo de sangre y plumas. El cuervo, queda muerto en el suelo. Lilith cae de rodillas exhausta por la pérdida de sangre y el poder mágico usado.

Itán dispara sobre otro de los cuervos y lo alcanza al vuelo a pesar de la distancia. El cuervo, atravesado por la flecha, cae muerto en el acto.

Morrowir, desde la puerta, mira con preocupación al enano y a la maga.

El resto de los cuervos, de momento, se limitan a revolotear sobre las cabezas de Lilith, la mula y Kazurh.

Mientras, Artros, ha logrado apilar una silla sobre la mesa. Suficiente para alcanzar la trampilla del techo. Se sube a la mesa y luego sobre la tambaleante silla y con cuidado empuja la trampilla. La madera cede y con un crujido y un chirrido de oxidadas bisagras se abre hacia arriba dejando un oscuro hueco.

 Diox mio... Diox miiío...!!!!

 Me cubro tras el enano. Dejo de lanzar llamaradas y, si puedo, curo mis heridas.

Al estar al alcance de la trampilla cargo de nuevo el arco y de un empujón fuerte abro la trampilla apuntando a la buhardilla.

Animado por mi éxito, sigo soltando flechas hacia los pajarracos, esperando tenerlos aún más a tiro a medida que se vayan acercando a nuestra posición el guerrero y la maga.

Invoca el fuego... y su toque alivia el dolor y restaña las heridas. Tenemos suerte de tenerla con nosotros. Y Kazurh... Es hábil con ese hacha. Y es fuerte como un toro. ¿Porqué nos ayudan? ¿Qué les motiva? No deben morir, no lo conseguiremos sin ellos.

Mientras la sangre de la herida cae por mi mejilla, sigo soltando flecha tras flecha hacia los cuevos...

- ¡¡¡A la mierda, que le den! Vamos a cubierto ya!!! - grito amis compañeros mintras les empujo para que corran hacia una casa para desues seguirles a todo trapo.

Los cuervos, se muestran reacios a atacar pero se mueven en círculos sobre Kazurh y Lilith, chillando y picando hacia los aterrorizados personajes. 

Itán, da muestras de frialdad y apuntando con decisión dispara una flecha hacia los cuervos. El proyectil, silba en el aire y alcanza al cuervo más cercano seccionando una de sus alas y sigue su letal vuelo para clavarse en otro de los pájaros. Ambos atacantes se desploman sin vida. El elfo, estupefacto por su afortunado disparo y con una nueva flecha preparada contempla a los cuervos volar más y más alto hasta quedarse girando en círculos allí arriba apenas a alcance de su letal arco.

Mientras Lilith, arrastrada por Kazurh, alcanza a duras penas la seguridad de la casa. Ayudada por Morrowir y el enano, entra en el local. La mula, corre alejándose del pueblo hasta la seguridad de las colinas cercanas. 

Ahora, sólo quedan cuatro cuervos grandes y una multitud de cuervos pequeños que revolotean y chillan allí en lo alto.

Artros, manteniendo el equilibrio, pega un empujón a la trampilla y mete cabeza y cuerpo apuntando con el arco.

Sólo Artros

El piso de arriba no es más que un desván con escasos muebles. Está ténuemente iluminado por la luz que se cuela por entre las tablas que cubren las ventanas. Tan sólo una de las cuatro ventanas está abierta y es la que daba a la calle. Junto a ella, hay un hombre mayor, de pelo cano y larga barba blanca, apoyado contra la pared. Una silla está caída junto a la ventana. Presenta un aspecto muy pálido. Tiene una herida grande en una pierna y ha hecho un torniquete con sus propias ropas. Su mano sostiene una espada corta sobre su pecho. Su respiración es dificultosa. Lentamente, levanta la cara y mira al hombre que le apunta con el arco. 

- Gracias a los dioses... cof... cof... ¿No vendrás por casualidad de Sothmere? ... cof... cof... - Su voz es apenas audible con el griterío de los pájaros del exterior.

 Al límite de sus fuerzas, ya dentro del edificio, Lilith se recostó contra una pared, sentándose en el suelo. Sonrió intentando mostrarse fuerte y animada ante el grupo. No quería retrasarlos. Comprendía la importancia de esta misión, especialmente para algunos de ellos.

 - No me encuentro muy bien.... - dijo esbozándo esa sonrisa tan suya.

Llegamos por fina  la casa, pero no es hasta cuando Lilith habla que me doy cuenta de lo mal que esta, mi primer instinto es agacharme juntoa  ella, pero antes de que lo haga del todo pienso en las ventanas y posibles entradas, asi que me vuelvo a levantar y corro hacia las ventanas para segurarme de que estan bien cerradas, al igual que posibles aberturas.

¿Quién era él? y cómo ha podido escapar por la ventana si estábamos abajo?. Deberiamos haberlo visto.

Termino de subir al desv´n e inspecciono la pierna del viejo.

¿Qué ha pasado?¿quién se lo ha hecho?

Sonrío mientras aprieto los dientes, cuando se desploman los cuervos. ¡Tomad esto, inmundos!

Mientras se acercan Lilith y Kazurh, les sigo cubriendo con mi arco, hasta que compruebo que los pajarracos ya no se acercan. Mientras Kazurh asegura las ventanas, ayudo a Lilith a acomodarse en el interior de la casa.

- Ya está, descansa.

Una vez estamos más o menos seguros y compruebo que Lilith está estable, me doy cuenta de que Artros no está.

- Creo que está en el piso de arriba... -digo a los demás. ¡Artros, ¿va todo bien?! -Le llamo, finalmente, pegando una voz.

Una vez tumbada, Lilith gesticula y canta. La magia fluye y la mujer empieza a sentirse mejor. Sus heridas se cierran poco a poco y deja de sangrar. Sin embargo, el esfuerzo la deja agotada. 

Mientras Kazurh, cierra las contraventanas y se asegura que las ventanas están bien cerradas. Morrowir por su parte, se asegura de atrancar la puerta con una mesa.

Itán se sitúa bajo la trampilla por la que ha subido Artros.

Sólo Artros

Terminas de subir y con el arco aún cargado, examinas el lugar. Es una habitación cerrada, una buhardilla. No hay nadie más. Te acercas al anciano y de una patada, apartas la espada antes de examinar su herida. La herida tiene el aspecto de un corte de arma blanca, muy profundo y de bastante feo aspecto.

- Josef... me llamo Josef... 

Y mientras Artros le inspecciona la pierna continúa.

- Ayer al amanecer. Los Chasind... se abalanzaron sobre nosotros. Decenas de ellos... yo... yo me escondí aquí... Sólo se que caí dormido... - le cuesta hablar pero su voz es segura - y al despertar era de día. No había rastro de los Chasind, así que bajé y salí de la casa buscando supervivientes. Cof.... cof... Pero sólo encontré a Rudolf, el Carpintero...

Sólo Artros e Itán

El elfo, con el arco preparado, asciende también pero el anciano apenas repara en él y continúa con su historia.

- ...Tenía un aspecto extraño, con la tez amarilla y escupiendo espuma por la boca. No quiso atender a razones y se lanzó sobre mí... cof... cof... Me hirió en la pierna con un hacha corta... Creí que era mi fin... Por suerte, el certero disparo de la ballesta de Hanz me salvó... sin embargo, no pude hacer nada por Hanz. Tenía una herida que le perforaba el estómago y los intestinos. Murió a mediodía... cof... cof... Intenté  salvarle pero me mordió en el brazo. Estaba con enrabietado a pesar de la herida mortal. Busqué pero no había más supervivientes. Entonces los vi. Más Chasind cruzaban el vado. Venían de la espesura. Huí... pensé que esos salvajes y me escondí aquí arriba... Estuvieron cerca de una hora rondando el pueblo y se marcharon en dirección a Sothmere. Eso fue esta mañana...

Tose y se agarra la pierna.

- Entonces, os oí llegar. Intenté alertaros pero la silla se partió y caí al suelo. 

Mira a Artros y luego al elfo. 

- No sé... me siento fatal... lo veo todo amarillo... sea lo que sea, creo que Hanz me ha infectado... Por favor... no quiero convertirme en uno de ellos.. - mira con súplica a Artros y sobre todo a la daga de su cinto - Por favor... 

Podéis ver sus ojos con un tono amarillento y ahora que os esforzáis percibís el olor dulzón de la plaga.

- Por favor... no dejéis que sea uno de ellos... ¡Matadme!

Guardo un profundo silencio ante la historia del viejo y asiento con la cabeza, pensando en la cura que tomamos y lo difícil que sería aplicársela a él.

¿Quién era el de los pájaros?. Estaba aquí hace un momento. Sed generoso en vuestras palabras y tendréis una muerte dulce, os lo garantizo.

En silencio, escucho la historia del anciano. Guardo el arco.

Está infectado... No le queda mucho antes de sucumbir a la sed de sangre...

Inquieto, palpo los presentes de Stoyanka.

Más Chasind se dirigen hacia Sothmere... Más les vale estar en guardia.

Aún sin decir palabra, palpo no obstante la daga en mi cadera, y me preparo mentalmente para desenvainarla rápidamente.

Muerte dulce... Sí, sé hacerlo. Pero quizá la Rabia no nos dé ocasión.

Artros e Itán

El hombre mira a Artros. 

- ¿El de los pájaros? No sé de qué hablas... cof  cof... aquí sólo estoy yo. Os vi llegar. Me subí a la silla cof  cof... y me asomé a la ventana para alertaros pero la silla se rompió con estrépito. Las contraventanas golpearon y supongo que eso hizo... cof cof... a esas bestias atacar... cof... Se han hinchado de comer carne de los cadáveres...  cof...

No me cuadra lo que me cuenta el viejo, se lo que vi y no encaja.

Entrecierro los ojos y saco el cuchillo, le agarro el pelo dispuesto a cortarle el cuello.

Artros coge la vía directa y se dispone a rebanarle el cuello. Expectante, observo la situación.

Desde luego, no es nada melindroso... ¿Hará lo mismo por mí, llegado el momento?

Como en mis mejores tiempos de secuaz mafioso, sonrío al anciano mientras Artros le sujeta como cochino en día de matanza, siguiendo el juego en todo momento a mi compañero.

Ah, casi lo echo de menos... Nah...

Artros e Itán

Los amarillos ojos del anciano, miran a Artros a los ojos. No hay rencor en ellos. Sólo esperanza. Mueve levemente la cabeza en señal de asentimiento mientras traga saliva de forma audible. 

- Adelante...